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La vida es aburrida por CrystalPM

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Notas del capitulo:

Es curioso, porque yo nunca he pensado (Ni tengo pensado) hacerme un tatuaje, pero como tengo que pensar los de Crystal me he vuelto una obsesionada ahora mismo y ya no puedo parar jajaja hasta me hice uno de henna de mi pequeña obsesión. 

Había planteado la idea de poneos una foto de mis inspiraciones para el tatuaje, para que comprendieses un poco mejor como era, pero luego he dicho " Que leñes Vinca. Una escritora no necesita una imagen para poder explicar lo que quiere" Así que me he obligado a mi misma a no ponerla jajaja Os lo tendréis que imaginar como queráis.

Siento la (Mini) tardanza, pero ahora con las vacaciones mi casa es invadida por un montón de primos/amigos/tíos  y como siempre que viene gente comparto habitación, pues no puedo escribir. ( Por que no se vosotros, pero a mi me da cosa escribir yaoi o cualquier género si hay alguien delante)

Pero ya está. En realidad quería llegar un poco más lejos en este capítulo, pero como siempre me alargo demasiado con las cosas, y pensé que se me haría muuuuuy largo. Así que es mejor solo esto.

Disfrutad^^

 

Asomé mi rostro por detrás de Nay para observar con curiosidad como ponía el papel con la calcomanía del tatuaje en la zona de la clavícula de Crystal, pero antes de poder ver nada más el chico me empujó ligeramente hacia atrás tapando la vista. 

—¿Por qué tanta prisa? Ya lo verás cuando esté acabado. Si Crystal va a esperar a verlo hasta el final tú también te aguantas—A su lado Crystal sonrió.

—Merece la pena esperar, ya verás —No pude evitar hacer un puchero infantil aprovechando que al estar de espaldas a mi el peliazul no podía verme. 

—Nunca he visto como se hace un tatuaje — Tanto Crystal como Nay soltaron una risa al unísono. 

—Era de esperar, con esa vida de mojigato que llevas —Fruncí el ceño molesto. No era mi culpa que me hubiese pasado 18 años de mi vida encerrado en mi casa sin hacer nada interesante “ En realidad sí es tú culpa Dan…Tuya y de los videojuegos” El sonido de la pistola de tatuar me sacó de mis pensamientos, a pesar de que el cuerpo de Nay me impedía ver lo que estaba haciendo sí podía observar el rostro de Crystal y la expresión de dolor contenido de la pelirroja lo decía todo. 

— ¿Tanto duele hacer un tatuaje? — Mi amiga hizo una mueca indescifrable y supuse que estaba evitando encogerse de hombros involuntariamente debido al tatuaje. 

— Algunos sitios duelen más que otros, pero si de verdad lo quieres merece la pena — No añadí nada más, sorprendido por las palabras de mi amiga. Fue Nay quién retomó la conversación con tono burlón.

— ¿Replanteando la idea de hacerte uno?— Bufé ante su pregunta y me crucé de brazos.

—No pienso dejar que nadie me clave unas agujas en ningún sitio

El peliazul desvió fugazmente la mirada del tatuaje para mirarme.

— ¿Miedo a las agujas? 

— ¡Por supuesto que no! — Mierda, ¿Acaso no podía tener una conversación normal con este chico sin que saliese a la luz algún aspecto patético de mi vida? Crystal sonrió con la mirada perdida, como si recordase algo.

— Yo al principio tenía miedo a las agujas, hasta que vine aquí a por mi primer tatuaje — Aunque no podía ver el rostro de Nay si aprecié como asentía levemente. 

— Sí, lo recuerdo. Por un momento temí que me clavases la aguja en el ojo aquel día — Crystal contuvo la risa para evitar sacudidas indeseadas en la zona del hombro. Yo me erguí en el asiento que me había agenciado detrás de Nay. 

— ¿Le hiciste su primer tatuaje? 

— En realidad nos conocimos gracias a eso —Respondió Nay a la vez que mojaba la pistola en la tinta negra, mientras que Crystal, a su lado, asentía.

—Llevaba mucho tiempo queriendo hacerme un tatuaje, el de las cadenas — Con la mano que tenía libre se señaló a las muñecas —, siempre pasaba por esta tienda al volver del instituto y el día que me decidí por hacérmelo pensé que este sería el lugar más indicado. Cuando entré el lugar estaba casi vacío, y los pocos tatuadores que había parecían estar ocupados. Estaba a punto de salir espantada del lugar cuando Nay apareció por el mostrador y me preguntó que quería —Los ojos de mi amiga parecían ausentes, como si estuviese viendo en aquel instante lo ocurrido años atrás—. Cuando te expliqué lo que quería me soltaste un “¡Perfecto! Te lo hago en seguida!” y cuando te pregunté si tenías experiencia te encogiste de hombros como si nada y soltaste “No he hecho un tatuaje en la vida, pero saldrá bien”—Casi podía imaginarme ahí mismo a un Nay unos años más joven con la misma expresión de despreocupación que la que pone ahora diciendo esas palabras—. No se por qué demonios tus palabras me tranquilizaron, pero por raro que parezca así fue. Desde entonces pensé que todos los tatuajes que me haría los harías tú. 

Aunque no podía ver el rostro de Nay estaba bastante seguro de que él también estaba sonriendo al recordar la escena. Con voz desenfadada habló:

— Te dije eso porque me gustó el significado de tu tatuaje. Es interesante conseguir ilustrar los sentimientos o pensamientos de una persona por medio de su piel y eso era precisamente lo que tú querías hacer. No es como ahora, que tengo que soportar a un montón de idiotas que se tatúan gilipolleces sin sentido— Crystal asintió de acuerdo con sus palabras

—Como esa moda de que un tío se tatúe el nombre de una chica. Normalmente es por dos cosas, o sexo o por dinero —Fruncí el ceño contrariado. 

— ¿No puede ser por que le guste la chica tal vez?— “Un amor estúpido, pero amor” Nay me miró de reojo encarnando una ceja.

— ¿Acaso tú te tatuarías del nombre de la persona que te gusta? — No pude evitar soltar una carcajada e inconscientemente murmuré muy por lo bajo.

— ¡Ja! Como si no tuviese suficiente con pensar en ti todo el rato, para que un tatuaje me lo recuerde.

Tardé una milésima de segundo en comprender que acababa de soltar e inmediatamente mi rostro empalideció tanto que podría haber pasado perfectamente por un muerto. Nay dejó de trabajar en el tatuaje de Crystal y con una lentitud desesperante se dio la vuelta para contemplarme con esa expresión totalmente indescifrable. No pude evitar desviar la mirada con cierto temor, sin saber muy bien si había metido la pata con mi comentario o si no.

—Novato —Casi me caigo de la silla al notar como sus manos se posaban cada una a un lado de mi rostro, causándome pequeños escalofríos, y me forzaba a mirarle a los ojos. El chico se mantuvo unos segundos así pensativo, como si buscase algo con detenimiento en el interior de mis pupilas. Ligeramente turbado por a cercanía de su rostro tartamudeé: 

— ¿Qué…Qué pasa? —Nay alejó sus manos de mi y asintió como si acabase de corroborar algo.

— Solo quería saber si estabas borracho —Fruncí el ceño contrariado.

— Estoy perfectamente —Nay soltó una sonrisa que deshizo mi enfado en cuestión de segundos.

—Perfecto —Con un movimiento rápido el ojigris tiró de mi camisa acercándome a él y me dio un rápido beso en los labios para inmediatamente después soltarme y volver a su trabajo— Si no sería muy aburrido tener que recordarte esto después. 

Mientras yo concentraba todos mis esfuerzos en seguir respirando Crystal chasqueó la lengua a la vez que negaba con la cabeza, como si fuésemos un caso perdido.

— Los dos idiotas. 

Después de eso me mantuve en completo silencio enterrado en mi silla, porque estaba totalmente seguro de que si intentaba decir algo solo me saldrían balbuceos o frases incoherentes. No fue hasta que Nay dejó de nuevo la pistola y se masajeó las manos con aire triunfante que volví a intentar meterme en el mundo real.

— Dibujo terminado, ahora solo queda ponerle el color —Hasta yo en mi estado de embriaguez podía notar el entusiasmo en su voz. El hecho de que hablase de color me sorprendió. Los dos tatuajes de Crystal hasta el momento habían sido solo en blanco y negro. Con curiosidad intenté volver a hacerme un hueco por encima del hombro de Nay para poder hojear el dibujo, pero lo único que conseguí es el el chico me volviese a empujar a mi sitio y que Crystal se riese de mi por mi expresión de impaciencia.

Cuando por fin Nay dio por completo el trabajo y me permitió verlo de una vez comprendí por qué Crystal había dicho que merecía la pena verlo finalizado. Sobre la blanca piel de mi amiga había grabada en negro una especie de brújula, pero mucho más complicada. En el interior de la esfera, donde normalmente están señalado los puntos cardinales, había a su vez otra esfera más pequeña. Ambas estaban repletas de datos, coordenadas y trazados decorativos que se mezclaban brillantemente junto a una doble aguja en la que parecía haber grabados motivos celtas . Y si ya de por sí aquel dibujo era sorprendente se volvía incluso mágico a color, parecía como si alguien se hubiese dedicado a estallar bombas de color sobre la piel de la chica, pero a lejos de parecer un desastre caótico los colores vivos se entremezclaban a su parecer creando a su vez otros diferentes y aquellas manchas de color que recubrían la brújula y seguían esparciendo por el resto de la piel de mi amiga le daba la apariencia de formar parte del propio cuerpo de Crystal. Como si mi amiga hubiese nacido con una aurora boreal pintada en su cuello.

Crystal —Que también acababa de ver el tatuaje por primera vez mediante un pequeño espejo— y yo nos miramos alucinados unos instantes, como si por medio de miradas pudiésemos reafirmar lo absolutamente genial que era.

La pelirroja se mordió el labio ocultando el nerviosismo típico de la emoción.

—¿Te gusta? Es un astrolabio. Es un instrumento que se usa para determinar la posición de las estrellas. Lo usaban los navegantes para sus viajes— La chica volvió a mirar el tatuaje por medio del espejo y no pudo ocultar una sonrisa— Se me ocurrió hacerlo el último día del festival. Cuándo vimos las estrellas y hablamos de a qué nos gustaría dedicarnos en un futuro. Me hizo pensar en lo irónico que es cuando nos perdemos en un camino cuando en realidad el mapa lo tenemos encima de nuestras cabezas. Puede que este nublado o que por la luz no podamos verlas, pero aunque nosotros no lo sepamos el camino siempre está marcado ahí por las estrellas. Así que que mejor para recordarme que el camino está aunque no lo vea que con esto —Dijo señalándose con el dedo el nuevo tatuaje. A Nay se le escapó una media sonrisa de entre los labios mientras protegía el tatuaje con un gel raro y le ponía un plástico transparente por encima. Yo en cambio permanecí en silencio contemplando el tatuaje. En ese momento me di cuenta una vez más de lo única que era mi amiga.

Para cuando Nay terminó de recordarle a Crystal todo lo que necesitaba hacer para cuidar el tatuaje los primeros días la tienda estaba prácticamente vacía. Solo quedaban un par de clientes y los demás trabajadores que con la típica expresión de satisfacción y cansancio que tiene alguien tras terminar la larga jornada recogían sus cosas y se despedían para volver a sus casas.

Crystal sin borrar su sonrisa de entusiasmo también recogió sus cosas.

—Gracias por el regalo de cumpleaños Nay —Debería haberlo imaginado. Un chico como Nay no es del tipo de regalar regalos normales como el resto de humanos. La pelirroja se levantó de su asiento y se dirigió a la salida con pasos ligeros. Yo me apresuré a levantarme para seguirla, pero una mano me frenó al agarrarme de la muñeca. Receloso miré a Nay, preguntándome en mi fuero interno que habría hecho ahora, pero su mirada me descolocó. El chico me miraba mientras se mordía el piercing como si se debatiese entre hablar y no hablar. Al final con voz tranquila habló, aún con su mano aferrada a mi muñeca.

— ¿Me esperas mientras cierro la tienda?— No se quién se sorprendió más: Si yo por escuchar esa pregunta o si él por hacerla. Tragando saliva asentí torpemente, incapaz de recordar como demonios se hablaba. Al girar el rostro para mirar a Crystal esta me dedicó una mirada que también reflejada sorpresa por unos instantes, pero la pelirroja se recompuso enseguida.

— Bueno. Entonces yo me voy yendo ya. Nos vemos luego en el bar —La chica señaló a Nay con dedo acusatorio—. A las 11. No lo olvides o Haddock se enojará. 

Nay asintió enérgícamente y tras eso la pelirroja desapareció por la puerta. En ese momento el peliazul pareció recordar que aún seguía con su mano al rededor de mi muñeca y la soltó en seguida. Disimuladamente agarré mis manos por detrás de la espalda para tasajear la zona de la muñeca y así hacer que cesará el pequeño cosquilleo que nacía del punto de donde me había agarrado, como si su tacto me dejase marca. 

—No merece la pena preguntar a que bar ni desde cuándo habíamos quedado todo, ¿me equivoco? —Nay pareció recobrar su buen humor del día y me sonrió con un deje de burla.

—No— Curiosamente yo también sonreí. Tal vez contagiado por él.

—El tatuaje que le has hecho a Crystal… Es sorprendente —El chico pareció divertido por mis palabras. 

—El tatuaje sorprendente lo hizo Crystal en el momento en el que se le ocurrió la idea. Yo no tengo nada que ver —Dicho esto se levantó del asiento y señaló la zona del mostrador —. Espera ahí mientras guardo las cosas.

Obedientemente fui hasta donde me había indicado e intentando que no se notase lo mucho que me temblaba el pulso me senté en uno de los sofás de espera y me crucé de brazos. La poca gente que había en la tienda fue saliendo poco a poco, aunque tampoco es que les prestase mucha atención. O al menos no lo hice hasta que alguien sí que se percató en mi. 

—Nunca imaginé que viviría para ver al novio de Nay 

La voz que me sobresaltó provenía de un señor apoyado en el Mostrador. Era bastante mayor—El pelo semiblanquecino le delataba—, pero eso no quitaba que fuese grande y robusto como una muralla ni que sus brazos, enormes, estuviesen recubiertos de tatuajes de todos los colores y formas. Sus facciones duras estaban camufladas por una barba bien cuidada y un bigote enorme.

A pesar de su figura intimidante los ojos de aquel extraño eran alegres y llenos de confianza.

Cansado de lo mismo de siempre hablé con voz monótona.

—No soy su novio— “ Gracias por recordármelo" El señor hizo un gesto vago con la mano restándole importancia.

—Novio, Lío, Rollo de una noche…En esta vida hay que pasarlo bien— Encarné una ceja y me erguí en el asiento.

— ¿Quién es usted? —Aquella pregunta pareció hacerle gracia.

—Soy Mike. Y estás sentado en mi sofá.

—¿Eh? —Antes de que me diese tiempo a levantarme del sofá el señor continuó hablando.

—También era mía la silla en la que te sentaste antes… y esa de ahí… ¡Y esa también! — Me quedé mirandole unos instantes pensativo. Analizando cual era exactamente el estado mental de aquella persona.

— ¿Es usted un demente de las sillas o algo así?

—No me cambies de tema. Estábamos hablando de tu relación con mi empleado. ¿Ya habéis echado un polvo?

—¿¡Perdón!?—De un salto me levanté del sofá exaltado. Ya empezaba a notar el calor que subía a mis mejillas. El señor contempló mi bote sin cambiar la expresión de naturalidad en su rostro.

—Mmm… Tal vez los jóvenes ya no lo decís ahí…¿Habéis f…?

— ¡No hace falta que me lo repita! —“¿Por qué siempre me tocan los locos?” El señor me miró frunciendo el ceño y negó con la cabeza.

—Los muchachos de ahora no son lo que eran. Yo a tu edad ya había mojado el bizcocho — “Mojar el …, pero ¿Qué cojones?” ¿De que milenio había sacado esa expresión?—. En el fondo es muy simple. Empiezas por llevarla a tu casa, que si una copa, triquitrí tracatá…

Antes de que pudiese continuar yo ya tenía medio pie fuera del establecimiento.

—Un placer conocerle Mike, pero creo que voy a ir fuera un rato a que me de el aire— El señor tatuado no pareció tomarse eso como una ofensiva sino que se limitó a sonreírme abiertamente.

—¡Vuelve cuando quieras!

Cuando Nay salió de la tienda yo ya había conseguido recuperar el tono normal de la cara y la conversación con aquel extraño personaje poco a poco iba diluyéndose en mi memoria. Cuándo el ojiblanco me reconoció sus facciones parecieron relajarse. 

—No recuerdo haberte dicho que esperases fuera. Pensé que te habías largado. —Me mordí el labio mientras me frotaba los brazos intentando entrar en calor. Aquel día en especial las temperaturas de verano habían sido sustituidas por un viento intenso que me helaba hasta los huesos.

—Es que yo… Él hombre… las sillas —No me preguntéis como, pero Nay pareció entenderme. Riéndose despreocupadamente inició el camino alejándose de la tienda de tatuajes.

—Veo que has conocido a Mike —Me apresuré a seguirle.

— ¿Quién demonios es ese loco?

—Es el dueño de la tienda. Mi jefe —Un pequeño bufido se escapó de mis labios.

—No se cómo no lo he adivinado —La sonrisa de Nay se ensanchó y siguió andando por las calles. Fue entonces cuando caí en la cuenta:

—¿A donde vamos? —El rostro de Nay cambió unas décimas de segundo, mostrando por un momento la misma indecisión que la que mostró hace unos minutos en la tienda.

—A mi casa. — La frase de Mike resonó en mi cabeza “ …Empiezas por llevarla a tu casa…”. Notando como mi cara empezaba a retomar el color rojo tomate sacudí la cabeza violentamente mientras murmuraba.

—Voy a matar a ese viejo barbudo.

Notas finales:

Tal vez penseís que soy muy cruel y esas cosas, pero yo no pongo provocaciones para molestaros, es solo para intentar sobrepasar mis límites con respecto a la escritura jajaja 


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