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La vida es aburrida por CrystalPM

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Notas del capitulo:


Ufff Estoy agotada. Prácticamente he escrito todo este capítulo hoy a las tantas de la noche XD Ahora mismo son la una de la mañana, pero bueno... al menos mañana no madrugo. Este capítulo me gusto la verdad, no digo que sea mi preferido... pero tiene su cosilla XD Espero que os guste ^^

 

 Editado: ahora que me doy cuenta EB el ultimo capitulo no conteste a los comentarios, lo siento se me pasó completamente :( 

 

—Dan tranquilízate. Pronto llegaremos —Aparté la vista de la ventanilla del coche de mi amigo y me volví para observarle conducir con ese aura de tranquilidad que siempre le acompañaba. Después de haberle arrastrado fuera del bar sin apenas tiempo para disculparnos y despedirnos del resto de amigos ambos nos habíamos montado en el coche del chico y con las indicaciones un poco confusas que Sara me había balbuceado por el teléfono iniciamos la ida hacia el bar donde se suponía que estaban.

 Durante el camino había acabado por confesarle a mi amigo todo lo que había pasado realmente en verano. El rubio había permanecido en silencio escuchando atento. Si se sorprendió por el hecho de que me pudiese sentir atraído por un chico no lo mostró y tampoco me reprochó el hecho de que le hubiese mentido durante todo este tiempo. Aunque en el fondo sabía que se sentía decepcionado con la poca confianza que había mostrado con él no lo demostró haciéndome sentir más culpable de lo que ya me sentía. Tras terminar mi monólogo de como mi vida pasó de ser normal a un completo caos el chico se permitió hablar.

—Entonces… Este chico al que vamos a recoger, Nay ¿Es alguien violento?

—¡No! ¡No lo es! —¿Por qué demonios saca esas conclusiones?. Mi amigo frunció el ceño confundido.

—Se ha metido en una pelea ¿No?

— ¡No, no!…Bueno no lo se —¿Y Por qué demonios tenía que preguntar esas cosas tan triviales en un momento como ese?. El móvil de Martín de vez en cuando hacía sonidos de mensajes, pero ninguno de los dos les hacía caso, aunque con el paso del tiempo aquel estridente pitido comenzó a agobiarme. Volví la vista hacia la carretera—. ¿Falta mucho? 

Mi amigo suspiró. Pocas veces le veía tan serio, pero a pesar de ello tener a alguien tranquilo como él ahora mismo se agradecía.

—Faltaran unos quince minutos. No te alteres —Me mordí el labio con nerviosismo—. Nunca pensé que te vería así por una persona. 

—¿A mi? ¿Por qué?— Mi amigo se encogió de hombros.

—No se. Simplemente nunca pude imaginarme quién sería tu mujer ideal… supongo que porque resulta que esa mujer era un hombre —Estaba tan nervioso en ese momento que ni me molesté en decirle que se metiese sus bromas por donde yo me sabía.

—¿Podemos dejar esta conversación? —Mi amigo sacudió la cabeza.

—No tiene gracia tomarte el pelo si tú estás demasiado preocupado por tu novio como para molestarte— Noté un repentino calor invadiendo mi cara.

—No es exactamente mi novio —Mi amigo alzó una ceja inquisitivamente —.Es algo más bien como una relación sin compromisos—Martín debió notar el tono de duda en mis palabras porque me miró sorprendido aunque su expresión cambió en cuestión de segundos de incredulidad a mosqueo, pero antes de que pudiese intentar tranquilizarle o explicarlo de alguna manera el cartel brillante del bar asomó al fondo de la calle. Olvidando completamente el tema de conversación apremié a mi amigo para que se diese prisa y cuando estuvimos a la altura prácticamente me bajé del coche en marcha. 

Sara nos estaba esperando en la calle, justo al lado de el callejón situado al lado del establecimiento. Cuando nos vio suspiró y se llevó una mano a la cabeza. Al menos ahora parecía haber recobrado el aliento y no estaba al borde de un ataque de nervios.

—¡Dios, Muchísimas gracias por venir Dan! Yo no sabía… — Negué con la cabeza e intenté esbozar una sonrisa trasquiladora, algo que no estoy muy seguro de que me saliese bien.

—No te preocupes ¿Dónde está Nay? —La chica empezó a caminar hacia el interior del callejón mientras hablaba.

—Ahora al menos está consciente, pero yo sola no puedo con él.

Al fondo del callejón por fin le vi. Sentado contra la fachada de una de las casas del lugar, con una rodilla levantada usándola como apoyo para el brazo en el cual  había ocultado el rostro, estaba Nay. Al distinguirle no pude evitar acelerar el paso, sentía como si una fuerte opresión me comprimiese el pecho y me retorciese las tripas. Llegué a su lado y me arrodillé en el suelo justo enfrente suyo y alcé una mano temblorosa para apartar el cabello azul que me impedía ver su cara.

—¿Nay?— El chico alzó el rostro confundido y sentí como las tripas volvían a retorcerse al ver los intensos moretones que había esparcidos por su cara que parecían extenderse por el cuello y el resto del cuerpo y los restos de sangre seca provenientes de un corte que tenía a un lado de la frente. Nay cabeceó unos instantes como si le costase mantener la cabeza erguida y parpadeó.

—¿Novato? ¿Qué haces aquí? —Parecía desorientado y hablaba en susurros con voz ronca. Tragué saliva antes de hablar.

—Vengo para ayudar —me acerqué a él para pasar el brazo por su cintura y así ayudarle a levantarse. El chico pasó el suyo alrededor de mis hombros inconscientemente. Miré a Martín y a Sara —Será mejor llevarle a un hospital por si acaso.

Nay gruñó mientras se intentaba levantar, apoyando su peso en mi.

—Nada de hospitales, solo necesito volver a casa —Fruncí el ceño, ni siquiera podía sostenerse por su cuenta, ni en sueños le dejaba irse a su casa como si nada. Poco a poco, al ir dándome cuenta de que le tenía junto a mi y de que se recuperaría la preocupación iba siendo sustituida por una repentina furia. Con voz seria zanjé el tema.

—Al hospital — Agarrando a Nay con fuerza le medio arrastré hacia el coche, pero Nay seguía insistiendo.

— No pienso ir al hospital — Tiré con fuerza de él para hacerle moverse. El chico se quejó con un gemido de dolor—. Auch, ¡Eso duele!

Apreté los dientes con fuerza y no pude evitar gritar.

—¡PUES TE JODES! ¡No haberte ido directo a una pelea hardcore en primer lugar! — Sí, se que no debería gritar esas cosas a un malherido, pero no podía evitar estar furioso con él —. ¡Deberías haberle hecho caso a Mía, pedazo de idiota! — Mientras que Sara y Martín me miraron con miedo por mi repentino ataque de furia Nay solo se rió, cosa que creo que le hizo más daño que otra cosa porque sonó como una especie de sonido estrangulado. 

—¿Así tratas a los heridos?

—Solo a los heridos imbéciles.

Con ayuda de Sara conseguimos meter a Nay en el coche y Martín condujo hasta el hospital público más cercano. Para cuando llegamos Nay parecía haber vuelto a un estado semiconsciente y Martín y yo tuvimos que ingeniarnos para bajarle del coche y llevarle entre los dos. En emergencias nos atendieron con rapidez y se llevaron a Nay al interior indicándonos que debíamos esperar fuera hasta nuevo aviso. Entonces tocó una de esas esperas en las salas de los hospitales que se te hacen interminables, de esas en las que acabas hasta sabiendo de memoria las caras de la gente que está contigo esperando en la sala y te has inventado una historia ficticia para cada uno de ellos y ves como les van llamando y se van yendo mientras les maldices internamente porque tú aún sigues en ese sitio de mala muerte.

Sara tras unas horas esperando recibió una llamada y se tuvo que ir, no sin antes hacerme prometer que la tendría al tanto de cualquier cosa que pasase. Así fue como Martín y yo nos quedamos esperando. Mi amigo insistió en hacerme compañía a pesar de que repetidas veces le aseguré que no pasaba nada si se quería ir (Más bien estaba en todo su derecho)

—No te voy a dejar solo ahora. Además, luego seguiréis necesitando el coche —Ante eso no me quedó nada más que decir un tímido “ Gracias” mientras pensaba en lo mucho que le debía a mi amigo—. Parece un tipo curioso… ese Nay — por su tono de voz supuse que el rubio no estaba muy convencido de sus palabras. Contuve una mueca, puede que el encuentro no hubiese sido el deseado por cualquiera.

—Si por curioso te refieres a raro de cojones sí, es curioso —“Y un imbécil que no puede mantenerse lejos de una pelea” Mi amigo suspiró.

—Solo espero que no te meta en líos —No pude evitar sonreír divertido.

—Para eso ya tengo a Crystal —En aquel momento el móvil de Martín sonó de nuevo y su pantalla se iluminó. El chico frunció el ceño mientras lo giraba entre sus manos.

—Hablando de esa amiga tuya. Es un poco… absorbente ¿No? — Encarné una ceja.

—¿A qué te refieres? —El chico se removió en su silla y se encogió de hombros.

—No se…nunca he visto a alguien que tenga tanto afán por hacer amigos. Desde ayer ya me habrá enviado 30 mensajes — Clavé la vista en el móvil de mi amigo sorprendido.

—¿Mensajes?…Espera ¿Cómo ha conseguido tu número? — La imagen de mi amiga en el bar de la última noche mientras no se separaba del móvil volvió a mi mente —. ¡Será cabrona! — “Me mintió, esa ramera me mintió” Martín me miró con cierta preocupación por mis repentinos ataques.

—Me lo pidió mientras te ayudábamos en la tienda y desde entonces no para de hablarme. Supongo que eso es lo que hace la gente social ¿No? — Mi amigo esbozó una sonrisa amable de esas típicas en él —. Será que no estoy acostumbrado a gente tan abierta y por eso me sorprendió. 

Contemplé a mi amigo con el ceño fruncido por unos instantes, sopesando si de verdad era tan ingenuo o si era simplemente tonto.

—Martín… ¿A ti te suenan palabras como ligar, tirar los tejos y esas cosas?—Mi amigo me dedicó una mirada inocente.

—¿Eh?—Contuve las ganas de llevarme la mano a la cara y me armé de paciencia.

—¿No has podido considerar que puede que te esté hablando porque tiene algún interés por ti? — El chico volvió a mirar el móvil pensativo y esta vez frunció el ceño.

—¿Por mi? No creo que sea el caso. Tu amiga parecía tener unos gustos muy raros. Seguro que le van los tíos medio mafiosos o algún loco con ropas estridentes —Iba a protestar, pero la imagen de Jack me vino a la mente “ Algo de mafioso si que tenía”

—Tu llevas ropas estridentes —Mi amigo se volvió a remover incómodo en su sitio.

—Sabes perfectamente que eso son cosas de mi madre. Yo no tengo nada que ver —Sí, lo sabía perfectamente y precisamente se lo había dicho a mi amiga, pero ella no parecía haberme hecho caso.

En aquel momento un doctor salió a la sala de espera.

—¿Los acompañantes de Nay Luft? 

—¡Nosotros! —Con una rapidez inimaginables me levanté del sitio y casi me abalancé sobre el médico a la espera de alguna noticia. El hombre de pelo cobrizo me dedicó una sonrisa profesional y tranquilizadora.

—Su amigos se encuentra consciente y bien, tenía algún corte profundo y varios hematomas por todo el cuerpo, pero nada grave. Creo que puede volver a casa perfectamente. Le hemos dado analgésicos para el dolor, así que probablemente experimente cansancio y aturdimiento dentro de un rato, pero nada más exagerado. Si ven que presenta algún síntoma preocupante vuelvan a vernos.

Tras decirnos eso y dejar salir a un Nay bastante adormilado salimos al exterior del recinto. Ya había oscurecido en las calles y Martín condujo hasta la casa del peliazul como último favor para luego irse a su casa no sin antes habérselo agradecido mil veces. Una vez solos y manejando a un Nay aturdido por los efectos de las medicinas (Os parecerá difícil, pero después de haber conseguido manejar al Nay borracho esto fue comer y cantar) conseguí hacerme con el poder de sus llaves y abrir la puerta de su casa para entrar los dos. No pude evitar suspirar de puro alivio al entrar. Aquel día había sido definitivamente de locos. 

—Recuérdame cuando te recuperes que te tengo que matar por todo este lío —Nay soltó unas risitas , pero no dijo nada. Se limitó a mirarme fijamente con sus ojos grises causándome un sentimiento de incomodidad “Incluso cuando esta medio drogi consigue hacerme sentir incómodo, no es justo”. Sin ser capaz de decir nada y aún sintiendo la mirada del chico clavada en mi le conduje hasta su habitación. El chico aún necesitaba apoyarse en alguien para poder andar. Ahí saqué el primer pijama que encontré en su armario y prácticamente se lo estampé contra el pecho.

—Toma, póntelo — Nay aún seguía mirándome causándome un sonrojo—Al menos sabes ponerte un pijama ¿No? — El chico siguió sin decir ni mu con una expresión repentinamente seria, pero comenzó a desvetirse y a ponerse el pijama automáticamente. No pude evitar desviar el rostro intentándole dar un poco de privacidad, pero temía salir de la habitación por si le daba por intentar saltar por la ventana o algo. No fue hasta que noté como una mano cálida volvía a agarrar la mía que permití volver la vista hacia él sorprendido. Nay me miraba todavía serio e inmutable. Notando como podía hasta oír los latidos de mi corazón por esa extraña escena suspiré y le di un suave empujón hacia la cama.

—Anda, descansa y deja de hacer el tonto —El peliazul lo pensó unos instantes, pero acabó por obedecer tirándose sobre el mullido colchón “¿Tan aturdido dejaban esas pastillas?” —Mañana ya me explicarás todo —Di media vuelta hacia la puerta dispuesto a salir y buscar cualquier rincón donde acomodarme dispuesto a pasar la noche ahí, pero una fuerza me agarró de la camiseta impidiéndome salir del cuarto. Al volverme pude ver al peliazul semi incorporado con la mano extendida para aferrarse al trozo de camisa que había agarrado.

—Quédate — A pesar de que era solo una palabra me costó un universo comprenderla. Noté como mi pulso se disparaba solo por aquellas tres sílabas. El chico siguió aferrándose a mi camisa en silencio, sin añadir nada más. Aunque había un “Por favor” implícito en sus gestos. 

No se muy bien en que estaba pensando cuando acabé por deslizarme al colchón junto a él. Seguramente no pensaba en nada y simplemente estaba concentrado completamente en poder respirar con normalidad. Nay se tumbó a mi lado soltando un suspiro, como si por fin pudiese descansar, y tras pasar un brazo por mi cintura y acercarse a mi se quedó dormido. Yo permanecí unos minutos despierto, sintiendo como el aroma y la esencia de aquel extraño chico me envolvía por completo, luego cerré los ojos y caí en un sueño profundo.

Al día siguiente lo que me despertó fueron los estridentes sonidos de un timbre siendo prácticamente aporreado. En otra ocasión no me habría ni fijado en donde estaba o con quién estaba, pero obviamente eso no podía pasar con Nay. Así que nada más abrir los ojos me olvidé por unos instantes del motivo por el cual se había interrumpido mi sueño para observar aquellos cabellos azules que se habían entremezclado con los míos y me hacían cosquillas en la nariz. Entonces fui verdaderamente consciente de como el brazo de Nay me seguía aferrando a su pecho con insistencia y agradeciendo a los dioses que el chico aún siguiese dormido para no ver mi sonrojo pude permitirme sonreír por unos instantes, sintiéndome extrañamente feliz a pesar de que la causante de esta escena hubiese sido una pelea.

Entonces el timbre volvió a sonar y me sacó de mi ensimismamiento. Gruñendo por lo bajo me deslicé de entre los brazos del peliazul intentando por todos los medios no despertarle y corrí por el salón de aquella casa hasta llegar a la puerta.

—Ya voy Sara, ya voy ¡No hace falta que rompas el timb…!— Mis palabras enmudecieron abrir la puerta y ver que no era Sara quién estaba detrás de la puerta de la entrada. Sino que una niña pequeña, rubia y de unos intensos ojos azules me miraba con curiosidad. La pequeña y yo nos miramos sorprendidos unos instantes, hasta que la niña hizo una especie de mohín y por fin habló con voz inocente.

—Tú no eres Nay.

Notas finales:

Ya sabeis que si quereis comentarme algo podeis hacerlo por aquí o por la pagina de Facebook Vinca Gnone/CrystalPM

Un saludo!! ( Y buenas noches T.T)


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