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La vida es aburrida por CrystalPM

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Notas del capitulo:

No es el capítulo más largo del mundo, pero estoy bastante segura de que os va a gustar :P

 


—N...Nay— Pude sentir los labios del peliazul, aún posados en mi piel, formaban una sonrisa ante el tono tembloroso de mi voz. Con un movimiento demasiado rápido se acercó a mi, atrapando entre la puerta y su cuerpo y levantó mi camiseta con brusquedad, dejando el torso al descubierto. Sorprendido intenté empujarle para poder respirar con tranquilidad —. ¿Estás loco? ¿Qué...? —Las manos del chico recorrieron mi pecho expertas, provocándome un escalofrío de placer y no pude evitar jadear cuando alcanzaron los pezones, pellizcándolos ligeramente. Nay dejó de jugar con mi cuello y se incorporó quedando nuestros rostros frente a frente. Sin apartar la mirada de mi rostro me agarró una mano y con lentitud, cómo si temiese asustarme, la llevó hasta el interior de su propia camiseta. 


—Tú también — Habló en un murmullo e inmediatamente se inclinó para posar sus labios en los míos. Yo estaba en shock, ¿Nay me invitaba a tocarle? Sin ser consciente de lo que había alcé las mano que aún seguía enterrada bajo la camiseta, recorriendo con torpeza el abdomen del chico, recreándome en la dureza que contrastaba con suavidad de la piel. El peliazul soltó un gruñido de placer que se ahogó en el beso y puso más énfasis en sus caricias. No fue hasta que sentí como sus manos bajaban por mi abdomen hasta llegar a la cadera que sentí llegar el pánico. Con rapidez aparté las mías de su cuerpo para agarrar las suyas antes de que lograse desabrochar el cierre del pantalón. 


Puede que ardiese en deseos de ser tocado por aquel chico, pero eso no quitaba que siguiésemos en el baño de mi mejor amiga, cuando ella y mi otro mejor amigo estaban a solo una habitación de distancia y además había un niño pequeño por los alrededores... y ¡vale! También estaba demasiado nervioso para dejar que eso pasase. 


—Para, para, para — Imploré con tono agitado. Y Nay paró. El peliazul se volvió a incorporar, separando sus labios de mi rostro y nos mantuvimos inmóviles durante unos segundos. Él con la mirada perdida en mis ojos, mientras se mordía el piercing del labio inferior y yo tenso como una piedra, preguntándome que es lo que estaría pasando por su cabeza en aquel momento. 


Tras una eternidad Nay se movió, enterrando su rostro en el hueco entre mi cuello y el hombro. Soltó una especie de gruñido y retiró la mano de la apertura del pantalón.


—Acompáñame a casa —Solté un respingo al notar las cosquillas de su aliento en mi cuello.


—¿A... acompañarte? 


—He bebido demasiado— Fruncí el ceño. ¿Por qué todo tenía que ocurrir cuando estaba borracho?


—¿Estás tan borracho que no sabes volver a tu casa? —¿Por qué tenía la sensación de que algo no encajaba?


—Eres el único al que se lo puedo pedir— Una agradable sensación me invadió. Yo era uno de los pocos que conocía la casa del peliazul. Con un tono de voz mucho más calmado y amable hablé.


—Mira que eres crío— Luego me enderecé, acomodé bien mis ropas y abrí la puerta del baño—. Espera fuera unos minutos. Antes tengo que hacer algo.


Sin pararme a comprobar que Nay, en su estado de embriaguez, me había entendido, salí del baño y , tras lanzar una fugaz mirada a la puerta por la que habían desaparecido Crystal y Martín, anduve por el pasillo hasta dar con la sala donde sabía que estaría esperando Isai.


El niño se encontraba sentado en el suelo, con la espalda apoyada en la pared, esperando paciente. Sonreí y le di unos golpecitos cariñosos en el hombro para atraer su atención. Luego agarré su mano para estrecharla a modo de saludo secreto.


—La misión ha sido un éxito —El pequeño enseguida mostró una de esas sonrisas infantiles llenas de felicidad que tanto me divertían en él. Me acerqué un poco más a su oído y hablé en tono confidencial—. Ahora me tengo que ir, pero te mantendré al tanto de los progresos, socio. 


Tras haberme despedido de Isai bajé a la planta de la fiesta y salí por la puerta principal. Ahí me encontré a Nay y Amanda (Rubia tira fichas para los amigos). El peliazul parecía hacer sus mejores esfuerzos por ignorarla con gesto aburrido, mientras que ella se dedicaba a parlotear y soltar un discurso, seguramente intentando llamar su atención. Nada más verme aparecer Nay sonrió ampliamente, no se si por el hecho de verme en si o porque suponía una perfecta salida de escape para huir de la chica.


Me acerqué a ambos intentando centrarme más en aquella sonrisa que en como la chica acercaba los pechos al brazo del peliazul. Intenté aparentar un tono amable al hablar.


—Lo siento, mi novio está un poco borracho. Será mejor que le lleve a su casa.


La chica parecía querer decir algo, pero antes de que pudiese siquiera intentarlo yo ya había agarrado a Nay y ambos salíamos por la puerta de la macón. Una vez en la calle Nay rompió a reír.


—¿Celoso?— Me tensé y gruñí. Aunque notaba como las mejillas empezaban a teñirse de un tono rojizo.


—Para nada


—Es la primera vez que me introduces como novio —Casi me atraganto con mi propia saliva.


—T..Tú mismo hiciste lo mismo a...antes. No estoy celoso— "Al menos, no de ella"


Nay decidió dejar el tema y no decir nada. Cuando llegamos a la parada de autobús que había que coger para llegar a su casa negó con la cabeza y me empujó para pasarla de largo.


—Vamos andando


—¿Hasta tú casa? ¿A estas horas? 


—¿No eras tú el que buscaba experiencias nuevas? — Odio cuando responde a las preguntas con más preguntas, pero ante eso no pude objetar nada y me limité a seguir al muchacho por la calle. Pronto noté el nerviosismo que acompañaba siempre a la idea de estar solo con el peliazul, pero no todo eran nervios, también había curiosidad, una inmensa curiosidad.


—Nay ¿Siempre has sido así? — El muchacho se volvió hacia mi y encarnó una ceja.


—¿Así cómo? —No hubo respuesta, pero parecía que él no la necesitaba—. ¿Así de raro? —Hice una mueca, no lo preguntaba de ese modo, pero el chico no me dio tiempo a explicarme—, dime novato ¿Qué es exactamente ser "normal"? A mi el resto de personas son las que me parecen raras. 


—Olvídalo, ha sido una estupidez de pregunta— Pero el chico continuó. Su rostro había adoptado una expresión mucho más seria, y cuando habló parecía estar perdido en otro mundo.


—Cuando era pequeño mi madre solía reírse muy alto y agudo. Yo pensaba que su risa era rara, pero ahora lo raro es intentar imaginarla de otra manera que no sea con esa risa.


Me quedé sin palabras. Era la primera vez que Nay mencionaba algo de sus progenitores voluntariamente. 


—¿Por qué me cuentas esto? — En aquel momento el chico pareció darse cuenta de lo que acababa de salir por su boca, ya que abrió muchos los ojos y sacudió la cabeza, para luego encogerse de hombros e iniciar un silencio incómodo. Me mordí el labio mientras intentaba pensar en alguna manera de romper aquella tensión— ¿Yo te parezco raro?


Funcionó. Nay sonrió nada más escuchar aquella pregunta y con un gesto descuidado pasó su mano alrededor de mis hombros.


—Eres la persona más extraña que he conocido, novato— Cuando habló su aliento golpeó mi rostro y aquella extraña sensación de que algo no andaba bien me volvió a invadir. Entonces caí.


—¡Un momento! — Sin muchas contemplaciones agarré al chico de la camisa para acercarlo a mi y olisqueé su ropa. El chico pareció sorprendido por mi movimiento.


—¿Tienes algún nuevo fetiche que no me hayas contado? — bufé mientras me separaba de él y le miraba acusatorio.


—No hueles a alcohol ¡Tú no has bebido! —Ante mis palabras la sonrisa del muchacho se ensanchó y empezó a reír mientras me estrujaba con más fuerza.


—Alguna mentira tenía que inventarme para conseguir que vinieras a mi casa.


Tras aquello cualquier silencio incómodo fue dejado atrás. Anduvimos por la ciudad en mitad de la noche. Iluminados solo por las farolas de las calles mientras hablábamos de cualquier tontería o insignificancia que con Nay se convertía en algo totalmente nuevo por descubrir. Entonces comprendí por qué el chico había querido volver andando. Aquella quietud y tranquilidad que respiraba la ciudad solo se podía conseguir a aquellas horas de la noche. En cierto momento Nay me agarró de la mano para tirar de mi. Alejándonos de la carretera.


—Es un atajo —dijo mientras se adentraba en una zona llena de árboles. Estaba demasiado oscuro y a punto estuve de caerme un par de veces al tropezar con alguna raíz o piedra del camino, pero Nay, intuyendo que aquello pasaría por mi torpeza, no soltó mi mano y siempre acababa por sostenerme cuando perdía el equilibrio.


A pesar de la oscuridad aquel lugar se me hacía vagamente familiar. No fue hasta que dejamos atrás la zona frondosa de aquel bosque y llegamos a un claro que caí en la cuenta.


Automáticamente frené en seco, provocando que Nay frenase también y se girase hacia mí con curiosidad.


—¿Y ahora qué pasa?— El chico sigió la dirección de mi mirada con la suya y sus ojos se posaron en el banco que había al fondo del parque.


—Aquí...— Me detuve sin saber muy bien cómo continuar "Aquí fue donde te vi por primera vez" Aquello sonaba extremadamente cursi, pero era lo único que podía pensar. Por mi cabeza pasaban las imágenes del día que había cambiado mi vida al completo. "Una sola frase pudo cambiarlo todo" 


Ahora el lugar me resultaba raro. Era como ver una de esas películas que te encantaba de pequeño cuando ya eres mayor. El contenido es el mismo, pero tu manera de percibirlo es completamente diferente. 


Unos labios chocaron con los míos alejándome de inmediato de mis pensamientos internos. Sorprendido vi como Nay se había acercado a mi mientras estaba ensimismado y, sin ningún tipo de anticipación, me había besado. Sus labios se movían dominante sobre los míos y yo me dejé llevar. Cerré los ojos incapaz de afrontar el mar de emociones que me azotaban en aquel momento. 


Cuando el peliazul decidió romper el beso mordió ligeramente mi labio inferior antes de separarse por completo de mi, provocándome un jadeo. Me miró a los ojos y comprendió de inmediato mi mirada interrogante "¿Por qué?". El chico se encogió de hombros de nuevo y esbozó una sonrisa


—Porque quería —Así de sencillo. Nay me miraba con esa actitud de "Hago lo que quiero cuando quiero y porque quiero" tan desenfadada que no pude evitar romper a reír


— Espera aquí, no voy a tardar mucho — Tras decir eso Nay se adentró en la tienda de alimentación que había en su calle, dejándome a mi a fuera. El chico se había empeñado en comprar "no se que cosa" de comida y no había parado hasta arrastrarme hasta la zona de las tiendas que se encontraban justo al otro extremo de la calle donde se encontraba su casa. Suspiré y me giré para contemplar el lugar. Sintiendo una extraña sensación anduve hasta la otra acera, donde paré enfrente de un pequeño escaparate apunto de cerrar. Aquella era la tienda en la que había encontrado trabajo justo después de terminar el bachillerato. Ahí todo seguía igual, mismos escaparates, misma ropa... eso me hacía recordar que apenas había pasado un mes desde que conocí a Nay. Mientras volvía a recordar aquel día en el parque una figura salió de la tienda y empezó a correr la persiana de seguridad de la puerta. Esta al fijarse en mi habló con tono cordial.


—Lo siento, ya vamos a cerrar— Parpadeé saliendo de mis propios pensamientos y miré a la chica que se dedicaba a echar la llave para cerrar la puerta. Su larga cabellera rubia resplandeció a la luz de las farolas.


—¿Jannet? — La muchacha se volvió, sorprendida al oír su nombre, y me observó unos instantes confundida. Pude ver como sus ojos se abrían desmesuradamente al reconocerme.


— ¡Dan! No te había reconocido — Aquella frase me sentó como una patada en el estómago. No por la frase en sí, sino porque ya la había escuchado demasiadas veces en lo que llevaba de mes. ¿Tanto había cambiado para confundir a todos? Mis amigos se habían enfadado conmigo por haber cambiado y pasado de ellos, Martín a primeras había pensado que era otra persona ¿Y ahora Jannet me había confundido con un desconocido? Aquello me hacía pensar cuánto de mi había cambiado por ser como era ahora. 


—Sí bueno... cambio de look y esas cosas —Intenté forzar una sonrisa que no tuvo mucho éxito. 


—¿Qué haces por aquí? 


—Solo espero a... alguien — Dije mientras señalaba con el dedo la tienda de alimentación, en la cual por la ventana se podía ver a Nay hablando con el dependiente. La chica pareció sorprenderse de nuevo.


—¿Eres amigo de Nay? —Ahora el sorprendido era yo


—¿Sabes quién es? —La chica sonrió con amabilidad.


—Bueno, vive aquí al lado, es normal que sepa el nombre de los clientes habituales —"¿Clientes habituales ¿Qué cojones?"


—¿Nay compra en la tienda?— Imaginarme a Nay en aquella tienda se me hacía extremadamente raro.


—¿Has trabajado en la tienda y no le has visto? —Ahora era ella la que parecía extrañada— ¿Cómo os conocisteis si no? 


Antes de que tuviese que buscar una excusa para esa pregunta Nay salió de la tienda de alimentación y me buscó con la mirada.


—¡Novato! Ya lo tengo, vámonos — Con un movimiento de cabeza saludó a Jannet, que se lo devolvió con un tímido movimiento de mano.


—Bueno, supongo que ya tendremos tiempo de hablar. Un placer verte de nuevo — Tras eso la chica se fue calle abajo dejándome con la extraña sensación de no entender nada. Nay ya había iniciado el camino hacia su casa así que tuve que correr para alcanzarle. 


—Nay ¿Tú vas a comprar a esa tienda de ropa? —El chico giró la cabeza hacia el escaparate con gesto indiferente.


—A Kyra le gusta esa tienda y me suele obligar a comprarle cosas ¿Por? 


—¿Cómo es que nunca te he visto? 


— Ese es tú problema, no el mío — Fruncí el ceño por su falta de interés e insistí


—Pero es raro, normalmente me acordaría si un tío con pintas de pituso andante entrase en la tienda — El chico rompió a reír.


—Si lo dices por el pelo azul hace unos meses lo llevaba negro ... o morado, no me acuerdo, lo cambio mucho—Antes de que me pudiese quedar embobado intentando imaginar como se vería Nay con el pelo morado el chico tiró de mi para hacerme subir las escaleras que daban a la puerta de su casa —. Deja de estar en las nubes — Con rapidez abrió la puerta y ambos entramos en la habitación —. A veces me pregunto que pasa por...— El chico cesó de hablar abruptamente y frenó en seco.


—¿Pasa algo? — Observé su rostro pálido alarmado, observando fijamente el perchero lleno de abrigos. El chico parecía haber visto un fantasma y cuando habló lo hizo con tono lúgubre. 


—Tengo visitas.


 


 

Notas finales:

EEESTO ES TODO POR HOY AMIGOS, PARA MÁS INFORMACIÓN LA PÁG DE FACEBOOK: Vinca Gnone/Crysalpm


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