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La vida es aburrida por CrystalPM

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El hecho de tener que emplear más de unos minutos en procesar aquellas palabras ya era señal suficiente de que no estaba en las mejores condiciones para mantener aquella conversación, pero lo único que se me pasó por la cabeza en esos instantes era que debía haber alguna clase de malentendido.

—Eso no puede ser— Hablé con amabilidad convencido de que no debían estar al tanto de las noticias—. Crystal está saliendo con mi amigo Martín. 

Amanda me miró como si se tratase de un niño pequeño que acaba de decir algún comentario inocente y le hiciese gracia.

—Lo se cariño, lo se— Fruncí el ceño confundido mientras volvía a dar un sorbo a mi bebida "¿Sí lo sabes por qué propones algo así?, estúpida" —, pero no debemos permitir que un capricho de mi prima ponga en peligro el trabajo de tanta gente.

—¿Capricho? —La chica mostró una sonrisa de portada de revista.

—Claro, Dan ¿Tan poco conoces a mi prima? Siempre se encapricha por alguien cada mes, en un par de semanas se habrá cansado. Seguramente se acercó a tu amigo atraída por sus pintas de chico duro ¿Verdad? —Un pinchazo de mal estar estar se instaló en algún punto de mi cabeza cuando la chica acertó, pero antes de poder defender a mi amiga la chica se adelantó—. Como iba diciendo, nosotros no podemos permitirnos esas semanas para que mi prima se canse de su nuevo juguete. Tendríamos que ser un poco más... persuasivos. Suerte que te tenemos a ti.

—Vas a tener que ser un poco más clara— Habló por primera vez Jack, mirándome con una sonrisa burlona y fría en sus labios—. Este es demasiado duro de mollera para entenderte.

Iba a encararme a aquel idiota por su actitud tan prepotente, pero fue entonces cuando caí en la cuenta.

—Un momento—Miré a Amanda alucinado—. ¡Queréis que les separe!—Jack soltó un bufido que solo me confirmó lo dicho—. ¡Soy su mejor amigo! ¿Cómo podría hacerles eso?—Mi tono era acusatorio y lleno de reproche, pero eso no pareció amedrentar a la rubia, que simplemente se sacudió el pelo, apartándose un par de mechones del rostro. Habló con voz dulce.

—Vamos, Dan no te pongas así. No te estoy pidiendo que les engañes para cortar, pero como tú has dicho, eres su mejor amigo, puedes meter un poco de presión para que se den cuenta de que lo suyo no va a funcionar.

—No—Aunque hablé con seguridad ña chica movió la cabeza horizontalmente, como si estuviese cometiendo un grave error.

—Si de verdad se gustan nada de lo que tú puedas decirles va a afectar a que corten Dan, pero si en cambio con unas pocas palabras tuyas cortan ¿Qué clase de relación esperas que vayan a tener? 

Aquellas palabras consiguieron enmudecerme.

—Te prometo que si no funciona intentaremos otra cosa, pero ¿no sería mejor intentarlo y ahorrarle a tu amigo el mal trago de ser usado como capricho de mi prima?—Aquellas palabras volvieron a provocarme un dolor en el pecho "¿De verdad Crystal solo está usando a Martín?" Amanda, al ver la duda en mis ojos aprovechó el momento, para posar su mano en mi pierna con gesto de ánimo que me provocó un ligero estremecimiento. Alzó la copa que tenía en su mano libre hacía mi—, pero no tienes por qué decir sí al plan ahora mismo ¡Para eso estános aquí hoy!, para conocernos mejor y que puedas aclarar tus ideas respecto a todo esto. Esto lo hacemos para que no cierren la tienda recuérdalo, todos nos beneficiamos.

Tendría que haberme levantado en ese mismo instante e irme, lo se y lo sabéis vosotros, pero desgraciadamente soy demasiado idiota y, sin apartar de mi mente la imagen de Nay diciéndo lo mucho que le apetecía volver a trabajar con los tatuajes, alcé también la copa medio vacía que tenía en mis manos para chocar con la suya, dejando que un suave tintineo flotase en la sala.

Con el paso del tiempo mis oídos se acostumbraron a la música estridente que retumbaba por el local y mis ojos a las luces fosforescentes que iluminaban toda la sala, Amanda evitó a toda costa el tema de Crystal y Martín y optó por hablar por temas comunes y carentes de interés. Tras una hora teniendo que mediar conmigo Jack se cansó de mis indecisiones y salió de aquella sala privada para desaparecer en la zona del bar. Agradecí inmensamente su desaparición de escena, por muy dócil que se estuviese comportando seguía recordando como intentó darme una paliza a mi y a Nay en dos diferentes ocasiones. No pude evitar mantener la mirada fija en él mientras se alejaba ¿En serio el padre de Crystal se alegraría de que aquel energúmeno estuviese con su hija? Amanda pareció leerme el pensamiento.

—No te preocupes por él, cuando se trata de cosas de mi tío es inofensivo— dijo mientras hacía girar entre sus manos la tercera copa de la noche. Me volví a ella inspeccionándola con la mirada. De nuevo volvía a parecer la chica amable y tímida que me había ofrecido ayuda el día del escándalo en la tienda de tatuajes y nada de ella hacía despertar mis alarmas de peligro.

—Déjame hacerte una pregunta Amanda — La chica bebió un sorbo de su copa y sonrió a modo de asentimiento—. ¿Qué ganas tú con esto?

La chica se encogió de hombros y ladeo la cabeza inocentemente. 

—¿Qué puedo ganar? Simplemente quiero ayudar como pueda. Creo que todo el mundo se vería beneficiado si Crystal y Jack volviesen juntos. Tú amigo solo sufrirá con mi prima, estoy segura de que le iría mejor con una persona más adecuada para él.

—¿Alguien como tú?—El comentario se escapó de mis labios y no pude evitar el tono irónico de mi voz, por un momento me pareció ver una chispa de cólera en los ojos de la chica.

—Puede que no lo creas Dan, pero la gente que es tan diferente entre sí no suele acabar bien. Con Crystal y Martín pasará eso. Seguramente tú intentaste convencer a tu amiga de que no se obsesionase por Martín y no te hizo caso¿Verdad?— Sonrió triunfante ante la mueca de mi rostro que indicaba que había dado en el clavo—. En cambio Crystal y Jack se entienden, puede que tú no lo veas, pero son tremendamente parecidos, impulsivos, sin pensar en las consecuencias, los dos vienen de una familia influyente que se inmiscuye en sus asuntos y comprenden ese sentimiento ¿Por qué crees que empezaron a salir en primer lugar? 

Desvié la mirada, negándome infantilmente a darle la razón aunque algo dentro de mi se preguntaba si eso sería cierto. Amanda continuó hablando con tono jovial.

—Las relaciones entre gente que se comprende tan bien son increíbles ¿No crees? Es como con Lily y tu chico... Nay, ¿no?

Un escalofrío frío y desagradable me recorrió la columna vertebral con sus palabras y por unos instantes salí del ligero estado de embriaguez en el que me encontraba debido a las bebidas. La miré con gesto serio y receloso.

—¿De qué hablas? —La chica dio otro sorbo a su bebida sin apartar su mirada de mi.

—De la buena pareja que hacen. Es increíble que dos desconocidos conecten tan rápido— Sacudí la cabeza y con el dorso de la mano me restregué los ojos, me costaba pensar con claridez.

—No, ellos no son... — Enmudecí confuso. Amanda sabía la relación entre Nay y yo, pero aún así el rostro de la chica también mostraba confusión.

—¿No están saliendo? Yo habría jurado que sí. 

—Nay está conmigo —Amanda frunció el ceño pensativa.

—No entiendo. ¿Vosotros dos no tenías una relación sin compromisos?¿No significa eso que precisamente qué podéis estar con otras personas sí queréis?— La realidad me golpeó como un cubo de agua helada. Nunca me había parado a pensarlo hasta ahora, pero ahí junto a Amanda fui realmente consciente de lo que significaba mi relación con Nay. La rubia debió tomar mi mutismo como una afirmación a su pregunta —. No entiendo entonces por qué crees que mi idea es tan descabellada, podrían tener algo perfectamente.

Pero yo ya no escuchaba a la chica parlotear, por mi mente solo corrían dudas e inseguridades "¿Nay está saliendo con Lily?", podría ser perfectamente, yo mismo había sido el que había sugerido una relación abierta. Me llevé las manos a la cabeza, notaba las venas palpitar con fuerza y sentía como si alguien me golpease con insistencia en las sienes. "Nay puede hacer lo que quiera con quién quiera, porque eso es lo que acordamos" 

Cerré los ojos intentando apartar de mi mente la imagen de Lily y Nay juntos, no quería pensar en ello, quería olvidarlo todo y seguir en mi burbuja de ignorancia, pero sabía que aquello no iba a funcionar. 

—¡Dan! —La voz de Amanda me hizo volver en sí. Sus ojos vidriosos y su sonrisa atontada eran un claro signo de que a ella también le empezaban a hacer efecto tantas copas—. No le des más vueltas, no tiene sentido —No me había dado cuenta, pero la chica se había ido acercando durante mi pequeña crisis, hasta estar sentada a mi lado con los hombros juntos, para llamar mi atención había vuelto a apoyar una de sus manos en mi pierna—. De todas manera, una relación abierta tiene sus ventajas ¿no? Significa que tú tampoco tienes que preocuparte.

Con un movimiento que destilaba seducción acercó su rostro el mío, yo intenté ordenar a mi cuerpo que se apartase, pero en contra de lo que decía mi mente me mantuve rígido en el sitio, contemplando sus labios, eran carnosos y de apariencia suave y mi mente se preguntó como es que tanta bebida no había hecho desaparecer el pintalabios rojo que los cubría.

—Sí —murmuré mientras tragaba saliva. En un susurro que seguramente no alcanzó a oír entre todo el barullo de música añadí—, pero es completamente diferente. 

" La diferencia es que si yo lo hago a Nay le importaría una mierda"

La chica volvió a sonreír y con un movimiento precario se acercó. Apenas era consciente de lo que estaba pasando cuando noté el roce de sus labios contra los míos, pero en ese mismo instante una voz nos sobresaltó a ambos.

—¡Novato! — los dos nos separamos de inmediato para ver a Nay de pie en la entrada de la sala, con los brazos cruzados y una expresión impasible en el rostro. Un río de emociones me invadieron, confusión, sorpresa, alivio, arrepentimiento, temor... sí, temor. Cuando cruzaron nuestras miradas un escalofrío de miedo me recorrió el cuerpo, era la primera vez que veía aquella mirada tan... dura. A mi lado Amanda recobró la compostura rápidamente.

—¡Oh! ¿Tú eres el famoso Nay? Mi hermana me ha hablado mucho de ti— El peliazul no le dedicó ni una sola mirada a la chica, mantenía sus ojos fijos en los míos y yo como un idiota no podía más que permanecer paralizado y sin palabras. Sin decir nada el chico se acercó a nosotros y con firmeza me agarró de la muñeca, para hablar con tono autoritario.

—Nos vamos —Sin añadir más tiró de mi para que me levantase. No opuse mucha fuerza, en realidad no opuse ninguna. Sintiendo como aquello era simplemente una muy desagradable pesadilla me dejé llevar por el chico, cruzando la sala del club y saliendo al exterior por la misma puerta por la que, hacía unas horas, había entrado inconscientemente. 

Fuera, en la calle, Crystal esperaba dando vueltas por la acera. Al vernos aparecer dejó escapar un suspiro de alivio.

—¡Gracias a Dios que estás bien! Lily nos llamó avisándonos de que venías con mi prima y de que algo no iba bien, estaba preocupada pensando que a lo...

Nay no la prestó atención, mientras la pelirroja se dedicaba a desvariar me agarró de los hombros y me zarandeó.

—¿¡Qué cojones crees que haces novato!?—Gritó con tanta fuerza que la gente a nuestro al rededor se volvió sorprendida, pero todos enseguida volvían la mirada hacía otro lado, incómodos—. He visto a Jack en ese local. ¡A JACK! Al hijo de puta que casi te pega una paliza ¡Y no me digas que estaba ahí por coincidencia! No me tomes por idiota —Si no me hubiese sentido tan culpable y miserable tal vez hasta habría notado algo de decepción al saber que la razón del enfado del peliazul era aquella y no el casi beso que había compartido con Amanda, pero todo lo que se me pasaba por la cabeza en aquellos instantes era que había estado apunto de hacer algo horrible a Crystal y Martín y no me había dado cuenta de ello hasta ahora, una vez fuera del local. 

—Soy un idiota— El dolor de cabeza iba aumentando por segundos, obligándome a cerrar los ojos y llevarme las manos al rostro golpeándome la frente— Idiota, Idiota, ¡Idiota! —Habría continuado de no ser porque Nay me agarró de las muñecas de nuevo, impidiendo que me siguiese golpeando, giré la cabeza incapaz de sostenerle la mirada—, lo siento Crystal, lo siento.

—¿Qué? — Mientras que Crystal observaba la escena sin comprender Nay permaneció agarrándome sin mostrar ningún tipo de flaqueo

—¿Cuánto has bebido?—Inquirió el peliazul, su aliento rozó mi mejilla al hablar.

—No... no se— Crystal dejó escapar un resoplido, exasperada.

—No entiendo nada ¿Qué ha pasado?

—Habla novato— Aunque su voz no sonaba tan furiosa como antes, las palabras de Nay seguían provocándome aquellos escalofríos incómodos, signo de que algo no iba bien. Cansado, sintiéndome cada vez más tonto y culpable acabé por contarles a ambos todo. Desde la razón que me había llevado hasta ahí hasta todos los hechos que habían ocurrido dentro de aquel club.

Cuando terminé de hablar no me atrevía a mirar a Crystal al rostro, temeroso de ver la incredulidad en sus ojos. Los tres permanecimos en silencio, ellos procesando todo lo que había ocurrido mientras yo me insultaba mentalmente por haber estado apunto de meter la pata de esa manera. Despacio, casi con delicadeza, Nay apartó sus manos de mi, dejándome una sensación helada en las muñecas que había estado agarrando segundos antes. La sensación de intenso mareo volvió a invadirme, pero la ignoré.

Cuando reuní las fuerzas necesarias para alzar la vista y enfrentarme a sus ojos deseé no haberlo hecho. La mirada grisácea del chico destilaba decepción.

—Dime —Su tono frío me hizo encogerme, temeroso— ¿Cuándo te he dado permiso de inmiscuirte en mis asuntos de esa manera, novato? — Me mordí el labio inferior conteniendo una mueca. Las palabras de Lily volvieron a mi cabeza. Como siempre había dado de lleno con el peliazul.

—Yo solo quería...

—¿Ayudar? —El tono irónico y acerado de Nay era hiriente—. ¿Vendiendo a tus amigos a cambio?¿Crees que te agradecería que hicieses algo así?— No contesté, porque no tenía nada que rebatir—. ¿Y eses beso de antes? ¿También pretendías venderte a ti mismo o qué? ¿Como una puta?

—¡Nay!—Crystal habló con tono de reproche—Ya basta.

—¿¡Crees que me voy a quedar aquí quieto mientras hace todas esas gilipolleces!? 

Mientras el peliazul se volvía a mirarla yo dejé que mi cuerpo se apoyase en la pared del edificio más cercano, poco a poco fui deslizándome hasta quedar de cuclillas en el suelo. El mareo y las nauseas eran cada vez mayores. Podía escuchar sus gritos, amortiguados por mis manos, pero no llegaba a comprender lo que estaban diciendo, me encogí sobre mi mismo al notar una mano cálida apoyándose en mi hombro y la voz de Nay llamándome alcanzó mis oídos distorsionada, como si la escuchase muy lejana. Luego todo se volvió demasiado borroso para poder recordarlo.

 

Lo siguiente de lo que tengo plena consciencia es de abrir los ojos y encontrarme en la cama de mi habitación. La estancia estaba a oscuras, pero por las persianas corridas pasaban algunos rayos de luz que me permitía ver las siluetas a mi alrededor. Con lentitud me levanté, con la sensación de que el menor movimiento me rompería en trozos. La cabeza me molestaba con incómodos pinchazos en la sien, cómo una versión ligera del día en la caravana en el que me levanté con la primera resaca de mi vida. Paseé la mirada por mi habitación y mientras lo hacía las imágenes de la noche anterior iban apareciendo en mi mente, haciéndome sentir cada vez más cabrón. 

No fue hasta que se movió que me fijé en la figura de alguien sentada en una silla en las esquina de la habitación. Al moverse sus cabellos rojos destellaron con la poca luz que entraba por la ventana. Se me formó un nudo en la garganta.

—Crystal—No podía distinguir bien los rasgos de la chica, pero podía imaginarme su expresión seria. Aunque miles de preguntas me asaltaba en esos instantes (¿Cómo había llegado aquí en primer lugar?) no dije nada, dejé que fuese ella quién hablase primero.

—¿De verdad pensabas que sería capaz de usar a Martín como un capricho?— Aunque negué con la cabeza no dije nada, consciente de que en un primer momento había llegado a dudar. La chica me miró con una expresión indescifrable —.  ¿Lo habrías hecho?— No necesitaba ninguna aclaración para saber a que se refería. Agarré con fuerza las sabanas que me rodeaban.

—No lo se —dije con sinceridad. La chica meditó la respuesta unos segundos, luego en completo silencio se levantó y se dirigió hacia la puerta. Yo la contemplé desde la cama, queriendo levantarme y correr hasta ella, explicarle todo, pedirle disculpas mil veces, pero me quedé en mi sitio, contemplando como desaparecía por la puerta.

Tardé media hora en reunir fuerzas para levantarme de mi refugio y salir al exterior. Cuando bajé a la cocina la única que estaba en casa era Andrea, que bebía con gesto distraído un zumo de naranja mientras mantenía los ojos clavados en la televisión. Al pasar a su lado me habló con tono monótono.

—La has liado buena ¿no? —Me quedé estático en el sitio, con el brazo a medio levantar para coger el cartón de leche.

—¿A qué te refieres?—Intenté adoptar el tono más inocente posible.

—A como tu novio y tu amiga tuvieron que traerte a rastras ayer por la noche— un escalofrío recorrió mi cuerpo, me volví para observar el rostro inexpresivo de mi hermana—. No te preocupes, mamá y papá no estaban, pero habría sido bonito saber que mi hermano tenía novio de sus propios labios y no así de repente ¿No crees? 

—Yo...— ¿Por qué todo lo que hacía últimamente tenía que resultar en desastre? Al ver que no tenía nada que decir ante su reproche mi hermana resopló molesta.

—Has cambiado mucho hermanito— La cocina retumbó cuando cerré la puerta de la nevera con un portazo.

—¡VALE! He cambiado ¡¿Queréis parar de una puta vez con eso?! —Sabía que no tenía derecho de encararme así con mi hermana y al contemplar su rostro sorprendido la furia de un inicio, provocada por esa frase que últimamente oía de demasiada gente, dejó paso a la culpa—, Lo siento Andrea. No estoy teniendo un buen día —Mi hermana me observó de arriba a abajo unos instantes, para luego volver a clavar la vista en la pantalla.

—Al menos para la próxima avísame sí tienes un novio tan buenorro.

En otras ocasiones el comentario me habría hecho reír, aliviado de que la chica no se hubiese enfadado, pero en aquel momento solo me salió una mueca amarga.

Tras desayunar lo primero que pude encontrar, atiborrarme a pastillas para el dolor de cabeza y vestirme lo más rápido que pude, salí con rapidez de la casa agradeciendo que mis padres no estuvieran para interrogarme. Una vez fuera dudé momentáneamente sobre qué debería hacer primero. Estaba claro que había decepcionado inmensamente a Crystal y a Martín y solo de pensar de nuevo en la expresión de la pelirroja hacía que mi estómago se retorciese el solo, algo me decía que la chica no me iba a perdonar fácilmente, pero también algo me decía que si intentaba insistir ahora todo sería peor. Por ello en vez de dirigirme a su casa tome rumbo a la de Nay, consciente de que también había metido la pata inmensamente con él. 

Tenía que disculparme y arreglar las cosas, ya estaba cansado de equivocarme con cada decisión para luego pensar que podría haberlo solucionado todo si me hubiese tragado mi orgullo y hubiese seguido los consejos que la gente me había querido dar y yo no había escuchado. 

No tardé mucho en llegar hasta su casa, a medida que me acercaba al portón notaba como los nervios iban aflorando, mezclados con la ansiedad de verle, una ansiedad que siempre me invadía cuando se trataba de Nay. 

—Puedes hacerlo— murmuré a mi mismo mientras llamaba con los nudillos en la puerta de madera. Estaba dispuesto a tragarme mi orgullo y demostrar que podía hacer las cosas por mi cuenta. O al menos lo estaba, hasta que la puerta se abrió, dejándome cara a cara con el rostro sorprendido de Lily.

Los dos nos observamos mutuamente como si no nos hubiésemos visto antes en la vida. En mi cabeza recordé las palabras de Crystal hacía ya mucho tiempo., las palabras de Kyra y hasta las que yo me había dicho algunas veces con fin de darme ánimos. 

"Nay nunca lleva a nadie a su casa"


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