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La vida es aburrida por CrystalPM

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Estaban saliendo. Puede que no me hubiese percatado de ello hasta la conversación de ayer con Amanda, y puede que después de eso solo fuesen dudas y especulaciones, pero ahora lo veía claro: Aquella chica y Nay tenían algún tipo de relación sentimental. Las pregunta que Nay me hizo hacía tiempo resonó en mi mente.

 

"¿Serías capaz de estar con alguien sabiendo que esa persona ve a otras y que no te importase?"

 

y yo había dicho que sí, como un inconsciente, porque nunca me había parado a pensar lo que todo aquello significaba, lo que realmente sentiría al imaginar a Nay con otra persona.

 

"Esto no es lo que quiero". No podía soportar algo así, y había sido yo el que había dado el visto bueno a este de relación. 

 

—¿Te vas a quedar parado ahí en la entrada todo el rato? —El tono impaciente de Lily interrumpió mis pensamientos. La chica me observaba con los brazos cruzados, apoyada en el marco de la puerta con una mirada aburrida. Tragué saliva y miré a ambos lados, incapaz de moverme. Aunque sabía la respuesta me vi a mi mismo preguntando.

 

—Tú...¿Tú y Nay? — La del pelo multicolor encarnó una ceja y su mirada se aceró de la misma manera en la que lo hacía la de Nay al principio de conocerme, cuando me excedía en mis preguntas.

 

—Eso no es asunto tuyo. ¿Acaso yo te pregunto cómo os va?— No lo dijo de manera borde, pero sí tajante. Asentí débilmente mientras que con las manos retorcía el borde de mi camiseta con nerviosismo. Tenía razón, ¿No era esa precisamente la regla para las relaciones abiertas? Nada de ataduras, nada de inmiscuirse..."Dios, Dan, ¿en qué estabas pensando?" ¿Cómo se me pudo ocurrir fingir que estaría bien con una relación de ese tipo? 

 

En aquel momento una figura apareció del interior de la casa y el rostro de Nay se asomó por detrás Lily con una sonrisa en los labios. 

 

—¿Quién e...? oh... tú —La sonrisa de su rostro se borró al verme, pero si no hubiese estado completamente horrorizado en aquel momento tal vez me habría aliviado notar que el tono de Nay no era el de enfado que había escuchado por la noche en la discoteca, y que su mirada no era acerada ni de decepción, sino más bien... amable, pero en todo lo que podía pensar era en la naturalidad que parecía tener el chico al lado de Lily—. Me alegra saber que estás bien. No tenías buena cara cuando te desmayaste. 

 

No le escuchaba, miraba a los dos y solo podía ver una pareja que se comprendía increíblemente bien."No lo quiero" volví a pensar "No puedo soportar ni la idea", pero ¿Qué podía hacer? ¿Decirle que no quería seguir así? ¿Qué quería una relación normal? ¿Ahora que había encontrado a otra persona? Temblé al imaginar la idea de tener que obligarle a decidir entre Lily y yo, porque sabía quién saldría ganando. Lily siempre le había comprendido mucho mejor que yo, ¿Qué razones tendría de escogerme a mi? 

 

— ¿Podemos hablar... en privado? — Me sorprendí de que mi propia voz no temblase, pero para eso ya estaban las manos, que seguían estrujando el borde de la camiseta. Nay no mostró signos de extrañeza por mis palabras y tras intercambiar unas miradas con Lily la muchacha desapareció al interior de la casa, perdiendo de vista. Nay se volvió a cruzar de brazos y me miró pensativo. El piercing que solía decorar su labio inferior había desaparecido, interiormente me pregunté si se lo acababa de quitar o si no me había dado cuenta de ese detalle la última vez. 

 

—¿Qué tal te encuentras? —El tono dulce de su voz me sorprendió, ya que yo estaba esperando gritos. Incapaz de decir nada me encogí de hombros, aunque me sintiese como la mierda en esos momentos. Nay suspiró resignado y se llevó una mano al cabello, desordenándolo —. Mira, Novato, deberíamos dejar esta conversación para luego. Se que quieres arreglar las cosas, pero tú aun debes sentirte mareado por lo de anoche y yo aún no lo he pensado todo fríamente como para asegurar que no te volveré a gritar como ayer...y no quiero volver a hacer eso.

 

Al ver que se disponía a volverse para entrar de nuevo a la casa los nervios me invadieron. No podía irme sin decirlo.

 

—Creo que deberíamos cortar— Solté de sopetón.Tan rápido que apenas separé las palabras entre si. Se hizo un silencio tan prolongado que llegue a dudar de si el peliazul había escuchado mis palabras, pero no me atreví a alzar la vista para mirarle a la cara y la mantuve fija en el suelo. Poco a poco, mientras me volvía consciente de lo que acababa de decir el pánico me fue invadiendo. Mis piernas se movieron por si solas, dando unos pasos cautelosos hacia atrás—. Lo...lo siento. Creo que es lo mejor.

 

La mano de Nay se aferró a mi muñeca impidiéndome seguir retrocediendo. Cerré los ojos como quien espera una parte horrible en una película que no quiere ver.

 

—¿Lo mejor? — La voz de Nay sonaba extraña e irreconocible—¿Lo mejor para quién? 

 

"Para los dos" Algo me decía que si respondía eso el chico no me dejaría ir, por eso me sorprendí a mi mismo murmurando una respuesta diferente.

 

—Para mi— Funcionó. Nay me soltó, cómo si se hubiese quedado sin fuerzas. Dudé unos instantes sobre lo que hacer, pero mis pies decidieron por mi, echando a correr por si solos. Corrí y me alejé de aquella casa y aunque alcancé a oír como la voz de Nay gritaba "Novato" no me volví y seguí corriendo. 

 

No soy muy consciente de cuanto tiempo estuve corriendo, solo se que en cierto momento llegué a pensar que al menos los entrenamientos de Haddock habían servido para algo. Cuando empecé a reconocer las casas de mi barrio me costaba respirar y la visión se me nublaba por las lágrimas que empezaban a rodar por mis mejillas, pero seguí corriendo.Era consciente de que en este estado no sería capaz de entrar en casa sin levantar sospechas, así que no tenía a donde ir, pero eso no parecía razón suficiente para que mis piernas parasen.

 

—¿¡Dan!? — Sin ser capaz de frenarme choqué de bruces contra el cuerpo de alguien y los dos caímos rodando al suelo. Yo fui capaz de levantarme enseguida, sin ser realmente consciente del dolor en mi hombro derecho, en aquel momento el único dolor que importaba era el del pecho, como si me ahogase. Me froté los ojos con el dorso de la mano para poder distinguir como Martín se incorporaba con un gemido de dolor— Joder... ¿A qué a venido eso? ¡Corres como un loco! —Al volverse a mirarme su expresión de asombro se transformó a una de horror. El chico se apresuró a acercarse a mi y me agarró por los hombros —.Dan, ¿Te encuentras bien? —Incapaz de hablar negué con la cabeza mientras intentaba en vano que las lágrimas cesasen de salir. La voz de mi amigo sonó grave y preocupada—. ¿Qué ha pasado? 

 

Volví a negar con la cabeza y me aferré a su camiseta, apoyando mi frente en su hombro evitando así que pudiese verme llorar . Cuando hablé mi voz sonó entre sollozos. Con esos hipos horribles que te dan cuando de pequeño llorabas hasta cansarte.

 

—Martín. He estado a punto de hacer algo terrible por lo que me vas a odiar—Sabía que Martín iba a negarlo sin siquiera saber la historia, y por eso no me sorprendió sentirle negando con la cabeza, pero no le dejé continuar—. Tienes el derecho a odiarme, pero por favor ¿Puedo quedarme en tu casa? Al menos esta noche.

 

Martín no se negó. Agarrándome con amabilidad por los hombros, como si pensase que me iba a derrumbar en cualquier instante, me llevó hasta su casa, donde a nadie le sorprendió que decidiese quedarme a dormir aquel día. Le conté toda la historia, toda. Mientras lo hacía iba sintiendo como me quitaba un pequeño peso de encima y por ello no emití nada. Mi amigo no se enfadó cuando llegué a la parte del plan de Amanda. Martín nunca se enfada, solo sonríe amablemente, como siempre hace, y dice unas palabras reconfortantes que me hacen sentir aún peor persona por lo que casi hago.

 

No fue solo una noche, ni dos, ni tres. El chico prácticamente se negó a dejarme volver a mi casa y yo internamente se lo agradecí. Así pasé el resto del verano y pronto llegaron las clases. Poco a poco la vida volvió a su curso, como si todo lo hecho en el verano no hubiese sido más que un sueño.

 

 

 

--Meses después--

 

—¿Crees que debería hacerme unas mechas verdes para la fiesta?— Natalia se miró con aire crítico a través del espejo de la cafetería para luego posar su mirada en mi— Dan, deja de jugar al Pokemon Go y escúchame. 

 

Con aire distraído aparte los ojos de la pantalla y le sonreí a modo de disculpa.

 

— Lo siento. ¿Qué decías? —La chica puso los ojos en blanco y apoyó su mano en mi brazo, como acostumbraba a hacer. Natalia era así, le gustaba demasiado invadir el espacio de la gente a su al rededor, pero con el paso del tiempo me había acostumbrado a ella. La chica había sido una de las primeras personas con las que había entablado conversación al llegar a la universidad y curiosamente era también una de las personas con las que mejor me llevaba.

 

—Al menos dime que estabas intentando capturar a un Charizard y mi ignoración ha merecido la pena — ¿Veis? Por esto nos llevamos bien. Sonreí burlón.

 

—Que va, era un Magikarp— La chica negó con la cabeza y su cabello, corto y muy rizado, ondeó con el movimiento. 

 

—Vamos, el timbre está apunto de sonar— Ambos nos levantamos al unísono y cogimos nuestras cosas para dirigirnos a clase. Llevaba ya casi un mes estudiando el grado de Astronomía y había que reconocer que me había adaptado al ritmo universitario muy rápido. Cuando llegamos al aula ya había bastante gente dentro. Seguí a Natalia hasta el fondo de la clase, donde un grupo de gente medio dormitaba en sus asientos enfrente de una rubia que no paraba de hablar muy emocionada. Al vernos llegar el único chico del grupo se irguió aliviado.

 

—¡Por fin llegáis! Por favor, conseguid que Laura se calle y deje de hablarnos de su nuevo objetivo para ligue. 

 

La chica que permanecía de pie frente a los demás le pegó una colleja, ofendida.

 

—Tú también hablarías de él si le vieses ¡Es un pelirrojo guapísimo! —Los ojos de la chica brillaban emocionados— Ya veréis en la fiesta del sábado, le he conseguido convencer para que venga, de ahí no se me escapa. 

 

Aquel era el grupo de amigos que poco a poco se había formando tras las semanas de clases . Eramos diferentes entre nosotros, pero por alguna razón la gente diferente parecía encajar unas con otras.

 

Divertido por el entusiasmo de la chica me senté junto con los otros y comenté con tono burlón.

 

—Guapo o no será mejor que dejes de pensar en ese adonis en clase o el profesor te va a lanzar el borrador a la cabeza —No sería la primera vez que lo hiciese... reconozco que yo he sido el objetivo más de una vez, maldito Pokemon Go

 

El resto del día pasó demasiado rápido. Antes de darme cuenta ya estaba de vuelta al apartamento que compartía con Martín. Con el inicio de la universidad los padres de Martín se mudaron por razones de trabajo a otra ciudad y su madre convenció a la mía para dejar que nos fuésemos ambos a un piso de estudiantes que estuviese mucho más cerca de nuestras facultades. El chico había decidido estudiar informática y diseño de videojuegos y habíamos tenido la suerte de que nuestras universidades estaban prácticamente al lado la una de la otra.

 

Al llegar al apartamento dejé mis cosas de mala manera en la entrada y fui hasta la cocina, dispuesto a devorar cualquier cosa que pudiese llevarme a la boca. Mi avance quedó abruptamente interrumpido cuando al entrar por la puerta me encontré a Crystal sentada en la encimera mientras comía una bolsa de patatas con aire distraído. Ambos nos miramos a los ojos unos instantes con incomodidad, hasta que la chica, sin decir nada, bajó del mueble de un salto y pasó a mi lado sin siquiera mirarme. No me sorprendió ese comportamiento, desde aquel día Crystal no me había vuelto a dirigir la palabra y cada vez que venía a visitar a Martín al apartamento entre nosotros solo había silencios incómodos. Contuve una mueca y anduve hasta la nevera para buscar algo que comer, que estuviese acostumbrado a aquella indiferencia de mi mejor amiga no quitaba que me doliese. 

 

Cuando volví a salir, ahora con un bocadillo en mano, y me dirigía a mi habitación me pareció escuchar un par de voces en el salón. Crystal y Martín hablaban en tono serio.

 

— ¿Qué tal os va? — Escuché que preguntaba el chico.

 

—No muy bien. Papá y yo seguimos discutiendo. Es difícil esto de intentar retomar la relación.

 

—Lo siento, si pudiese hacer algo por ayudar...

 

—Ya has ayudado increíblemente Martín. No sabes lo agradecidos que están todos. Has salvado la tienda.

 

Había escuchado más de lo que debería y quería oír. Sintiendo como mi rostro empalidecía me apresuré a salir del pasillo y dirimirme a la entrada del apartamento. Necesitaba tomar el aire. Una vez fuera me permití suspirar. No solía pararme a pensar en nada que estuviese relacionado con él, y que una conversación ajena me lo hubiese recordado había sido casi un shock.

 

La tarde aún era cálida así que decidí dar un paseo para intentar olvidarme de aquella indeseada conversación, pero media hora después me encontraba dandole vueltas en mi cabeza.

 

Nunca habría pensado que Martín hubiese ayudado con el tema de la tienda, nunca me había mencionado nada...aunque yo nunca hablaba de nada que tuviese que ver con el verano. "Todo eso ya pasó, no es asunto tuyo"

 

A veces me chocaba pensar lo rápido que habían cambiado las cosas. Había modificado por completo mi vida por un verano para luego volver a modificar mi vida al completo intentando olvidar aquel verano. Curiosamente había encontrado muy difícil intentar retomar aquella vida que había dejado en un principio atrás. Era cómo si lo antiguo ahora fuese lo nuevo y extraño y más de una vez había entrado en pánico cuestionándome que era verdaderamente "yo". Si el chico aburrido del pasado, el chico extraño del verano o el chico obsesionado por intentar recordar como era el primer yo. 

 

Anduve por el barrio universitario observando los bares y la gente que, olvidando por completo sus responsabilidades de estudiante, había decidido salir y disfrutar de la noche. Un bar me llamó la atención. A diferencia de los demás, que tenían terrazas abiertas al exterior y grandes ventanales para dejar pasar la luz este estaba completamente oculto, con unos viejos y enormes carteles de bandas extrañas en las paredes. Me recordó a la tienda de Tarón y una extraña sensación de nostalgia me invadió. "El antiguo tú no habría dudado de entrar aquí enseguida" Contuve una mueca mientras apoyaba la mano sobre el pomo de la puerta.

 

—¿Cual de los antiguos "yo"? 

 

Abrí la puerta, casi con miedo, y me adentré en el local. El lugar estaba poco iluminado y la decoración podía recordar a la habitación victoriana de Crystal. Al pasar la mirada por la instancia me fijé en la figura que había sentada en la barra. Sonreí con resignación. No se por qué, no me sorprendió reconocerla.

 

 

 

 

Notas finales:

 

Quería hacerlo más extenso, pero me es literalmente imposible porque a partir de mañana me voy a tirar casi un mes sin poder publicar (Lo explicaré todo mejor en la página de Facebook supongo...)

No me odiéis mucho por haber tardado, que no sabéis el bloqueo mental que he sufrido este mes XD 

El próximo capítulo es el último (Aún no me lo creo, pero es verdad XD)  y antes de acabar me gustaría preguntados cuál ha sido vuestra escena favorita de toda esta historia, así para ponernos un pelón nostálgicos y llorar o reír juntos un rato (?) Así que si alguien quiere decirme que es lo que más le ha gustado de esta obra plis dejadlo en los comentarios ^^

Hoy la recomendación... Va a ser una obra que apenas a empezado, pero que creo que tiene mucho potencial y me sorprende que no tenga más visitas la verdad. Es "Sin saber lo que somos" de Zeusdehera, de momento solo tiene 5 capítulos pero es que PINTA TAAAN BIEN, que puffff, mi corazoncito 

 

En fin, chaop

 


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