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La misión por Shiro0

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Notas del capitulo:

Hola

Lamento nuevamente la demora y la larga ausencia, la verdad es que no salia como queria y luego las cosas se me mezclaron y entonces BUM! la presión llegó xD pero ya lo hice y espero que haya corregido todo lo que tenía que corregir...

De antemano muchas gracias por seguir este fic y leerlo!! De verdad que las quiero!!!

 

Cap.20 "Y comienza la función"

 

— Entonces ya estamos todos— Anuncia Francis al comprobar que hubiesen llegado los que debían.

— ¡Sí! — Responde emocionado Veneciano. A su lado se encontraba Kiku quien al notar que el francés le miraba de forma interrogante, se excusa.

— No se preocupen, yo ya me iba— Dice con una sonrisa suave— Quede con Yao para estudiar.

— Jooo, —Mostrándole una sonrisa picara— ¿ustedes solos?— La acción hace avergonzar al Japonés.

— Por favor, no mal intenciones nuestra junta de estudio— Habla con un notable sonrojo mientras a lo lejos, se escucha como un “Kiku” de a poco iba acercándose.

—Hablando del rey de Roma— Interviene Gilbert con su típica risa. —Esperen, quise decir hablando del emperador de China— Se carcajea, sin que los demás le encuentren la gracia.

Llegando al lado del grupo mencionado, Yao trata de recuperar el aliento.

— Lo siento, me atrase.

— No te preocupes Yao-kun. Llegaste justo a tiempo, los chicos se iban ahora—Dice tranquilizándolo.

— Que alivio.— Dando un largo suspiro.

 

Entonces se dividen con un gesto de mano. En el transcurso a la biblioteca todo fue conversación, risa y más risas. Entrando a la sala, el grupo se sumerge en el silencio, respetando la tranquilidad que se hallaba en ella.

Agarraron una de las mesas que se encontraban entre la puerta y las grandes ventanas de la biblioteca; el ruido de fuera de ellas era lo único que se escuchaba, además del continuo cambio de hojas dentro de la biblioteca.

 

Pasada la hora, tanto Francis, Gilbert, Antonio y Veneciano se estiran deteniendo momentáneamente  el estudio. Algunos suspiran inevitablemente, destensando los músculos. Sin embargo, no toda la hora había sido silencio, puesto que habían momentos de explicación de las partes que no se entendían de las materias.

—Tal vez deberíamos ver las partes que nos cuesta a la mayoría y luego tomar un descanso— Propone Antonio, a lo que todos apoyan, sorprendidos por el comentario tan sabio viniendo de él.

Volviendo la vista a los cuadernos y libros, revisando los apuntes.

El fuerte portazo hace que todos los presentes en la sala giran las cabezas algo asustados. Frente a la inmensa entrada de madera, ven a la persona responsable de la momentánea conmoción. Algunos vuelven a sus asuntos, al ya pasado susto. No obstante, nuestros protagonistas abren la boca, dejando escapar un leve quejido.

Parado con su típica sonrisa y su infaltable bufanda, estaba Iván, mirándolos.

—Hola chicos— Dice atrayendo la atención de los que habían vuelto la cabeza hacia los libros— Si que está fresco aquí, perfecto lugar para hacer los deberes. —Con las manos tras la espalda  junto con lentos y saltarines pasos se va acercando a la mesa de nuestro grupo.

Recuperándose de la impresión.

— Iván ¿Qué haces acá? —No era el tono de pregunta que se les hace a las personas cuando están curiosas de saber algo, o cuando es de simple cortesía. Esta pregunta era diferente, carecía de toda curiosidad posible, ni tampoco contenía el tono de cortesía era, más bien, un tono desenfadado pero intenso, como advirtiendo.

Iván ladea la cabeza una vez frente a la larga mesa, mira a los presentes quienes al verse examinados por esa mirada, sienten una repentina oleada de escalofríos.

—Solo paseaba por aquí dah— Le responde a Romano.

— ¿Se supone que debemos creerte? — Interviene Alfred, mirándolo penetrantemente.

La sonrisa que por escasos segundos se borra de la cara del ruso, vuelve a aparecer ahora con mayor ahincó, escapándosele una pequeña risilla a su paso.

— Como siempre tan suspicaz, ¿no? Alfie.

El ruso se regocija al ver la ínfima reacción de desagrado de su querido ex compañero.

— ¿Entonces? A que vienes en realidad.

Romano habla ahora. Iván lo mira serio.

Tras Alfred y Romano, están los demás que aún no se enteran de nada, mirándose unos a otros por el raro intercambio de palabras y comportamiento entre el misterioso y escalofriante chico y sus amigos. No obstante,  Arthur es quien se encuentra más inquieto, no recuerda haber visto alguna vez a ese extraño estudiante, que solo miedo inspira, no solo por la descomunal estatura, sino por la mera presencia y aquella sonrisa macabra dibujada en el rostro. Presiente que con la aparición de aquel chico las cosas cambiarían entre todos.

Iván se ladea y vuelve a sonreír. —Tampoco cambias dah.

— Solo vine a jugar— La sonrisa se ensancha. Tanto Romano como Alfred se tensan ante el comentario. — Como en los viejos tiempos.

— ¿Cómo en los viejos tiempos? —Matthew reproduce la pregunta que asalto en la mente de todos en la mesa al momento de escuchar tan peculiar comentario.

Iván lo mira fijamente y da otro paso esta vez en dirección a Matthew, notando como el cuerpo de Alfred se pone en evidente tensión.

—Kolkolkol no te preocupes, no le haré nada.

Todos dirigen sus miradas hacia el Norte Americano y al Italiano que seguían mirando a su antiguo compañero con intensidad.

— ¿Se conocen? — Es el turno de Francis de preguntar.

— Quiero jugar— Vuelve a decir Iván, ignorando olímpicamente el comentario del Francés.

Nadie hace más comentarios o intenta hacer preguntas, eran lo suficientemente sensatos como para callar al sentir que algo no estaba bien con la atmosfera que se apoderaba cada vez más en la habitación. Era una sensación gélida y oscura, que provenía de él.

Veneciano se abraza a Ludwing quien lo encierra entre sus protectores brazos, Matthew se remueve en la silla tratando de hacerse más pequeño haciendo que a su vez Francis se acerque más a él poniendo una mano sobre la suya, dándole soporte. Antonio pone una mano sobre el brazo del Italiano a su lado, como si fuese a saltar para protegerle  en cualquier momento y Alfred intenta de forma instintiva tapar el cuerpo de Arthur tras el suyo.

— Alto esa mano querido Alfie

Sin excepciones todos vuelven a mirar a Alfred que detiene su mano a escasos centímetros de su bolsillo, de a poco deja la mano a la vista sin nada en ella puesto que no había alcanzado a sacar nada. Ninugno había visto mover la mano del de lentes, ni Arthur quien era quien estaba más cerca suyo, no obstante, sopesando la situación en la que se encontraban era normal no prestar mucha atención a las pequeñas acciones que hacían los demás.

— Oi ¿Qué es esto? ¿Una clase de trampa? —Finalmente habla Romano, en su voz no hay miedo pero tampoco ira. Iván ahora lo mira a él.

— No no, solo quiero jugar

— No me jodas Iván— Dice como desafiándolo. Iván hace un puchero y se voltea, mirando a la puerta con las manos tras su espalda como si fuese un viejo artista apreciando su arte.

— Será mejor que no se muevan, y no intenten hacer algo. Para empezar sería estúpido, ¿no creen?

No sabían porque exactamente, pero al instante tragan en seco. El par solo miraba con seriedad.

—Díganme. —Dice con voz burlona— ¿Alguno de ellos sabe la verdad? — Vuelve a mirar a sus ex compañeros intercalando la vista.

Al instante las facciones de sus rostros se deforman, formando una expresión de preocupación, nerviosismo, impotencia y profunda rabia. Los demás, ahora más preocupados, y claramente más confundidos comienzan a hacer preguntas, inquietos.

— A que te estás refiriendo— Pregunta Ludwing

— ¿La verdad? —Murmura angustiado Veneciano. — ¿Qué verdad?

Al ver esto siente satisfacción. —Veo que no.

Romano hace de su palma un puño, frustrado, sabe que Iván no se callara. Mordiéndose el labio, mira con odio al chico que una vez fue parte fundamental de su vida.

Todo su esfuerzo, años de esfuerzo, manchándose las manos para que su secreto sea revelado así como así. ¡Já! Que irónico es el destino, si hubiese sabido que todo seria revelado de esa forma, le hubiera dicho todo desde un principio a Veneciano, le hubiera dicho un montón de cosas a Antonio y hasta quizás hubiera sido más amable con los demás.

En cambio Alfred, rompe el lápiz que poco antes tenía en su poder. ¡Lo iba a matar! Ser una escoria de la humanidad, ser nada para nadie, prácticamente borrar su existencia para el mundo y por poco hasta para él mismo por más de doce años, para que todo termine de un momento a otro. La protección de su pequeño hermano, la familia que le dio. Todo se derrumbaría, su nueva relación con su hermano, su amistad con Arthur, con los chicos.

 Entonces algo en la mente de cierto presidente hace click, desde su puesto y con cara de asombro interrumpe el intenso silencio que se había creado.

— No es posible— Murmura sin darse cuenta. Al momento de levantar la mirada se da cuenta que todos lo están mirando, poniéndose nervioso

— ¿Qué fue eso que dijiste? — Pregunta Iván con voz tierna.

Arthur siente sudar frío sin saber bien porque. Traga con algo de dificultad antes de contestar, esperando con eso poder darse los segundos suficientes para decir.

— Dije que no es posible que seas un alumno de esta escuela y yo no te haya visto ni una vez— Intentando sonar lo más natural posible, pese a temblar para sus adentros.

Suelta una risa de inocencia, — Tal vez porque no me dejo ver mucho por los alrededores. Pero ahora que estamos en ello, dime has visto unas carpetas por algún lado?

Al escuchar la palabra “Carpetas” no puede ocultar la sorpresa en su rostro.

— De que carpetas están hablando, ¡Oi! — Interrumpe Alfred, al ver el rostro de Arthur palidecer débilmente.

Iván sonríe triunfante al comprobar que las había visto— De sus carpetas—Poniendo énfasis en “sus” — que tal vez haya olvidado en la oficina del director kolkolkolkol. — Juega con sus manos haciéndose el inocente— Solo puse unos papeles en el escritorio del director bueno para nada y ya. — Mira a Arthur divertido—Sin embargo, no creí que caerían en otras manos— Complementa la mirada con una sonrisa perversa—  Esto es interesante.

— ¡Oi! —Ruge Romano— ¿Qué había exactamente en esos papeles?—Exige dirigiéndose más a Arthur que a Iván.

Pero es este último quien toma la palabra.

— ¡kolkol! Solo cosas del pasado dah.

— ¿Pasado? —Dice Alfred.

— Kolkolkol ya sabes: Personalidad, que hacían en el otro “instituto” quien es su cabecilla quiero decir tutor legal, cosas así kolkolkol.

Deja que la información penetre en la conciencia del resto mientras Alfred y Romano aprietan los dientes de la repentina ira ¡Al diablo los entrenamientos para suprimir emociones, ellos sentían unas inmensas ganas de matar a Iván en esos instantes, tantas que hasta ellos mismos se asustaron!

— ¿Cabecilla?

Se escucha la voz de Veneciano entre los brazos del Alemán, seguida por Matthew.

— ¿Personalidad?

Arthur no pudiendo contener la pregunta— ¿Cuál otro instituto? — Si bien había buscado información, lo que había encontrado no satisfizo para nada su curiosidad. Había encontrado, pequeños detalles del orfanato y cosas del mismo, todas buenas.

— Qué está diciendo…—Antonio da el último comentario antes de escuchar la risa descabellada del Ruso frente a ellos.

Giran la cabeza en dirección al Ruso tan rápido que sintieron una pequeña punzada en el cuello.

— Aún no lo entiendo— Murmura el pequeño italiano.

Interrumpiendo la risa del ruso. Este suspirando explica— Quiere decir que tú lindo hermano, ha estado junto con Alfie durante años engañándolos, a ustedes sus hermanos pequeños. Estos que ves aquí— Veneciano, Matthew y los demás intercalan la mirada entre el Italiano y el Estadounidense. — No son más que mascaras preparadas para esta ocasión. La verdad es que ellos son…

— Suficiente— Espeta el de anteojos con el cuerpo tenso. — No digas otra palabra más.

Fija su vista en el chico que tenía en frente.

— ¿Por qué? — Dice curioso Iván— No me digas que no quieres que tus amigos sepan la verdad de ti y Romi. Kolkolkolkolkol. Acaso no quieres que sepan que son unos ase-

— ¡Silencio! — Grita Romano al no poder aguantar más. — ¡No te atrevas a decirlo! — Se levanta con violencia del asiento. Sorprendiendo a los presentes.

Iván le sonríe.

— ¿O si no qué? — Pregunta de forma despiadada— ¿Me matarás? No creo que se atrevan— Dice socarronamente. Entonces se da unas cuantas vueltas en su propio eje, feliz, contento, riendo del resultado de las cosas hasta que siente como es agarrado del cuello de su jersey junto con una porción de su bufanda. Mira sin borrar la sonrisa de su rostro a la persona quien lo mantenía firmemente agarrado, este lo mira con un profundo odio.

— No digas más—Masculla con rabia inyectada en los ojos.

Bufa— Bien, como quieras pero con una condición. — Soltando un poco el agarre que mantenían en él. — Quiero que juguemos.

— A qué— Pregunta aceptando implícitamente las condiciones. El contrarío asiente feliz de lograr su cometido.

—Es suficiente. Me voy de aquí— Francis interrumpe la escena tomando del brazo al canadiense quien no se opone. Todo era totalmente descabellado, actuaban como si se conocieran desde hace tiempo, pero en esos momentos se odiaban ¡¿Qué estaba pasando?! ¿Y precisamente tenían que agarrarse con ellos estando presentes? No iba a permitir que Matthew siguiera presenciando la ridícula escena. Pese al sudor frio que le recorría la espalda, se levanta con intensiones de ir hacia la puerta, Iván demanda.

— No se muevan. — Frunce el ceño mientras mira a la pareja a principios de camino. — Nadie se puede ir, no a menos que yo lo diga.

Lo dijo con una voz tan gélida que no solo los aludidos se detuvieron a mirarlo.

— ¿¡Cómo!? —Murmuran los demás asustados.

Los estudiantes que estaban en esos momentos en la sala miraban aterrorizados la escena que se desarrollaba en una de las mesas de la biblioteca. Uno de los estudiantes, molesto por ello, se levanta de su asiento y va hacia el grupo.

— Oye amigo, si quieres ensayar para el teatro o estás buscando pelea con ellos, no me interesa ¿Bien? Solo te pido que no interrumpas a los que están tratando de estudiar. — Le dice molesto al de cabello gris.

Iván no deja de sonreír, mira al chico acercarse hacia ellos por el rabillo del ojo, y con un rápido movimiento de mano lanza una de las pequeñas cuchillas que llevaba entre las ropas, hiriéndolo en la pierna. Sin embargo, la acción había sido tan rápida que nadie vio con exactitud lo que había pasado, por ende, se escucha un fuerte jadeo de sorpresa en la sala al ver repentinamente al chico en el suelo gritando de dolor mientras se agarra la pierna herida.

— Solo quiero jugar kolkolkol. — Regresando su atención al par que no le quitaba la vista de encima. — Quiero ver que tanto han mejorado sus habilidades. Alfred se pone de pie, consciente de lo que puede venir.

 

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Antonio  se levanta  y todos los que aún estaban sentados imitan la acción, como apoyándose unos a los otros.

Los de mas no se mueven, es el español quien camina con intenciones de enfrentar al Ruso. La verdad es que siempre le gustaron los retos, llegar a ese instituto por ejemplo y mantenerse en él fueron grandes retos, llegar a ser amigo de Romano fue más que un reto; un desafío, intentar llegar al corazón del italiano era otro desafío, un desafío que le encanto desde el primer momento en que lo vio, sin embargo, llamarlo reto o desafío sería un grave error, puesto que lo que sentía por él no era nada como atracción por un reto, tenía que ver más con lo emocional.

Pero de un momento a otro, todo lo que había logrado se podía desmoronar con la repentina aparición de aquel chico que pretendía intimidarlos, y que en parte, lo lograba con su mera presencia, era uno de los retos más temibles y peligrosos que sentía, por eso, no se iba a amedrentar, iba a llegar hasta la puerta, le iba a enseñar que la situación en la que los puso no era divertida. Si realmente se conocían con Romano y Alfred debía ser una persona razonable… Es más, quizás los tres estén actuando, incluyendo al chico que ahora yacía en el suelo. Eso no podía ser sangre real, la situación no podía ser de verdad peligrosa. Les estaban jugando una mala broma.

Por lo que pese a la advertencia del ruso. Una vez que llega frente al peligris, quien solo lo mira cuando llega a su lado, se pone en marcha, decido a llegar a la puerta, una acción tonta y temeraria. Al momento de poner un pie al costado de Iván, siente una ráfaga de viento pasar muy cerca de su oreja. Aturdido cae de trasero a un lado, tapándose a su vez el oído.

Entonces ve a Romano sujetando la punta de una pistola con la mano, sin quitarle la vista al ruso, que también lo miraba pero divertido.

— Rápido— Exclama emocionado como felicitando a Romano por sus reflejos.

Romano no quita la mano del cañón hasta que  Iván lo baja lo suficiente como para él poder ser capaz de volver a reaccionar. Se escucha el quejido que dan los demás al darse cuenta que  Romano estaba frente a Iván, en un momento estaba con ellos y en el otro ya estaba frente al Ruso, con la mano desviando la trayectoria de una bala.

—Dime Romi. ¿Te has encariñado tanto con ellos que estarías dispuestos a dejar tu vida a la suerte?

El italiano no responde. Iván imposibilitado de no poder sonreír, lo hace. Vacía el cargador del revolver que tenía en la mano, dejando una bala dentro. Vuelve a colocar el cargador en su lugar, y hace que de una rápida vuelta, impidiendo de esa manera saber donde quedo la bala. Pone la pistola sobre la frente de Romano.

Ante tal escena Antonio siente un enorme vacío en el estómago, palideciendo, siente como la carga de la culpa cae sobre sus hombros, no quería que eso sucediera. No quería ver morir a su ser amado. No. Intenta ponerse de pie, pero sus piernas no responden y su cuerpo está paralizado por lo sucedido hace segundos antes, por un momento pudo morir. 

—Cuenta conmigo. 1— Aprieta del gatillo, produciéndose un ruido sordo. Vacío.

Veneciano temblando notoriamente y sollozando se esconde en el abrazo de Ludwing que no hace más que tratar de reconfortarlo. Arthur retrocede hasta quedar cerca de Francis y Matthew quienes no podían creer lo que estaba pasando. Espantados de que en cualquier momento sonara la pistola.

Poniéndose el revólver en su propia frente, Romano cuenta —2—El gatillo vuelve hacer un ruido sordo. Vacío.

Alfred solo mira la escena desde su lugar, no parecía estar asustado por la vida de su compañero ni mucho menos afligido. Estaba de pie, con una expresión neutral, preparado para tomar medidas en caso de que todo saliera mal.

El juego era de suerte,  uno de los favoritos de Iván. El revólver debía intercalarse entre una frente y otra, mientras contaban Iván iría apretando el gatillo hasta que inevitablemente  se disparara la bala.

—3—Aprieta el gatillo en la frente de Romano, quien no quitaba la vista de Iván.

Poniéndose la pistola en la frente, le sonríe. —4. — Otro vacío.

Antonio al escuchar el 4, siente un nudo en la garganta al darse cuenta que fue su culpa que Romano terminara en esa situación.

Iván vuelve a poner el revólver en la cabeza de Romano.

— ¡Alto! —Grita Antonio. Atrayendo las sorprendidas miradas de los presentes. —Detente, por favor. — Le ruega a Iván.

—5— Dice Iván sin prestarle atención a la vez que aprieta del gatillo. Antonio siente su sangre congelar al escuchar el gatillo siendo apretado. Nada. Vacío. Al ver a Romano con la cabeza aún intacta, se relaja visiblemente solo para ponerse en tensión nuevamente “eso significa que” y mira al Ruso. Iván se pone la pistola en la frente y romano canta.

— 6

El sonido del gatillo siendo presionado es lo único que se escucha en la sala. Sin embargo la bala, no aparece. Iván está vivo y con la frente al igual que Romano, intacta. Baja el revólver y abre la mano contraria, mostrando las 6 balas.

— ¿De verdad pensaste que te mataría ahora dah?

Los presentes dejan salir el aire que retenían, sienten como sus piernas repentinamente se vuelven demasiado débiles como para sostenerlos, por lo que optan por sentarse o apoyarse en la mesa. Ciertamente tenían razones para estar al borde del pánico, comenzando con sus compañeros que nunca habían actuado de esa forma, tan fría ante la situación que estaban pasando y que escasos momentos pasó uno de sus amigos.

Sus nervios vuelven al escuchar.

—Siguiente juego

Notas finales:

Nuevamente les doy gracias. Cualquier duda o sugerencia es más que bien recibida :)

Gracias por todo y nos leemos en el próximo capitulo. 


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