Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La misión por Shiro0

[Reviews - 26]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hello!!! It's me~

Bueno hoy les traigo la conti, en momentos quede como "¿Qué puede pasar acá?" pero luego la idea surgia hahaha.

Espero que les guste, y si ven que hay comentarios7partes redundantes... es la idea... QUE SEA CONFUSO!! muahahahah okya. 

Sin más me despido. 

 

Capítulo 21 "El juego"

 

El alumnado presente había corrido hasta la parte más lejana de la habitación al ver al chico siendo herido; claro que junto con huir de donde se encontraban los responsables por el alboroto, en su camino llevaron al chico lo más lejos posible del desarrollo entre los protagonistas. El grupo en cambio, permanecía relativamente cerca, puesto que temían moverse de la mesa de donde estaban.

—  qué quieres jugar Iván— Dice Alfred desde su posición.

— Lo siento, pero este juego también lo quiero jugar con Romano.

Decir que no se sorprendieron sería mentir, no esperaban que su antiguo amigo decidiera por uno solo. Pero juego era juego y de una u otra forma era malo.

— A qué te refieres— Desafía el de lentes.

Iván lo mira condescendiente. — No te sientas mal Alfie, es solo que quiero tomar revancha de la última vez que jugamos y me ganó, en realidad siempre me ganaba—Añade al ver las caras confusas de ambos. —… Ajedrez.

Dejando algo descolocado al de lentes y al castaño.

— Vamos— Se voltea y comienza a caminar en dirección contraria a la mesa. Entonces,  la voz de Arthur se deja oír.

— Qué se supone que harás con nosotros manteniéndonos aquí—Pregunta acercándose al borde de la mesa, cuando iba a dar un paso para salir de la zona en que se encontraba, automáticamente se detiene al escuchar.

—Como te alejes de esa mesa te vuelo el cráneo—Advierte Iván

Tragando en seco, retrocede hasta que la parte trasera de sus piernas chocan con la silla tras suyo, dejándose caer en ella. De forma estática vuelve su mirada al grupo frente suyo. Echándole una rápida vista a su grupo, nota que todos están casi igual de pálidos como seguramente lo debía estar él.

— ¡Iván! Vamos a jugar o qué— Habla romano a mitad de camino hacia una mesita colocada en el centro de la biblioteca, en la que había un tablero de ajedrez pulcramente puesto, junto con un pequeño reloj.

— Sí—Responde volviendo a su sonrisa.

Cuando sintieron que podían volver a respirar, miran hacia la mesa donde se encontraban ya sentado los contrincantes, uno frente al otro. El ruso con los brazos cruzados sobre esta y el Italiano mirándolo cauto. Desde la mesa en que estaban todos, Antonio que había vuelto con el grupo a paso lento, mira al par con cierta preocupación e intriga. Y de forma repentina y sin vacilación Alfred se acerca a ellos, haciendo que los del grupo se sobresaltaran por su partida.

— ¿Entonces? —Dice Romano

— Mismas reglas al del juego original, cada uno tendrá un tiempo límite para hacer los movimientos, el juego termina cuando uno de los dos haga Jaque Mate o cuando el tiempo para el total de movimientos se acabe. — Romano enarca una ceja. — ¿Ves? Todo normal.

El castaño suelta un resoplido. — Entonces empecemos de una vez. — Antes de apretar el temporizador Iván vuelve a hablar.

— Excepto!... por lo otro. —Alfred que había llegado hasta la mesa de estos, lo miro junto con Romano suspicaces. — Hay bombas colocadas en esta habitación.

— ¡¿Qué?!

Con cara de terror la otra mesa que había escuchado el comentario, mira hacia todos lados buscando algo extraño que las delatara, pero no había nada fuera de lo normal.

— El único que puede buscarlas y encontrarlas es Alfred, el resto no puede interferir ni salir de esta habitación o ya saben lo que pasará. — Refiriéndose a lo casi sucedido con Antonio, y el chico. — La única pista que te daré es que son 6 y cada, te aviso que cada bomba contiene clavos en su interior que al momento de detonar volaran como locos. Las bombas se activaran una vez que comencemos a jugar—Mira a Romano unos segundos explicándose, para volver a Alfred. — Cada bomba tiene un tiempo diferente de explosión. Sin embargo, cada siete movimientos que hagamos una estallara. Buena suerte kololkol.

Quita la vista del de lentes, y ve a Romano mirarlo amenazadoramente, hace un puchero protestando. — ¿Qué? Es para que no se aburra mientras jugamos… Además me gusta ver la expresión de terror de ellos. — Apuntando al resto. — Y la cara de desesperación de Alfred. — Sonríe sádico. Provocando un escalofrió en el Italiano.

 

En la otra mesa.

 

— ¡Vee! Vamos a morir— Lloriquea Feleciano enterrando la cabeza en el pecho del Alemán quien no lo había soltado en ningún instante.

— Eso no pasara, tranquilo. —Trata de tranquilizarlo, envolviéndolo más en sus brazos.

— ¿Cómo lo sabes? —Pregunta aterrado el Canadiense que se aferraba con desesperación a la chaqueta del francés.

— Porque tu hermano no lo permitirá. — Le responde este último, dándole una mirada de confort. — No permitirá que mueras, que nadie muera.

Sin decir nada, Antonio ve como el tiempo comienza a correr con la primera pieza movida por Iván. Romano en fracción de segundos mueve por acto de inercia, arrepintiéndose al instante.

— ¿Qué pasa Romi? — Moviendo la segunda pieza suya— Esa mente de la que tan orgulloso te sientes, ¿te traiciona en momentos como este? ¿esos  reflejos que te han salvado en incontables ocasiones te molestan?—Dice prácticamente burlándose— Es tu turno, otra vez.

Romano chasquea la lengua con evidente molestia, no se suponía que reaccionaria en seguida. Su estrategia consistía en demorarse lo más posible en cada movimiento que diese, de esa forma conseguirle algo más de tiempo a su compañero para encontrar las bombas.

Romano traga con algo de dificultad, al ser su turno ya iban en el cuarto movimiento e Iván no parecía dudar en mover otra vez a penas Romano terminara su turno. Apretando los dientes, mira el tablero, pensando.

En otra parte de la misma sala.

Al apenas de que Iván terminara de decir sobre las bombas no dudo en salir corriendo hacia la parte interna de la biblioteca a buscar las dichosas bombas. Según sus cálculos mentales ya deberían estar en el tercer o cuarto movimiento, no le quedaba mucho para que explotará, pero no conseguía averiguar donde las había puesto. Hasta el momento había intentado ver si es que había una parte de falsa de estante en el cual la hubiese escondido, pero no había encontrada nada. La presión comenzaba a apoderarse de él, no tenía tiempo de sobra para buscar en cada estante, tiempo era lo que menos tenía.

Frustrado sigue corriendo por el pasillo, buscando  con la vista algo fuera de lugar, algo que no encajase del todo con el entorno.

 

 

 

 

— Vamos, mueve— Apremia Iván— No puedes hacer mucho, lo sabes? Tienes un tiempo límite para pensar cada movimiento apuntando el reloj que marcaba los segundos restantes para el término de su turno. —Mueve o pierdes de todas formas.

El italiano lo mira de forma molesta, sin más remedio, mueve. Iván sonríe.

— Buen chico— Moviendo

 

 

 

 

— ¡Diablos! El muy maldito se esforzó en esto—  Enrabiado murmura. Siente su cuerpo tenso de los nervios mezclados con la adrenalina.

 

 

 

 

El italiano hace lo mismo que antes, se queda mirando el tablero, tomándose su tiempo para mover. En la mesa donde se encontraba el grupo mirando la partida, a penas si saben que respiraban. Se encontraban todos tan tensos del miedo y tan concentrados a su vez en el desarrollo del juego cercano a ellos, que no pueden hacer más que observar. Feleciano había dejado de llorar en cuanto escucho el comentario que le dirigió el Ruso a su hermano, no obstante no se había movido de su posición entre los brazos de Ludwing quien seguía mirando hacia el frente con la expresión marcada de preocupación, al igual que los demás.

 

El tiempo se le acaba así que mueve.

— Vaya, vaya, ten algo más de cuidado. No ves que me has cedido una pieza — Sonríe sacando la pieza de Romano del tablero para acto seguido mover la suya. — Tu turno.

Al ver el último movimiento, todos en la sala esperaban sentir le techo sobre ellos, sin embargo, eso no sucedió.

 

 

 

Alfred exhala profundo, recostando su cabeza en el estante tras suyo. Por poco y no lo logra. Estaba comenzando a sentir una especie de desesperación por no encontrarla, cuando una idea aparece en su mente. Corre hasta el primer pasillo de los grandes estantes, y ahí, entro el montón de libros, había uno en particular que no calzaba con la sección en que se encontraba guardado. Al abrirlo, ve una mini bomba incrustada en el libro falso, en cuestión de segundos la desactiva, logrando que una de las seis, no se activara.

Va una— Se dice deslizándose hasta topar con el frio suelo. — Faltan cinco.

 

 

 

— Veo que Alfred lo logro— Comenta Iván de lo más casual. — aún estamos todos vivos kolkolkol.

Romano lo mira serio, abre la boca con la intención de responderle pero en vez de eso, solo chasquea, dejando que el tiempo pasara para hacer su siguiente movida.

 

 

 

Alfred no pierde tiempo y corre nuevamente por los pasillos, maldiciendo lo grande de la biblioteca que una vez le había gustado. Si sus cálculos no estaban mal, sería el turno de Romano de mover, esperaba que pudiese hacer tiempo lo más posible. Iván no lo había dejado nada fácil.

 

 

 

— ¿Qué esperas con todo esto?— Pregunta el italiano, sin mover aún.

Iván lo mira confundido— ¿Que no lo dije? Es por todas las veces que me ganaste cuando  éramos pequeños.

Romano frunce el ceño. — Si hubieses querido revancha por eso, hubieras encontrado otra forma…Además, no eres de los que se preocupan de algo tan banal.

—… El tiempo se te está acabando.

Romano no le queda de otra que mover. Al momento de que Iván toma la pieza, mira a su compañero y con una seriedad que el otro no esperaba, dice.

— Las cosas cambian y el tiempo hace su trabajo, hace madurar a las personas, hace que se den cuenta de otras cosas… a veces simplemente, nos hace darnos cuenta que lo que una vez tuvo un valor incalculable ya no lo tiene más. De esa forma es posible hacer cosas que antes no se creían posibles hacer.

Mueve acercándose peligrosamente a otra de las piezas de Romano, este mira la jugada cuando un ruido desorbitante lo saca de sus pensamientos. Rápidamente voltea y ve miles de pequeños metales volando por la parte trasera de la sala. Echa una rápida ojeada al grupo que en esos momentos miraba asustados a la misma dirección que romano dejo de mirar. Apretando los labios, vuelve su vista al frente fijando su mirada en Iván que no parecía asustado, ni mucho menos sobresaltado.

 

 

Arthur traga seco, lentamente baja su vista hacia su mano que no paraba de temblar, en algún momento su cuerpo había comenzado a tiritar sin que se diera cuenta. No puede evitar mirar a sus compañeros que al igual que él, tiemblan. Feleciano se esconde en los brazos del Alemán, Antonio mira atónito la destrozada parte trasera y Matthew con pequeñas lágrimas en los ojos se acerca más al Francés que no duda en abrazarlo.

El silencio que se había producido segundos después de la explosión no se prolonga por mucho tiempo, al momento después se escuchan pequeños gemidos de dolor provenientes del destrozado lugar. Pese a que el silencio no era mucho, la tensión era aplastante.

 Arthur quería moverse e ir a buscar al de lentes, por alguna extraña razón, más que por ser su compañero, rogaba que se encontrase a salvo, que no fuese él quien haya resultado herido. Pero no puede, siente su cuerpo de cemento,  los músculos no le reaccionan, y la advertencia del Ruso hace eco en su cabeza. No podría ir aunque quisiera.

 

 

— Entonces ¿seguimos? — Pregunta Iván.

Responde iracundo—  Lo sabías. Sabias que Alfred no lograría encontrar esa bomba.

Sonriendo, juega con la pieza ganada. — No, la verdad no lo sabía. — Lo mira— No sé si Alfred alcancé a desactivar todas las bombas o incluso si él muere en el proceso. Pero lo que sí sé, es que finalmente puedo vengarme. — No frunce el ceño, pero era como si lo hiciera, su mirada seria transmitía tanto rencor que le fue imposible a Romano contener el escalofrió que sintió.

— Por qué— Pregunta algo herido.

Volviendo a sonreír— Por favor es tu turno de mover, recuerda el tiempo.

Romano ya no sabe como mirarlo, el comentario de Iván lo deja confundido ¿Por qué quiere vengarse de ellos? ¿Qué fue lo que paso cuando Iván se fue?

 

 

 

Alfred yace en el piso, protegiendo su cabeza de algunos clavos que pasaron volando muy cerca de él. Al escuchar los gemidos, se descubre y levanta la vista, descubriendo que uno de los alumnos presentes había sido alcanzado por este. Raudo se acerca hasta el grupo que había creado una especie de barricada, la que contuvo la mayor parte de los daños, haciendo que Alfred se le escape una pequeña risa; no eran tan tontos como él creía después de todo.

Aleja a los que no lo dejaban pasar y se acuclilla al lado de la chica que sollozaba agarrándose el brazo herido. Por suerte para el de lentes, los que se encontraban en el grupo estaban tan choqueados que no pedían explicaciones de lo que sucedía.

 Examinándole el brazo, se quita la chaqueta y rompe un costado de su camisa, para luego hacerle un torniquete.—Lo siento, es lo más que puedo hacer — Le dice a la chica que no paraba de llorar, conteniendo la voz. — Si te quito ahora el clavo, puede que comienzas a sangras más y en estos momentos nadie puede salir. — La chica pareciese no escucharlo, Alfred suspira preocupado por ella, cuando se iba a levantar para irse algo lo detiene.

— Gracias. — Responde mirándolo con la cara empapada de lágrimas que pese a intentar ser retenidas, algunas que otras caían, rebeldes.

Sorprendido por ello, no puede evitar sentirse culpable de su herida. Para empezar ella ni nadie estaría en esa situación si ellos no estuviesen en la escuela. — No tienes nada que agradecerme. — Antes de alejarse del grupo, la chica vuelve a hablar.

— Por favor—  Hipando. — Haz que se vaya.

Alfred se aleja con un asentimiento de cabeza.

 

 

 

“La denotación fue programada. La primera bomba Alfred pudo desactivarla, la segunda no, además de que fue en la parte trasera de la sala. Según lo que dijo Iván las denotaciones tienen tiempos diferentes unas de las otras, eso quiere decir, la cuarta puede que exploté luego de que Alfred desactive la tercera, si es que tienen un orden secuencial, puesto que la segunda bomba explotó momentos después de que la primera fue desactivada…. Ahora lo más importante es, en donde explotará...”

— No lo pienses tanto—  Aconseja el ruso. Romano alza la vista que mantenía enfocada en el piso— Aún no te desases de ese hábito tuyo.

— ¿Hábito?

— Cuando te preocupa algo, te inmiscuyes demasiado en tus pensamientos. Puede que a veces te sirva, pero en esta situación... No puedes hacer nada, te faltan varias incógnitas y el tiempo de cada una es un misterio.

— Cada siete movimientos una explota, ¿no es lo que dijiste?

— Sí, lo dije. Pero eso no implica que luego de que una denote una bomba o sea desactivada, otra explote como lo hizo esta. Puede que no exploten luego de desactivada una,  sino a los dos o tres minutos después o puede que exploten dos juntas. Ni yo mismo se qué tiempo tiene cada una.

Ese comentario resulto de lo más extraño que había oído hasta el momento de parte de Iván. Primero les advierte de las bombas que había y ahora añade que no fue él quien las programó. ¿No se supone que un asesino hace todo el trabajo, más si es por venganza? Tenía un mal presentimiento de todo esto, si Iván no sabía una parte de las cosas, eso quería decir que fue mandado por alguien, que no actuó sólo — Estas diciendo que las programo alguien más…

Ladea la sonrisa— Solamente me las pasaron y me dijeron que debía colocarlas en diferentes partes de la sala y al momento de que comenzáramos a jugar estas se activarían.

Romano aprieta los dientes— ¡¿Por qué aceptarías hacer tal cosa?! — Pregunta impotente. — ¡No solo nosotros podríamos morir sino que tú también!

Sin poder evitarlo, prácticamente le grita en la cara. Al diablo con todo, se sentía realmente furioso y confundido, por no decir menos. Iván nunca fue tan irracional cuando estaba con ellos, no lo recordaba de esa forma. La imagen que aún tenía de él, por mucho que se negara de aceptar que la apreciaba, lo hacía. Cuando eran pequeños, lo envidiaba, sentía que debía trabajar mucho para alcanzar el nivel de su amigo, siempre actuaba de forma en que no se podía equivocar. Por lo mismo entreno el doble, se esforzó el doble en todo, y comenzó a mejorar. Podía resolver problemas académicos de nivel universitario teniendo a penas doce años, sintiéndose listo, finalmente lo retó; un juego de ajedrez. Se sintió inmensamente feliz cuando le ganó por primera vez a Iván, y este le sonrió. Desde entonces, se formo una amistosa rivalidad entre los dos en el ajedrez.

—…Mi vida ya no tiene sentido. — Contesta con voz queda, cortando todos los pensamientos que pasaban por la mente de Romano.

 

 

 

 

Mira hacia los lados buscando nuevamente algo que delatara la posición de alguna de ellas… Y para ser sinceros Iván sabía cómo alterarlos, sabía cómo jugar sucio.

Mientras las buscaba una duda que tenía desde el comienzo luego de la explosión finalmente, asalta su cabeza. Como sabría que bomba estaba desactivando y si esa era la que efectivamente tenía que desactivar o no, hasta aquel momento ha estado buscándolas a ciegas. Si estaban en forma secuencial  algo debería indicar que número de bomba es la que tenía en las manos.

Por lo que sacando la mini bomba que se había guardado en el bolsillo, con movimientos seguros la da vuelta en las manos, examinándola, buscando indicio de algo que le dijese cual de todas era, y ahí estaba. Un pequeño número en blanco, casi imperceptible para el ojo; un pequeño número 1, por lo tanto la que había detonado podía ser cualquiera de las 5 restantes… la única forma de averiguarlo, era encontrándolas.

Notas finales:

Espero que les haya gustado. No olviden dejar comentario, sugerencias. 

Gracias por leer :) Nos vemos.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).