Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La misión por Shiro0

[Reviews - 26]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola y gracias por esperar la actualización~

Bueno en todo este tiempo, me dieron los resultados de los examenes y aunque quede en la carrera que queria no en el lugar que quería :( Y por lo mismo he tenido que estar de allá para acá con papeles y aún no temrmino del todo unos tramites para becas u-u asi que perdonden la demora.

Pasando a otro tema, finalmente estamos entrando al desarrollo de la historia.  Hasta ahora hemos visto parte del pasado de Iván, Alfred y Romano. Tenemos elementos de los cuales aún se desconoce las funciones y ciertas carpetas.

Espero que les guste este capítulo y gracias por todo.

Nos leemos~~

Cap. 24 “Algo no está bien”

 

Una semana después de que nuestros protagonistas se fueran de la escuela, todo seguía su ritmo normal, nadie parecía notar la ausencia de ellos ni tampoco se dejo rastro de su existencia con los cuales ser recordados.

No obstante, Antonio sentía una incómoda sensación de haber olvidado algo, algo importante y por más que trata de recordarlo era inútil. Aunque tampoco podía ignorarlo, por más que hubiese insistido en dejar el asunto y olvidar la extraña sensación, no podía, aquello seguía ahí día y noche como un insistente recordatorio de su olvido.

Al cabo de dos semanas cuando finalmente ya no pudo más con ello, les conto al grupo.

—Argh, me está matando. — Exclama tomándose de la cabeza. — No puedo sacarme la sensación de haber olvidado algo importante.

Entonces el silencio cayó en el grupo y se dirigían miradas entre ellos.

— La verdad yo también me he sentido así durante estas semanas. —Responde Arthur.

— Yo también. — Dice Matthew y uno a uno repite lo mismo.

— Pero qué  será…— Pregunta Feleciano con una expresión de preocupación— Si tan solo pudiera comunicarme con mi hermano y contarle lo que nos pasa, quizás el podría ayudarnos…

Hermano. Aquella palabra hace eco en la mente de todos.

— Es extraño, pero cuando lo mencionas… siento como si… lo conociéramos...

Comenta Antonio.

Nadie hablo más en ese momento, la sensación de incomodidad era casi palpable. Además la campana tampoco les dejo intercambiar más palabras, sin embargo, como si fuese una promesa silenciosa, no volvieron a tocar el tema durante algunas semanas más.

 

Mientras tanto,  en otro lugar, kilómetros lejos.

Un chico de lentes y otro de cabello castaño, terminaban una de las misiones en que se encontraban luego de llegar a la academia.

— Tengo la carpeta— Dice el Italiano acuclillado agarrando algo parecido a un folio. Quien lo acompañaba se voltea. — Entonces vámonos. — Dispara al hombre que agonizaba a sus pies, saltándole unas cuantas gotas de sangre a la cara y ropa ya manchada con dicho liquido.

Romano se levanta, quitándose también unas cuantas gotas de sangre de la mejilla. Su camisa, tenía las mangas parcialmente manchadas. Las pistoleras de hombros cómodamente puestas como si formara parte de su cuerpo y su pantalón oscuro le daba el toque de mafioso que necesitaron para infiltrarse al grupo recientemente muerto.

En cuanto este se para, Alfred se dirige hacia la salida de la oscura y húmeda habitación.

-------------------

— Ya va a ser un mes desde que nos fuimos de la escuela y todo a estado extrañamente tranquilo— Comenta preocupado. —Iván no ha mandado alguna señal de amenaza ni la organización ha hecho movidas.

— Es cierto… sumándole que el jefe aún no nos ha dicho la función que cumple el objeto que le entregamos. Romano pregunta con advertencia implícita— No estarás dudando de él, cierto Alfred?

Este le mira y ladea una sonrisa— Sólo digo lo que ambos pensamos.

—No hables por los dos si no sabes lo que estoy pensando.

— Por favor, te conozco hace tantos años y tan bien que prácticamente puede leerte.

Ahora es el turno de Romano de sonreír— No olvides que hemos pasado el mismo tiempo conociéndonos por lo tanto, también se leerte.

------------------

Al día siguiente.

Suspira cansado al cerrar la puerta tras de sí, apenas divisa su cama se recuesta. Cierra los ojos por pocos segundos,  dándose  fuerzas para seguir.

Dirigiéndose a su escritorio se da cuenta que le faltaban unos formularios de los presupuestos de los clubs.

— Dónde los habré dejado, rayos, necesito revisarlos.

Busca primero por su escritorio, luego por su bolso, en el armario, debajo de su cama.

—Dónde rayos los deje, no soy alguien a quien se le pierden las cosas así como así. — Al girar la cabeza divisa las puntas de un papel escondido tras su escritorio. Al sacarlos una sonrisa se dibuja en su rostro.

— Sí! Sabía que estaban acá. Los pedí ayer, no se me podían haber perdidos. — Deja su celebración al notar que había algo más, parecían unas carpetas. Al momento de sacarlas, nota que están algo sucias quizás llevan ahí más de dos semanas. Extrañado de haber olvidado cosas como esas se levanta con la intención de revisarlas, no obstante, antes de poder si quiera abrir la tapa de dichas carpetas tocan la puerta.

—Si? ¿Quién es? —Deja los papeles sobre el escritorio.

—Bonjour Arthur

— Qué quieres Francis. — Pregunta dándole la espalda para regresar a lo que hacía, dejando la puerta abierta dándole a entender que podía pasar.

— Vine a buscarte ¿no recuerdas la reunión del comité?

— ¿¡Era hoy!?

Sentándose de lo más tranquilo en la cama— Es hoy, es en 5 minutos más. Vine como me pediste que hiciera ¿Estás listo?

— ¿¡Parezco listo!?

— Bien, bien. Mejor vayamos a preparar lo que haya que preparar. —Saliendo de la habitación seguido de un neurótico Arthur

-----------

— Dios ya no doy más. — Murmura contra su almohada. A un lado las carpetas que aún no miraba. — Aún tengo que revisar esto. — Dice cerrando los ojos lentamente hasta quedar dormido.

~~~~~~~~~~~~

La hora del almuerzo había llegado deprisa, al igual que el final de año se acercaba a grandes pasos. Los chicos se encontraban sentados sobre la improvisada manta preparada por kiku, disfrutando de sus almuerzos mientras conversaban de lo que pensaban hacer para las vacaciones.

— Yo espero poder volver a Francia. — Comenta Francis devorando un crosaent

— Kesese Me gustaría recorrer el país probando las distintas cervezas, que dices te gustaría recorrer el país con tu hermano Ludwing. — Pasa un brazo por los hombros de su hermano.

— Cuenta conmigo bruder

— Yo espero cultivar  y luego deleitarme del sabor de los exquisitos tomates que me esperan en casa!! ¿Y ustedes que harán? — Les pregunta al par de asiáticos sentados sospechosamente juntos.

— Visitaré a mi familia en Kyoto— Responde Kiku con una sonrisa.

— Yo primero pasaré a Shanghai a saludar a mis primos y a ver a mi querido panda.

— Yo espero poder ver a mis canguros en Austria— Dice acomodandose los lentes con aire aristocrático.

Los demás lo miran con una ceja levantada y es entonces cuando se dan cuenta de que aún faltaban que hablaran algunos.

— Y ustedes que harán. — pregunta Gilbert

— ve~?, yo mmm iré a casa y trataré de pasar las festividades con Romano ve~

— Creo que haré lo mismo que Veneciano. Intentaré pasar las festividades con mi hermano. — Dice de forma suave y tímida.

— ¿Y tú qué Arthur?. — Pregunta el francés.

— Ah, pues descansaré en mi casa de campo, supongo.

— Pfff que aburrido. — Responde Francis provocando la frustración del Inglés.

— Será mejor que nos vayamos. — Dice parándose. — La campana ya va a sonar.

Cada uno toma sus cosas. Cuando estaban comenzando a seguir al presidente, Matthew detiene a Francis tomándolo de una esquina de su uniforme.

— ¿Qué pasa? — Pregunta por curiosidad, pero al ver la cara del Canadiense la preocupación lo invade. — ¿Te sientes bien? — A lo que este asiente.

— Sí, solo me dio un mareo. Ya pasará. — Pese a que decía aquello su mano temblorosa demostraba lo contrario.

Kiku se voltea al ver que los dos se quedaban atrás.

— ¿Francis- kun Matthew- kun?

Matthew se esconde de la mirada de Kiku ocultándose tras el cuerpo del Francés.

— Eh, adelántense, los alcanzaremos. — Dice en respuesta el de melena. Kiku asiente algo confundido pero los deja de todos modos. Volteándose, lo abraza de forma suave y confortadora. — Si en algún momento del día no te vuelves a sentir bien, solo dímelo. — Susurra. Matthew por otro lado, asiente mientras su cara se colorea de un intenso rojo.

----------------

El día paso con bastante rapidez, cada uno se dispersa en las habitaciones y se dispone a hacer los deberes del día o en otros casos adelantar trabajos. No obstante en una habitación en especial, dos de nuestros personajes hacían de todo, menos los deberes, aunque uno de ellos si quería hacerlos.

—Veneciano ya te dije que es mejor comenzar ahora antes de que se haga más tarde. — Le regaña Ludwing luego de que el Italiano llegara directamente a tumbarse a la cama con la excusa de que se sentía cansado.

— No quiero. — Lloriquea con pucheros. El Alemán cansado de discutirle, suspira resignado y se voltea con la intención de comenzar los suyos, pero una mano lo detiene. — No los hagas.

Frunciendo el ceño, lo mira con expresión reprobatoria. — A diferencia de ti, yo si quiero hacerlos para luego descansar con la mente tranquila y no estar a última hora…— Se detiene al ver la expresión cabizbaja del castaño. — Bien, me quedaré un momento más contigo. — Dice sentándose a su lado.

— Yey!. — Celebra con los ojos brillando de agradecimiento. En eso se lanza al contrario, empujándolo hacia la cama. El rubio avergonzado al máximo, intenta levantarse pero es impedido por el cuerpo de Veneciano encima del suyo. Deteniéndose, acerca su mano a la frente del castaño y la siente herbir.

— Veneciano tienes fiebre. — Le dice preocupado al chico que dormitaba sobre su pecho.  Lo remueve sintiéndose culpable por despertarlo.

— Ve~. — Lo mira con ojos somnolientos.

— Tienes fiebre. — Le vuelve a repetir, lo mueve hacia un costado de la cama mientras se levanta.

— ve~ ¿Te vas? — Pregunta triste al sentir que había incomodado demasiado al Alemán.

— Voy a buscar cosas a la enfermería, quédate aquí, ya vuelvo.

Luego de unos cortos minutos Ludwing vuelve con medicina, trapos, un balde con agua y una jarra. Lo deja todo en una mesa a su alcance para acercase al castaño que despierta al sentirlo llegar. Al hacerlo intenta pararse, sin embargo es el turno del rubio de detenerlo.

Luego de ponerle compresas frías en la frente, darle la medicina y taparlo debidamente se queda unos momentos contemplando la roja cara de Veneciano que lo mira agradecido. Sacando uno de sus brazos, agarre la punta de la manga de Ludwing.

— ¿No quieres acostarte?

— No, estoy bien así.

Percatándose de sí mismo, lo suelta bajando la mirada. — Puedo contagiarte, lo siento…Será mejor que vayas a hacer los deberes. — Le muestra una sonrisa que reflejaba tristeza. — Ya me sentiré mejor, gracias. — Se sorprende al ver que el Alemán se mete en su cama. — ¿Qu-qué haces?

— ¿No es obvio? me estoy acostando.

— Pero podría contagiarte. — Le dice alarmado.

— No te preocupes, no me enfermaré. — Le asegura, acercándolo.

— ¿Estás realmente seguro?

El otro asiente para luego abrazar al más pequeño quien sonríe al sentir los brazos alrededor de su cuerpo.

---------------------------------

A eso de las siete de la mañana. Cierto alemán despierta  envuelto en un cálido aroma, recordando de haberse quedado dormido abrazando a Veneciano. Lo examina comprobando de que estuviera mejor y efectivamente así era. Este aún dormía plácidamente entre sus brazos acurrucándose más a él cuando una brisa de aire pasó entre ellos. Triste de tener que abandonar el confort y calidez de la cama y el italiano, se levanta para comenzar otro día.

Una vez listo, decide dejar durmiendo al Italiano para que se recuperara del todo. Sale de la habitación dirigiéndose al comer para el desayuno, encontrándose ahí al grupo ya reunido.

— Buenos días. — Saluda, sentándose junto a su hermano quien mira hacia sus costados .

—… ¿Dónde está Veneciano?

— Durmiendo. En la tarde pesco un resfriado, creí que sería mejor dejarlo descansar. — Colocando la bandeja frente suyo para comenzar a comer.

— Pero ¿ya se encuentra mejor? — Pregunta Arthur.

Con la cuchara a medio camino de su boca, la baja para contestar. — Sí, le di medicina en la noche. De cualquier modo, le deje una nota  que decía que me avisará si comenzaba a sentirse mal de nuevo.

— Pobre Veneciano, espero que se recupere pronto— Dice Roderich.­

Francis mira al Canadiense que come lentamente, preocupado aún por él. Luego de que pasara lo del patio, volvieron a clases cuando Matthew se sintió mejor, no obstante, ya en los dormitorios parecía volver a encontrarse mal, lo peor era que trataba de no demostrarlo pese a que el rubio le preguntaba cada cinco minutos.

Al terminar el desayuno y de su debido descanso, transitan hacia las correspondientes salas. Antes de llegar a la de cada uno, Francis lo detiene.

— Matthew— Lo llama, haciendo que volteara. El de melena se acerca más a este para tocarle la frente, sintiéndola levemente caliente. — Tienes algo de fiebre— Le dice angustiado. El de lentes se toca la frente y evita mirarlo. — Te dije que me podías decir cuando no te sintieras bien, no? — Matthew asiente, callado. Francis deja caer los hombros. — Si no me tienes suficiente confianza, entiendo, solo… estaba preocupado…Lo siento…­— Sintiéndose incomodo, a punto de retomar el camino para el salón la voz de Matthew lo frena.

— No es eso— Añade — Es solo que… siento que ya has hecho demasiado por mí… siempre terminas cuidándome y yo no he hecho nada por ti…— Termina con voz quebradiza. El Francés lo mira con el corazón hecho un puño. Antes de acercarse se cerciora de que no haya nadie. Se posiciona frente al  de lentes y le besa la frente. Matthew sube la vista avergonzado, cubriendo la zona besada.

—El hecho de que estés a mi lado es suficiente para mí— Le acaricia la mejilla. — No tienes porqué sentirte así. Si te dije que me digieras cuando te sintieras mal es porque te quiero sano.

— ¿Te… Te quiero? — Es lo único que hacía eco en la mente de Matthew.

— Sano— Completa el contrario, que ríe entendiendo que el rubio no quería decirlo en voz alta. — Vamos, te acompaño a la enfermería.

Despertando del transe— Ah… pero las clases

— Eso puede esperar— Empujándolo para que caminará.

-------------------

En el descanso es el turno de Arthur de preguntar.

— ¿Y Matthew?

Francis lo mira como felicitándolo por aprenderse finalmente el nombre, pero en vez de decirlo,dice. — En la enfermería. Si no fuera porque la enfermera me echo, me hubiese quedado.

— ¿Eh? ¿También está resfriado? — Pregunta Antonio. Francis asiente. — Espero que no sea nada grave, primero Veneciano ahora Matthew?

— ¿Quizás sea una influenza?

— Uhm, debemos tener cuidado

Alejándose un poco del grupo, el alemán avisa. — Iré a ver como sigue Veneciano.

— Te acompaño. — Lo sigue el Inglés. — Es mi deber también ver como sigue.

Juntos llegan hasta a habitación que comparten veneciano con Ludwing, antes de abrir tocan para avisar que están entrando. Cuando abren, ven que la cama en la que debería estar el Italiano esta vacía. Extrañados regresan con el grupo.

— ¿Cómo se encuentra Veneciano-kun?

— ¿No lo han visto pasar por aquí? — pregunta Ludwing.

— ¿Cómo? — Pregunta kiku en respuesta.

— Mmmm, mejor iré a ver si ya se encuentra mejor Matthew. — Anuncia el Francés.

— Te acompaño. — Dice Arthur teniendo un mal presentimiento.

— También yo— Dice Kiku, y así le sigue el grupo.

Extrañado— Eh… está bien. Me alegra saber que quieran saber como se encuentra...

Juntos se dirigen hacia la enfermería, pero poco antes de llegar siente un escalofrió recorrer sus espaldas. Cuando abren la puerta, ven la cama vacía. Francis se dirige a la enfermera.

— Disculpe, ¿y el chico que estaba acá?. — Apuntando la cama vacía.

— Eh? Qué extraño, jure haberlo visto antes de salir.

— ¿Usted abandono la enfermería? — Interviene Arthur

— Eh, sí. Fui a buscar un café. Al volver la cortina estaba corrida así que supuse que el chico quería algo de privacidad.

— ¿Y no corrió las persianas para asegurarse de que estuviera bien?

— Pues le pregunte como seguía y me respondió que mejor. Que raro que no me haya dado cuenta cuando se fue.

Al dejar la enfermería, se miran algo preocupados.

— ¿Se habrán juntado… quizás? — Pregunta Gilbert cuando el timbre suena.

— busquémoslos en el siguiente receso. — Propone Kiku a lo que todos asienten. Se separan para ir a sus salones, quedando Francis, Ludwing y Arhtur juntos. Poco antes de entrar Francis se detiene. — Ustedes entren yo me quedare buscándolos

— Me quedo contigo. — Dice automáticamente Ludwing. — Estaba pensando en pedir permiso para salir a una diligencia en medio de clases, pero mientras antes se empiece mejor.

— Están proponiendo saltarse la clase frente al presidente del comité estudiantil?

—… Imponenos el castigo que encuentres conveniente, pero iremos a buscar a los chicos. — Responde decidido el francés, ludwind asiente.

Suspira dejándose arrastrar. — Bien, iré con ustedes, así tendrán una excusa.

— ¿En serio?— Dice el alemán asombrado.

 Arthur asiente. — Claro, además también son mis compañeros y de alguna forma han llegado a convertirse en… mis… amigos. — Lo dice avergonzado. Provocando la risa del francés.

— Seguro, todos somos amigos ahora. Entonces, en marcha.

Luego de volver a revisar las habitaciones y buscar por los alrededores dando resultados nulos, deciden buscar por los salones vacios. Llegando hasta el salón de astronomía. Antes de entrar vuelven a sentir un escalofrió.

— Hola. — Dice una voz fría. — Tanto tiempo ¿Cómo han estado?

Lo miran con cierta reticencia. — ¿Nos conoces? — Pregunta Arthur

— Claro dah, es solo que no se acuerdan

— Si no nos acordamos como podemos estar seguros que nos conoces. — Pregunta Francis.

— Oh pronto lo harán. En fin, ¿no estaban buscando a alguien?. — Dice  bajando de la mesa en la cual estaba sentado.

— ¿Acaso…?— Deja la frase sin querer terminarla por miedo a la respuesta.

— ¿Acaso… me los lleve? — Sonríe. — ¿Eso ibas a preguntar?

No se atreven a contestar, ni tampoco a moverse. Es como si la sola presencia de esa persona los imposibilitara de cualquier acción.

— Pues sí. — Dice como si fuese lo más normal del mundo.

shockeados por la respuesta tan casual del chico, sienten que están ante alguien peligroso.

— Pe- pero que crees que hiciste. — Alterado Francis exclama. — ¿Qué no estás consciente de lo que hiciste es secuestro?

La sonrisa se le borra, remplazándola por una expresión de fastidio. — No eres divertido.

—… ¿Don-donde están? — Es el turno de Ludwing de preguntar

Inocentemente les dice — ¿Y para qué quieren saber? si no podrán hacer nada aunque lo sepan. — Añade— Pero si de verdad  los quieren de vuelta…

Apunta a Arthur. — Léelas. — dice trayendo la sonrisa de vuelta a su rostro. — Y lo más importante de todo. Recuerden.

Notas finales:

Gracias por leer y por los mensajes. De verdad que gracias. También por las largas esperas para la actualización.

Espero que les haya gustado. Nos leemos en la proxima :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).