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La misión por Shiro0

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Notas del capitulo:

Hola~ 

Espero que esten bien y disfrutando de las mañanas xD jahaha a estás fechas ya  estan de vuelta en clases, no? Si es así, entonces es válido lo que dije de disfrutar las mañanas ahaha

Yo también dentro de poco entraré a clases así que intentaré dejar adelantado un poco de los cap futuros.

Gracias por todo su apoyo y por leer :)

Disfruten ~~

Cap.25 "Desaparecidos"

 

Presurosos entraron a la habitación. El Inglés saca las carpetas que había guardado dentro de su escritorio intentando controlar el temblor en sus manos mientras los otros dos lo rodeaban para ver el contenido.

— ¿Qué es esto? — Dice Francis con deje de incredulidad.  Ambos chicos que veían los documentos con igual perplejidad, niegan con un movimiento de cabeza.

El Británico esparce los papeles sobre su escritorio para verlos con mayor detalle, a la vez que el grupo sentía una punzada en las sienes.

~~~~~~~~~

Sentado cómodamente en uno de los sillones, lee con parsimonia uno de los libros de sicología que contenía el estante del salón cuando percibe una sombra pasar por frente suyo. Baja un poco el texto que leí para observar a la persona que había pasado a sentarse cerca suyo.

— Solo vine a distraerme, no me tomes en cuenta— Dice una chica de cabello castaño y ojos verdes. Tomando un libro de filosofía al lado suyo.

Luego de unos minutos en silencio es el mismo Romano quien rompe la calma. — Hace cuánto llegaste—  Le pregunta con su típico tono de poco interés. La chica sonríe de lado, bajando el libro.

— ¿Estabas preocupado por mi Romano?

Enarca una ceja, mostrando una sonrisa socarrona— Ya quisieras que me preocupara por ti, no?

—Ja! — Roda los ojos— Esta mañana... Hacer torturas, que te rueguen, hacer sangrar y matar, es algo aburrido y a veces toma tiempo. — Mueve las páginas del texto que tenía en las manos. — Y tú… hace cuánto llegaste? — Lo mira cautelosa, sabía que estaba en una misión complicada y habían personas que los conocían.

— Hace como un mes ya.

— ¿Todo bien?

—… Algo así, a veces no sale como uno esper-

Es interrumpido por una lánguida voz.

— Elizabeta

La chica fija su vista en la persona que le acababa de llamar. — Heracles. Hola. — Dice, dejando el libro sobre la mesita.

El chico camina un poco hacia el centro de la sala. Al ver al Italiano, hace un movimiento de cabeza en forma de saludo.

— Buenas Romano

— Hola Heracles

El Griego que tenía un gato entre sus brazos y dos más rodeándolo, finalmente acorta lo que le quedaba de distancia. Sin embargo, en vez de decir algo se quedo mirando a través de la ventana hacia la nada, acariciando el gato.

— Eh… Pasó algo Heracles?

Desvía su mirada hacia la chica que acababa de preguntar, confundida. Parpadea de forma perezosa. Su cara parece deslumbrar al recordar del por qué había ido hasta ahí.

—… El jefe te quiere ver.

— Oh, gracias— Dice parándose.

— ¿No fuiste a verlo al llegar? — Pregunta Romano.

— Sí, pero estaba algo ocupado así que supongo que quiere mi informe ahora. Bueno, nos vemos luego. — Yéndose con su imponente presencia. A los pocos momentos después el griego también comenzó a dirigirse a la puerta.

— Nos vemos Romano, iré al jardín a estar con los gatos— Pregunta deteniéndose en la puerta. — ¿Quieres ir?

— Gracias pero no. — Entonces le ve irse. Heracles era un chico que conocía  hace tiempo de cabello marrón oscuro, que por extraño que pareciera tenía un rulo dividido en dos que sobresale de su cabeza, ojos verdes y daba la sensación de estar siempre adormilado y de ser despreocupado, pero aquello era solo apariencia. Y Romano bien lo sabía.

      >> Al igual que la chica que minutos antes estaba con él. Elizabeta es una de las chicas que conoció en la base, de cabello castaño claro, largo y ondulado y al igual que Heracles ojos de color verde.  Podría parecer alguien frágil y delicada pero era una bestia en el momento de la acción. La conocía de pequeña, y desde que la conoció fue ruda, aunque con ellos era más accesible. De igual forma y aunque no lo admitiera en voz alta la quería como una hermana. <<

El italiano deja su propia lectura de lado y va hacia la zona de tiro; donde se encontraba practicando Alfred. Llega en el momento justo cuando el norte americano comienza a disparar; atinando todas las balas al centro del objetivo. Bufando, se pone los audífonos que estaban a disposición, toma una pistola y aleja el objetivo comenzando a dispararle al instante dando todo en el centro. Alfred al percatarse de ello, mira al responsable sacándose los audífonos en el proceso. Acto que hace también romano.

— ¿Ya viste a los demás? — Pregunta el rubio en vez de saludar.

— Sólo a Elizabeta y Heracles. — Dejando las cosas encima del mesón. — ¿Tú?

— También, además de Tim. — Le dice mientras camina hacia la salida. Recoge una toalla de uno de los estantes y mira a su compañero. — ¿Pasó algo?

— Nada de lo que deba interesarte…

— Uhm, ya…— Se seca el cuello como distrayéndose. Deteniéndose en uno de los salones. — ¿No tienes un mal presentimiento?

— ¿Con respecto a qué? — Lo mira apoyándose en la mesa que daba a una ventana.

— No lo sé… a todo, quizás?

Romano, enarca una ceja como preguntándole si se sentía bien, pero a los segundos suspira resignado. — Sí, pero no sé con exactitud a qué.

~~~~~~~~~

— Ya los busqué en internet y no hay información de ellos. — Ludwing quien había estado buscando datos sobre los chicos en las carpetas. Se había sorprendido al no encontrar ni sombra de ellos en la web o en la base de datos de algún gobierno. El rubio que sabía manejar mejor las computadoras que la mayoría del alumnado y que alguno del grupo presente se había ofrecido a buscar información.

— No creo que lo haya habido desde un principio. Solo esto— Sacando la fotografía del orfanato.

— También la busque y no hay mucho. Solo cuando fue inaugurada, lo magnifica que fue y su clausura por extrañas razones que no mencionan. — Sintetizando lo que aparecía en la pantalla.

— ¿Ya vieron lo que dice aquí? — Interrumpe Francis. — Dice que son… peligrosos... — Añadiendo. — Lo que no entiendo es porque hay dos informes, pero en uno hay información más horripilante.

— Quizás es información secreta — Inquiere el Inglés— O quizás esto es una broma de ese chico. — Dice parándose finalmente. Habían trasladado los documentos a su cama para que el Alemán pudiese utilizar la computadora en la mesa. — ¿Alguien que dice conocernos pero nosotros no a él?

— No lo sentiste un poco, ya sabes, ¿amenazante? — Dice Francis

Los chicos se quedan en silencio dando a entender que no fue la imaginación de ellos.

— Fue algo, perturbador. Nunca había sentido a una persona así—Apunto el Alemán.

— Ahora que hemos leído los archivos… se supone que estos chicos estuvieron con nosotros, pero, no los recuerdo. — Dice sobándose las sienes.

— ¿Te duele la cabeza? — Pregunta Arthur al Francés quien asiente.

— La verdad a mi también un poco, luego de ver las imágenes en las carpetas un pequeño dolor apareció.

— Así que estamos todos en las mismas condiciones— Inquiere el Alemán

— ¿También tú?

Antes de que el chico pudiese responder, se escucha un golpe en la puerta. Como acto de reflejo se ponen tensos, tragando fuerte. Ludwing es quien se para y abre, encontrándose con Antonio.

— ¿Qué haces aquí Antonio? — Es Francis quien pregunta

— ¿Que qué hago? Pues ya es el segundo receso y ustedes no aparecían, les dije a los muchachos que vendría a buscarlos. Lo último que nos falta es que ustedes también desaparezcan — Responde con el entrecejo fruncido.

— ¡¿Tan rápido se nos ha ido el tiempo?!

 — entonces, ¿vamos? Tenemos trabajo que hacer

Los tres en la habitación se miran, decidiendo si decirle de los documentos o no.

— ¿Qué? ¿Qué pasa? — Cuando se da cuenta que los tres ni se movieron de sus lugares.

— La verdad— Empieza Francis.

— Hemos descubierto algo— Continúa Arthur

………….

— ¿Qué es todo esto? — Al ver el desorden de la habitación. Francis se levanta y le acerca una carpeta. — Romano…

Desconcertados — ¿Cómo? — Dándose cuenta de lo que había dicho, los mira negando. — Yo no, sé. — Tomando la carpeta entre las manos. — Fue algo automático…

— ¿No leíste el nombre? — Le pregunta Arthur intrigado. Antonio niega.

— Vi la imagen y el nombre salió solo… Auch. — Sobándose la cabeza.

Los chicos se miran entre sí cuando Antonio comienza a leer la información. Al terminar los mira con una expresión de confusión.

— Esperen, ¿se supone que ellos estuvieron aquí? — A lo que los demás asientes, Antonio se apoya contra la puerta y piensa un momento. — Ahora que recuerdo. — Los mira. — vi al chico, Romano, en el pasillo…

¡¿Cómo?! ¡¿En estos pasillos?! — Antonio asiente.

— Pregunto si me sentía bien, no sé por qué… Pero lo que más me llamo la atención fue cuando creyó que estaba bromeando cuando le pregunte quien era y si nos conocíamos…

La atmosfera en la habitación queda pesada.

~~~~~~~~~

Mientras cuatro de los del grupo estaban en la habitación hablando de los archivos, el resto se encontraba en el patio buscando señales de Matthew y Veneciano, hasta el momento le habían preguntado a unas cuantas personas, pero sin suerte.

— Quizás debamos reunirnos con los demás— Sugiere Austria, que se arregla los lentes. — no estamos sacando nada así.

— Tal vez, pero dijimos que íbamos a esperar a que Antonio los fuera a buscar. — Repone Gilbert.

— Eso fue hace minutos y aún no vuelve. — Le responde el de lentes con el entrecejo fruncido. Antes de que el Prusiano pudiese contestar Kiku propone.

— ¿Qué tal si buscamos un poco más y luego vamos a buscarlos en grupo?

Yao asiente con una sonrisa ante la idea de su congénere.

— Entonces, está decidido. Sigamos buscando-aru.

~~~~~~~~~

Camina por uno de los pasillos más helados que tenía el edificio; al ser subterráneo era imposible que la luz del sol entrara de alguna forma, y por el mismo motivo era el más evitado por la mayoría del personal, pero no por él.

Contento, tararea una melodía mientras se dirige a una puerta. Al abrirla, mira a la persona que sigue durmiendo sobre el colchón del suelo, cortesía de Iván. Luego de cerrar la puerta para impedir que el gélido aire entre a la habitación se acerca al chico.

Sonriéndole, se acuclilla. — Bienvenido. — Lo toma del mentón y le voltea la cara. — Eres tan parecido a tu hermano. — Dice soltándolo para pararse.

Se aleja de su lado para subir un poco la temperatura de la habitación con el calentador que había en las habitaciones.

— No me sirves muerto. — Dice antes de salir.

…………..

Abre los ojos desorientado, dándose cuenta que ve todo borroso, asustado mira hacia los lados y entonces se toca la cabeza percatándose de sus lentes. Tras colocárselos debidamente, mira con más atención la habitación.

— Esto no es la enfermería…

Al pararse siente un repentino mareo que lo hace sostenerse de la pared para evitar estrellarse contra el piso. Como puede llega hasta la puerta, pero cuando intenta abrirla, nota que está cerrada por fuera. No quedándole otra opción que revisar la habitación, sin embargo antes de ponerse a indagar, se toma un momento para calmar el mareo y las nauseas. Mientras pasaban los minutos sentía como el mareo iba disminuyendo hasta que finalmente se sintió lo suficientemente bien como para poder moverse con libertad por el lugar.

— Dónde estoy— Se pregunta luego de no encontrar nada que le dijera que era ese lugar.

Procede a tocar las paredes pero todo está firme, no hay espacios, no hay ventanas tampoco, no había nada. Excepto la escasa decoración; un colchón en el que había despertado, el calefactor y una mesa metálica en una esquina que no se veía ocupada.

Asustado y sin más que hacer, se sienta en el colchón e intenta calmarse, acercándose las rodillas al pecho. Al parecer no había nadie, ya que había gritado por ayuda y nadie había aparecido, tampoco sabía dónde estaba y eso le aterraba aún más. Unas pequeñas lágrimas se asomaron por las comisuras de sus ojos, pero Matthew impedía que se deslizaran intentando pensar en otras cosas, como en la tranquilidad del patio de la escuela, lo divertido que era estar con los chicos y lo seguro que se sentía estando con Francis. Aprieta los labios, al ver que un hipido casi se les escapa. Es entonces, cuando escucha una voz amortiguada por las paredes.

“Alguien me escucha” gritaba la voz “¿Hay alguien ahí?” “Por favor.” Presuroso se levanta y toca la pared frente a él con la mano como si estuviese tratando de encontrar a la persona.

— AQUÍ. — Grita de vuelta, golpea la pared de cemento repetidas veces sin importarle estar hiriéndose la mano. — ¡AQUÍ! — Estuvo un rato así hasta que comenzó a creer que la otra persona solo había sido una ilusión que comenzó detenerse, pero entonces escucha como gritan.

— ¿Puedes escucharme?

— Sí— Responde de inmediato con las energías renovadas. — ¿Sabes dónde estamos?

No se escucho nada por unos segundos. — No! — Matthew estaba seguro que la otra persona estaba haciendo un gesto con la cabeza hasta que se dio cuenta que él no podía verlo. — Solo desperté acá.

—Igual que yo…— Murmura para sí.

Escucha a la otra persona. — ¿Cómo te llamas?

Vacilante, le dice. — Matthew

Y otro nada se hizo presente para el canadiense, hasta que.

— ¿Matthew? Soy yo. Veneciano. — Se escucha con un deje de alegría.

Matthew no cabía en la incredulidad pero en cierta forma estaba feliz de saber que no estaba solo en un lugar desconocido.

— Veneciano ¿Cómo acabaste acá? — Grita para el otro lado.

— Recuerdo estar en la escuela, en cama y luego nada.

— Yo en la enfermería y luego nada

—… Por qué estaremos acá. — Le pregunta Veneciano, cuando iba a contestar escucha el seguro de su puerta abrirse. Asustado, mira hacia la entrada y por ella ve entrar a un chico de cabello gris.

— ¿Se están divirtiendo? — Pregunta Iván con una sonrisa. Al igual que lo hizo con Veneciano, cierra la puerta tras si para que no entrara el aire frio.

El canadiense, retrocede topándose enseguida con la pared tras suyo. Siente su boca secarse repentinamente, aún así intenta hablar con la mayor claridad.

— Dón-dónde estamos

Se da cuenta que está temblando cuando el Ruso se acerca un poco hacia él, pero se detiene a la mitad, sonriéndole.

— Están en mi escondite.

Aprieta los puños intentando evitar que se notara el temblor. — Y dónde… es eso. — Entonces siente sus piernas temblar.

Iván ríe de forma grácil. — No tienes por qué saberlo. Solo tienes que saber que estarás acá por un tiempo. — Dándose la vuelta. — Ah y por cierto, bienvenido. — Dice cerrando tras de sí, al mismo tiempo que las piernas de Matthew se resisten en sostenerlo un minuto más, cayendo al suelo. Aún temblando, se lleva las rodillas al pecho y finalmente deja salir el llanto que antes había reprimido, sintiendo como en todo ese rato Veneciano lo llamaba.

~~~~~~~~~

— ¿Deberíamos decirle al resto de lo que sabemos? — Pregunta Antonio, sabiendo que los demás esperaban que él llegará con los chicos.

— Esto es algo más complicado que llegar y decirles. — Repone Ludwing. Francis asiente.

Arthur quien estaba concentrado mirando el informe de Alfred, de la nada parpadea y se da cuenta que está en la biblioteca, no obstante, esta biblioteca está destrozada y creía escuchar el llanto de personas no muy lejos.

— Arthur…! — Escucha de forma amortiguada como alguien dice su nombre, cree conocerlo pero no puede recordar quién es.

— Arthur!

 Vuelve a parpadear y está de nuevo en la habitación con Francis, Antonio y Ludwing mirándolo.

— Qué…

— ¿Estás con nosotros o no? — Le reprende el de melena. — Estamos diciendo que es mejor que por el momento solo nosotros mantengamos esta información.

— Sí, estoy de acuerdo. Mientras menos de esto mejor… Espero…

~~~~~~~~~

Ya más calmado, Matthew le habla a Veneciano que hacia un rato había dejado de gritar.

— Veneciano

A los pocos segundos escucha.

— Matthew. Creí… que te había perdido. — Cree escuchar la voz del italiano temblar como si estuviese llorando.

Secándose el rastro de lágrimas. — Lo siento, me sentí mal.

— ¿Cómo estás ahora? — Sonaba preocupado.

— Me siento mejor, gracias. — Respira profundo, dándose fuerzas. — Escucha! Estamos en una especie de escondite…

— ¿Escondite? ¿Con qué propósito?

— No lo sé. — Niega pese a saber que el otro no lo ve. — Y… Estaremos aquí durante un tiempo…— Apoya la frente en la pared, se sentía mal estar dando tan malas noticias. Le daba la sensación de estar anunciando una muerte.

En la otra habitación Veneciano se tapa la boca intentando evitar que los sollozos sigan saliendo, pero le tiembla todo. Se deja caer sobre el colchón cerca de él.

…..

Iván que escuchaba la conversación que mantenían los dos, se encontraba apoyado contra la pared que daba frente a las habitaciones, mientras le sacaba los pétalos a un girasol “Vendrán” sacaba un pétalo “No vendrán” otro pétalo, hasta que ya no hubo más interacción de los muchachos con una sonrisa mira ambas puertas.

— Vendrán. — Dice tirando el girasol que aún tenía pétalos intactos.

~~~~~~~~~

A mitad del entrenamiento Alfred y Romano son mandado a llamar. Antes de partir, le hacen un gesto de cabeza a sus contrincantes ( Elizabeta y Heracles, respectivamente) dándoles a entender que terminarían cuando volvieran.

Tocan la puerta.

— Adelante. — Les dice la conocida voz.

Al entrar cierran con cuidado de no perturbar el ambiente de silencio que siempre mantenía la oficina. Este al ver que los dos chicos estaban dentro, les mira con seriedad.

— Muchachos, acérquense por favor. — Hace un gesto con la mano frente a su escritorio a lo que ellos acatan. — Los mande a llamar por una simple razón. — Dice juntando las manos sobre la mesa, como si le pesara lo que fuese a decir. — Hubo una actividad inusual en la escuela.

Él mira a los chicos que solo habían fruncido el seño no entendiendo del todo.

— Hemos estado vigilando el instituto desde que se fueron, en caso contrario este hubiese quedado muy indefenso pero, pese a nuestra vigilancia han desaparecido dos alumnos.

— Disculpe, pero ¿desaparecer?

— Más bien, secuestrados. — Deja un espacio para que lo procesen. — Y quienes han sido secuestrados son… sus hermanos.

Ambos sienten que por unos momentos el tiempo se congela.

— Cómo. — Dice Alfred cuando por fin se siente capaz de hablar.

— Sabe quien fue. — Habla Romano antes de que ÉL pudiese comentar algo. Dándose cuenta de su asalto, contrariado recobra la compostura. — Perdóneme.

Asintiendo con seriedad continúa. — Esto ha sucedido hace algunas horas. Nuestros agentes pusieron manos a la obra y comenzaron la búsqueda primero en el edificio, fue entonces que se encontraron con Iván.

— Iván…— Susurran con aplomo.

— Este les dijo que los tenía con él en su base.

— ¿La base de Iván?

— Como ya saben Iván nos dejo para irse a otra agencia y al parecer es ahí donde los tiene, aún no sabemos con certeza si los a herido o solo los tiene como prisioneros. Lo importante que es deben sacarlos de ahí.

Ambos asienten con firmeza. Entonces gira la silla para quedar frente al gran ventanal que tenia a su espalda, antes que los chicos se marcharan vuelve a hablar.

— Y espero que sepan que tienen que hacer luego.

Se detienen a escasos pasos de la salida.

— Borrar sus recuerdos.

 — Así es.

Ya en el pasillo, ambos caminan con gran velocidad a la sala de armas.

— Voy a matar de una vez por todas a Iván. — Anuncia con cólera.

— No si yo lo mato primero. — Ataja el norte americano 

Notas finales:

Gracias por leer :) Nos vemos en la próxima.


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