6. Atisbo de emociones (Francia x Canada)
Suspira aburrido— Pero que es esto, no hay ninguna linda fille con quien coquetear— Dice jugando con la rosa en su mano.
Camina por el patio de la escuela no muy lejos de donde había dejado al par hablando, en aquella sala la atmosfera se sentía muy rara para él era como si ambos estuvieran en una pelea de pareja y el fuera un espectador a punto de ver la reconciliación. Así que decidido en abandonar la escena antes de que todo aquello pasara, sale por la ventana. A medida que avanza y ver que al rededor no hay nadie con quien poder coquetear, se acuesta en el césped decidido a darse una pequeña siesta no muy de su estilo, pero lo mejor al ver que no haber nada más que hacer. Pasados unos minutos siente unas pisadas cerca suyo, se sienta rápidamente y se sorprende al encontrarse con el chico de la mañana.
— ¡Oh! Perdona no sabía que ya estaba ocupado— Dice retrocediendo para marcharse.
Francis lo detiene— No, no. — Le dice al chico— No te preocupes, por favor siéntete libre de sentarte— Le da una sonrisa simpática
El chico asiente agradecido— Gracias— Con voz suave.
Y entonces el silencio se instala entre los dos, aunque eso pareciese no molestarle al recién llegado quien abrazaba a su oso como si fuera lo más importante en el mundo. Francis lo mira de soslayo un par de veces antes de empezar una conversación, preguntándose como un hombre podía tener rasgos tan finos como para ser confundido por una mujer.
—Tú eres Matthew, ¿cierto? el hermano de Alfred.
— Ah, sí— Lo mira sorprendido y solo se da cuenta de que lo mira así, cuando Francis enarca una ceja en forma de pregunta— Disculpa, es solo que me sorprendiste— Mira hacia el pasto frente suyo— Normalmente las personas no se acordarían de que me vieron.
El Francés lo mira y no le extrañaba que las personas olvidaran que habían visto al muchacho o no se dieran cuenta de su presencia, si hasta él casi no se acuerda de que era el hermano del nuevo, solo lo recordó por su hermosa apariencia de femme. En respuesta solo ríe.
— Dime Matthew hace cuánto estas en la escuela, no recuerdo haberte visto antes por acá.
— Desde hace cuatro años— Dice abrazando más fuerte al oso.
— ¡Eck!— Exclama alarmado "Rayos, creó que acabo de meter la pata"
— Pero es normal que no me hayas visto. — Lo mira como si tratara de calmarlo— Suelo pasar en el salón o en lugares que no hayan muchas personas...
— Pero petite oiseau, ¿para qué haces eso? ¿Piensas pasar toda tu vida escondiéndote de los demás?
— Es solo que de esa forma no me siento tan inexistente...— Gira su rostro.
Francis se calla ante la inesperada respuesta.
— De esa forma siento que fue mi decisión el apartarme de las personas y hacer que me ignoren...No que las personas me ignoren o se aparten de mi por ellas mismas— Deja salir las palabras en susurros.
— Ah yo no ehh...— raga saliva ante la complicada situación— Mejor cuéntame cómo es Alfred, como es tu hermano contigo. De seguro debe haber sido difícil soportar todos estos años de vivir con él— Ríe incómodo.
Matthew levanta la cabeza solo para enterrarla en el pelaje del animal en brazos.
—... No lo sé...—Dice en respuesta.
— ¿No lo sabes? Pero son hermanos, ¿cierto?
Asiente— Alfred siempre ha sido un muy querido hermano mayor para mí— Ríe bajito— Recuerdo que desde que éramos pequeños ha sido igual de sobreprotector como lo fue hoy...Extrañaba eso— Murmura más para sí mismo, pero él otro alcanza a escuchar aquel comentario.
— ¿Extrañabas?— Lo mira sin entender todavía— ¿Paso algo entre ustedes?
Matthew da un pequeño saltito al escuchar la pregunta, no puede creer que haya escuchado su comentario. Pero la sorpresa es rápidamente reemplazada por una expresión de tristeza, nostalgia y culpa.
—... Por mi culpa tuvo que dejar nuestro hogar...— Se calla por unos momentos con la cabeza aún enterrada en el pelaje del animal.
A la vista de Francis era como si Matthew estuviera tratando de hacerse más pequeño, como si quisiera desaparecer. El francés lo mira con compasión queriendo decir algo, pero siente que estaría presionándolo.
— Cuando era pequeño era muy enfermizo y Alfred era quien cuidaba de mí. Él no se enojaba ni reclamaba por tener que quedarse atado conmigo en casa...Nuestros padres nunca estaban por lo que Alfred se hacía cargo de la mayoría de las cosas...—Triste— Aunque no teníamos mucho y las medicinas que tenía que tomar eran muy caras, él las conseguía de alguna forma, aunque siempre llegaba todo rasmillado y con heridas, nunca se quejaba— Se escucha su voz temblorosa— Las cosas no mejoraban cuando nuestros padres aparecían. Nuestro padre llegaba ebrio y nos hacía a un lado por una botella de licor. Nuestra madre no era mucho mejor, llegaba a altas horas de la noche apestando a tabaco y cuando llegaba se iba directo a la cama y en eso la perseguía nuestro padre y...— Aprieta los puños en torno al animal— Al poco tiempo nuestra madre se fue, nos abandono. Nuestro padre llegaba cada vez menos a la casa hasta que un día dejo de llegar...
Francis escuchaba en silencio mientras imágenes mentales se formaban en su cabeza y no podía evitar sentir impotencia por los pequeños hermanos desamparados. Entonces escucha leves sollozos a su lado tratando de ser amortiguados por la propia mano de Matthew. Al ver esto siente un fuerte dolor en el pecho.
— Perdona— Dice Matthew levantando la cabeza mientras se limpiaba las lágrimas de los ojos— No debe ser agradable que prácticamente un extraño te cuente algo así...Perdóname— Ríe para evitar llorar otra vez.
Francis siente el impulso de abrazarlo, de decirle que no se preocupara por esos detalles, que todo iba a estar bien desde ahora en adelante. En aquel momento aquel chico a su lado parecía tan frágil, tan pequeño. Como si se fuera a romper con tan solo una pequeña sacudida del viento. Quería protegerlo, cuidarlo entre sus brazos. Se acerca lentamente al Canadiense con la intención de abrazarlo y darle conforte, pero sin previo aviso lo único que siente es un fuerte dolor en su mejilla derecha. Pestañea un par de veces y se da cuenta que esta sobre el pasto con la mirada hacia el cielo, cuando escucha una furiosa voz a su lado.
— ¡Que le hiciste!—Exige Alfred subiéndose en Francis— ¡Que fue lo que le hiciste a Matthew!
Es ahí cuando el francés se da cuenta que el mencionado trataba de secar inútilmente las lágrimas que corrían por sus mejillas, mientras le daba a su hermano una excusa por su llanto.
— Alfred, no es nada. Solo me callo una basura en el ojo y me dolió. No es nada— Se limpiaba las lágrimas—Él solo me estaba ayudando a sacar la basura.
— Dime qué fue lo que en verdad le hiciste— Dice con voz penetrante— Habla ahora o te mato a golpes. — Dirigiéndose a Francis.
La fría mirada de Alfred decía que él no bromeaba con lo de matar, que no tenía miedo a quitar una vida. Sin despegar la vista del Estado Unidense, ve por el rabillo del ojo como Arthur llega jadeante a la escena y mira sin poder creer lo que ve.
— Vamos habla, no tengo mucha paciencia.
— Y-yo—Dice tratando de formular alguna palabra, pero nada quiere salir de su boca, no al ver la expresión del otro.
— ¿¡Qué crees que estás haciendo Alfred?!
Era Romano, quien tiraba de su amigo y para sorpresa de todos levantándolo del Francés en el suelo. En eso Arthur aprovecha para acercarse a Francis, examinándolo por si tenía alguna herida.
—Auch— Exclama de dolor.
— I'm sorry, pero tienes el labio partido— Le dice apartando su mano de la herida recién hecha.
Francis no puede quitar los ojos de los azules del otro, trata pero no puede. Ve como Romano de espaldas a los demás, le susurra algo al oído del Norteamericano que parece reaccionar ante lo dicho y su furia es visiblemente disminuida.
— Ahora discúlpate— Mando el castaño.
Suspira botando todo el aire y acto seguido toma una nueva bocanada— Lo siento.
— ¿A eso llamas disculpas?— Interrumpe nuevamente el castaño— Agarrando la cabeza de Alfred se inclinan ambos— Perdónalo, por favor Francis y a mí también.
Nadie del grupo podía entender porque el italiano pedía perdón junto al de lentes.
— ¿Por qué estas pidiendo perdón Romano?— Pregunta el recién llegado Español junto a su amigo en el suelo.
— Por favor Francis, perdón— Se inclinan un poco más ignorando el comentario de Antonio — Tú también pide perdón— Le susurra feroz al de lentes a su lado.
— Perdóname Francis— Dice a regañadientes.
A lo que el aludido solo asiente— Si, si claro. Solo querías proteger a tú hermano, aunque no sé de qué pero...
Y dicho eso ambos inclinados se van del lugar, dejando al resto anonadados ante tales acciones. Mientras ellos se alejaban, una sombra a lo lejos los miraba con atención.