-¡RyeoWook!- la voz de Teukie hyung llega amortiguada a mis oídos.
-¿Dónde estás, hyung?
-¡… cocina …!
Aún recostado en el suelo de mi habitación, ruedo como una croqueta hasta chocar con la puerta. Me levanto con pereza y me dirijo hacia la cocina, cuya puerta está cerrada. La abro, esperándome lo peor: Teukie hyung es capaz de incendiar la casa…
Pero mis sospechas son falsas e infundadas, y cuando entro, sólo veo al líder de Super Junior con la cara pálida y algo ojeroso.
-Hyung… ¿Estás bien?
-Wookie, yo… Lo siento.
Me intranquilizo, porque ver así a mi compañero es muy difícil. Él lo sabe todo sobre mí; él junto a SungMin son los únicos que están enterados de mi amor hacia YeSung.
-El manager…- comienza. Su voz tiembla.- Quiere que ensayemos las coreografías para este concierto y… que hagamos mucho fanservice.
El aire me falta: no puedo respirar, no entra en mis pulmones. LeeTeuk sabe que he intentado separarme de YeSung desde hace un tiempo cuando los roces son intencionados.
Estoy realmente acostumbrado a hacer fanservice, pero… ¿Qué pasa cuando te enamoras de tu pareja hecha por las fans? Esto no era algo previsible, y yo no he podido amoldarme a ello. Así que intento que corra el aire entre nosotros, dentro de lo posible.
Una cosa es que lo despierte con abrazo estilo pulpo y otra muy diferente es que vayamos a besarnos. Da igual que sea en la mejilla, yo no podría soportarlo. Saber que me está besando por obligación, cuando yo le dedico todo el amor del mundo en secreto.
En ese momento, KangIn entra en la cocina, y su cara pasa de una expresión relajada a una de enfado. Sé que odia ver a su chico así, pero él también sabe que Teukie es incapaz de preocuparse por el que siempre será su maknae.
-Teuk…- KangIn se sienta al lado de él y lo abraza.
Me doy cuenta de que aún no he dicho nada. Quizás esté en una especie de shock, pero lo que tengo bien claro es que no quiero preocupar a nadie.
-Hey, hyung, no pasa nada… Todo tendrá solución, ya verás.- fuerzo una sonrisa, y los sollozos de Teuk disminuyen de forma considerable.
-Ryeo, yo…
-Nada, hyung. Ryeo nada. Ya no soy un niño, y puedo superarlo. Y ahora vamos- digo- Vamos a hacer lo que más nos gusta en este mundo: cantar y bailar.
***
-¡Vamos, chicos!- el manager parece entusiasmado.
Algunos murmullos de protesta se oyen en la gran sala, pero EunHyuk se levanta rápidamente, tirando de todos a su alrededor.
-Chicos, para este concierto vamos a hacer fanservice.
Miro disimuladamente a mi alrededor, y percibo los sonrojos de DongHae y SungMin, e incluso un poco de HeeChul.
-Vale, las parejas serán las más comentadas en las páginas web, y no podréis elegirlas vosotros. Así que será de la siguiente manera: KyuMin, SiChul, YeWook, KangTeuk y, por supuesto, EunHae. ShinDong, lo siento.
No me preocupo, porque sé que el chico está feliz porque sabe que su función será bailar y rapear, y no tendrá que moverse demasiado.
Suspiro imperceptiblemente, ya sabía que esto iba a pasar.
-Bien, vamos a empezar con “No Other”.
Nos disponemos en la forma de pirámide. La música me invade, y el manager nos conduce con la ayuda de sus manos, gesticulando exageradamente.
Cuando llega mi turno y el de YeSung, quiero echar a correr. Sé que no puedo, pero eso no quita de que quiera hacerlo.
-Bien, chicos. YeSung, pon una mano en la cadera de RyeoWook. Júntate a su cuerpo. Eso, así. Ahora muévete con la melodía: déjate llevar.
YeSung ni siquiera me mira a los ojos. Un vacío se expande en mi pecho, pero no tengo tiempo de pensar en el por qué… YeSung paga su abdomen al mío, y mueve descaradamente su pelvis sobre mí. Creo que ser tan sexy no está legalmente permitido. Al menos no debería estarlo.
Estoy seguro de que un gran sonrojo cubre mi cara. Sus manos cogiendo fuerte la carne de mi delgada cintura. Pero yo no respondo, no sé qué hacer. Así que él coge mis manos y las lleva a su cuello y su pelo, que afianzo entre mis dedos.
¡Qué manera de moverse!
Y ese momento es el que hace que la vida se me caiga a pedazos. Él clava sus profundos ojos en los míos, abriéndolos todo lo que puede.
Esa mirada me desnuda, me dispara, me despedaza, me destruye. Con esa jodida mirada no puedo.
Me tenso entre sus brazos y él, detallista como siempre, se da cuenta. Acerca su boca a mi oreja y susurra:
-¿Estás bien?
No respondo, y apoyo mi cabeza en el hueco de su cuello. Parece que ese lugar está hecho a mi medida. Su olor me embriaga, me transporta a lugares hasta ahora desconocidos para mí.
Y, por una vez en la vida, la música no me importa. Porque sé que con sólo sentir el cuerpo de YeSung pegado a mí podría hacerme inmortal.
Pero por algo dicen que los momentos más bonitos son los efímeros. Así que soy vagamente consciente de que la canción acaba, y la certeza me golpea, gritándome que ya no hay ninguna razón para que nuestros cuerpos sigan conociéndose.