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Compañeros de cuarto por Soffik

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Notas del capitulo:

¡Buenas a todos! Acá vuelvo con un nuevo capítulo de Compañeros de cuarto. ¡Espero que lo disfruten!

 

…..

 

Disclaimer: Kiba fue arrastrado de vuelta a K. Masashi pegando y gritando, pidiendo saber por qué no podía ser mío.

 

Kiba y Naruto se sentaron en los sofás en la sala del primer piso, con sus barrigas extasiadamente llenas del reciente almuerzo.

 

“Hombre, estoy muy satisfecho.” Suspiró Kiba mientras que sus amigos se les unían, y otros chicos deambulaban por la sala.

 

Ellos tendrían una reunión de residencia para discutir todas las reglas y conocer a los administradores de la residencia. Se suponía que iban a tener la reunión el primer día de residencia, pero como la mayoría había estado muy cansados después de mudarse, y como orientación había pasado muy rápido, los tres administradores de residencia habían optado para hacer la reunión el primer día de clases. El hecho de que uno de ellos tres había estado en el hospital ayudó en esto también.

 

Una vez que la sala estuvo felizmente llena de chicos—ya que era un dormitorio solo de hombres— los administradores de residencia finalmente decidieron aparecer, caminando vagamente mientras hablaban entre ellos.

 

“¿Dónde está Sasuke-bastardo?” Inquirió Kiba, habiendo adoptado el apodo que Naruto le había dado a su compañero de cuarto.

 

“¿Quién sabe y a quién le importa?” Respondió Naruto mientras que los administradores hacían señas para que los chicos se callen.

 

“Hey chicos, ¿cómo fue su primer día de clase?” Uno de los estudiantes más viejos preguntó. Recibió un coro de gruñidos en respuesta. Él sonrió, frotándose el vendaje que tenía sobre el puente de su nariz. “Tendrán que disculparnos por los vendajes que Tonbo y yo tenemos.” Señaló al otro administrador de residencia que tenía vendajes en su frente y su ojo. “Nos sobreexcitamos un poco durante el partido de rugby de los administradores de residencia antes del día en el que teníamos que mudarnos—bien, como sea.” Se señaló a sí mismo. “Mi nombre es Kotetsu Hagane. Vivo en tercero, y soy el administrador de residencia de segundo y tercero.”

 

“Soy Izumo Kamizuki. Vivo en primero, y soy el administrador de residencia del sótano y de primero. Y como pueden ver, no tengo vendajes, porque tengo un cerebro, y lo uso de vez en cuando.”

 

“Si, muy cierto.” Kotetsu le sonrió maliciosamente.

 

“Si los dos terminaron, ¿puedo presentarme?” Tonbo aspiró, molesto. Izumo y Kotetsu rieron, haciéndole caras al temporalmente ciego administrador de residencia. “Y paren de hacerme muecas, sé su nivel de madurez, ¡y es algo que ustedes harían!” Los dos administradores de residencia reían cuando de a poco se fueron callando. “Soy Tonbo Tobitake. Vivo en cuarto, y soy el administrador de residencia de cuarto.”

 

Los tres administradores les dijeron todas las reglas. Después de las nueve en los días de semana, nada de alcohol en las salas, no pueden bañarse más de una persona al mismo tiempo— a los chicos les gustaba traer a sus novias para tener un poco de diversión en las duchas— y otras reglas básicas que tendrían que saber. Una vez que dijeron todo y terminaron, ellos les dieron las buenas noches a los chicos, y desaparecieron para irse a sus habitaciones.

 

Los de segundo y Shikamaru se dirigieron fuera del dormitorio para ir a los bloques comunes a conseguir algunos aperitivos para después. Había una pequeña tienda en los bloques comunes llamada ‘Hubbard’s’, la cual estaba abierta desde las cinco y treinta hasta las once y treinta todos los días. Vendía en su mayoría comida chatarra, pero también tenía leche, jugo, cereal, y otras cosas del estilo.

 

Naruto pidió un café antes de irse con los otros, quienes habían conseguido varias cosas. Una vez que llegaron a segundo, Shikamaru despareció por las escaleras con un saludo de mano mientras que los otros se dirigían hacia el pasillo.

 

“Mierda, hombre.” Se quejó Naruto cuando se acercaban a su cuarto. “No quiero volver allí y tener que tratar con Sasuke-bastardo.”

 

“Quizás el hijo de puta se mudó.” Sonrió Kiba.

 

“No me hagas tener esperanza, Kiba.” Murmuró Naruto.

 

“Tú podrías también tratar y hacer lo mejor posible con ello.” Insistió Shino mientras que todos se paraban a algunas puertas más allá de la de Naruto, en la sección del piso de los otros chicos. “Vas a estar con él por el resto del año, y es solo el segundo día. Si no tratas con ello ahora, se pondrá peor.”

 

“¡El imbécil puede mudarse entonces!” Insistió Naruto.

 

“Él probablemente estará diciendo lo mismo sobre ti.” Insistió Shino mientras que abría su puerta. “Pienso que deberías hacer una tregua y disculparte.” Naruto suspiró y frotó su nuca.

 

“Si, puede que estés en lo cierto. Veré como van las cosas esta noche.” Comenzó a caminar hacia su habitación. “Los veré mañana. No hay laboratorio, así que no tengo que ir a clases.” Naruto alzó su puño en el aire.

 

“Aw, mierda hombre. Suertudo.” Se quejó Kiba. “Tengo una clase de ciencias políticas a las ocho en punto. La cagada es que, el profesor probablemente hablará unos cinco minutos antes de dejarnos ir, por lo que me habré levantado tan temprano por unos cinco minutos de nada.” Kiba agitó su cabeza mientras abría su puerta. “Odio esto.”

 

“Apesta ser tú, estudiante de arte.” Naruto lo molestó mientras que abría su puerta.

 

“Apesta ser tú más.” Kiba sonrió, señalando el cuarto de Naruto. El rubio le lanzó una soberbia mirada antes de entrar a su cuarto.

 

Sasuke estaba sentado en su escritorio, aparentemente haciendo tarea. Cómo podía estar haciendo tarea desde ya, Naruto no sabía. No habían tenido ninguna asignación todavía, así que si Sasuke estaba solo leyendo, era más perdedor de lo que Naruto había pensado. Era el primer día de clase, el día en el que hacías amigos y jodías por ahí antes de que la carga de trabajo se incrementase. De lo mucho que Naruto podía recordar de todas las clases en las que Sasuke había estado con él, no había hablado con ninguna persona, y probablemente no había hecho ningún amigo. Naruto casi se sintió mal por él. Casi. Hey, era humano, y el chico era un imbécil, así que no iba a ponerse a llorar y a abrazar al pobre chico ni nada por el estilo.

 

Tomando un sorbo de su café, Naruto se dirigió a su escritorio y se sentó en su silla, moviendo el mouse para sacar a su computadora del modo de suspensión. Puso su café en el escritorio mientras que su pantalla se encendía y se dio cuenta de que tenía algunos mensajes en Messenger. Estaba por escribir cuando sintió una fuerte sacudida en su brazo.

 

“¡Mierda!” Gritó, sacudiendo su dañada mano. ¡Eso había dolido! “Mierda.” Murmuró de nuevo, ignorando a Sasuke quien giró su cabeza para mirarlo.

 

Naruto estaba por escribir de nuevo, pero se sacudió de nuevo. Estaba confundido. Seguro, la primera vez que le dio un choque podría haber pasado si es que él hubiera arrastrado su pie en la alfombra, pero la segunda vez no debería haber pasado. En la primera sacudida debería haber absorbido todo el choque, y eso tendría que haber sido todo. Frunciendo el ceño, él con indecisión alcanzó a tocar su computadora, y sintió otra punzante sacudida. Frunciendo el ceño de nuevo, se paró e inspeccionó su laptop sin tocarla.

 

Dejó salir un furioso gruñido cuando se dio cuenta de por qué, exactamente, estaba siendo electrocutado. Algún bastardo había puesto un cable en la parte trasera de su computadora, el cable sobresaliendo de ella, y yendo a su computador. ¡El imbécil estaba tratando de electrocutarlo! 

 

Le lanzó una soberbia mirada a Sasuke, pero el azabache estaba dándole la espalda, sonriéndose cuando sintió la mirada de Naruto clavada en su espalda. Dicho rubio agarró el cable y los tiró lejos de su laptop, siguiéndolos para encontrar de donde provenían. Se contuvo de soltar una palabrota cuando sus ojos encontraron a su estufa. Oh bien, si él se congelaba este invierno, Sasuke también. No es como si las pequeñas estufas hicieran mucho, y menos con solo una andando. Naruto sonrió mientras veía la cama de Sasuke, donde todo lo que tenía eran algunas sabanas. Naruto siempre tenía una montaña de colchas.

 

Naruto desenchufó el extremo del inservible cable y lo tiró debajo de su cama así pudiera discutirlo con el escritorio en frente. No quería arriesgarse dejándolo tirado por ahí para que Sasuke lo encontrara de nuevo y lo usara otra vez.

 

Se fue hasta la puerta, con una taza de café en la mano, cuando se dio cuenta de que los libros de Sasuke estaban tirados en el piso cerca de su armario. Observó al libro más cercano, para después mirar a la taza en su mano. ¿Valía la pena? ¿Realmente valía la pena? Una risita reprimida de parte de su compañero de habitación decidió que sí, si valía la pena. Sin siquiera molestarse para hacerlo parecer como un accidente, Naruto removió la tapa de plástico y vertió el café en su libro de química, cubriéndolo totalmente.

 

Sasuke olió una fuerte esencia de café antes de escuchar un zambullido. Sobresaltándose de su asiento salió disparado, se acercó a su cama para ver como su libro de química estaba cubierto por una espesa capa de café. Apretó los dientes y concentró su mirada con las del de ojos azules. Naruto simplemente le dio una sonrisa antes de lanzar la taza vacía hacia el bote de basura. Agarró sus llaves y dejó el cuarto, dirigiéndose a lo de Kiba para jugar algunos videojuegos antes de que el chico se fuera la cama, quitándole el único refugio posible a Naruto.

 

Cuando Naruto regresó a su habitación, eran más o menos las una de la mañana, y estaban todas las luces apagadas. Realmente no le importaba si Sasuke tenía clases o no el día siguiente, por lo que realizó todos sus asuntos nocturnos cuan fuerte los hubiera hecho si estuviera en una habitación individual. Incluso llegó lo suficientemente lejos como prender las luces, ignorando el ceño fruncido que le puso Sasuke.

 

Unos minutos después, estaba listo para ir a la cama, y apagó las luces, caminando hacia su cama y metiéndose en ella. Tiró de las colchas y metió sus pies debajo solo para contenerse un gritito cuando sintió que no podía meterlos completamente—de Nuevo.

 

“¡Bastardo!” Fue la última cosa que todos los de segundo escucharon viniendo de la habitación doscientos doce.

 

>Sn<

 

El rubio abrió sus ojos para enfrentar el día tres con Sasuke-bastardo; el pensamiento en si hacía que casi volviera a cubrir su cabeza con las colchas y rezar por que el sueño se lo llevase de nuevo.

 

Sabía que los martes y miércoles iban a ser difíciles,  porque tendría que despertarse temprano todas las otras semanas para laboratorio. Como no tenía laboratorio hoy, y solo un compañero de cuarto que lo moleste, no veía razón para moverse del todo. Por supuesto, su estómago le estaba gritando para que saliera de la cama, y su vejiga lo estaba amenazando con explotar diciéndole que no sería capaz de aguantar por mucho tiempo más.

 

Con un suspiro, Naruto se sentó y se rascó la cabeza mientras se estiraba con su otro brazo. Giró su cabeza para mirar a su compañero, pero como siempre, la cama del bastardo estaba perfectamente hecha, y dicho compañero no estaba por ninguna parte.

 

“Bien.” Naruto gruñó mientras se ponía de pie, pero paró. Después de la noche anterior, no sería prudente no tener cuidado. Había arrojado café sobre todo el libro de química de Sasuke. Y que perdida de café que fue, reflexionó con un suspiro mientras inspeccionaba el piso debajo de sus pies. Satisfecho cuando vio que no había nada fuera de lo normal, se dirigió hacia su repisa. Echó un vistazo a la hora, recordando vagamente algo que dijo Kiba sobre almuerzo en un lugar del pueblo. Ninguno de los chicos había tenido la oportunidad de explorarlo todavía, debido al caos de los primeros días, y ellos no estaban dispuestos a esperar más.

 

Era un pequeño recinto cerca del borde del campus con tiendas y lugares de comida. No era grande, y habían muy pocos almacenes, pero tenían lo esencial. Una tienda de computadores para papel y cartuchos de tinta para la impresora, una farmacia, una tienda de licor—lo normal.

 

Le faltaba media hora, así que no necesitaba apurarse. Todos se iban a encontrar en el dormitorio por lo que podía irse al baño y cambiarse. Alcanzando su estante, frunció el ceño mientras que buscaba sus llaves.

 

“Es gracioso. Puedo jurar que dejé mis llaves anoche—“ Naruto se cortó a sí mismo y maldijo enojado. Había dejado las llaves allí. Y, por supuesto, Sasuke-bastardo se había despertado antes que él y escapó con ellas.

 

 

Dejando salir un gruñido de frustración, Naruto sacudió su cabeza. Lo que sea, el bastardo no estaba ahí, por lo tanto no había riesgo de quedarse fuera. Solo iría al baño, y volvería para cambiarse antes de dirigirse a los bloques comunes por una llave de repuesto.

 

Era útil que las puertas se cerraran automáticamente si girabas la cerradura en cierta dirección, pero también significaba que montones de personas se quedaban fuera, explicando la razón del porqué de las llaves de repuesto.

 

Naruto salió del cuarto, asegurándose de que la puerta no estuviera bloqueada mientras la cerraba. Incluso la abrió para asegurarse, y entonces satisfecho cuando se abrió, la volvió a cerrar para dirigirse al baño con su cepillo de dientes. Cinco minutos después, regresó con un bostezo, saludando a un compañero de piso que pasaba para irse a clases.

 

Naruto llegó a su cuarto y giró la perilla. La puerta no se abrió. Frunció el ceño mientras que giraba la perilla un poco más fuerte, pero la puerta no cedía.

 

“Qué demonios…” Se fue callando mientras que continuaba girando la perilla. ¿Estaba atorada o algo?

 

Fue entonces cuando mirando de reojo vio un destello de negro. Girando su cabeza, miró a su compañero de habitación caminando hacia la puerta del extremo del pasillo descendiendo por las escaleras. La boca de Naruto quedó abierta.

 

“¡Imbécil! ¡Joder!” Golpeó su puño contra la puerta enojado. El chico debe haber probablemente esperado en el salón o en alguna otra parte a que Naruto saliera del cuarto, sabiendo que la dejaría sin seguro. Entonces volvería a la habitación, cerraría la puerta y se alejaría. ¡Ahora sí que Naruto estaba enfadado!

 

Enrojeciéndose de la furia, lentamente caminó por el pasillo. Yendo a los bloques comunes no sería tan malo en cualquier otro día. Solo era malo hoy porque llevaba puesto bóxer negros con corazones rojos y besos en él, y eran las doce y media, siendo que a esa hora habría mucha gente caminando por ahí.

 

Tragándose la vergüenza, Naruto pasó a través de las puertas del dormitorio y rápidamente llegó a los bloques comunes. Escuchó silbidos y abucheos mientras que pasaba por un grupo de chicas, y les dio una sonrisa arrogante, pero cuando las pasó, la sonrisa se le salió y comenzó a caminar más rápido.

 

No es que estuviera avergonzado de mostrar su cuerpo. Todo lo contrario, él podía ser un gran exhibicionista. Era solo que—tenía unas cuantas cicatrices, e incluso cuando no eran tan notorias, no le gustaba que todos las vieran. Además que, llevando bóxer que no quería que la gente necesariamente viera… ¡Iba a matar a Sasuke!

 

Llegó a los bloques comunes, escuchando como la gente se reía y recibiendo abucheos. Alcanzó el escritorio del frente, la chica detrás del escritorio se sonrojó furiosamente cuando observó su pecho tonificado. Una vergüenza de dos minutos y una llave de repuesto después, Naruto se dio la vuelta para irse, solo para encontrarse con la última persona a la que quisiera ver. Más que nada porque sabía no superaría nunca la vergüenza.

 

“¡Mierda! ¡¿Te quedaste sin ropa?!” Kiba gritó riéndose, consiguiéndole más atención a Naruto, quien había empezado a parecerse a un tomate.

 

“Cállate.” Gruñó mientras que empujaba a Kiba para pasar, el otro chico aun riéndose lo siguió.

 

“¿Qué pasó?” Inquirió mientras que los dos dejaban los bloques comunes.

 

“¿Qué piensas? Sasuke-bastardo me dejó fuera cuando me fui al baño.”

 

“¿No llevaste tus llaves?” Preguntó Kiba incrédulamente. “Hombre, eres un estúpido.”

 

“Me sacó mis malditas llaves, imbécil.” Replicó Naruto. “Y no estaba en la habitación. El bastardo estaba esperando a que me vaya para que pudiera dejarme fuera y que tuviera que caminar hasta los bloques comunes así.” Naruto señaló su estado de desnudez. Kiba solo rio mientras que pasaba su tarjeta y ponía su código, la puerta se abrió.

 

“No sabía que tenías un tatuaje.” Comentó Kiba, señalando el ombligo de Naruto donde el tatuaje de un espiral estaba. Naruto lo miró y se rio.

 

“Si, me lo hice hace poco. Mi abuela se enloqueció cunado lo vio, pero creo que lo superó.”

 

“¿Es chino lo que está alrededor del espiral?”

 

“Japonés. Es kanji.”

 

“¿Qué es lo que dice?” Naruto se rio, sacudiendo su cabeza mientras caminaba a través de la puerta a su piso.

 

“No tengo idea. Era un diseño, pensé que era genial, y me lo hice.” (1)

 

Los dos regresaron a sus cuartos y se cambiaron, encontrándose cinco minutos después con todos los otros chicos, y se dirigieron hacia el pueblo. No era un largo recorrido, solo diez minutos. Todo el tiempo hubo risas sobre el recorrido de Naruto a los bloques comunes en bóxer. Él no lo encontraba del todo gracioso.

 

Llegaron al pueblo, y los ojos de Naruto y Chouji cayeron en una pequeña tienda cerca de la esquina. Podían sentir el olor a ramen desde donde estaban parados, y sin importarles lo que los otros dijeran, eso era lo que iban a comer.

 

“Ichiraku, ¿huh?” Kiba arrugó su nariz y se encogió de hombros. “Lo que sea. Fideos son fideos.” Atravesaron la puerta, siendo seguido por los otros. Todos fueron hacia la caja y vieron la lista de ramen.

 

“Hola.” Kiba se apoyó contra la caja y se dio cuenta de que había una chica detrás de él. “¿Cómo es tu nombre?” Preguntó en lo que Naruto asumió que él creía que era una voz seductora.

 

“Ayame.” Contestó la chica, mirándolo cautelosamente. “¿Puedo ayudarte?”

 

“Seguro que puedes.” La sonrisa de Kiba se amplió. Shino agarró la parte de atrás de la chaqueta del chico y lo tironeó para alejarlo de la caja, a pesar de la protesta de Kiba.

 

“Discúlpalo, nunca fue alguien de buenos modales.” Shino le dijo a la chica. “¿Qué ramen recomiendas?”

 

“Oh, no losé. Mi padre los hace, así que me gustan todos. Es difícil elegir favoritos.” Sus ojos cayeron en los de otra persona en el pequeño restaurante. “¿Iruka?” Todos los chicos se voltearon cuando una cabeza se volteó hacia Ayame. “Estos chicos les gustaría saber que ramen recomendaría.”

 

“Ah, chicos de primer año.” El hombre llamado Iruka dejó el pequeño libro que estaba leyendo en la mesa y se paró, dirigiéndose a la caja. “Bien, supongo que depende de que sabores prefieran. Personalmente, me gusta el miso ramen. El de puerco tampoco está mal”

 

“¡Genial! Miso entonces.” Kiba se giró hacia Ayame. “¡Porciones de miso por todas partes!”

 

“¿Qué pasa si no todos queríamos miso?” Shikamaru preguntó en un tono aburrido, mirando el pequeño restaurante con las manos en sus bolsillos. Kiba se volteó a mirarlo, rascándose la cabeza tímidamente.

 

“Heh, perdón Shikamaru. Me excité de más, supongo. ¿Qué quieres tú?” El chico perezoso le sonrió ligeramente a Kiba.

 

“Miso ramen.” Kiba puso los ojos en blanco.

 

Los cinco tomaron asiento en una de las largas mesas mientras que Iruka regresaba a su asiento, tomando su libro de nuevo. Mientras esperaban, Naruto le echó una mirada al libro, dándose cuenta que era de karate.

 

“¿Te gusta el karate?” Inquirió.

 

Iruka lo miró, pasmado, como si hubiera olvidado de que alguien más estuviera alrededor de él. Miró la tapa del libro de nuevo y rio antes de voltearse hacia Naruto contestando a su pregunta. “Debería hacerlo. Enseño karate.”

 

“¡¿En serio?!” Preguntó Kiba excitado. Iruka sonrió.

 

“Si. Está a cerca de cinco minutos del campus. Se llama Konoha’s Karate.” Puso su libro abajo y alcanzó a la mochila en sus pies, sacando cinco tarjetas y dándoselas a los chicos de la mesa de al lado de él. Todos leyeron la tarjeta cuidadosamente, como si quisieran aprender karate solo por mirar mucho la tarjeta.

 

“Si eres un profesor de karate, ¿qué es lo que te trae aquí?” Inquirió Shino, guardando la tarjeta cuidadosamente en el bolsillo de su chaqueta.

 

“Corrijo exámenes para un profesor de historia. Es una viejo amigo de la familia, y me gradué unos años antes con una especialización en historia, así que confía en mi con las correcciones.” Se encogió de hombros. “Ayuda a pagar mis rentas. Pero mi primer amor es el karate. Amo enseñárselo a las personas.”

 

El miso ramen de los chicos llegó no mucho más tarde, y obligaron a Iruka a unírseles a su mesa. Aprendieron mucho sobre él mientras comían. Su nombre era Iruka Umino, y había estado enseñando karate desde la secundaria, después de que su previo instructor de karate le ofreciera trabajo cuando llegó a ser cinturón negro. Su emoción cuando lo estaba explicando hizo que todos los chicos se pusieran ansiosos de ir a las clases, y dijeron que lo pensarían, preguntando cuando saldría, cuantas veces tendrían que estar allí, y cosas así.

 

Iruka se fue unos momentos después, y los chicos continuaron discutiendo sobre la escuela de karate cuando pagaron y se fueron. Mientras caminaban pasando por las tiendas del pueblo para dirigirse a Vanier, Naruto paró y concentró sus ojos en una tienda en particular.

 

“Naruto, ¿qué pasa?” Kiba le preguntó mientras que se paraba también. Los otros tres los miraron, pero siguieron caminando.

 

Naruto se volteó hacia Kiba, una traviesa sonrisa estaba en su cara mientras señalaba una tienda. Kiba siguió su mirada, notando que era una de esas tiendas donde podías encontrar variedad de diferentes cosas, desde partes de computadoras hasta hardware. Se volteó de nuevo hacia Naruto, levantando una ceja en pregunta.

 

“Creo que le haré pagar a Sasuke-bastardo por lo de su pequeño truco.”

 

“¿Tienes un plan?” Preguntó Kiba, con un brillo en sus ojos. Naruto se giró hacia la tienda.

 

“Si. Sí, tengo un plan.”

 

>Sn<

 

Sasuke abrió la puerta, y frunció el ceño cuando se dio cuenta de que las luces estaban apagadas. ¿Su compañero de cuarto todavía no regresaba? Esforzándose por escuchar algo en el pasillo, logró oírlo hablar con Kiba en su cuarto. Típico. Quizás debería pedirle a Kiba el cambio así los dos imbéciles podrían tener una habitación doble y él una individual.

 

Sasuke se sacó los zapatos mientras que cerraba la puerta y apagaba las luces. Lanzó las llaves de Naruto de vuelta al estante del rubio. Ahora que lo había avergonzado, no tenía la necesidad de guardarlas. Además, ahora mismo, Naruto tenía una llave de repuesto, así que no sería bueno guardarlas cuando no podía dejarlo fuera de nuevo.

 

Estirándose, el azabache decidió que ya era tiempo de irse a la cama. Sabía que Naruto haría ruido cuando regresara pero por lo menos parecía que el rubio se dormía relativamente rápido, permitiendo que Sasuke pudiera volver a dormir.

 

Se sacó la remera y la arrojó a su cesto de ropa, dirigiéndose al armario. Agarró la manija y tiró. La puerta no se abrió. Elevando una ceja, el azabache intentó de nuevo. Nada. Perplejo, inspeccionó el armario, y dejó salir un gruñido en molestia.

 

“Imbécil.” Gruñó.

 

Naruto había enclavado su armario. Y no solo con unos pocos clavos, ¡oh no! Lo había enclavado con solo cinco centímetros entre clavos.

 

Sasuke tenía que admitir, que para poner tantos clavos requería de una paciencia que no creía que Naruto poseía. Pero, podría haber sido que el enojo lo había hecho capaz de hacerlo. Sasuke lo había avergonzado. Mucho.

 

Sasuke sonrió de solo recordar lo que le había hecho al pobre rubio. Tenía que admitir, que le había dado la oportunidad de observar brevemente a su compañero. Aunque no hubiera conseguido más que una mirada, fue suficiente para él para saber que su compañero de cuarto era caliente. Tendría que encontrar otro momento para comprobarlo de nuevo.

 

Esto no significaba que quería mantener al rubio imbécil como compañero de habitación. Simplemente quería ser capaz de observar al chico antes de que huyera, sin aparecer de nuevo ante Sasuke.

 

Sasuke pasó a lo largo de la mitad de su cuarto. Tratando de determinar cómo abrir su armario, y también pensando en una manera de vengarse. Con un suspiro, se apoyó contra su cama, mirando al techo.

 

 No era de los que pensaban en lo que sucedería después. Había estado seguro de que Naruto dejaría las bromas y solo se mudaría; nunca hubiera imaginado que el idiota tomase represalias. No dejaría que el rubio idiota supiera que tenía la ventaja.

 

 Sasuke caminó perezosamente hasta su escritorio con un suspiro y se sentó en la silla, prendiendo su computadora. Mientras que esperaba que la máquina infernal arrancara, sus ojos vieron su programa. Estaba contento de que mañana fuera viernes. No entendía por qué las clases habían comenzado un miércoles, pero ¿quién era el para quejarse? Significaba que habían dos días menos de estudio durante la primera semana. Notó que tenía las mismas clases en los mismos salones al mismo tiempo los miércoles. Y, recordó que eso significaba que tenía tres clases con su compañero de cuarto.

 

Suspiró y sacudió la cabeza, no esperando enfrentar a Asuma, Kakashi, Raidou—y el peor de todos, Gai. Kurenai estaba bien, en su mayor parte, y Orochimaru…

 

Sasuke frunció el ceño cuando pensó en él. No sabía que esperar de su profesor de química. Si, él se había puesto nervioso por su profesor, y Orochimaru había sido un poco severo, pero por otro lado, era un buen profesor. No cambiaba el hecho de que Sasuke se sentaría en la parte trasera, pero por lo menos estaba seguro de que aprendería algo en esa clase.

 

Su celular sonó, sacándolo de sus pensamientos cuando empezó a vibrar contra su pierna. Arqueando su espalda para sacar el maldito dispositivo de su bolsillo, lo abrió y lo sostuvo en su oreja.

 

“Podrías haberme dicho que estarías para la cena, me hubiera quedado en casa.” El tono aburrido de Kakashi llegó a los oídos de Sasuke.

 

“No veo razón para informártelo, ya que de todas formas comerías en otra habitación.” Sasuke replicó simplemente, con sus ojos volviendo a mirar su programa. No podía entender por qué el celular y su clase de química repentinamente conseguían mucho más su atención que la respuesta de Kakashi. Sus ojos se ampliaron cuando de repente dedujo por qué, y sonrió, contestando al azar una pregunta que nunca había escuchado.

 

“Hn.”

 

“Por supuesto. Hn.” Kakashi suspiró. “Dios, Sasuke, tu vocabulario es asombroso.”

 

“¿Terminamos?” Preguntó Sasuke, terminando la conversación de la misma manera en la que su tutor y él siempre terminaban.

 

“Si, terminamos.” Respondió Kakashi, como siempre. Sasuke colgó el celular y sonrió.

 

Saliendo de su escritorio, fue hacia el estante de Naruto en su mitad del cuarto y buscó en la mochila del rubio. Encontrando su celular, volvió a encender el timbre, y subió el volumen cuanto más fuerte se pudiera. Entonces insertó el número en su propio celular antes de guardarlo de nuevo en la mochila de Naruto.

 

Después de eso, Sasuke hurgó debajo de la cama de Naruto hasta que encontró una caja de herramientas con un martillo con el cual el rubio había obviamente usado para enclavar su armario.

 

Más de una vez mientras que forcejeaba para sacar los clavos, sintió la insaciable urgencia de ir a la habitación de Kiba y golpear la cabeza de Naruto con su propio martillo. Pero, Sasuke se abstuvo de hacerlo.

 

Pensando en ello, para él, la venganza con la que vendría no era lo suficiente buena después de lo que Naruto había hecho, pero es lo que le parecía a él.

 

Ahora que había sacado todos los clavos, Sasuke estaba tentado por enclavar el armario de Naruto, pero no tenía la paciencia para hacerlo. Su paciencia se había ido gastando cuando estaba desclavando su propio armario. Además, el ruido atraería la atención de su compañero y estaría de vuelta en el cuarto antes de que Sasuke se las arreglara para terminar de enclavar su armario, Naruto lo tendría removiendo todos los clavos la noche entera. No, no valía la pena.

 

Tirando el martillo y los clavos en la cama de Naruto, y silenciosamente rogando que el rubio se atravesara con ellos, Sasuke se dirigió a su armario y lo abrió. Se cambió rápidamente poniéndose un pantalón de chándal antes de meterse en su cama recostándose con su espalda con un suspiro. Su espalda realmente le dolía por agacharse tanto tiempo, y quería estirarse antes de ir a lavarse los dientes.

 

Escuchó todos los ruidos alrededor de él, ligeramente molesto que las paredes fueran tan delgadas. Los arboles de afuera crujían ante la briza nocturna, y un escalofrió corrió por su espina dorsal cuando el viento frio de la noche entraba en la habitación a través de la ventana abierta. Sintió una presencia en el cuarto, y casi gime. Estúpido compañero de habitación, odiaba a Kakashi por hacerle esto.

 

Era muy difícil para él no fruncir el ceño cuando sintió unos labios cerca de su oído.

 

“Hola, hermanito.” Una voz susurró.

 

Sasuke dio un respingo, mirando por todas partes, con los ojos bien abiertos. El cuarto estaba oscuro, y Naruto estaba durmiendo en la otra cama. Itachi no estaba en ninguna parte. ¿Un sueño? ¿Cuánto tiempo había llevado durmiendo?

 

Con manos temblorosas, sacó su cabello húmedo por el sudor de su cara y respiró profundamente. Dios, como odiaba despertarse con sueños así. Parecía como si solo fuera un segundo para él, pero por el estado en el que estaba, debía de haber sido mucho, mucho más tiempo que eso.

 

Saliendo de su cama, Sasuke dejó el cuarto silenciosamente para lavarse la cara, cerrando la puerta detrás de él.

 

En el cuarto, un solo ojo azul se abrió. No quería sentirse preocupado por Sasuke. Odiaba al bastardo, después de todo. Pero— él sabía lo que sentía tener pesadillas. Había estado a punto de levantarse y sacudir al imbécil hasta que se despertara cuando Sasuke se levantó por sí solo.

 

Tal vez después, si los dos conseguían superar el odio que se tenían, hablaría con Sasuke sobre eso. Casi se sintió obligado a ir y asegurarse de que el azabache estuviera bien, pero no era tan bueno. Había límites para la compasión de Naruto por las personas, y después del truco que le había hecho Sasuke esa mañana, le tomaría mucho tiempo para perdonarlo completamente.

 

Cuando la puerta se abrió de nuevo, y Naruto estaba seguro de que Sasuke no iba perder los nervios de nuevo o algo, se dio la vuelta para que su espalda enfrentara a su compañero y fue cerrando los ojos para volver a dormir.

 

Notas finales:

(1)  Sé que es obvio pero me sentía forzada a enunciar lo obvio. El tatuaje es el sello del Kyuubi.

 

………….

 

Sin más que decir, ¡muchas gracias por leer! Nos vemos el próximo miércoles con la actualización del siguiente capítulo.


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