— ¿JinKi? —Llamó KiBum a la puerta de la habitación del mayor, asegurándose de dar algunos golpecitos antes de entrar—. JinKi, hoy es viernes de charla, ¿lo recuerdas? —Dijo el castaño medio susurrando al percatarse de que su jefe aún parecía dormido y se acercó hasta su cama para removerlo con suavidad—. JinKi...
—Mmm... aún no, aún no... —Dijo el de cabellos acaramelados con voz adormilada, frunciendo el ceño ligeramente al verse interrumpido de sus sueños y se giró sobre el colchón, dándole la espalda a su asistente—.
—Pero JinKi, ya es tarde... —Replicó el menor, dando ligeros empujoncitos a la espalda de su jefe pero cuando éste último se volteó nuevamente de manera tan repentina, resbaló y como consecuencia cayó sobre su cuerpo, quedando paralizado por varios segundos y muy cerca del rostro del mayor—. JinKi... l-lo siento... —Se disculpó completamente avergonzado con las mejillas ardiendo y rápidamente se dispuso a levantarse pero unas fuertes manos alrededor de su pequeña cintura se lo impidieron—.
—Al parecer alguien más quiere seguir durmiendo... —Bromeó JinKi con una enorme sonrisa, ahora completamente despierto y divertido por las expresiones del castaño—. Vamos KiBum, es viernes, el trabajo ya acabó por hoy. Además, soy el jefe, puedo permitirme el descansar cuando lo desee, ¿no es así? —Preguntó de forma burlona, depositando un pequeño y sonoro beso en una de las sonrojadas mejillas de su asistente—.
—B-Bueno, supongo que sí... —Dijo KiBum en un susurro casi inaudible, sorprendido por esa inesperada muestra de cariño por parte del mayor—.
—Supones muy bien, venga, vamos a dormir un poco más. —Propuso JinKi acomodando a KiBum a su lado y lo cubrió con las mantas, ni él mismo se explicaba el porqué de su actuar, era algo que simplemente le nacía hacer con el castaño y de alguna manera eso le gustaba y le hacía sentir algo completamente desconocido—. ¿Estás cómodo?
—S-Sí, gracias. —Dijo el menor un poco confundido, esa cercanía que mantenía en este preciso momento con JinKi era bastante inesperada pero no le hacía sentir incómodo sino todo lo contrario, era algo muy agradable e inexplicable—. JinKi, ¿por qué me dejas dormir contigo? ¿Sueles hacerlo de forma habitual con tus amigos? —Cuestionó bastante intrigado y sin saber por qué, el hecho de imaginar a su jefe durmiendo con alguien más le molestó enormemente, tanto que hasta sintió algo doler en su pecho—.
— ¿Qué? ¿Acaso crees que dejaría a cualquier persona descansar en mi cama? Claro que no KiBum, tú eres mi amigo, vivimos juntos y trabajamos juntos también, eres alguien de confianza para mí y te he tomado mucho aprecio durante todo este tiempo que hemos convivido juntos. —Confesó el mayor mirando de reojo a su acompañante, confundido por sus propias palabras y al no poder explicarse con exactitud suspiró con algo de frustración—. Yo soy alguien bastante solitario, ¿me has visto con amigos alguna vez? Además de ti sólo tengo a dos amigos más y ellos están de viaje ahora mismo, también están los señores Park y mi hermano menor, ellos son mi familia y ahora tú también formas parte de mi circulo, esa es la razón por la que estás aquí conmigo ahora.
—Oh... yo también te aprecio mucho JinKi, gracias por considerarme un amigo, puedes contar conmigo cuando quieras. —Comentó KiBum enormemente aliviado, sin duda las palabras del mayor le agradaron mucho y más ahora al saber que entre ambos había aprecio—.
—Lo mismo digo KiBum, también puedes contar conmigo cuando lo desees. Y ahora que ya te he contado un poco de mí, ¿por qué no me cuentas algo de ti, eh?
—Bueno, ¿qué podría contar? Nací en una ciudad muy lejana a Seúl, crecí bajo la enseñanza de mi abuela debido a que mis padres se la pasaban trabajando, soy hijo único, me gustan los cachorros, la primavera, y la ropa colorida. —Explicó el castaño al mismo tiempo que enumeraba cada cosa con sus manos, mirando de reojo al mayor que sólo podía sonreír—. ¿Por qué te ríes? ¿Soy muy raro? —Preguntó KiBum con un pequeño e inconsciente puchero en sus labios bonitos—.
—No, nada de eso. Es sólo que me pareces alguien bastante sencillo. —Comentó JinKi con una ligera sonrisa—. Por cierto, ¿qué hay de tus amigos? No me has nombrado a ninguno.
— ¿Amigos? Bueno, cuando era pequeño solía tener muchos amigos pero cuando llegué a la adolescencia algunas cosas cambiaron y pues desde ese momento no he vuelto a saber de la amistad aunque eso no quiere decir que no haya conocido personas agradables en mi vida. —Dijo el castaño con algo de nostalgia al hablar, evidentemente era un tema sensible de tocar para él—.
—Comprendo eso de no tener amigos, pero ahora me tienes a mí, ¿no es así? —Trató de animar JinKi con una cálida y amplia sonrisa, pudiendo notar que el menor estaba un poco afectado—.
—Sí, tienes razón. —Dijo el castaño enternecido, mirando de reojo al mayor y luego a un punto incierto en el techo de la habitación—. ¿Y tus padres JinKi? No mencionaste nada de ellos.
—Ah, mis padres… —Suspiró el mayor cambiando su semblante abruptamente ante ese tema por uno más sombrío, posicionando su mirada en el techo al igual que el de cabellos castaños—. Yo, yo no acostumbro a hablar de ellos, no tengo mucha relación con mis padres, quiero decir, nunca la tuve ni sentí su afecto, es un poco raro.
—Yo lo lamento si fui indiscreto, pero a mí me pasó igual que a ti. Mis padres, como te dije, se la pasaban trabajando y nunca tenían tiempo para mí pero por suerte en su lugar estuvo mi abuela para reemplazarlos aunque claramente no es lo mismo pero ella me brindo su amor, siempre estaré agradecido con ella. —Confesó el menor sin despegar su mirada del techo, comprendiendo como podía sentirse su jefe ahora mismo—.
—Es bueno saber que alguien ha vivido algo similar a mí, gracias KiBum por confiármelo.
—No es nada, yo debería estar agradecido por dejarme saber de tu historia.
—Bueno, entonces estamos igual. ¿Quieres dormir ahora? Aún tengo sueño la verdad.
—Está bien, descansa JinKi. —Dijo el castaño con una pequeña sonrisa, acomodándose en el colchón y tomando un poco más de las mantas para cubrirse—.
—Gracias KiBum, descansa tú también.
—Oh, JinKi… —Llamó el menor, mirando de reojo a su jefe—.
— ¿Sí?
— ¿Y la charla de hoy?
—La acabamos de finalizar KiBum, ¿no lo notaste?
— ¿Ya la tuvimos? Oh, espera… ¡es verdad! —Dijo el castaño riendo por su reciente descubrimiento, contagiando al mayor con sus risas—.
Después de reír un poco más, jefe y asistente se dispusieron a dormir, sin lugar a dudas habían quebrado con el esquema una vez más, su charla había salido de lo laboral y hogareño, ahora habían decidido hablar de sí mismos y siendo conscientes que muy en el fondo durante esa pequeña plática algo había cambiado entre ellos, así es, habían iniciado una amistad y su relación comenzaba a estrecharse poquito a poco, pero eso, eso es algo que sólo el tiempo determinará.