Al día siguiente como era costumbre abrí el restaurante temprano, ayer no pude dormir bien pensando en el almirante Zoro, y su plática con la dama. Lo que había escuchado era sobre una tal kuina y su muerte, por el tono de Zoro se podía saber que fue muy importante para el.
Llego mi abuelo sacándome de mis pensamientos.
-Ace esta enfermo y tiene que reposar una semana, encargate de su trabajo- me dijo secamente. -ah y un almirante de la navy vendrá toda esta semana, cuando haya venido me avisas- dijo dándome la espalda.
Zoro iba a llegar toda la semana y yo estaría allí para recibirlo, esas si eran buenas noticias. El poder saber que veré al hombre del cual me siento atraído. Siempre he dicho que el amor a primera vista no existe, nunca he creído en el simplemente porque no me resultaba la idea de enamorarse sin conocer a fondo a esa persona, sin conocer su pasado, su presente, sus planes a futuro, sin conocer sus sentimientos, su actitud y todas esas cosas que hacen al amor nacer, pero ayer en la noche, exactamente a las 8:00 pm me trague mis propias palabras. En ese instante me enamore a primera vista de un hombre mayor que yo.
Revise ansiosamente la lista de reservaciones para así poder encontrar el nombre que me era tan agradable ver, lo encontré, tenía una reservación a la misma hora que ayer e igualmente la reservación era para dos y era seguro que lo acompañaría la hermosa dama como ayer.
Era gracioso ¿no? El primer amor que he tenido, del cual me enamore a primera vista, este enamorado de una mujer. Mi primer amor no se iba a dar ya lo debería de haber sabido, no lo conozco ni el me conoce a mi. Es más sólo nos hemos visto una vez e intercambiado un par de palabras. Que haré con este enamoradizo corazón el cual se enamoró sin mi permiso, aún no comprendo entre tantas personas que entran y salen de este restaurante por que precisamente Zoro hizo que mi corazón se acelerará, no puedo hacer nada, no puedo decir que no a este estúpido amor a primera vista.
La tarde pasó rápido, el pensar que vería a Zoro, que al menos tendría su cara grabada en mi mente, me hacia feliz y así se me hacían corta las horas esperándolo. Ya eran las 7:50 me arregle la corbata y peiné un poco mi cabello.
Las puertas se abrieron y Zoro apareció detrás de ellas, estaba lloviendo al igual que ayer y las dichosas gotas bajaban por su uniforme.
-buenas noche- me dijo viéndome fijamente a los ojos
-...buenas noches- hablé desviando mi mirada de la suya.
-esperare aquí si no le es mucha molestia- me dijo sentándose en el mismo sillón de ayer.
-oh....no...no es molestia-
Al igual que ayer se dispuso a observar la lluvia, tenía una cara llena de tristeza.
-la lluvia es hermosa no crees- decía volviéndome a ver, en sus ojos pude notar un vacío.
-es verdaderamente hermosa- conteste dedicándole una sonrisa.
-pero aveces puede ser muy cruel, puede traerte sentimientos difíciles de olvidar- su mirada se perdió de nuevo en la ventana. No sabía que decir, el estaba triste se podía notar desde lejos, el cargaba con una tristeza inigualable.
-Zoro- escuche mencionar desde la puerta.
-Robin, ¿porqué no me avisaste que estabas afuera? Pude haber ido a recogerte- dijo poniendo una mano sobre su cabello tiernamente mojado.
-no hacía falta, no quería que tu te mojarás- dijo agarrándole la mano. Eran una pareja hermosa, de esas que sólo se ven en la peliculas un amor tierno en los cuales son una familia amorosa. Yo no era nadie para romper ese lazo tan especial que los unía, simplemente Zoro será mi amor prohibido y secreto.
-buenas noche- dijo la dama.
-buenas noches hermosa señorita- dije alagandola aunque por dentro la envidiaba.
-mucho gusto, puedes llamarme Robin- dijo extendiéndome su mano.
-el gusto es mío y usted bella Robin puede llamarme Sanji- le bese la mano.
-oh, con que tu nombre es Sanji- me hablo Zoro con esa voz que me sacaba de mis cabales.
-s..si...es un gusto almirante- le dije con la mirada en mis manos.
-me puedes llamar Zoro- extendió su mano para así saludarme, agarre su mano y sentí un choque de energía llegar hasta mi corazón.
-si gustan les mostraré el camino hacia su mesa- sentía mi cara roja en esos momentos.
Caminamos hasta su mesa y escuchaba al almirante hablar detrás de mi.
-Robin, tienes que saber que el dolor ya se fue, ahora sólo quedan los recuerdos-
-ya tienes que decirle adiós Zoro, no puedes vivir en el pasado-
-aún no estoy listo, se que han pasado 10 años pero aún no la puedo dejar ir-