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The heart never lies por Kim Mika

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Notas del fanfic:

He escrito resúmenes mucho mejores... en fin. Primer fic de VIXX que me digno a publicar. Para mi gusto podría estar algo mejor, pero bueno... 

 

Espero que les guste :3

Notas del capitulo:

Vamos allá~~

 

No llevaba más de dos días en Corea pero ya había arreglado el contrato del piso y mi contrato de trabajo, no tenía más trámites que hacer, solo me quedaba pasar aquellos días de vacaciones antes de empezar a trabajar.

Justamente porque tenía tiempo de sobras es que empecé a pensar en lo que significaba mi vuelta al país y una presión se instaló en mi pecho.

Me hubiese gustado poder decir que no sabía porque sentía aquello, pero mentirse a uno mismo era una idiotez. Desde aquel día hacía ya tres años, que me arrepentía de no haber sabido manejar las cosas como debí hacerlo, seguramente aquel día perdí a la persona a quien más había querido y a la que no había podido olvidar. Cualquiera hubiese pensado que no era más que un capricho de adolescente, pero la verdad era que, pasado el tiempo, yo había seguido pensando en él. Moría por saber cómo estaba, cómo le había afectado mi partida… volviéndome loco al pensar si me habría olvidado o si me guardaría rencor por el resto de mi existencia. ¿Podría volver a verle? ¿Me odiaría? Dolía pensar en las respuestas a aquellas preguntas… ¿cómo pude ser tan tonto?

 

Decidí que quedándome en casa no conseguiría más que dolores de cabeza y malos momentos, así que opté por visitar a quién seguro me daría un buen recibimiento. Me encaminé hacia la cafetería donde había estado trabajando antes de marcharme, recorrí las pequeñas calles disfrutando de aquel calor veraniego, digno del mes de agosto. No tardé más de quince minutos y ya estaba parado frente al gran ventanal que cubría la entrada.

Aquella cafetería que hacía esquina en una concurrida zona de la ciudad disponía de un gran ventanal que abarcaba de punta a punta del local, logrando así que entrara mucha luz al interior y que los clientes tuviesen una buena vista de la calle. La barra ocupaba buena parte del ángulo contrario a la entrada, dejando así un amplio espacio recubierto de mesas, sillas y cómodos sillones. Las partes de pared que no cubría la barra estaban dispuestas para que los clientes colgasen mensajes en papeles de colores.

Cada mesa disponía de una pequeña vela y las luces que iluminaban el local eran colgantes y de colores cálidos. Aquel sitio siempre me había parecido el más acogedor de la ciudad y no había cambiado nada en el tiempo que había estado fuera.

Compuse mi mejor sonrisa y atravesé la puerta.

 

—¡N! —la inconfundible voz de Ken se oyó por encima del bullicio. Muchos rostros se fijaron en mí —¡N, has vuelto!

 

Y pronto le tuve colgado a mi cuello, dándome un efusivo abrazo que no pude evitar devolver. La sonrisa brotó en mi rostro de la forma más natural y llegué a emocionarme por el gran sentimiento que había en su mirada y en sus gestos. Saber que me había extrañado tanto como yo a él me hizo sentirme demasiado bien.

Pronto llegó Leo hasta mi lado, con su habitual seriedad que, de un momento a otro, se vio truncada por una traicionera sonrisa. Él no era dado a aquellas muestras de afecto, quizás por eso su abrazo fue el que más cálido dejó mi corazón.

Jung solo me observó un momento con aquellos ojos de madre cariñosa y preocupada para luego abrazarme y susurrar un escueto “bienvenido”, que aún así fue demasiado para mí, sentí mis lágrimas correr y reí avergonzado.

 

—Sigues siendo un llorón. —rió Jung

—Y tú sigues con complejo de madre preocupada.

 

Él rió y todos los demás también. Pronto volvieron a sus labores, el negocio no se atendía sólo. Yo me dispuse a ir a sentarme a la barra cuando una mirada captó mi atención.

Lo que sentí creo que fue indescriptible. Era él, tan cambiado… su pelo brillaba en un radiante color naranja, sus facciones estaban más estilizadas, era más alto y de hombros más anchos, aún así era esbelto y bien formado. Sus ojos brillaban pero no supe identificar lo que trataban de decirme, ¿acaso había perdido la práctica en leer sus expresiones? Solo me miró unos segundos más hasta que le vi agachar la mirada, respirar profundo, componer una sonrisa y seguir con su labor. Sentí algo romperse en mi interior y tuve que reírme de mi mismo. ¿Qué esperaba, que corriese hacia mí y nos fundiéramos en un abrazo y todo quedara olvidado? Mi imaginación no tenía límites, pero era inverosímil.

 

Llegué hasta la barra y tomé asiento al lado de un chico rubio, aparentaba ser de menor edad que yo y no dejaba de mirar a otro de los camareros.

Al fijarme mejor, vi que no sólo WonSik era nuevo allí, había un par de rostros nuevos entre los camareros y aquel a quien el chico rubio no dejaba de mirar era un castaño de amplia sonrisa y grandes ojos. Sonreí con nostalgia al reconocer el brillo que antaño vi en los ojos de WonSik las primeras veces que vino al local…

 

Un grupo de cinco acababa de entrar y era el único camarero disponible así que me acerqué a ellos con una sonrisa. Las tres chicas sonreían emocionadas mientras inspeccionaban el sitio y los dos chicos, un paso por detrás, parecían algo cohibidos. Mi mirada se encontró con la de uno de ellos y un leve rubor cubrió sus mejillas, era casi imperceptible pero lo vi, justo después bajó su mirada. Sonreí e hice una pequeña inclinación.

 

—Bienvenidos a Angel café, soy N y os atenderé esta tarde. ¿Mesa para cinco?

—Si, por favor. —habló una de las chicas.

 

Les dirigí hacia una de las mesas disponibles y les indiqué que se pusieran cómodos. Entregué un par de cartas e hice otra reverencia antes de ir a atender a otros clientes.

Sentía su mirada sobre mi y cada vez que me giraba hacia donde estaba su mesa, él rápidamente agachaba su cabeza. Sonreí interiormente. Aquello me hacía sentir bien.

 

Poco después volvieron a llamarme y tomé nota de sus pedidos, antes de marcharme capté su mirada y le sonreí, haciendo que nuevamente se sonrojara.

 

Volví a la realidad y volví a cruzarme con su mirada. Intenté componer una sonrisa pero antes de lograrlo él ya había apartado la suya nuevamente.

Sentí una mano sobre mi brazo y miré al frente, Jung acababa de dejar una taza de humeante café sobre la barra. Sonreí agradecido y volví a observar a WonSik.

 

—Pidió trabajo aquí apenas cumplió los veinte. —comentó Jung mientras apoyaba los brazos en la barra.

—No me sorprende.

—Es un buen chico, muy trabajador y con muchos sueños.

 

Gran parte la dediqué a observar el ir y venir de la gente. Observé un largo rato a Ken y Leo que, a pesar de pasar el tiempo, al parecer seguían tan enamorados como siempre. Poco después me lo confirmó Jung.

No es que diesen grandes muestras de amor, Leo siempre se había preocupado por que no se notase. Aun así, una sonrisa casi imperceptible adornaba sus labios cada vez que sus ojos se encontraban con los de Ken o cada vez que este corría y saltaba encima suyo. Las clientas reían al verlo, muchas se enternecían, siempre había sido así.

 

El chico rubio no se había movido de sus sitio, hablaba mucho con Jung cuando este se acercaba a nosotros y no perdía oportunidad de mostrarle una gran sonrisa al camarero cuando este le miraba.

 

—Hyuk, si sigues así tendré que pedirte que te vayas. —dijo Jung una vez que vio a HongBin, el camarero, tropezar por estar mirándole.

—¿Acaso es culpa mía que sea tan patoso?

—Claro que no, pero no dejas de distraerle, mocoso.

 

Aquel chico, Hyuk, rió con todas sus fuerzas y luego le sacó la lengua a mi amigo, este estiró un brazo y le dio un suave golpe.

 

Eran cerca de las seis de la tarde y el local empezó a abarrotarse, Jung dejó de venir a hablar conmigo y los camareros casi volaban entre las mesas. Vi a aquel chico, Hyuk, desaparecer por la puerta que daba a la cocina del local y entonces decidí que no podía quedarme allí sentado.

Me acerqué a la parte de la barra donde estaba Jung preparando algunos cafés y le hice notar mi presencia.

 

—¿Jung, necesitáis que os eche una mano? —él me miró sorprendido primero y luego con una sonrisa de agradecimiento.

—Si pudieses ayudar a servir algunas mesas y cobrar algunas cuentas me harías un gran favor.

 

Pasé un momento a la trastienda y me saqué el jersey de punto que llevaba, quedándome tan solo con la camisa clara. Desaté uno de los botones del cuello y los dos de los puños para poder arremangarme. Volví a la sala y agarré una de las pequeñas libretas.

Pronto me encontré desfilando entre las mesas con gracilidad, repartiendo sonrisas, tomando pedidos y llevándome las bandejitas con el dinero de las cuentas. Las chicas coqueteaban y yo tan solo podía responder con grandes sonrisas e inclinaciones de cabeza.

 

En aquel momento olvidé mis años fuera de Corea, olvidé todo lo que había vivido y olvidé que ahora era una persona diferente a la que era cuando me fui.

Yo realmente disfrutaba con mi profesión de bailarín, pero aquel fue el trabajo que pagó mis clases. De los primero trabajos que tuve y el que más feliz me hizo.

Sonreí a Ken al pasar por su lado y este me devolvió la sonrisa, sentí el leve apretón en el hombro que me dio Leo cuando nos encontramos en la barra. Me sentía como en casa y me encantaba.

Seguí con mi labor y me puse a recoger las mesas de los clientes que acababan de irse. Agarré un par de tazas y las puse sobre mi bandeja, y al girarme dispuesto a recoger las de la mesa de atrás, choqué contra alguien haciendo que mi bandeja se desequilibrase en mi mano y su contenido temblase peligrosamente. Antes de verla caer, una mano reforzó mi agarre sobre esta y otra se acomodó en mi cintura para evitar perder el equilibrio.

 

Sentí la calidez de su mano sobre la mía, su respiración contra mi cuello y la presión del agarre de la cintura, que se incrementó cuando giré mi rostro y sus ojos hicieron contacto con los míos. Mi corazón se aceleró al tener tan cerca a WonSik. Cuanto deseaba acortar esa distancia y besar aquellos labios… pero no podía, porque él me odiaba.

Respiré profundo y di un paso seguro hacia atrás. Su mano resbaló por mi cintura en lo que pareció una caricia, no podía apartar la mirada de sus ojos. Escuché que alguien tosía y el contacto visual se rompió, agaché la mirada y seguí con lo mío, intentando no acercarme demasiado a él.

 

Las siguiente horas pasaron lentas. Wonsik no volvió a mirarme, todo lo contrario que yo, que no podía quitar mis ojos de él.

Cuando la última clienta se marchó, Jung hizo bajar todas las persianas del local y juntar un par de mesas, dispuestas para que tuviésemos una cena.

—¡Vamos HakYeon! —gritó, llamándome por mi nombre— no me seas aguafiestas, has vuelto a casa y quiero festejarlo.

 

Todos montaron jaleo para que dejara de quejarme y al final sonreí y tomé asiento entre Jung y Ken. Mientras esperábamos que llegaran las pizzas sacamos algunas bebidas y volvimos a acomodarnos. Todos hablaban animadamente y yo

escuchaba como Ken me contaba todas las novedades.

En aquel momento, WonSik salió de la trastienda ya vestido sin el uniforme de trabajo. Llevaba un tejano, unas deportivas y una sudadera negra, que contrastaban notablemente con su pelo naranja. Miró al grupo e intentó componer una sonrisa que, de lejos, se veía forzada.

 

—Ravi, ¿ya te marchas? Vamos a tener una pequeña fiesta, vamos, quédate. —le instó Jung con una sonrisa.

—No… realmente no puedo… me esperan para cenar.

 

¿Es posible que estuviese mintiendo? En ningún momento apartó la mirada de la de Jung y me pareció que allí se hablaban más cosas que las expresadas en voz alta.

 

—Bueno… no seré yo el que te obligue. Ten cuidado al volver a casa.

 

Se despidió con la mano de todos y le vi desfilar por la puerta sin siquiera mirarme.

 

Respiré profundamente ya que sentía una leve presión en el pecho. Miré hacia la puerta, supongo que esperando que volviese a entrar y… ¿y qué? ¿Debía esperar algo mejor que eso de él? Me lo tenía bien merecido.

Aún así me levanté y corrí hacia la puerta, la atravesé y miré en todas direcciones. Le divisé caminando a paso lento en la misma dirección por la que yo había llegado aquella tarde. Corrí hasta alcanzarle.

 

—WonSik. —le llamé mientras intentaba recuperar el aliento.

 

Él se paró y giró en lo que a mí me pareció una eternidad.

 

—¿Qué quieres? Tengo prisa. —aquella frialdad… la falta total de afecto en su voz, me atravesó.

—Yo… esto…

—Tengo cosas más importantes que hace que esperar a que te decidas qué hacer con tu vida.

 

Volvió a girarse para retomar su camino, sabía que tenía que pararle pero no sabía qué decirle en aquel momento. Corrí nuevamente y mis dedos le cogieron de la sudadera, como si de un niño pequeño se tratase. Él se volvió a detener.

 

—Lo siento WonSik… —hablé con el corazón en la mano, con un nudo apretando mi garganta.

 

Él se giró y solo super ver frialdad en sus ojos, congelandome, rompiendo las vagas esperanzas que me quedaban.

 

—¿Para qué has vuelto HakYeon? Estábamos mejor sin ti.

 

Volvió a girarse para reemprender su camino y no pude pararle, intenté coger mejor su sudadera pero esta acabó escurriendo entre mis dedos.

 

¿Para qué había vuelto?

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado, subiré el segundo dentro de poco, creo~~

bye :3


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