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The heart never lies por Kim Mika

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Notas del capitulo:

Gracias a los que habéis comentado y leído *----*

No sabía quién era más idiota, si él o yo. Él por volver o yo por no haber podido evitar la emoción que me embargó el verle atravesar la puerta de la cafetería.

¿Ahora debía preocuparme por eso? Sacudí la cabeza para librarme de aquellos pensamientos y seguí mi camino, ya me quedaba poco para llegar a casa.

Una vez allí, ignoré completamente las preguntas de mi hermana sobre la cara de cabreo que traía y me encerré en mi habitación.

No podía ser que el solo haberle visto me pusiese de aquel mal humor. Me eché en la cama gruñendo.

Al poco rato estiré la mano para abrir el cajón de la mesilla de noche, de allí saqué la agenda que había usado durante el curso en que conocí a HakYeon, estaba llena de fechas de exámenes y deberes pero la guardaba solo por los recuerdos que me traía. En la semana del 30 de junio, junto al recordatorio de su cumpleaños, estaba aquella fotografía, la única que tenía de él.

 

Como casi todos los días, llegue a la cafetería casi corriendo. Al entrar, le busqué con la mirada rápidamente y sonreí cuando me miró.

Me sentía tan bien cuando le veía que había tomado la costumbre de ir allí cada tarde solo para poder estar un rato con él, aunque no hablase, saber que paseaba entre las mesas y que podía llamarle si quería me bastaba.

Desplegué mis libros y libretas sobre la mesa poniéndome con los deberes en seguida. No pasaron más de diez minutos cuando alguien carraspeó y levanté la mirada, encontrándome a N con una taza de café y algunas bollerías.

 

—¿Cómo lo llevas? —preguntó mientras apartaba un poco los libros para dejar el pedido sobre la mesa.

—Tengo algunos exámenes la semana que viene, pero lo llevo bien —puse azúcar al café y revolví mientras el miraba mis apuntes —, menos matemáticas.

 

En aquel momento debí poner cara de pánico ya que le escuché reírse poco después.

 

—Cuando se vacíe un poco vengo y te ayudo, ¿te parece?

 

Y solo atiné a asentir con una gran sonrisa dibujada en mi cara.

Las horas pasaron y yo seguí haciendo mis deberes, a ratos me distraía con el ir y venir de los clientes y de N. Jung me sonreía desde la barra como si supiese todo lo que pasaba por mi mente.

Cerca de las ocho el local se fue vaciando, al menos lo suficiente como para que N dejase la bandeja y la libreta sobre la barra y se acercase a mi mesa con una taza de té.

Lo siguiente que supe fue que se puso a resolverme las miles de dudas que tenía en aquella maldita materia pero yo cometí el… ¿error? de mirarle mientras hablaba. Parecía totalmente seguro de lo que explicaba, escribía en mi libreta y recalcaba muchas cosas, pero yo me había quedado absorto mirando aquel rostro que tan perfecto me parecía.

 

—¿Lo has entendido?

 

Yo pestañee justo en aquel momento y él giró su rostro, encontrándose con mi mirada.

No se cuanto tiempo estuvimos así aunque a mi me pareciera una eternidad. Sus ojos marrones brillaban y me sentía tan atrapado que tenía miedo incluso de pestañear y que el momento acabase. Sentí mi corazón latir con fuerza y el calor subir y alojarse en mis mejillas.

Un pequeño “click” me despertó de mi ensoñación y vi como Jung se alejaba de nosotros.



Pocos días después de que HakYeon se fuera, Jung dejó aquella foto junto al café que trajo a mi mesa.

Y ahora que la tenía en la mano sentía nostalgia… quería volver a aquel tiempo en que todo estaba bien, aquel en que mi corazón no estaba tan destrozado…

 

Entonces decidí que era suficiente, fui al baño a darme una ducha y me fui a dormir.

 

--------o--------

 

Los días siguientes pasaron lentos, muy lentos. Iba de casa a la universidad, de esta al trabajo y de vuelta a casa. Mientras trabajaba, más de una vez me encontré mirando a través de la ventana como si esperara que algo pasara… o más bien que alguien viniera.

 

—Ravi. —me llamó una de las clientas, sacándome de mi ensoñación.

—Dime.

—¿Sabes si vendrá aquel chico que os ayudó el otro día? ¿Trabajará aquí?

 

Mi agarre a la bandeja se endureció y procuré que la expresión de mi rostro no cambiara. ¿Por qué seguía afectándome tanto? ¿O es que lo que realmente me molestaba era que le prestaran tanta atención? Aquello no tenía ningún sentido.

 

—No creo que el trabaje aquí nuevamente. Dejó este trabajo hace muchos años, el otro día simplemente nos ayudó porque es conocido de Jung.

—¿Y no sabes si volverá de visita? ¿Podrías presentárnoslo? —algo en mi interior se retorció con aquellas preguntas pero seguí sin alterar ni mi rostro ni mi voz.

—No se si volverá realmente y no le conozco tanto como para poder presentárselo a alguien. Ahora si me disculpa. —hice una inclinación y me marché lo más rápido que pude.

 

Aunque me sentará mal, aquellas preguntas tenían sentido. HakYeon siempre había sido muy popular en aquella cafetería, al menos durante el tiempo que trabajó allí e incluso tiempo después de que se marchase. Causaba muy buena impresión y su actitud dulce y risueña encantaba a las clientas, las enamoraba… Por eso no era de extrañar que los nuevos clientes se hubiesen fijado en él aquel día. ¿Quién no lo haría?

Seguí caminando entre las mesas, siempre con una sonrisa en el rostro y cuando se hizo la hora de cerrar y el último cliente se fue, me puse a limpiar con mucha parsimonia.

La campanilla de la puerta sonó y me giré para avisar que ya habíamos cerrado, pero me quedé mudo.

No sé qué poder tenía HakYeon para aparecer cuando menos me lo esperaba, pero allí estaba, con unos simples tejanos, una sudadera fina, una gorra sobre su cabeza y un bolso de deporte colgando de su hombro. Igual que la primera vez que lo vi. Que me matasen si aquello no era una cruel broma del destino.

Seguí limpiando como si nada hubiera pasado, ignorándole todo lo que era capaz, y aún así escuchaba fragmentos de la conversación que tenía con Jung.

 

—Estoy agotado.

—Eso no te pasaría si volvieses a trabajar aquí.

—Ah, claro, ¿para qué narices he estado estudiando tanto, entonces?

—Pues no te quejes.

—Eres una mala madre Jung.

 

Quise reír ante aquello. Entre la habitual actitud infantil de HakYeon y la capacidad de Jung de convertirse en madre, escucharlos discutir era como estar frente a una escena cómica de una serie mala.

Al girarme a mirarlos vi a HakYeon con sus brazos y cabeza apoyados sobre la barra y a Jung secando algunos vasos distraídamente. Observé al mayor de ellos, su semblante era sereno aunque unas leves ojeras empezaran aparecer bajo sus ojos.

Aquello me hacía acordar a cuando lo veía tan ojeroso en temporada de exámenes, él nunca había faltado a trabajar aunque tuviese examen cada día, por tanto el no dormir acababa pasándole factura con unas grandes ojeras bajo sus ojos que intentaba ocultar inútilmente con algo de maquillaje.

En aquel tiempo yo admiraba la dedicación de HakYeon en todo, tanto en su carrera como en su trabajo, como si aquello fuese lo más importante y no pudiese fallar en ningún momento. Fui testigo, muchas veces, de verle desfallecido, casi al borde del desmayo por no descansar adecuadamente. Aquellos días me los pasaba preocupado por su salud y bienestar, al final Jung solía pedirme que lo llevara a casa.

¿Seguiría siendo así? Por su apariencia no parecía que hubiese cambiado mucho.

Jung captó mi mirada y sonrió tiernamente, a lo que yo apuré a seguir con mi trabajo. Por mucho que en su momento HakYeon hubiese sido el centro de mi fantástico mundo, no significaba que lo siguiese siendo ni que lo fuera a ser en un futuro.

Al acabar de limpiar entré a cambiarme a la trastienda, allí estaba Hyuk acosando a HongBin, como era habitual, y este solo sonreía con un leve sonrojo en las mejillas. Me daban tantísima envidia… Solían hacerme pensar en mi antiguo yo y mi bobo encaprichamiento por HakYeon… ¿Yo también sonreía de manera tan tonta?

 

—Hasta mañana chicos. —me despedí, alzando la mano para saludarles.

—Hasta mañana, vigila al volver a casa. —dijo HongBin acabando de vestirse.

 

Me limité a asentir, agarrar mi mochila y salir de allí. Jung estaba acabando de ordenar la barra y HakYeon había desaparecido del mapa. Miré a todos lados antes de decidir seguir mi camino.

 

—Ya se ha ido, no te preocupes. —dijo mi jefe, yendo hacia la trastienda.

—Como si me importara. —respondí con fingida indiferencia, Jung soltó un largo suspiro.

—No seas tan duro WonSik. Esa máscara ya no funciona conmigo.

 

Saludó con la mano antes de marcharse, dejándome plantado con cara de idiota. Jung era demasiado bueno en aquello de leer pensamientos, quizás por eso había acabado trabajando allí después de la partida de HakYeon, él había sido un gran apoyo para mi.

Salí en dirección a la estación, tenía que recorrer unas cuantas calles a pie y decidí tomármelo con calma. Y mientras caminaba, a lo lejos distinguí una figura que, a pesar de todo, podría reconocer en cualquier lado.

La correa de la bolsa de deporte atravesaba su espalda, caminaba con las manos en los bolsillos y ya sin gorra puesto que había oscurecido lo suficiente como para no necesitarla.

Ahora que me fijaba, HakYeon estaba algo más alto y su espalda era algo más ancha, pero yo había crecido algo más que él y le superaba en altura. Aún así seguía pareciéndome demasiado atractivo.

Aquel pensamiento hizo estremecer mi corazón. No podía permitir que los sentimientos que había tenido volviesen a florecer, ya había sufrido suficiente a manos de HakYeon como para que mi caprichoso corazón latiera desbocado solo por verle.

 

Sin embargo, un largo suspiro escapó de mis labios y un recuerdo acudió a mi mente. Aquella primera vez que recorrimos ese mismo camino juntos.

 

Habían empezado a limpiar y yo aún seguía allí con mi cabeza apoyada en la mesa después de haber pasado toda la tarde para acabar los deberes y trabajos. Noté que sacudían mi hombro y me incorporé, notablemente somnoliento.

HakYeon sonreía.

 

—Vamos, te acompaño a la estación.

 

Recogí mis cosas con torpeza y me despedí de todos los que quedaban allí. Caminaba en silencio a su lado, algo nervioso por estar a solas con él. HakYeon, sin embargo, pronto empezó a hablar, contando anécdotas de su vida, logrando que algunas carcajadas escaparan de mi boca.

Pronto noté como el ambiente se relajaba y logré hablar yo tambien, contándole tonterías de mi vida estudiantil.

Él reía, y si no, la sonrisa no abandonaba sus labios. No podía dejar de mirarle y sentirme afortunado por poder disfrutar de aquellos momentos a su lado.

 

Sentía que cada día me gustaba un poco más.

 

Al llegar a la estación me sentía triste al tener que separarme. Vi que pasaba su boleto y entraba conmigo hasta el andén, nos sentamos en uno de los bancos disponible. Al tren le quedaban aún cinco minutos para llegar.

 

—¿Has acabado todos tus deberes? —preguntó de repente.

—De milagro, pero si. Esta semana tenemos muchas cosas que entregar y me falta tiempo.

—Yo se que puedes con todo Sik. —me sonrió tiernamente y yo quise que la tierra me tragara al notar mis mejillas arder.

 

Escuché que el tren se aproximaba por el túnel y me levanté, acomodando la mochila en mi espalda. El se levantó y me desordenó el pelo antes de atraerme hacia él para darme un abrazo.

Si mi cara no estaba totalmente roja en aquel momento es que no me quedaba sangre en el cuerpo.

 

—Nos vemos WonSik, ten cuidado al volver a casa.

—Lo tendré.

 

Me apresuré a entrar al tren que ya estaba por cerrar sus puertas y desde allí lo saludé con la mano.

 

Aquel día fue de los más felices de mi vida, a partir de entonces HakYeon se acostumbró a acompañarme cada día hasta la estación, siempre entrando conmigo hasta el andén. Para mí, en aquel entonces, era todo un sueño.

Vi a HakYeon sacar algo de su bolso y pararse poco después frente a una portería. Pasé por delante justo cuando él empujaba la puerta para cerrarla desde dentro. Nuestras miradas conectaron y en la suya solo vi tristeza y cansancio.

Tristeza… Realmente sabía que él estaba arrepentido, pero mi corazón se negaba a querer escucharle, no ahora, no aún.

Aún así, me dolía ver aquella expresión en sus preciosos ojos.

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado! :3


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