Misaki abrió los ojos, desorientado. Su vista no se definía completamente, y eso lo confundió. Por acto reflejo llevó sus manos hasta su estómago, y se lo sobó al tiempo en que suspiraba aliviado.
-¿Dónde estoy?-preguntó a nadie. Dedujo por la camilla en la que reposaba, y las blancas paredes, que se encontraba en un hospital.
-¿Takahashi-san?
Misaki escuchó la voz de un hombre, y volteó hacia todos lados hasta que dio con él dueño de la voz. Era un individuo de ojos verdes y cabello castaño. Le era vagamente conocido, y hubiese creído que era un doctor del lugar si no hubiese estado vestido tan informal. El hombre sonrió y suspiró.
-Me alegra que estés bien, llevas durmiendo todo el día.
-¿Quién es usted?-preguntó Misaki.- ¿Y qué hago aquí?
-¿No recuerdas? Bueno, obviamente no sabes mi nombre, no nos hemos presentado. Soy Onodera Ritsu.
-Un gusto en conocerlo.-murmuró Misaki, todavía más confundido. Frunció el ceño intentando recordar que había sucedido, y entonces vino lo peor. Usagi-san y su hermano; besándose. Unas pequeñas lágrimas invadieron su rostro.
-Oh, ¿Te encuentras bien?-preguntó Ritsu, con el semblante preocupado. Antes de que Misaki pudiera responder se abrió la puerta, y entró una persona que nunca hubiera esperado ver en su ciudad.
-Debí creerte cuando habías dicho que estabas preñado.-Dijo un hombre rubio y de gafas.
Era Haruka-san.
Misaki se sorprendió hasta el punto de frotarse los ojos frenéticamente para descubrir si era un sueño o no. Era Haruka, el mismo hombre que había intentado violarlo. El mismo hombre al que Usagi-san había amenazado. El hombre que se había burlado de él.
-¡¿Qué haces aquí?!-preguntó el chico, sobresaltado.
-¿No te comenté que soy doctor?
-¿Ya se conocían?-Onodera enarcó una ceja.
-Sí, tuve la suerte de pillarme con este chiquillo.
Haruka-san sonreía maliciosamente. Misaki se sintió intimidado, pero no lo demostró.
-Escucha.-el rubio sacó una hoja de su bolsillo y comenzó a mirarla con detenimiento.- créeme que todo el hospital se ha llevado una sorpresa al ver que esa panza no era de mentira. Ya hemos realizado las ecografías correspondientes, tus gemelos están bien.
-¿Gemelos?... ¡¿GEMELOS?!
Misaki abrió su boca en una "o" y miró expectante a los hombres que tenía delante.
-Sí, quizá sean mellizos. ¿No lo sabías?
-Creí que… yo…
El chico no se lo creía. ¿Iba a ser madre de dos niños? ¡Eso si lo había sorprendido! Nuevamente sus manos se dirigieron a su estómago. De pronto, las múltiples patadas, y la excesiva fuerza que había creído de su hijo le hizo concluir que no era uno, sino dos. Después de volver del trance, sonrió de felicidad.
Un hombre alto y de cabello oscuro entró a la habitación, cargando a un niño pecoso y de cabello rojizo. El niño chupaba una paleta, y el hombre parecía impaciente.
-Ritsu, ¿Cómo se encuentra el chico?
-Ah, Takano-san, entra. Este es Takahashi-san, ya despertó.
Misaki se preguntó vagamente el cómo habían sabido su nombre. Pero luego recordó que llevaba su identificación. Suspiró aliviado.
-Entonces, ya nos vamos, Takahashi-san.
Misaki sonrió.
-¡Muchas gracias a ambos!
Takano miró a Misaki y sonrió ligeramente.
-No sé cómo demonios has llegado a ese estado, pero espero que tus bebés nazcan bien. Ser padre es algo maravilloso.
Misaki asintió con fuerza. Intercambiaron números de teléfono y luego los adultos se retiraron. Haruka-san frunció el ceño ante Misaki y se fue de la habitación sin decir palabra.
Cuando el castaño quedó sólo, se dedicó a pensar en Usagi-san. Aún se encontraba nervioso, y por supuesto que sus razones eran justificables. Takahiro había besado a su pareja y él había correspondido… ¿Lo había hecho? Sus recuerdos eran difusos. Tenía claro que su hermano había besado al escritor, pero el ver a Usagi-san devolviéndole el beso a su amigo de la infancia no era algo que realmente creía haber visto. ¿Y si en el momento se había alterado tanto que había llegado a imaginar cosas? En todo caso, debía dar aviso a Usagi-san de donde se encontraba…
A un lado de su cama había un cajón. Misaki lo abrió desde la posición en la que se encontraba y dio con su teléfono celular. Tenía treinta llamadas perdidas y quince mensajes de voz. Marcó los números correspondientes mientras lo comían los nervios.
El escritor contestó al segundo tono.
-¡Misaki!-exclamó-¿Dónde demonios estás?
Sin poder evitarlo, el chico comenzó a derramar las lágrimas que tenía contenidas.
-U-Usagi-san… Salí a la calle…heladería…Onodera-san…Haruka-san…me desmayé…hospital.-sollozó. Había intervalos de tiempo entre cada palabra, en los que el chico murmuraba palabras inentendibles.
-¿Hospital? ¿Qué hospital?-Usagi-san logró rescatar los términos "desmayé" y "hospital"
Misaki miró con detenimiento su habitación, y justo frente suyo, detenido en la pared, se encontró con una gran placa de metal que decía "Hospital Evol"
-Hospital Evol.-susurró a Usagi-san.
-Voy para allá.
Misaki se sintió inquieto, preocupado, nervioso y sin mencionar que el temor lo consumía. Pero sólo murmuró un vago "si"
Ritsu y Masamune caminaban hacia su departamento. Ya era entrada la noche, y Nagisa-kun dormía plácidamente en los brazos de Takano-san. Ambos comentaban sobre Misaki.
-Creo que he visto muchas cosas fuera de lo común… ¿pero un chico embarazado?-decía Onodera, sin poder creerlo.
-Bueno, es una situación bastante extraña-observó Takano-pero ese chico se veía feliz.
-Eso es porque escuchó que tendría gemelos, pero antes tenía la mirada perdida, parecía triste… muy triste.
-Quieres volver a hablar con él, ¿No?
-¿C-Cómo lo has sabido?
-Es una actitud típica tuya, Onodera. Te metes en donde nadie te llama.
-Demonios, sólo estoy preocupado-Ritsu frunció el ceño.
Masamune lo miró directamente a los ojos, y susurró:
-No te preocupes por él, sólo tenme en cuenta a mí.
El hombre de ojos verdes enrojeció.
-E-eso es muy egoísta de tu parte…
-Lo sé. Aún así, solo quiero que me mires a mí.
-¡Él era joven! ¿Quién demonios crees que soy?
El de ojos gatunos sonrió.
Cuando llegaron a su hogar, depositaron el frágil cuerpo de Nagisa-kun en la cama. El chico estaba profundamente dormido, ya que había tenido un día agotador. La joven pareja entonces se dirigió a la sala, y Takano-san aprovechó la oportunidad para atacar a Ritsu.
-T-Takano-san… no deberíamos.
El hombre estaba sobre Ritsu, ambos en el piso. Lo había aprisionado usando su cuerpo, a modo en que sus piernas quedaran casi pegadas a él. Takano sonreía de manera muy provocativa, haciendo enrojecer a Onodera. El hombre se acercó a su uke y lamió lentamente su cuello, al tiempo en que introducía su mano en su pantalón, dirigiéndose a su miembro. Ritsu dio un pequeño gemido, y su resistencia ya se estaba opacando. Takano-san besó suavemente al hombre, para luego dar paso a su lengua, y finalmente besarlo apasionadamente. Masamune realizaba movimientos que lograban que ambas lenguas danzaran, y con el movimiento de su mano erectó a Ritsu.
-Ya te pusiste duro, Onodera.
-¡C-cállate! Idiota…
-Puedo ocupar mi boca para algo mejor.
Ritsu sollozó, y Takano sonrió. Se levantó a tientas y bajó la cremallera del pantalón de Onodera. Primero comenzó a acariciar su miembro sobre la tela de su ropa interior, y luego la quitó para poder tocar directamente el encendido lugar. Comenzó a masturbar lentamente a Ritsu, para luego hacerlo más rápido. El hombre sintió un cosquilleo caliente en todo el cuerpo; y aunque no quería, soltaba gemido tras gemido. Takano entonces llevó su boca hasta el miembro de Onodera y su boca entró en él. Ritsu soltó un jadeo de placer.
-Aah... Ah…
Sus cuerpos sudaban pequeñas gotas, y lo caliente que estaban ambos era casi insoportable. Pero aún así continuaron. Takano atrajo a Ritsu en un dulce beso; Le acarició el cabello y luego lamió sus labios de forma lenta y sensual, para después introducir su lengua en la boca de Ritsu.
-Te amo.-le susurró Takano.
Onodera no respondió, pero con sus actos demostró todo.
Misaki no sabía qué hacer, ni cómo actuar. Usagi-san le había dicho que llegaría al hospital en diez minutos, y si sus cálculos eran buenos, llegaría en un par de minutos.
Se recostó suavemente sobre la cama, y suspiró. Se enderezó rápidamente cuando escuchó como abrían la puerta.
Pero no era Usagi-san.
Haruka entraba junto con una bandeja de comida. Su rostro denotaba que la tarea le era aburrida, y que no quería tener ningún contacto con el chico. Más sin embargo su expresión cambiaba a medida en que se acercaba.
-¿Ese hombre aún no viene?-preguntó a Misaki.
-¿Qué hombre?-replicó el joven, aunque sabía perfectamente que Haruka se refería a Usagi-san.
-Ya sabes. "Él es mío. Nadie puede tocar a Misaki" ese hombre.-Haruka intentó imitar la voz del escritor, fallando notoriamente.
-Usagi-san viene en camino. Entrará por esa puerta en cualquier momento.
-¿Eso crees? Si hubiera sido yo ya estaría aquí, plantándote besos.
-No digas eso, por favor.-pidió Misaki, cansado.
-Vale, era una broma. Puedo acercarme a ti, ¿No? Después de todo es una broma.
-No se te ocurra acercarte a él.
Esa era la voz de Usagi-san.
Inmediatamente el corazón del chico comenzó a doler, y una inseguridad prominente invadió su cuerpo. Sintió ganas de llorar, al tiempo en que también sentía deseos de lanzarse al hombre frente suyo y nunca soltarlo.
-Haruka-san, por favor vete. Necesito hablar con Usagi-san.
-Bah, tampoco es que quisiera estar con este hombre.-y en bajito, sin embargo lo suficientemente alto, susurró-ya volveré a por ti.-dicho eso se escabulló antes de que Usagi replicara.
El escritor quiso abrazar inmediatamente a su muchachito rebelde, pero algo en el rostro de Misaki se lo impidió.
-Misaki, ¿Qué sucede?
El chico tomó aire y sacó fuerzas para hablar.
-¿Quieres qué te diga primero lo malo o lo bueno?
-Dime lo malo.
-Bien…-el chico se mordió el labio y aguantó las lágrimas. Fue directo-Te vi con mi hermano.
Usagi-san bajó la mirada.
Misaki no pudo sentirse más angustiado.
Kisa Shouta ordenaba los últimos papeles correspondientes a su trabajo. Se sentía exhausto, y desesperado por querer salir de la oficina. Cuando se dispuso a por fin largarse a descansar, una mujer se le acercó. Era una asistente nueva en el departamento, se llamaba Hana Mori. Hana parecía ser aún joven, y su cuerpo delgado hacía remarcar eso. Poseía un bonito rostro y era la envidia de la mayoría de las chicas del lugar, después de todo, tenía el privilegio de trabajar para los guapos editores del departamento esmeralda. Hana lo sabía, y disfrutaba de eso.
-Kisa-chan.-susurró la mujer. Ambos se encontraban solos, ya que los demás editores se habían ido a casa. Hana llamaba a todos "chan".
-¿Sí?-Kisa ya caminaba hacia el ascensor, seguido de la chica, que se trenzaba el largo cabello negro mientras avanzaba.
-No quisiera ser una molestia…pero necesito pedirte un favor.
Shouta evitó reprochar. Estaba demasiado cansado, y realmente no necesitaba más trabajo. Pero la lastimosa cara de la mujer lo hizo compadecer.
-¿Qué necesitas?
-Bueno… últimamente hay un hombre que me ha estado siguiendo.
-¿Eh?
-Cuando voy a casa el siempre está ahí… Ya di aviso a la policía… pero…
Las lágrimas abordaron sus ojos. Kisa odiaba ver personas llorar.
-¿T-tú podrías acompañarme a casa?
Shouta miró la hora. Como no había quedado en verse con Yukina, supuso que podría acompañar a Hana.
-Está bien.-murmuró. Se sintió casi obligado, pero después de todo, lo consideraba su deber moral.
No vio la sonrisa de victoria que compuso la mujer.