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Un regalo inesperado. por Tomoyoka

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Notas del capitulo:

Holi e.e he vuelto :3 y, ¡No estoy repitiendo! ;---; Desde ahora, volveré a actualizar cada semana e.e bueno, aquí va el capi :3 

Misaki Takahashi inhaló y exhaló, intentando retomar la respiración. Se sentía muy acalorado, y el sudor corría por su cuello y su frente. Usagi-san le acariciaba el cabello, intentando calmarlo. Enfermeras entraban y salían de la habitación, Haruka-san trabajaba rápidamente, buscando todos los elementos necesarios para el parto. Las contracciones lo hacían estremecer, y un nuevo dolor abarcó en su columna cuando una aguja lo atravesó. Después de eso sintió su cuerpo adormecido, y unas ganas enloquecedoras de dormir. Usami apretó fuertemente la mano de Misaki, y eso fue lo último que sintió. Confundido, cerró los ojos, no sin antes ver como Haruka-san se ponía unos guantes blancos y se adentraba a su cuerpo.

Tuvo un sueño. Mientras dormía, y no sentía absolutamente nada, pensó en sus futuros hijos. En el sueño, él caminaba junto a Usagi-san, ambos tomados firmemente de las manos. Sonreían, e iban por un sendero oscuro. A lo lejos se divisaba una luz, y ellos caminaron hacia ella. Al final del camino, los esperaba una niña y un niño de aproximadamente seis años. Ambos reían, y corrieron despreocupados hacia los adultos. Las criaturas eran, sin dudar, hermosas. 

La niña abrazó a Usagi-san, y lo llamó "papá". El niño se lanzó a Misaki, y lo llamó "papá" también.

No supo exactamente cuánto duró el sueño, pero cuando despertó, alguien le estaba abriendo su estómago. Realmente lo estaba haciendo. Sintió unos enormes deseos de gritar, horrorizado. Pero se contuvo cuando la mano de Usagi-san lo apretó fuertemente. De pronto, estaba durmiendo de nuevo.

Despertó nuevamente, y tampoco supo cuanto había dormido. Pero esta vez Usagi-san lo miraba sonriente, con sus ojos violetas brillando. En sus brazos sostenía a una muy pequeña criatura, y una enfermera cargaba con otra. Misaki exclamó, maravillado. Intentó moverse, pero enseguida el dolor lo invadió. Aún así, sólo pudo sonreír, imitando a su pareja.

-Lo has hecho muy bien.-susurró Usagi-san.                                                                       

-S… ¡Somos padres!-Misaki rió alegremente, sin apartar su mirada de los bebés. Usagi-san le cedió a la pequeñez que sostenía. Era una niña. Lo supo enseguida. Sus ojos eran del mismo color que los del el escritor, y su piel estaba muy arrugada. El poco cabello que tenía era del mismo color que Usagi-san. Se notaba que había llorado estrepitosamente, y Misaki no había estado consciente para ver eso. Ahora la niña tenía los ojos enternecidos, y rebosantes de sueño. Misaki le acarició la cabeza, y la pequeña lo miró fijamente a los ojos. Fue una sensación simple, pero al mismo momento intensa. Misaki sonrió.

-¿Cómo le llamaremos…?-preguntó vagamente.

-Me gusta Shizuko.-sonrió Usagi.

-A mi también.-corroboró Misaki, luego añadió-Quiero sostenerlo a él también.

Misaki había notado que el bebé que sostenía la enfermera era un niño. Le cedió a Shizuko a su pareja y sostuvo entre sus brazos al bebé. Era parecido a su hermana, muy parecido. Sólo que sus ojos eran de color verde y tenía unos pocos pero largos mechones castaños. Ambos tenían la piel suave y brillante.

-¿Cómo se llamará…?

-Qué tal… ¿Keita?

¿Keita? Misaki creyó que era un nombre perfecto.

De pronto, se había formado un cuadro hermoso. Misaki sostenía a su hijo y Akihiko sostenía a su hija. Ambos denotaban intensa alegría en sus ojos.

Haruka-san, a una considerable distancia, observaba a la familia. Sus ojos mostraban confusión. Nunca antes, ni si quiera en sus propios parientes, había visto tanta felicidad al verse todos reunidos. Su madre y su padre normalmente alardeaban sobre lo orgullosos que estaban de él, y sus primos le dedicaban miradas de odio. Era la persona más exitosa en su familia, y por mucho, el más guapo. El cabello rubio le había crecido lo suficiente como para poder atárselo en una corta coleta, y su piel se había bronceado un poco, producto de estar tanto tiempo en la playa. Atraía a muchas personas, de ambos sexos. Pero el realmente no se había enamorado de nadie, solo los utilizaba para saciar sus deseos sexuales. Aunque ahora algo había cambiado… Ese chico, Misaki… tenía algo que le llamaba la atención.

-Bien.-exclamó.-Si todo mejora, Misaki podrá dejar este sitio en unos días.

-¿Es así? ¡Que alegría!-exclamó el joven. Y miró agradecido a Haruka-san.

El doctor resopló.                                           

 

Onodera Ritsu se apresuró a recoger el teléfono que había caído dramáticamente al piso. Lo tomó entre sus manos y se lo llevo lentamente a la oreja. En la otra línea, su madre preguntaba por él.

-¿Ritsu? ¿Ritsu? ¿Sigues ahí?

-Aquí estoy, madre.

-Ah… como te decía, la madre de Nagi-kun se lo quiere llevar.

-¡¿Por qué ahora?!

-Dios, ¡No lo sé! No me levantes la voz. Creo que lo mejor sería entregarlo…

-No creo que eso sea posible.

-¿Huh?

-Madre, ¡No puedes hacer eso! Me forzaste a cuidarlo, cuando apenas sabía de él. Y lo hice, lo cuidé. Y ahora lo amo, simplemente no me puedes alejar de él.

Los ojos de la mujer brillaron tiernamente, orgullosa de su hijo.

-Lo sé, amor, lo sé. Pero, las cosas no están a tu favor, ¿Sabes? Eres un hombre soltero, no tienes esposa. Si la tuvieras, todo sería diferente… la suerte estaría a tu favor.

-¿No lo dices simplemente para que me case con An-chan?

-¡Esta vez no! Prometí que te dejaría tranquilo, ¿no?

-¿Y esa mujer dónde estaba?

-Es un rumor, Ritsu.-su madre susurró-pero al parecer, ella estaba metida en el mundo de… ya sabes, drogas… delincuencia.

-¡¿Y así le quieren entregar a Nagi?!

-¡Ssh!-chistó-Ya te dije que no me levantaras la voz. Y repito, es solo un rumor.

Se hizo silencio. Luego de unos minutos, la madre de Onodera se despidió, dándole un pequeñísimo rayo de esperanza a Ritsu.

-Haremos todo lo posible para mantener a Nagisa con nosotros, ¿bien?

Y luego de eso cortó la llamada.

Ritsu cayó sobre un sofá, aturdido. Procesaba la conversación que acababa de tener con su madre. Por lo menos ella la apoyaba, y eso era bueno. Si las cosas hubieran resultado de otra manera, seguramente ya no tendría la custodia del niño. Debía pensar la manera correcta de comunicárselo a Takano-san sin que este se alterara tanto como él.  Decidió dejarlo por el momento, y acompañar al niño en sus juegos. Pero entonces Takano-san entró a la habitación.

-Ya he terminado.-anunció, dejando en claro que había acabado con su trabajo, lucía cansado. Ritsu se mordió el labio y dejó de lado las distracciones. Fue directo al grano.

-Debemos hablar, de Nagisa-kun.

Encendieron el televisor, dejando la programación para niños pequeños. El chico quedó absortó en la gran pantalla. Takano lo miró nervioso.

-Escucha… han encontrado a la madre de Nagisa-kun.

-¿Qué?

-Lo sé, también fue repentino para mi…-se llevó las manos al cabello, y lo tiró, irritado.-No sé qué demonios hacer, ella tiene la ventaja…

-Dijiste que hacer. Estás mal.

-¿Eh?

-Te corrijo: Deberías haber dicho "Haremos" Estoy en esto, ¿Recuerdas?

-Takano-san…

-Tu… no sabes cuánto los amo a los dos. Escucha, no dejaré que se lo lleven, al igual que no dejé que te llevaran a ti.-lo tomó de la barbilla.- ¿Entiendes?

Onodera asintió.

-Es una promesa.-Takano-san le dio un suave beso en la boca, sellando lo que había dicho.

 

Kisa Shouta era besado descontroladamente por Hana Mori. La joven y guapa asistente del departamento esmeralda se empeñaba en plantarle beso tras beso a Shouta,  a pesar de que él intentara zafarse. Antes de gritar, tomó una profunda bocanada de aire.

-¡Suéltame!

La mujer se detuvo. Miró a Kisa y le sonrió:

-No me quiero detener, Kisa-chan.

-Demonios, ¡Estás loca!

-Loca por ti, cariño.

Kisa-san suspiró. Dios, a esa mujer se le había soltado un tornillo. Kisa saltó de la cama en donde había sido forzado a recostarse y salió de la habitación con pasos vacilantes.

-¡Espera!-Gritó Hana.

-¡¿Qué quieres?!

-Me… Me sentiré muy sola sin ti, Kisa-chan-replicó la chica, acercándose con pasos lentos pero seguros a Shouta.

-Escucha, tengo pareja. No necesito a un amante.

-¿A pesar de que nunca verás a alguien tan guapa como yo?

El hombre sintió como su semblante se torcía. Era cierto que la mujer era bastante guapa -Ojos profundamente negros, cabello lacio y oscuro, pechos de un gran tamaño, además de una buena figura- pero a él no le atraía, sin mencionar que su novio era un hombre. Además, estaba seguro de que si la realidad fuera otra -o sea, que le gustaran las personas contrarias a su sexo- lo más probable es que se sentiría fascinado por las chicas simples y de belleza natural. No le atraían los labios rojo pasión ni el delineador de ojos. Suspiró y replicó tozudamente.

-No. Definitivamente no.

Hana Mori frunció el ceño. Cuando estuvo a punto de abrir la boca, se escuchó una voz de hombre.

-¿Hana? ¿Estás en casa?

-¡Hermano!

Kisa fue invadido por el pánico. Seguramente la mujer inventaría algo para que pareciera que él había comenzado con la situación. Escuchó los pasos que se aproximaban y enseguida se agachó, fingiendo atarse los cordones.

-¿Quién es él?-preguntó el supuesto hermano.

-Oh, es Kisa-san. Le pedí que me acompañara a casa para mostrarle mi progreso en el último trabajo del que te hablé.-contestó Hana Mori, para sorpresa de Shouta.

-H-Hola.-El hombre aún no se atrevía a levantarse.

-¿No habrás intentado seducirlo?

.-¿Qué dices, hermano? ¡Yo no soy ese tipo de chica!

<<Sí, claro. >> pensó el de cabellos negros, que finalmente se había decidido a saludar. Se levantó y se encontró con un hombre increíblemente guapo. Casi tanto como Yukina.

Era alto, y tenía unos largos brazos fornidos y delgados. Un rostro blanco como la porcelana y ojos puramente seductores. Labios ligeramente rosados y pómulos marcados. Al igual que su hermana, su cabello era lacio y oscuro, y le caían mechones disimulados sobre la frente. Vestía una camisa ceñida y unos vaqueros oscuros. Kisa, débil como era con los hombres guapos, no pudo no dejar escapar un suspiro de ensueño, que se apresuró a camuflar con tos.

Sin embargo, Yukina seguía siendo más guapo para los ojos de Kisa-san.

-H-hola.-tartamudeó el editor. El hermano de Hana Mori sonrió.

-Me llamo Rin Mori, un gusto en conocerte, Kisa-san.

-I-Igualmente…

En ese momento sintió su celular vibrar. Era Yukina

-¿Huh? ¡sí!-exclamó cuando contestó!

-¿Kisa-san? ¿Por qué has demorado tanto?

-¡Ah! Por… por qué… ¡Lo siento! Te explico en casa, ¿sí?

-Claro, te espero con ansias, Kisa-san. Si la comida se enfría puedo comerte a ti.

-¡No seas idiota! Y-ya voy…

Cuando guardó su teléfono, Hana Mori lo miró con recelo.

-¿Era tu novia?

-¡Era mi NOVIO!-exclamó él, en un arrebato de sinceridad.

-Vaya… ¡¿Eres gay?!-Hana chilló.

-¿Y qué si fuera así?

-Wow… realmente todos los chicos guapos tiran para ese lado.-se lamentó.-incluso mi hermano…

-¿Huh?

-Hana, hermana…deja de ser tan sincera.-Rin había enrojecido. Kisa, confundido, solo atinó a despedirse para luego irse de esa casa de locos.

Caminó apresurado hacia la estación. Por suerte, sólo eran tres estaciones la diferencia que había entre su casa y la de Hana. Por supuesto, no le daría esa información a la mujer.

-¡Kisa-san!-exclamó Yukina, apenas Shouta hubo golpeado la puerta.

-Lo siento, Yukina. Esa mujer estaba loca.

-¿Por qué?

Shouta le contó sobre lo sucedido. Usó expresiones como "¡Y entonces se abalanzó sobre mi! o "Por suerte, llegó su familia…" Yukina lo miraba seriamente, algo molesto. Pero prefería que Kisa se lo contara a que no le mencionara nada por temor a preocuparlo. El editor también había pensado en eso, pero luego recordó todos los problemas que habían obtenido por hacer lo mismo varias veces.

-Bueno.-Yukina suspiró cuando su pareja terminó de relatar.-Supongo que tendré que presentarme con ella.

 

Nowaki caminaba distraído a casa. En su mano sostenía firmemente un papel que contenía un número de teléfono, y planeaba llamar en cuanto Hiro-san no estuviese presente.

Las cosas se habían vuelto un poco apresuradas.

Él estaba demasiado enamorado de Hiro-san. Lo amaba como a nadie más. Agradecía el día en que se habían conocido, el momento en que se había topado con sus brillantes ojos, húmedos de tanto llorar,  después de todo, Hiro-san acababa de ser rechazado.

Recordaba con claridad lo testarudo que había sido. Se había esforzado demasiado para entrar a la fuerza en la vida de Hiroki Kamijo, para luego hacerse paso hacia su corazón. Realmente todo había valido la pena… y quizá, lo que pensaba hacer era algo loco, extraño… pero en muchos sentidos, era bueno. Bueno para ambos. Sonrió, pensado en como lo haría.

Ya había hablado con esa persona. Estaban la mayoría de los detalles discutidos, y sólo faltaba la aprobación de Hiroki. Por supuesto, esperaba que se animara.

Pasó por una pastelería, y pensó que quizá algún pastel no estaría mal. Entró y enseguida el olor a pan recién horneado invadió sus fosas nasales. Sintió hambre. Compró un pastel y unas galletas para el camino.

Cuando llegó a casa, Hiro-san no estaba. El hombre no se extrañó, ya que, al igual que él, el demonio Kamijo tenía un horario muy estricto. No le dio importancia y continuó con sus planes. Comenzó a preparar una elaborada cena, con las cosas que más les gustaba a Hiro-san. Sonreía mientras imaginaba sus reacciones: "¡No soy lindo!" "¡idiota!" "¡Deja de mirarme, Nowaki!". Definitivamente amaba todas y cada una de sus expresiones. Había aprendido a Conocer a Hiroki; sabía lo que le gustaba y lo que no, lo que odiaba y lo que lo hacía estremecer. Sabía que puntos tocar para lograr un sonrojo de su parte. Conocía bastante bien su cuerpo, más de lo que él pensaba, ya que, Nowaki, egoístamente, se había aferrado y ceñido a su pareja como no había hecho con nadie.

Terminó de cocinar y fue entonces cuando escuchó el sonido de una llave introduciéndose en la cerradura. Escuchó el "Ya llegué" de Hiro-san, e inmediatamente fue a recibirlo. Revisó en sus bolsillos antes de darle la bienvenida.

-Huele muy bien.-comentó Kamijo, arrugando la nariz.

-Eso es porque he cocinado tus platillos preferidos.

-¿En serio? Tsk, no tenías porqué haberte tomado la molestia…-mas sin embargo Hiroki se encontraba feliz.

Se sentaron a comer y Nowaki tomó una bocanada de aire.

-Hiro-san…necesito hablar contigo.

-¿Si?

No sabía por qué, pero el tono de voz de Nowaki lo asustaba.  

-He investigado un poco… he reunido el dinero, ya sabes… hay lugares en los que se puede… hum, tu…-parecía realmente nervioso. Tomó otra bocanada de aire, y habló firmemente.-Hiro-san, yo te amo demasiado, eres lo más importante para mí.

-Tú…-El demonio Kamijo se ruborizó, y frunció el ceño. Nowaki sonrió y rebuscó en su bolsillo.

-Te… ¿Te casarías conmigo?

Procedió a mostrarle una cajita con un anillo simple pero hermoso dentro. Sonrió, con el pecho oprimido.  

 

Notas finales:

Ojalá les haya gustado UnU la próxima vez, subiré un dibujo de los hijos :D no olviden comentar :c 

Hasta el siguiente capi :3 y gracias por leer<3


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