Ya había pasado una semana desde que Misaki Takahashi había salido del hospital.
Usagi-san y él se encontraban perdidamente felices, y en el ambiente sólo se podía notar alegría. Después de todo, sus dos pequeños retoños ya había nacido y habían solucionado todos los problemas.
Se sentía tan bien el ya no estar inseguro, el haberse librado de todos los celos. Las palabras que Usagi-san le había dicho incontables veces, por fin se habían quedado grabadas en su mente para ya no volver a escapar.
"Te amo"
Y si, el también lo amaba.
Cuando por fin había logrado poner un pie en la gigante casa de Usagi-san, se había encontrado con la sorpresa de ver una habitación completamente decorada al estilo infantil. Pero no de cualquier manera. Estrellas doradas y plateadas componían el techo, colgando de un hilo blanco. Por doquier se podían divisar juguetes de todos los tamaños y colores, además de dos grandes cunas que venían completamente equipadas. Un lado de la habitación era color rosa y otro azul. En el lado rosa se podía leer "Shizuko" y por la parte azul "Keita" . Misaki no pudo evitar abrir la boca de tal manera en que una buena cantidad de moscas podrían haberse hecho paso hasta sus jugos gástricos.
-¿C-Cómo lo hiciste en tan poco tiempo?-preguntó.
-¿Quién me crees? Tengo mis contactos. Pero.-Miró alrededor- no estoy satisfecho.
-¡¿Qué no estás satisfecho?! Usagi-san, esto es más de lo que muchos niños nunca tendrán.
-Mis hijos se merecen todo lo que les pueda dar, y más.
-Ya veo...
Misaki sonrió al recordar esa escena. Mientras vigilaba a sus dos hijos dormir (Gracias a Dios, por fin habían cerrado los ojos) pensó en hacer una llamada. Se había hecho muy buen amigo de Onodera-san, y planeaban hacer que sus hijos se hicieran buenos amigos también. Pero por más que lo llamó, él no contestó. Algo extraño debía estar pasando.
-¡No lo voy a permitir! ¿Entendido?-Ritsu gritaba con todas sus fuerzas a Takano-san, que lo miraba intensamente. La madre de Nagisa-kun había osado con aparecer en su departamento.
Ciertamente, era una mujer muy bella. Pero su estilo no engañaba a nadie. Ni si quiera el pequeño Nagi-kun la reconoció y la tomó por una desconocida. Había sido sólo una coincidencia que Masamune, al abrir la puerta, hubiese estado cargando a Nagisa.
-Buenas tardes.-saludó ella. Pelirroja y de gafas. Pecosa y ojos verdes, su hijo era una imagen viviente de ella.-Soy la madre de Nagisa.
-¿Qué?
-Así es, soy ella. Gracias por cuidar de él, pero ya no será necesario que mi indeseado hijo les cause molestias.
-¿De qué demonios está hablando?
Takano le cerró la puerta en la cara, e impactado intentó recuperar la compostura. No había contado con eso, y definitivamente no quería que su pequeño escuchara tales palabras. Afortunadamente, Nagisa no había captado mucho.
-¿Quién era esa persona?-Preguntó.
-Una molestia, nada más. Eh, ¿Qué tal si te vas a ver la televisión?
-¿Y puedo ver a los dragones mágicos?-Preguntó Nagisa, ilusionado.
-Por supuesto.-respondió Takano con una sonrisa. Fue hasta la habitación de él y Ritsu y cerró la puerta. Luego de explicarle rápidamente la situación, este se acaloró.
-No puedo creerlo... ¿Quién se cree para venir así como así? Además, ¿Indeseado? Ella es la única que no lo desea... realmente, ¡No merece ser madre! ¿Y cómo consiguió mi dirección...?
-Cálmate. No conseguirás nada exaltándote de esa manera.
De pronto su teléfono celular comenzó a vibrar, pero decidió ignorarlo. Estaba demasiado enrabiado, definitivamente no iba a permitir que se llevaran a su adorado Nagisa.
El ambiente estaba algo pesado en el restaurante escogido por Rin Mori. Hana, Rin, Yukina y Kisa-san e encontraban en una mesa esperando a que llegara su comida. No sabían que decir, dado el contexto en el que estaban. Hana ya se había disculpado apropiadamente, por lo que creía que no había razón para realizar esa "Amistosa" cena. Aunque por dentro, conocía los motivos ocultos de su hermano.
"Le pusiste los ojos encima a Kisa-san"
Si, definitivamente era eso. Años atrás había descubierto por cual camino realmente andaba Rin, y lo había comprendido. Sin embargo, y para no emplear palabras descorteces, su hermano realmente parecía una... perra. Iba hombre tras hombre, acostándose con muchos y olvidándose de sus nombres al día siguiente. Hana le había pedido muchas veces que parase, y le había soltado el rollo de "Tienes que encontrar el amor" y cosas que ella misma encontraba cursis. Pero su hermano definitivamente estaba reacio a sus palabras, y llevaba la vida de todo un activo seductor. Lo reconocía, él era guapo y podía jugar con cuanto hombre quisiese. Pero esta vez tenía un fuerte rival... La pareja de Kisa-san, Yukina, también estaba muy bueno. Ah... ¿Por qué todos los hombres guapos debían ser gay?
En todo caso, esta vez no deseaba entrometerse. Más de un problema había obtenido por las acciones de su hermano, así que debía abstenerse. Después de todo, Rin sabía ocultar muy bien sus intenciones.
-Y dime, Kisa-san.-habló ella, para intentar lograr un buen ambiente. Ni si quiera ella soportaba el abrumador silencio y las miradas que le dirigía su familia a Shouta.-¿Cómo vas con... los mangas?
-Ahora que lo mencionas, recién estamos comenzando el periodo. Por ahora no hay que preocuparse mucho.
-Ya veo, ¿Le pones mucho empeño a tu trabajo?-preguntó Rin.
Oh, no. Le había dado una excusa a su hermano para guiar la conversación.
-Por supuesto que me esfuerzo, ¿Sabe? A pesar de lo que dirán, no es un trabajo para nada fácil.
-Pero Kisa-san se esfuerza demasiado, meceré un premio.-habló dulcemente Yukina.
Hana sonrió. "1-0, a favor de Yukina-san."-pensó.
-No digas eso, idiota.-le pidió el de cabellos negros, sonrojándose. Hana nunca lo había visto tan avergonzado. ¿Era esto lo que llamaban amor?
Rin sonrió nuevamente, ¿Qué curso tomarían las cosas?
-Nowaki, sé que te dije que nos casaríamos...-Hiro-san miraba a Nowaki, avergonzado.-¿Pero realmente crees que es buena idea?
Había aceptado el casarse con Nowaki, lo había hecho. Pero ahora que lo pensaba con detenimiento, ¿Realmente había sido buena idea?
Estaba bien, podían irse a algún país en donde la cuestión fuese legal, y todo estaría solucionado. Pero él no era ese tipo de persona que siempre había soñado con casarse, y creer que este era el último paso para una vida feliz. Pero tenía el leve presentimiento de que quizá Nowaki si lo fuera.
-No me vengas con esas, Hiro-san.-sonrió amablemente el joven.-ya has aceptado, así que ahora te haré mío.
¡Ag! Nowaki seguía con eso. ¿Acaso tenía algún tipo de problema relacionado con las cosas que eran de su propiedad? Aunque, no era que él estuviese admitiendo que era de él, para nada...
-Ah, está bien. Has ganado, me convertiré en tú...
-Esposa.
-¿A quién demonios llamas esposa? ¡Sólo nos vamos a casar! Si me llamas así de nuevo, sólo por un momento, juro que no volverás a ver la luz del sol.
-¿Hm? ¿Acaso me encerrarás para qué no pueda escapar de ti?
-¡No interpretes las cosas a tu manera!
Nowaki sonrió. Tenía un buen presentimiento.
-Qué extraño, Onodera-san no me contesta...-murmuró Misaki. Cortó la llamada y lo intentó algunas veces más. Finalmente, después de tres intentos fallidos, pudo conectar con su nuevo amigo.
-¿Si?-Ritsu sonaba cansado.
-Esto... ¿Onodera-san?
-¿Takahashi-san? ¿Cómo estás?
-Muy bien, ¿Y usted? Suena algo...
-Tengo algunos problemas...
-Y veo... Yo lo quería invitar a cenar aquí, pero veo que tiene cosas que hacer.
-¡Oh, no! Es bueno cambiar de ambientes, así que me gustaría aceptar tu invitación.
-¿Sí? ¡Qué bien! Lo espero a usted y a su familia.
Misaki dio su dirección y sonrió. Luego le preguntaría a Onodera-san cual era su inconveniente e intentaría ayudarlo. Depositó a cada uno de sus hijos en sus respectivas cunas y besó la frente de cada uno. Luego subió las escaleras para encontrarse con Usagi-san, que trabajaba en una nueva novela. Tocó la puerta suavemente y entró al escuchar el típico "Adelante" proveniente de la profunda voz de su pareja. Tan pronto como hubo abierto la puerta, Usagi-san se abalanzó a él en un apasionado beso.
-¡Usagi-san! ¡No me tomes por sorpresa!
-Oh, ¿Entonces prefieres qué te avise?
-N-No es eso.-Misaki sonrojó.-Bueno, sólo te quería dar un aviso. Onodera-san y Takano-san vendrán a cenar.
-Oh, eso está bien. Me agradan.
Misaki suspiró, aliviado. Sonrió y, quizás siguiendo sus impulsos, se levantó en puntillas para besar la frente de Usagi-san. Este se sobresaltó y Misaki retrocedió.
-Y así me pides que me abstenga...-Susurró el escritor.
-L-lo siento...
Usami ya se preparaba para atacar nuevamente, cuando escucharon el llanto de Shizuko. Suspiró y sonrió agotado.
-Está bien, la noche es bastante larga, Misaki.-y dándole un mordisco en el cuello que hizo estremecer al estudiante universitario, procedió a atender a su hija.
Una hora después Ritsu apareció en el hogar de Usagi-san junto con Nagi-kun y su pareja. Misaki les dio la bienvenida y los invitó a la mesa. Antes de que se pudieran sentar, se acercó en secreto a Onodera-san.
-¿Sucedió algo?-preguntó, preocupado. Usami apareció de la nada y se unió a la conversación. El joven editor decidió que ambos eran personas de confianza y les explicó la situación.
-Ya veo...-comentó Akihiko.- Entonces creo que no hay más remedio que ayudar.
-¿Eh? ¿Quieren...ayudar?
-Claro que sí, Onodera-san. No me gusta verlo en problemas.
Ritsu suspiró. Su corazón se sentía más...aliviado.
Por lo menos ya tenía cierta cantidad de aliados que le hacían mucho más posible la idea de estar por siempre junto a Nagisa-kun.