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Un regalo inesperado. por Tomoyoka

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Shizuko mantenía una rutina al despertar. Primero iba directo a tomar un baño (para suerte de Keita, la familia Usami Takahashi tenía muchos cuartos de baño, porqué la adolescente se adueñaba del lugar por varias horas) y luego desayunaba. Se tomaba su tiempo, lo hacía con pereza. Esperaba a que su hermano estuviese listo y caminaban juntos hasta la estación del metro, para encontrarse con Nagisa. Conversaban de muchos temas en los veinte minutos que demoraba el viaje, y luego cada uno iba a su clase. Vivía día a día lo mismo, pero últimamente un nuevo sentimiento se apropiaba de su cuerpo: nervios. Se le revolvía el estómago y la cabeza le daba vueltas. Y sabía el motivo, Momo-chan.

La rubia estaba siempre rondando en su mente, no desaparecía nunca. Su sonrisa, sus ademanes. Sus pequeños gestos hacían que su mundo explotara. La volvía loca, poco a poco. Deseaba tocarla y besarla, pero temía lastimarla. Después de todo, ¿y si luego perdía el interés? Aunque lo creía imposible. Momo parecía provocarla a propósito. Todas las mañanas la saludaba alegremente, abrazándola con cariño. La acompañaba a todos lados, y lejos de agobiarla, le encantaba más. Le gustaba mucho sentir el aroma de su cabello, a miel y flores. No sospechaba, por supuesto, que Momo sí que realizaba estas acciones adrede, con el objetivo de enamorarla. Y bien que lo estaba logrando. Invadía la mente de la chica y la enfrascaba rápidamente en su ser. Su poder era realmente efectivo.

Ya pasadas algunas semanas, Shizuko se decidió. Si, le gustaba Momo. Si, estaba enamorada. Si, de hecho, la amaba. Pero aún no sabía qué hacer al respecto.

 


-Hey, Nagisa, que piensas, ¿Crees que este vestido está bien para Shizuko?

 

Keita lucía indeciso. Se acercaba el cumpleaños de su hermana (y él suyo, por supuesto) y el que darle era un misterio. Hacerle regalos a la chica era todo un reto. Después de todo, su gusto con la ropa era muy especial. A veces vestía angelical, vestidos blancos y colores pastel, cintas y moños. Luego tomaba las chaquetas de cuero mas oscuras que tuviese, se delineaba los ojos y se agarraba el cabello en coletas bajas. Podía regalarle mangas, pero probablemente cualquiera que le diese ya se lo hubiera leído, y lo mismo con los libros. Maquillaje apenas usaba, bolsos o perfumes eran algo que aceptaría por obligación. Sí era buena idea darle objetos extraños. A veces le daba miedo, pero su hermana sentía fascinación por los objetos como los cráneos, cadáveres y por el estilo. Sin embargo, no sabía dónde demonios encontrar esas cosas, y tampoco deseaba aventurarse a averiguarlo.

-Hum, no creo que sea adecuado para ella....-respondió su novio, dejando de lado el vestido floreado tipo hawaiano. Examinó un par de prendas más y negó con la cabeza. Tal vez el centro comercial no era un buen lugar para escoger el regalo de su adorable y fastidiosa amiga.

-Quizás deberíamos intentar algo diferente. Podríamos invitar a sus amigas y hacerle una fiesta sorpresa.

-Nagisa, Shizuko no tiene amigas.

-Está Momo-chan, ¿no? Ella es dulce y quiere mucho a Shizuko.

-Seríamos solo nosotros cuatro.

-Pero sería suficiente, probablemente la haríamos muy feliz. Además, también es tu día, Keita. Ambos cumplen quince años, merecen algo bueno. Vayamos a un parque de diversiones o algo, invitemos a Momo.

-¿Sabes? Es una buena idea. Me gustó lo de ir a un parque de diversiones. Shizuko es como una niña pequeña en ese aspecto, ama ese tipo de lugares.

-Y tú también, hombrecito maduro, sugerí la idea por ti.-Nagisa sonrió y alzó una ceja.-y también por mi. ¿Sabes que amo ese tipo de lugares, no?

-Si...-Keita bajó la mirada, haciendo caso omiso a los ojos insinuantes de su pareja. No podía intentar hacer algo en un sitio público, ¿verdad?.-entonces está decidido. Hablaremos con Momo mañana en la escuela.

-¡Bien! Entonces.-cogió su mano y tiró de él.-vayamos a algún sitio a comer, muero de hambre.

 

Dos semanas más tarde llegó el veinte de enero, fecha de cumpleaños de los gemelos. Shizuko se había enterado del plan de los muchachos de todas formas, ya que a ellos les costaba disimular. Misaki se había encargado de los bocadillos para los niños, y Usami se había ofrecido de transporte (una bendición, dado que la joven era extremadamente perezosa) Momo se había reunido con ellos en la entrada del lugar, y finalmente todos se habían encontrado.
El rostro de la joven enrojeció cuando Momo le deseó un feliz cumpleaños. Observó con ternura a la rubia, y le agradeció con una sonrisa. Nagisa ya había felicitado a los gemelos, pero de una manera especial a Keita (el castaño se estremecía al recordarlo. Nagisa lo había llevado a su propia habitación, cuando Shizuko aún estaba encerrada en el baño arreglándose, y al principio solo lo besó. Pero luego el contacto de sus labios se volvió más profundo, y la temperatura aumentó por sobre su cuerpo. Nagisa coló sus manos bajo su camisa, recorriendo lentamente su abdomen. Y era una sensación deliciosa que se había visto abruptamente cortada por tres toques a la puerta. La muchacha estaba lista. )

Los cuatro jóvenes decidieron ir juntos la primera parte del día. Se divirtieron bastante pasando juego por juego. La montaña rusa asustaba mucho a la rubia, sin embargo, obtuvo la mano de Shizuko para tranquilizarse. Era la primera vez que entrelazaban sus manos desde que ella se le había declarado, y estaba totalmente consiente de ello. De hecho, Shizuko había dejado un poco de lado el contacto físico, por temor a hacerle ciertas ilusiones inciertas. Pero ahora que sus pieles estaban en contacto, podía sentir la verdadera diferencia entre tomar una mano cualquiera y hacerlo con la persona que amas. Las yemas de sus dedos acariciaban los de la otra, y era un sentimiento reconfortante. Shizuko notó el gesto, y lo agradeció. Tal vez era momento de decirle sobre sus sentimientos ... Pero aún se encontraban con Nagisa y Keita, aunque ellos estaban enfrascados en su propio mundo. Y de verdad sentía la necesidad de confesar sus sentimientos. Por eso, y siguiendo sus impulsos, tiró de Momo y se la llevó consigo a un lugar más apartado. Ahí, donde sus veloces piernas eligieran llevarlas.

 

-¿Dónde demonios se metió mi hermana y Momo-chan?

Las muchachas habían desaparecido. ¿Y si alguien las había raptado? ¿Y si un accidente les hubiese ocurrido? Keita se sentía responsable por las posibles consecuencias, y temor infundado comenzaba a apoderase de su cuerpo. Nagisa estaba más tranquilo.

-Tal vez quieren estar solas, genio. Ven, caminemos hasta esa fuente de agua...

-¿Solas? ¿Porque querrían estar a solas?

-Se gustan, Keita. Es muy obvio.-contestó Nagisa, sentándose al borde de la fuente de agua. El castaño lo imitó.

-¿Eh? ¿Cuándo sucedió?

-Dios, Keita. Es tan obvio.-el chico soltó una risita ante el incrédulo rostro de su novio, quién, ofendido, le dio un empujón leve al de cabellos rojizos.

-¿En serio? No me di cuenta...

-A veces sueles perderte en tu mundo.

Y como Keita no dedujo si era un insulto o un halago, volvió a empujar al chico. Este le respondió con un golpe leve, que fue correspondido. Pronto, los manotazos se transformaron en cosquillas, y los "No seas tan engreído, idiota" pasaron a ser risas y "¡para ya!" Combinados con pequeños gritos y sus cuerpos retorciéndose. Perdieron el equilibrio y cayeron al agua, aún en una pequeña guerra. Mojados, su improvisado juego terminó en un mar de besos locos repartidos por todo el rostro de Keita. Y cuando se calmaron un poco más, esos besos se concentraron en uno solo, sobre los labios. Nagisa rodeó con los brazos al castaño, aprisionándolo contra su cuerpo. Al recuperar la respiración, sus manos se dirigieron a las facciones de su rostro. Recorrió en silencio la silueta de sus cejas, la comisura de su boca y lo suave de sus mejillas. Apoyó su frente contra la de Keita, y soltó un suspiro sobre sus labios. Sus respiraciones se mezclaron en una sola, generando sentimientos encontrados.

-Te amo, Nagisa.-dijo Keita. Acto seguido lo besó en la frente.-gracias.

El pelirrojo lo abrazó aún más fuerte. Las palabras no salían de su boca, no eran lo suficientemente grandes para expresar lo mucho que amaba a ese muchacho.

 

 

 

-Shizuko-chan, ¿Dónde vamos?

-Momo... Hum, salgamos de aquí.

-¿Entonces? ¿Dónde? Oí que hay un campo de flores cerca, pero no sabría muy bien dónde ubicarlo...

-¡Es una buena idea! Vamos ahí.

Deambularon por media hora hasta encontrar el lugar que la rubia había mencionado. Era un precioso campo repleto de flores de todos los colores. Y para su suerte, el sitio estaba completamente vacío a excepción de un par de perros paseando junto a sus dueños. Shizuko lucía indecisa, nerviosa. Pero si efectuaba el plan que tenía en mente, no mucho podía salir mal.

Antes de salir del parque de diversiones, había comprado una máscara que ahora llevaba en su bolso. Se la tendió a Momo e hizo que se sentará frente suyo sobre el césped. La muchacha, perpleja, accedió a su petición. Se puso la mascara con intriga y cerró los ojos.

-¿Shizuko-chan?

-Momo.-sus labios temblaban. Para ser una persona muy segura de sí misma, temía fallar. Había descubierto que era tímida en asuntos del amor.-Momo-chan... Hace un par de semanas te confesaste a mi.-su voz tomaba fortaleza mientras hablaba. Si iba a liberar sus sentimientos, debía hacerlo con dignidad.-y ya tengo la respuesta a tu confesión. Yo...

-¡Espera! Shizuko-chan, primero toma esto.

Momo se revolvió los bolsillos y sacó una cajita dorada. Era preciosa, estaba decorada con un lazo dorado. Dentro, un anillo realmente hermoso la esperaba. Era plateado con incrustaciones azules. Lo observó con los ojos iluminados y sorpresa plasmada en el rostro.

-Creo que es lo más indicado para ti, Shizuko. Eres hermosa igual que el anillo, y me parece que es el mejor regalo para ti. Espero que te guste, me recuerda a tu ser...

-Estoy enamorada de ti.-interrumpió la de cabellos plateados. Momo se calló al instante e hizo ademán de quitarse la máscara, pero la joven se lo impidió.

-Espera, espera. De verdad estoy enamorada de ti. En serio, no sé que me ha pasado contigo. Solo puedo pensar en ti, en cuanto deseo sostenerte en mis brazos. En lo mucho que me gustaría besarte y abrazarte. Al irme a dormir, al despertar. Eres lo primero que ocupa mi cabeza. Y si eso no es amor... No sé que será.

Momo se desprendió de la máscara. Sonrío con ternura ante el nervioso rostro de su amiga, y con dulzura acarició su cabello. Se inclinó y la besó suavemente en los labios, al tiempo en el que ambas cerraban los ojos. Eran suaves, y olían a fresas (seguramente por el protector de labios) y sabían a maravillas. Tomó ambas manos de la joven y entrelazó sus dedos con los de ella. Como el beso perduraba más de lo que hubiesen creído, Momo se dejó caer sobre Shizuko y, ocultas por la hierba, alargaron el momento y sumaron caricias en el cabello y brazos.

Fue un momento mágico, en el que solo estaban ellas dos por sobre el mundo. Algo que duró aunque hubiese terminado físicamente, y algo que de seguro iban a repetir muchas veces de ahora en adelante. Pero, por ahora, esas miradas eternas a los ojos pertenecían solo a ellas.

Notas finales:

¡Niñas! Tienen todo el derecho a odiarme, han sido dos meses desde que no actualizo. Pero, ha decir verdad, mi vida ha sido realmente una montaña rusa de emociones, aunque eso no es excusa. Sin embargo, ya se los he dicho, y lo vuelvo a repetir. Por más que demore, terminaré esta historia, que por cierto, y tras pensarlo bien, solo le queda un capítulo. Espero que les haya agradado este capítulo, gracias por leer.

 

besos para todas, y todos. Ojalá hayan pasado una feliz Navidad, y próspero año nuevo, aprovecho de decir. Las quiero <3


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