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Un regalo inesperado. por Tomoyoka

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Notas del capitulo:

Hola n.n aquí les traigo el capi -¿algo atrasado? mentira ;-;- Me demoré mucho en este, ya que me quitaron mi pc y no tuve tiempo para escribir, sinceramente lo empecé hace unas 3 horas y lo terminé hace dos minutos ;-; añadiendo el hecho de que en el piso de abajo sonaban las canciones de 31 minutos<3 apenas me podía concentrar ;-; en fin, ojalá les guste (seguramente tenga algunos errores, aunque intenté hacerlo bien... si tiene esos errores, por favor, díganmelo ;-;)

Takano Masamune apenas pudo reaccionar ante las palabras que Onodera le decía.

-¿O-Onodera?

-Ah, demonios. No me hagas repetirlo.-dijo el hombre mientras mecía a Nagisa-kun, el nuevo integrante del apartamento. Estaba evidentemente avergonzado, y su expresión denotaba desdén. Ya. Lo había dicho, Pero ¿Ahora qué?

El rostro de Takano estaba extrañamente ruborizado. Demonios. No lo había visto venir, Onodera ni si quiera le había dado señales. Su cuerpo se llenó de regocijo, era feliz. Había esperado tantos años… lo que sentía ahora… ¿era plenitud?

-Ritsu. Mírame.

Onodera bajó aún más la mirada, mientras se mordía el labio y fruncía el ceño. Su corazón latía a un ritmo acelerado, sus mejillas se sentían calientes, era bastante irritable. Tenía ganas de salir pitando de la habitación.

Masamune se acercó al hombre de cabello castaño, y le levantó la barbilla. El toque fue como un choque eléctrico, que logró que Ritsu levantara la cabeza.

-Sal conmigo.

No era una propuesta, era una orden.

-Aah… esto, yo…

-Ritsu.-Takano le dio un suave beso en los labios, y luego acercó su frente a la de él, quedando a unos escasos centímetros de distancia.

-Está bien.-respondió Onodera, resignado a la dulce voz de Masamune.

Takano-san sonrió complacido.

-Demoraste más de lo que había predicho-dijo sarcásticamente.

-¡¿De qué demonios hablas?!-replicó  el hombre, avergonzado, y meciendo suavemente a Nagisa-kun, que bostezaba.

-Ritsu…te amo, no sabes cuán endemoniadamente  estoy enamorado de ti.

-N-no tienes porque decir eso, idiota.

El hombre alto y de cabello oscuro levantó sus brazos.

-Vamos, entrégame al bebé.

-¿Qué? ¿Para qué?

-Quiero sostenerlo, ¿Para qué más lo querría?

-Por… ¿Por qué? -dudó Ritsu, entregándole a Nagisa.

-porque se parece a ti. Y además, yo seré su padre.

-¿Qué demo-?

-Es muy lindo-dijo Takano-san con ternura, y Ritsu se ruborizó.

Y así trascurrieron cinco meses.

 

Mientras Masamune y Onodera compartían una extraña relación de pareja, el estómago de Misaki no paraba de crecer. Al parecer su cuerpo se había adaptado a lo que necesitaba para que su bebé creciera fuerte y sano, un caso bastante extraño. Muchos doctores se habían interesado en Misaki, pero dado a experiencias pasadas, Usagi-san solo confiaba en Mitsuki-san, el primer doctor que los había atendido.  Los cinco meses que Misaki llevaba embarazado fueron una experiencia bastante bonita. A Usagi-san le había gustado que el chico se encaprichara un poco, cuando le daban sus antojos. Y además tenían bastante seguido relaciones, ya que las hormonas del muchacho se encontraban más encendidas que nunca. Los besos que se daban denotaban pasión y lujuria, pero por sobre todo el amor que sentía el uno por el otro. Sin duda el bebé próximo crecería en un seno familiar acogedor.

Pero no todo era flores y corazones. Había veces en que Misaki se volvía un cascarrabias, y descargaba su furia frente al escritor. Se molestaba por mínimas cosas, y en su cabeza se comenzaba a crear un anhelo por mantenerlo todo limpio. Después lloraba desconsoladamente, y solo las caricias del escritor lo podían salvar. Luego se sentía extraño, muy extraño. Creía que debía proteger a su bebé más que nadie, su instinto protector de madre afloraba perfectamente. Usagi-san, extrañamente, comenzaba a amar cada una de las nuevas facetas del chico. Después de todo, era Misaki.

-D-duele…-dijo el chico de repente. Esos dolores repentinos lo atacaban con más intensidad que en los primeros meses.

-¿Misaki? Ya voy.-dijo Usagi-san levantándose de la mensa en la que trabajaba.

-No te preocupes, Usagi-san.-pidió Misaki, temiendo ser una molestia para el escritor.

Pero Usami hacía caso omiso e iba de todas maneras.

-Ven. Aquí.-ayudó a Misaki a sentarse en el sofá y puso una mano en su cabeza.-Te estás esforzando, ¿no?

-Por su puesto, daré lo mejor por este chico.

-Creo que estamos seguros de que será de sexo masculino.

-Eso es cierto… estoy muy seguro de que será un chico.

-Entonces, ¿Está bien qué le busquemos un nombre?

-Si…eso deberíamos hacer.

-Debemos buscar un gran nombre, ya que será lindo y tierno como tú.

-N-no digas eso-dijo Misaki, ruborizado.-Quizá sea como tu…

-¿Qué quieres decir?

-Alto, masculino, pervertido, encantador…-Misaki se perdió en la descripción sin darse cuenta.-cariñoso, acosador, gracioso, sobreprotector… ¡Eh! Lo que acabo de decir… Usagi-san…

El escritor sonrió, divertido.

-No sabía que pensaras todo eso sobre mí.

-¡N-no es eso!

-Hey.-Usagi acortó los escasos peligrosos centímetros que separaban sus rostros.-¿Te puedo besar?

-¿Eh? ¿P-por qué me preguntas?-el rostro del chico se acaloraba aún más.

-¿Puedo?

-Haz lo que quieras.-dijo Misaki, un poco a la defensiva, sin negarse  y tampoco afirmando nada.

-¿Lo qué quiera?, ¿eh?

Usagi-san tomó de los hombros rápidamente a Misaki y lo recostó sobre el sofá. Acomodó sus piernas entre el estómago de Misaki -tarea difícil, pero no imposible- y metió su mano en los pantalones del chico, guiándose hasta su miembro.

-Mmh.-gimió el chico, cuando sintió como los mágicos dedos de Usagi-san lo acariciaban.-Quizá no deberíamos hacer esto, Usagi-san… Aikawa-san podría venir a por tu manuscrito…

-Dijiste que hiciera lo que quiera, ¿no?

-No te lo tomes tan a pecho… Usagi-s-san…

Ahora el escritor se desasía del pantalón de Misaki, y estaba ocupado en desabrochar la cremallera. Cuando logró lo que quería, comenzó a acariciar el muslo de Misaki, provocando escalofríos de placer en él. Luego de eso, agachó su cabeza y tomó entre sus dientes la ropa interior de Misaki, para eliminarla. Tomó el miembro de Misaki entre sus manos y lo comenzó a masturbar. El chico jadeó, y mordió sus labios.

-Aah…-suspiró.

Usagi-san aumentó la velocidad del movimiento, que en un principio había estado algo lento. Conocía a Misaki, conocía su cuerpo, sus caprichos, su tristeza,  sus gustos, sus enojos, su felicidad, y el motivo oculto tras ella. Lo conocía como nadie, y tampoco  iba a permitir que nadie más lo conociera de esa manera. Él lo amaba, y nunca iba a dejar que se lo quitaran de nuevo. A pesar de que ya habían pasado algunos meses desde que Takahiro había reclamado por Misaki, Usagi-san aún recordaba con rencor lo sucedido. Hablaba normalmente con Takahiro por teléfono, pero lo notaba algo extraño. Su voz tenía un vago deje de tristeza, y sus palabras eran cortantes. ¿Quizá extrañaba a Misaki?

Akihiko metió su boca al miembro del muchacho, y lo comenzó a chupar. Misaki emitía sonidos que eran del agrado del escritor, y que lo motivaban a seguir con la tarea.

-¡Aah!-esta vez el sonido varió, parecía un quejido de dolor.

-¿Misaki?-Usami desistió y se levantó. Miró como el chico apretaba sus ojos y se sobaba el estómago.

-Me…me acaba de patear con fuerza.-dijo el joven universitario, sonriendo.

Usagi-san imitó la sonrisa de Misaki, y llevó su mano hasta donde sobaba el chico. La felicidad inundaba el rostro de ambos. "Si es como Misaki, posiblemente sea un muchachito perfecto" pensó Usagi-san.  Definitivamente cuidaría a su nueva familia cuidadosamente. Después de todo, era la primera vez que experimentaba la sensación de estar así con alguien. Misaki había llenado de luz su vida.

 

Takahiro, muy lejos de la pareja romántica, se encontraba regando el césped del jardín de su casa. Su rostro estaba pensativo, e incluso la enorme cantidad de calor que había no lo distraía de sus pensamientos. Por su frente cayó una gota de sudor, y  la limpió con su mano. Suspiró.

¿Por qué no le había dicho a Akihiko en su momento que estaba enamorado de él? La respuesta era simple: porque había sido un idiota, y ahora Misaki tenía al escritor a su merced. Hace mucho que no los veía, ya que habían dicho que Misaki tenía una enfermedad de muy alto grado, pero que estaba siendo atendido perfectamente. Por supuesto que se preocupaba por su hermano, ya que cada vez que hablaban tenía una voz quejumbrosa. Pero muy en el fondo, pensaba que había sido una mentira para que él los dejara tranquilos. Sus sentimientos se arremolinaban en su cabeza, lo confundían. Tenía a su esposa, demonios. No podía dudar así en su corazón. Pero…realmente creía que amaba a Akihiko… y si ese amor podía superar el amor que le entregaba Misaki…seguramente podría recuperarlo…

 

Takano Masamune jugaba con el pequeño Nagisa-kun, que ya estaba aprendiendo a hablar.

-¡Papá!-le decía a Takano. Y sonreía.

Masamune acariciaba el cabello del pelirrojo.

-¡Vamos!-y lo levantaba hasta el techo, para luego bajarlo, ganándose las carcajadas del pequeño. Era extraño para Onodera ver a Masamune en esa faceta, sin embargo era extrañamente tierno. Lo único que lo desencajaba, era cuando Takano le enseñaba a Nagi-kun a decirle mamá.

-¡Mamá!-repetía Nagisa siempre que Takano se lo pedía.

-Demonios, no. Soy tu tío Ritsu.

-¡Mamá!

-Vale, vale.-suspiraba el editor, y caía enfrascado a los ojos del pequeño, que solo denotaban alegría. Al principio había sido muy duro el tenerlo, ya que el niño lloraba siempre, aparentemente  pidiendo por su verdadero padre, el primo de Ritsu. Pero con el tiempo, al parecer había comenzado a olvidarlo. No se podía hacer nada, ya que la memoria de los bebés era realmente frágil. Pero Ritsu se había prometido a sí mismo el hablarle de su querido primo apenas Nagi cumpliera la edad. De su madre no podría decirle mucho,  ya que la mujer se había escapado dejando a su primo solo con su hijo. Pero el hombre había sido valiente, y lo había cuidado entregándole el amor de una madre y un padre al mismo tiempo. Por eso Ritsu lo admiraba.

-¡Mamá!-repetía Nagisa-kun.

-Sí, sí. Pero luego tendrás que llamarme tío Ritsu. Oh… ya es hora.

Ritsu miró su reloj y comprobó que en una hora más tendría que salir a trabajar. Probablemente la niñera ya estaba por llegar, y él se tendría que despedir de su sobrino. De alguna manera se había acostumbrado a su nueva y difícil rutina. E incluso se había acostumbrado a tener a Takano-san durmiendo en su cama, y a despertar cada día con un beso del de cabello oscuro.

-Buenos días.-saludó Masamune, apareciendo de pronto,  vestido y ya duchado.

-Buenos días.-dijo Ritsu, mientras daba de comer a su sobrino, y este repetía reiteradas veces "papá"  ya que había visto a Takano.

Masamune dio un sorpresivo beso fugaz en la boca a Ritsu, un beso lleno de pasión, que seguramente se debería dar en las noches, y no por la mañana.

-O-oye…no hagas eso frente a Nagisa-kun, idiota.-pidió el hombre, completamente rojo.

-Es solo un beso entre sus padres.-Sonrió Takano, y acarició el cabello del chico de ojos verdes.

-No es como si fuéramos sus verdaderos padres…  

-¿Sabes por cuánto tiempo lo tendrás?

-Ni idea, pero no me quiero separar de él…

-Entonces, somos sus padres.

-¡Quizá yo sea su nuevo padre! P-pero tu…

-Equivocado, serás su madre, y yo su padre.-lo corrigió Masamune, con una sonrisa.

-Demonios, no se puede hablar contigo.

-Claro que se puede.

-¡Papá!-interrumpió Nagisa-kun, y Takano lo tomó entre sus brazos, sonriendo.

Ritsu no lo podía evitar, cada vez se enamoraba más de Takano-san.

Notas finales:

Bueno, gracias por leer n.n he notado que el número de leídas ha subido mucho *-* gracias por sus comentarios, para un escritor eso algo que le ayuda mucho a escribir, el saber que  a sus lectores les gusta lo que leen... por eso, sus comentarios son bienvenidos ;u;

hasta la próxima, bye! :3


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