Takahiro caminaba a su casa después de haber hecho algunas compras. El día estaba bastante caluroso, ya que se encontraban en época de verano. Balanceaba la bolsa blanca en la que se encontraban los elementos para sobrevivir el día. Los helados amenazaban con derretirse, y es que el hombre no tenía prisa. Al parecer se había olvidado de que era lógico que el hielo se derritiera con el calor, pues su cabeza se hallaba en otro lado.
Akihiko. Akihiko. Akihiko. ¿Por qué demonios solo pensaba en él? Especialmente ahora que sabía de la relación entre él y su hermano… ¡Aagh! ¿Por qué no le había dicho en su debido momento que estaba enamorado de él? No, no… cuando uno está enamorado es cuando los sentimientos se corresponden… y él no sabía si en algún momento se había amado mutuamente. ¿Podría ser así? ¿Tendría algún tipo de esperanza? ¡Ah! Pero tampoco podía confesarse ni nada, ya que tenía esposa, y la amaba, claramente. Pero, ¿A quién amaba más? ¿Estaba actuando como una mala persona? ¿Podría reprimir por más tiempo esos sentimientos?...tenía que tomar una decisión.
-Hola.-saludó a su esposa, Manami. La mujer cocinaba mientras tarareaba una antigua canción olvidada. Manami dejó de batir huevos y le sonrió a su esposo, con ojos llenos de bondad. Al instante Takahiro se sintió mal por todos los pensamientos que lo abordaban, y que no lo dejaban tranquilo. Se acercó a la castaña y le dio un suave beso en la frente.
-¿Qué cocinas, Manami?-le preguntó intentando sonar normal.
-Es una sorpresa.-rió levemente la mujer.- ¿Has sabido de Misaki-kun?
-Ah…no mucho. Al parecer sigue mal.
-Espero que mejore pronto. Al menos Usami-san lo cuida perfectamente, ¿no? Se nota que lo ama más que a nadie…
-Ya lo sé. No tienes porque recordármelo.-dijo el hombre bruscamente, por un impulso.
-T-Takahiro…
-Lo siento, Manami. Es solo que tal vez esté celoso de que Akihiko tenga más tiempo a Misaki que yo.-mintió descaradamente.
-No te preocupes, es tu hermano, no es que te vaya a olvidar ni nada.
-Eso es cierto…-Takahiro forzó una sonrisa.-ahora iré a tomar un baño antes de cenar.
-Sí, si.-Manami sonrió, y se acercó a su esposo para besarlo en la boca. Takahiro le correspondió sin muchas fuerzas.
Pero Takahiro Takahashi no era la única persona con problemas. Ritsu Onodera intentaba con fervor que su pequeño sobrino, Nagisa-kun, dejase de llorar, sin muchos resultados. El pelirrojo lloriqueaba "¡Papá! y tiraba de los cabellos a Ritsu.
-¡Tu papá no está!-Le decía Onodera. Ya había dejado de intentar que el niño dijera "Tío Masamune" o "Tío Ritsu" No. El chico decía "Mamá y papá"
-¿Por qué no está papá?-preguntó Nagisa-kun, que ya con dos años y seis meses por fin estaba desarrollando el habla.
-Tuvo que salir a comprar las golosinas que tanto deseabas, pequeño.
-¿Golosinas?
-Así es.
-¡Golosinas! ¡Golosinas!
Ritsu no evitó reír, encantado por su sobrino, que ya consideraba como su propio hijo. Realmente había sido duro, muy duro. Despertar a media noche y los llantos escandalosos se habían trasformado en una costumbre. Para sorpresa de Ritsu, Takano se había adaptado perfectamente a la vida de padre. Cuando le había preguntado, él simplemente contestó: "Es nuestro hijo" y siguió alimentando al pequeño, dejando anonadado a Ritsu.
-No es nuestro hijo-sollozó Onodera.-Y no es nada tuyo, No tienes porque hacerte cargo de él.
-Es algo que quiero hacer, ¿está bien? Así que no digas de nuevo algo como eso.
Ritsu sólo se ruborizó.
Las semanas transcurrían con una rapidez casi inesperada. Tres meses más, solo tres meses y por fin tendría a su hijo. Misaki estaba acostado en su habitación mientras comía unas fresas bañadas en chocolate, su nueva adicción. Se sobaba la panza y murmuraba "Te gusta. ¿No? ¿Bebé? "y se llevaba más a la boca. Usagi-san estaba terminando por fin el manuscrito que tanto tiempo le había costado, ya que había tenido algunos problemas por de falta de inspiración. Pero finalmente le había dado un final inesperado a su novela BoysLove. Esperaba impactar a los lectores con el nuevo suceso, aunque tampoco le importaba mucho. Escribía ese tipo de cosas para divertirse, nada más.
Después de terminar el manuscrito lo releyó y suspiró. Estaba bien, no. De hecho, estaba perfecto. Rebuscó entre sus bolsillos y encontró la cajetilla tan conocida. Encendió un cigarro y le dio una profunda calada, para luego soplar el humo. Hacia algún tiempo que no fumaba, por el bien del bebé. Pero ahora era diferente, Misaki no estaba en la habitación. Casi siempre lo tenía pegado a él, pero no era algo que lo disgustaba en lo absoluto. Misaki, una vez había vuelto de la casa de Takahiro, había entrado en pánico. Seguía repitiendo que Takahiro lo amaba, aunque él no lo creía mucho. Aún así le había asegurado que si fuera así no lo dejaría sólo, y no lo cambiaría por su hermano. Eso había tranquilizado al muchacho.
Escuchó como su teléfono celular comenzaba a vibrar. Frunció el ceño, molesto de que interrumpieran sus pensamientos. Pero al ver el nombre de Takahiro en la brillante pantalla el gesto se transformó en intriga. Con pereza, contestó el teléfono.
-¿Takahiro?
-Ah, Akihiko, ¿Cómo estás?-Su voz sonaba apenada, somnolienta.
-Bien, ¿Y tú? ¿Cómo está Manami?
-Ella se encuentra bien. ¿Y Misaki? ¿Ha mejorado con lo de su enfermedad?
-¿Misaki? Oh…-Recordó repentinamente la artimaña que le había dicho al hermano mayor de su chico rebelde para que no los fuera a ver.-Dijeron que tiene cuatro meses más, y luego lo darán de alta.
-¿Cuatro meses? Demonios, ¿No es mucho?
-Lo es, sí. Pero es por el bien de Misaki.
-¿Cómo van?
-¿Eh?
-Me… me refiero, a cómo van… en su relación…
-¿Te interesa saber eso?
-Es que eres mi mejor amigo, y él mi hermano…-se excusó el hombre.
-Pues vamos de maravilla.
-¿En serio? ¿Ninguna pelea? ¿Ninguna discusión?
-N-nada…
Dudas comenzaban a asaltarlo. ¿Por qué Takahiro se empecinaba tanto en saber de eso?
-Oh, bueno… eso es… genial, ¿no?
-Lo es.
Silencio. Pocas veces cuando hablaban había habido un silencio tan incómodo. Finalmente Takahiro lo rompió.
-Esto… ¿Nos podemos juntar a hablar? Necesito decirte algo.
-Ah…-Akihiko dudó unos momentos. Pensó en los celos irracionales que sentiría Misaki, pero supuso que no pasaría nada si él no se enteraba. Después de todo, sólo era Takahiro. -Claro, ¿Qué día?
-¿Te parece mañana? Yo iré para allá. Podemos programar algo.
-Está bien.
Se despidieron y la comunicación se cortó. Usagi-san suspiró, tenía una especie de presentimiento, ni bueno ni malo. Ordenó sus papeles y subió al segundo piso, en busca de su muchachito rebelde. Lo encontró comiendo fresas sobre su cama, casi dormido, pero aún llevándose la fruta a la boca.
-¿No crees que deberías dejar eso de lado?
-Usagi-san…-Misaki sonrió.-El bebé patea con mucha fuerza, ven.
-¿Huh
Akihiko caminó hasta donde estaba acostado el muchacho, y Misaki tomó su mano. Lo guió para que sintiera las patadas del bebé. Cuando Akihiko sintió el fuerte pero a la vez débil golpe su corazón dio un salto. Fue una experiencia simplemente maravillosa, muy hermosa. El saber que había contribuido para darle vida a su pequeño hijo… que quizá tuviera el rostro de su pequeño Misaki. Que lo cuidaría siempre, y lo protegería de todo mal. La vida de su hijo dependería de él hasta que cumpliera cierta edad. Se encargaría de darle una infancia perfecta.
-Ah-ah-ah…-Misaki se retorció.
-¿Misaki?
-No es nada…-él chico sonrió débilmente-nuestro bebé tiene una fuerza increíble…da múltiples patadas.
-¿Es así? de seguro heredará la fuerza de su padre.
-¿Quién dijo que tu serías el padre?
-¿Eh?
Misaki frunció el ceño-Yo quiero ser el padre, tú serás la madre.
-¿Así qué es eso?-el hombre de cabello plateado se cruzó de brazos-lo siento, yo seré el padre.
-¿No podemos ambos ser el padre? -Misaki se lamentó.
-Dejaremos eso al bebé, el decidirá.-Usami sonrió sensualmente, y se acercó a Misaki para besarlo. El joven correspondió con las mejillas rosadas, y el cuerpo repentinamente acalorado. Fue un beso apasionado, sus labios parecían imanes que se fundían en uno sólo. Usagi-san tomó con ambas manos las mejillas del chico y lo apegó mucho más a él. Fue un beso que literalmente le quitó la respiración. Cayeron sobre la cama y se miraron intensamente. Misaki frunció el ceño, avergonzado. Apoyó su cabeza en el pecho del escritor y cerró los ojos.
-Ahora dormiré. -dijo finalmente
Usami sonrió.
Onodera por fin había logrado dormir al pequeño Nagisa-kun. El niño lograba cautivarlo con sus ojos verdes y cabello pelirrojo. Además de esas pequeñas y delicadas pecas. Dio un profundo suspiro al verlo durmiendo plácidamente en medio de la cama. Apagó la luz y dejó la puerta entreabierta. Luego fue hacia la cocina, en busca de algún tentempié nocturno.
Rebuscó en el refrigerador algo decente para comer. Pero como Takano aún no había llegado -junto con la cena- se dio por vencido. Inhaló y exhaló. Luego se dirigió al comedor, en donde se echó en el sofá. Cerró los ojos e intentó dormir.
-Ritsu…
Esa voz… era demasiado familiar. Una voz profunda, que seriamente lo hacía sonrojar. ¿Takano? Seguramente sería un sueño, ya que quedaban unas cuantas horas para que el hombre llegara.
-Takano-san…-murmuró aún durmiendo.
Sintió unas manos frías en sus mejillas, y un suave beso posándose en sus labios. Se relamió y un leve sabor familiar lo hizo estremecer. Después de eso frunció el ceño, y sus mejillas se fueron tornando rojas. Abrió los ojos lentamente.
-¿Ah…?
Una figura alta y delgada opacó su visión. La figura fue tomando color, y forma. Era Takano-san.
-¿Cuánto tiempo estuve durmiendo?
-Bueno, llegué hace un par de horas, seguramente dormiste algo más que eso.
-¿Y Nagisa-kun?
-Él sigue durmiendo, parece un ángel.-Masamune sonrió.-pero ahora hablaremos de otra cosa.
-¿D-de qué?-Ritsu frunció el ceño.
Takano se abalanzó sobre Ritsu. Apoyó sus manos en el sofá y se sentó en el estómago del hombre. Onodera frunció aún más el ceño, y su rostro se volvió totalmente rojo.
-¡No! No podemos ahora…
-Sssh…-Takano chistó.-No querrás despertar a nuestro hijo, ¿Verdad?
-Eso…es…caer muy bajo…
Masamune metió su mano bajo la camisa de Onodera, y comenzó a acariciar su cuerpo suavemente, provocando suspiros de parte del castaño. Desabrochó la prenda de vestir y se deshizo de ella. Bajó su cabeza y mordió los rosados botones de Ritsu, haciendo que este jadeara.
-D-detente…
-¿Qué me detenga? Se nota que quieres que siga, Onodera.
-¡No seas tan engreído!
-Recuerda, no puedes chillar, despertarías a Nagisa.
-Tsk.
El hombre lamió con placer a Ritsu, y este echó su cuello hacia atrás. Takano levantó su cabeza y besó a su pareja. Introdujo su lengua y comenzó a realizar movimientos salvajes e inesperados. Realmente besaba bien, y eso era algo que irritaba al editor. Takano sabía cómo juguetear. Masamune estiró su mano y la metió dentro del pantalón de Ritsu, para luego comenzar a acariciar su miembro, logrando excitar a Onodera.
-Aah…
La sensación era demasiado caliente. Sólo quería dejar escapar un jadeo, pero le era imposible. Takano había jugado muy bien en su contra.
El hombre estaba a punto de arremeter contra Ritsu, cuando escucharon el llanto de Nagisa-kun. Onodera suspiró. Mitad aliviado, mitad decepcionado. Se miraron y el castaño bajó la cabeza, con vergüenza.
-Debería…
-Iré yo.-Takano sonrió.-Lo volveré a dormir y continuaremos con esto.
Y con esa promesa sellando sus labios, se dirigió a la habitación de Nagisa-kun, dejando a Ritsu con el corazón acelerado.
El calor no se apaciguaba a pesar de la oscuridad de la noche. Takahiro intentaba dormir, pero no podía. Por su mente cruzaba solo usa palabra. "Akihiko".