No es que no me guste cuando brilla el sol, los pájaros cantan o alguna estupidez así. Por quien no puede levantarse con ganas cuando a las 6 de la mañana le llega un lindo mensaje diciendo, “Levántate, te estoy esperando abajo” y no, no tenía que adivinar quién lo enviaba ya que al finalizar se leía “Minho”.
Me pregunto si no entenderá que no quiero tener nada que ver con él. Nuestro cuarto de hora ya paso y se arruinó. No cabía opciones para una segunda revancha, y la verdad es que tampoco tenía ganas de segundas oportunidades en las cuales no creía.
Por que ¿quién me asegura que no se volverá a repetir la misma historia?
Mientras divagaba, un segundo mensaje llegaba.
“No sería mala idea subir y vestirte yo mismo”
¿Cómo había averiguado mi número y dirección? No quería imaginar que contactos se gastaba este tipo.
Rápidamente escribí, “Es horrible que tengas complejo de despertador” y lo envíe.
Al instante recibo otro “Te necesito aquí, te doy 10 minutos para que bajes”.
Volví a responder “oh vamos, Minho no eres tan aterrador”
En ese momento ya estaba lo bastante despierto como para volver a conciliar el sueño. Un nuevo mensaje había llegado. “Podría subir y expresar todo lo que siento por ti. Y de paso ser bastante sonoro al respecto”. Amenazó.
Volví a responder “Bastardo malicioso, no subas” podía imaginar la sonrisa sarcástica que estaría en su cara en ese momento.
Suspire, me baje de la cama y fui al cuarto de baño. Me puse unos jeans negros, mis zapatillas negras, una polera negra, y una chaqueta del mismo color. Estaba perfecto para un funeral. Guarde mi celular, billetera y llaves en la mochila y baje.
Me acerque al único auto que tenía alguien dentro.
-Ahora explícame, ¿Qué haces aquí?- dije mientras me apoyaba en el auto y encendía un cigarrillo.
-¿No es muy temprano para que hagas eso?
-A parte de despertador, también tienes complejo de madre.- me llevé el cigarro a la boca.- Sin esto no funciono y menos estando en el mismo espacio que tú.
-Tan adorable.
-Gracias, me lo dicen a menudo.- Di una nueva calada.
-Súbete.
-Aún no sé por qué el príncipe trajo su carruaje real a mi humilde casa.- lo miré directamente.
-Te llevaré a desayunar, así que súbete.-
-No puedo, aun no término con este pequeño.- le mostré el cigarrillo.
-Puedes terminarlo en el auto, no hagas que baje.- hizo el ademán de abrir la puerta.
-No te quejes luego.- me di la vuelta y subí.
Nos pusimos en marcha.
Solo soy un simple y gran idiota o sea, ¿Cómo podía estar aquí con él? Después de todo aun lo dejaba hacer lo que quería. “Lee Taemin eres un tonto que no aprende” me reprendí mentalmente.
-¿En qué piensas?.- cómo iba conduciendo no se dignó a mirarme.
-En la forma para salir de aquí y volver a mi cama.
Vamos era un sábado, los sábados son para dormir eternamente. Y lo tenía que pasar con el sujeto de aquí al lado.
-Podrías dormir aún nos falta un poco para llegar.
-No me digas que hacer, maldición, no hables mientras trato de dormir.- cerré los ojos, mientras escuchaba la pequeña risa que soltaba.
Había vuelto hace un mes y me encontré con la sorpresa de que a la bestia había agarrado un gustillo por las matemáticas, tanto así que el profesor Kwan lo había invitado para que fuera mi ayudante. Algo así como el ayudante del ayudante. Lo veía todos los días, se sentaba conmigo para almorzar y se inmiscuía en mis asuntos.
Creo que está demás decir que es bastante molesto.
Y como si anterior no fuera lo más hermoso de este asunto. Los alumnos se paraban para coquetear. Aún recuerdo cuando una de las chicas le preguntó a Minho si quería ir a su casa. Obviamente el tipo declino la idea de la forma más principesca que pudo.
El tipo seguía siendo el punto de devoción para el público presente.
-Taemin, llegamos.- escuché a lo lejos, no quería despertar.-Tae, mi Tae, no me tientes.-está bien frente a eso debía abrir los ojos. Pero ya era muy tarde. Minho estaba sobre mi uniéndonos en el primer beso que me daba desde que llegué. -Despertaste. - sonrió. - el tema del beso siempre funciona para despertar princesas.
-Pero al parecer el príncipe sigue siendo un feo sapo.- Lo empujé.
-Adorable.
-Gracias.
-Bájate, ya llegamos. O. -Se giró a verme.- ¿Quieres que te abra la puerta?
-Imbécil.- Me baje. Lo primero que vi fue un bosque, una mansión y una piscina gigante ¿Aún estaba en Seúl?.
-Antes de que lo preguntes, estamos en mi casa.- Sabia que el tipo tenía dinero, pero nunca pensé que tanto.
-¿Y por qué estamos en tu casa?.- Me afirmé al auto, demasiada impresión en tan corto tiempo.
-Para que conozcas donde vivirás, cuando se te pase la parte de la negación.- Dijo naturalmente.
Eso me tomó por sorpresa.
-No me molestare en responder a eso.
Me agarró del brazo y entramos a su casa.
***
-Come.
Dijo mientras se preparaba un café. Yo comencé a hacer lo mismo.
-Sabes es bastante molesto que me mires mientras desayuno y de paso que estés dando órdenes.
-No estas comiendo.-Me corrigió, bueno la costumbre de desayunar nunca la había tenido. Y solo estaba tomando del líquido que me había servido anteriormente. -me preguntó si te llevas a la bocas más que los cigarrillos. Pareciera que cada vez que te veo solo estas más y más delgado.
-No molestes, mamá.- acentúe la última palabra.
-Min ki- El hijo del profesor Kwan- me dijo que cuando estabas en Londres, solo eras cigarrillos y café.
-¿Desde cuándo te hiciste amigo de ese tipo?
-Desde la última vez que hablamos, le pedí el número a Kwan.- me miró como si fuera lo más lógico del mundo- Es una buena fuente de información.
Me quede en silencio. Me sentía inundado por su presencia y un poco molesto, tal vez.
-Minho, ¿por qué yo? Sé que podrías tener a cualquiera. Entonces no lo entiendo- trate de calentarme llevando las manos a la taza.-Me fui, fueron 3 años que no me viste. ¿Tantas son las ganas de llevar esta broma al extremo?
-Solo puede ser tu.- tomó un poco del líquido humeante.-Es algo triste que me digas que es una broma. No perseguiría a alguien así si solo fuera una broma.
-Entonces ¿esto qué es?.
-No lo entenderías, no ahora. Sé que tu concepto sobre mi es el peor. Y si lo dijera no me creerías.
-Explícame. Llegaste a extremos que son bastante desagradables para ti.
-Es fácil, quería comprenderte eres tan malditamente estructurado, que te da miedo cuando no entiendes algo.- Me dirigió su mirada de suficiencia.
-No intentes meterte en mi cabeza.
-Taemin, ni siquiera has dejado que te explique lo que sucedió esa noche. Y solo porque tienes un miedo enorme de sabes que podría estar equivocado.-me sonrió.- de saber que lo que piensas de mí, esta incorrecto.
-Yo sé lo que vi.
-¿Quieres que te diga lo que en realidad pasó?.- Me ofreció.
-¿No recuerdas que estaba en primera fila? No tienes que contarme.- Rematé.
-Hay estas otra vez, queriendo creer que tienes toda la maldita verdad. Cuando los dos sabemos que si hubo un motivo.
-No te voy a escuchar. Se lo que vi y punto.- A esas alturas me estaba comportando como un niño, no quería escuchar, no quería ver… solo quería arrancar de nuevo.
-Mi paciencia se está acabando.- sentenció.
-No me das miedo.- Lo cual era una completa mentira.
-Uno de estos días te amarrare a la cama y aparte de hacer lo que me llevas 3 malditos años esperando. Me vas escuchar.
-¿Serías capaz de forzarme?.
-No tú me lo pedirás.
-Claro, en tus sueños
-Sí, hay lo hemos hecho una infinidad de veces.
-Vulgar.- busqué un cigarrillo por mis bolsillos.
-No aquí no puedes fumar, entrégame tu cajetilla.- Estiró su mano.
-¿Por qué debería?- Lo fulminé.
-No quiero que te mueras antes que yo. - seguía su mano estirada- te ayudaré a dejarlo.
-¿Y quién dijo que quería dejarlo?.
-Taemin, he visto como a penas comes. No voy a dejar que te consumas por tu propia estupidez.-
-Toma- Minho había ganado, Se los pasé- ¿No has pensado que podría comprar otra cajetilla?.
-Confió en que no lo harás.
-Aguafiestas.- Le di mi mejor puchero, a lo que Minho solamente me sonrió.
De pronto entró uno de los sirvientes.
-Señor, ha llegado su padre.
-Taemin, es hora de que conozcas a mi familia.
Mi cara de terror debió ser épica.
-¿Para eso me trajiste?
-Más o menos, vamos el vejestorio nos está esperando.
Me levantó del asiento y me llevo al vestíbulo ahí parado estaba un hombre perfectamente vestido, que sonrió al vernos.
-Me alegra verte Taemin.- Me dijo el padre de Minho.
-Lo mismo digo, señor.
***CONTINUARÁ***