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No es un final, es un inicio por rina_jaganshi

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Notas del capitulo:

Puzzleshipping/Blindshipping

Disclaimer: La serie de Yugioh no me pertenece, sólo la uso para llevar yaoi al mundo sin fines de lucro. 

Habían pasado dos largas semanas en las cuales ninguno de los dos mencionó el incidente en el cuarto del faraón. No obstante, la situación volvía a cambiar. Entre ellos comenzó un extraño intercambio de miradas y sonrisas, casi parecían ser cómplices de algún delito. El egipcio encontraba sentido a su existencia en esos hermosos ojos violetas, inclusive disfrutaba el asistir a la escuela como un chico cualquiera. Poco a poco la soledad iba quedando atrás, olvidada en un oscuro rincón al que esperaba no regresar.


Ahora que la semana de exámenes concluyó, podían intentar poner en orden sus sentimientos. Ambos se encontraban nerviosos. Para su suerte, el abuelo no estaría durante toda la tarde, así que estarían libres de tener esa plática que habían estado evitando. Yugi esperaba pacientemente en la entrada de la escuela. Un ligero golpe en su frente llamó su atención. 


—Deja de soñar despierto y vamos al centro comercial a pasar el rato —delante de él vio a sus tres amigos sonreír.  


—Hoy no puedo —se apresuró—: el abuelo no va a estar y Atem y yo debemos… —sudó en frío pensando cómo terminar la frase—: ¡cuidar la tienda! —exclamó ganándose una mirara dubitativa de los demás. Ahora que empezaba a aclararse la situación con el faraón, eran sus amigos quienes se comportaban extraño. Por alguna razón, estos chicos hacían todo lo posible por no dejarlos solos, inclusive, Tristán comenzó a interponerse cada vez que el faraón buscaba tomar su mano.


—Yugs, es el primer día que no tenemos que estudiar o hacer tarea —el rubio insistió—: si tú no puedes venir con nosotros, entonces, nosotros iremos contigo —nuevamente le sonrieron. El menor no tenía idea de cómo rechazarlos sin herirles. En verdad necesitaba pasar tiempo con el que alguna vez fue “su otro yo”. Se estremeció en su lugar intentando cavilar en una solución.


—Sí, te ayudaremos en todo lo que podamos —la chica del grupo extendió su mano con el objetivo de acariciar la mejilla del menor, no obstante, el gesto quedó en el aire pues el antiguo propietario del rompecabezas hizo acto de presencia y, su primera acción fue jalar al más chico hacia su persona para rodearle con los brazos.


—Nos vamos —susurró en el oído ajeno. Los tres chicos le miraron rabiosos.


Definitivamente las cosas habían cambiado. En se notaba la incomodidad en cada uno de los rostros. Nunca antes los tres amigos prestaron la suficiente atención al lazo que el espíritu y Yugi mantuvieron, ellos desconocían de las noches que pasaban hablando durante el torneo de ciudad batalla o de la angustia que el faraón pasó cuando perdió el alma de su compañero con el sello de Oricalcos, todo eso sucedió en el momento en que eran uno. Por el contrario, con cuerpos separados, los jóvenes no podían evitar sentirse furiosos al ver como acaparaba el tiempo del pequeño.


Ante sus ojos el egipcio se había transformado, ya no era “el otro Yugi”. En un principio se alejó de todos, después, notaron ese cambio en su mirada, cada vez que alguno se atrevía a tocar al más chico los afilados ojos se llenaban de ira, de celos, de obsesión. Podían jurar que no tenía intensiones de compartirlo. Lo quería solamente para él. El rubio se acercó lo suficiente para tomar la muñeca de su mejor amigo y separarlo del otro.


Ahí estaba otra vez. El semblante del más alto se obscureció. En otras circunstancias pasaría por alto la acción de Joey pero no sólo era él, los otros dos amigos habían formado una barrera, es como si quisieran proteger al menor de él. Ese tipo de escenarios son los que comenzaban a sacarlo de quicio.


—Creo que deberías darle espacio —Tristán le hizo frente. Por primera vez, después de mantenerse al margen, los amigos de Yugi decidieron hacer algo. Y ese “algo” consistía en aclarar ese comportamiento.


—No necesitas estar todo el tiempo pegado a él, pensé que para eso era tu cuerpo, para que dejaras de en paz el de Yugi.


—¡Joey! —la manzana de la discordia reaccionó rápidamente pero su amigo continuó.


—Después del último duelo nosotros no queríamos que se fuera al mundo de los espíritus pero creíamos que él era tú, es decir, que regresaría a ser una parte de ti, no que tendría un cuerpo aparte —el pequeño miró a sus amigos con confusión.


—¿Qué es lo que pasa? —el castaño y el rubio se miraron antes de suspirar.


—Yugi, él es otra persona, no es como antes, no se parece nada a ti —las miradas se posaron en el faraón, que permanecía en silencio con las manos en los bolsillos.


—Tú no te das cuenta pero el modo en que te mira y te habla no es normal —su mejor amigo le tomó por los hombros— parece que él sólo…


—¡Basta! —el pequeño no soportó más. Retrocedió hasta quedar al lado del egipcio— ¡A mí me gusta la forma en que me mira y me habla! —los presentes se sorprendieron—. Ustedes no entienden —no dio tiempo de réplica, giró en sus tobillos, tomó la mano del otro y se puso camino a casa.


No podía pensar con claridad, lo único que quería era alejarse antes de que alguno de sus amigos dijera algo peor. Sintió una punzada de arrepentimiento, no era su intención alejarse así pero…en verdad no entendían nada. Ellos creían que Atem era una parte de él, que no merecía un cuerpo, ¡una vida! Que absurda idea, después de todas las veces que gracias a “esa personalidad suya” enfrentaron los problemas y los solucionaron, cómo es que ahora lo miraran así.


Sin detenerse continúo su loco andar, no prestaba atención a nada, simplemente seguía tirando del otro, quien tuvo que frenarlo varias veces para evitar que se lastimara, ya sea que caminaba directo a un poste o pretendía cruzar una luz roja. Asimismo, el pequeño pasó de largo la casa, por lo que el faraón le hizo ver su error. Se limitaron a regresar una cuadra. Sin embargo, el menor no mostraba intención de acabar con su faena. Apenas puso un pie en su hogar, daba vueltas por toda la sala, murmurando cosas sin sentido. 


—Tal vez no debí quedarme —esa simple oración logró detenerle de caminar de un lado a otro y miró al egipcio— sólo estoy causando problemas, alejándote de tus amigos —suspiró con cansancio, enseguida, susurró—: Es sólo que no quiero perderte —el pequeño sonrió y sin pensar en lo que hacía corrió hasta el más alto para abrazarse a su cuello. La fuerza del agarré provocó que se fueran al suelo.


El tiempo pareció detenerse. Al ser consciente de sus actos no pudo evitar sonrojarse, iba a ponerse en pie pero las manos del mayor le tomaron por la cintura no permitiéndole huir.  


—Supongo que es momento de tener esa conversación —. No podían seguir evitando el tema. 

Notas finales:

Rina: Yei, reescribimos este capítulo unas tres veces y al final fue completamente diferente de cómo lo habíamos imaginado —se deja caer tristemente para hacer círculos en el suelo.

Rini: Es extraño que nos pase eso, a pesar de que sabemos cómo y qué hacer con el fanfic se está complicando cada vez que lo volvemos a leer —hace una pausa— personalmente culpo a Rina

Rina: ¡Hey!

Rini: En fin, gracias por leer y a que nos dejó comentario. 


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