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Trescientas sesenta y cinco oportunidades por Daomine

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“No te preocupes, no eres tan débil”

Unos cuantos pasos tras él, le mira en silencio.

Está descalzo.

Está empapado.

Huele a pescado.

Tiene frío.

Y no suelta su mano.

Rin arruga el ceño, mirándolo sin más. Le sigue sin rechistar, observando sus movimientos, su forma de caminar. Sin saber por qué,  se siente tranquilo; no piensa en nada más que en el presente, en lo que está ocurriendo.

El viento sopla con mayor fuerza, revolviendo sus cabellos, el de ambos. Rin mira hacia el cielo, sonriendo.

¿Qué demonios?

Ensancha la sonrisa, dándole un apretón al otro sin pretenderlo. Caminan por una calle que le es desconocida, no sabe qué es lo que hará, ni mucho menos a qué hora regresará a casa pero…

No le importa, porque se siente vivo.

Esa sensación de incertidumbre le aviva los sentidos, siente que si no presta suficiente atención, se perderá. De a poco siente cómo aumenta la velocidad de sus pasos, comenzando a correr y a sobrepasar a Nanase.

Un paso, luego el otro.

Más rápido.

Más, más, más rápido.

Comienza a correr con todas sus fuerzas, lanzándose calle abajo. Se siente ligero, libre. El calor recorre su cuerpo, el corazón le late rapidísimo, el viento choca con su cuerpo, refrescándolo.

No le mira, porque sabe que mantiene su paso; aun no suelta su mano.

La gente lo observa,  pero le da igual. De a poco, siente cómo comienza a jalarlo; Haruka se comienza a quedar atrás.

-¡Vamos!-sigue sin mirarle, jalándolo con fuerza para obligarle a correr-

Vamos, vamos, vamos.

Aumenta la velocidad, contento de volverle a sentir al mismo ritmo. Rin dobla hacia la derecha, sin tener idea hacia dónde se dirige, tan solo sigue sus instintos, no quiere detenerse, no, no.

Las calles se ensanchan,  la gente comienza a desaparecer, el sonido del mar llega a sus oídos. Sonriendo, no para hasta que divisa la playa. Sus piernas están llenas de energía, tanta, que no puede detenerse.

Sin pretenderlo, grita.

Un grito agudo, contento.

En ese momento, sus manos se sueltan. Nanase  mantiene su ritmo, mirándole a los ojos.

-¿Qué?-jadeando, le pica- ¿Estás cansado?-

Nanase no le responde. Desvía la vista y rompe a correr con todas sus fuerzas. No quiere perder contra él, tampoco quiere dejarlo solo, y no sabe por qué.

Es incapaz de entenderse a sí mismo, pero por una extraña razón sí puede entenderle a él.

Rin se está desahogando, todo su cuerpo lo está haciendo.

Por eso, corren a la par. A su propia manera le acompaña en su silencioso escándalo. Los pies le duelen, tiene frío, tirita, pero no se detiene.

Justo cuando cree que el corazón le va a explotar por el esfuerzo, llegan a la playa. Ambos se dejan caer sobre la arena, exhaustos.

Rin le mira en cuanto le siente llegar, sonriendo apenas.

-Gané-

 -N-no es cierto-respira una gran bocanada de aire, cerrando los ojos-

-Sí lo es- cierra los ojos también, sintiendo el latir de su corazón en los oídos-

Pasan unos minutos en silencio, recuperando el aliento.  El viento comienza a soplar con más fuerza, haciendo que ambos peguen un tiritón. Es ahí cuando Rin es consciente de la condición de Nanase, por lo que abre un ojo y le mira preocupado.

-¿Tienes frío?-es una pregunta idiota, sobretodo porque puede ver las constantes tiritonas del otro-

-No tanto-

-Estás temblando-

-Entonces, lo único que tengo que hacer es dejar de hacerlo- abre los ojos, se levanta y le mira serio- Aun no es tan tarde, supongo que no habrá problema-ignorando el rostro de estupefacción de Rin, comienza a caminar hacia el mar-

-¡Eh!-sin podérselo creer, se sienta- ¿Qué haces?-

-¿No es obvio?-alza la voz para que le escuche, un poco molesto por la tonta pregunta- Voy a nadar para entrar en calor- sin decir nada más, comienza a correr esquivando las olas, lanzándose de cabeza en cuanto  el agua le llega a la cintura-

Sonríe para sí mismo al sentir el agua por todo su cuerpo, especialmente al sentir su temperatura, su propio movimiento. En cuanto sale a flote, se deja llevar por la corriente, esperando estar a la profundidad adecuada antes de comenzar a bracear.

Desde la orilla, Rin no puede despegar los ojos de él.

Su forma de nadar era grandiosa, perfecta. Mejor que la de un profesional, mil veces. Mientras más tiempo le observa, mayor es su admiración, por lo que no puede evitar sonreír de nuevo, las manos le pican, los brazos, las piernas.

Quiere nadar, retarle a una carrera.

¿Ganaría? ¿Perdería? ¿Quién de los dos sería el mejor? ¿Qué sentiría al competir contra él?

Rin se quita los zapatos, acercándose a la orilla inconscientemente. El agua moja sus pies, sus pantorrillas, las rodillas…la ropa se empapa, le pesa.  Una ola rompe contra su cuerpo, salpicando miles de gotitas en su rostro.

La brisa le hace tiritar, y Rin vuelve a la tierra.

Desvía la mirada de Haruka, observando su propio cuerpo semi empapado. Hundiendo ambas manos en el agua, sus ojos se ensombrecen.

Hace frío, quiere nadar…pero no puede.

Tiene miedo.

¿Y si se enfermaba? ¿Empeoraría? ¿Se sentiría más débil?

Toda la fuerza que sentía hasta ese momento se le escapa, lo abandona. Le pesan los brazos, las piernas, los pies…a pasos flojos se retira, sentándose fuera del alcance del oleaje, en la orilla.

El mar está a unos pocos metros de distancia, pero para él son kilómetros. De a poco, cuerdas comienzan a encadenarlo, impidiéndole salir de allí, no puede flexionar ni un músculo, mucho menos moverse.

Un par de pies le obligan a alzar la vista, sacándolo de su deprimente burbuja.

-Si quieres nadar, hazlo-se sienta a su lado, sacudiendo su cabello de un lado a otro-

-No es fácil-responde a voz baja, un poco impresionado por la agudeza de Nanase-

-Lo es, tan solo tienes que hacerlo- le mira con una pizca de preocupación-

Rin lo está haciendo de nuevo….

Luce sin vida, sin ánimo, asustado.

Esperando una respuesta que nunca llega, permanece a su lado en silencio. El sol comienza a esconderse en el horizonte, tiñéndolo todo de un hermoso color naranja; su cabello, su rostro y sus ojos adquieren estas tonalidades, haciéndole sonreír.

De reojo, observa a Rin.

Éste mira hacia el frente sin pestañear, perdido en sus pensamientos. Sin embargo, lo que más le llama la atención son sus ojos; lucen opacos y tristes pese a estar recibiendo la luz del sol. Haru desvía la vista, observando el mismo panorama que Rin.

Con el paso de los minutos, comienza a sentirse extraño; por primera vez en su vida, quiere hablar, llenar el silencio que hay entre ellos. No es que no se sienta cómodo, porque lo está; el silencio siempre le ha gustado, y el que se ha instalado entre él y Rin es relajante, natural.

Casi como el surge cuando está junto a Makoto.

Pero, hay más. Pese a todo, quiere hablar, preguntarle por qué estaba tan triste, por qué esa chica se había marchado llorando, por qué le había visto tan desolado el día anterior…

Arruga el ceño apenas, mirándole nuevamente. Separa los labios para preguntar, pero su voz muere antes de ser escuchada.

No se atreve.

-Te estás congelando-

La voz de Rin le hace pegar un salto, y tras escuchar sus palabras, es consciente de que está tiritando, no siente los pies, mucho menos los dedos…

El sol ya se había escondido, y el viento comenzaba a soplar con de manera insistente, con furia.

Vaya…. ¿cuánto tiempo había pasado? No se ha dado cuenta de nada.

-¿Sabes dónde estamos?-extendiendo su mano para ayudarle a ponerse de pie, mira distraídamente a su alrededor-

Cerca de allí vivía Sosuke…

Unas cuantas cuadras más al sur de la playa, cerca de la caleta…pero, ¿qué tan lejos? No puede recordar la dirección exacta, y eso le molesta. No puede perder el tiempo, Nanase terminaría muriendo de hipotermia si no se cambiaba el traje de baño y se ponía ropa abrigada y seca.

Maldición.

-Cerca de aquí vive un amigo, toma-se quita la chaqueta que lleva encima y se la entrega, preocupado- Soy pésimo recordando direcciones, así que lo llamaré para que nos deje caer por su casa unos minutos-tirita de frío, por lo que se apresura a marcar el número de su mejor amigo-

-Rin, tú también estás empapado-las ropas de Rin gotean, al menos desde sus muslos hacia abajo-

-¿Eh? Da igual, eres tú el que está completamente morado… ¿Sosuke?-sonríe al escuchar su voz y se apresura a contarle la situación, dándole la espalda a Nanase por unos minutos-

En silencio, Haru le espera.

Se siente un poco mejor al verle sonreír de nuevo; Rin ríe un montón, bromea, maldice un par de veces, chasquea la lengua.

-¿Qué haces?-arquea una ceja, un poco desesperado- Te dije que la usaras-

-Ah…-le hace caso por inercia. Sin dejarle de mirar, le pregunta- ¿Estás bien?-no sonríe ni parpadea, sino que lo observa con tanta atención que obliga a Rin a desviar el rostro-

-Eh…sí- comienza a caminar, un poco incómodo-

¿Qué demonios le pasaba a este sujeto?

Su mirada lo atravesaba sin piedad, haciéndole sentir tremendamente vulnerable y desnudo.

-Perdón por traerte conmigo a la fuerza-se acomoda al paso del otro, siguiéndole hacia donde sea que fuera-

-No importa, me ha hecho bien-ríe un poco, sorprendido por no espantarse al ser raptado por un extraño- Me gustan las sorpresas-Rin sonríe jocoso-

-Um… ¿Qué…?-se calla, y en vez de mirarle tal y como lo hacía hace unos momentos, mira hacia el cielo-

-¿Mmm?-

-Nada- no se atreve a preguntarle, se siente un intruso. Aun así, se muere de ganas por saber qué ocurre en realidad…ya no puede hacerse el indiferente, se ha involucrado demasiado-

Cosa bastante rara, por cierto.

Su cerebro funciona a toda máquina, buscando la manera de ayudarle, de alegrarle. ¿Qué le gustaría hacer? ¿Qué le podría dar?

Recordando lo que ha ocurrido durante la tarde, se le ocurre una idea. A partir de su apariencia y la mirada bravucona y alegre de sus ojos, se notaba a leguas que Rin quería nadar en el mar, al menos eso pudo observar desde lejos. Y si no estaba equivocado, pues… ¿por qué no?

-Rin-la voz le tiembla por el frío que tiene, sorprendiéndose de que eso no le llamara la atención antes…se supone que debería darse cuenta de estar congelándose, ¿verdad?-

-Falta un poco para llegar-nervioso ante la idea de dejarle morir fruto de la hipotermia, intenta tranquilizarle-Siempre me pierdo un poco, pero reconozco este barrio, Sosuke vive una cuadra más abajo-

-Rin, no me refiero a eso-voltea los ojos impaciente-

-¿Entonces?-alza una ceja, molesto por el tono de Haruka-No sé qué quieres si no me lo dices-

-No importa, olvídalo- cabreado por la actitud de Rin, se deja llevar por su corto temperamento, enojándose también-

Es increíble, en serio que lo es. Ese muchacho con dientes de tiburón le ha sacado de quicio millones de veces en menos de dos días, no sabe por qué, pero tiene una gran influencia en su manera de actuar, de reaccionar.

Por lo general, es un tipo tranquilo, rara vez de molesta o preocupa por algo o alguien. La mayoría de las veces no tiene por qué hablar, Makoto le entiende sin necesidad de mover un solo músculo facial….

-¿Ah?-totalmente confundido, decide ignorarle y seguir caminando rápido, dejándole atrás-

Digan lo que quieran, pero uno de los aspectos que jamás ha podido controlar, es el actuar como un niño en cuanto se molestan con él sin razón alguna.

Tras unos cuantos metros de caminata y de sentir constantes oleadas de furia e indignación dirigidas hacia su nuca, Rin se detiene, suspira y se arma de paciencia. Se nota a leguas que el chico este no sabe tratar con él, y quizás con nadie más…estaba medio congelado y estaba allí porque, de alguna manera, ha intentado subirle el ánimo, así que debía tenerle paciencia, o al menos intentarlo.

Se voltea sin previo aviso, chocando de bruces con él.

-¡Ay!-cae al suelo, sobándose la nariz ante el cabezazo que ha recibido de Haruka-

-Tch…-sobándose la frente, le mira realmente molesto-

Genial.

Realmente, genial.

Por querer ayudarle, se ha ganado un porrazo, un golpe, un regaño y, para aumentar los males, hace dos horas que está medio congelado.

Maldito Rin Matsuoka, realmente era igual o incluso peor que su delfín.

Sin pretenderlo, frunce los labios, aguantando las ganas de largarse de allí en un dos por tres. No lo hace solamente porque no sabe muy bien dónde se encuentra, y también porque no quiere dejarle solo; sería admitir la derrota…

Rin le mira por unos instantes, sintiendo cómo las carcajadas luchan por salir de su garganta. La expresión de Haru le divierte un montón, parece un niño al que no le han comprado un caramelo.

-Ja..ja-un par de carcajadas se escapan de su garganta, aumentando la frecuencia en cuanto Haru arruga el ceño- Jajajajajajajajajajajajaja-se agarra el estómago con ambas manos, riendo a mandíbula batiente por todo lo que ha pasado-

-¿Qué?-se pone de pie, enfadado-

-Jajajajajajajajaja-no le responde, dejándose llevar. Sin embargo, se detiene al sentir gusto a sangre dentro de su boca- Argg…-comienza a toser entre risas, ahogándose un poco en el proceso-

-Estás sangrando- presiona la nariz de Rin con las mangas de su chaqueta, demasiado largas para él-Eres un desastre, ¿lo sabías?-aprieta los labios para no reír también, testarudo-

Obediente, Rin se queda quieto,  dejándole hacer lo necesario para detener el sangrado. Sin embargo, no puede evitar reír, sorprendido de lo bien que lo ha pasado el día de hoy, a pesar de vivir una tarde de locos en compañía de casi un extraño.

-Tú también lo eres- señala su cuerpo semidesnudo- Espero que no te resfríes, sería una pena-

-No lo haré- le obliga a echar la cabeza hacia atrás, un poco preocupado al no detenerse el flujo de sangre- No te muevas tanto-

-Ya, ya…-mira a su alrededor como puede, visualizando la casa de Sosuke- Llegamos, es ahí- apunta la dirección con el dedo, triunfante de haber logrado llegar a pesar de estar condenadamente perdido-

-Rin- concentrado, las palabras salen sin pensarlo-¿Quieres nadar conmigo mañana?-se muerde los labios en cuanto se da cuenta de lo que dicho-

Los ojos de Rin se opacan por unos momentos, preocupándole. Tras unos segundos, éste desvía la mirada.

Esforzándose por hablar con normalidad y esconder sus sentimientos, fuerza una sonrisa.

-Claro-apretando los labios ligeramente, toma su mano y la aleja de su rostro- Ya estoy bien, no estoy sangrando-intenta evitar que sus ojos se encuentre a toda costa, no quiere que note su preocupación, su tristeza-Pero no mañana, estaré ocupado-

-Ah…-desconcertado e incómodo, siente que ha metido la pata-

Las mejillas le arden con furia, y tan solo quiere largarse del lugar.

Rin mira hacia el cielo, pensativo. Tras debatir internamente por mucho tiempo, lo decide.

-Está bien-

-¿Ah?-

-Nadaremos mañana, pero luego de eso…no lo haré hasta dentro de un mes-

-¿Por qué?-

-Porque…estoy…-en ese momento, escucha su nombre desde la distancia-

Sosuke le llama…cosa bastante buena.

Lo ha salvado la campana.

Estuvo a punto de decirle la verdad, de verbalizar lo que le pasaba; y eso era algo muy fuerte, tanto para él como para los demás. Tan solo tenía que recordar la reacción de Gou... y no sabe por qué razón, pero siente que para este chico la noticia será dolorosa, pese a conocerlo apenas.

Además, el nadar era un tema delicado. Su vida está dedicada al nado profesional, toda su existencia, sus sueños...

...y pronto dejaría de hacerlo, quizás para siempre.

Siente que cada vez que lo haga, cada vez que toque el agua, el tiempo se le extinguirá tan rápido, tan dolorosamente que no se dará ni cuenta cuando ya no pueda hacerlo, estando postrado en una cama.

 

Porque el cáncer era así, mucho más cuando era agresivo y estaba tan avanzado como el suyo.

Notas finales:

Gracias por el apoyo, aquí les regalo otro capítulo, un poco más cortito.

 


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