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La pocion por RedGlassesGirl

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La poción – Capítulo 6

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Una suave molestia en su rostro hizo que apretara los parpados un poco, Wolfram refunfuñó al sentir cosquillas en la nariz y cuando su conciencia comenzó a aclararse sintió labios sobre los suyos. Apartó el rostro y hundió la nariz en la almohada, abrió un ojo y la luz le encegueció, hasta que pudo enfocar la vista en el rostro que se encontraba a escasos centímetros del suyo.

Solo había una persona que podía haberlo besado, pero era poco probable. En realidad, no estaba seguro, porque no recordaba bien donde estaba o que había estado haciendo. Observando un bonito par de ojos negros y una sonrisa gruñó.

—Buenos días Wolf.

—Jumn…

Gruñó de nuevo mientras estiraba los hombros y las manos bajo la almohada. Yuuri sonaba enérgico como siempre, pero él no era una persona madrugadora a menos que tuviera obligaciones que cumplir. Se giró dentro de la cama y las sabanas rozaron su piel recordándole que estaba desnudo. Levantó la cabeza un poco más interesado en recordar, la pared de piedra blanca pintada no era tan similar a la de su habitación, ni los cuadros, ni los muebles.

La habitación de Yuuri.

Mientras de un momento a otro se recomponía contra la cabecera de la cama y los recuerdos de la noche anterior volvían a salir a flote desde lo profundo de su mente. Yuuri puso algo sobre su regazo mientras hablaba.

—Buenos días de nuevo, porque parece que vas por etapas como siempre. Este es el servicio especial del día de hoy, tu desayuno.

Efectivamente había una bandeja bien preparada con una comida completa, reconoció algunas cosas que le gustaban pero no tuvo tiempo de emocionarse. —¿Desayuno…? —preguntó con dudas aunque los objetos en la cama eran bastante reales.

Yuuri también era bastante real, sonrió y apoyó una mano junto a él hundiendo el colchón con su peso. De un momento a otro sus labios rozaron los suyos y movió la cara lejos otra vez llevándose los dedos a la boca por reflejo.

—¿Qué pasa? —preguntó Yuuri contra su mejilla, aunque fue un rechazo un tanto abrupto no se alejó.

—Aliento matutino. —Respondió Wolfram de forma apagada contra sus dedos.

Estaba en la habitación de Yuuri, desnudo, por la mañana. Había un desayuno para dos personas.

El joven rey rió suavemente y negó con la cabeza pegando la nariz a su mejilla y rodeando con un brazo su cuello. —Ah, pero eso no importa. —Sus dedos le hicieron voltear el rostro. —Déjame besarte igual —le pidió esperando un momento.

Su desliz del día de ayer… De repente sintió una profunda vergüenza. ¿Qué había pasado el día de ayer? No había demasiadas excusas, no hubo borrachera, no hubo pociones. No había excusas. Sabía que Yuuri debía recordar cómo se había comportado y su vulnerabilidad le deprimió un poco.

Cuando sus labios le dieron un par de besos cortos sobre los suyos de manera tan cálida y dulce se le revolvieron las emociones por dentro. Recordaba haber sentido lo mismo ayer. Se reprochó de nuevo y se quedó mirando la bandeja fijamente.

¿Había algo más acerca de esta situación que no estaba notando? ¿Por qué Yuuri era tan bueno y tan atento? ¿Había cometido alguna estupidez de nuevo y esto era una forma de amortiguar la noticia? ¿Hoy era un día especial por alguna razón? ¿Detrás del velo de felicidad utópica había algo malo?

Lo de ayer había parecido muy natural para algo como eso, tal vez estaba equivocado.

—¿No vas a comer nada? ¿Hoy no te despertaste con buen apetito?

—No, estoy bien. —Respondió aunque aún estaba algo ido. Tomó un bocado del pescado que había en el plato del medio y el sabor suave del caldo despertó un poco más sus sentidos.

Yuuri se acomodó a su lado y mientras hablaba de algo banal sobre los ejercicios de esta mañana le dio un bocado poco delicado a un pan y comenzó a untar el resto con queso. Lo vio desenvolverse con naturalidad y mucha energía mientras él tenía la mente en blanco y continuaba comiendo el pescado en pequeñas piezas.

Quería pensar un poco más acerca de la situación pero no podía. Su sentimientos eran fuertes y la tensión en su corazón le daba pequeños jalones como queriendo arrastrarlo hacia la idea de tener esperanzas. Yuuri solo tenía su hombro pegado a su cuerpo, pero esa tenue cercanía y su comportamiento cariñoso despreocupado hacían que sus latidos incrementaran.

Se mordió el cachete suavemente por dentro e inclinó la cabeza buscando un lugar contra el hombro del joven culpable de todo esto. Yuuri apoyó la mejilla sobre él y Wolfram terminó por ceder dejándose llevar y abrazándolo por el cuello.

—¿Ya estás despierto o te estás yendo de nuevo a dormir? —preguntó Yuuri con un tono simpático devolviendo el abrazo apoyado contra la cabecera de la cama.

Wolfram solo lo observó, tenía la camiseta desarreglada y unos pantalones azules con una raya blanca al costado. Había algo diferente, Yuuri siempre le había parecido muy apuesto pero en este momento era increíble lo bien que se veía. Un cuerpo delgado pero fibroso que conocía bien debajo de esa ropa, un rostro joven que poco a poco se asemejaba al de un hombre. Cabello brillante y ojos negros.

Wolfram clavó los dedos en su nuca y le plantó un beso sin importarle si había tenido un momento para asearse la boca o no, lo único que sentía en su lengua era el leve sabor del caldo y de Yuuri. Luego de eso podían enterrarlo con este recuerdo, no le importaba nada más, era el beso que más había deseado en mucho tiempo.

Y todo era culpa de Yuuri por ser tan tierno, sea que fuera consiente o no. Por la forma en que le respondía lo era, y cuando tironeó de su camiseta él jaló de su piel clavando los dedos y haciéndole contraer los músculos de la espalda. Podía tirar por la borda todo en ese mismo momento, incluidos los platos sobre sus piernas que tintinearon cuando se movió sin cuidado.

Las manos de Yuuri le tomaron el rostro y le besó con unas ganas que lo dejaron a la expectativa de más, pero duró poco.

—Si seguimos con esto no voy a querer irme, pero tengo una reunión ahora mismo.

Wolfram respiro con fuerza por sus fosas nasales al ver la expresión de deseo en sus ojos. Daría cualquier cosa por media hora del tiempo de su rey. Quería preguntar: ¿realmente tienes que ir? de la forma más caprichosa posible, pero sintió que no tenía derecho.

—Y yo tengo patrulla —dijo pasándose las manos por el cabello. De repente se sentía más vivo, más seguro y más despierto. Observó el techo lejano a lo alto y dejo escapar una bocanada de aire. —Tengo que ponerme a preparar las cosas.

—¿Cuánto tiempo te vas? —preguntó Yuuri ya desde lejos en la habitación. Mientras él se cambiaba, Wolfram continuó picando la pieza de pescado y observó sus movimientos.

—Una semana como siempre.

Era extrañamente reconfortante compartir el día a día con tanta naturalidad.

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Wolfram tenía tres o cuatro cartas en las manos, caminaba acompañado, escuchando atento la conversación sobre un par de incidentes menores mientras rompía rápidamente el sobre de una de ellas. La única persona que mandaba esos extraños sobres era el rey.

Te extraño mucho.

Solo una frase.

Oh mierda, se llevó la mano a la boca rápidamente para cubrir la estúpida sonrisa que se le formo y arrugó el papel con tal de esconderlo rápido y meterlo en su bolsillo. Estaba grande para sentirse tan estúpido de repente, y no era el momento ni el lugar, pero le estaba costando controlarse.

No había forma de cerrar los labios y esconder sus dientes, sus músculos emocionados no le dejaban aflojar las tirantes comisuras que le marcaban las mejillas. Seguramente tenía ese estúpido destello en sus ojos.

—¿Está bien capitán?

—Sí, sí. Continua. —Respondió apresurado, aunque no pudiera dejar de sonreír de oreja a oreja siguió caminando y murmuró por lo bajo cuando nadie le escuchaba: —Mejor que nunca.

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—¿Sobre qué me dijiste que querías hablar? —preguntó Yuuri apresurado mientras abría la puerta de su despacho. A esa hora no había nadie, la habitación estaba vacía y bastante ordenada, ni siquiera había té sobre la mesa.

—Cierra la puerta primero, luego te digo.

—¿Por qué tanto secreto? ¿Es algo que mejor nadie de aquí tiene que escuchar?

—No, no es nada del otro lado, es algo de aquí. Es por eso que es mejor que nadie nos escuche —dijo Murata mientras se sentaba.

Yuuri arrastro una de las sillas y se puso a horcajadas con el respaldo bajo las axilas.

—Josak vino a hablar conmigo en el templo antes de irse, no tuvo tiempo para hablar con nadie más. Aunque bueno, creo que fue mejor así, no había otra elección, tenía que decírmelo a mí si se trataba de algo sobre ti.

La característica posesividad de Murata estaba a flote. Hacía tiempo que Yuuri lo había superado y simplemente no hacía caso.

—¿Sobre mí? ¿Y si era sobre mi entonces porque no vino a hablar conmigo?

—¡Ya te dije que no tuvo tiempo! No creo que haya sido porque no tuviera el coraje de sacar el tema contigo, él es el primero en disfrutar cuando las cosas se ponen picantes.

—Ok, bueno, tienes mi atención. Deja de dar vueltas y dime que es lo que pasa. —Se quejó Yuuri con su habitual poca paciencia cuando Murata daba muchos rodeos.

Su amigo suspiró y se quitó los lentes para limpiarlos mientras hablaba calmadamente.

—Hay un rumor bastante malo dando vueltas. Anoche alguien te escuchó con alguien en tu habitación, y por lo poco que sé debe de haber estado buen. Y tus sabanas no ayudan, por cierto.

Yuuri dejó la idea caer lentamente y sonrió simplemente porque no sabía qué hacer. Con la boca aún abierta se llevó las manos al rostro y lo enterró en ellas mientras se le ponían hasta las orejas rojas. Por supuesto que no tenía nada que decir al respecto, no tendría nada que decir por un largo rato. Murata parecía divertirse bastante con eso.

—Las sirvientas hablan de un hombre, y como no lo han visto, han asumido que es el sirviente que te llevó comida anoche a la habitación.

—¡¿Qué?!

—Un tal Bernd.

—Bernd, ¿qué clase de nombre es Bernd? ¿Quién demonios es Bernd? ¡Ni siquiera sé quién me trajo la comida anoche porque llegué tarde! ¡¿Por qué siempre me emparejan con cualquiera?!

A pesar de su exabrupto para quejarse, Yuuri sintió el calor emanar de su rostro con fuerza. Si no se prendía fuego ahora, estaba cerca, no podía parar de pensar qué demonios habían escuchado y con cuanto detalle. ¿Había gente fuera de su puerta cuando estaban haciéndolo…?

—Bueno, siendo tú, es como el acontecimiento del siglo. Así que es la cotilla de media servidumbre, todos quieren saber quién es el afortunado.

—¡Argh! —Gruñó y se llevó las manos a la boca y la nariz de nuevo frunciendo con fuerza en entrecejo. Era demasiado japonés para soportar una demostración privada tan pública como esa.

—A mí también me gustaría saber quién era.

—¿Quién va a ser, Murata? ¿Con quién más iba a estar haciéndolo? —Respondió más rápido de lo que pensó que era posible en ese momento.

—¿De verdad dejaste entrar a Wolfram a tu habitación? No necesitas mortificarte tanto, ¿sabes? Aun eres joven, es lo normal.

—Eso no me hace sentir mejor.

—¿Te estas poniendo serio? La última vez que tocaste el tema no parecías tan convencido como para dejar que invadiera tanto tu vida.

—Wolf no vino a mi habitación, yo lo llevé —dijo sintiendo que algo en esa frase era un tanto extraño por varias razones, entre ellas el hecho de que lo esperable es que las cosas fueran menos activas de su parte—. Tal vez las cosas se salieron un poco de control… pero no esperaba que se escuchara tanto. Pasaron algunas cosas anoche, supongo que de las importantes.

Las palabras se le atragantaron un poco en la garganta y no podía creer lo que estaba a punto de confesar a su mejor amigo, pero tenía la necesidad de decirlo.

—Creo que me estoy enamorando…

Aunque no se suponía que fuese algo malo, igualmente agacho un poco la cabeza y apoyó la mejilla contra su brazo. Se sentía bastante estúpido aunque Murata no se estuviera riendo, de hecho sonrió ampliamente y Yuuri solo se dedicó a observarlo temiendo un poco qué clase de reacción tendría.

—¡Eso es muy bueno! ¿Debería decir felicitaciones? Bueno, bueno, no hace falta que te pongas así. Es bueno, ¡es bueno! Creo que Wolfram estaría contento de escucharlo, más aun cuando Shibuya-chan es tan tierno. ¿No se lo has dicho?

—¡Por supuesto que no!

—¿Por qué no? Va a estar feliz si tú te confiesas.

—¡No puedo simplemente ir y decirlo!

—¿Por qué no?

—¡Porque no!

Siendo que se estaba empezando a poner molesto, su amigo suspiró y decidió dejarlo estar, Yuuri estaba agradecido que por lo menos ahora mismo no tendría que seguir con el tema. Habían cosas que tenía que pensar, Murata estaba loco si creía que iba a lanzarse a la piscina así como así sin salvavidas.

Se estaba enamorando. No estaba enamorado. No podías ir y decir que tal vez estás enamorado cuando puedes equivocarte, eso sería jugar con los sentimientos de la gente. Si es que era posible equivocarse con algo que se sintiera así…

—Pero sabes, volviendo al tema de los rumores, deberías tener cuidado con eso. No lo dejes estar, tienes que recordar que aun estás comprometido más allá de lo que la gente piense. No va a verse bien que haya rumores como esos.

—Pero no sé qué hacer, si ya han dejado correr la voz no puedo simplemente ir a hablar con quién lo ha escuchado para pedirle que lo mantenga en secreto.

—Esa no es la forma de manejar los rumores, Yuuri. Pero no te preocupes, para eso me tienes a mí, se supone que yo debo aconsejarte sabiamente, ¿o no? Y eso también aplica a la imagen de tu vida privada. Creo que ya es tiempo que te dejes ver un poco.

—¿Qué me deje ver?

—Con Wolfram. Siendo que las cosas se han puesto serias, ¿no te parece que sería hora de salir del closet?

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Gwendal reajustó su chaqueta en el frente y dio una suave caricia sobre su pecho, algo se revolvió en el interior. Luego de un par de forcejeos apareció una oreja, y una cabeza se asomó enredada en su jabot.

—No pequeño, ahora es peligroso… —dijo el primer hijo con una dulce sonrisa, de esas que estaban reservada solamente para los animales pequeños y tiernos.

Volvió a acomodar al gatito dentro de su chaqueta y cerró el último botón para asegurarlo. Observó el corredor vacío desde dentro de la habitación con mucha cautela y analizó la siguiente táctica. ¿Izquierda o derecha?

A lo lejos se escucharon tacones sobre el mármol, le tomó un momento concentrarse y definir de dónde venían. De arriba, de las escaleras.

Se incorporó rápido y dio un traspié antes de comenzar a correr de alguna forma en que sus propios tacos no hicieran tanto ruido. Estaba pensando seriamente en pedirle un par de esas extrañas apatillas al rey, con ese tipo de calzado no haría tanto ruido como con un par de botas, por más que adorara su buen par de botas viejo y cómodo, esas con el cuero ya suave de lo gastado pero una perfecta capa pulida de cera por encima para disimular. A pesar de sus suelas tan cómodas y afinadas por el uso de los años que eran más suaves que un par nuevo, el taco no se podía disimular.

—¡Gwendal! ¡Gwendal~!

La voz de su perseguidora lo hizo estremecer y giró con poca gracia en una de las esquinas deslizándose de lado antes de estabilizarse y poner pies en polvorosa por otro largo pasillo.

—¡No creas que no te he escuchado! —Gritó Anissina—. ¡E incluso si fueras sigiloso, cosa que para alguien como tu es imposible, estoy usando dime-donde-se-encuentra-kun!

—Oh, no más de esos inventos —masculló el joven hombre sin saber qué hacer.

De repente lo vio, había algo adelante zarandeándose. Algo extraño. Pero por alguna razón su sexto sentido le dijo que debía ir hacia allí, que esa era la solución definitiva. Corrió con más fuerza y al acercarse lo reconoció, era un brazo, un brazo bien conocido.

Apenas estuvo cerca no pudo pronunciar palabra, la mano grande arrugó sus solapas y jalo de él haciéndole largar un leve grito impropio de la apariencia digna que le gustaba demostrar siempre. —Uagh.

Giró sobre sus talones, luego en el aire, sin poder oponer resistencia a la inercia y la gravedad chocando con la espalda contra algo. De repente la puerta estaba cerrada y todo estaba en penumbras. Él sentado en el piso, con la persona culpable de su dolor de trasero a escasos centímetros de él.

Ojos divertidos y una sonrisa blanca como siempre. Gwendal se llevó una mano al pecho y tanteo el pequeño bulto escondido, los ojos de Josak lo siguieron y demostró en su rostro comprender que era lo que este hombre escondía ahí. La atención del espía cambio de repente poniéndose serio, espero también en cuclillas observando la parte baja de la puerta. El resonar de los tacos pasó junto con una leve sombra por la rendija y se alejó por el pasillo.

Solo cuando realmente ya no se podía oír nada Josak se permitió relajarse, para él no era del todo una situación de vida o muerte, pero no se podía tomar a Anissina a la ligera. Si lo encontraban ayudando a su jefe estaría en problemas.

Josak suspiró y se dejó caer sobre su trasero colocando un brazo sobre su rodilla. Gwendal también suspiró y desabrochó dos botones de su chaqueta, la cabeza marrón y negra volvió a asomar, el gatito no hizo ningún ruido pero observaba curioso al hombre pelirrojo. Mientras estiraba la mano para acariciar suavemente entre sus pequeñas orejas, Josak intercambio una mirada cómplice con Gwendal.

—¡A salvo! —se jactó el espía sonriendo—. ¿Qué artilugio era esta vez? Puede descontarme las horas de paz de mis horas de trabajo.

—No es ningún invento.

—Ah por supuesto, no es… ¿No es un invento? ¿Entonces qué es? —preguntó asombrado y curioso Josak.

—Ella quiere hablar conmigo.

—¿Anini solo quiere hablar? —preguntó con dudas. Estaba poniendo en la balanza si era normal pensar que eso estaba bien, o si era normal pensar que eso era algo muy malo.

Gwendal miró a Josak a los ojos, su expresión seria de siempre no encajaba con sus dedos que diligentemente acariciaban el pelaje corto y suave del pequeño gatito.

No estaba seguro si quería preguntar, pero la curiosidad pudo más. —¿Y de qué quiere hablar?

Gwendal de repente miró al piso y Josak se desconcertó un poco.

¿Ah, este tipo está tímido? ¡¿Por qué está actuando tímido de repente, jefe?!

Cuando murmuró algo que Josak no pudo escuchar tuvo que hacer una pausa y apretando los labios volvió a decirlo un poco más alto. —L-la boda.

Josak tenía la boca abierta, su cerebro no podía procesar la información correctamente, así que no pudo reír ni hacer un comentario mordaz. Habían muchas posibles escenas rondando su mente pero ninguna encajaba cuando tenía que adaptarlas a estos dos sujetos que conocía desde hace tanto tiempo.

Para Josak, Gwendal y Anissina eran dos nobles cercanos, pero que a la vez conocía poco de su vida privada y trataba de mantenerse un paso al costado. Normalmente eso se debía a que las explosiones se podían evitar si estabas un paso al costado del lado correcto. Y por otro lado, a pesar de que en cierta forma podría decir que eran amigos, tampoco es que fueran tan cercanos. Un soldado que no sabe cuál es su lugar no sirve como empleado.

El espía se rascó la mejilla y se pasó los nudillos por los labios mientras pensaba que decir.

—No puede ser tan malo, ¿verdad?

—¡Lo es!

—¿Pero por qué? ¿No significa eso que ella tiene alguna clase de sentimientos? Es un poco rudo andar corriendo y escapando de ser así, ¿no debería al menos escucharla y declinar educadamente?

—¡Es Anissina!

—B-bueno, si, Anini es un poco complicada. Pero una jovencita sigue siendo una jovencita en el fondo… ¿verdad? —Josak estaba más en duda de lo que Gwen parecía dudar acerca de esta idea—. Supongamos que en el fondo es, digamos, normal. Una chica se sentiría mal de ser rechazada de esa forma tan ruda, lo menos que querría seria que escucharan su confesión y luego esa persona sea lo más sincera posible con su respuesta...

—¿Qué harías tú?

—¿Qué?

—Te estoy preguntando qué harías tú en mi lugar.

—Oh, bueno. La verdad es que últimamente he tenido cierta racha de popularidad y me ha pasado algo similar, a veces está bien intentar y otras veces simplemente sé que no son mi tipo. En ese caso suelo aceptar hablar, incluso compartir algo en el bar, escucho lo que tienen que decir y luego digo que no de la manera más amable posible. No es que lo tenga planeado, pero suele ser algo así: Lo siento pero no somos el uno para el otro.

La cara de Gwendal decía claramente que esa frase trillada era demasiado... No es como si él hubiera enfrentado ese problema antes, pero sabía que no usaría una frase como esa.

¡Tampoco era como si estuviera pidiendo consejo!

En realidad Gwendal tenía muchísima gente interesada en él, pero su actitud osca y fría no le dejaba notarlo. En tanto a esas personas, eso era lo que las atraía. E incluso algunos de ellos conocían ese otro lado dulce que solo se veía de puertas para adentro.

—No estoy hablando de eso, te estoy preguntando que harías si fuera Anissina.

—¿Si fuera Anini?

—Sí, si fuera Anissina. No otra persona. Anissina. ¿Comprendes? Anissina. —Insistió.

Josak se lo quedo mirando a los ojos. Tal vez realmente era más complicado de lo normal.

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Yuuri no estaba escuchando con tanta atención las palabras, pero si observaba atento a su compañero mientras paseaban por el largo pasillo sin un rumbo completamente fijo.

—En el puesto al Este hubo un par de incidentes, saqueadores, pero es solo un pequeño grupo, ni siquiera se lo podría llamar banda, y como provienen del interior del país no hay por qué preocuparse por conflictos entre fronteras. El puesto siguiente ha tenido un decrecimiento del veinte por ciento en la cosecha, es un poco más de lo que previmos…

Incluso si había tiempo para ver los detalles acerca de este reporte en el despacho el rey lo dejó continuar por el simple hecho de disfrutar escucharlo. Wolfram siempre solía darle un resumen de las patrullas en privado si podía, aunque luego tocarían todos los temas de forma más extensa con Günter y Gwendal, los economistas, Murata, e incluso a veces Conrart si es que estaba presente.

Su mente divago cuando la conversación escaló a números y detalles sobre producción mientras Wolfram ojeaba página tras página de sus documentos. Había otras cosas en las que había estado pensando estos días, temas mucho mas personales que la seguridad o la economía del reino. Temas que involucraban al joven soldado rubio que caminaba a su lado.

Varios metros mas adelante vio la puerta de madera en la pared de piedra grisácea, el pasillo estaba vacío y los pulcros pisos de mármol le daban un aire frió y solitario. La voz de Wolfram era baja pero igualmente generaba un leve murmullo con el eco, eso y el resonar de zapatos y botas eran los únicos sonidos que perturbaban la calma del lugar. Tras las puertas había una cocina, siempre ocupada por algún que otro sirviente, al menos tendría que haber una persona dentro con total seguridad.

Aminoró el paso muy de a poco y Wolfram lo imitó inconscientemente. Yuuri tenia una expresión dulce y tranquila, de vez en cuando ensanchado la leve sonrisa al mostrar un par de blancos dientes, no podía evitar sentirse contento, lo había extrañado. Incluso cuando estaba contento de verle y oírle tan animado como siempre, los nervios crecieron un poquito en su interior.

Cuando la marcha de ambos se volvió lenta inevitablemente se detuvieron, Yuuri observó la distancia hasta la puerta, estaban a tan solo unos pocos metros y eso tendría que bastar. Sus voces serian fácilmente escuchadas desde ese lugar mientras Wolfram continuara hablando y él incentivándolo con cortos comentarios de cuando en cuando.

Yuuri observo su rostro, pálido y con las mejillas y la nariz sonrosadas por el frió. Wolfram sonreía con la boca y con los ojos, de esa manera tan particular que él hace tiempo había notada solo sucedía cuando estaba cerca de él. Sonrió de nuevo mostrando los dientes y sintiéndose apenado al pensar en los sentimientos de este muchacho que generaban esas reacciones involuntarias. La forma en que Yuuri corrió la mirada y rió paso completamente desapercibida pro su acompañante que estaba muy enroscado en las anegdotas de su viaje para notarlo.

Wolfram parecía absorto de la situación, aunque no de haberlo extrañado, pero su manera de demostrarlo era distante y diferente a la que Yuuri tenia en mente. Aunque comprendía que de haber estado solos en un lugar mas privado las cosas probablemente serian diferentes.

Hacía poco, había llegado a ver el leve indicio de una mirada picara en sus ojos verdes, otra manera de extrañar la compañía del otro, mas intima, mas profunda, mas carnal.

Sabia que estaba esperando la noche, la fantasía de una visita nocturna era tentadora, ya fuera en su habitación o la de él, ese era un detalle poco importante en este momento. Aunque parte del predicamento en el que se encontraba, y del cual Wolfram aun no sabia nada, se trataba de eso. La ubicación de sus encuentros no era de importancia para el rey, pero al parecer si lo era para el resto de la gente que ahora estaba al tanto de la existencia de un amante.

Una mera mejora en su relación con Wolfram no iba a ser suficiente para apaciguar rumores y ojos curiosos. Incluso si era obvio frente a la mirada pública que las diferencias del pasado eran agua bajo el puente y la relación del rey y su prometido parecía mas cerca que nunca, no era suficiente. Faltaba algo, parecer cercanos no era suficiente. Aunque la imaginación de algunas personas divagaba tratando de adivinar quien era el dueño de los afectos del rey, en realidad nadie tenia pruebas.

La lotería sobre quien se llevaría el corazón del Maou aun estaba abierta, y aunque Wolfram debía de haber mantenido un puesto gracias a su relación oficial, e incluso vuelto a los primeros puestos tras haber arreglado sus diferencias y volver a comportarse como antes, aun nada estaba decidido.

Era todo tan inseguro que la gente había preferido ponerle el nombre de un sirviente a su supuesto amante antes que el de su propio prometido.

Yuuri pateo el piso levemente y aunque sonreía su expresión no era del todo alegre. Primero sintió enojo por el idiota que esparció un rumor como ese, y luego volvió ese disgusto contra él mismo por permitirse ser tan mala pareja para Wolfram como para que la gente tuviera en cuenta a otro antes que él.

Las cosas necesitaban cambiar.

Los minutos habían pasado y seguían conversando. Yuuri se encontraba levemente apoyado contra la pared con su hombro sobre la piedra fría y su vista vagaba entre el bonito rostro de Wolfram y la puerta tras sus hombros. ¿Acaso nadie iba a salir? Las paredes tienen oídos, pero necesitaba ojos en este momento.

Estaba muy pegado a Wolfram, lo enfrentaba a poca distancia de la forma mas intima posible, pero aunque él no iba a alejarse mantenía cierta distancia. Esta conversación tan formal comenzó a hacerse pesada, intentó ahogar ese sentimiento llevando una mano hacia la de Wolfram y rozando la piel de los dedos colgaban al lado de su cuerpo, estaban calientes y suaves.

El gesto hizo que la mirada de Wolfram cambiara, Yuuri notó el leve destello de incomodidad en sus ojos, aunque había continuado hablando, hizo un leve puchero. Tomó su mano con mas firmeza y la sostuvo, Wolfram respondió, pero tras un breve momento cargado del mismo tipo de cortesía que Yuuri usaba al escuchar su reporte le soltó. Era lo mínimo indispensable para ser educado, pero era notorio que no deseaba el contacto, no al menos en este lugar.

El corazón de Yuuri apretaba. Lo extrañaba, lo había extrañado mas de lo que hubiera esperado y aun ahora lo seguía extrañando. No le gustaba ver que no disfrutaba de esa clase de compañía en publico, ¿de que se avergonzaba?

Aunque, pese a su forma de ser, tan fogosa y directa, Wolfram solía ser extrañamente remilgado respecto a las relaciones amorosas y Yuuri lo sabia. Pero se suponía que el japonés ahí era él, y que Wolfram tenia que ser mas abierto a esas demostraciones publicas.

Había estado preparándose mentalmente por días simplemente para esto, el toque de una mano, una caricia, sostenerle. Eran tonterías comparadas con la forma en que ambos se abrasaban mutuamente en la intimidad, pero una cosa era en privado y otra fuera de su habitación. Para Yuuri eso era el día y la noche, pero si quería apaciguar rumores y que la gente supiera a ciencia cierta que era su prometido el que hacia las visitas nocturnas, entonces tendría que aprender a lidiar con la vergüenza.

Mientras Yuuri seguía luchando internamente consigo mismo, le era evidente la incomodidad que no paraba de creer en Wolfram, y eso no le estaba gustando. Le ponía triste ser rechazado, y por primera vez pudo comprender la clase de sentimientos que genera el ser ignorado por la persona que te gusta.

Acaricio su mano una segunda vez, un toque mas evidente, suave y tentador con la punta de los dedos sobre sus nudillos y entre los dedos. Sus ojos negros reflejaban deseo y algo mas, haciendo que esta vez Wolfram hiciera una pausa en lo que fuera que estaba diciendo. El mazoku se revolvió incomodo y le dio una sola caricia antes de alejar un poco su mano. Yuuri dio un paso adelante.

—¿…Que pasa? —preguntó Wolfram claramente nervioso, sus ojos llenos de duda rodaron rápidamente por el lugar.

Yuuri sabia que el pasillo seguía vacío, incluso a su espalda. —Nada.

Wolfram se relamió los labios mordiéndolos rápidamente hacia adentro y luego de echarle otra mirada dudoso se pasó la mano por el cabello. Estaba comenzando a ser divertido verlo de esta manera. Yuuri acortó lo que quedaba de distancia y en un momento de audacia repentina rodeo su cuello con los brazos. Era como bailar un vals, si lo pensaba de ese modo no importaba si incluso una multitud lo estaba mirando.

Los dedos de Wolfram le dieron cosquillas al apenas tocar su hombro, no estaba respondiendo a su abrazo y permanecía quieto. Paso un momento hasta que se decidió a hablar. —Estamos en medio del pasillo —dijo suavemente.

Yuuri apoyó la barbilla en su hombro y la frente contra su rostro, hacia un poco de frió pero Wolfram se sentía caliente. —Esta bien.

Tan cálido y confortable, el abrazo que tanto había estado deseando. Era gracioso pensar lo mucho que lo había extrañado solo habiendo pasado una semana sin verlo. Era normal que Wolfram se fuera de patrulla, nada del otro mundo, e incluso así las noches en su cama fueron solitarias.

No debería pensar en la cama ahora, seria problemático. Obligando a su cerebro a cambiar las fantasías por escenas mas dulces, acaricio la parte larga de su cabello y sonrió divertido ante la incomodidad de su pareja. Wolfram solo lo observó de reojo con una expresión complicada, y sin saber bien donde poner su mano libre, la movió indeciso hasta que le dio unas palmadas en el hombro y dejo su palma apoyada en él. No recordaba haberlo visto tan inseguro en mucho tiempo, no de una forma tan cómica e inocente.

—Te he extrañado —le dijo por fin sin poder evitar sonreír demasiado. —Puedes dejar el reporte para después.

Era tan lindo y tan apuesto. ¿Siempre había sido tan apuesto? No había duda de que siempre fue un chico lindo, pero ahora Yuuri sentía que podía llegar a apreciarlo de otra manera.

—Recibí tu carta —comentó Wolfram rodeando su espalda con los brazos finalmente y abrigándolo con su calidez.

Yuuri se sintió lleno de inmediato, acariciando su mejilla con la nariz se quejó contra su piel. —Pero no me respondiste.

—¿Que querías que respondiera? ¿Oh, aguanta un poco más, volveré pronto? —sus palabras con fingida masculinidad y un exagerado tono principesco hicieron reír a Yuuri.

Los minutos abrazándose en el frió pasillo parecían eternos, Yuuri deseó que pudieran seguir así por mucho tiempo sin ser interrumpidos, o que incluso estaría bien si alguien los veía ahora mismo. ¿Qué mas podrían pedir, no era esto bastante claro? Pero al parecer no había nadie en ese lugar, seguramente la habitación estaba vacía.

Pronto dejó de pensar acerca de otras personas y observó la tonta sonrisa en el rostro de Wolfram, hipnotizado por esa latente ingenuidad que aun demostraba el día de hoy, se acercó rozando su nariz suavemente sobre su piel y lo besó. Iba a ser tan solo un beso rápido, para apaciguar las ansias y mostrarse aun mas amoroso en publico de lo que jamas pensó que podría ser, pero ahora que había obtenido el tan ansiado contacto no podía dejarlo ir.

Wolfram no estaba ayudando, sus manos acariciaron con firmeza su espalda y de repente la seguridad perdida se hizo presente, el fuego en su personalidad había vuelto. Se separaron un momento tan solo para volver a buscar la boca del otro. Uno, dos o tres besos, no fue suficiente. La sensación de los labios suaves y húmedos era su perdición, se dejó ir en las sensaciones y apretó mas sus brazos tras su cabeza. Los brazos de Wolfram que rodeaban su cuerpo a la altura de las costillas le apretaron mas y se sintió contento, olvidando lugar, tiempo, lo que fuera.

Era un beso especial, cargado de muchas emociones distintas, pero no de lujuria. Se separaron lo suficiente para observarse a los ojos, no recordaba bien la ultima vez que había mirado a Wolfram directo a esos ojos verde esmeralda tan de cerca. El reflejo de su propia imagen en ellos era la prueba de que dentro de él ocupaba un lugar especial.

No tuvo mucho tiempo para pensar en poesía romántica con metáforas sobre hermosos lagos o cristales transparentes, la sombra de una presencia a un lado le llamó la atención. Volteó aun sonriendo y casi sin querer dejar de mirar el rostro de Wolfram para no perder detalle de su gesto embobado.

Había una mujer sosteniendo una bandeja a medio camino del lado opuesto de la puerta, lo estaba mirando directo a los ojos congelada en el lugar, su cara de sorpresa se mezclaba con una gran curiosidad.

Yuuri tardo unos segundos en reaccionar, estando congelado le devolvió la mirada desde los brazos de Wolfram semi acorralado contra la pared. ¡Atrapado! ¡Atrapado en pleno acto indecente! El color rojo subió a su rostro tan rápido como Wolfram volteó a ver en que había posado los ojos, igual que uno de esos marcadores de los termómetros, y podría haber jurado que la llamarada de calor exploto mas allá de la coronilla de su cabeza.

De repente se separaron, dos, no, tres pasos bien lejos del otro como si ambos cuerpos quemaran dolorosamente. La mujer abrió la boca pero no dijo nada, el duo de hombres con el rostro como tomates de un lado y ella del otro. Cerro los labios de nuevo sin una palabra, ni un saludo cordial, al parecer aun estaba confundida, no era una escena común de ver seguramente.

El rey y su prometido. Años juntos y jamas habían tenido un desliz comparable a este.

Todo el mundo se preguntaba cosas acerca de ellos, pero nunca nadie había podido afirmar haber visto mas que un toque que parecía cercano, una mano en el hombro, un abrazo amistoso. Y ahora el par de jóvenes mas apuestos del reino se besuqueaba en los pasillos. ¡¿Qué demonios había pasado?!

Mientras la mente de la mujer proyectaba una novela, Wolfram y Yuuri continuaron mirándola fijo. Sin mediar palabra, giraron sobre los talones y se dieron a la fuga de la manera más rápida posible perdiéndose tras la esquina.

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Dentro de la cocina cinco sirvientas y dos cocineros estaban pegados a la puerta, cuando Rosalinda abrió de golpe dos de ellos cayeron de trasero al piso.

Los ojos del hombre mas joven se pusieron grades y llenos de curiosidad al ver la expresión de la joven doncella. Ella entró apresurada e hizo una mueca para que guardaran silencio durante un momento, todos la miraban expectantes.

Olga, la cocinera mas vieja entre las mujeres, se apresuró hacia la antigua cocina de metal oscuro y pesado para poner agua a calentar. La cotilla iba a necesitar de un buen té y todo el tiempo de ocio disponible, los detalles eran importantes y Rosalinda era conocida por tomarse su tiempo para el dramatismo.

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Yuuri se tapó la cara y se quejo todo avergonzado. —Aaagh, no puedo creer que pasara tanta avergüenza.

Lo habían atrapado besuqueándose con alguien en publico. ¡En publico! ¿Cómo habían escalado tan rápido las cosas? El plan era tomarse las manos, un abrazo había sido un movimiento osado.

—Pero esto… —murmuró sin que Wolfram pudiera escuchar.

—Ah… nos descubrieron —comentó el joven mazoku con el tono de una persona que sabe que ya nada puede hacerse. Se notaba algo de remordimiento en sus palabras, y Yuuri pudo imaginar un "te lo dije". Sabía que Wolfram se había dejado llevar únicamente porque él había insistido.

Lo había tentado. Se sintió un poco orgulloso de poder haberlo tentado. Pero eso no era lo importante. En este momento estaba seguro de qué clase de pensamientos rondaban la cabeza de ese chico, y tenía que aclarar que no era un problema destapar una relación que hasta ahora había mantenido en secreto cuidadosamente.

—Eso no es lo que me molesta. No me refería a que nos hayan visto… Digo, en general, es decir, juntos… tú y yo…

No estaba seguro de si estaba siendo claro, el beso si le molestaba, no que lo vieran con Wolfram. Pero estaba demasiado apenado para explicar.

—¿Entonces qué…? —preguntó Wolfram sorprendido.

Yuuri apretó los labios y frunció el ceño con las pupilas titilantes. Aun era incomodo hablar de estas cosas. Poniéndose un poco eufórico y aun ruborizado trato de explicar.

—E-el beso… Oh Dios, estábamos… ¿Cómo paso…? ¡En publico, Wolf! ¡¿Cómo voy a hacer algo así en publico como besarme con alguien?! ¡Ni siquiera puedo abrazarte sin ponerme incomodo!

—N-no es como para tanto, ¿no te parece? Es decir, incluso fue tierno…

—¡Soy japonés, por supuesto que me importa! —Yuuri se llevo las manos a las mejillas y estiró su piel hacia abajo en una mueca que mostró el blanco de sus ojos—. Ya fue bastante shock enterarme que nos escucharon hacerlo la ultima vez cuando estabas en mi habitación.

—¡¿…Q-qué?! —Esta vez fue Wolfram quien perdió la compostura, con las pupilas grandes y verdes como dos uvas, se le deslizaron los papeles de las manos. —P-pero dije… oh no, ¿qué dije que han escuchado? E hice ese sonido, y también… oh no —murmuró por lo bajo el mazoku, pero Yuuri no podía escucharlo porque estaba ocupado recordando el mismo tipo de cosas que él había hecho.

La competencia por ver quien hacia la mejor interpretación de un tomate se tornó graciosa luego de un rato.

Mientras levantaban las hojas del piso comenzaron a reír, fue una buena forma de distender la situación incomoda para ambos.

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Gwendal sabia que Anissina y él tenían que discutir cosas, pero lo único en lo que podía pensar realmente era en que no sabia que hacer.

Recordó su primer encuentro, ella le había gustado, era tan solo un niño así que esos sentimientos eran solo el recuerdo de una inocencia ya perdida, pero no olvidaba que ella le había gustado. Pero eso había cambiado muy rápidamente cuando las cosas escalaron demasiado rápido y se vio arrastrado a una serie de imposibles y peligrosos experimentos. Su primer amor había pasado, sin pena ni gloria, ni siquiera con tiempo de ser una gran desilusión.

Anissina tenia un poco que ver con su falta de interés en las mujeres, además de que era malo lidiando con ellas en general, no sabia como tratarlas y le parecían poco interesantes. La mayoría de mujeres que había conocido le habían aburrido, nunca conoció a nadie que le cautivada de alguna manera o que le pareciera inteligente.

La belleza era algo subjetivo, lo que al actual Lord de las tierras Voltaire le gustaba era una sala tranquila y una conversación interesante pero poco problemática, y los buenos debates políticos.

En su vida ese tipo de situaciones se daban con frecuencia, pero siempre en compañía de hombres de su mismo rango, hombres que le entendían. No gustaba de las mujeres bonitas pero tontas, faltas de la chispa necesaria para ser una buena compañía que sacara lo mejor de él. No necesitaba un adorno. Y particularmente no necesitaba una pareja, por lo que incluso si ciertos hombres resultaban interesantes, las cosas nunca se desatollaban mas allá de la amistad.

No tenia el tiempo ni las ganas de tener una pareja.

Gwendal era un hombre orgulloso de su trabajo y su posición, un hombre de perfil serio a la hora de afrontar problemas y calmo la mayoría de las veces. Tenia un sentido del cinismo muy desarrollado, una lengua afilada y una mirada penetrante. Era un buen regente, cargaba en sus hombros una ciudad completa que dependía de él. Necesitaba alguien capaz de estar a su altura.

A pesar de ser tan consciente de su posición, Gwendal tenia un lado blando que conocía bien. Solo pocas personas estaban al tanto de eso, y de entre ellas no había nadie que realmente haya roto la barrera para conocerlo a fondo. Excepto tal vez el extraño y excepcional caso de Anissina, y esto se debía a estas estúpidas puertas teletransportadoras que colocaba en sus habitaciones. Era un hombre cuya privacidad se terminaba cuando Anissina estaba aburrida.

Gwendal tomó de nuevo la carta sobre la mesa y la sostuvo delante de él, giró el vaso con licor que se había servido y dejo ir su vista y sus pensamientos en el hielo que se movía dentro de él.

No sabia que hacer.

La carta era de uno de esos amigos que apreciaba bastante, hacia mucho que no veía a ese hombre, sus encuentros eran mas frecuentes cuando ni él ni Densham eran los respectivos señores de sus castillos. Y especialmente cuando él no pasaba sus días dedicándose a ser la mano derecha del rey y viviendo en el territorio central mas que en el suyo propio. Estando en Voltaire solía tener mas libertad de movimiento que en este lugar.

A mi estimado Lord von Voltaire,

Ha pasado largo tiempo de la última vez que hablamos, pero me alegra recibir buenas noticias acerca de ti.

Mi hermana ha enviado repentinamente una notificación a la familia sobre su boda. No puedo creerlo, no puedo creer que esa hermana mía haya notificado una boda. Nuestra madre estaba tan sorprendida que ha colapsado sobre el heno en el patio trasero, pero no deberías preocuparte, no ha habido ningún accidente.

Aunque estemos llenos de dicha por la noticia, no puedo perdonar que no hayas enviado una carta al respecto, ¿acaso no somos cercanos? Me entristece pensar que no me consideras tu amigo habiendo pasado tantos años, o tal vez esto simplemente ha sido un malentendido, no dudo que mi Anissina podría haber omitido firmar en nombre de ambos en vez de ella sola siendo como es.

Me he perdido en detalles, ¡felicitaciones! Estoy contento por ustedes. Había perdido las esperanzas en una unión como esta hace muchos años, pero mis sospechas parecían bien fundadas en aquel momento, aunque Lord von Voltaire lo refutó con tanta seguridad que tuve que aceptarlo. El amor florece tardíamente a veces, pero mientras las personas que se quieren se encuentren, está bien.

Un afectuoso saludo, Lord von Karbelnikoff Densham.

Gwendal paso la vista por algunas frases particulares, dejó el papel de lado y tomó las agujas de tejer, necesitaba una de sus pausas para pensar con la mente en calma. Si no hacia esto, no podría contener su descontento.

Anissina había enviado una carta a oficial a su familia y ni siquiera se dignó a comentarlo con él previamente, no sabia de que estaba sorprendido, eso era muy de ella. Nunca pensó que podría llegar a tomar algo como esto tan en serio, el matrimonio parecía algo que evitaba con violencia y que en el pasado había causado problemas ya que Densham veía en su hermana una utilidad económica importante. Los Radford o los Gyllenhaall, o cualquier otra familia, daba igual quien fuera mientras él tuviera la oportunidad de meter la mano en sus bolsillos y las narices en su economía.

Densham adoraba el dinero, tenia una fascinación por eso y por las aves, sus mascotas y su fortuna eran lo mas interesante para él. A pesar de eso era buena compañía, Gwendal había encontrado un buen amigo en él, y por supuesto que una compañía menos peligrosa que su hermana menor.

Con el correr de los años se habían vuelto lo suficientemente cercanos como para que Densham no nombrara los beneficios en la una unión de sus familias nobles. Voltaire era un territorio costero fronterizo con Karbelnikoff y Bielefeld, era autosustentable pero no tenia nada especial que ofrecer aunque le iba bien sin ayuda. No se dedicaban a nada en particular, no como Karbelnikoff era cuna del turismo costero, ellos solo comerciaban productos marinos pero no explotaban el mercado de alguna otra forma.

En el supuesto caso de una unión entre amos territorios, claramente el mas beneficiado seria Voltaire. Planteándolo como un matrimonio político, Densham le caía bien, era interesante como compañía, tenia la cabeza bien puesta sobre los hombros. Mas allá de lo de coleccionar aves no tenia nada raro que le molestara, y eso se solucionaba fácilmente, sus mascotas por un lado y las de Densham por el otro. Y jamas tendría problemas de dinero. No es que Voltaire los tuviera, pero el interés residía en ello. Karbelnikoff era una buena opción.

Pero Densham no era la opción, era Anissina. Y aunque la ganancia era la misma… era Anissina.

Gwendal no tuvo tiempo de que su mente comenzara a bombardearlo con todas esas cosas que en le gustaban de ella y que siempre intentaba dejar de lado. La puerta de su habitación se abrió tras un corto golpe de cordialidad y el sujeto de sus problemas entró.

—Tsch, ¿así que te has cansado de escapar como un cobarde y has estado aquí todo este tiempo? De haberlo sabido no hubiera malgastado mi tiempo.

—Anissina —dijo el hombre con voz profunda—, tenemos que hablar.

—¿No es esa acaso mi línea?

El tono serio de Gwendal cortó con las palabras de la pequeña mujer enseguida. —He estado pensando acerca de esto. Estoy dispuesto a hablar, pero quiero que me escuches sin interferir, ¿o es que acaso no puedes hacer algo como eso?

La lengua afilada del lord no era cosa extraña, pero no solía utilizarla tan seriamente con ella, al parecer este rotundo cambio logró hacerla callar. Sin siquiera asentir con la cabeza giro sobre los talones con el cabello llameante ondeando a su espalda y se acercó a la mesilla ya preparada en un rincón. El agua humeante desprendió vapor, la taza de té fue colocada mucho mas delicadamente en la mesa que las que siempre solía servirle. Hoy no había té para dos, el únicamente tenia su bebida alcohólica a un lado, pero no iba a tomar otro trago por ahora.

Impasibles, ambos se miraron enfrentados con la mesa de por medio. La taza caliente de Anissina reposaba en la mesa sin haber sido tocada aun, Gwendal tenia los dedos entrelazados de sus manos apoyados sobre la mesa.

—Siendo que has enviado una carta sin siquiera consultarme al actual lord de Karbelnikoff, he decidido que vale la pena considerar otra opción que no sea desmentir todo rotundamente.

No había satisfacción o desdicha en la expresión de ella, pero si un pequeño cambio, aunque él no podía adivinar que estaba pensando. El silencio continuó y ella solo tomó un sorbo de su taza de té y volvió a mirarlo.

Le estaba resultando extraño su comportamiento, ¿donde estaba el fuego? ¿Acaso no tenia nada que decirle? Incluso si se lo había pedido, Anissina no solía mantenerse en silencio por demasiado tiempo, excepto cuando estaba maquinando algo.

Hizo a un lado los recuerdos de experimentos y horrores. Tenia que enfocarse en el punto, el casamiento con la mujer sentada en la silla de en frente, no en la científico loca. Se reclinó en la silla hacia atrás y movió los dedos sobre la mesa levemente, era la única señal de que estaba pensando y nervioso.

—Hemos vivido mucho tiempo en territorios vecinos.

Así era, los recuerdos de su adolescencia volvieron rápido a él y la pintura era mas clara, comenzó a formarse la idea en la mente del tema que tenia que tratar rápidamente. No prestaría atención si Anissina comenzaba a desestimarlo como solía hacer cuando se aburría de escucharle, casi siempre al comienzo de sus palabras, pero por ahora no estaba mostrando señales de ello.

—Si, así es, Voltaire y Karbelnikoff son territorios aledaños. No podríamos jactarnos de que fueron nuestras relaciones personales las que hicieron florecer las buenas relaciones entre ambos territorios, pero creo que al menos desde las ultimas dos o tres décadas pasadas tenemos bastante que ver con ello. Es sabido por todos que somos, de una forma u otra, cercanos.

Había que hacer énfasis en la palabra cercanos. La gente solía tener muchas ideas erróneas acerca de su relación con Lady von Karbelnikoff. Pero esos pequeños, o grandes, malentendidos podrían ser de utilidad a partir de este mismísimo momento.

—No creo que haya nadie que se atreva a poner un pero a una unión como esta. He estado pensando en esto seriamente tan solo por un par de horas, pero ahora que lo estamos discutiendo en persona todo parece mas claro. De hecho… creo que podría funcionar.

Gwendal sonrío por primera vez, pero no era una sonrisa que nadie pudiera llamar encantadora o principesca, era una de esas sonrisas que hacen a las chicas jovencitas temblar y tratar de contener los sollozos. Era la sonrisa macabra que pondría a cualquiera los pelos de punta, o a cualquier veterano de guerra cara de piedra nervioso. Pero la joven y pequeña lady sentada frente a él solo tomo otro sorbo de té y pareció querer contener un suspiro que nada tenia que ver con ensoñaciones románticas.

Absorto en sus nuevos planes, Gwendal entrelazo sus dedos entre ellos ya sin nervios. Su vista estaba un tanto perdida mientras calculaba los beneficios.

—Ciertamente seria beneficioso. Económicamente, políticamente, sean asuntos de poder o sociales, no parecen haber contras significantes. No necesito que me digas que los asuntos de tu familia no tienen nada que ver contigo, pero tener la posición oficial de tu esposo me abre las puertas para relacionarme con Densham u otros relativos de la familia Karbelnikoff de otra manera. Él está de acuerdo por cierto, he recibido una carta.

Los ojos azul vibrante de Anissina siguieron los suyos hasta el papel doblado sobre la mesa. Luego volvieron a clavarse directo sobre él.

—Hemos sido amigos durante mucho tiempo, pero ahora seria diferente, el actual Lord de Karbelnikoff seria capaz de vender a su abuela por unas cuantas monedas de oro extra, pero dentro de todo está en su sano juicio si dejamos de lado eso. Esto solo reforzaría nuestra relación. Además, ya estamos constantemente en contacto, todo gracias a esos extraños puentes que has metido en los roperos y escritorios, quien hubiera pensado que vendrían tan a la mano.

Él realmente no entendía a las mujeres, pero esa costumbre de correr a la casa de su madre cada vez que se enojaban se solucionaría mucho mas fácilmente. Aunque Anissina no era del tipo que se preocupaba por las visitas de cortesía a su familia, iba y venia como quería sin preocuparse por lo que los demás pensaran.

—Pero la privacidad es importante, y está claro que a ti te gusta tu libertad. No soy un hombre al que le guste ser molestado, así que apreciaría que a pesar de nuestro nuevo vinculo conserváramos practicarte todo como está. Tendremos que aprender a convivir en la vida cotidiana, buscar la manera de llegar a un balance. Bueno, son detalles menores, la mayoría de ellos los podrán manejar la servidumbre sin problemas. Puedes tener tu propia habitación si gustas, las excentricidades entre los nobles son cosa de todos los días, podemos hacer lo que deseemos sin contenernos. Tu laboratorio, tu sala de estudios, tus cosas, puedes disponer de eso como quieras, tendrías un ala del castillo Voltaire para darle el uso que mas te sea conveniente. Incluso está bien si no quieres mudarte permanentemente.

¿Y qué pasaba si ella quería? ¿Incluso si prefería compartir una habitación todas las noches?

No era novedad que Gwendal era un hombre hecho y derecho, y como tal tenia momentos de necesidad. Anissina era atractiva, tal vez con el tiempo incluso el sexo seria un privilegio más que sumar a la lista, y estaba completamente bien con eso. Tal vez era un poco apresurado plantearlo ahora, revivir viejas fantasías no era adecuado, pero ya tendría tiempo de pensarlo con mas detalle en otro momento.

Gwendal se reclinó hacia adelante en su silla, sus anchos hombros que enmarcaban su figura triangular dándole presencia se alzaron, asumió la pose de hombre de negocios por completo.

—Hay muchas otras cosas que podríamos discutir, pero creo que no necesito dar mas vueltas. Aceptaré tu oferta Anissina. No tengo relativos lejanos que se opongan y mi familia no es un problema. Acepto casarme contigo.

Ya está, lo había dicho. La seguridad y el orgullo afloraba por todos sus poros.

Anissina chasqueó la lengua y suspiró enojada, sus lindas cejas apenas formaban una tenue arruga en su entrecejo y sus parpados caídos le observaron con una clase de desdén a la cual no estaba acostumbrado. La noble se tomó un momento para responder, dando antes otro sorbo a su taza de té, era evidente que estaba evaluando cual seria su respuesta.

Por un momento Gwendal pensó que a pesar de no ser quien comenzó con esta idea, seria él quien fuera rechazado de todos modos.

—Sigues siendo un idiota como siempre —dijo cortante, el estómago del mazoku dio un vuelco desagradable que no estaba esperando—. No piensas en lo importante y te dejas llevar por banalidades. ¿Acaso tu enfermo sentido del deber te está levando a incluso sacrificarte para estar con cualquiera que te ofrezca un beneficio? No pensé que eras esa clase de hombre Lord von Voltaire.

—Anissina…

No estaba esperando que de repente ella decidiera admitir que lo consideraba como hombre. De las pocas veces que le había dicho que no lo veía como un hombre, había una que estaba grabada a fuego en su pecho, el día que las esperanzas de un jovencito de 63 años se vieron destrozadas. Las veces siguientes fueron solo un recordatorio de que en ella no había nada para él, y luego con el tiempo esa clase de comentarios no eran mas importantes que divagar como escapar de ella en los pasillos.

Incluso si hubiera querido comentar algo al respecto, no tenia palabras para hacerlo.

—¿Cómo has logrado sobrevivir todo este tiempo soltero? Si estás tan dispuesto a embarcarte en un matrimonio por conveniencia, debería haber cientos de mujeres a la espera, incluso otros hombres. Bueno, eso no me incumbe.

—¿No se supone que estamos discutiendo tu matrimonio y el mio? ¿Cómo no te incumbe? —dijo por lo bajo, pero fue ignorado completamente.

—No entiendo como es que puedes mantenerte en pie si no puedes manejar el juego de la corte. Tiene que ser esa cara con la que has nacido, debe de ser suficiente para ahuyentar a la mayoría. El resto es suerte, no te has topado con nadie peligroso en tu vida.

Tal vez Lord von Voltaire se encontraba muy solo porque un animal salvaje con cabellos de fuego lo había marcado, así que otros de su clase optaban por no acercarse.

—Pero así eres tu, ¿verdad? Estás tan obsesionado con el deber que no puedes ver lo otro que pasa a tu alrededor. Piensas tanto en eso que incluso trabajas mas de la cuenta, durmiéndote en el escritorio los viernes por la noche incluso en invierno. Apenas tenias setenta y cinco cuando tuviste un pico de estés, no era necesario sentir tanta presión al heredar tus tierras, nadie tan joven puede perder así la cordura.

Gwendal no sabia que decir, de repente sentía que todo se había vuelto demasiado personal, y el había estado tratando de mantener sus sentimientos fuera de esto.

Eran negocios, se suponía que solo era política. Cuando Anissina sonrió suavemente aun observando la mesa, su corazón dio otro vuelco. La observó algo pasmado mientras se levantaba de su silla con el cabello atado ondeante y se acercaba, se paró a su lado y posó los finos dedos de esas manos tan pequeñas sobre el borde de su rostro cerca de sus labios.

Era hermosa, no podía negarlo. Un delicado rostro femenino de piel tersa y pálida, ojos brillantes de espesas pestañas largas y curvadas, su delicada nariz, ese cabello rojo fuego, labios llenos y sonrosados. Incluso si la gente decía que la expresión de Lady von Karbelnikoff tendía a ser vacía cuando se encontraba seria, Gwendal estaba tan acostumbrado que podía comprender lo expresiva que era a simple vista.

No había forma de que no lo notara, incluso fallaba en entender como otros podían decir que era fría. Su sonrisa animada cuando algo le salía bien, su ceño fruncido cuando estaba frustrada, su mirada curiosa cuando algo despertaba su interés, sus muecas de concentración, su dulzura para tratar a la gente que quería.

En ese momento su expresión era dulce, llena de algo que él no podía llamar amor simplemente porque no quería que su corazón escondido detrás de su gruesa chaqueta verde se pusiera mas nervioso de lo que se encontraba en este momento.

Sus dedos cálidos rozaron su piel y se perdió en eso ojos celeste cristal durante un momento que parecía eterno, pocas veces había estado cerca de ella de esta manera. Incluso si al tenerla demasiado cerca se ponía nervioso normalmente, Anissina nunca se había comportado de esta manera. Mientras Gwendal estaba débil, ella le hizo una pregunta con seriedad.

—¿Me amas?

—¿...Qué? —alcanzó a responder perdido, ahora evidentemente nervioso.

—Te he preguntado si me amas.

Cuando las cosas no podrían ponerse mas extrañas para él, Anissina se hizo un lugar valiéndose de su pequeña figura y se sentó sobre sus piernas de lado con una mano sobre su hombro. El calor de su cuerpo lo embargó, continuaba observándolo de cerca y él aun no dejaba de tener la mente en blanco.

—¿Te has enamorado de mi?

Tragó saliva.

De repente llegó el miedo, la sensación de vacío en su estómago y ese malestar horrible que hace tantos años que no sentía de este modo. Gwendal sabia que era vulnerable de muchas maneras, pero orgulloso como era, jamas había puesto su corazón en la mano ni dicho una palabra sobre lo que había sentido alguna vez. Se admitió a si mismo que en realidad no quería pasarse la vida casado con alguien que no lo quería, pero no iba a mendigar.

Ademas, ¿qué otra cosa mejor podría obtener alguien como él? Ella había puesto en palabras la realidad poco antes, no era ajeno a la forma como lo miraba la gente y había crecido teniendo que lidiar con ello. Ser estoico era su marca personal, no lo podía cambiar y ciertamente no le ayudaba a ser mas o menos popular con nadie. Para colmo, la única mujer que había despertado su interés alguna vez, sentada sobre él, se había encargado de destruir las pocas intenciones que había tenido de cortejarla.

En esa época ni siquiera había notado que él lo intentó, y ahora era demasiado tarde para volver a las mismas andadas. Incluso si Anissina había aprendido a comprender como funcionaban esas cosas, no estaba realmente interesada, para ella dejarse cortejar era una perdida de tiempo, y cortejar por su cuenta a alguien no merecía la pena. Gwendal puso en su lugar su corazón y retrucó.

—No soy un juguete, tampoco un conejillo de indias para tus experimentos, te lo he dicho muchas veces. Tampoco soy el tipo de persona que fuerza sus sentimientos en alguien que no los nota.

—Deja de reflejarte en la vida de tus hermanos. Aunque en ese sentido, el hijo menor es mejor que tu, al menos él es valiente.

Gwendal se dio cuenta de que tenia razón. Wolfram no tuvo la mejor suerte en el amor persiguiendo a alguien que no lo quería, y Conrart tal vez logró un avance en una relación demasiado complicada para ponerse a analizarla, pero su final fue trágico. Tres hermanos, tres hombres malditos.

¿O tal vez no? ¿Tal vez él podría tener un final diferente? Anissina quería casarse con él.

El recuerdo del rostro de la niña que fue su primer amor era fácilmente reconocible en el de esta mujer. Levantó una mano y la apoyó detrás de su cintura. Ella ya no era una niña, y el ya no era un chiquillo tampoco, la silueta bajo sus dedos era delgada y esbelta. Ella lo observaba a los ojos, sincera, compañera, su mejor amiga. Y lo miraba con sentimiento, de una forma que tal vez nunca se permitió ver antes pero que estaba ahí, latente, esperando que él recordara cuanto la quería.

Gwendal relajó su ceño, no podía luchar contra la opresión de su pecho. Dejo que los dedos de Anissina acariciaran su mejilla suavemente y se inclino sobre la palma de la mano que sostenía su mandíbula cerrando los ojos.

¿Por qué ella tenia tanto poder sobre él? ¿Por qué después de tantos años, tantas décadas, seguía cayendo una y otra vez en sus manos por voluntad propia? Siempre caminando hacia la boca del lobo, una y otra vez, una y otra vez. Por mas que se reprochara el error de meter la pata en el mismo pozo, no había forma de escapar.

Gwendal nunca quiso admitírselo a si mismo, pero sabia bien cual era la razón. Todos esos rumores, todas las habladurías e incluso las miradas e insinuaciones de su madre y sus hermanos. La mirada sin caso que solía lanzarle Wolfram, la sonrisa divertida que le dedicaba Conrart, las muecas para incentivarlo de su madre a espaldas de Anissina, las preguntas silenciosas en la mira de Günter. Incluso sus soldados y sus sirvientes no decían nada pero el podía sentirlo en el aire.

Todo el mundo sabia que Lord von Voltaire era un imbécil enamorado. Y dolía en su orgullo, en su su pecho y en su mente. Nunca quiso pensar mucho sobre esto, pero ya no podía mas, estaba cansado.

Estaba agotado de correr por los pasillos sabiendo que ella ahora quería algo que él deseo desde hace tanto tiempo. Pensar en un matrimonio por conveniencia era la única salida si no se le permitía declinar la oferta para salvarse de la puñalada de dolor que aun no había recibido. Casarse con Anissina iba a significar atragantarse con ese amor de maneras mas dolorosas que estando en esta relación de amistad sin salida, y no iba a mendigar el cariño de nadie, ni siquiera de ella.

Wolfram era fuerte, Wolfram estaba dispuesto a casarse con un hombre que no lo quería y seguir intentándolo. Pero él no sabia ni siquiera como intentarlo, ¿qué podría ganar alegrándose de su suerte tras el cambio en Anissina y que ahora estuviera interesada en él de esa manera?

¿Qué hubiera ganado con tirarse a sus brazos al primer instante en que ella contempló la idea? Seguramente solo frustraciones. Había creído encontrar una salida en un matrimonio sin amor, pero no engañaba nadie con eso, ni siquiera a si mismo.

Prefería seguir manteniendo en privado sus sentimientos, pero incluso eso ahora no era posible.

Acaricio su espalda suavemente y evito mirarla a los ojos. Su cuerpo estaba rendido sobre la silla sosteniendo su peso gracias a que sus piernas eran demasiado largas como para que se cayera. Sabia que su expresión en este momento debía de ser lamentable, no había nada que decir, ¿para qué? Se podía leer en toda su cara. Era un hombre perdidamente enamorado y sin esperanzas. Lo ultimo que hubiera querido mostrar a ella era esta expresión en este momento.

—Solo hay un hombre en el mundo en el cual siempre estuve interesada.

Gwendal la miró, a simple vista no había cambio alguno en su rostro, pero sus ojos algo húmedos y tristes dejaban ver dudas. Ella tomó sus mejillas con ambas manos y apoyó sus labios sobre su boca de una forma tan suave y delicada que parecía imposible de Lady Veneno.

Era cálida, amorosa y le llenó del afecto que necesitaba en ese momento. Lo estaba tratando de la forma que no quería admitir que era necesaria, como a un cristal a punto de romperse. Gwendal von Voltaire era un hombre que fue herido una y otra vez, tan golpeado y machucado que para repararlo hacia falta demasiado cuidado. Y él siempre pensó que nadie estaría dispuesto a tener esas consideraciones.

Pero Anissina estaba dispuesta, podía reparar lo que había roto ella misma. Era la mujer que podía hacer funcionar cosas que parecían ser un completo fracaso. Comenzaba un proyecto con un fallo tras otro, una horrible sucesión de desastres que desanimarían a cualquiera, pero ella tenia la paciencia y la perseverancia para seguir y seguir. Armando, desarmando, probando, rompiendo y arreglando cada pequeña cosa hasta que todo funcionara como debe ser.

Fue en ese momento cuando Gwendal se dio cuenta.

Mientras sus manos rodearon la pequeña silueta que parecía frágil pero en realidad eran tan fuerte, y sus labios chocaban húmedos contra los suyos demandantes.

Ella había cometido los mismos errores con él que con todo lo demás, una gran sucesión de fallos, pero si había alguien que podía repararlo, que podía hacer las coas funcionar, era ella y nada mas que ella.

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Wolfram caminó con tranquilidad por el pasillo en dirección a su habitación luego de salir del baño. Apenas entró a su habitación, cuando estaba secándose las molestas gotas que caían de su cabello con la toalla, sintió golpes en la puerta. No tenía mas planes para el día, ya habían terminado las reuniones y reportes, lo único que quedaba pendiente era la cena, pero aun faltaban un par de horas.

Al abrir, ya tenia en mente quien estaría del otro lado.

—Ey —le saludó Yuuri con su típica falta de modales.

Sin hacer preguntas le dejó pasar y cerró la puerta.

Consciente de lo sugerente de su vestimenta, se apoyó contra la puerta cruzando los brazos sobre su pecho expuesto. Pero aunque Yuuri pasó los ojos por encima, no obtuvo mas que un comentario casual haciendo hincapié en lo obvio.

—¿Acabas de salir del baño?

—Así es —respondió preguntándose si esto escalaría en algo mas ahora mismo. No tenia reparos si lo hacía.

—¿Estás cansado? ¿Ibas a recostarte un rato? Llegaste hoy y no pudiste descansar nada después de todo.

—No, no estoy tan cansado. Aunque fue un viaje largo no me resulto pesado. Y la reunión para el reporte terminó bastante rápido esta vez.

Yuuri sonrió y llevó los brazos tras su cabeza al estirarse mientras respondía. —Si, la verdad agradezco eso. Hoy tengo mas tiempo libre de lo normal.

Teniendo pie para probar suerte, decidió utilizar una indirecta.

—¿Estabas planeando algo?

—De hecho, si —dijo Yuuri y Wolfram se mordió el labio suavemente, pero los planes parecían estar lejos de lo que esperaba—. Como tenemos algo mas de una hora libre, ¿no quieres pasar un rato en el jardín?

Estaba decepcionado, pero a la vez contento de que le estuviera invitandole a pasar tiempo juntos de algún modo. Era imposible que no se emocionara cuando Yuuri le prestaba atención. Podía sobrevivir un paseo, la cena y luego escabullirse mas tarde a su habitación por su cuenta.

—Claro, ¿por qué no?

—¡Genial! Ah, no, digo, cámbiate tranquilo y te veré allí en un rato.

Cuando se acercó hacia la salida, Wolfram se hizo a un lado para dejarle pasar. Desapareciendo como había aparecido, Yuuri se apresuró a comentar entornando la puerta de nuevo.

—Ah, en el jardín interno, el que está techado. ¡Nos vemos!

Y se había ido. Wolfram se quedó mirando su habitación un momento sin pensar en nada y luego dejó escapar una risita antes de negar con la cabeza e ir hacia la muda de ropa sobre la cama.

Ya cambiado y sintiéndose más fresco, entró a los jardines sin prisa a través de las altas puertas vidriadas. Mas que un jardín interno o invernadero, era una simple habitación acondicionada, pero era uno de los lugares favoritos de la mayoría en el castillo. Algo pequeño tal vez, pero con un ambiente sumamente agradable.

La vegetación cultivada con mucho esmero por los jardineros durante décadas tapizaba del piso al techo del lugar. En alguna parte de la pared que separaba esta habitación del exterior había alguna clase de ventilación, por esas pequeñas ventanas que solían dejarse abiertas se colaban algunas aves que habían hecho de este lugar su paraíso. Como era de noche, los sonidos del canto de esos animales no se escuchaban. También habían otros pájaros que su madre incorporó a modo de colección privada y podían verse de vez en cuando caminando por el lugar.

Tras el manto verde y al final de un pequeño camino, se abrió paso hasta el descanso mas amplio y decorado de todos. Existían otros bancos, fuentes o piezas de arte a lo largo de la habitación donde se podía parar a descansar, pero este era el epicentro del jardín.

Le sorprendió encontrarse con una mesa preparada mucho mas meticulosamente de lo que imaginaba. Sobre el mantel habían varias bandejas con tapas de vidrio para prevenir que los aperitivos fueran robados por las aves, e incluso en el centro de la decoración había una botella de vino y dos copas. Este detalle no pasó desapercibido, así como las dos sillas a juego.

Cuando se preguntaba donde había ido Yuuri, vio una cosa negra moverse a un lado. En cuclillas dándole la espalda, el rey intentaba ofrecer pan a un ave bajita y regordeta de colores brillantes que se resistía a ser seducida por la comida. El movimiento de la mano de Yuuri hacia adelante y atrás iba al compás del ave dando pequeños pasos y meneando la cabeza con dudas.

En el momento en que Yuuri notó su presencia arrojó el pan sin dudarlo y se levantó, el pájaro aprovecho de inmediato para tomarlo y huir entre los arbustos. Caminó hacia él con una sonrisa bastante entusiasta, pero al parecer no sabia bien que decir. Wolfram decidió romper el hielo.

—¿Realmente planeas cenar después de esto?

Yuuri volteó hacia la mesa y su sonrisa flanqueo de una manera que a Wolfram le resulto muy simpática, y tras un breve silencio de contemplación se dio por vencido. —Me parece que exageré un poco, ¿no es así?

Sin poder aguantar mas, Wolfram rió dejándolo mas en evidencia. —Si, creo que has exagerado —bromeó y no esperó una invitación para sentarse—. ¿Qué estabas pensando?

Yuuri lo siguió a la mesa y ocupó la otra silla. —No te burles. En realidad no tenia idea de que pedir que sirvieran —dijo mientras levantaba la tapa de la bandeja que contenía alguna clase de bocadillos con pan y algo cremoso encima—. Nunca antes había planeado una cita.

—¿Qué es eso? —preguntó Wolfram curioso mientras ponía en su plato individual varias piezas de distintos aperitivos. Luego tomó la botella de vino y el descorchador.

—¿Qué es qué? —preguntó Yuuri extrañado mientras lo veía girar el utensilio. Wolfram se preguntó que iba a tomar él, porque no había nada mas en la mesa, ni siquiera agua.

En vez de preguntar si en esta rara ocasión iba a tomar un trago con él, se mantuvo en tema. —Eso que dijiste, ¿esto qué mandaste a preparar tiene un nombre? ¿Es una comida?

Extrañado, Yuuri se lo quedó mirando un momento. —¿Me estás preguntando que es una cita?

—Si, eso.

Yuuri se llevo la mano que tenia apoyada en la mesa a la boca y frunció el ceño, luego miró hacia otro lado pensativo. Sea lo que sea que había dicho, ahora el rey lucia derrotado.

—¿Q-qué pasa? —cuestionó haciendo una pausa antes de tirar del corcho.

Yuuri miró hacia arriba con la boca abierta pero no dijo nada, le tomó un momento recuperarse y hacer un gesto con la mano y la cabeza restándole importancia.

—Nada. Es solo que... No, estaba pensando en que de haberte dicho que esto era una cita en tu habitación no hubiera hecho ninguna diferencia, porque no lo hubieras entendido. Es decir, dudaba de hacerlo una sorpresa o directamente invitarte en ese momento. Pensé que así seria mejor, pero en realidad no entiendes de que se trata. Puede que... este un poquito decepcionado.

Wolfram se dio cuenta de que otra vez había alguna clase de problema de comunicación, creía captar la idea general, pero algo estaba fallando y como siempre no sabia que era. Con la mente en blanco, sin poder llegar a una respuesta por si solo, le sacó el tapón a la botella rápidamente con un pop. Estaba ansioso por probar este vino en particular, pero ahora pensaba que le vendrían bien uno o dos tragos para relajarse un poco.

Algo mas decaído, se sirvió la primer copa. —Me estoy perdiendo de algo, ¿no es así?

Yuuri suspiró y agarrando los apoya brazos de su silla de jardín de metal dio dos o tres saltos poco decorosos acortando la distancia entre ellos. Con ambas sillas pegadas una al lado de la otra, apretó un poco mas el hombro contra él y se reclinó relajado. Seguía siendo bastante nuevo verlo buscar el contacto y la cercanía de sus cuerpos constantemente.

—Esta bien, no te preocupes, incluso si me decepciona un poco no es la muerte de nadie. Creo que desde un principio no podía esperar que todo me salga bien, un tipo tan poco popular como yo no tiene experiencia en estas cosas después de todo. Pero me impresiona un poco, ¿acaso no tienen citas aquí?

—Define cita.

—Ah, claro. Me refiero a salir con alguien, como ir al cine... No, eso... Como ir a comer juntos, a caminar a algún lugar bonito, tomarse de la mano —Yuuri aprovecho para ejemplificarlo mientras explicaba haciendo que entrelazara los dedos con los suyos—, mmm, tal vez aquí seria ir al teatro. O hacer cualquier otra clase de actividad que resulte atractiva para una pareja.

Wolfram se sintió tonto por reaccionar a esa palabra, apretando los dedos inconscientemente, pero Yuuri devolvió el gesto de inmediato.

—¿No hacen eso aquí? Es difícil pesar que no, tiene que haber cosas que puedas hacer en pareja.

—Mmm, creo que estas hablando de cortejar. Pero tu no necesitas cortejarme, Yuuri, es un poco tarde para eso.

—¿Qué quieres decir?

—Cuando cortejas a alguien estás tratando de llamar su atención, de mostrarte como una opción atractiva. Se supone que muestras tu mejor lado esperando alguna clase de respuesta. No solo ya estás comprometido, lo que significa que ya has logrado mas que la aceptación de alguien, sino que... Bueno, han sido varias noches —dijo en voz mas baja.

Incluso si estaban solos en este lugar, nunca se podía saber cuando aparecería un sirviente. Pensando en eso, Wolfram soltó la mano de Yuuri con la excusa de servir la otra copa, haciendo un gesto con la copa a modo de pregunta que Yuuri respondió asintiendo con la cabeza.

—Creo que no estamos hablando de lo mismo. Las citas son... No se bien como definirlo, pero es algo que incluso puedes hacer estando casado. Es un tanto mas común hacerlo cuando comienzas a salir con alguien o eres mas joven, pero aunque no todos lo hacen cuando son mas adultos, es bastante romántico seguir teniendo citas aunque ya te hayas casado. Digamos que seria el ideal, lograr tener tan buena relación que aun tengas citas después de tantos años.

Al tomar un sorbo del liquido rojo, Yuuri hizo una mueca casi imperceptible de poco convencimiento, pero igualmente tomo otro trago.

—Mi madre suele insistirle a mi padre para que la lleve a algún lado bastante seguido. Como tanto mi hermano como yo somos grandes, pueden salir hasta la hora que quieran y dejarnos la casa a mi o a él para que la cuidemos. Ellos suelen ir a cenar y a ver alguna película, aunque siempre elije mi madre porque sino se queja del mal gusto de mi viejo. Pero la gente mas joven suele hacer otras cosas.

—¿Qué es cine?

—Las imágenes que se mueven que te había contado, pero mucho mas grandes, es mas impresionante. Imagina algo así como el teatro, es mas fácil.

—Ya veo.

Giró la copa entre sus dedos jugando un poco con ella mientras pensaba. Era un lindo detalle que Yuuri quisiera hacer esto, aunque aun estaba un poco inhibido con respecto a dejarse llevar y abrirse del todo. Hacerse ilusiones era fácil, pero el que mas ponía en juego era él después de todo.

Incluso así, estaba genuinamente contento y no pensaba esconderlo.

—¿Y qué se supone que debemos hacer? —preguntó vagamente observando el delicado decorado del techo.

—Comer, beber, conversar. Mmm... ¿estar juntos?

Lo notó un tanto inseguro. Dejando su bebida en la mesa se recostó mejor contra el respaldo y llevó un brazo hacia atrás del respaldo de su silla.

Esperaba alguna clase de respuesta, pero no una tan buena. Yuuri aprovechó su invitación e incluso fue mas allá, inclinándose contra su brazo y su pecho, besándole y luego quedándose en esa posición. Incluso si las sillas los mantenían separados, estaba tan encima de él como podía.

Wolfram no desaprovechó la oportunidad de rodearlo por los hombros con el brazo que había quedado detrás de él y Yuuri se reclinó mas deslizándose en la silla. Si esto fuera un sillón o una banca, seguramente podría continuar deslizándose hasta apoyar la cabeza en su regazo. Era una lastima que tenían solo dos sillas.

—¿Que pasó?

—¿Con qué?

—Antes eras mas reservado en espacios públicos —río Wolfram mientras acomodaba su cabello y aprovechaba para acariciar parte de su rostro.

Yuuri cerró un momento los ojos, si se comportaba así era complicado dejar de tocarle.

—Mmm, pero ya todos saben. Además está bien porque estamos comprometidos.

El brazo de Wolfram apretó con demasiada fuerza a propósito haciendo que Yuuri se quejara. —Cando tienes razón, tienes razón, novato.

—Hace mucho que no me llamabas novato —comentó sin retrucar, como para seguir sumando cosas extrañas a la lista.

—Tal vez estoy de muy buen humor por el vino.

Era mentira por supuesto, apenas había tomado media copa. Pero eso podía remediarse. Sirviendo mas sobre la copa medio llena, el noble mazoku continuo con la conversación.

—Así que, ¿has tenido alguna de esas dichosas citas?

—¿Yo? No, pero que dices —rió Yuuri cómodamente recostado sobre él de nuevo, había encontrado un buen apoyo para su pie en un adorno cercano de piedra—. Mi nivel de impopularidad no me lo permite. Que hay de ti, asumo que con mas de ochenta años cuando te conocí, alguien te ha de haber cortejado alguna vez antes.

—De hecho, no.

—Mentira. No te creo —aseguró, ahora mirando hacia arriba con la cabeza sobre el posa brazos de la silla, en un claro intento de lograr lo que Wolfram antes había imaginado, apoyarse en su regazo. No podían hacerlo, pero igualmente rodeó su cuello con el brazo y acaricio su hombro como consuelo.

—No estoy mintiendo, hablo en serio. ¿Por que es tan difícil de imaginar que nunca me ha pasado?

—No hay forma de que nadie nunca se te haya acercado. Es decir, vamos. Solo tienes que mirarte al espejo, Wolf.

Habrían mil cosas que podrían ser negativas respecto a esta conversación con quien fue su primer y único rechazo hasta la fecha, pero eso no importaba. Wolfram se sentía contento de recibir un halago. Tal vez los vasos de vino que desaparecieron en pocos minutos ya le estaba haciendo efecto, Yuuri se veía cada vez mas atractivo.

—Pero nunca nadie lo ha intentado, es así y no puedes discutirlo. —Yuuri hizo un puchero y Wolfram suspiró intentando hacer memoria—. Creo que lo que si he recibido fueron invitaciones familiares una que otra vez cuando era pequeño.

—¿Y eso qué es?

—Mmm, algo parecido a cortejar pero mas inocente. Mas sutil se podría decir.

—Ah, ¿es como tu madre intentando invitara tu vecina a cenar como para ver si logra conseguirte una novia?

—Supongo.

Se preguntó fugazmente si la madre de Yuuri se parecía mas a la suya de lo que creía.

—Te ves muy cómodo —comentó Wolfram casual pero pícaro a la vez.

Acarició unos mechones de cabello fuera su frente, la cabeza de Yuuri seguía apoyada en la silla pero su mejilla se presionaba contra su pecho con insistencia. Era encantador.

—Parece que el vino hace maravillas contigo —bromeó y el rey rió apagadamente.

—Quisiera negarlo, pero estoy algo mareado y solo fueron un par de vasos.

—Es lindo.

—También hace maravillas contigo, ya estás soltando cumplimos fácilmente.

Es verdad que había tomado más que Yuuri, no el doble, pero la botella había desaparecido demasiado rápido. No estaba seguro de cuando paso eso, pero no le molestaría que alguien trajera otra. Aunque era un momento poco oportuno, no quería que Yuuri se enderezara para aparentar cuando llegaran.

—Siempre te he alagado sinceramente, pero solías hacer como que no escuchabas o que ya te habías dormido.

Las mejillas de Yuuri se sonrosaron y sonrío apenado llevándose la palma de la mano a los ojos. Siempre que él actuaba directo el joven japones tenia problemas para responder.

—Es verdad —admitió inesperadamente abierto al dialogo—, pero me gusta. Deberías hacerlo mas seguido... Quiero decir, ya se que... bueno nada, solo hazlo. Si es que quieres.

Los dedos del chico recostado en su regazo que lo observaba fingiendo estar tranquilo acariciaron su mandíbula y subieron tenues por su mejilla.

Wolfram sabía que es lo que no había querido decir, el rodeo fue simplemente para evitar los temas dolorosos del pasado, pero eso ya no le traía malos recuerdos. Aunque seguía pensando obstinadamente que no debería arrojarse a esta nueva relación con los ojos cerrados y los brazos abiertos, no podía evitar sentirse demasiado cómodo con este cambio.

No sabia que decir realmente, así que fue sincero. —Esto es muy raro.

—¿De verdad?

Se quedó mirándolo ahí recostado, analizando esa pregunta.

Se veía raro, sin duda alguna. Pero mas que encantador, seductor. En una forma tan simpática e inocente que no seria posible para ninguna otra persona que no fuera él coquetear sin realmente estar intentándolo.

—Así es, ahh, si sigues así me van a dar escalofríos. Estás siendo tan honesto que es desconcertante. Es incluso algo romántico.

—Oye, dame algo de crédito, ¡no es como si no lo hubiera intentado antes! Al menos creo que logre deshinibirme un poco contigo otras veces.

—Es verdad. Pero puertas para adentro —dijo Wolfram y se recostó contra el respaldo de la silla mirando hacia arriba entre el follaje verde del lugar—, en este lugar es como un raro evento que seguramente pasa solo cada una década.

Los dedos de Yuuri pellizcaron su mejilla estirando su piel —No hables como si fueran un animal en peligro de extinción que pone huevos cada veinte años. Tampoco es para tan raro.

—Hmmm, ¡pero lo es!

La calidez contra su pecho desapareció de repente cuando el rey volteó un poco y se recompuso en su silla.

—Pero no es como si hubiera nada que esconder, ahora ya todos lo saben —dijo increíblemente casual. Aunque sus ojos lo evitaron durante un momento no se calló—. Además, estamos comprometidos, así que está bien.

Era la segunda vez que decía eso.

Quería esa segunda botella de vino con furia, ¿tal vez mas borracho soltaría la lengua del todo y diría cosas aun mas conmovedoras? Mientras observaba a este atractivo hombre que ahora se daba el caso estaba al alcance de sus garras, Wolfram cambio rápidamente su expresión de sentimental sorpresa a una mas descarada.

A centímetros de su boca se detuvo tentadoramente. —Si está bien, entonces no quiero oír quejas luego.

—Aw, lo dije en serio, ¿sabes? —su mirada decía que era serio, pero su tono de voz le seguía el juego.

—Estás jugando con fuego —fueron sus ultimas palabras antes de pegar sus labios contra su boca.

Había sido una semana sin la compañía del otro, pero recordaba el contacto vividamente, lo había añorado repetidas veces. Había tenido que suprimir cualquier recuerdo de Yuuri durante estos días de patrulla, aunque al principio parecía una tontería, apenas dejaba a su mente maquinar sin control todo terminaba con un dolor entre las piernas.

No recordaba haber sentido esa clase de necesidades con tantas ganas en el pasado. El sexo con regularidad lo había arruinado, como antes no necesariamente sabia lo que era por experiencia, no lo necesitaba tanto como ahora.

Al parecer Yuuri se sentía de la misma manera, tironeando de sus hombros y arrugando su ropa. Se lo sentía apresurado, probablemente porque intentaba hacer todo a la vez en el menor tiempo posible y ahorrarles otro momento incomodo como el del pasillo. Pero sea como fuere, Wolfram lo encontraba increíblemente provocativo.

Tomando el control aferrando su nuca, empujó con su lengua profundamente. Yuuri ahogo un gemido gutural que claramente se le había escapado sin querer. Ambos se separaron.

El vino era peligroso. No había sido mucho y ya ambos perdían el control de esta manera.

Se limpiaron la saliva al mismo tiempo mientras se miraban a los ojos. Aunque Wolfram se sentía contento y en su mente reía, su rostro no pudo efectuar la mueca correcta, la seriedad de su expresión pedía a gritos continuar en la intimidad.

—Sigamos en otro lado —dijo Yuuri.

El hecho de que no fuera una pregunta y que no hubiera ni un dejo de inhibición en su tono hizo que sintiera un escalofrió expandirse por sus caderas, calando profundo dentro de él. No había sido una orden, nada cercano a eso, pero la seguridad que demostraba y sus propios gustos personales disparaban las fantasías.

—Voy a tomar un baño primero —avisó Yuuri mientras se levantaba. Wolfram lo imitó, aliviado de que cualquier evidencia de sus pensamientos fuera fácilmente escondida por el largo de su camisa.

Él había tomado un largo baño antes de esto, la mugre tras cabalgar por tanto tiempo requería mas cuidado para desaparecer por completo. Siendo una noche especial, asumía que Yuuri quería estar en iguales condiciones.

—¿Vienes a mi habitación luego? Pediré que lleven la cena allí para nosotros.

Wolfram asintió con la cabeza y sonrió de manera dulce. —En cuarenta y cinco minutos, se puntual, no me hagas esperar. Te veo luego.

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Continuará...

 


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