Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Como sobrevivir a tu obsesivo y embarazado novio por HaaruuChaan

[Reviews - 96]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holis(?)

Siento mil la tardanza!, pero tengo una buena excusa. esta semana empezaron los primeros examenes en la universidad, y lo unico que eh hecho a sido estudiar!. asi que me demorare tambien para el proximo cap, espero me comprendan.

Agradecimientos a mi beta Annie, que no la eh visto en una semana, linda Ai Mis Ya!!.

Macross, genesis, samadhy78, gemma, Mixhii, Yuki100, lightuke4ever, Sony:D . Mil gracias por sus comentarios!.


Desclaimer: Nada es mio, todo es de JeiKei, y asociados, y totalmente sin fines de lucro.

Capítulo cuatro


No hagas cosas sin decirle, aunque a veces las sorpresas no salen tan mal.


Seis meses, aún no podía creer que había logrado sobrevivir a mi avasallador y embarazado rubio por tanto tiempo. Pero por mucho que pudiera quejarme, nunca hacía algo que realmente me hiciera desear estar lejos de él, ni criticarme mi higiene o despertarme en la noche o hacerme mover cosas de un lado para otro mientras ordenamos la habitación del bebé. ¡Demonios, eso de estar enamorado te vuelve estúpido!.

—Harry, no me gusta ahí, muévelo a esa esquina —me indicó la esquina con uno de sus dedos embarrado de azúcar, del dulce que segundo antes estaba comiendo—. Iugh… necesito lavarme las manos. —Lo vi levantarse, mientras yo trataba de llevar una pesada cómoda a la desgraciada esquina.

—Claro, amor —cuando logré llevarla al lugar, me senté en el piso, suspirando con cansancio.

Era fin de semana, y el día anterior lo habíamos pasado comprando todas las cosas necesarias para empezar a amoblar la habitación del pequeño Potter que venía en camino. Como pueden imaginarse, fue un largo y agotador día, yendo de acá para allá, buscando todo lo que Draco pensaba que debía ir en la habitación. Al final del día había terminado con una factura inmensa y con cosas que ni siquiera sabía que existían, como: un colchón y sabanas para cuna anti gérmenes, un purificador de aire, biberones de vidrio (que según Draco eran más útiles, porque no juntaban tantas bacterias como uno de plástico), y miles de cosas más. Ya sentía pena por mi hijo, con un papá como Draco, jamás iba a poder ensuciarse o conocer el suelo. ¡Ni siquiera me dejó comprarle peluches! Porque, según él, eran un nido de bacterias, gérmenes y un montón de bichos cuya existencia sólo él conocía.

— ¿Qué haces en el suelo? —Me preguntó, yo solo vi su ceja alzarse y su mirada de desaprobación.

—Intento reprimir mis ganas de matarte —bromeé, aunque no era tan falso que digamos.

—Bueno, hazme el favor de bañarte antes de acercarte a mí, estás todo sudado. —Me reí. Dios, sus caras de asco me causaban una risa casi histérica, ya quería verlo cuando tuviera que cambiar pañales. ¡Sería mi dulce, dulce venganza!—. ¿De qué te ríes?

No le contesté, solo me levanté y fui por el mudador que estaba afuera del cuarto.
Después de casi dos horas más de arrastrar muebles, mover cosas, discusiones estúpidas y demás, el cuarto estaba casi listo. Solo debía acomodar la mecedora en donde estaba acomodado Draco, dándome órdenes.

—Necesito la mecedora, Draco. —Gruñó, pero se levantó con algo de dificultad y se paró en la entrada del cuarto. Al ver su puchero descontento, supe que tendría que volver a comenzar.

—No me gusta. —Y ahí estaba, ¡lo sabía!—. Hay que acomodar todo de nuevo.

—Draco, he estado moviendo muebles todo el día —me quejé—. Así está bien. —Traté de hacerlo entrar en razón, ¡no quería estar lo que quedaba del día aquí!

—No, no está bien, no me gusta —se movió con lentitud exasperante y volvió a acomodarse en la mecedora que yo trataba de mover por la alfombra.

Hasta que recordé algo que me ayudaría a deshacerme por un rato del cabróncito rubio.

—Cariño, son casi las cinco de la tarde, ¿no ibas a juntarte con Blaise y Theo a las cinco y media? — ¡Bingo!

— ¿Qué? Demonios lo olvidé —se levantó rápido para salir y comenzar a arreglarse, pero antes de pasar por el umbral de la puerta se volvió hacia mí, y con su mirada autoritaria, me dijo—: Deja todo como está, seguiremos con esto cuando vuelva —Luego, desapareció por la puerta.

Salí de la habitación cerrando tras de mí y esperé hasta que mi rubio se fue. Después de una pequeña discusión porque no me dejaba acercarme a él para despedirme, porque no me había bañado aun y no lo iba a hacer todavía, estaba decidido a terminar de arreglar el cuarto, con o sin las órdenes del rubio mañoso que tenía de novio.

Sabía que luego tendría problemas con Draco pero confié en mis pocas habilidades de decorador, así que tomando un sándwich, me fui a la habitación con la mentalidad de terminarlo para hoy. Además de limpiar lo que acababa de ensuciar haciéndome algo de comer, pues si me iban a golpear por algo, esperaba que solo fuera por el cuarto y no porque también dejé toda la cocina sucia.

Corrí muebles, arreglé pequeños raspones en la pintura, instalé el mudador y el purificador de aire y doblé en la cómoda la poca ropita que teníamos. Draco había insistido en saber el sexo del bebé, pero esa batalla la gané yo (ya que quería que fuera una sorpresa), por lo que aún no comprábamos mucha ropa. A las nueve y quince, un poco antes de la hora en que me dijo Draco que volvería, tenía todo listo, y a mi opinión, estaba bastante bien.

Fui a bañarme y, para cuando llegó Draco, ya tenía todo limpio y tal como él lo había dejado, y un helado de chocolate esperándolo para suavizarlo antes de soltarle la “sorpresa”. 

— ¡Potter, ya llegué! —Gritó al entrar, por su tono me di cuenta que no le había ido muy bien. Se dejó caer pesadamente a mi lado en el sofá.

— ¿Estás molesto? —Tanteé el terreno, si era conmigo, definitivamente iba a temblar el edificio cuando le contara sobre la habitación. ¡Por favor, Dios, sé que no he sido buen creyente, pero no me abandones ahora!

—Sí, los malditos idiotas que mantienen el edificio, están arreglando el ascensor —Uff, no era conmigo—. Tuve que subir los quince pisos por la escalera, creo que moriré. —Dio un largo suspiro.

—Ahh, sí me avisaron, olvidé decírtelo —su mirada casi me asesinó—. Hey, no te enojes, que no fue mi culpa —besé su mejilla, tratando de alegrar un poco su humor—. ¿Quieres helado? —Ofrecí, sabía que eso y unas cuantas palabras lo ablandarían un poco.

— ¿Bueno? —Medio preguntó, medio afirmó, levantando su ceja con sospecha.

Le llevé el helado, que tenía servido ya, con sus galletas favoritas y salsa de fresa. Si eso no lo dejaba relajado, no sabía qué lo iba a hacer.

— ¿Cómo te fue con los chicos? —Pregunté, interesado más en tenerlo de buen humor, que de qué había hecho con sus amigos.

—Bien, fuimos a comer —me respondió con simpleza, pero su mirada me decía que sospechaba algo. Siguió comiendo su helado, y cuando ya casi se lo había terminado, me habló—. ¿Qué hiciste? Y no me digas que nada, porque te conozco, Harry Potter, así que habla. —Dejó la copa en la mesa ratona y me miró fijamente con sus grises y hermosos ojos.

—Te digo, pero no te sulfures —le pedí, y creo que eso no mejoró la situación.

— ¿Qué no me qué? Dios, Potter, ¿qué demonios hiciste? —Sip, definitivamente estaba en problemas.

—Bueno, sé que me dijiste que lo dejara como estaba, pero bueno, yo… —Sabía que estaba titubeando, y la expresión de Draco me decía cuán enojado iba a estar cuando terminara de hablar.

—Deja de balbucear y habla de una vez.

—Está bien —ahí vamos a mi muerte segura—. Ordené-la-habitación-del-bebé-mientras-estabas-afuera —solté de corrido, asustándome al ver los enormes ojos que había abierto Draco.

— ¿Qué? Te dije que no movieras nada, ¡no puedes hacer estas cosas sin mí! —Se movió rápido, caminando a la puerta del cuarto en cuestión.

—Cariño, lo siento —me disculpé, intentando no regarla más—. Solo no quería que te siguieras estresando por esto. —Traté de excusarme, pero ya no había vuelta atrás cuando mi rubio abrió la puerta y encendió la luz de la habitación.

Sus ojos se abrieron, grandes y sorprendidos, y cuando yo pensaba que iba a voltearse para sacarme a golpes del departamento, se me tiró encima abrazándome por el cuello.

— ¡Está perfecto! —Me dijo, con lágrimas en los ojos. Yo en lo único que podía pensar es en que tenía una maldita buena suerte.

— ¿Te gustó? —Le pregunté, un poco confundido.

— ¡Claro! —Me miró con algo en los ojos, que me decía que tendría recompensa—. Creo que te mereces un regalo —su sonrisa pícara me lo dijo todo, y cuando lo vi arrodillarse frente a mí y bajar la cremallera de mi pantalón, supe que debería darle sorpresas más seguido. 

Notas finales:

Gracias por leer, y ahora volvere a hacer publicidad!

Dejen coments, aunque no podre actualizar tan pronto, me suben el animo y me hacen feliz!.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).