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En el internado todo puede pasar.... por Shamita

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Notas del capitulo:

ESPERO LES GUSTE!!!

CAPITULO I.


Habían terminado las vacaciones de verano por lo que en el Internado Weston los estudiantes llenaban los pasillos del bullicio que característico del reencontrarse con los amigos, conocer a los nuevos alumnos,  escuchar las palabras de bienvenidas del Director para el curso escolar, las maletas eran dejadas en los cuartos por los estudiantes para después salir a recorrer el lugar, nuevamente el afamado Internado Weston era poblado por nuevamente por alumnos, profesores, prefectos, directivos, secretarias y jardineros.


En los dormitorios de los estudiantes de nuevo ingreso se encontraba cierto chico de cabellos oscuros con reflejos azules que se encontraba desempacando sus pertenencias; el dormitorio tenia las paredes pintadas de color caqui, dos camas las cuales tenían sabanas beige, un edredón color beige con matices dorados, dos almohadas blancas y una color rojo, a los pies de la cama una manta también de color rojo, al lado de cada cama había ubicada al lado derecho una mesita de noche, y en cada lado de la habitación había un escritorio de madera con un cajón y una silla que hacia juego al fondo estaba el closet que estaba dividido en dos para cada uno de los habitantes del cuarto;  en la cama de enfrente estaba sentado observándolo un chico de cabellos rubios cenizos con ojos de color azul celeste pálido.


–     Y bien, ¿no te vas a presentar? –inquirió el de ojos más claros a su compañero de habitación– Desde que entraste no has dicho ni media palabra. –sonrió infantilmente ante el silencio de su compañero–  ¡Yo soy Alois Trancy!


–     Ciel Phantomhive–contesto mientras continuaba arreglando sus cosas el de cabellos negro azulado–, gusto en conocerte.


–     ¡Ciel un gusto! –hablo el otro– ¡Pero vamos quita esa cara nos la vamos a pasar muy bien en este lugar!


–     ¡¿Por qué eso en lugar de tranquilizarme me inquieta?! –cuestiono el otro con tono serio.


–     Yo que se –dijo encogiéndose de hombros el rubio–, tal vez se deba a que eres muy serio.


–     Y tu eres todo un personaje –contesto el otro alzando una ceja mientras lo veía.


–      Oh vamos –hablo el de ojos más claros–, deberíamos recorrer este lugar y conocer a nuestros futuros compañeros.


–     Está bien, pero hasta que termine de alistar mis cosas –declaro el de cabellos oscuros azulados.


Después de varios minutos más ambos jóvenes salieron a pasear por los alrededores hasta que llegaron a uno de los jardines donde se encontraban reunidos varios chicos, supusieron que serian de su misma edad teniendo en cuenta la estatura,  y lo jóvenes que se veían. Pasaron el resto de la tarde conociendo a los que serian sus compañeros de clases hasta que llego la hora de la cena la cual se llevo a cabo en el gran comedor del internado, aquí los estudiantes eran divididos según su grado en tres largas mesas que abarcaban de manera vertical gran parte de la habitación y al frente de estas se encontraba de manera horizontal la mesa establecida para los directivos,  profesores, prefectos  y personal académico del Internado, posterior a la cena todos los alumnos se dirigieron hacia sus habitaciones conforme lo establecían las reglas del Internado Weston.


En la habitación que compartían Ciel y Alois, cuando estos habían llegado habían estado platicado más sobre sus impresiones de la escuela y sus compañeros mientras que terminaban de preparar sus cosas para el día siguiente,  también se pusieron de acuerdo sobre quien usaría primero el cuarto de baño en la mañana ya que según el de ojos zafiro ‘el que tarde más debería entrar al último para así no retrasar al otro y poder llegar a tiempo al comedor para el desayuno’ siendo así el rubio del cuarto accedió a bañarse en último lugar con el único fin de poder dormir más tiempo ‘no se me da levantarme temprano’ fue lo que dijo a manera de resolución del problema.


Ambos chicos ahora se encontraban en sus camas mientras uno estaba despreocupadamente tirado en esta viendo al techo mientras seguía platicando con el de cabellos oscuros con destellos azulados quien en cambio se encontraba sentado en su cama recargado en la cabecera tratando de leer un libro mientras le seguía el hilo a la conversación que tenia con su compañero, al cabo de unos treinta minutos más ambos jóvenes se cambiaron sus ropas por las de dormir para posteriormente despedirse  con un simple ‘Buenas noches’ por parte de Ciel y un ‘Hasta mañana’ de Alois el cual complemento con un ‘Me despiertas cuando salgas de bañarte, por favor’ para después apagar las luces de las mesitas de luz que tenían a los costados de sus camas.


A la mañana siguiente tal y como quedaron de acuerdo el primero en levantarse y ocupar el baño fue Ciel, eran las seis de la mañana así que se baño tranquilamente aunque para ahorrar más tiempo había optado por usar la regadera en lugar que la tina, pasaron cerca de veinte minutos y por la puerta del baño salía el de ojos color zafiro vestido solamente con sus pantalones negros correspondiente a su uniforme se encamino hacia la cama de su rubio compañero, el cual seguía durmiendo con toda la tranquilidad del mundo, Ciel dejo salir un suspiro y se dispuso a llamarlo para que fuera a bañarse pasados un minuto de estarlo llamando opto por moverlo un poco también para ver si así se levantaba pero no pasaba nada, el rubio durmiente seguía igual es más lo único que había echo había sido girarse hacia el otro lado de la cama, causando la molestia del otro que decidió cambiar de estrategia y se dirigió hacia su mesita de noche donde había guardado el día anterior su teléfono celular, lo saco y comenzó a buscar en el aparato mientras se acercaba nuevamente a donde estaba el otro cuando lo tuvo a su alcance coloco su celular en el oído izquierdo del rubio y aplano una tecla e inmediatamente comenzó a sonar a todo volumen su alarma  que de inmediato hizo que el durmiente se despertara dando un brinco de susto por lo repentino de su despertar, Alois volteo a ver a su compañero de habitación con cara de pocos amigos encontrándose con una igual o peor en Ciel el cual solo mascullo un ‘se hace tarde’.


El rubio del cuarto decidió no decir nada y tomar sus cosas para entrar a bañarse y contrario a Ciel, que había utilizado la regadera, decidió utilizar la tina ya que quería disfrutar lo más que pudiera de su baño, treinta minutos después se podía observar salir del cuarto de aseo personal al de ojos azules claro con solo una toalla amarrada a su cintura  mientras que el otro habitante ya se encontraba casi totalmente listo para salir rumbo al comedor, de hecho lo único que le faltaba eran los zapatos y el saco del uniforme.


–     Ya sólo faltan diez minutos para las siete –informo el de cabellos oscuros–. Recuerda que tenemos que estar a más tardar a las 7:15 am en el comedor sino quieres quedarte sin desayuno.


–     Lo sé –respondió el otro mientras comenzaba a sacar lo que se pondría–, pero aun me quedan veinticinco minutos muy buenos.


Ciel espero a que su reciente amigo terminara de arreglarse para poder ir hacia el comedor, cuando el rubio estuvo casi listo el otro se puso los zapatos junto con su saco y tomo su maletín, a las 7:12 am se podía ver correr por los pasillos que daban al comedor a dos jóvenes que apurados dejaron sus maletines en los estantes que contenían sus nombres para después pasar al comedor justo antes de que las puertas fueran cerradas por los prefectos.


–     Dime que no… van a ser… todos los días así –jadeaba Ciel tratando de recobrando el aire y se encaminaban hacia unos lugares vacios en su mesa.


–     ¡Oh! Pero si eso fue muy emocionante –contestaba el rubio con una gran sonrisa–. Aunque debo decir que no tienes muy buena condición física que digamos, si no fuera porque te paraste a recuperar el aire dos veces hubiéramos llegado antes –seguía mientras tomaban sus asientos.


–     ¡Ahora resulta que es mi culpa! –alzo la voz Ciel mientras apoyaba sus manos en la mesa levantándose molesto con su compañero pero pronto se arrepintió al sentir la mirada seria y molesta de uno de los prefectos que estaba cerca.


–     Joven guarde silencio –hablo el prefecto de cabellos oscuros al igual que sus ojos que vestía pantalones negros, camisa negra y un chaleco rojo vino con el escudo del internado en color blanco–, estas no son horas para andar gritando.


–     Si –fue lo único que respondió Ciel tomando asiento nuevamente.


–     Ya vez –hablo Alois en voz baja–, por andar tan apurado y ser tan nervioso te regañaron.


–     Gracias –dijo en tono sarcástico el otro–. Recuérdame mañana despertarte con una cubeta de agua helada.


–     ¡Oh no puedes ser tan cruel! –dramatizaba el de cabellos rubios– Mira que si me despiertas así tendré un pésimo humor todo el día.


Los chicos dejaron de conversar al momento en que el desayuno fue servido, todos los estudiantes tomaron su desayuno en silencio y cuando hubieron terminado el Director nuevamente dio unas palabras para alentar a los jóvenes en su primer día de estudios en el de Internado Weston para después todos proceder a sus actividades escolares de aquel día.


Ciel se dirigió hacia su aula dando gracias que Alois se encontrara en otra clase ya que si hubiesen estado juntos sabía muy bien que el de cabellos rubios se la pasaría molestando durante las clases, cuando llego a su salón decidió sentarse en la última fila en la parte de en medio tomo asiento y se puso a observar por la ventana que le daban una buena vista de los jardines principales del edificio pronto llego su primer profesor y tuvo que poner atención hacia el frente el paso del tiempo era un poco lento tal vez por ser la primera clase o porque les estaban dando historia a las ocho de la mañana y realmente no era una tema que le despertara alguna emoción alguna.


A mitad de la clase la puerta se abrió dejando ver a uno de los prefectos, el cual pidió hablar con el profesor a cargo durante unos minutos dejando a los estudiantes solo por unos minutos, estos aprovecharon para estirarse un poco y platicar, pronto el  profesor regreso pero no lo hizo solo detrás de él caminaba un joven alto, piel blanca,  cabellos oscuros cortos con un flequillo que tapa un tercio del rostro pero sin tapar sus ojos que eran color rojo como el vino pero no presentaban ninguna emoción, este vestía a diferencia de los demás alumnos dentro del aula  no solo los pantalones negros y el saco negro con bordes en blanco al igual que el escudo que llevaba en la parte superior izquierda del mismo, sino que también en lugar de una camisa blanca traía una color negro, con una corbata color blanca y encima de esta un chaleco rojo vino con bordes blancos.


–     Jóvenes –llamo el profesor de historia a los estudiantes para después dirigirse al que lo acompañaba–. Por favor preséntate jovencito.


–     Mi nombre es Sebastián Michaelis vengo del Instituto Privado de Londres y tengo 18 años –hablo el recién llegado.


–     Bien, el joven Michaelis es hijo de uno de los más importantes empresarios de Londres y será su compañero temporalmente dado que acaba de ser transferido a nuestra institución y necesita cursar aquellas materias que no ha tomado en su anterior preparatoria –explicaba a los demás estudiantes que miraban interesados al recién llegado– así que únicamente lo verán por aquí en tres materias y sólo en algunos días por eso cada profesor le pedirá a uno de ustedes que apoye al joven Michaelis a estar al corriente con las materias que compartirá con ustedes, entendido.


–     Si –contestaron al unisonó los estudiantes.


–     Bien solo recuerden que el joven Michaelis es dos años mayor que ustedes y deben respetarlo como tal –dijo como ultima instrucción a los alumnos de primero–. Bien alumno Michaelis siéntese en donde guste y cualquier duda que tengas puedes preguntarle a tus compañeros.


El de cabellos oscuros se dirigió hacia el último puesto en la penúltima fila, saco su libro y su cuaderno mientras que el profesor continuaba con la clase, por su parte Ciel si bien su atención había sido llamada con la entrada de su nuevo compañero no pudo evitar que al momento de verlo caminar de manera que marcaba una distancia entre él y el resto del mundo.


–     Parece un tipo extraño –comento para sí mismo volteando su atención hacia el profesor que continuaba con la clase.


La clase continúo normalmente hasta que el profesor decidió que los estudiantes deberían formar grupos para hacer una investigación sobre los eventos más importantes del país así que los dividió en varios equipos para suerte de Ciel le toco junto con Sebastián que no se había movido ni un milímetro de su asiento a pesar de que debían estar todos los miembros de los equipos juntos mientras el profesor continuaba con las instrucciones.


–     Bien jóvenes como esta es la clase de historia universal será bueno que conozcan sobre los eventos más importantes que han pasado a lo largo de la historia de la humanidad –decía el profesor– la investigación la quiero a mano y para eso utilizaran los libros que se encuentran en la biblioteca de nuestra institución, recuerden que esta podrán entregarla dentro de dos semanas dado que los equipos que forme son de cinco es tiempo suficiente para que lo tengan listo.


Los estudiantes asentían en silencio a las instrucciones dadas por su profesor, ya todos los equipos ocupaban cada hilera de las filas para así estar lo más cerca que podían Ciel junto con su equipo había optado por sentarse en los últimos asientos teniendo en cuenta que Sebastián no había hecho ningún intento por integrarse al equipo y ahora el de ojos zafiro conversaba con un chico de cabellos castaños poniéndose de acuerdo sobre cómo hacer el trabajo así como hacían otros de sus compañeros.


–     ¡Jóvenes guarden silencio! –exclamo el maestro llamando la atención de los estudiantes– Bien ya que me han prestado atención nuevamente, y ya que están conformados por los equipos trabajaran contestando las preguntas que vienen escritas en estas hojas –explicaba mientras iba pasando las hojas a los equipos– todos los miembros del equipo deben tener las mismas preguntas pero solo una de sus hojas me será entregada, las otras deberán guardarlas ya que estas preguntas podrían estar en el examen de fin de mes.


Todos los alumnos enseguida comenzaron con el trabajo que les había dado el profesor, el equipo de Ciel y Sebastián se encontraban en una pequeña encrucijada ya que el mayor del grupo parecía nada interesado en realizar el trabajo de manera conjunta con el resto del equipo.


–     Ehmm… Sebastian –llamo un joven de cabellos rubios al de oscuros cabellos que solo se quedo viendo al frente sin ningún interés–… No quieres contestar las preguntas con nosotros recuerda que debemos tener todos las mismas respuestas porque van a venir en el examen.


–     Finnie –hablo Ciel mientras se sentaba frente a los otros dos compañeros–, sino está interesado en trabajar con nosotros déjalo así debemos apurarnos para contestar el cuestionario.


–     Si, Ciel –contesto el otro mientras se iba a sentar con los otros cuatro para comenzar a responder al cuestionario que el profesor les había dado.


El profesor observaba a sus estudiantes realizar el trabajo más se detuvo en su inspección cuando observo a Sebastián que se encontraba sentado solo mientras sus compañeros habían formado un grupo de trabajo a un lado de él sin prestarle mayor atención, así que decidió acercarse para ver qué era lo que estaba pasando.


–     Joven Michaelis –llamo el profesor al más grande de sus estudiantes–, ¿puedo saber cuál es la razón por la que no está trabajando con sus compañeros?


–     Que caso tiene que me junte a trabajar con ellos si puedo buscar las respuestas en el libro al terminar la clase –contesto sin mirar al maestro.


–     La actividad  no es solo para que contesten el cuestionario sino también para que se conozcan entre ustedes y formen lazos de compañerismo –hablo seriamente el profesor.


–     Realmente profesor yo no deseo tener ningún lazo con estos niños –dijo fríamente el de cabellos oscuros–, le recuerdo que si estoy en esta clase es meramente porque en mi antigua preparatoria no pude tomar esta materia.


–     Aun con mayor razón debería forjar lazos con sus compañeros –hablo severamente el mayor–, ya que según recuerdo le dije que uno de sus compañeros de primero deberá ayudarlo a estar al corriente con las materias Michaelis.


–     Eso no fue idea…


–     Profesor –llamo Finnie interrumpiendo al de ojos escarlata– disculpe la interrupción pero si gusta yo podría ayudar a Sebastian cuando no venga.


–     Si usted lo desea puede hacerlo pero los demás profesores pondrán a alguien que lo ayude en cada una de sus materias –contesto el profesor.


–     Finnie –llamo Ciel–, ya tienes la respuesta de la diez necesito pasarla al cuestionario que entregaremos.


–     ¿Eh? Si claro Ciel –contesto el otro– aquí tienes mi hoja puedes copiarla de aquí.


–     Y Finnie, si fuera yo no ofrecería mi ayuda a quien no quiere ser ayudado y que nos cree menos que él –hablo el de cabellos oscuros con reflejos azules.


–     Ehm… como digas –dijo el de rubios cabellos para luego girarse hacia el docente– y bueno profesor como quiera mi propuesta aun está en pie, si quiere que alguien le ayude a Sebastián los días que no venga puede contar conmigo.


–     Si me disculpa Profesor  –hablo el pelinegro– si busca quien me ayude quisiera que fuera mi compañero Phantomhive –decía con una sonrisa para después voltear hacia donde estaba el de ojos zafiro–, sé muy bien que si usted se lo pide el me ayudara en todo.


–     Bueno si usted se siente a gusto con su compañero –hablaba el profesor– entonces Joven Phantomhive usted será el encargado de ayudar a su compañero Michaelis a que siga al corriente con esta materia los días que no le sean posibles venir a clases, ¿entendió?


–     Pues si usted lo dice entonces así lo hare –contesto el de ojos azul zafiro–, claro mientras mi compañero se comporte conforme a su edad y esté interesado en conocer lo que se perdió.


–     Claro enanito, yo siempre me comporto de acuerdo a quien soy –hablo Sebastián sonriendo– solo espero que tú seas el que se comporte como todo un alumno del Internado Weston.


–     Bien jóvenes, si ya está decidido es hora de que sigan trabajando – comento el profesora los cinco chicos que estaban más cercanos a él–. Y por favor joven Michaelis reúnase con su equipo y ustedes jóvenes hagan un espacio para que se incorpore su compañero.


–     Si profesor –contestaron los involucrados.


El de ojos como el vino solamente acerco su silla hacia donde estaban los demás y solo se cruzo de brazos mientras los observaba escribir, miraba de reojo a sus demás compañeros que hacían exactamente lo mismo cuando de repente algo llamo su atención.


–     ¡Eit enanito! –llamo el de ojos escarlata– Nunca te han dicho que tienes cara de muñequita –más no logro ninguna reacción en sus compañeros– mmm… no sabes que es de mala educación no contestarle a alguien.


–     ¡Oh perdone usted señor Michaelis! –hablo sarcástico el menor viendo de reojo al otro– Pero no acostumbro hablar con quien se cree algo que no es.


–     Pero si yo no me creo algo que no soy –hablo el más alto acercando su rostro al del ojizafiro–, eres tu quien no sabe quien soy pero te aseguro que pronto lo sabrás.


–     Para mí no eres más que un hijo de papa que ni siquiera debe de haber pasado las materias de primero –contesto el otro volteando para mirar directamente los ojos escarlatas de Sebastián–  y de una vez te digo si voy a ayudarte con la materia sólo es porque el profesor me lo pidió y ni creas que te estaré buscando por todo el internado para darte los apuntes.


–     Hablas de hijos de papi como si tu no fueses uno –declaro el otro– pero bueno que te parece si cada vez que me tengas que llevar unos apuntes me buscas en mi dormitorio…


–     ¡Oh no! Yo de ningún modo iré a buscarte a tu dormitorios los de tercer año están en la parte superior del edificio –interrumpió al mayor–, además si quieres que te pase los apuntes te veré en la biblioteca.


–     ¡Uuh! Y yo que pese que querrías compartir un tiempo más íntimo conmigo –hablo Sebastián con voz más baja mientras se acercaba más al rostro de Ciel– para que así me conozcas mejor y veas que no soy un hijo de papa.


–     ¡Eh chicos! –interrumpió una voz a los otros dos haciéndolos dirigir sus miradas a quien los había interrumpido.


–     ¡¿Qué?! –exclamaron ambos chicos.


–     Porque no mejor seguimos con el trabajo y después discuten entre ustedes –comento un chico de cabellos castaños.


Los otros dos se limitaron a mirar a su compañero para después volver a seguir con lo que estaban antes de ponerse a conversar, es decir, Ciel decidió seguir contestando el cuestionario que les había dado el profesor por su parte Sebastian simplemente había vuelto a cruzarse de brazos mientras observaba a los demás ya que no tenía interés por realizar aquel trabajo.


La clase continúo sin ningún otro comentario por parte de Ciel y Sebastián, y pronto llego el momento en que esta culmino para dar paso a la siguiente cosa que dio gracias el de cabellos oscuros con reflejos azules debido a que varias veces había sentido la mirada fija de Sebastián pero había optado por ignorarlo tanto como pudiera. Para la siguiente materia el de ojos color rojo escarlata no estuvo presente cosa que beneficio al de ojos zafiros ya que esta vez se pudo concentrar totalmente en lo que decía su profesor.


Las siguientes clases siguieron tranquilamente y pronto fue el tiempo para el receso que les permitirá descansar y seguir conociendo a sus nuevos compañeros Ciel decidió pasear por los pasillos acompañado de Finnie que se había auto invitado en el camino se encontró con Alois, que a diferencia de lo que había pensado el de ojos zafiro, este se encontraba solo sin nadie a su alrededor mientras veía por una de las ventanas.


–     ¿Debe ser muy interesante ver por la ventana no? –cuestiono Ciel al de cabellos rubios cenizo.


–     ¡Ah Ciel! –hablo el otro volteándose– Nee… no es para nada interesante solo que gracias a ti estoy muerto de sueño.


–     ¿Gracias a mi? –cuestiono el otro arqueando una ceja– Que yo recuerde el que tiene el sueño pesado es alguien de nombre Alois Trancy.


–     Te dije que detesto levantarme temprano, si por mi fuera dormiría hasta las diez –hablo el otro– ¿Y él quien es? –cuestiono cuando se dio cuenta de la presencia del otro rubio.


–     ¡Ah! El es Finnie –contesto Ciel viendo a su compañero de clase.


–     ¡Hola! Soy Finnie, gusto conocerte –saludo extendiendo la mano hacia el otro rubio.


–     Un gusto el conocerte, mi nombre es Alois Trancy –correspondió al saludo.


–     Chicos, ¿Por qué no vamos a las bancas que están en el jardín? –propuso Finnie.


–     Por mi está bien, así salgo de este edificio –contesto Alois–. ¿Y tú qué opinas Ciel?


–     Es mejor que ver paredes –hablo el oji zafiro.


Los tres jóvenes caminaron por los pasillos y las escaleras hasta que llegaron a la parte inferior del edificio que daba al jardín central y se fueron a sentar a una de las bancas que se encontraban alrededor del lugar donde se la pasaron platicando acerca de sus vidas para conocerse mejor, estaban en eso cuando el de cabellos más oscuros noto que en una de las bancas se encontraba recostado su compañero de oscuros cabellos y ojos color vino que se veía muy tranquilo, es más tenía sus ojos cerrados y su uniforme estaba un poco desarreglado a comparación de cuando lo había visto en su salón de clases.


–     ¿Qué tanto ves? –pregunto Alois que siguió la mirada zafiro hasta el de cabellos azabache– ¡OH! Pero si es muy guapo, ¿dime te gusta Ciel? –decía mientras paseaba sus ojos por el cuerpo del otro.


–     Claro que no –contesto el otro levemente sonrojado y desviando su vista hacia otro lado.


–     ¡Ah es Sebastián Michaelis! –hablo Finnie cuando lo vio.


–     Se ve mayor que nosotros, ¿de dónde lo conoces? –cuestiono el de ojos celestes.


–     Estuvo en nuestra primer clase–contesto el otro rubio mientras miraba en dirección del mayor–, parece que solo estará en unas cuantas.


–     Mmm… ya veo –comento Alois– Y Ciel, ¿por qué tanto interés en él?


–     Yo no tengo ningún interés en Michaelis simplemente no me cae bien –contesto el de ojos zafiro–y por lo único que lo veré serán por las clases y nada más.


–     Bueno si es así entonces podre conquistarlo –hablo el rubio cenizo atrayendo las miradas de los otros dos – ¿Qué? No sabían que me gustan los hombres, a demás se ve que debe tener un muy buen cuerpo.


–     Eso no es la gran cosa –contesto Ciel.


–     ¿Entonces? –cuestiono el otro.


–     Simplemente no pensé que te interesarías en alguien mayor que tú –respondió el de ojos zafiro.


–     Además no se te hace un poco rápido decidir sobre salir con él –dijo Finnie–, no sabemos nada de él.


–     Pues eso que sea más grande lo hace mejor ya que él de seguro tendrá experiencia –hablo Alois sonriendo pícaramente–, siempre es mejor estar con alguien con experiencia que con un novato y pues para conocerlo lo puedo hacer cuando logre que salga conmigo.


–     Solo aléjalo de nuestro dormitorio –comento Ciel–, no lo quiero ver más que lo necesario.


–     ¿A qué se debe tu disgusto con él? –cuestiono Finnie


–     A nada en especial –hablo Ciel mientras miraba hacia el cielo–, ¿nunca les ha disgustado alguien con tan solo verlo?


–     Aja –respondieron ambos rubios asintiendo con la cabeza.


–     Bueno así me paso con él, verlo me pone de mal humor –explico el de ojos zafiros.


Los chicos continuaron platicando hasta que nuevamente el timbre para entrar nuevamente a clases sonó haciendo que todos los alumnos comenzaran a entrar a sus salones, Ciel  y Finnie se despidieron de Alois cuando pasaron por su salón para después continuar hasta el suyo donde tomaron sus respectivos lugares. Las clases continuaron con normalidad y no vieron al de tercer año volverse a presentar en otra de las materias, ya por la tarde después de la comida los estudiantes de primero se vieron prácticamente envueltos por los estudiantes de mayores grados de los distintos clubs que había en el internado para eso habían sido llevados al gimnasio donde había espacio suficiente para  que se hicieran demostraciones de las actividades de cada club, también algunos de estos habían optado por hacer la demostración en los campos como el club de futbol soccer o el de jardinería que llevaban a recorrer el invernadero del internado.


Ciel junto con Alois y Finnie paseaban por los estantes del gimnasio viendo los distintos clubs y comentando acerca de en cuales podrían probar a ver si eran aceptados, Finnie había optado ir a ver lo que hacia el club de jardinería mientras que Alois estaba indeciso sobre el club de teatro o música por su parte el de cabellos negro azulados siguió caminando dejando atrás a sus amigos que ahora estaban escuchando lo que decían sobre los clubs que les interesaron, decidió después de un rato salir fuera de aquel lugar demasiada gente había en el gimnasio como para caminar tan libremente además así podría evitar que cada dos minutos alguien lo quisiese arrastrar hacia donde había algún puesto de un club pero al salir choco contra alguien.


–     ¡Oh es el de cara de muñeca! –dijo una voz muy conocida para Ciel que elevo su mirada para ver a quien le hablaba.


–     ¡Deja de decirme así! –grito el de ojos color zafiro.


–     Cuando no tengas cara de muñequita hablamos –respondió el otro– y por cierto enanito deberías ver por donde caminas.


–     ¡Menos aun me digas enano! –bravo el otro– ¡Quítate de mi camino Michaelis!


–     Como usted ordene –contesto el de cabellos color azabache mientras sonreía cínicamente– ¡My Lord!


–     No puedes ir y molestar a otro –dijo Ciel fastidiado mientras seguía con su camino.


–     Creo que eso no será posible –hablo Sebastian sonriendo– siento decirte que me agrada ver las muecas que haces cada vez que algo te molesta.


–     ¡Idiota! –mascullo Ciel mientras se alejaba del otro.


Ya estando fuera del gimnasio decidió ir hacia las canchas, sabía que no buscaría de ninguna manera ser parte de algún club que requiriera algún esfuerzo físico pero podría entretenerse un rato viendo como jugaban los otros cuando llego se sentó en la parte más alta para poder ver de mejor manera el partido que se estaba llevando a cabo por parte de los miembros del club de futbol soccer, había varios chicos que se encontraban observando el partido tanto de primer año como de tercero que no estaban dentro de ningún club lo cual les permitía disfrutar de esa tarde libre de las reglas del internado.


Ciel estuvo viendo el partido durante unos minutos pero después se le hizo un poco aburrido solo estar viendo  y escuchando como sus otros compañeros vitoreaban o abucheaban a los jugadores y prefirió ir hacia el jardín para descansar un poco del bullicio ya que de seguro no habría muchas personas en este, al llega al jardín busco un árbol que le propiciase de sombra donde se sentó para descansar un poco, cerro sus ojos y se dejo acariciar por la suave brisa que daba en aquel lugar con el paso de los minutos se envolvió en la tranquilidad que se percibía y se quedo dormido.


–     ¡Hola! –dijo una voz a lo lejos– ¡¿Te encuentras bien?!


–     Mmm… –se quejo Ciel mientras abría sus ojos– ¿Qué pasa?


–     Te quedaste dormido mientras descansabas –hablo la voz del otro.


Ciel enfoco su mirada hacia su interlocutor y se encontró con un joven de cabellos cortos  blancos finamente recortado  con el lado izquierdo de la frente es más pronunciado, mirada violeta, alto de piel blanca y vestía el uniforme del internado para los de tercer año.


–     Sí, eso parece –dijo Ciel sonriendo forzadamente mientras se sonrojaba un poco–. Por cierto, ¿Quién eres?


–     ¡Oh! Mi nombre es Ash Landers, voy en tercer año –contesto el otro mientras se sentaba al lado del ojí zafiro– y, ¿tú eres?


–     Soy Ciel Phantomhive y estoy en primer año –respondió el de cabello negro azulado.


–     Bien Ciel dime acaso no estás interesado en unirte a ninguno de los clubs que hay en la escuela –comento el de cabellos blancos mirando al frente.


–     La verdad no mucho, ¿Cómo supiste? –hablo el otro.


–     Bueno saliste del gimnasio hace mucho, no estuviste mucho tiempo viendo el partido de club de futbol y por ultimo te vine a encontrar aquí totalmente despreocupado –explico el de cabellos blancos.


–     ¿Cómo sabes todo eso? –cuestiono el menor haciendo espacio entre ambos.


–     Digamos que soy un poco observador –respondió el otro sonriendo.


–     Bueno, si me disculpas Landers –dijo mientras se ponía de pie– iré a buscar a mis amigos.


–     Sí, nos vemos Ciel –se despidió el de ojos color violeta.


–     Nos vemos –dijo a modo de despedida.


Mientras el menor se alejaba de aquel lugar un par de ojos lo seguían atentos de cada movimiento que daba, pronto una silueta se hizo presente cerca de donde había quedado el de cabellos blancos el cual al sentirla la miro de reojo no sorprendiéndose de quién era y esbozando una sonrisa de medio lado.


–     ¿Por qué esa cara Michaelis? –cuestiono el de ojos violeta.


–     Me molesta tu presencia Landers –respondió el de cabellos oscuros.


–     Tu eres el que vino a este lugar después que yo –comento el otro–, si tanto te molesta verme entonces deberías desaparecerte.


–     Este lugar no es tuyo –hablo Sebastián– que yo sepa y solo para que lo tomes en cuenta yo estaba aquí desde mucho antes que tu hicieras tu aparición.


–     Si es así –dijo el otro levantándose de su lugar–, porque no te acercaste al chico.


–     No es de tu incumbencia lo que yo haga –hablo Sebastian.


–     Bueno ya que no hay nada más que me interese aquí –dijo Ash– me voy, nos vemos Michaelis.


El de cabellos negros no respondió nada solo lo miro alejarse para después irse el también pero por el lado contrario, en su camino se encontró con algunos de sus compañeros de tercer año pero no les prestó atención la verdad no estaba interesado en hacer ninguna amistad dentro de aquel internado y solo estaba ahí con el fin de terminar sus estudios para después poder irse a otro país tal y como le habían prometido sus padres, pero en ese primer día con los de reciente ingreso uno de los chicos le había llamado la atención fuertemente y había otro chico que se le hacia un tanto gracioso pero también molesto, sus pasos lo llevaron de nuevo a aquel gimnasio según tenía entendido todo alumno debía estar en un club por lo menos un año y como este era su ultimo año tendría que entrar a alguno de los que estaban ahí los de futbol soccer, basquetbol y otros de ese tipo estaban olvidado odiaba sudar, el de teatro y música no le llamaban mucho la atención, había otros clubs como el de jardinería o el de lectura pero el primero no le apetecía y en el segundo se encontraba Landers y lo que menos quería era verlo tres veces a la semana por las tardes más de lo necesario.


Iba a salir cuando entre los chicos observo al de cabellos negros con reflejos azules que se encontraba viendo al equipo de esgrima con notable interés  aunque no se anoto en la lista de aspirantes, el de ojos escarlata se acerco y observo a los que estaban en aquel club no eran la gran cosa pero se podría decir que hacían lo mejor que podían además observo que solo entrenaban entre semana lo que lo dejaría con su fin de semana libre para poder salir de aquel lugar además de que no muchos aplicarían para aquel club solo aquellos que realmente practicasen esgrima tendrían realmente la posibilidad de quedar dentro, sin pensarlo mucho se anoto en las listas de candidatos y observo que el día de la “audición” seria la próxima semana lo que le daba la oportunidad de pulirse un poco, sin más que hacer se fue de ahí ya no tenía caso estar más tiempo en aquel lugar.


Por su parte Ciel había encontrado a sus amigos y ahora caminaban hacia el edificio de los dormitorios que contaba con una sala donde podían estar para seguir platicando, en el camino este se entero que Alois había optado por el club de teatro y solo para probar que tan bueno era se había anotado también en el club de basquetbol mientras que Finnie tenía en claro que deseaba unirse al club de jardinería pero por si acaso había escogido como segunda opción el club de futbol, cuando llegaron a la sala de los dormitorios escogieron un lugar donde pusiesen estar los tres sin que nadie los molestara y Ciel les platico sobre su encuentro con Ash Landers, continuaron platicando sobre sus profesores y compañeros y de otras cosas más cuando faltaban quince para las siete se levantaron de su asiento y fueron hacia el comedor ya que a las siete de la tarde en punto se servía la cena, cuando llegaron tanto Alois y Finnie se adelantaron dejando a Ciel en compañía de un joven de cabellos rojos y mirada verde-amarilla, que vestía el uniforme de los de segundo año, que se habían topado en su camino hasta aquel sitio.


–     Y bien Ciel dime, ¿Cómo se encuentran tus padres? –cuestiono el de cabellos rojos como la sangre.


–     Ellos están muy bien, ahora que tienen el lugar para ellos solos –contesto el otro sonriendo sarcásticamente.


–     Jajaja –rio el otro– Pequeño Ciel nunca cambias, ¿verdad? –continuo el de cabellos rojos con una sonrisa en su rostro– Pero dime enserio como demonios le hiciste para pasar el examen físico.


–     ¿Por qué preguntas? –cuestiono el otro.


–     Vamos Ciel, todo el que te conoce sabe de tu pésima condición física –hablo el otro llevándose los brazos hacia atrás de la cabeza.


–     Sabes he mejorado mucho desde hace unos años –dijo seguro el de ojos color zafiro.


–     No dudo que hayas mejorado pero desde que eras pequeño nunca se te dio ningún deporte –explico el otro–, y mira que te conozco desde que te hacías en los pañales.


–     No tienes que recordármelo siempre que nos vemos Grell –dijo molesto Ciel.


–     ¡Oh no te enfades! –dijo el otro para después llevar sus manos al rostro del otro y comenzar a pellizcar sus mejillas– ¡Haces unas muecas muy tiernas cuando te enojas! ¡Eres tan adorable! ¡Enojarte no va contigo definitivamente!


–     ¡Quieres dejar de hacer eso! –se quejo el otro mientras retiraba las manos del otro de su rostro– ¡Duele!


–     Pero es que eres tan adorable sobre todo cuando estas sonrojado –comento el otro abrazándose a sí mismo.


–     Había olvidado lo molesto que eres a veces –comento el menor.


–     ¡No seas tan malo Ciel! –chillo el mayor.


–     ¡Entonces no fastidies tanto! –dijo exasperado el de ojos color zafiro.


–     No nos vemos desde hace tanto y tu no me quieres cerca, que malo eres –seguía chillando el de cabellos rojos.


–     Qué te parece esto –hablo el menor captando la atención del otro–, tu dejas de ser tan exasperante y saldremos el primer fin de semana libre que tengamos a ver esa película que me comentaste hace unos meses –se explicaba el menor– ¿No dijiste que saldría en este mes?


–     ¡Oh si! ¡Eso me haría tan feliz! –decía feliz mientras daba unos saltitos– ¡Te amare toda la vida si vas conmigo!


–     Bien, iré pero que tal si invito a unos amigos –comento el menor– mientras más mejor, ¿no?


–     ¡Oh si, si vamos todos! –decía emocionado.


Después de eso ambos entraron al comedor y todo lo demás transcurrió normalmente, al terminar la cena los chicos nuevamente se dirigieron al edificio de los dormitorios para pasar unos momentos más platicando entre ellos y posteriormente seguir hacia sus habitaciones terminando por ese día las actividades. La semana paso entre clases y las audiciones a los clubs lo que permitía a todos desentenderse de sus actividades académicas ya que todos podían acudir a ver estas audiciones a pesar de no estar presente por ahí para ser parte de las mismas.


El segundo fin de semana que pasaba desde que habían iniciado las clases y justo ese fin los dejarían salir a pasear por la ciudad siempre y cuando tuvieran firmado el permiso de salidas de sus padres que al inscribirse les había dado a todos los alumnos como requisito indispensable para el director del Internado Weston.


Ciel había pasado aquellas dos últimas semanas relativamente tranquilas sin contar los días en los que tuvo que pasar algunas horas en compañía de Sebastián que no paraba de molestarlo a pesar de que él trataba de no prestarle atención durante el tiempo que el mayor ocupaba para pasar los apuntes de las materias que tomaban juntos, ya que el otro había logrado que todos los profesores le dieran a él la tarea de ayudar a Sebastián, y por si fuera poco varias veces se había vuelto a encontrar con Ash Landers siempre en situaciones un tanto incomodas para él y tener un fin de semana en el cual pudiera alejarse de estos dos era muy bien recibido sobre todo si le sumaba que podría salir de aquellas paredes que había visto durante dos semanas sin poder salir.


Ese día saldría en compañía de sus tres amigos más cercanos en aquel lugar, Ciel había optado por vestir unos pantalones de mezclilla que se ajustaban a sus piernas, una camisa a cuadros azul y blanco junto con unos mocasines color café y llevaba un bolso para hombre Louis Vuitton de cuadros con dos tonalidades de café, como había prometido a Grell irían al cine a ver una película que se estaba estrenando pero primero pasarían un tiempo dentro del Centro Comercial en que se encontraba adjunto el Cine.


Al llegar al lugar fueron primeramente absorbidos por las boutiques de ropa debido a que Alois; quien vestía unos pantalones blancos que se ajustaban a sus piernas, una playera color morado combinado con unos botines cafés y unos lentes de sol; y Grell; el cual llevaba unos pantalones de mezclilla negros entubados, una playera blanca sobre esta un saco rojo oscuro combinado con unos mocasines blancos; estaban buscando algunas prendas, que les sirvieran para el club de teatro y que pudiesen usar ellos en otras partes, arrastrando a Ciel y Finnie; quien vestía unos pantalones de mezclilla desgastados, playera verde olivo y unos tenis café;  con ellos.


Después de una ronda por casi todas las tiendas de ropa en las cuales Grell y Alois habían armado su propio desfile de modas con el fin de que sus otros dos amigos les ayudasen a escoger fue el turno de los otros dos de buscar alguna tienda que les interesara, Ciel quiso ir a buscar por si solo ya que Finnie quería ver algunas cosas para jardinería y otras cosas mientras que Grell había encontrado un local de artes oscuras que llamo su atención desde que lo vio y Alois fue a buscar algo que estaba seguro ocuparía para esa noche. 


El de ojos color zafiro anduvo viendo en varios locales del Centro Comercial pero nada llamaba su atención hasta que encontró una pequeña librería a la cual entro solo para ver si encontraba algún libro interesante, anduvo entre los estantes viendo los diversos libros después de varios minutos comenzaba a darse por vencido pero cuando estaba en la última sección  encontró un libro que le llamo enormemente su atención, debido primeramente a que su portada era de color negro mate con excepto del título que era “Contrato con un demonio” las cuales eran de color rojo y en la esquina superior derecha se encontraba la silueta de un cuervo en negro brillante, solo había un problema y era que ese se encontraba en el ultimo estante en la parte más alta trato de alcanzar aquel libro pero por más que se estiraba no lograba alcanzar más que a tocar un poco la portada con las yemas de sus dedos, cuando estaba por darse por vencido una mano blanca, que poseía un extraño tatuaje que que consta de una estrella de cinco puntas rodeada por un circulo y alrededor de esto pequeñas cruces formando un circulo todo en tinta negra, tomo el libro haciendo que el de cabellos oscuro azulado voltease a ver a quien había tomado aquel ejemplar encontrándose con dos ojos rojo vino que conocía muy bien.


–     ¿Lo quieres? –cuestiono el  más alto.


–     No puedes dejarme ni un día en paz Michaelis –dijo el menor–. Ni fuera ni dentro del internado dejo de verte, es fastidioso.


–     ¡Oye uno te está haciendo un favor! –hablo Sebastian, quien iba vestido pantalones negros ajustados, camiseta gris sobre esta un chaleco negro y unos converse blancos –Y tu luego, luego atacando a uno   


–     Y me vas a decir que es una coincidencia que nos encontráramos en este lugar –dijo molesto el de ojos zafiro cruzándose de brazos.


–     Pues aunque no me lo creas así es –concluyo el otro–. Dime, ¿vas a querer este libro ya que me hiciste bajarlo?


–     En primera no te pedí que lo bajaras –respondió el menor– y en segunda si lo voy a querer sino porque otra razón estaba luchando por alcanzarlo.


–     Bien toma, enano –hablo el otro extendiendo el libro hacia el más bajo quien de inmediato lo tomo en sus manos para después ver como el otro se giraba dándole la espalda.


–     Así, nada más –dijo incrédulo Ciel–. Sin molestarme más ni nada –continuo viendo como el otro se alejaba.


–     ¿Quién te entiende? –hablo el otro mientras se detenía y volteaba su rostro hacia Ciel– Si te molesto te enojas, si no lo hago te sientes mal porque no te presto atención.


–     ¡Yo no dije eso! –elevo la voz molesto el de cabellos con reflejos azulados.


–     Lo siento pero hoy no tengo tiempo para entretenerme contigo –hablo el otro volteándose para seguir su camino–. Tengo otras cosas más importantes que hacer –término despidiéndose levantando la mano mientras se dirigía hacia la caja.


–     ¿Otras cosas más importantes? –susurro el otro viendo como Sebastian  pagaba unos cuantos libros.


Desvió su mirada del otro para concentrarla en el libro que le había dado Sebastian hojeándolo para ver un poco de su contenido, mientras caminaba aprovecho para leer un poco de la contraportada donde venia una pequeña síntesis del libro al llegar a la caja le dio el libro al vendedor y lo pago para después salir de aquel lugar con una pequeña bolsa que metió dentro de su bolso Vuitton mientras se dirigía a buscar a sus amigos, minutos después los encontró esperándolo en una banquita platicando animadamente.


En cuanto Ciel alcanzo a sus amigos, los cuatro se dirigieron hacia el Cine que quedaba de al final lado izquierdo de aquel Centro Comercial ya que la hora de la función se comenzaba a acercar y todavía debían comprar los boletos. Al llegar a la taquilla el grupo se encontró con Sebastián  quien al verlos comenzó a caminar hacia su dirección pero cuando Ciel pensó que el mayor lo molestaría diciéndole algo el de cabellos oscuros  se dirigió hacia Alois quien lo saludo con un pequeño beso en la mejilla.


–     ¡Hola! –saludo Sebastian sonriendo de medio lado


–     ¿Llevas mucho esperando? –cuestiono Alois sonriendo ampliamente mientras se colgaba del brazo del otro.


–     No mucho en realidad, antes pase a comprar unas cosas –contesto el mayor– ¿Ya compraron sus boletos?


–     No, apenas íbamos a hacerlo, ¿y tú? –quiso saber el rubio.


–     Aun no, pensé es comprarlos juntos –respondió el otro.


–     ¡¿Eh Alois?! –llamo Finnie– ¿Qué pasa? ¿Sebastian va a venir con nosotros?


–     ¡Oh cierto! Lo había olvidado –hablo el de rubios cenizos–, recuerdan ¿qué les dije que me encontraría aquí con alguien? –cuestiono viendo como los otros solo asentían con la cabeza para luego continuar– Bueno es Sebastian con quien voy a salir hoy.


–     ¡¿QUE?! –gritaron sorprendidos los otros tres.


–     Bueno si, hace unos días que venimos platicando y recordé lo de nuestra salida así que lo he invitado a que venga conmigo –hablo Alois–. Bien con eso aclarado vamos a comprar los boletos ¿sí?


–     Claro –hablo Grell hiendo hacia la fila que había frente a la taquilla del Cine siendo seguido por los otros.


Pasaron unos minutos en lo que compraban los boletos para la función posteriormente fueron a la dulcería del cine a comprar algunas palomitas y refrescos para poder ver a gusto la película. Grell había salido de ahí con unas bolsas de gomitas, unas palomitas pequeñas llenas de salsa picante y un refresco mientras que Ciel y Finnie habían optado por comprar unas palomitas grandes, dos refrescos y dos barras de chocolate para los dos, en cuanto a Alois y Sebastian habían comprado dos palomitas medianas con su respectivo refresco y una bolsita de chocolates m&m para el rubio, con todo listo se dirigieron hacia la sala donde se proyectaría la película.


Al entrar en la sala que era de dos niveles, los chicos optaron por buscar asientos en la parte superior en las últimas filas cuando por fin encontraron cinco lugares libres quedando sentados Grell al final seguido por Finnie y aun lado de este se sentó Ciel, después Sebastian y Alois.


–     Chicos se que no es el momento pero, ¿por qué no quisieron decirme de que va la peli? –hablo en voz baja Finnie mientras acomodaba las cosas que compraron en la dulcería.


–     ¡Eh! Bueno pues porque tal vez no te guste este tipo de películas –contesto Ciel.


–     ¿Qué tipo de película es? –cuestiono el otro.


–     Bueno… pues… puede ser un poco violenta… –titubeaba de decirle al rubio–… incluso puede ser un poco sangrienta –termino de decir lo más rápido que pudo ya que pronto comenzaría la película.


–     ¿Sangre? Pero yo me desmayo cuando veo sangre –dijo el otro.


–     Si, por eso no quise decirte –hablo Ciel– pero no te apures tanto a mí tampoco me llaman la atención este tipo de película pero prometí venir y necesito de alguien más normal.


–     ¿Debo tomar eso como un cumplido? –hablo el otro.


–     Pues la verdad si –contesto el ojí zafiro.


–     ¡Guarden silencio ya va a empezar la película! –les advirtió Grell quien ya comía solo las gomitas rojas que venían en la bolsa que había comprado.


Los otros guardaron silencio al ver como comenzaban a pasar algunos tráiler de otras películas para después dar comienzo a la película, que trataba de una serie de asesinatos que son cometidos por unas criaturas sedientas de sangre y carne humana, y por esto un joven que era perseguido por una de estas criaturas al ser encontrado casi al borde de la muerte le son trasplantados algunos órganos de una chica muerta que resulta ser la criatura que deseaba comérselo, transformándolo en alguien deseoso por la sangre humana, durante la duración de esta Finnie estuvo un poco nervioso aunque algunas veces podía ver con tranquilidad por su parte Ciel soportaba las escenas de asesinatos lo mejor que podía, esa clase de tramas no le gustaban pero había ido por su amigo Grell el cual estaba disfrutando enormemente la película parecía que nada más en ese momento que podría robar su atención cosa que no era igual para Ciel ya que ocurría una cierta situación que a veces no podía pasar por alto y no se trataba de otra cosa más que de Alois quien en algunos momentos se la pasaba casi sobre Sebastian a quien besaba por todos lados pero parecía tener preferencia por la boca ya que de reojo el de cabellos negro-azulado había visto como esos dos se devoraban mutuamente es más las palomitas que anteriormente habían comprado ahora estaban en el piso, logrando con todo esto que el de ojos zafiro se sonrojara algunas veces mientras que otras sentía un ligero malestar el cual lo acuñaba a no soportar al mayor de los cinco.


Para Alois la película paso muy rápido es más ni siquiera estaba seguro de que había tratado ya que se había estado entreteniendo en los labios de Sebastian aunque para este ultimo había sido un poco agobiante la incesante insistencia del otro por estar besándolo y acariciándolo cuando él lo único que quería era ver la película ya que se le hacía interesante aunque un poco excesiva de sangre pero en lo demás por él estaba bien, además de que también ocurrió otra cosita que había llamado su atención y es que en algunos momentos pudo sentir la mirada de alguien sobre él y cuando miro de reojo a su lado se encontró con que se trataba de Ciel cosa que llamo muchísimo más su atención.


Sebastian que al principio había accedido a salir con el de cabellos rubios cenizos sólo para que este último dejase de buscarlo entre clases o durante las tardes libres pero al enterarse de que también irían los otros tres por alguna extraña razón le resulto una idea mejor, también estaba su anterior encuentro con el de ojos color zafiro en aquella biblioteca donde había podido acercarse más al menor y había podido sentir el calor que desprendía el cuerpo del otro, ahora aunado a que creía que el amigo de su actual cita parecía tener algún interés ya fuese en él o Alois le resulto más entretenido el hacer más apasionados los besos con el de cabellos rubio cenizos con el fin de molestar al otro.


Cuando acabo la película los chicos salieron a pasear por la ciudad ya que debían aprovechar el día debido a que a la siguiente mañana no contarían con todo su día libre, caminaron los cinco hasta que llegaron a una feria que estaba anunciada por toda la ciudad. En la feria se dividieron dejando a la pareja ir por su lado mientras que los otros tres se deambulaban por los diversos juegos buscando algo interesante que hacer.


Sebastian y Alois habían llegado a una parte apartada de todos en su recorrido por encontrar algo entretenido o que llamase la atención a los dos chicos.


 


–     ¿Te pasa algo? –cuestiono Alois después de un gran silencio que se había creado entre ambos– Antes parecías más interesado en hablar conmigo.


–     No es nada, solo pensé que esto estaría más entretenido –comento el otro mientras caminaba con sus manos en los bolsillos.


–     Tal vez hubiera sido mejor venir en la noche –dijo el menor.


–     Si –hablo el de cabellos azabaches–. Oye, ¿por qué no vamos a otro lugar más tranquilo?


–     ¿Cómo a donde? –cuestiono el rubio viendo expectante al otro.


El mayor como respuesta lo atrajo tomándolo de la cintura para después acercar sus  labios y darle un apasionado beso asiendo que el otro se olvidase de todo y se dejase guiar por el de cabellos azabaches hacia un callejón cercano donde continuaron besándose mientras sus cuerpos se acercaban en busca de mayor contacto con el cuerpo del otro. Pronto los besos del mayor bajaron por el cuello del de ojos celestes mientras que con una de sus manos comenzaba a masajear una de sus tetillas y con su pierna tocaba el miembro del más joven, minutos después deslizo sus manos por debajo de la camisa morada subiéndola en el camino dejando a su disposición ambas tetillas las cuales volvió a tomar intercalando de una a otra con su boca asiendo círculos y lamiéndolas con su lengua mientras sus manos se deslizaron hacia el pantalón para abrirlo y deslizar su mano derecha hasta el miembro semierecto del rubio.


–     Mmm…. Sebas… Sebastian –gemía Alois tratando de no llamar la atención de nadie–  más… Sebastian… ah…


–     ¿Qué es lo que quieres? –cuestiono el de cabellos azabaches dejando por un momento lo que estaba asiendo.


–     Quiero que entres… en mí cuanto antes –jadeo el rubio mientras se bajaba por completo los pantalones y volteándose dándole la espalda al mayor.


–     Vaya que eres todo un pervertido –hablo Sebastian mientras se agachaba hasta quedar a la altura de la entrada del rubio– ¿Te encanta que te la metan en un lugar así verdad?


–     ¡AH! –jadeo Alois al sentir la lengua del mayor en su entrada– Sebastian… no digas… tonterías… si fuiste tú…


–     Shh… –silencio el otro–Te podrían escuchar las personas que pasan por aquí o eso es lo que quieres –decía mientras seguía recorriendo con su lengua la entrada del otro mientras con una de sus manos continuaba masajeando el miembro erecto del rubio y su otra mano se encargaba de su propio miembro.


–     Mmmm… no…ah… –jadeaba el rubio sosteniéndose con sus brazos en las paredes mientras sentía como ahora la lengua era reemplazada por los dedos del otro que entraban y salían de su cuerpo alcanzando a tocar su punto de placer–Sebastián… mételo…ah… por favor… mételo… mmm…


El mayor no contesto sino que se incorporo sacando sus dedos de dentro de aquel cuerpo caliente que se le ofrecía, se pego a este cuerpo dejando que sintiese su excitación pero sin penetrarlo solo dejando que su miembro rosase la entrada del otro mientras que su mano derecha seguía bombeando el pene erecto del otro que ya chorreaba pero de pronto sintió una mirada penetrante y fija en él así que volteo hacia el principio del callejón donde vislumbro una figura más pequeña que él, la cual se asomaba dejando solamente ver un poco de su rostro pero solo distinguió su piel blanca y unos ojos azules como el zafiro, sonrió al reconocer aquella pupila mientras sentía que su miembro se endurecía más así que sin más penetro al rubio frente a él sin dejar de ver aquella pupila que asombrada parecía incapaz de desviar la mirada.


–     ¡Ah!... ah… más… así… ah… –jadeaba Alois mientras que Sebastian entraba y salía de su cuerpo cada vez más rápido– ah… Sebastian... más…así…


Sebastian entraba y salía del rubio cada vez más rápido había dejado, por el momento, de estimular el miembro de su compañero mientras que esto acontecía aquella mirada azul zafiro parecía no poder dejar de observar a los amantes que en un callejón se entregaban a la pasión y la lujuria, mientras que el de cabellos azabache tampoco quitaba su mirada del otro y a cada instante que sus miradas se encontraban su miembro parecía endurecerse más estando aun dentro de Alois, pasaron varios minutos hasta que los ojos zafiros decidieron desaparecer de aquel lugar dejando a los amantes solos para seguir con su acto de pasión.


–     Sebastian… más…dame más Sebastian –gemía Alois mientras era penetrado por el de cabellos azabaches.


–     Mmm… sí que sabes cómo… moverte –jadeaba el más alto mientras lamia y chupaba el hombro del otro mientras que este movía sus caderas al ritmo que imponía Sebastian–... ¿tu sí que sabes cómo complacer a un hombre verdad?


–     ¡ah… ah!.. mmnm… Sebas…mmnn…ah… –jadeaba mientras sentía como el otro tocaba en su punto de placer– mmn…nnhn... más….


–     ¡Ah… ah... aprietas bien Alois! –dijo Sebastian– Pero… ah… se me … antoja algo … más… –continuo para de improvisto sacar su miembro aun erecto del interior del rubio que de inmediato jadeo inconforme para luego ser volteado por el más alto quedando ambos frente a frente.


–     ¿Qué…


–     Inclínate y chúpalo pero deja tu trasero en alto, aun no termino con él–ordeno el más grande interrumpiendo al otro.


Alois entendiendo el pedido se inclino lo suficiente para tomar con su boca el miembro del otro dejando sus caderas hacia arriba, primero recorrió aquel pedazo de carne que recién había estado dentro de él con lengüetazos posteriormente comenzó a jugar con la punta haciendo círculos en esta pero de pronto sintió como Sebastian tomaba sus cabellos y lo empujaba hacia delante asiendo que el miembro de este entrase por completo en su boca para comenzar a succionar mientras que una de las manos del más grande viajo hacia la entrada aun húmeda del rubio y arremetió con tres de sus dedos que pronto fueron succionados al interior de Alois que al sentir la invasión sorpresiva ahogo un gemido mientras seguía con su tarea.


El rubio continúo su tarea mientras que los dedos del mayor seguían entrando y saliendo de su cuerpo cada vez más rápido, tocando nuevamente su centro de placer así estuvieron varios minutos más hasta que el primero en terminar fue Alois mientras ahogaba su gemido en aquel pedazo de carne caliente que mantenía ocupada su boca mientras con una de sus manos masajeaba los testículos que estaban duros poco tiempo paso para que la esencia de Sebastian saliera siendo tragada por completo por el de ojos celestes, después de esperar algunos minutos ambos chicos acomodaron sus ropas y salieron de aquel callejón no sin antes cerciorarse que nadie los viera salir de ahí.


Caminaron tranquilos por un rato regresando a la feria del pueblo, viendo con mayor detenimiento algunos sitios mientras que buscaban a los amigos del más joven y no tuvieron que esperar mucho para ver a los tres restantes  que se encontraban viendo en un pequeño puesto de artículos diversos, se acercaron a ellos y mientras que Alois se puso a observar lo que vendían Sebastian se dirigió hacia donde se encontraba el de cabellos oscuro-azulados que observaba detenidamente un juego de ajedrez , cuando estuvo detrás del menor se inclino para quedar a una altura que le permitiera tener sus labios cerca del oído izquierdo del otro mientras su brazo derecho pasaba al otro lado hasta quedar apoyada en la mesa donde estaba el ajedrez impidiendo que se moviera Ciel.


–     ¿Te gusto lo que viste? –cuestiono el mayor mirando de reojo al otro mientras tomaba con sus dedos una pieza de ajedrez.


–     No se dé que hablas –contesto Ciel que trataba de no sonrojarse más al escuchar y sentir al otro tan cerca de él.


–     ¡Oh! Y yo que pensé que casi no te aguantabas las ganas de participar también –comento cínicamente el mayor–. Por cierto no importa lo que digas, yo vi como nos comías con tus ojos y sé que deseabas ser Alois.


–     ¡Cállate! –alzo levemente la voz pero sin llamar la atención de los demás– ¿Quién quisiera que le hicieran ‘eso’? –cuestiono mientras viraba la mirada hacia la derecha–Yo no, a mi no me gustan los perros como tú.


–     Digas lo que digas –hablo el de cabellos azabaches acercando más amos cuerpos–, se que tu deseas que te la meta tan fuerte como a tu amiguito.


Antes de que Ciel contestase algo el mayor se alejo  rumbo a donde se encontraban unas cadenas, a los pocos minutos de encontrarse observando lo que había se le unió Alois  quien no perdía oportunidad para probar los labios del más alto.


Al terminar de ver y lo que tenían para vender los chicos salieron rumbo a buscar un lugar donde comer, Grell había comprado unas cadenas; que estaba seguro podría utilizar con unos pantalones rojos que anteriormente había comprado; junto con unos guantes hasta los nudillos color negro con rayas rojas  mientras que Finnie llevaba un libro viejo que había encontrado junto con una playera, tanto Alois como Ciel salieron con las manos vacías de aquel lugar por su parte Sebastian llevaba una bolsa negra que ocultaba lo que se acababa de comprar, los chicos caminaron mientras platicaban sobre cualquier cosa que se les viniese a la mente hasta que llegaron a una pequeña cafetería  donde pararon a comer algo.


El resto del día paso  tranquilo entre platicas mientras paseaban por la ciudad, para ya entrada la tarde regresar al internado cuando estuvieron en este Grell, Ciel y Finnie se dirigieron de inmediato a sus habitaciones a dejar todo lo que traían consigo dejando a solas a la pareja recién formada.


–     Sebastian, ¿Cuándo volveremos a vernos? –cuestiono Alois después de besar apasionadamente al susodicho.


–     No lo sé, depende de cómo este esta semana –contesto fríamente el mayor.


–     ¡Oh! Pero nos volveremos a ver, ¿verdad?   –quiso saber el rubio con esperanza.


–     Ya te he dicho que no lo sé, yo te busco si me es posible –hablo Sebastian aun más frio para después soltar el abrazo en el que estaban–. Me voy, nos vemos –continuo mientras comenzaba a caminar lejos del rubio–. Por cierto gracias por el buen rato que pasamos.


Dichas estas palabras el mayor se encamino hacia su dormitorio dejando al rubio solo en la sala de los dormitorios, quien  al verse solo en la estancia borro su sonrisa para dirigirse hacia su habitación con el fin de descansar después de tan agotador día.


Los días siguieron su curso, el fin de semana dio paso a los días escolares nuevamente y los días dieron paso a las semanas y las semanas a los meses, en los cuales muchos estudiantes se la pasaban entre clases, tareas y los clubes así como las salidas fuera del internado ciertos fines de semanas,  algunos jóvenes estudiantes pasaban sus días en compañía de su pareja sentimental mientras que otros pocos como era el caso de Alois, quien tenía que esperar a que Sebastian lo llamase para tener un rato de pasión mientras que este pasaba sus días esperando siempre aquellos días en que se encontraba con su compañero de clases Ciel para molestarlo, quien tendría que aguantar todo hasta que le pasase y explicara lo que habían visto en sus clases por otro lado había ciertos días en que su diversión se veía interrumpida por Ash Landers que parecía muy interesado en el de primer año, sumado a eso debía lidiar con su compañero de cuarto que no era otro que el vicepresidente del consejo estudiantil el cual era muy severo con todas las reglas que se debían cumplir haciendo de la vida del de cabellos de azabache más complicada y aburrida si era posible.


Para Ciel los días pasaban bastante bien siempre y cuando no fueran aquellos días en que tenía que verse a la fuerza con el de tercer año en la biblioteca del internado o mientras no se encontrase misteriosamente con Ash Landers quien siempre que se encontraban por alguna extraña razón buscaba estar a solas con él cosa que no le causaba ninguna gracia, otra cosa con la que tenía que lidiar era con que su compañero de cuarto tuviera días de necesidades que requerían que estuviera fuera de aquel cuarto por su propio bien.


Justo aquel día estaba a punto de estallar de enojo ya que ahora se encontraba reunido con Sebastian en la sala de los dormitorios para poder explicarle lo que habían visto en clases anteriores, ya que durante la tarde el mayor había tenido práctica en el club de esgrima teniendo como repercusión que no se hubiesen podido reunir y ya pasaban de las diez de la noche, pero lo que más le molestaba era que Alois justamente estaba en una de sus sesiones de auto placer en su habitación y la verdad era que prefería  desvelarse o en dado caso dormir donde fuera antes de ver aquella escena.


–     Bien veamos, para pasado mañana deberemos entregar un ensayo para el cual nos dio diversos sucesos históricos importantes –explicaba el más joven mostrándole un listado en su cuaderno–, el profesor dijo que podíamos hacerlo en equipo de máximo tres o de manera individual –continuaba explicando al otro que no perdía de vista ningún movimiento del de  ojos color zafiro.


–     Bien entonces seré parte de tu equipo –hablo el otro mientras apoyaba su brazo en la mesa y sonreía–, así no tendré ningún problema para trabajar con eso ya que podremos hacerlo mientras me sigues pasando los apuntes.


–     Michaelis, yo ya tengo compañero y la verdad preferiría no verte más de lo necesario –contesto tajante el menor.


–     ¿Necesitas a caso que te convenza? –pregunto el de ojos escarlata mientras se apoyaba  más en la mesa para acercar su rostro al menor.


–     ¿De qué hablas? –cuestiono a su vez Ciel un poco cohibido al sentir como el otro se acercaba cada vez más a él– Ya te lo dije no deseo tenerte en mi equipo, además ya somos tres.


–     Entonces tendré que decirle mañana al profesor que haga una excepción y me permita estar en tu equipo –hablo el otro sin moverse ni un poco.


–     Porque mejor no le pones mayor atención a tu novio –dijo Ciel molesto por la insistencia del otro–, si tienes tiempo para estar molestando a los demás deberías atenderlo mejor.


–     ¿Novio? ¿A qué te refieres con todo eso? –quiso saber Sebastian– Vamos enano dime, ¿qué quieres decir con todo eso?


–     Nada olvídalo –dijo el de ojos zafiro–, mejor continua copiando esto –continuo hablando señalando su cuaderno–. Esta es la lista de los temas y en la otra hoja vienen de los componentes que debe incluir el ensayo según el profesor y después puedes transcribir estos apuntes son de hoy y…


–     Lo hare cuando tú me contestes lo que te pregunte –interrumpió el de ojos escarlatas sin dar un paso atrás en lo que quería saber.


–     Ya te dije que lo olvidaras –arremetió el otro–, además debes apurarte quiero ir a dormir temprano…


–     No copiare nada más hasta que me contestes Phantomhive –volvió a interrumpir Sebastian mucho más serio–. Te lo diré una sola vez detesto que hablen de mi vida sobre todo cuando dicen cosas que no son ciertas.


–     ¡¿Cómo puedes decir que no tienes novio?! ¡¿Sino que es Alois?! –alzo la voz molesto el otro por lo dicho por el otro.


–     ¿Alois? –cuestiono Sebastian– ¿Crees que ese es mi pareja?


–     Pues sino porque ustedes… –trataba de explicarse el de ojos zafiro sin evitar sonrojarse– porque… harían ‘eso’.


–     Te diré esto solo porque como te dije no me gusta que la gente hable de mi sin fundamentos –hablo un poco más calmado el de cabellos azabaches–. Para empezar tu amiguito no es más que un entretenimiento para mí y en segundo ya te lo eh dicho mientras yo lo desee te estaré molestando y –continuaba explicando seriamente– ya deberías estar acostumbrado a que los profesores siempre me hagan caso y termines siendo mi compañero.


–     Como puedes decir eso de Alois –dijo Ciel ofendido por el trato que le daban a su compañero de habitación.


–     Dime Ciel, acaso no sabes que tu compañero de cuarto le abre las piernas al primero que ve –hablo Sebastian sonriendo cínicamente–, aunque no te negare que aprieta bastante bien pero no me gusta tomar las sobras de los demás –continuaba hablando tranquilamente–. Alois es solo para pasar el rato, sabe complacer a un hombre pero al menos para mí no es alguien que quisiera a mi lado más allá de una simple buena sesión de sexo.


–     Yo no me meto en la vida de Alois ni mucho menos tratare de cambiar tu opinión acerca de él pero por lo menos si vas a dejar que el te complazca deberías hacer lo mismo por él –hablo Ciel–. No has pensado que tal vez mi amigo si siente algo por ti o simplemente en que el tiene tus mismas necesidades.


–     Preocupado así por tu amiguito cuando disfrutaste de verlo en plena acción no te queda Phantomhive –declaro el otro–, además ya te lo dije él se puede conseguir a quien quiera en su cama.


–     Aun así no deberías hablar así de él –aclaro el de ojos zafiro.


–     Mira enanito si tanto te preocupa tu amigo porque no le haces el favorcito –dijo Sebastian–, solo recuerda ser el que da no el que recibe con Alois esa es su especialidad.


–     ¡Yo no haría ‘eso’ con Alois! –grito Ciel– No todos somos como tú.


–     Bien, bien –concedió el mayor–. Porque mejor no dejamos eso por la paz y me ayudas a pasar los apuntes de la otra manera.


–     ¿Por qué debería hacerlo? –cuestiono el menor– Eres tu quien debe hacerlo.


–     Porque así nos iremos a dormir más rápido –aclaro Sebastian–, claro a menos que quieras pasar toda la noche conmigo –continuo hablando sonriendo lujuriosamente– y no necesariamente escribiendo.


–     ¡PERVERTIDO! –grito un muy sonrojado Ciel– ¡Ya parece que yo quisiese tener algo que ver contigo!


–     Pero que mal pensado saliste Phantomhive –hablo tranquilamente Sebastian–. Yo sólo estaba hablando de dormir aquí ya que esto va para largo. 


–     No… tu… yo pensé… –tartamudeaba el de ojos zafiro mientras se sonrojaba más si era posible– que tu… bueno dame tu otro cuaderno para acabar más rápido–termino de decir para que el otro olvidase lo que había dicho anteriormente.


–     Bien –dijo el otro pasándole lo pedido con una sonrisa en sus labios–, toma.


–     Tú sigue escribiendo –ordeno el menor– que quiero dormir temprano.


–     Yes, my lord –contesto Sebastian sonriendo de medio lado.


Continuaron escribiendo en silencio cada uno en un cuaderno diferente mientras que Ciel se concentraba en acabar rápido Sebastian no podía evitar desviar su mirada de vez en cuando para observar al más joven. Después de un tiempo por fin habían concluido y podrían irse a dormir a sus respectivas habitaciones, Ciel pensó que iría sólo hasta la suya ya que Sebastian tendría que subir hasta el último piso pero grande fue su sorpresa cuando el mayor sin decir nada lo acompaño hasta la puerta de su cuarto donde el de ojos zafiro se quedo pensando un poco si tendría que decirle algo o simplemente entrar después de todo el no había pedido que lo acompañase.


–     Quieres que revise si  tu amigo termino lo que sea que haya estado asiendo –hablo Sebastian mientras mantenía su mirada en la espalda del otro.


–     ¿Eh? –hablo Ciel volteando a verlo– ¿Cómo sabes que Alois estaba asiendo algo?


–     Si hubieras podido venir a tu cuarto con libertad –explico el de ojos escarlata– sin tener miedo a encontrarte con algo desagradable me hubieras dejado en la sala traspasando los apuntes sólo –siguió con su explicación mientras se inclinaba quedando cerca del rostro de Ciel–, más no fue así y te quedaste hasta que termináramos, eso quiere decir que no deseabas llegar a tu habitación.


–     Eso no es  de tu incumbencia –dijo el más bajo–, y si me quedo fue únicamente porque no quería estar mañana buscándote para que me regresaras mis apuntes.


–     Bien, si tu lo dices te creeré –hablo el otro–. Pero si te has quedado ayudarme me ha gustado mucho espero lo repitas –siguió fijando su mirada escarlata en la zafiro  y de un rápido movimiento tomo a Ciel de la cintura y unió sus labios con los de él.


–     ¡¿Qué..?! –trato de decir el ojí zafiro después de que el mayor lo besara– ¿Adónde crees que…? –quiso preguntar al ver que Sebastian abría su puerta para después  introducir su cabeza al interior.


–     Tranquilo Alois ya está dormido –hablo por primera vez el de cabellos azabaches mientras que dejaba emparejada la puerta paso su mirada por Ciel para después volver acercar ambos rostros–. Que duermas bien –se despidió no sin antes volver a probar los labios del más joven para después irse a su habitación dejando solo a un Ciel sonrojado frente a la puerta de su cuarto.


Para cuando el de cabellos oscuros con reflejos azules se dio cuenta el más alto ya no estaba asiendo que no pudiese reclamarle por haberlo besado, sin más entro a su cuarto aun sintiendo su rostro enrojecer y sin poder quitarse la sensación de los labios fríos pero tibios de Sebastian. Tratando de olvidar lo vivido decide darse un rápido baño para dormir mejor y quitarse el molesto calor que invadió todo su cuerpo, después de haberse bañado se colocó su pijama y fue directo a la cama no sin antes darle un vistazo a su compañero de habitación.


–     Creo que debería decirle que Sebastian está jugando con él –se dijo mientras se acostaba–, aunque no sé si me crea.


Dejando de lado sus inquietudes se dejo abrazar por el sueño que lo invadía lentamente para poder descansar para el próximo amanecer que se acercaba.


Los días siguientes pasaron de alguna manera un tanto normal con la excepción de que Alois y Ciel habían peleado, tanto Finnie como Grell no tenían ni la más remota idea de que había acontecido entre los compañeros de habitación además estaba el hecho de que últimamente se podía ver al de ojos color zafiro en compañía de Ash Landers lo que también había dado como resultado que Sebastian se encontrase cerca de donde estuvieran los otros dos, tal era el caso en ese momento ya que tanto el rubio como el pelirrojo estaban justo en la mitad de la plática que tenía el de cabellos blancos con su amigo que era vigilado por el  de ojos escarlata.


–     Y bien Ciel, ¿Qué me dices? –decía Ash sonriendo manteniendo su vista fija en el más joven.


–     Emm… bueno gracias por la invitación pero… –dio Ciel desviando su mirada a sus amigos que se encontraban detrás del de cabellos blancos pidiendo un poco de ayuda con sus expresivas pupilas.


–     Pero quedamos de ir a visitar a mis padres –intervino Grell al ver en problemas a su amigo–, y ya les avise y nos han preparado una recamara para que podamos dormir los tres como si fuera una pijama.


–     Sí, eso –hablo el de ojos zafiro– y no podría quedar mal con los padres de Grell después de todo hace mucho que no los veo.


–     Lo entiendo –concedió el más alto– tendrá que ser para otra ocasión.


–     Sí, claro –convido Ciel–. Bueno nosotros nos vamos –se despidió.


–     Nos vemos, pequeño Ciel –dijo Ash sonriendo mientras que de reojo miraba a Sebastian que se encontraba cerca de ahí.


Los amigos se alejaron de aquel lugar lo más rápido que pudieron después de sentir aquel ambiente tan tenso que había, si bien Ciel siempre se sentía desagrado con la presencia del ojí violeta nunca se sintió  una atmosfera tan pesada e incómoda aunque nunca lo habia invitado a salir como aquel día, dejo de pensar en eso y decidió disfrutar de lo que quedaba del descanso con sus amigos antes de volver a clases.


Por otra parte como ya varias veces había pasado, y sin que el de cabellos oscuros con reflejos azulados lo notase, dos miradas se enfrentaban en silencio luchando por vencer a la otra, dos miradas con determinación, una violeta que reflejaba cierta burla y odio mientras que la escarlata reflejaba odio pero por sobretodo celos.


–     ¡Aléjate de él! –advirtió el de mirada roja.


–     ¿Por qué habría de hacer eso?  –cuestiono el otro.


–     Te lo advierto, no permitiré que te acerques más a él –hablo con su rostro serio Sebastian.


–     ¡Tú no eres nadie para él! –declaro el de cabellos blancos– No sé porque te interesa lo que haga con el chico.


–     ¡EL ES MÍO! –expreso el de ojos escarlata– ¡Y TU NO VAS A TOCARLO!


–     Como puedes decir eso –hablo tranquilamente el otro mientras sonreía–, si él ni siquiera te ve a pesar de que lo rondas.


–     Eso no tiene nada que ver –dijo Sebastian–, además a mi no me han rechazado como a otro.


–     ¿Qué no tienes limpias tus orejas? –cuestiono Ash cruzándose de brazos– ¿Qué no has escuchado que saldrá conmigo en otra ocasión?


–     Jajajaja –rio el de cabello oscuro–. Permíteme ilustrarte, tu no solo fuiste rechazado esta vez sino –continuaba hablando mientras se recargaba en una banca– que le eres tan poco grato, que no le ha pasado por su cabecita si quiera verte fuera de este lugar y si habla contigo es meramente porque eres mayor y eres tu quien siempre está detrás de él.


–     Y me vas a decir que tú no estás detrás de él –hablo con desprecio el peliblanco–, se nota que solo estas esperando a que te llame para moverla cola como un perro.


–     Yo no moveré mi cola sino otra cosa –dijo sonriendo cínicamente– y lo moveré tan bien que oirás sus gritos de placer hasta tu habitación.


–     Eso si no es que eres tu quien sueñe con ellos después de que el gima para mi –contraataco el otro–. Aunque después de mi puedes usarlo mientras yo no lo use.


–     ¡TU JAMAS TOCARAS A CIEL! –grito Sebastian acercándose al otro hasta tomarlo de las solapas de su saco– Y si llegas a hacerlo, te juro que te va a pesar.


–      Di lo que quieras Michaelis –siseo Ash– pero Phantomhive si bien ahora no desea nada conmigo, tú no estás en mejores condiciones que yo –seguía sin despegar la vista del otro– mientras tú tienes su desprecio abiertamente yo hasta ahora solo tengo su indiferencia pero eso con el paso del tiempo cambiara más su desprecio por ti no.


Sebastian lo soltó e inmediatamente se fue de aquel lugar, le molestaba que Ash posara sus ojos en Ciel pero más le molestaba que el otro no hiciese nada por evitarlo, más el peliblanco tenía razón en algo era más fácil que este se ganase la simpatía del de ojos como el zafiro a que él pudiese cambiar el visible desprecio que sentía a que lograse que gustara de él. Camino hasta esta el comienzo del bosque con que colindaba el internado y decidió recostarse apoyando su espalda en uno de los arboles, estaba cansado no estaba molesto por todo pero lo que más le molestaba es que aunque fueran falsas Ciel le había regalado unas cuantas sonrisas a Ash mientras que él nunca había logrado una sonrisa en el más joven, decidió dejar de pensar por el momento en eso nada lograba con preocuparse ahora solo podía permanecer lo más cerca que pudiese del de cabellos oscuros con destellos azules para evitar a toda costa cualquier avance del peliblanco y también comenzar a aprovechar los momentos en que él estuviera a solas con el más joven para buscar que este cambiase para con él, sin más decidió cerrar los ojos y descansar de todo.


Por su parte Ciel quien ya había vuelto a sus clases miraba entretenido por las ventanas, no es que fuese distraído en clases pero la clase no está muy interesante que dijeran así que sabía que no se perdía de mucho y en dado caso de que se perdiese de algo podría preguntarle a Finnie, además estaba un poco preocupado porque ya tenía como una semana que de no se hablaban para nada y lo que era peor Alois no le había creído lo que le dijo sobre Sebastian asiendo que todo se fuera por la goma y es que en verdad le preocupaba el de ojos celestes ya que había sido su primer amigo dentro de aquel lugar y no se le hacía justo que él estuviese esperando todos los días por alguien que no tenia ningún interés más allá que el sexual pero hacerle ver eso y tratar de  saber si lo que se decía en el internado era verdad era una ardua tarea, tarea que había pensado podría compartir con Grell y Finnie pero él no era capaz de andar divulgando las intimidades de los demás, aunque si lo pensaba bien no era problema de él lo que Alois lo hiciese con su tiempo libre y su vida al fin y al cabo era su vida y podía hacer lo que quisiese con ella.


La mañana transcurría entre clase y clase, entre una de estas Ciel decidió ir al sanitario del edificio pero para encontrarlos tenía que pasar un pasillo que unía los dos edificios de las aulas, caminaba por este pasillo observando por los grandes ventanales que le daban vista hacia una parte de lo que consideraban el patio que no era más que un frondoso bosque que se extendía a más allá de lo que la vista le permitía pero algo llamo su atención y era una persona que se encontraba ‘tirada’ al comienzo del bosque pensó en darle aviso a algún prefecto pero luego lo pensó tal vez sería un alumno que había querido saltarse algunas clases y se había desmayado por el calor o simplemente estaría durmiendo, así que se decidió a ir hacia aquel lugar solo para cerciorarse de que aquella persona estuviera bien.


Después de varios minutos dio con el lugar donde estaba aquella persona pero grande fue su sorpresa cuando descubrió que esta no era otro que Sebastian quien parecía estar dormido y no sabía si debía acercarse o dejarlo en aquel lugar después de todo ellos no se llevaban bien, de hecho el único motivo por el cual hablaban era porque tenía que pasarle los apuntes de las materias o en su caso porque eran compañeros de equipo pero aparte de eso no tenían mayor comunicación.


–     ¿Me pregunto si estará bien dejarlo aquí? –se cuestiono acercándose un poco más al cuerpo del otro.


Se quedo observando el rostro del peli azabache que lucía tranquilo y su cuerpo estaba totalmente relajado, dejo que su mirada vagara por el cuerpo de Sebastian, por aquellos brazos fuertes, por las largas piernas, por su pecho plano pero que imaginaba estaría levemente marcado, viajo ahora hacia su rostro delineándolo pero pronto se detuvo en sus labios delgados y finos, fríos y tibios, comenzó a sentir como se enrojecía haciéndolo virar la vista hacia otro lado pero pronto volvió sobre su recorrido anterior y sin darse cuenta se fue acercando más al otro.


–     Así no pareces tan odioso –hablo el menor extendiendo uno de sus brazos y tomando con su mano uno de los mechones que ocultaban el rostro de Sebastian–. Si tuvieras esa expresión siempre creo que podrías hacer amigos, ahora que lo pienso siempre te encuentras sólo –sin poder evitarlo se formo una sonrisa en sus labios mientras se arrodillaba y seguía peinando los cabellos del otro hasta que se dio cuenta de lo que hacía retiro rápidamente su mano– ¡Que estoy haciendo!


Ciel se levanto de inmediato y estaba a punto de irse de aquel lugar y dejar a su suerte al otro pero apenas había dado un paso cuando se vio tirado boca abajo sintiendo el peso de otro cuerpo sobre él dejándolo sentir la tibieza de este.


–     ¿Pensabas dejarme aquí? –cuestiono la voz del otro


–     ¿Desde cuándo estas despierto? –respondió con otra pregunta Ciel.


–     He estado despierto el tiempo suficiente como para saber que no parezco odioso cuando estoy dormido –contesto el otro con una gran sonrisa.


–     Me retracto de lo dicho –dijo en voz baja el ojí zafiro para después tratar de pararse–. Oye deja que me pare.


–     ¡No, así estoy muy cómodo! –hablo el mayor sin moverse.


El menor trato de moverse al ver que no podría pararse sin antes deshacerse del cuerpo que estaba sobre el volteo quedando de frente a Sebastian quien tenía una gran sonrisa, Ciel se quedo un momento viéndolo bien después se aventuro a llevar su mano hacia la frente del otro causando que este lo viese con la duda pintada en sus ojos escarlata.


–     No tienes fiebre ni nada –dijo Ciel respondiendo a la pregunta muda del mayor–. Bien deja que me levante, esto es incomodo.


–     Para mí no –contesto Sebastian.


–     Para mi si –hablo el menor.


–     ¿No te gusta estar así? –cuestiono el mayor después de unos minutos de silencio por parte de los dos.


–     La verdad preferiría que no estuvieras sobre de mi –contesto el otros seriamente.


–     Yo prefiero lo opuesto –dijo el mayor.


–     Me puedo dar cuenta pero Michaelis –hablo el ojí zafiro tratando de empujar al otro–, tengo que regresar a clases y tu también.


–     ¡Ah!– suspiro el mayor dejando caer un poco más su cuerpo sobre Ciel y dejando su cabeza entre el hueco de su cuello– Solo te dejare de ir si me llamas por mi nombre – dijo dejando que su aliento rosase la piel del otro.


–     Está bien, Sebastian levántate –ordeno resignado el de cabellos oscuros con  reflejos azules.


–     Yes, my lord –contesto el otro burlonamente.


–     ¿Por qué dices eso? –cuestiono Ciel mientras era ayudado por el otro para levantarse.


–     Nada más, se me ocurrió la otra vez –contesto Sebastian encogiéndose de hombros– ¿No ibas a regresar a clases?


–     Claro –dijo el menor para comenzar a caminar rumbo al edificio donde se encontraban las aulas pero al no sentir al mayor volteo encontrándolo en el mismo lugar que antes –. Sebastian tu también tienes clases, deberías regresar.


–     Si me lo pides así no me niego –hablo el susodicho sonriendo de lado.


–     Definitivamente me caes mucho mejor dormido –dijo el menor siguiendo el camino.


Siguieron el camino en un silencio agradable mientras que Sebastian llevaba una sonrisa en su rostro Ciel iba serio ya que no sabía que planeaba el mayor pero por ahora no podía hacer nada tenía que regresar al clases ya que para él ya había sido demasiado tiempo fuera de clase y no quería saber qué pasaría si llegara a encontrarlo fuera de clase, cosa que parecía no importarle al mayor, cosa que lo molestaba y mira que él se preocupo porque estuviera enfermo o algo todo para que le hiciese perder el tiempo.


 

Notas finales:

GRACIAS POR LEER


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