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En el internado todo puede pasar.... por Shamita

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Notas del capitulo:

en este capitulo trata más que nada de otra pareja que es la formada por William y Grell....

 

Siento la demora pero es que de verdad que no tenia mucha inspiracion y ademas se me atravesaron otras cosas.... pero ya me dieron mis latigasos para que siga escribiendo el fic....

 

 

espero les guste :D

 


CAPITULO 2.


Habían pasado ya algún tiempo desde que hubiese ido con Ciel y sus amigos de primer año a ver aquella película que tanto le había llamado la atención y que se encontraba ahora como una de las mejores películas que hubiese visto hasta ahora, desde que podía recordar siempre hubo disfrutado de un color en particular e incluso un tiempo llego al grado de comer sólo cosas que fuesen de ese color rojo sangre que le hacía recordar que esa era la fuente de vida, que si un día se quedase sin ese vital liquido que corría por sus venas la muerte lo llevaría sin ninguna piedad.


Justo ahora se encontraba en otra de las juntas del Consejo Estudiantil, aunque aun no tenía idea de como era que se había enlistado en aquel sitio bueno al menos recordaba que fue contra su voluntad y no le habían dado ninguna oportunidad para poder salir de aquella sociedad que guiaban prácticamente la vida de los demás estudiantes con excepción de unos cuantos,  y como era el secretario del presidente no le era permitido faltar ni una vez a las juntas debido a que este último era un chico no únicamente de tercer año sino que era muy estricto con todo lo que se relacionaba a su vida y como él, Grell, se encontraba inmiscuido en ella también se veía arrastrado contra su voluntad a las exigencias del Presidente del Consejo, a quien desde hacía ya mucho tiempo le profesaba un sentimiento diferente a la amistad de hecho ni siquiera a pesar de que tenían que verse algunas veces  después de clases se podía considerar amigo de aquel joven de cabellos cortos color castaño oscuro que al igual que él usaba unas gafas aunque cuadradas con marco café, su piel era blanca pálida y sus ojos verdes pero tan serios y fríos que podían dejar sin habla a cualquiera.


–     Bien si es todo lo que se va a decir sobre lo que consideran necesario para llevar a cabo el baile entonces daremos por concluida la junta de hoy –decía el presidente del consejo estudiantil.


Los demás miembros del consejo comenzaron a pararse de sus asientos para posteriormente comenzar a desalojar la sala más ese no era el caso de Grell que esperaba paciente que el de oscuros cabellos le diera permiso de irse de aquel lugar.


–     Bueno Presidente T. Spears si ya no tenemos nada más que hacer paso a retirarme –hablo Grell después de un prolongado e incomodo silencio–, nos vemos la próxima junta.


–     Sutcliff, aun necesito que ordenes las minutas de todas las juntas que sean tenido hasta ahora y que me hagas una relación de los asuntos que hayan quedado pendientes a pesar de que se esperaba que a estas alturas todo estuviera en correcto orden –hablo el otro con voz firme mientras se dirigía hacia la puerta–, cuando tengas eso llévalo a mi habitación. ¡Ah! Se me olvidaba comunicarte que no hagas planes para el baile ya que estarás a cargo de la preparación del mismo y de vigilar que nuestros compañeros respeten las reglas de esta institución.


–     ¿¡Qué!? ¡Pero Presidente T. Spears, siempre el encargado de eso es el secretario de eventos no yo! –se quejo el de cabellos rojos irguiéndose de su asiento– Además usted siempre dice que soy un desastre para esas cosas y…


–     Solo haz lo que te digo, cuando llegue el momento te enseñare todo lo que tendrás que hacer y no debes estar preocupado el encargado principal del evento sigue siendo el secretario de eventos pero esta vez tu lo apoyaras –interrumpió el mayor–. Así que espero me hagas quedar bien, ya que te recomendé para este trabajo.


–     Emm… ¿Gracias? –dijo en voz baja el otro mientras veía como el de cabellos cortos se iba sin decir más nada, después recordó lo encargado por este y se dispuso a realizarlo–  Si no tengo opción tendré que hacer esto lo más rápido que pueda, porque no se lo encargo a alguien más siempre yo –se quejaba el de cabellos rojos mientras tomaba una gran carpeta–, todo yo, todo yo.


Se paso cerca de una hora más en aquel lugar mientras hacia la relación que le había pedido William como le llamaba en privado, cuando no había nadie cerca, cuando tuvo todo listo se dirigió hacia la habitación del Presidente del Consejo Estudiantil, al llegar a la puerta que indicaba T. Spears intento tocar a esta pero sorpresivamente se abrió dejando ver a otro peli azabache que no era otro que Sebastian Michaelis, aquel joven de tercer año que hacia salido con Alois y disfrutaba de molestar de su amigo de la infancia Ciel, quien al parecer estaba a punto de salir ya que traía puesto únicamente sus pantalones negros y su camisa blanca con los tres primeros botones sin abotonar dejando ver su torso blanco.


–     ¿Sucede algo Grell? – cuestiono el pelinegro.


–     ¡Ah! Lo siento, busco al Presidente Spears –contesto el de cabellos rojos que no podía evitar sonrojarse debido a la imagen que se presentaba ante él– ¿Estará aquí?


–     ¿El estricto William? –contesto a su vez el otro para después recargarse en el marco de la puerta– Ahora está dándose un baño, pero si lo quieres esperar puedes hacerlo.


–      ¿Eh? No solo puedes darle esto de mi parte –dijo Grell mientras le extendía la carpeta que llevaba consigo.


–     Puedes dejarla en su cama –hablo Sebastian para posteriormente caminar hacia su escritorio donde estaba colgado su saco negro–. Él me tiene prohibido incluso caminar en su lado del dormitorio y el único lugar que ambos podemos usar es el baño, como comprenderás no puedo hacer lo que me pides aunque quisiera –seguía hablando mientras se ponía su saco para después volver a quedar frente al de cabellos rojos– pero como yo tampoco soporto el tener que convivir con él ni mucho menos tener un contacto con algo que el cuatro ojos a tomado entonces creo que entenderás que no te preste de mi ayuda.


–     Debes estar bromeando –dijo Grell viendo como el otro pasaba por un lado de él–¿No piensas ayudarme?


–     De verdad no quiere tener nada que ver con él señor perfecto –dijo el de cabellos oscuros mientras se alejaba por el corredor–. Cuando salgas cierra la puerta, no quiero tener ninguna sorpresa cuando regrese más tarde –continuo mientras que agitaba su mano derecha a manera de despedida.


Grell se quedo observando como el otro se alejaba dejándolo a él sin ninguna otra opción más que la de entrar en aquel cuarto para dejar la dichosa carpeta, aunque sonaba fácil pero entrar en aquel lugar hacia que su corazón latiese con fuerza y no precisamente porque en secreto le atrajera William sino porque sabía que si había algo que molestaba al chico  era que las personas se inmiscuyeran en sus cosas sin su permiso y definitivamente entrar a su habitación sin ningún tipo de invitación por parte de él y mover entre sus cosas podía provocar el enojo del otro, aunque también estaba el hecho de que algo que más le molestaba y que podía lograr que se exasperara era que las cosas no se hicieran en su tiempo y forma y, como él lo había dispuesto, así dejando de lado cualquier pensamiento negativo en los que su cabeza en el internado podría encontrarse rodando por las escaleras de los dormitorios o como trofeo en la sala del consejo estudiantil decidió entrar rápidamente.


Ya estando dentro de la habitación se dirigió a la cama que está en el lado opuesto de donde había visto moverse a Sebastian debido a los comentarios de este, supuso que el lado derecho pertenecía a T. Spears mientras que el izquierdo a Michaelis, cuando estuvo frente a la cama dejo con cuidado la carpeta que traía consigo pero se vio tentado a buscar en las almohadas de esta el perfume del joven y sin poder evitarlo más se movió hasta que estuvo a su alcance una de las almohadas que se encontraban en el  lecho y sin más la tomo entre sus manos para acercarla a su nariz que rápidamente encontró el olor  característico de…


–     ¿Sutcliff, que estas asiendo? –se escucho en todo el cuarto una voz seria y severa, que hizo que el de cabellos rojos levantase su rostro de la almohada apara fijar su vista en el chico que acababa de salir del cuarto de baño.


–     ¿William? –hablo confundido y en voz baja, pero lo suficiente para que el otro lo escuchara,  mientras no despegaba sus ojos del de cabellos castaño oscuro que traía solamente una toalla envuelta en su cintura y otra en su cuello mientras que de su torso aun caían algunas gotas de agua causando un gran sonrojo en el menor que solo se asemejaba a sus cabellos– Digo señor Presidente Spears traje lo que me pidió, así que aquí esta y ya me voy –dijo apresuradamente al salir de su trance dispuesto a irse de aquel lugar lo más rápido posible.


–     Sutcliff, me puedes decir ¿Qué hacías hace un momento? –hablo el mayor impidiendo que el de largos cabellos se fuese del lugar– ¿Esto es lo que te pedí? –cuestiono mostrándole la carpeta que estaba sobre su cama.


–     Eh… sí señor, es la relación de los pendientes que aun no se han atendido –contesto el más joven–. Bueno eso era todo así que ya me voy, nos vemos en la próxima junta.


–     Espera Sutcliff –detuvo al otro que se encaminaba hacia la puerta– aun no me contestas lo primero que te pregunte y aprovechando que estas aquí y que no está Michaelis tomaras nota de lo que te diga después de que revise la relación que trajiste.


–     Pero… yo de verdad tengo otras cosas que hacer –hablo Grell angustiado de estar en aquel lugar solo con el de cabellos oscuros.


–     Nada de peros, ahora porque las cosas no se hicieron cuando debían hacerse tendremos que hacer horas extras –comento el más alto mientras se disponían a sacar algunas ropas que ponerse–. Espérame un momento aquí y ten todo listo para cuando regrese, para ponernos a trabajar sobre esto.


Sin dejar que el otro respondiese volvió a encerrarse en el baño, sabiendo que el más joven no iría en contra de sus indicaciones ya que sabía muy bien que de no hacerle caso fácilmente podría hacer de su vida más miserable de lo que era, después de varios minutos volvió a salir con un pantalón negro y con la camisa blanca puesta correctamente y unas pantuflas, observo como el de cabellos rojos como las sangre se encontraba parado aun  a un lado de su cama.


–     Aun no tienes lista tu libreta de notas –hablo el mayor mientras de su cama tomaba la carpeta para después ir a tomar asiento al sillón que había en la habitación–. Puedes tomar asiento en mi escritorio.


–     Claro, pero presidente no traigo conmigo en que escribir ni con que hacerlo –anuncio el menor mientras se encaminaba al lugar indicado.


–     Ya veo, entonces del cajón del escritorio toma unas hojas ahí también hay una pluma puedes usarla –hablo William.


Grell simplemente se dispuso a hacer lo que el otro le decía, resignado a que si no hacia lo que el otro decía únicamente para poder terminar todo lo más rápido posible y salir de aquel lugar sin hacer ninguna tontería de la que pudiese arrepentirse, no supo cuanto tiempo paso lo único de lo que su mente se ocupaba solamente de seguir escribiendo todo lo que el de cabellos oscuros le dijese sin siquiera pensar realmente en ello.


Por su parte el dueño de la habitación estaba concentrado en revisar el listado mientras que le daba dictaba al otro lo que se haría en las diversas tareas que se tenían pendientes, así como también a que miembro del consejo debía darle aquel trabajo o en su caso con quienes debían hablar. Cuando por fin terminaron había paso una hora, tal vez no era una gran lista pero debía planear todo cuidadosamente sino quería volver a realizar trabajo extra de lo que él tenía pensado porque si de algo se jactaba él era de cumplir con sus obligaciones como Presidente del Consejo Estudiantil al pie de la letra y en el tiempo estimado,  suspirando cerro la carpeta y dirigió su vista hacia el chico que hacía un año había obligado prácticamente a servirle como secretario debido a un incidente que tuvo cuando el más joven apenas estaba en su primer año en aquel internado.


–     Eso es todo Sutcliff –dijo parándose de su asiento–, ahora solo tienes que ir a darles mis instrucciones al resto del consejo –siguió mientras se encaminaba al ropero para sacar las piezas faltantes de su uniforme.


–     ¿Hoy? ¿tiene que ser ahora mismo presidente? –cuestiono el otro desanimado por tener que seguir trabajando más de la cuenta.


–     Si, sino que caso tenía que trabajásemos en esto hoy –hablo serio el otro volteándose a ver al chico que se ahora estaba parado junto a su escritorio–. Recuerda Sutcliff que aun estas bajo mis órdenes y si no quieres cumplirlas te hare toda tu vida y no solo la que pases en este lugar un infierno.


–     No tenía por qué ser tan drástico Presidente –declaro el otro–, aun no entiendo porque sigues recordando aquel incidente ya te lo he dicho muchas veces. ¡No fue mi intención caer sobre ti! –grito para después salir rápidamente de aquella habitación dejando al otro con la palabra en la boca.


El de largos cabellos rojos caminaba a prisa para llegar a su habitación tenía mucha tarea que hacer así que después buscaría a los demás miembros del consejo para darles los recados de William, es más para que se molestaba sabía que no empezarían a hacer nada hasta el día siguiente o en dos días así que dejaría eso pendiente total era él quien tenía que encontrarlos y perder el tiempo no el  otro.


–     Estúpido William –mascullaba por lo bajo–. No puedo creer que sea un tipo tan rencoroso, además el tiene la culpa que no vio que estaba cargando aquella caja que no me dejaba ver nada –seguía mascullando mientras caminaba–, que iba a saber yo que traía un montón de ranas para la clase de disección el profesor Wolf solo dijo que eran parte de la clase, no dijo nada de que era importante que no las tirase ni que podían causar un gran desastre –continuaba con su monologo–. Además de tener que ganarme el odio de William y ser arrastrado al consejo como su esclavo personal por más de dos meses para después ser convertido en su secretario me tuve que aguantar todo el mes haciendo ayudando al profesor Wolf para que me perdonase por el accidente y si a eso le agrego las burlas a mi me fue mucho peor que a él que solo tuvo que irse a bañar y cambiar total no es mucho no llegar a una clase, yo en cambio en contra de mi voluntad y con todo el repugnancia del mundo tuve que tocar todas esas ranas para meterlas en la caja y después volver a lavarlas lo único que doy gracias es que ya estaban muertas sino eso habría sido peor.


Decidió dejar de pensar en eso y en cuanto llego a su habitación puso toda su atención a realizar sus labores escolares, quería descansar temprano y aunque fuese un momento ir al club de teatro, hacia un mes que había entrado en él y después de hablar con el presidente este le dio permiso poder faltar ese día, ya que estaban comenzando los ensayos de la primera obra que presentarían en el ciclo escolar que era una adaptación de la obra “Tres sombreros de copa” en la cual gracias a sus dotes podría formar parte entre los papeles secundarios como una de las chicas del Music Hall, había luchado mucho para poder estar en escena ya que los de nuevo ingreso generalmente solo se encargaban de la escenografía en las primeras presentaciones pero el Profesor Lodge (el profesor de artes) , quien gustaba de apoyar a los estudiantes, había logrado que los demás miembros le aceptasen como parte del reparto aunque fuera en un papel pequeño.


Después de varias horas termino sus tareas, así que aun un poco cansado se recostó un momento en su cama dispuesto a descansar por lo menos un poco después de todo el tiempo que se había pasado sentado escribiendo sin parar, dejo  descansar un poco sus ojos mientras se estiraba por su cama como si de un gato se tratase pocos minutos pasaron para que se dejase caer en un sueño tranquilo. No sabía cuánto tiempo tenía dormido pero el constante toque en su puerto había logrado despertarlo, antes de pararse volteo hacia su reloj para saber  qué horas eran cuando comprobó que solamente había pasado un poco más de media hora y que aun tenía tiempo para ver aunque fuese el final de los ensayos del club de teatro se despabilo un poco y fue directo a la puerta que en ningún momento habían dejado de tocar.


–     ¡Ya van! –grito logrando que los toques cesaran– ¿Quién toca tan insistentemente? –pregunto cuando abría la puerta encontrándose con su amigo de primer año.


–     Lo siento Grell, ¿te desperté? –hablo Ciel tranquilamente.


–     ¡Ah Ciel! No, no pasa nada en realidad está bien que vinieras así podre ir al club –dijo el otro calmadamente–. Pero dime ¿qué te traes por aquí?


–     Bueno, yo quería saber si podía hablar contigo –hablo el más chico.


–     ¡Oh bueno! Supongo que puedo brincarme el club pero que te parece si vamos fuera de aquí –hablo el otro– sería bueno caminar mientras hablamos o podemos ir a los jardines.


–     Estaría bien ir a los jardines –comento Ciel.


–     Bien vamos –convido el más grande.


Caminaron por los pasillos primero en un silencio que si bien no era incomodo hacia que el de cabellos rojos se preguntase sobre aquello que molestaba tanto al de ojos zafiro como para ir a buscarlo, él sabía que Ciel no era una persona que comentase sus problemas ni nada realmente era un chico muy maduro aun recordaba lo serio que era cuando tenía solo seis años, cuando por fin llegaron a uno de los jardines que estaba particularmente vacio decidió que era momento para romper aquel silencio.


–     Dime pequeño Ciel, ¿qué te preocupa? –hablo el de cabellos rojos mientras tomaba asiento en una banca que se encontraba bajo la sombra de un árbol manteniendo la vista en el horizonte.


–     ¿Cómo sabes que algo me preocupa? –cuestiono Ciel sin despegar su mirada del suelo.


–     Es fácil, tu nunca andas por ahí hablando de tus problemas –comento el otro–, además tu silencio me dice que es algo que no es fácil para ti hablar, así que dime Ciel ¿qué es lo que te está preocupando?


–     Bueno veras… –guardo silencio Ciel buscando explicarse–… ¡No lo sé! Es que han pasado varias cosas,  lo de Alois ya ni me permite estar a gusto en la recamara además esta lo de Landers y por si fuera poco esta Michaelis también y yo siento que no salgo de una cosa y ya estoy en otra y siento que es un laberinto del que no puedo salir y cuando por fin encuentro un momento en paz si no es que tengo que estar ayudando a Michaelis aparece Landers y si no soy ellos dos no puedo…


–     A ver tranquilo –interrumpió el otro al de cabellos oscuros con reflejos azules– porque no empiezas con una cosa.


–     Está bien –hablo el otro.


–     ¿Qué te parece que si comienzas con lo de Alois? –propuso el mayor– Supongo que eso es lo que más te incomoda ya que tienes que convivir mucho con él.


–     Sí, bueno lo que paso fue que hace tiempo una noche que estaba pasándole mis apuntes a Michaelis hablando me dijo que él no tenia ningún interés amoroso por Alois y que solo estaba… mmm… usándolo de alguna manera para su propio placer –contaba el más joven– y yo trate de hacerle ver a Alois eso pero él ni siquiera me escucho y me acuso de querer quedarme con Michaelis, que solo quería tomar su lugar con ese y desde entonces ya no nos hablamos.


–     Mira es que si te pones a pensar calmadamente es normal que Alois reaccione así después de todo estás hablando de su pareja –comento Grell– y es de suponerse que se ponga a la defensiva aunque tú le dijeras la verdad si él no quiere verla no podrás hacer que la entienda –siguió diciendo–, siendo francos Ciel no deberías preocuparte tanto por alguien como Alois ya que él es un chico que mientras le guste alguien no vera ningún problema para estar con él, se ve que es un chico que disfruta de los placeres de la vida y por eso si cuestionas a la persona que funge como su pareja se volverá como un perro rabioso que solo busca a quien morder para contagiarlos –continuo explicándose el de cabellos rojos–  pero ten en cuenta también que si Alois actúa de esa manera es porque al menos tiene un sentimiento por Sebastian y eso Ciel es algo que no podemos controlar ni saber al cien por ciento que clase de sentimiento tiene por él.


–     Creo que tienes razón –hablo el otro–, pero aun así eso no evita que se sienta un ambiente tenso cuando este con él.


–     Es normal, ya que el te está viendo como un rival –comento el otro.


–     ¿rival? –hablo el de cabellos cortos– ¿Por qué me vería así?


–     Es sencillo, ¿que nunca te has dado cuenta de cómo es Sebastian cuando tu estas cerca? –cuestiono el mayor volteando a ver al más pequeño que lo miraba con ojos de duda– ¡Ah! Bien, veras cuando tu y Sebastian están juntos el se comporta como si fuese el niño al que le gusta una niña y que solo puede llamar su atención asiéndola molestar.


–     ¡Eso no es verdad Michaelis no es así conmigo! –elevo la voz el otro– Es así con todos los de mi salón y… y Finnie te lo puede confirmar.


–     Supongo que se comporta antipático con ellos pero por lo que he visto te puedo decir que contigo es diferente –hablo calmadamente el otro–, siempre que los veo de lejos los veo pelear pero eso sucede después de que tu dejas de prestarle atención. ¡Te digo que es como el niño que molesta a la niña que le gusta! –continuo animado– Aunque no te puedo decir si le gustas o simplemente contigo disfruta hacerte enojar pero la cosa aquí es que es normal que Alois te vea como una amenaza para la relación que tiene con Sebastian.


–     ¡Pero ya debería saber que a mí no me interesa de ningún modo Michaelis! –alzo la voz Ciel.


–     ¡Si eso fuera verdad entonces no te preocuparía nada que tenga que ver con él! –elevo la voz Grell también.


–     ¡Eso es solo porque me molesta siempre! –dijo el de cabellos cortos


–     Como digas –concedió el otro.


Ya con el ambiente un poco menos tenso Grell siguió platicando con Ciel no solo de sus problemas sino también recordando algunos sucesos pasados de cuando eran vecinos, así mucho tiempo que no tenía una platica así ya que no contaba con muchos amigos dentro de aquel lugar ya que, aunque siempre estaba alegre y jugueteando con las cosas, muchos creían que era un chico muy extravagante solamente por su gran energía y porque gustaba de vestirse un poco diferente a los chicos sobre todo teniendo en cuenta su gusto por el color rojo así que sus vestimentas resaltasen siempre en cualquier lado.


No supieron cuanto tiempo pasaron platicando en aquel lugar pero como toda cosa en aquel internado estaba reglamentada pronto el horario de la merienda había comenzado y debían asistir no solo por las reglas sino porque ciertamente después de unos meses todos se acostumbraban a tener cinco comidas al día lo que les permitía llevar a cabo las distintas actividades que tenían en aquel lugar, en el comedor tuvieron que separarse para sentarse según su grado a pesar de que a Grell le hubiese gustado seguir platicando con el otro y viceversa.


Durante la merienda el de cabellos rojos pudo ver de lejos a William, la verdad no entendía como le estaba dando consejos a Ciel cuando él era un tonto que se tenía que haber enamorado de aquella persona que parecía más fría que el hielo, nunca en todo lo que llevaba de conocerlo lo había visto sonreír de manera sincera porque había presenciado aquellas sonrisas que te decían que eras hombre muerto pero de ahí en más solo esa expresión de felicidad por lograr que pagasen por sus faltas era lo que había visto.


–     Bueno si lo pienso también esta su cara de enfado –se dijo mientras se levantaba después de terminar su plato–, aunque esa desearía no verla nunca más.


De inmediato salió de aquel lugar no quería encontrarse con William y que le pidiera cuentas por su encargo, al final no había hecho nada de lo que le mando hacer aunque no era algo que le interesase hacer total muchos de los miembros del consejo solo se encontraban ahí para tener un estatus dentro del internado pero no hacían realmente ninguna cosa importante dentro del mismo.


–     Y estoy yo, el que fue forzado a estar en ese consejo –se dijo mientras caminaba–. Cuando será que por fin me perdonara y me dejara libre o bueno creo que será solo este año, aunque quisiera que fuera antes de que se gradué de este calabozo.


Siguió caminando entre los pasillos del lugar, no quería ir todavía a su habitación pero tampoco sabía a dónde ir así que decidió ir hacia el auditorio donde se llevaban a cabo las prácticas del club de teatro sabia que le era permitido faltar pero en ese momento necesitaba más que nada distraerse y hacer algo que realmente le gustase y una de las cosas que más le gustaba era estar en un escenario haciéndose notar con un gran espectáculo para ser él la estrella que más brillase en el firmamento.


–     ¡Ah hermoso lugar en el cual se me permite ser quien yo quiera! –dijo al estar en el teatro del auditorio.


Se paso el resto de la tarde en aquel lugar, aunque no lo había echo solo ya que después de un tiempo varios de sus compañeros del club regresaron entre ellos el Profesor Lodge quien lo había puesto a ensayar su actuación, cosa que no le molestaba ya que era eso lo que más disfrutaba, cuando terminaron con la práctica se puso a pintar con sus compañeros parte de la escenografía ya que aun no deseaba regresar a su habitación y ahí se la paso el resto de la tarde hasta la cena, y posteriormente a esta se dirigió directamente a su habitación para darse un baño y caer profundamente dormido.


Los días siguieron su curso pero si de algo se había arrepentido aquella semana fue el no obedecer las órdenes del Presidente del Consejo Estudiantil, ya que como era costumbre había olvidado por completo que tenía que haber delegado las indicaciones del mayor a los demás miembros del consejo y ahora no solo se había visto obligado a ayudar sino que como causo el disgusto de William había tenido que aguantar su mirada asesina, y su discurso sobre el que  por su culpa tendría que hacer de nuevo horas extras de su trabajo como presidente del consejo.


Con el correr de los días llego un nuevo fin de semana que les permitiría salir a pasear por la ciudad y sus alrededores, dejando que los chicos olvidasen de las reglas del internado y de las tareas encargadas por los profesores, ese fin de semana no tenía ningún plan en particular así que cuando fue invitado por uno de sus compañeros de clases a una salida en grupo. Ese día había decidido vestir con una camiseta de cuello en “v” color azul marino de mangas 3/4, pantalón de mezclilla y unos converse negros, cuando salieron del Internado iban ocho chicos todos compañeros del de cabellos rojos como ninguno tenía transporte tomaron el autobús que pasaba un poco más adelante del internado así que caminaron mientras platicaban sobre diversas cosas, cuando llegaron a la parada tuvieron que esperar varios minutos hasta que el autobús llegase y durante el tiempo que les tomo llegar al centro de la ciudad se la pasaron relajados platicando entre ellos.


Para Grell salir con sus compañeros de clase era un poco extraño ya que generalmente no gustaba de salir sólo con ellos debido a que varios habían querido sólo divertirse con él, y si a eso le agregaba que muchos le dijesen raro por su extraño gusto por el color de la sangre, aunque su auto exilio podía ser en gran parte a causa de que ahora se encontrase atrapado por William, alguien en quien no podía dejar de pensar todos los días creía que ya se estaba volviendo un masoquista pero justamente por eso había decidido salir con sus compañeros ese día para no seguir pensando en el otro.


–     ¡Oye Grell! –llamo un chico de cabellos castaños con mirada oscura– ¿tu qué piensas sobre Alois?


–     ¿Eh Alois porque? –cuestiono a su vez el otro.


–     Todo el mundo dice que es una puta –dijo otro chico de cabellos rubios–. Es más se dice que tienes que sacar cita si deseas pasar un buen rato con él.


–     ¡¿Cómo pueden decir eso?! –dijo Grell enojado– Tal vez parezca un chico fácil pero él es una buena persona y se esfuerza en lo que hace.


–     Nosotros solo decimos lo que se rumora en el internado –contesto otro chico de mirada café–. ¡Ah! Pero es obvio que lo defiendas después de todo tu saliste con él ¿no?


–     Salí con él y con otros amigos –corrigió el de cabellos rojos.


–     Entonces tú sabes si es verdad, ¿ese rumor de que el rubiecito de primero se acostó con Sebastian Michaelis en un callejón? –pregunto el de cabellos castaños.


–     Pues… no, no lo se –hablo el otro.


–     Yo escuche que no sólo lo ha hecho en callejones sino que también en cualquier lugar del internado está bien para él –hablo otro de cabellos azules– ¿Crees que se quiera acostar con alguno de nosotros?


–     ¿Qué? –dijo sorprendido y molesto el de cabellos rojos– ¿No me digan que solo me invitaron para esto?


–     ¿Eh? Bueno pensamos que como tú te juntas a veces con él, podrías darnos información de cómo tener un encuentro casual con él –hablo el de mirada café mientras sonreía.


–     ¡Ustedes son todos unos enfermos! –grito Grell y dio gracias que el autobús había llegado a su destino.


El de cabellos rojos salió en cuanto el autobús para por completo ni siquiera espero a que los otros chicos salieran o dijesen nada más, estaba molesto como podía ser que los chicos fueran unos completos imbéciles sin ver hacia donde se dirigía simplemente camino sin anda en su mente más que tratar de despejar su mente.  


–     ¡Estúpidos! ¡Cómo pueden decir todas esas idioteces de una sola! –decía al aire– Después porque nunca han tenido ninguna relación ni nada por el estilo, si tantas ganas tienen porque no se lo hacen entre ellos y dejan a los demás en paz.


Después de pasear por las calles calmando su enojo decidió que lo mejor sería buscar algún lugar donde poder comer algo, ya que había salido del internado sin nada en su estomago y de verdad que se estaba muriendo de hambre, así que busco por los locales alguno que le llamase la atención y no estuviera tan lleno de gente; generalmente era sociable pero cuando estaba de malhumor prefería estar sólo; por fin encontró uno pero como tenían el menú a la vista de todos nada se le antojo así que opto por seguir buscando hasta que vio una cafetería que le llamo muchísimo su atención ya que se trataba de un local, que aunque era en su mayoría de color blanco, era muy llamativo gracias a que sus empleados se encontraban vestidos de personajes de anime lo que causaba que muchos quisiesen entrar y aprovechar no solo almorzar algo deliciosos sino también tener la oportunidad de ver a los jóvenes que se vestían con tan llamativas prendas dándole vida a sus personajes favoritos de anime.


Se sentó en uno de los asientos que estaban al aire libre para poder observar a las personas que pasaban por las calles, y no paso mucho tiempo para que un chico con una peluca corta color lila vestido con una bata blanca de cuello alto, en el lado derecho marcaba el fin de la tela con una línea negra y un botón en el pecho, con unos pantalones negros y zapatos de igual color.


–     ¡Bienvenida a la cafetería “Fantaisie”! –dijo alegre el joven dándole la carta del lugar– ¿Qué desea ordenar?


–     Gracias –hablo Grell mientras veía el menú del lugar– mmm…. Me traes un quiche lorraine de jamón con queso y un jugo de naranja, por favor.


–     Como usted diga –contesto el chico recogiendo la carta para después irse hacia el interior del local


Grell se quedo mirando hacia las calles mientras veía a las personas pasar, incluso pudo ver a unos cuantos de sus compañeros del internado que pasaban por la acera no sabía de quienes se trataba pero sabía muy bien que se encontraban dentro del internado principalmente porque caminaban en grupos muy animados  y platicando entre ellos.


–     ¡Ah! –suspiro– Quien me manda no tener a nadie que me comprenda… –se decía mientras apoyaba su cabeza en una de sus manos– bueno aunque si pienso en mis compañeros de clase creo que prefiero seguir solo en aquel calabozo de escuela.


No tuvo que esperar mucho tiempo para que el mismo chico que le había tomado su orden regresase con esta, así que se dispuso a comer ya que traía realmente mucha hambre, cuando termino de comer todo lo de su platillo se vio tentado a irse pero viendo como los chicos se divertían tomándose fotos con los meseros del lugar no se lo pensó dos veces y siguió la corriente de aquel lugar, se tomo varias fotos con los diversos personajes que se representaban ahí después de un buen rato salió por fin de aquel lugar con los ánimos subidos ya que se había divertido mucho posando para las fotografías con aquellos chicos aunque había tenido que darles una propina por el tiempo que les hizo perder en cuanto a los clientes.


Grell decidió, que como tenía todavía toda la mañana para buscar algo que hacer, ir a buscar la tela para los vestidos que se usarían en la obra de teatro ya que él se había ofrecido a ir a comprarla para después llevarla con la costurera que se encargaba de transformarlas en los diversos trajes que deberían utilizar para la obra.  Camino un poco más desde donde estaba hasta que encontró a una de las tiendas de telas donde se entretuvo viendo y preguntando sobre el costo de estas para después salir y buscar otro lugar su mamá siempre le había dicho que cuando comprara alguna cosa no era bueno quedarse con el primer precio que le daban sino que además de calidad debía buscar un costo no tan alto, así que decidió ver la calidad de las telas y los precios para poder hacer una buena compra de la cual no arrepentirse.


Horas más tarde por fin había logrado no solo conseguir telas de calidad sino también a muy buen precio, con dificultad caminaba por las calles de la ciudad hasta que encontró la casa de la costurera donde después de varios minutos llamando a la puerta fue atendido por una señora de mediana edad de cabellos castaños que sonreía cálidamente.


–     ¡Oh! Tú debes ser el joven que el Profesor Lodge dijo que vendría  ¿verdad? –hablo la mujer


–     Si, buenas tardes mi nombre es Grell Sutcliff –saludo el más joven–. Es un placer conocerla.


–      Igualmente joven, pero pase no se quede ahí –dijo la señora asiéndose a un lado para darle paso al otro.


El de cabellos como la sangre entro de inmediato en la casa, fue guiado por la mujer hasta un pequeño taller donde dejo las cosas para después acercarse a una mesa donde la mayor había tomado unas hojas.


–     Mira estos son los bocetos que tengo para el vestuario que me han pedido –le comento mientras le pasaba las hojas– ¿Cree que sean del gusto de sus compañeros?


–     ¡Sí! –dijo el más joven mientras veía los bocetos– Eh… disculpe, le podría pedir un favor.


–     Claro –contesto la mujer con una sonrisa.


–     Bien, se que el vestuario que me toca son dos vestidos aunque como uno ya lo tenemos –se explicaba el de ojos verdes–  pero lo que quería pedirle es que si por favor al vestido que me hará pudiese ponerle cualquier cosa, aunque sea un mínimo detalle en color rojo.


–     Mmm… Me dijiste que te llamabas Grell, ¿verdad? –hablo girándose para buscar entre sus cosas– ¡Ah aquí esta! –exclamo sacando una hoja donde apenas comenzaba a crear un boceto del vestido que confeccionaría, el cual era un straples ajustado de la parte superior y en la parte posterior  – Mira es un vestido que está pensado para ti, mira lo que podemos hacer es que –le explicaba la mujer tomando un plumón rojo pintando un cintillo ancho en la parte de la cintura del vestido– como el vestido será de un color negro un buen contraste y que puede hacer que llame la atención es ponerle este cintillo pero será ancho para poderle poner unas aplicaciones de color negro que brillen y que no se vea solamente como una tela sobre puesta al vestido, además se ve que tienes un cuerpo delgado y esto hará relucir más tu figura, ¿te parece bien?


–     Me parece perfecto –dijo sonriente el más joven–, ¿cree que el Profesor Lodge le moleste si hacemos ese cambio?


–     No y si dijese algo déjamelo a mí –contesto la mujer sonriendo.


–     ¡Muchas gracias! –hablo feliz el menor– Bueno entonces creo que eso sería todo, asi que me retirare para dejarla descansar.


–     Está bien, te acompaño a la salida –dijo la mujer.


Ambos caminaron hasta la puerta principal donde se despidieron, así Grell continuo caminando por las calles de la ciudad entrando de vez en vez a algunos locales que le llamaron la atención pronto llego el atardecer así que decidió ir a descansar a un parque no sin antes comprarse un helado de vainilla con cereza. Caminaba distraídamente comiendo su helado cuando de repente se tropezó debido a que el suelo estaba levantado debido a las raíces de uno de los árboles y cayó sobre una persona que pasaba por el lugar.


–     De verdad lo siento tanto, no fue mi intención mancharlo ni hacerlo caer –se disculpaba el de largos cabellos, tratando de limpiar la camisa tipo polo color blanca que la otra persona sin levantarse aun del piso,  sin levantar la vista–.  Lo siento tanto, ¿Qué puedo hacer para recompensarlo? –dijo al tiempo que levantaba el rostro para ver a la otra persona llevándose una gran sorpresa– ¡TU! Esto debe ser una broma, ¿verdad?


–     ¡Sutcliff! –grito el otro al ver a Grell sobre él ensuciando aun más su camisa blanca– ¿Porque nunca te fijas por dónde vas? ¿Acaso disfrutas de hacer quedar mal a las personas? Eres un torpe que no sé cómo es que ha podido sobrevivir en este mundo.


–     ¡Sabes no es mi culpa solamente! ¡Tu William también pudiste fijarte por donde ibas o por lo menos hacerte a un lado!  –gritaba Grell ya incorporado– ¡O ponerte una camisa de otro color a quien se le ocurre ponerse algo blanco si va a ir a un lugar donde hay niños por todos lados!


–     ¡Pues esto lo esperaría de niños de cinco años no de un niño de dieciséis! –alzo la voz el otro mientras se levantaba del suelo– ¡¿Siempre eres tan torpe?! ¡Por dios santo que no puedes ser un poco más inteligente!


–     ¿Perdón? –dijo el otro– ¡Pero tú también eres un tonto insensible, eres un idiota que no sabe cómo tratar con las demás personas por eso siempre estás solo!–grito el otro molesto.


–     ¡Ya hablo el que siempre está con un montón de personas tras de él! ¡Si no fuera por el comité y el club de teatro te la pasarías únicamente merodeando por el internado!  –le contesto el más alto– ¡Los demás solo se te acercan para reír de todas las tonterías que haces, no eres más que el payaso del lugar! ¡Tú no eres más que una molestia para todos los que están a tu alrededor!


–     ¡Eres… eres un idiota, un estúpido que no sabe nada de los sentimientos de las personas! ¡POR SER SIEMPRE ASI TODOS EN EL INTERNADO TE SACAN LA VUELTA!  –grito mientras que de sus ojos comenzaban a ponerse brillosos por las lagrimas que anunciaban con salir– ¡Ojala nunca nadie se te acerque y nadie te quiera! ¡Eres un imbécil William! –termino de gritar para posteriormente darse la vuelta para caminar hacia el otro lado pero antes de irse giro su rostro hacia el de cabellos cortos oscuros– ¡Y renuncio hacer tu secretario!


El más alto se quedo mirando hacia donde el otro había desaparecido, suspiro mientras se removía sus cabellos para posteriormente mirar su camisa manchada y acercarse a un bebedero de agua donde mojo un pedazo de papel que traía consigo e intento limpiar un poco la mancha de helado.


Por su parte Grell se había calmado lo suficiente como para evitar que las lagrimas saliesen de sus ojos ya que a él no le gustaban esos sentimentalismos siempre había preferido la alegría por eso era que siempre se comportaba lo más animado que podía aunque sabía que muchos se podían burlar por su forma de ser, para él no era algo malo después de todo muchas personas únicamente se le habían acercado en el pasado por el nivel económico de su familia pero nunca porque realmente estuvieran interesados en tratarlo a él.


Camino hasta que encontró una banca en la acera simplemente para descansar un poco y recuperar el aire después de haber estado gritándole a William, aunque ahora se sentía un poquito mal por lo que le había dicho pero sólo un poco ya que el otro también había dicho cosas muy feas acerca de él, en eso estaba pensando cuando una copa de helado asiendo que se girase a su derecha para encontrarse con el de cabellos oscuros que le extendía la copa.


–     Siento haberte dicho todo eso –dijo William–, te compre un helado para recompensar el que se te callo.


–     Gracias… supongo –dijo despacio mientras tomaba la copa con sus manos–. Yo también lamento lo que te dije.


–     No te preocupes –hablo el otro tomando asiento en la banca–, supongo que puede que tengas un poco de razón.


–      Igual tu –concedió el de cabellos rojos–, por cierto ¿Qué hacías en el parque?


–     ¡Ah! bueno solo había ido a ver el lugar –contesto William manteniendo su vista en las personas que pasaban frente a ellos–, no tenía nada más que hacer y aun no deseaba regresar al internado. Supongo que eso es lo que pasa cuando no tienes a nadie con quien salir


–     Se lo que es eso –contesto el más joven comiendo su helado–. Pero ya que tu estas sólo y sin nada que hacer porque no me acompañas a la plaza principal escuche que como en media hora se presenta un grupo de chicos que tocan instrumentos y me gustaría ir pero sería mejor si alguien viene conmigo.


–     ¿Qué tipo de música tocan? –pregunto seriamente el otro.


–     No lo se pero eso lo hace mejor no crees –contesto Grell sonriendo.


–     ¡Ah! –suspiro el más alto– ¿Y que tu no venias con tus amigos?


–     ¿Tu como sabes eso? –cuestiono a su vez Grell


–     Bueno te vi que saliste del internado con un grupo de chicos –respondió William–, por eso pensé que andarías con ellos.


–     Esos son otros idiotas que solo saben hablar de las personas sin conocer nada de ellas –comento el de cabellos rojos–, pero olvidemos eso ¿entonces vamos sí o no?


–     Supongo que no hay más que hacer –dijo el otro– pero si te pones demasiado llamativo me iré.


–     ¡¿Eh?! –hablo Grell volteando a ver el rostro del peli oscuro curioso por lo dicho– Esta bien, prometo pasar desapercibido.


–     Bien –fue todo lo que dijo William


En silencio el de cabellos rojos se levanto del asiento asiendo que el otro lo imitase y caminasen todo el trayecto hacia la plaza central en  tranquilidad, tal vez no estuviesen conversando ni nada de eso pero por alguna razón Grell no podía evitar que una enorme sonrisa se instalara en su rostro feliz de estar pasando un muy agradable con el Presidente del Consejo Estudiantil, siguieron su camino hasta que llegaron a la plaza central la cual en el centro se encontraba una gran fuente y al pie de esta se podía ver a un grupo de jóvenes que comenzaban a instalar algunos instrumentos y en las orillas de la plaza se encontraban algunos vendedores.


–     ¡Mira vamos a los puestos a ver que encontramos! –hablo Grell mientras tomaba al otro del brazo y lo arrastraba con él.


–     Sabes puedo ir yo mismo –comento el de cabellos cortos.


–     Lo siento me emocione un poco –dijo el otro con una gran sonrisa acercándose al primer puesto que tenia algunos recuerdos de la ciudad.


Se entretuvieron viendo en los puestos y comprando una que otra cosa sobre todo Grell que no solo se la pasaba observando los diversos artículos que había en estos, mientras que el de cabellos rojos se entretenía viendo más que nada los accesorios tales como cadenas, anillos y collares, William había pasado por alto todos aquellas cosas y solo mostró interés en unos discos clásicos que encontró en uno de los puestos.


–     ¡Mira William! –llamo alegre Grell mientras señalaba un puesto de camisetas– ¡Vamos!


–     Espera Sutcliff –dijo William– deja termino aquí y voy a ver, si quieres tu adelántate.


–     Bien –hablo el otro alejándose en dirección al puesto.


Varios minutos pasaron hasta que el de cabellos oscuros se unió con el más joven en el puesto de camisetas, había varios estilos y por lo que apreciaba Grell no sabía cual escoger ya que tenía un montón de camisas sin ningún orden a un lado de él y parecía que todas esas ya habían sido vistas por el más joven.


–     ¡Ah William! –dijo Grell cuando se dio cuenta de la cercanía del más alto– Mira cual te gusta más, ¿esta o esta? –continuo mientras le mostraba dos camisetas, una de color negro con una lengua roja y otra de color blanco que tenía un estampado de un muñeco de trapo con cabellos oscuros.


–     La verdad ninguna se me hace mejor –comento serio el chico mayor.


–     ¡Vamos anímate William! ¡Por eso tu ropa es toda monótona! –hablo el otro– Mira para reponer la camisa que te eche a perder te comprare una, veamos ¿cuál te quedara mejor? –continuo mientras rebuscaba entre las distintas camisetas que había en el puesto, busco hasta que encontró una playera blanca de mangas cortas que tenía un estampado en negro en forma de un traje con una rosa roja– ¡Mira esta! ¡Vamos no vas a decir que no te gusta!


–     Se ve bien –fue la respuesta del otro.


–     Bien entonces nos la llevaremos –hablo el menor– y también estas. –le hablo al vendedor dándole las playeras y después de pagar tomo la playera que había tomado para el más alto y a este lo jalo hacia unos arbustos y ante la sorpresa del otro trato de quitarle la camisa que traia puesta– ¡Vamos no seas quisquilloso tienes que quitarte esa camisa toda manchada! –decía mientras forcejeaba con el otro.


–     ¡¿Qué crees que haces Sutcliff?! –cuestiono William impidiendo al otro desabrochar su camisa– ¡Deja de hacer eso!


–     ¿Que parece? –dijo Grell mientras dejaba de forcejear alejando sus manos del más alto– Tienes que cambiarte esa camisa, está sucia y esta está limpia.


–     Estamos en la calle –fue la respuesta del peli corto.


–     ¿Y eso qué?  –hablo el pelilargo– Bien si te da vergüenza que las personas te vean entonces yo también me cambiare y así ya no tendrás nada de qué avergonzarte.


–     ¡¿Qué?!  –grito William al ver como el de cabellos rojos se quitaba fácilmente su camiseta azul– ¡SUTCLIFF QUE HACES!


–     Me cambio de camiseta  –contesto quedando con su torso descubierto para después buscar entre las playeras una que le gustase, tomo la negra con un estampado de una lengua roja con contorno blanco– Ves es así de fácil y no hagas mucho escándalo que tu dijiste que no llamara tanto la atención.


–     ¡Pero si ya todos te vieron! –alzo la voz William mientras presionaba el puente nasal con dos de sus dedos.


–     Anda, además de que a ti no te gusta andar todo manchados por las calles de la ciudad –comento el otro sonriendo feliz.


–     ¡Ah! ¿Supongo que no estarás feliz hasta que me ponga esa playera verdad? –cuestiono el mayor.


–     Tienes toda la razón –contesto el más joven.


–     Bien trae acá –hablo William mientras terminaba de desabotonas su camisa para posteriormente quitársela y estirar su mano tomando la playera que le tendía Grell, rápidamente se la puso– ¡Listo feliz!


–     ¡Sí! –dijo Grell mientras aplaudía y en su rostro se dejaba ver un leve sonrojo– Bien ahora vamos a ver a los músicos –continuo jalando nuevamente al de cabellos cortos ahora en dirección a la fuente en el centro de la plaza.


Cuando llegaron nuevamente a la fuente tuvieron que hacerse camino entre las personas debido a que ya pronto los músicos comenzarían a tocar y no tuvieron que esperar mucho para que esto sucediera, haciendo disfrutar a todas las personas con las melodías que tocaban y a pesar de que el de cabellos rojos había prometido no hacer nada que llamase demasiado la atención no se resistió cuando uno de los bailarines que acompañaban a los músicos le insto a bailar con ellos, así que William tuvo que aguantar ahí hasta que el otro terminase de divertirse acosta de su vergüenza sobre todo cuando lo jalo con él e intento hacerlo bailar teniendo como resultado que este se moviera solamente con pasos muy rígidos, ya cansado Grell de tanto ajetreo con el baile decidió dejar su lugar a otras personas no sin antes despedirse de los bailarines con efusivos abrazos.


–     ¿Ya podemos irnos? –cuestiono William un poco molesto, aunque no sabía que si por haber sido el centro de la atención por el ridículo que había hecho o por ver como el de cabellos rojos se la pasara siendo tocado por otros hombre esto último lo sorprendió ya que nunca había tenido ese tipo de pensamientos, y el otro solamente se dedico a asentir efusivamente– Vamos entonces, no vaya a ser que no alcancemos el autobús.


Ambos jóvenes caminaron mientras que Grell no paraba de comentar todo lo que había observado de los músicos sino que también le platicaba sobre la cafetería en la que durante su almuerzo había visto chicos vestidos de diversos disfraces, cuando llegaron a la estación tuvieron la suerte de que un autobús saldría en poco tiempo así que subieron sin perder más tiempo, el camino de la ciudad al internado fue tranquilo y silencioso, cuando llegaron a su destino bajaron del autobús y al entrar al internado aun para sorpresa pero sobretodo decepción de Grell todo volvió a ser como era antes de aquella tarde.


Con el paso del fin de semana nuevamente se dio comienzo a una nueva semana escolar en la cual Grell se vio nuevamente envuelto entre sus tareas como en el consejo estudiantil, ya que aunque en medio de su disgusto siguió colaborando con las actividades que le habían sido dadas antes de aquel suceso, y para su poca paciencia no solo había tenido que seguir escuchando de sus compañeros las preguntas sobre como poder estar con el compañero de habitación de su amigo Ciel sino que también los ensayos de la obra de teatro en la cual participaba se habían intensificado debido a la cercanía del estreno.


En cuanto a William T. Spears, bueno su vida no hubo cambiado tampoco en lo más mínimo, el único cambio del que se había dado cuenta era que últimamente se  descubrió observando con mayor atención a su secretario del consejo estudiantil que para su sorpresa seguía siendo Grell Sutcliff ya que imagino que su renuncia en aquel parque era verdadera pero al parecer solo había sido un producto de la discusión que habían tenido aquella vez.


–     Buenas tardes Sutcliff –saludo William al entrar a la sala del Consejo Estudiantil encontrándose con el pelirrojo que ya se encontraba en el lugar.


–     Buenas tardes Presidente T. Spears –correspondió el saludo el otro–. Ya está todo listo para la junta presidente así que solo estamos esperando al resto del consejo.


Así era siempre cuando se encontraban ya fuese en los pasillos del internado o en las juntas del Consejo estudiantil sus saludos eran igual que antes, causando en el menor un sentimiento de decepción y en el mayor un extraño sentimiento que aun no podía descubrir de que se trataba.


Los días siguieron para ambos jóvenes, para el de cabellos rojos se estaba volviendo costumbre el encontrarse de vez en vez con Ciel así como también se le estaba asiendo hábito tener discusiones con sus compañeros de salón debido a que muchos no sólo habían querido que les diera información acerca de como acercarse a Alois sino que también comenzaban a hacer comentarios de que posiblemente él y sus demás amigos de primer año eran iguales que el rubio causando así que Grell no solo se defendiera asimismo sino también a los otros, en cuanto a su obra con el club todo marchaba de maravilla el vestido que le confecciono la costurera quedo hermoso tal y como en el boceto que le mostrase e incluso había mantenido su promesa de ponerle aquel cintillo ancho de color rojo y no obtuvieron ninguna objeción por parte del Profesor Lodge.


Así como se acercaba el día del estreno de la obra también se acercaba el día del baile que se realizaba para recibir al otoño, causando que todos los miembros del Consejo Estudiantil estuviesen asiendo trabajo extra ya que mientras unos se encargaban de ver los aspectos del decorado del salón y de la ambientación otros se encargaban de elegir lo que se ofrecería de cena para esa noche, unos cuantos eran los encargados de la música y otros más se encargaban de los carteles que serian puestos en diferentes partes del internado para dar a conocer el evento.

Notas finales:

MUCHAS GRACIAS POR LEER!!!! :D

 

 

ESPEROS SUS REVIEWS... LES ESTA GUSTANDO LA HISTORIA?!?!!


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