A la mañana siguiente, todo seguía igual.
Akihiko preparó el desayuno, unas “tostadas quemadas” con un poco de mermelada que había comprado en el combini más cercano.
Comieron en absoluto silencio, hasta que ese silencio fue quebrado por el adulto.
- ¿Te apetece ir a dar una vuelta? Quizás quieras ir al parque de atracciones...o...quizás prefieras quedarte en casa, de todas formas, a partir de mañana estaré ocupado con mi trabajo, así que no podre estar mucho por ti
- No...Prefiero descansar, por cierto...¿cual es tu trabajo? - preguntó más por curiosidad que por interés
- Soy escritor, tu padre es un famoso y reconocido escritor – le comunicó totalmente orgullosos
- Pensaba que los famosos estaban rodeados y molestados por la prensa del corazón todo el santo día – bromeó Misaki
- Tranquilo, eso no es así, exceptuando en las películas – Akihiko le sonrió mientras terminaba de desayunar – Hoy iremos al parque Disney
Misaki solo se encogió de hombros, dando a entender que le daba igual. Cuando terminaron de desayunar. El menor se dirigió al baño, pues debía ducharse antes de tan siquiera pensar en salir a dar una vuelta. Mientras, el adulto recogió los platos y se dispuso a lavarlos.
Akihiko lavaba los platos hasta que un ruido sordo le hizo dejar los platos, algo había sucedido.
Subió de dos en dos las escaleras del duplex hasta el segundo piso, toco la puerta esperando una respuesta del menor, pero al no recibirla entró.
Encontró a Misaki tumbado en el suelo, con miedo y consternación, se acercó al menor.
- ¡¿que a ocurrido?! - preguntó el adulto aún con el miedo recorriendo todo su cuerpo
- Solo me resbalé al querer coger una toalla – le respondió Misaki con la nariz sangrando y el labio un poco hinchado
Akihiko lo abrazó fuertemente, ese niño terminaría muy pronto con su vida. Se había asustado mucho al ver a Misaki tendido en el suelo.
- Entonces, en vez de querer hacerlo por tu cuenta, deberías pedir mi ayuda – le regaño pero sin alzar la voz
El adulto tomó la toalla causante de todo ese jaleo y envolvió el cuerpo del menor, luego lo cargó como una princesa hasta su propia habitación. Con suavidad y delicadeza lo dejó encima de su cama, sin importarle que el menor aún estuviera mojado. Con cuidado inspeccionó su rostro, la nariz había dejado de sangrar, de todas formas, fue a buscar el botiquín de primeros auxilios. Minutos después, regresó y le puso un pequeño algodón en la nariz.
- Eres torpe, incluso te hiciste daño en la rodilla – Akihiko lavó y desinfectó la rodilla con una gasa y le hizo un pequeño vendaje
- Lo...lo siento – se disculpó el menor, dejándose hacer
Después de curar al menor, se dirigió a la habitación de Misaki y tomó uno de los pocos conjuntos que tenía el menor en sus armario. Luego regresó de nuevo a su habitación.
- Por lo visto, solo traías contigo ropa deportiva y bastante gastada, deberemos desechar esa ropa y comprar ropa nueva – le comunicó el adulto mientras lo ayudaba a vestirse
- mmm...quizás... - Misaki se dejaba vestir del mismo modo que se había dejado curar las heridas – Tampoco tienes que preocuparte mucho, yo estoy bien con esa ropa...no necesito más
Akihiko negó con la cabeza y siguió vistiendo al menor, luego lo ayudó a ponerse en pie.
- Al menos, demos una vuelta por los alrededores, necesitas conocer la zona, pues tarde o temprano tendrás que salir de casa ¿no? - le propuso nuevamente el adulto al menor
- mmm...quizás... - fue su seca respuesta
Al adulto aquellas simples y cortantes palabras, le herían, pues el menor no mostraba signos de felicidad ni dicha. Parecía solo una pequeña marioneta y hacía que se sintiese culpable.
No sabía que podía hacer para hacer sentir mejor al niño, suspiró con resignación.
- Entonces...Dime tú que te apetece hacer – le sugirió el mayor mientras seguía al menor fuera de la habitación
- Simplemente quiero descansar, no me apetece salir, total, tampoco tengo donde ir, no conozco este lugar y supongo que tampoco hay nada interesante – el menor se encogió de hombros, pues aunque no quería despreciar el lugar donde vivía su padre, era cierto que salir a la calle a pasear no lo motivaba para nada
Akihiko siguió al menor hasta el salón, donde el pequeño se dejó caer encima el sofá haciendo una mueca de disgusto. Estaba aburrido y no sabía como matar el tiempo.
- Dime entonces lo que quieres hacer – le volvió a repetir el adulto – No es bueno que te quedes en casa todo el día
- Entonces...salgamos a cenar...nunca he salido por la noche – le sugirió el menor una gran sonrisa en los labios – me apetece ver la ciudad por la noche...¿sí?
El adulto no pudo negarse a esa petición formulada con tanta inocencia y termino por aceptar. Le enseñaría los mejores lugares de la ciudad.
Por la noche, salieron a pasear, primero dieron una pequeña vuelta en auto, luego lo aparcaron y fueron caminando hasta un restaurante familiar.
Comieron una hamburguesa con patatas fritas con ketchup. Akihiko era una de las primeras veces que comía ese tipo de comida chatarra, pues aunque en casa cocinaba comidas pre-cocinadas, cuando salía, solía ir a lugares “diferentes”. De todos modos, disfruto de esa cena con su hijo, que no dejó ni una sola papa en el plato. Con un pañuelo, le limpió la comisura de los labios y la punta de la nariz.
- No debes correr tanto al comer o te sentara mal – le recomendó el adulto después de terminar de cenar
Misaki se sonrojó y siguió comiendo su hamburguesa.
Luego de cenar caminaron un buen rato, hasta que inesperadamente, la pequeña mano del menor, buscó la mano de su padre, entrelazando los dedos. Ese gesto pilló por sorpresa al mayor, pero ese cálido sentimiento y esa pequeña mano que se aferraba a la suya le agradaba.
Después fueron al cine, a Misaki se le antojó ver una “aburrida” según la opinión del adulto, película de dibujos animados. Pero...Treinta minutos después de comenzar la película, el menor se durmió, mostrando nulo interés por el film. Así fue que al terminar la película, el adulto se vio obligado a cargar al menor en brazos de regreso al auto. El menor solo se acurrucó aún más contra el pecho de su padre, buscando algo de calor, pues eran ya las diez de la noche y el frío clima nocturno le molestaba.
Al llegar al auto, el adulto lo recostó en el asiento de atrás, luego subió él al auto.
Cuando llegaron a casa, Akihiko lo volvió a cargar hasta subir a su ático, ahí lo llevo hasta la habitación del menor, lo desnudó, dejando solamente en ropa interior, luego le puso la pijama, abotonando los ocho botones de la camisa. Para finalizar besó su frente y lo cubrió con la cobija de la cama, terminada su labor, salió de la habitación.
A la mañana siguiente, Misaki despertó temprano, no recordaba casi nada de la película que tanto quería ver, supuso que eso significaba que no era tan buena ¿no? Pues de haber sido incluso un poco interesante quizás hubiera despertado algo de interés por verla. Solo recordaba que a los pocos minutos de comenzar el film, se quedó profundamente dormido. Desde ahí hasta el presente, ya no recordaba nada más.
Ignoraba por completo que el adulto lo había cambiado y puesto la pijama, lo había tapado para evitar que se resfriara, lo había cargado todo el camino hasta su casa.
Se cubrió por completo con la cobija de la cama, pero no estaba cómodo, no paraba de dar vueltas encima la cama sin lograr conciliar el sueño de nuevo.
Se levanto y despacio camino hasta la habitación de su padre el cual por la temprana hora que era, seguía durmiendo. Con sigilo se fue acercando lentamente hasta la cama de su progenitor. Levanto las mantas y las sabanas y se acurrucó contra el cuerpo del adulto, encontrando comodidad por fin. La calidez que el cuerpo del adulto le brindaba le gustó, aunque no pudo evitar reprenderse mentalmente. “Esto no está bien” “¡Debo regresar a mi habitación!” y un sin fin de palabras y frases que no convencieron a su cuerpo de moverse. Al final, terminó cediendo frente al sueño. Se quedó dormido de nuevo.