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La fruta de la pasión. por -Raiden-

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Notas del capitulo:

 

"Ahora que la locura a ganado la batalla... Liberén a bestía sedienta de emociones... El corazón..."

 

 

Podía sentir como le tomaba del brazo con una mano fuertemente para llegar hasta su tatuada mano y entrelazarla con la suya.

Su piel estaba fría como el hielo pero eso solo le refrescaba cuando con la otra mano le tomaba por la nuca agarrando su oscuro cabello con rayos azulados.

Esa textura tan fina y aterciopelada que era su suave pero morena piel le recordaba algo, pero no sabía que, en ese momento solo le importaba devorar esos jugosos labios, domar esa lengua que ya le daba algo de resistencia y robar todo el oxigeno de sus pulmones a través de esos jadeos que solo lo excitaban más.

-Eus-Eustass-ya… - apenas podía articular su nombre en esos mínimos segundos donde podía suspirar tratando de captar el vital oxigeno.

Pero el maldito de Eustass Kid no le dejaba respirar con normalidad, no podía despegarse de sus adictivos labios, o más bien no quería. Sentía que en el momento que lo hiciera, todo se desvanecería, regresarían a los insultos e intentarían atacarse nuevamente.

Su pálida mano viajaba de su nuca por su delgado cuello, erizando la piel morena a su paso, las yemas de sus dedos definían cada parte de ese mar de fría arena acaramelada que tocaba… era simplemente hermoso.

-Trafalgar… - su nombre sonaba como un gruñido animal cuando sus labios abandonaron los contarios.

Necesitaba besar su piel, su adictiva y sensible piel que reconocía sus caricias algo rudas. Sus oscuras uñas necesitaban tener más contacto, más de él, de su cuerpo que gritaba porque lo calentara.

Siguió con el rastro de calientes sensaciones para llegar al borde de su sudadera amarilla con negro manchada ahora de la tierra en la que estaban acostados.

-Déjame calentarte Trafalgar… - no era una petición ni mucho menos un suplica de algo, era una declaración de lo que quería hacer.

“El cirujano de la muerte” tenía una expresión de sorpresa evidentemente sonrojada.

Esa frase cargada de lujuria, de posesión y pero sobre con su nombre en ella, hizo que su cuerpo respondiera de una manera grácil, susceptible, y erótica que solo el “Captian” conocía su significado.

Arqueo su espalda dando ese contacto tan prometedor, seductor, lleno de un jadeo casi convertido en un gemido cuando lo hizo con el suyo.

Trafalgar Law había perdido por completo la esencia de la realidad cuando las calientes manos de Eustass Kid que, con nada de cuidado terminaron por sacarle esa prenda de su delgado cuerpo mandándola a alguna parte de la cueva, haciendo que los espasmos del moreno le hicieran excitarse al instante.

Esa caliente y pálida piel que solo era poseedora del deseo más insano de un hombre que está enamorado, dejo que la mente de ambos se corearan en una especie de sueño maravilloso pero macabro al mismo tiempo.

La respiración es tan superficial tanto para Kid como para Law ahora que sus alientos se mezclan antes de besarse desesperadamente.

Necesitan reanimarse el uno al otro antes de que murieran por las tremendas ganas de completarse mutuamente.

Deslizaba sus manos con fiereza hasta el borde de su moteado vaquero para despojarlo de todas esas tentadoras prendas que ahora impedían que su caliente sensación siguiera con su misión. Kid no dejaba de exhalar todo el calor que su cuerpo irradiaba, sentía que su piel se quemaba por todo el fuego en su interior pero lo que necesitaba era la refrescante piel de Law. Una poderosa pero suave piel llena de delicioso sudor frío con el cual se lengua agradecía ahora que probaba maliciosamente.

Esas gotas de ambrosia que descendían por su acanelada piel era el veneno perfecto para morir si era necesario, pero esos pezones que se erizaban cada vez que pasaba cerca de ellos le tentaban a seguir devorando su piel. Y al final estaba succionándolos con fuerza arrancando jadeos totalmente aprobatorios por parte de Law.

Y sus manos tatuadas tampoco estaban quietas con tanta atención y más cuando su piel que se volvió extremadamente sensible con el frío que abrazaba su cuerpo, como si quisiera congelarlo en el tiempo para preservar su hermosa figura delgada en capas y capas de fino hielo cristalino, haciendo que la miraba lascivia de Kid se lo impidiera, ese calor le empezaba a agradar de sobre manera. Ahora tiraba de esa cinta rojiza que estaba atada a la cintura del pálido pirata, para poder quitarle esa molesta prenda que impedía el contacto con su cuerpo, el pantalón con lunares amarillos y marrones.

La música que completa esta pieza de arte eran los gemidos de Trafalgar y los gruñidos de Eustass como trasfondo cuando sus manos ya no podían dejar de marcar con sus uñas las largas y morenas piernas de su amante en turno.

Y al igual que el pelirrojo capitán, el pelinegro no podía retener sus ganas de marcar su blanca, lisa y ancha espalda que parecía un lienzo del más puro blanco de la nieve del north blue con sus uñas.

La ropa era lo de menos ahora que la madre tierra, con todo su esplendor recibía a los dos piratas intentando calmar las sensaciones que los embargaban dándoles un toque sucio a la piel de ambos.

Tuvieron que contemplarse por un momento…

Esas doradas iris amenazándolo con devorarlo con monstruoso apetito su alma y cuerpo, le indicaba que era una mirada animal pero contenida por un poder desconocido. Un poder tan cálido como el fuego de la fogata que habían hecho para pasar la tormenta, un poder que despertaba con cada agitada respiración, con cada jadeo desesperado y el gruñido que producía por la impaciencia de querer fundirse con su cuerpo.

Trafalgar Law tuvo que desviar por un momento su turbia mirada…

Era demasiado para él ahora que estaba con el violento sonrojo en su rostro y la forma en que le miraba el otro. No es que no quisiera hacer aquello, de hecho lo anhelaba cada noche desde conoció al Eustass “Captian” Kid, pero una cosa era imaginarlo y otra hacerlo.

La inesperada acción que hizo el moreno bajo su cuerpo incito al pálido hombre a tomar su mentón y obligara a que le mirara.

Esos ojos gris acero tan fríos, tan desalmados y casi fulminantes con tan solo unos segundos, congelaba a más de una persona, pero ahora estos estaba brillantes, como si fueran mercurio líquido, agujas de plata que buscaban hacerle perder la poca cordura que le quedaba para reflejar el pecado que deseaba en su más pura expresión.

Eustass Kid le gustaba de sobremanera esos afilados ojos como cuchillas.

Tendría que fundir su mirada con la suya… era imperativo hacerlo ya.

-Trafalgar… No sabes cuánto tiempo he esperado este momento… - la declaración de Kid hizo que Law cerrara los ojos avergonzado. – Mírame… - exigió para acercar sus labios hasta los del contrario. – Voy hacerte mío… Mío y solo mío… - su caliente aliento junto con la declaración lograron su objetivo: hacer que el moreno abriera sus ojos.

-Eustass-ya… - apenas era un susurro esa excitante voz jadeante. – Eustass-ya… Quítame este frio… Necesito… calor… - no se podía sentir más patético pidiendo aquello pero las calientes manos del otro lo envolvieron en un fuerte abrazo que había pedido casi sin pensarlo. – Hazme tuyo… - volvió a pedir Law para tomar la rojiza cabellera de Kid y atraerlo hacia sus suculentos labios.

No había marcha atrás…

Con su piel sudando, contrastando con sus propias esencias, emitiendo el calor y frio que exhalaban sus cuerpos, empezaron la locura de sus necesidades más elementales.

Recorría con deseo esa piel morena con su lengua.

En verdad su sabor se asemejaba a un dulce pero casi empalagoso chocolate que ahora podría pasar horas degustándolo con increíble calma. Se llenaba de todos esos jadeos que Law le regalaba, de esas miradas cargadas de sentimiento, de ese rubor que coloreaba sus mejillas y de su saliva deslizándose de sus labios  apetitosamente hasta perderse con su piel.

No podía de dejar de admirar la belleza que sostenía en sus pálidas manos.

Si el aire que le faltaba con cada bocanada de oxigeno que exigían sus pulmones y cerebro, era por la caliente lengua de Kid derretir cada parte de su ser, cada mordida que ahora le daba sin dejarle recuperarse del todo de la última sensación que recibía, y cada marca que le dejaba a su paso lo volvían loco de más. Era demasiado para él, su piel extra sensible le mandaba descargas de adrenalina, arqueaba su columna y solo quería que el otro siguiera hasta que su cuerpo no pudiera más.

Ya marcaba esa delicia de chico con uñas, dientes y chupetones que no se borrarían en largo tiempo, pero su propio cuerpo tampoco se quedo impute de ser marcado… podía sentir perfectamente como el ardor de las heridas en su espalda serían permanentes y más teniendo una piel tan blanca pero eso era lo de menos.

Podía sentir la hinchada erección rozar su muslo de forma insinuante haciendo que Law dejara ese cuello más expuesto y cerrando los ojos con fuerza. Quería que esa enorme polla palpitara en otra parte de su cuerpo, que le calentara desde dentro, que le hiciera sentir caliente muy caliente, porque podía jurar que su frío cuerpo ya solo le quedaba unas cuantas capas de pesado hielo.

El pelirrojo se relamió los labios para soltar su caliente aliento sobre su delgado cuello. Esa timidez que ahora embargaba al moreno no sabía cómo describirla pero le gustaba y mucho. Se pego más a frío cuerpo para empezar a transmitir todo su calor, dejándose refrescar por el solo sudor, la sola esencia de su piel helada pero sintiendo el miembro del otro frotándose entre ambos vientres pidiendo atención necesitada para liberarse de toda ese exquisito placer.

Y como ahí no pudo más.

Separándose como si estuviera furioso el pelirrojo cargo de las caderas al pelinegro obligando a que se sentara ligeramente sobre su regazo haciendo un mínimo contacto con su pene en su entrada ahora húmeda.

Law tuvo que abrir los ojos sorprendido intentando inútilmente resistirse para tensarse al sentir ese ansioso tacto, la punta de esa enorme polla se paseaba incitantemente haciendo… no más bien deseándolo con más impaciencia, pero sin atreverse del todo a penetrar su cuerpo.

Siguió con esa rudeza para abrir las morenas piernas que se dejaban hacer esperando que por fin cumpliera con su palabra de pirata, que le hiciera lo que ya su desvariada mente pedía a gritos con fuerza y dejar que sus ojos se llenaran de deseo, de un famélico deseo.

Termino por subir una de sus piernas hasta su hombro pálido dejando más expuesta esa entrada, viendo como ya solo eran unos cuantos centímetros lo que le separaba de la gloria, de la más deseada forma de expresar algún sentimiento de cariño extremo.

Sintiendo la nevada piel del pirata de cabello negro, Kid masajeo su pene para esparcir su propia esencia pre seminal a modo de lubricación, dejando al menos liberar algo de esa fuerte presión para guiarla con lentitud a su objetivo.

Las miradas se cruzaban más veces de las necesarias, dejando rastros de que lo que harían abriría una nueva puerta, una puerta a lo desconocido pero excitante caos que los mataría lentamente para dejarles salir como unas personas completamente diferente… pero completamente libres de sus emociones.

Y a modo de afirmación Law acaricio su brazo, su pálida piel, que parecían diminutas escamas como algo que había tocado antes, algo que le erizaba su piel, pero sin poder recordar de donde. Siguiendo con su camino llego hasta la mano de Kid que todo el tiempo le miraba en silencio, esperando que era lo que deseaba, sintiendo su sangre correr más rápido por la posición y perdiéndose en los tatuajes de sus manos.

La punta de su miembro empezaba hacer esa presión deliciosa siendo guiada por ambas manos, la de Eustass y Trafalgar, jadeando a la vez, respirando con pesadez, haciendo que entrara con suavidad, sintiendo la presión, lo húmedo, lo grande y palpitante de cada parte que se complementaban para quedar unidos por completo.

-Joder… - Kid ya perdía el suelo cerrando los ojos entrelazando su mano con la de Law.

Estaba en el jodido paraíso del más placentero mar del los cuatro mares de ese puto mundo, ya solo existía el “Cirujano de la muerte” para él solo, y para nadie más.

Nunca había sentido esa enfermiza necesidad pero ahora el celoso amor posesivo estaba en su corazón, era un pirata después de todo, y las riquezas de oro y plata fina no se compraban con nada, nada de que experimentaba en esos momentos, se estaba volviendo loco por ese moreno.

-Mierda… - Law sentía que lo llenaba por completo, todo su ser, todo su cuerpo que empezó a temblar ligeramente mientras intentaba respirar y viendo como sus manos estaban unidas.

Si alguna vez sintió algo parecido a que ahora experimentaba era cuando estaba en al campo de batalla, cuando rebanaba todo lo que se ponía a su paso, todo que quería destruir para alcanzar su objetivo de venganza pura contra aquel que lo llevo al mismo infierno, pero esto ya empezaba a superarlo.

Jamás había estado con nadie de esta forma, dejando que poseyeran su cuerpo con esa fuerza, con tal brutalidad pero gentiliza acompañada, una maldición que podría jurar que había visto antes en sus ojos cuando se miraba al espejo: el deseo de la algo muy intenso y casi irracional.

¿Lujuria? ¿Pasión? ¿Deseo?... No… ¿Amor?... Quizás pero…  

Empezó a salir con cuidado para luego meter su polla hasta el fondo de su cuerpo con fuerza y precisión dando a su próstata como si ya conociera su interior, leyéndolo como un mapa que había memorizado en sus sueños.

Una y otra vez le dejaba sin aliento cuando entraba con esa fuerza sin lastimarlo, arqueando su espalda a modo de respuesta involuntaria, dejando que su saliva resbalara por sus labios, mirando cómo le embestía y no dejaba rastro de superioridad ni de orgullo en sus rostros.

Pero necesitaban más… no era suficiente.

El moreno atrajo más al pelirrojo con su pierna disponible abrazándolo por la cintura, atrayéndolo a su cuerpo con sus brazos para gemir en su oído provocando a la bestia que ya estaba tomándole como tanto quería.

Oh… Mierda… era exquisito… en todos los sentidos.

Si el moreno quería provocarlo, el haría lo mismo y más. Oh claro que sí.

Empezó a lamer su lóbulo con todo y pendientes dorados paseando su lengua, tirando de ellos con ligera fuerza, metiendo su lengua en su oído y…

-No… no ahí no… - era su punto débil de Law por sobre todas esas caricias, embestidas bruscas pero concisas que ya lo hacían gritar.

Y lejos de detenerse el pálido siguió con su tarea para llevar una mano a la erección de su moreno, porque ya era suyo desde el momento que lo vio en el archipiélago, cuando no dejaba de mirarle con esa puta sonrisa que le fascino casi instantáneamente.

El erótico masaje llevaba el mismo ritmo rápido de sus embates, y tan solo era el principio.

Besos y caricias seguían lloviendo por parte de ambos, el ritmo aceleraba así como la sangre en sus venas, palpitaban con fuerza, podían sentir cada fibra, cada célula, cada respiración.

-Law… - era la primera vez que decía su nombre… su precioso nombre. – Law… Eres mío. – era su tesoro, y no lo compartiría con nadie.

-Kid… - solo podía contestar a con la misma moneda sintiendo el ansiado final. – Kid… yo… soy tuyo. – ahora si estaba perdido en la locura.

Terminaron por correrse en el respectivo cuerpo del otro, Law en su vientre y Kid en su interior…

Y aun estaban lejos de terminar… lo harían hasta que sus cuerpo no pudieran más hasta el amanecer.

El frio y el calor se entremezclaban en una sinfonía sin principio ni fin, llena de ambos hombres ahora gimiendo intercambiando la letra con sus voces y besos, coreando con sus húmedos sonidos haciendo que la cueva fuera la única testigo de todo.

Esa noche durmieron abrazados cubiertos con la capa del “Captian”

 

Notas finales:

Gracias por leer.


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