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¿Qué pasó entre Bilbo y Tauriel? por mestefaniab

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El ruido. El ruido era insoportable… Un ejército de orcos había llegado y su marcha era feroz. No habría rendición, no habría piedad, solo clamaban por la sangre de todos ellos. No pueden evitarlo, está impreso en su naturaleza nefasta. Los orcos no pueden ser de otra manera, así fueron creados…


Enanos, elfos y hombres forzosamente unidos. Apenas si puede decir que estaban organizados, pero el miedo a morir es sorprendente. Hace que el más cobarde luche como el más valiente. Especialmente, cuando no hay otra opción...


Érebor resistió, hasta el final, pero eso no evito la sangre que bañó a esas tierras. Las bajas comenzaron desde el principio, cuando una lluvia de fechas oscureció al sol, por pasmosos minutos. En la torre, Ori impotente, observaba todo con lágrimas en los ojos. Minutos antes que los orcos llegaran, Balin le comunicó lo que tenía que hacer, pero... ¿Cómo podría? ¿Por qué tener esa obligación, sabiendo que el precio a pagar, es observar a sus hermanos y amigos morir?... El pequeño enano maldecía su suerte en esos momentos, mientras las lágrimas ya formaban surcos en sus mejillas y en su corazón.


 


________ Flashback Ori________


Balin veía en silencio, como era encerrado junto con Bilbo, Tauriel y el pequeño escriba. No se atrevió a escuchar, aquellos íntimos susurros de despedida entre sus amigos… No hubo tiempo a réplicas, los orcos habían llegado. Cuando la puerta se cerró, todos se miraron entre sí…


 


Balin: _No necesitan decirme que desean pelear…


Tauriel: _Perdóname, pero me iré ahora mismo, con o sin tu permiso. Y no hagas esto mas difícil, porque si debo golpearte lo haré.


Bilbo: _Balin, yo me iré con ella, lo siento pero tampoco podrás detenerme.


Balin: _No pensaba hacerlo de todos modos, de hecho he escondido armas aquí, antes de que nos encerraran por que supuse que esto sucedería... Yo iré con ustedes, y que Mahal me perdone por desobedecer a mi rey pero, todos tenemos derecho a morir peleando.


Ori: _ ¡Entonces yo también iré!


Balin: _No pequeño, alguien debe contar la verdad, si es que ninguno de nosotros vuelve… Escúchame niño, toma esta llave y ve por la puerta que está a la derecha en la tercera cámara del tesoro, esa puerta te llevara a través de túneles que conducen hacia atrás de la montaña. Espera a la seguridad de la noche, y huye a las montañas azules. Cuenta a los nuestros la verdad. Esa es tu tarea, pequeño Ori.


Ori: _ ¡No! ¡Mis hermanos están allá afuera!


Bilbo: _Ori, si nadie sobrevive, si todos morimos allá afuera… Por favor, yo en verdad quisiera que vivieras y que fueras feliz… ¿Podrías hacer eso por todos nosotros?...


________ Fin del flashback________


 


Balin no podía retener a Bilbo y menos a Tauriel, él lo sabía y tampoco quería hacerlo. Fue con ellos y juntos se internaron en la lucha. Una lucha que el viejo enano creyó perdida, cuando en un mar de espadas los tres, sin poder evitarlo, fueron separados…


Bilbo al verse rodeado de orcos, sin dudarlo, se colocó el anillo y luchó. Luchó como nunca lo hizo, era torpe, pero su altura le permitía escabullirse entre los cuerpos combatientes. Salvó muchas vidas, casi sin proponérselo. Pero en su mente había un solo objetivo: Encontrar a Thorin, protegerlo o morir en el intento. Fue entonces que el ruido de la batalla se hizo eco, no podía escuchar nada con claridad. Algo cálido, que no podía identificar, comenzó a brotar de su vientre. Pudo observar como la hoja de una espada le atravesaba, y al seguir con la mirada hasta su portador, vio un ser inmundo y confundido, que no entendía donde es que su arma se había atascado. Ágil, Bilbo deslizo a dardo por el cuello del orco. En ese instante, todo se volvió oscuridad y en esa negrura, sonrió al recordar la primera vez que vio los ojos de Thorin. Y así, sonriendo y recordando la intensidad, en la mirada de aquel al que llamaba “el amor de su vida”. Bilbo cerró sus propios ojos, embriagado en una infinita paz…


Como olas que avanzan hacia la costa, así arremetían los guerreros contra el ejército de orcos. El olor metálico, de la sangre derramada, inundaba aquella tierra consumida por el desaparecido dragón. Tauriel perdió a Bilbo, pero no sin antes despedirse del mediano con una mirada cómplice. Las palabras siempre estuvieron demás entre ellos. Sin protestar, fue hasta donde el ritmo de la batalla la impulsaba. Diez, veinte, cincuenta cuerpos cayeron con el sello de su daga. Ella, una guerrera experimentada, tenía como objetivo matar a toda bestia que se atreviera a ponerse en su camino. De un momento a otro, se vio rodeada de elfos y de hombres, que le seguían en su marcha. No era de sorprenderse, después de todo, en batalla ella era un líder. El primero en divisarla fue Légolas, quien no daba crédito al ver a su amiga sobre una pila de cadáveres de su propia autoría. Manchada tanto ella, como su espada, en espesa sangre oscura. Imparable y despiadada. Pero los orcos también la habían visto, y sus armas clamaron por venganza abandonando todo otra lucha. Légolas entro en pánico, vio las intenciones del enemigo y sabía que no podría llegar a tiempo. Tauriel cayó, pero antes de poder reaccionar y detener al agresor, un cuerpo cálido y familiar se interpuso a modo de escudo. No tuvo el placer de matar a aquel orco, Légolas se le adelantó con una certera flecha, y ella lo maldijo internamente por ello. Su escudo, no era otro si no aquel por quien luchaba, y con lágrimas en los ojos colocó sus manos sobre la profunda herida. Pronto Légolas, Fili y Gandalf, llegaron por ellos. Se los llevaron a tiempo que el ejército de Dis anunciaba su llegada. Cuando Tauriel y Kili fueron puestos a salvo, lejos del campo de batalla, el ejército de orcos había sido rodeado…


Thorin se paralizó… Delante de él, se encontraba su mentor, luchando… Giro observando a su alrededor. Elfos, hombres y enanos, estaban peleando y ganando aquella guerra… Pero el rey enano ya no quería pelear, Bilbo no estaba en Érebor, y él lo sabía. Su único se encontraba en algún lugar de la batalla y debía encontrarlo. Fue hasta donde se encontraba el viejo enano y le pregunto: _ ¡¿Dónde está Bilbo?!Pero Balin no supo que contestarle…


Horas después, la noche se hizo presente. Apilar los cadáveres del enemigo, para luego quemarlos, fue una tarea repugnante. Pero era la única forma de encontrar a tiempo a los heridos, así como también, encontrar a los caídos y darles el adiós que merecían…


Tauriel estaba sentada en el suelo, cubriéndose el rostro con las manos. Estaba consciente que la muerte le podía arrebatar a su imprudente enano, en cualquier momento. La herida de Kili era grave y muy dolorosa. Tenía perforado un pulmón. La elfa rezó, rezó como nunca lo había hecho y lloró, la desesperanza la estaba consumiendo. A su lado estaba Fili, quien la abrazaba de manera protectora, en silencio. Ninguno hallaba consuelo…


Dis los observaba, antes de llegar a lado de la cama de su hijo menor, había visto al rey de Érebor sumido en la angustia.


Thorin con lágrimas, nacidas del cobalto de sus ojos, no paraba de buscar a Bilbo. Balin trató, en pocas palabras, explicarle a Dis lo que había sucedido. Balin también lo buscaba, temía por la suerte del hobbit, la culpa lo estaba matando…


La penumbra dio paso al alba y Bilbo seguía sin aparecer. La compañía había perdido a Oin y a Bifur. La vida de Kili seguía en peligro y Dis no reprochó a su hermano por no estar a su lado. Ella sabía lo que era perder a su único, ella había vivido ese dolor…


El sol se escondía tras nubes grises cuando Légolas, con su dolorosa carga, emprendió la marcha de regreso a Érebor...


Unos minutos antes, delante de sus ojos, Bilbo había aparecido y le había preguntado por Thorin. A Légolas, la imagen del hobbit bañado en su propia sangre con una espada clavada en su vientre, le era insoportablemente dolorosa.


 


Pequeño no te esfuerces, Thorin está bien y te está buscando._ Nada pudo agregar el elfo, Bilbo sonrió y cerró nuevamente sus ojos. Légolas, conteniendo su llanto, pudo ver que el mediano ya no respiraba y con cuidado lo tomó entre sus brazos…


 


Cuando el príncipe elfo, estuvo frente al rey enano, no pudo más con su alma y lloró en silencio. Thorin contempló el cuerpo inerte por unos segundos, antes de darle las gracias a Légolas. Pronto a su lado se encontró Dwalin y el resto de la compañía. Thorin caminó hasta donde se encontraba su familia, y recostó con cuidado al hobbit, en la cama continua a Kili. No dijo palabra alguna y nadie se atrevió a decir o hacer nada…


Dis colocó su mano en el hombro de su hermano y allí Thorin habló:


 


Thorin: _ ¿Cómo se sigue hermana? ¿Cómo sigue cuando el amor de tu vida ya no está?...


Dis: _Aferrándote a los que te aman…


Thorin: _Hermana, yo vine aquí con el propósito de matar un dragón para recuperar nuestro hogar… No mate a ningún dragón y aunque tenemos nuevamente la montaña, ya no me interesa ser rey. No quiero nada que pueda ofrecerme la vida, si Bilbo no está en ella… ¡Hermana, renunciaría a todo por sólo un segundo! Sólo un segundo más a su lado, no quiero nada más…


 


El mago observaba con el corazón hecho añicos, como Dis abrazaba con fuerza a Thorin, mientras este lloraba. Tauriel no reaccionaba, miraba hacia algún punto entre la nada y el suelo. Fili cerró los ojos y sintió como su alma se desgarraba. Escondió a la elfa entre sus brazos y deseo que en ese abrazo, pudiera resguardarla, aunque sea un poco del dolor. El rey enano, se alejó suavemente de su hermana, y besó con ternura los labios del hobbit…


 


Sus labios están tibios..._ La voz de Thorin fue un susurro, por ello, todos se congelaron en su lugar, temiendo que aquella afirmación fuese producto de su imaginación.


 


Gandalf aparto al rey enano sin ninguna delicadeza, y pegó su oreja al pecho del mediano por unos segundos…


 


Gandalf: _ ¡TRAIGAN A UN SANADOR, AHORA!


 


Dos días después de aquel milagro, todos seguían haciendo guardia a los costados de ambas camas. Kili y Bilbo podían despertar dentro de cinco días o dentro de cinco años, y aun así todos seguirían estando al lado de esas camas. Balin se hizo cargo de las tareas del rey y la dama de Érebor. Bardo y su gente se retiraron con el oro necesario para reconstruir su ciudad. El rey elfo recibió oro y gemas, pero rechazó gentilmente estas últimas, principalmente porque Thranduil no quería ver la decepción en el rostro de su hijo nunca más. Sin embargo al oro fue distribuido con sabiduría entre su gente... Tres días después de la batalla de los cinco ejércitos (como la llamaron), Kili abrió los ojos, y no le gustó ni un poquito lo que vio…


 


Kili: _ ¡HERMANO! Espera a que me levante de esta cama, ¡y te juro que te voy a patear hasta que te hagas viejo! ¡¿Qué haces abrazando a MI ELFA?!


 


Dis, Fili y Tauriel se abalanzaron hacia la cama de Kili, quien siguió despotricando contra su hermano hasta que la elfa le tapó la boca con un apasionado beso. Thorin sonrió a su sobrino y Kili con un rápido vistazo supo que se había perdido. Le dolió el corazón al ver la tristeza que embarga a su tío…


Los ojos de Bilbo estuvieron cerrados por dos largos meses y en todo ese tiempo Thorin, jamás se apartó de su lado. Todos lo intentaron, al menos una vez, pero ninguno tuvo éxito. El rey enano a veces no comía, apenas dormía y cuando los sanadores lo sacaban de la habitación para ocuparse del mediano, Thorin lloraba en silencio. Légolas permaneció en Érebor y le hizo compañía al rey enano en más de una oportunidad. En algún punto, ambos se volvieron amigos, aunque ninguno supo exactamente en qué momento. Cuando el hobbit por fin despertó, se encontró con el dueño de su corazón, dormido sobre una silla, siendo arropado con una manta por Légolas. Al príncipe elfo se le iluminaron los ojos de alegría…


 


Bilbo: _ ¡No lo despiertes! Dime que ha pasado, siento como si hubiese dormido una semana entera… ¿Dónde estoy?


Légolas: _ Estuviste dos meses inconsciente, amigo mío… Thorin no se ha movido de tu lado, estás en Érebor… yo… Todos te creímos muerto, Bilbo…


Bilbo: _Te voy a pedir un favor, no le digas a nadie todavía de mí, yo voy a esperar a Thorin despierte… tú, ¿podrías hacerme ese favor?


Légolas: _Te prometo que nadie entrara a esta habitación, hasta que tú lo digas…


 


Légolas cumplió su promesa, pero Bilbo no esperó a que el enano despertase. El hobbit acaricio suavemente la mejilla de Thorin y el rey de Érebor abrió lentamente los ojos, para luego gritar desaforado el nombre de su saqueador favorito. Lágrimas de felicidad y besos desesperados, esa fue la recompensa que obtuvo el mediano por despertar al rey bajo la montaña. Aquel grito hizo que absolutamente todo el mundo corriera hasta donde se encontraba Bilbo y Thorin, mas el elfo no dejó pasar a ninguno, mientras esbozaba una pícara sonrisa.


 


Légolas: _Tengo órdenes expresas del maestro Bolsón, de no dejar pasar a nadie… ¡Lo siento!...


 


La preocupación de todos los presentes de disolvió para dar paso al alivio y a la alegría. Simplemente esperaron a que Thorin saliera para darles la buena noticia (cosa que ocurrió 3 horas después, hecho que sus sobrinos no dejaron de recordarle nunca). Hicieron falta ocho semanas más para que el mediano pudiera levantarse de la cama, sin que los sanadores o Thorin protestaran.


Un año después de la caída de Smaug, Érebor rebosaba de vida y la ciudad del lago volvía a ser lo que fue cuando Thror reinaba. Todo marchaba bien, pero dos enanos no estaban del todo conformes en esos días... A Kili, la idea de compartir su elfa con el reino del bosque, ya no le parecía tolerable. Y a Thorin, con sus obligaciones que lo alejaban de su único, tampoco le estaba cuadrando el panorama…


Una noche de insomnio se (chocaron) encontraron mutuamente, deambulando por los corredores de las estancias reales…


 


Thorin: _ ¿Y a ti que te pasa?


Kili: _Lo mismo te preguntaría yo, por la cara que traes…


Thorin: _Ven, vamos a tomar aire, y me cuentas que te sucede.


Kili: _Lo haré sólo si luego me dices, que te pasa a ti.


Thorin: _De acuerdo


 


Kili le contó a su tío sus inquietudes y Thorin hizo lo suyo.


 


Kili: _Si ver la cicatriz de Bilbo no es suficiente recordatorio de que casi perdemos a nuestro saqueador… ¡No se qué esperas!


Thorin: _ ¿QUÉ ESPERO DE QUÉ?


Kili: _ Dejar el trono a Fili, e irte a la comarca con Bilbo. Te aseguro que mi hermano ya está listo. Además esta Balin y mamá para apoyarlo…


Thorin: _ ¿Sabes?... Deberías seguir tu propio consejo…


 


Dos días después, Dis iba de un lado a otro, refunfuñando en su habitación… Que Kili pidiera matrimonio a una elfa (y viendo lo mucho que esta lo quería) a Dis no le disgustaba. Lo que si le puso los pelos de punta, fue su bebé (porque era SU bebé) se fuera al reino del bosque a ¡vivir! ¿EN QUÉ CABEZA ENTRABA ESO? ¡Un enano viviendo entre elfos! Su corazón era una tormenta de preocupaciones, donde Kili era víctima de cientos de atropellos y malos tratos… Bueno, tal vez exageraba, ¡pero era su bebe! Para colmo de males ¡Thorin también se iba! ¡A LA COMARCA! ¡CON UN HOBBIT! ¡¡¡ARGH!!! La dama de Érebor temblaba de pura bronca… Los hombres de su vida se iban… Lo único que le quedaba por hacer, era cuidar a Fili…


En ese preciso instante, un escalofrío corrió por la espalda del nuevo rey de Érebor, mientras se dirigía a una reunión del consejo junto con Balin…


 


 


 


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