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Imperium por wearkagain

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Notas del capitulo:

Hola corazónes, ¿como estan? espero que muy bien. Vine aquí a dejaros el siguiente cap de este fic que esta dedicado claramente a MarAce, espero lo disfruteis.

He, tristemente no recibi muchos comentarios por el cap anterior ¿He cagado la historia? ¡Lo siento!, aun así espero disfruten y lleguen a comentar y seguir leyendo este fic que con ansias deseo que sea lo más largo posbile (Que dure más). Sin más se que dirais que he dicho que no subiria un cap nuevo hoy, pero la U y sus mierdesillas, tuve que adelantarlo hoy y no subirlo mañana. 

Espero que este cambio de planes a ultimo momento no os incomode. Sin más os dejo ya aquí.

(Todos los personajes de One Piece le pertenecen a Eiichiro Oda)

¡A Leer!

Capítulo 23.

 

Ace miro los edificios pasar a su lado. Sentía su pulso a mil y no dejaba de mover inquietamente sus manos sobre su polo, caminaba a paso lento por las calles, ya que había decidido decirle al taxista que lo dejará tres cuadras antes de llegar al reconocido GoldenWeek.

Estaba nervioso, no podía negarlo.

Una parte de su cerebro le había jugado una buena pasada haciéndole soñar con el rubio, que lo besaba y cumplía parte de su inesperado plan; en su sueño le había dicho a Marco lo que sentía y el miedo que tenía de que su amigo le diera asco o incluso peor, le rechazara; Pero a cambio el Marco de su sueño le había dicho todo lo contrario, besándole con pasión y ternura, lo que siempre había deseado. Pero claro, solo había sido un sueño.

No era su verdadero Marco.

Se percató de que llegaba ya a la última cuadra y justamente allí estaba la pastelería. Trago saliva y disminuyo el paso; se apegó a una pared y se asomó con cuidado a uno de los vidrios; estaba confirmado, Marco estaba allí tomando té y leía plácidamente un libro.

Trago saliva y sintió sus mejillas arder; se veía guapo. Tenía un pantalón de tela de un extraño azul oscuro, usaba una camiseta de azul claro arremangada a sus codos que se apegaba a su cuerpo y unos mocasines oscuros. En cualquiera se vería extraño, pero en Marco se le notaba fresco, sensual y maduro.

-Jo… -Susurro y miro la pantalla de su celular, la una y cincuenta, solo diez minutos y Marco se iría. Tenía solo diez minutos para decidirse en   tener los cojones suficientes y entrar allí, solo diez minutos para olvidar su sueño y llegar como siempre a hablar con él, diez minutos que ya se estaban descontando -¡Bien! –Se dio ánimos –Llegare como si nada y sí tengo mi oportunidad, le diré, que… me gusta –Se sonrojo ante el susurro de lo último.

Tomo aire y camino a paso fuerte hasta el gran ventanal, la empujo y entro allí recibiendo el aire acondicionado sobre su piel. Se estremeció y vio como Marco levantaba su mirada del libro, para luego sonreírle.

Oculto su sonrojo bajo su cabello y se encamino a la mesa en la que se encontraba su amigo.

Calma, calma, calma, calma, calma…” Se repetía una y otra vez mentalmente, hasta que llego a estar frente a su amigo.

-¿Ace?

-¡Hola! –Le sonrió ampliamente y tomo asiento frente al rubio. Apretó sus labios ante la mirada extrañada de su amigo, ¿Había notado su nerviosismo? Pero luego de un rato le sonrío y dejo el libro sobre la mesilla.

-¿Cómo estás? –Le pregunto y exhalo, dándose cuenta la cantidad de aire que había estado reteniendo.

-Bien, estoy mejor si a eso te refieres –Le aclaro entre risas.

-Bueno, por mí lado aun me encuentro con dolor de cabeza –Le señalo su cabeza – ¿Qué quieres? –Llamó a una joven chica quien se acercó con rapidez y alisto su libreta junto con un lápiz.

-Emm… Bueno, un trozo de pastel de maracuyá y una bebida de leche con mora, helada sí es posible –Le dijo a la chica quien anoto aquello con agilidad.

-Yo quiero tres magdalenas y otra taza de té, gracias –Le dijo y la chica salió pitada de allí asegurándoles que pronto les traerían sus órdenes.

-Muy educado –Comentó el pecoso estirando sus huesos, todo iba normal.

-Siempre, y bueno… ¿Esa es mi mochila? –Ace se sobresaltó recordando que cargaba la maleta del rubio tras su espalda.

-¡Lo siento! Lo olvide, Zoro tenía las dos –Murmuro pasándosela y entrecerró sus ojos –Ya decía yo, por que no encontraba mi mochila y me llamo la atención que también tenía la tuya.

-¿Creíste que la habías perdido? –Dijo entre risas el rubio.

-Algo peor… creí que la había empeñado por más carne –Y escucho la carcajada por parte del mayor.

-Cómo crees –Le dijo mientras colocaba una mano sobre sus labios.

-No te burles, soy capaz.

-Paula no aceptaría tal cosa por darte comida –Recalco.

-Tienes razón –Dijo afligido.

-Ayer estabas hecho mierda.

-Nunca me había pasado.

-Dijiste que no volverías a beber.

-A veces digo cosas que no cumplo.

En ese momento la misma chica se les había acercado con el pedido de ambos y los dejo sobre la mesilla. Ambos agradecieron y Ace tomo una cucharilla la cual lleno de su pastel de maracuyá y se la llevo a su boca.

¡Cómo le encantaba comer!

-¿Esta bueno? –Le pregunto el rubio.

-Sí –Dijo dándole otro bocado a su pastel.

-Bueno, dijiste que decías cosas que no cumplías –El rubio tomo una magdalena y la mordió con suavidad.

-Sí, digo cosas que no cumplo, pero bueno, son solo cosas –Volvió a llevar un poco de la crema de maracuyá a sus labios, probándola gustosamente.

-¿Cómo el plan?

-Exacto.

-Ya veo.

Siguio disgustando su pastel junto con su bebida que alocaba sus sentidos.

Y luego proceso todo retardadamente, algo ya muy normal en la familia de los D que comprendían todo al tiempo.

-¡Espera! ¡¿QUÉ?!

-¿Sí?

-¿Qué plan?

-Tu plan –Ace sintió sus mejillas arder intensamente y como un estruendo pasaba a través de todo su cuerpo, sus piernas se debilitaron y sus entrañas se retorcieron.

-pero… ¿cómo...?

-Lo mencionaste –Le sonrío tiernamente; pero un cuerno, Ace estaba más nervioso, idiotizado y como nunca, pensó que se trataba de una pesadilla milagrosa.

-E…entonces…

-Dijiste que te gustaba.

-Eso...qui…quiere decir…

-Te bese anoche.

-Y…

-Tú me correspondiste.

-Jo…der…

-Ace.

-…

-Ace, mírame –El pecoso había alejado su mirada; estaba avergonzado, ¿A eso se refería con lo de aclarar las cosas? ¡No era para nada bueno!; estaba claro que Ace lo había deseado, ¿pero Marco había querido besarlo? Pudo haberlo hecho solo por dejarse llevar por el alcohol.

-Ace –El pelinegro respingo al sentir como el rubio agarraba su mano con la suya –Me gustas –Se congelo y lo miro a la cara –Me gustas Ace –Le repitió y Ace se sonrojo ante aquello; quería llorar.

-Tú también me gustas –Llevo una mano a su rostro intentando ocultar su sonrojo y pequeñas lagrimas que resbalaban por sus mejillas –Marco –El mayor soltó su mano y se levantó para abrazarle.  Algo que conmovió al pecoso y en ningún momento dudo en devolverle ese gesto.

-Me alegro –Susurro el rubio acariciando los cabellos del pelinegro –Temía que hubieras dicho eso... solo por el alcohol –Beso su corinilla y Ace cerró sus ojos disfrutando el tacto de mayor contra el suyo.

No era un abrazo mutuo de dos amigos, él podía sentir que aquel acto demostraba algo más; y le agradaba. Al cabo de un rato, se separaron y de manera suave y amorosa Marco beso los labios del pecoso, haciendo que se sonrojase y abriera sus ojos como platos.

Escucharon unas risillas no muy lejos de su lugar; giraron sus rostros encontrándose con tres chicas que felizmente les habían tomado una foto con sus teléfonos celulares. Ace palideció al darse cuenta de  que habían hecho eso en un lugar público.

-¡BORREN ESO! –Les grito haciendo que las chicas se asustaran y salieran de allí despavoridas; no debían de dejarse llevar por el aspecto de niño y por las pecas tiernas que adornaba el pelinegro; él realmente sufría de un temperamento de mil demonios y de vez en cuando lo sacaba a flote.

Escucho una risilla y miro de quien se trataba; Marco se había acomodado a su lado, había pasado su brazo tras el asiento donde se encontraban ambos y acariciaba el cabello del pelinegro.

-¿De qué te ríes? –Pregunto con arrogancia el pecoso.

-Nada… Eres muy lindo ¿Sabes? –Ante aquella respuesta sus mejillas ardieron y miro a otro lado.

-No digas esas cosas…

-Me gusta decirlo.

-Es vergonzoso.

-Para mí no.

-¿Acaso quieres que te diga algo así? ¿Te avergonzaría, no? –Pregunto con astucia.

-Sí me lo dices tú, tal vez no sea tan malo –Le sonrió ladinamente y solo un pensamiento paso por la mente del pecoso, “Arrogante”.

-No digas esas barbaridades…

-Eres lindo –Acaricio su cabello negro y acerco su mejilla para reposarla sobre su cabeza; Ace ardía internamente, pero no de enojo, estaba avergonzado, apenado y le gustaba las palabras que el rubio le decía –Precioso –Beso su cabecera –Y esas pecas te hacen ver tentador –Esa fue la gota que derramo el vaso.

Ace lo agarro fuertemente de la camisa y lo acerco con vehemencia para luego unir sus labios con rudeza, impresionando al mayor ante eso, pero al mismo tiempo no dudo en corresponderle intentando profundizarlo. Ace se dio cuenta de esto y se alejó con el rostro más rojo que nunca.

-Eh…eh… -No sabía que decir, ¡No estaba listo!; movió sus manos frenéticamente sobre el pecho del rubio, que logró atraparlas con las suyas deteniendo el forcejeo del menor.

Ace trago saliva y cerro sus ojos esperando que los labios de Marco se posaran sobre los suyos, pero no sucedió.

Se quedó frío al sentir como él estaba besando su mano, con delicadeza, mientras que las otras dos se entrelazaban comprometidamente. Ace abrió sus ojos encontrándose en una escena tipo príncipe y princesa; iba a estallar y no sabía exactamente la razón.

Los ojos del mayor le quedaron mirando y una risa juguetona se mostró, haciendo que el pecoso pestañara y mordiera sus labios.

-Siempre te he querido, Ace –Le susurro Marco, quien nuevamente depositaba un corto beso sobre su mano.

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Zoro bostezo mientras veía como el taxi se adelantaba frente a un bus; se rasco un ojo y de sigilo observo como su amigo Luffy saltaba entretenidamente en su lugar ¿Por qué estaba tan feliz?; desde que había entrado a la universidad no habían vuelto a salir como antes, no salían a divertirse y pocas veces podían verse las caras.

-Zoro –Se sobresaltó al escuchar el llamado de su amigo; se irguió sobre su asiento y miro como el pelinegro le sonreía ampliamente.

-Dime –Murmuro y tosió; tenía la garganta reseca.

-¿Cómo sabes cuando alguien te gusta? –El moreno abrió sus ojos con sorpresa y comenzó a rascarse la cabeza; eso no lo sabía, nunca se había detenido a pensar en ello.

-Pues… creo que es… ¿Cuándo sientes tu corazón palpitar?

-¿Me lo estas preguntando?

-La verdad… nunca he pensado en ello.

-Oh… Pero, ¿Has tenido varias novias, no? –Asintió como si nada –Entonces, ¿Cómo sabías que te gustaban?

-No me gustaban.

-¿Entonces porque salías con ellas? –Alzo sus hombros.

-Me lo pedían… salía con ellas y, luego me decían que querían ser mis novias y solo les decía que sí.

-¿Solo por salir contigo les decías que si? –Volvió alzar sus hombros -¿Nunca las quisiste?

-Tal vez, me gustaba salir con ellas, pero no estar siempre a su lado, siempre me gusto estar solo sin necesidad de meterme en sus asuntos y ellas en los míos –Murmuro mirando por el retrovisor del taxi.

-¿Me quieres a mí? –Aquello lo tomo como un golpe bajo, él quería a Luffy claro, era su amigo.

-Sí –Escucho una risilla por parte del menor.

-Y yo a ti –El moreno asintió y sonrió ante las palabras de Luffy –Sabes, creo que quiero a alguien, pero no tengo idea de qué clase de querer sea –Zoro le miro con atención –Por eso te preguntaba, pero creo que aún no te ha llegado el momento.

-¿Llegado el momento? ¿Qué es eso?

-¿Crees que lo sé? Ace dijo eso y no le entendí –Ambos chicos rieron, claramente eran tan cabezas huecas del tipo de querer que hablaban. El peliverde miro nuevamente por la ventana y distinguió algo que parecía un castillo y justamente allí había un gran letrero brilloso que decía “Arlong Park”, habían llegado a su destino.

Notas finales:

Ojala os haya gustado, no olvideos comentar y seguir leyendo Gracias por todo vuestro apoyo y sugerencias que tendre encuenta para complaceros.

Besos y chao chao.


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