Capítulo 26.
Ace suspiro gravemente sintiendo como el aroma de la sal marina y el aire fresco se filtraba por el aire y su nariz; era de esperarse ya que se encontraba frente a la playa sentado en una banca dejándose llevar por las risas de niños, jóvenes y los chapoteos lejanos de los que se lanzaban al mar.
Abrió sus ojos perezosamente observando el panorama que lo rodeaba, demasiado tranquilo para alguien como él. Estiro sus brazos y escucho como algunos músculos suyos se tensaban y luego se relajaban. Sí, ese era su día.
-Ace –Levanto su mirada encontrándose con Marco quien llevaba en ambas manos dos conos de helado. Sonrió y estiro su mano para recibir uno de ellos. Marco una vez entregando el helado de vainilla al pecoso, se dispuso a sentarse a su lado en aquella banca y de la misma manera aprecio la memorable vista.
-Muchas gracias –Le susurro el pelinegro para luego comenzar a lamer el helado. Sintió como su paladar se agitaba al sentir aquel sabor dulzón. Marco se desparramo sobre la banca e hizo lo mismo con su helado de melocotón; de la misma manera sintió su paladar estremecerse y a la vez que sus dientes se destemplaban por la fricción helada. Ambos comieron en silencio observando la playa; apenas eran las cuatro de la tarde y gracias al cielo el sol no les estaba atormentado aquel día; las nubes cubrían al gran cielo, pero no daba señales de querer llover o algo por el estilo.
-¿Qué harás mañana? –Ace se sobresaltó al encontrarse con la guardia baja, estaba tan sumido en el profundo silencio que la voz de Marco le había asustado. Disimulo claramente aquello; no quería que Marco se diera cuenta.
-Bueno… no sé, estaré con Luffy –Hundió nuevamente su boca en el poco helado de vainilla que le quedaba. Escucho una risilla por parte del rubio y levanto nuevamente su rostro mientras le miraba con reproche –Te estas burlando mucho de mí el día de hoy ¿No crees?
-Lo siento –Dijo intentando retener la risa, pero con solo mirar al pecoso, no pudo contener las carcajadas.
-¡¿De qué coño te ríes?! –Le dijo frustrado y dejando que su voz terminara devastada ya que el rubio le había quedado mirando lascivamente. Trago saliva sintiendo como nuevamente su rostro se acaloraba; “maldito”.
-De esto –Sintió los labios de Marco sobre los suyos. Respingo sintiendo nuevamente lo suave que era aquel contacto. Cerro sus ojos sintiendo como el rubio movía sus labios entre roces pequeños sobre los suyos, melocotón y vainilla se mesclaban entre ellos, Ace quería sentir nuevamente la profundidad de esos toques llenos de ternura que de seguro lo llevarían al cielo para luego estamparlo con la realidad; una grata realidad.
Hizo un leve berrinche al dejar de sentir los labios de Marco sobre los suyos; abriendo sus ojos de golpe viendo como el mayor relamía sus labios sin apartar su vista de la suya. Un hormigueo se presentó cerca de su abdomen y a la misma vez su corazón palpitaba descontroladamente.
-Dulce –Murmuro el rubio mirándolo por ultima ves y luego observando nuevamente la playa; como si nada del otro mundo hubiera pasado.
En tanto Ace sintió como todo caía a sus pies y de la misma manera su cono de helado terminaba acompañando al suelo. Pego un pequeño grito notando como su helado yacía derramado bajo sus pies; maldito fuera Marco por hacerle apartar todos sus cuatros sentidos dejando plenamente el del gusto, que memorablemente guardaba el sabor del melocotón dulzón y la suavidad de sus labios.
-Mierda –Murmuro levantándose de golpe y revisando que el helado no se haya derramado inapropiadamente sobre su ropa. Marco alzo la vista fijándose detenidamente en el pelinegro quien no dejaba de mirar por delante y por detrás de su ropa, ¿Por qué miraba por detrás? Bueno, esa era la lógica de Ace.
-No te manchaste –Le dijo ganándose una mirada reprobatoria por parte de Ace.
-Por tu culpa deje caer mi helado al suelo –Lo acuso.
-Lo siento, ¿Quieres otro? –Ace se sobresaltó, ¿Dese cuando tan pendiente y amable? Bueno lo era, pero no de una manera tan cercana. ¿Acaso eso sucedió por el haber dicho sus sentimientos? Ni bien ni mal, estaba feliz porque el rubio le había correspondido. Pero solo eso, ninguno había dado el paso de formalizar algo y es que a Ace aún le resultaba extraño el sentir aquella atracción por su querido y sensual amigo.
-No gracias –Reprocho caminando hasta el barandal en donde recargo sus hombros y dejo que el aire le golpeara sus cabellos revolviéndolos de un lado a otro. Frescura y un poco de calor, no hacía que él pensara del todo bien.
Sintió como un cuerpo se apegaba al suyo y solo retuvo el aire para luego dejarlo salir de una sola calada. Los brazos del mayor le cubrieron los suyos y su pecho choco contra su espalda; su espina dorsal se estremeció ante aquello pero hizo como si aquello no le afectara, no podía dejar que Marco le viera débil ante él.
Pero fue sin previo avisa sentir como el rostro de Marco se recargaba contra su hombro y sus labios le daban un casto beso sobre su mejilla; Ace se sonrojo y agacho la mirada maldiciendo internamente.
-Te quiero Ace –Le susurro cerca de su cuello; una descarga eléctrica atravesó la piel del pecoso y aquel calor en su abdomen se extendió por todo su ser. Maldito fuera una y mil veces.
Marco dejo que su cuerpo acobijara al del pelinegro y volvió a besar tiernamente su mejilla para luego dejar su rostro cerca al de Ace. Sabía lo que le hacía sentir, pero era divertido lo orgulloso que Ace llegaba a ser para no demostrar que también tenía su parte sensible. Suspiro nuevamente haciendo que de nuevo el pelinegro se estremeciera bajo suyo. Sonrió complacido, realmente quería a ese chico.
Desde antes y ahora.
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Law parpadeo inesperadamente al ver como el pelirrojo retaba a otros dos chicos a su lado a ver que auto era el primero en llegar cerca del puente peatonal que se encontraba a seis cuadras. Sonrió de lado.
-¿Acaso tienen miedo? –Pregunto burlón el pelirrojo haciendo que los dos jóvenes que iban en una camioneta cuatro por cuatro comenzaran a insultarle y decirle que ellos eran más rápidos que aquel auto que solo pertenecía a pijos.
Llevo su mirada al lado y vio como el pelirrojo le miraba socarrón.
-Te han dicho pijo.
-¿A mí porque? –Pregunto indignado –Tu eres el imbécil que los está retando y te recuerdo que estas tras el volante –Le recato.
-Pero es tú auto –Dijo con sorna esperando a que se enojara. Pero no, Law era un chico calmado que no se dejaba llevar por las palabras… Como sí lo era cierto pelirrojo degenerado –Y bueno ¿Aceptan? –Les pregunto nuevamente a los chicos de la camioneta. Law miro directamente a los jóvenes y por lo visto estaban hablando sobre algo y reían como tramasen algo.
-De acuerdo viejo –Grito uno haciendo que Law se carcajeara.
-¡¿A quién llamas viejo?! –Gruño salvajemente el pelirrojo -¡Tengo veintitrés años!
-¡Aun así eres un viejo, vejestorio! –Le grito el otro chico entre burlas. El pelirrojo apretó con fuerza el volante del auto. Law al percatarse de ello, pensó que lo mejor era darle una buena medicina a aquellos fanfarrones y al imbécil que tenía sentado a su lado.
-Mocosos –Les llamo y estos se quedaron en silencio.
-¿A quién llamas mocoso? ¡Mapache! –De nuevo con las burlas. Law esperaba que el pelirrojo les siguiera el juego, pero más fue su sorpresa al ver como fruncía el ceño y dejaba ver sus dientes formando una mueca de odio.
-¡Cállense babosos hijos de puta! ¡A poco solo son unos bebes hijos de papi y mami a los que deben de limpiarles el puto culo! –Rugió el pelirrojo llamando la atención de unas pocas personas que pasaban por allí.
-¡Maldito! –Gritaron los chicos y Law solo sonrió saboreando la victoria.
-Sí compiten y nos ganan, les daremos este auto –Sentencio dejando en silencio a los otros tres. Kidd se giró bruscamente observando atónito al pelinegro.
-¿Qué coño crees?
-Calla y déjame esto a mí –Le murmuro. Nuevamente se dirigió a los chavales que por lo visto consideraban aquel trato -¿Qué les parece?
-¿Qué pasa si perdemos? -Pregunto uno.
-Nos darán su camioneta; pero dada las circunstancias ustedes ganarían más si ganaran la carrera. Este es un último modelo –Reverencio a su propio coche, endulzando el oído de los menores –Y su camioneta se ve devastada –Les ofendió.
-Vas a ver mapache, este bebe tiene todo el potencial para ganarle a su pedazo de mierda –Dijo uno –Aceptamos –Gritaron al mismo tiempo, haciendo que Trafalgar les sonriera complacido.
-Trato –Cerró aquel pacto y vio como los tipos encendían el motor de su auto haciéndole rugir como si fuera una bestia. Unas chicas que no muy lejos estaban comenzaron a decirles que era geniales y que les ganarían a ellos.
Law sin más bufo y se dejó caer sobre el asiento de cuero.
-¿Qué diablos? –Pregunto Kidd nuevamente mirándolo.
-¿Qué? ¿No te gusto?
-No es eso…
-Kidd confió en ti y tu manera alocada de conducir. Además dejo en tus manos el que no perdamos este auto.
-Ganare como de lugar, ¿Pero apostar el auto?
-¿Crees que perderás?
-¡He dicho que no! –Demando.
-Entonces ganaremos –Se cruzó de brazos sobre su pecho.
-Sí.
-Sí ganas, te daré algo de recompensa –Le ronroneo llamando su atención.
-¿Recompensa? –Aquel juego les gustaba, y más a Kidd ya que recibía la recompensa que pidiera: Y sabía lo que iba a pedir.
-Solo gana bastardo –Law miro a otro lado. Escucho como el motor de su auto rugía ferozmente llamando la atención de la gente a su alrededor. Sonrió divertido.