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Imperium por wearkagain

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Notas del capitulo:

¡Muy buenas noches mis bellezas! ¿Como estan? Espero que muy bien, aquí os traigo el siguiente capítulo de esta hisotira, la cual espero les agrade. Sin má agradezco nuevamente y como siempre, sus bellos comentarios ya que todos me hacen muy feliz.

(Todos los personajes de One Piece pertenecen a Eiichiro Oda)

¡A leer!

Capítulo 31.

 

Ace no supo en que momento paso, pero no le importaba. Por él que Luffy pasara todo el día y noche con Zoro, porque ese momento era inmemorable. Se había sentado sobre las piernas de Marco, devorando sus labios, acariciando su cabello y su piel. Sus manos agasajaban cualquier parte de su ser, y estaba seguro de querer cada vez más y más de Marco. Su rubio.

Se separaron a centímetros en busca de aire, y el pecoso observo el color de ojos del rubio, eran de un azul claro, como el color del cielo en el momento en el que sale el sol. Se perdió en ellos, acercándose un poco más, se vio reflejado en ellos y sonrío ante su imagen en aquel color.

-¿Te diviertes? –Lo saco de sus pensamientos el rubio, parpadeo y sintió como el mayor pasaba alrededor de su cintura sus brazos aprisionándolo y juntando sus pechos –Te quiero –Le susurro, plantándole un casto beso sobre sus labios.

-¿No te molesta? –Pregunto arrugando sus cejas y uniendo sus frentes.

-¿El qué?

-Qué tú me digas eso y yo… y yo no te diga nada –Pudo sus brazos alrededor del cuello del rubio abrazándolo con fuerza. No quería soltarle. Vio el rostro del oji azul, pensativo mirando a la nada, pero luego le sonrío con aquella sonrisa honesta.

-No me importa, porque sé que en algún momento me dirás lo que realmente sientes… y yo esperare –El corazón de Ace se apretó en su pecho, comenzando a latir desembocado. Ese rubio se las sabía todas.

-Marco… -Beso con suavidad sus labios, sintiendo como poco a poco volvían a retomar sus caricias y sus labios luchaban entre sí, brindándose calor y protección. El calor aumentaba entre ellos y el rubio no dudo un segundo y apretar el trasero del pecoso, haciéndolo rebotar de impresión, y rozar sus partes íntimas. Algo que colerizo a ambos separándose y mirarse a los ojos, claramente sonrojados –Lo… ¡Lo siento! –Lanzo Ace, bajándose de las piernas del rubio, alejándose de él y cubriendo su rostro.

-No… yo… -En cambio marco agacho su mirada y acicalo la nuca, eso había sido un tanto vergonzoso, embarazoso e impactante. Pero… de cierto modo, le había gustado –Ace –Lo llamo mirando como el pelinegro le miraba con sus mejillas sonrojadas, ¿No podía llegar a ser tan lindo, verdad?

Trago saliva y alargo su brazo agarrando desprevenido el del pelinegro. Lo empujo haciéndole caer sobre el sofá y se encimo lo más rápido sobre el cuerpo del pecoso. Ace grito por lo bajo al sentir sus ambas manos siendo apresadas por solo una –La de Marco– y siendo llevadas por encima de su cabeza.

Observo el rostro del rubio, estaba serio y mucho más de lo normal. No fijaba expresión alguna sobre su rostro, confundiéndolo.

-¿Marco? –Abrió sus ojos, el rubio había acercado su rostro, rozando sus narices y sintiendo como sus respiraciones se mezclaban en una. Ace quería besarle nuevamente, se estaba volviendo adicto a aquellos labios carnosos y posesivos. Lo hizo, acerco sus labios y los movió con lentitud, saboreando y apreciando la textura de estos. Magníficos, nunca se imaginó encontrar tal exquisitez en labios masculinos, de un chico, un hombre, su amigo, Marco.

Sintió la lengua de marco acariciar sus labios y adentrándose a su  interior, recomenzando un apasionado beso. Se estremeció al sentir una de las manos del rubio acariciar su clavícula  y su nuca, haciendo que su piel se pusiera de gallina y una parte de él, se estrechara y clamara por atención. Sus besos se fueron intensificando, como las caricias de Marco, que había bajado con lentitud su mano sobre el pecho del pelinegro, hasta llegar a una pequeña abertura de su polo, que se adentró rozando con las yemas de sus dedos la suave y bien proporcionada piel de Ace, haciendo que el pecoso recibiera pequeñas fricciones y descargas eléctricas, amenazándolo con arquearse bajo el cuerpo del rubio.

Marco no se hizo esperar, aun sujetando las muñequeras del pelinegro, libero sus labios y llevo los ahora fuertes toques desde las mejillas –Que estaban impregnadas por sus pecas adorables– hasta la blanca y un tanto rojiza –Bronceada por el sol –nuca de Ace. Repartió besos y mordidas suaves, combinadas con las leves roces de su lengua para apaciguar sus pequeñas e inevitables marcas; mientras tanto, la mano que acariciaba la contextura del pecoso, la llevo hasta rozar uno de sus botones, obteniendo como respuesta como el cuerpo bajo suyo, se estremecía, se arqueaba y profería un pequeño gemido, que había sido callado con rapidez.

Llevo su mirada al rostro del pelinegro, encontrándolo con sus mejillas rojizas, casi ocultando sus bellas pecas marrones; sus ojos oscuros entrecerrados y sus labios siendo apretados en contra de su voluntad.

Sin duda alguna, Ace se estaba resistiendo al placer.

Y Marco sin duda alguna, lo sucumbiría.

Regreso a besar la clavícula del pecoso, frotando con intensidad aquel botón, mientras sentía como Ace se removía bajo su cuerpo, sellaba sus gemidos convirtiéndolos en leves gemidos. Sus manos ejercían fuerza en querer soltarse de su agarre, pero Marco era el doble de fuerte  a él, no lo lograría, y no lo soltaría hasta que Ace aceptara que lo estaba disfrutando, y no se resistiría a querer probar más y más.

Porque para Marco, ese pelinegro abusivo, expresivo, explosivo, divertido, listillo  y lleno de energía. Era su odisea más preciada. Y ahora como lo tenía, no tendría otra oportunidad más, quería aprovechar al máximo, pero claro que también no sería por su propio beneficio. Él quería que ambos se satisficieran sin importar el que ni el cómo. Se dispuso a atender el otro botón de su amado, sintiendo como él ahora suspiraba con fuerza y se dejaba llevar por las olas de placer.

Ace se sentía en el mismísimo Edén, que cedió al final con los toques que le favorecía el rubio. Lo estaba volviendo loco, así que sin más, dejos de batallar al querer apartarlo; quería que Marco le soltara y lo dejase acariciar de la misma forma –O mejor – su cuerpo.

-Ma…Marco –Le llamo entre jadeos, avergonzándose a la vez por su tono de voz.

El rubio al ser llamado de esa manera detuvo sus besos y levanto su rostro, aun acariciando su pecho, que ahora bajaba delineando con su dedo índice, haciendo que Ace nuevamente se arqueara.

-Dime –Susurro depositando un suave beso sobre su quijada.

-Suéltame –Suspiro profundo, observando el rostro de Marco –Prometo… no alejarme –Trago saliva por la resequedad que sentía sobre sus labios y garganta. El rubio, con delicadeza soltó su agarre y de improviso, Ace poso sus manos en las mejillas suyas, atrayéndolo y besándolo con pasión y fuerza.

Al principio lo descoloco, pero luego fue dejándose hacer e incluso llevando la situación. Ya con ambas manos libres, las llevo a las caderas del pecoso, apretándolas bajo su cuerpo y acariciando los huesos de sus caderas que se enmarcaban perfectamente a su entorno.  Entre beso y beso, los gemidos, jadeos de ambos, se hicieron escuchar en la casa. Siendo los únicos allí, nada les impedía mostrar lo tanto que les encantaba.

El pelinegro llevo sus manos a la camiseta azul del rubio, y comenzó a desabotonar los botones blancos, dejando ver a su paso la piel tostada de él. Se sorprendió al ver como el mismo Marco, se levantaba en sus rodillas y sacaba su camiseta dejando ver su pecho, fuerte y errante. Trago saliva ante tal visión; Marco con agilidad, agarro también la polera del pecoso, levantándolo y sacándosela por encima de sus hombros. Al dejarla a un lado del sofá, volvió a dejarse caer sobre el cuerpo de su amado, besando ahora el hueco de su cuello y bajando con lentitud, otorgando besos húmedos que dejaban marca a su paso. Ace se sintió en el libido puro, acariciando los hombros, espalda y cabello de Marco, dejando fluir sus gemidos, por las caricias que le propinaba, ¿Y cómo no? Marco había llevado sus manos a sus costados acariciando con precisión sus laterales, con un leve movimiento de arriba hacia abajo, que cada vez propinaba un pequeño apretón con sus uñas. Haciéndolo gruñir de placer.

-Me encantas –Escucho decir de Marco, quien ahora se acercaba a su ombligo y le daba un pequeño beso. Se estremeció. Estaba erecto, duro, estaba avergonzado –Quiero tenerte –Murmuro ahora cerca del botón de sus pantalones, besando sus costados y sus huesos de la cadera. Gimió ante el tacto, llevo sus manos al rostro de Marco, levantándolo y haciendo que le mirara.

-Marco –Jadeo su nombre. El rubio se sintió morir, si su nombre al ser escuchado de esos labios lo hacía feliz, de esa manera lo hacía morir en redención. Ace estaba sonrojado, con las pupilas dilatadas, sus labios rojizos e hinchados, su piel temblaba levemente y su cabello caía alrededor de su rostro, mostrando aquella ternura y belleza de la cual, se había enamorado.

No se resistió, él era una persona tranquila y pasiva. Pero con Ace, todo parecía más complicado de lo que pensaba. Desabotono el pantalón del pelinegro haciéndolo respingar, una vez abierto sus pantalones los bajo hasta sus muslos. Dejando ver aquel pedazo de tela y su bulto clamándolo. Trago saliva, y subió la mirada encontrándose con que Ace, se había ocultado tras sus brazos. Marco parpadeo y sonrío con ternura, llevo su mano hasta el abdomen de su chico y lo acaricio con delicadeza.

-Sí quieres que me detenga, lo haré –Se levantó y llevo su rostro hasta la frente del pelinegro, posando un suave beso sobre este.  Se quedó ahí en silencio, hasta que Ace retiro sus brazos y lo miraba con fijeza.

-Es… es la primera vez… que hago…esto con un hombre –Declaro sonrojándose y mirando a otro lado. Aquello le pareció tierno a Marco, así que acaricio la mejilla de él, plantándole otro suave beso en sus labios.

-La mía también –Murmuro sonriéndole al pelinegro, quién le había quedado mirando con sujeción.

-Yo… yo no estoy… no sé –Balbuceaba incoherencias. Solo quería decirle que no sabía, no, sí sabía lo que hacían dos hombres… pero la idea no… no la imaginaba en su caso. Movió su cabeza repetidas veces, lo cual hizo que el rubio soltara una risilla.

-No te hare nada que no quieras Ace, solo, hare que te sientas bien –Y dio por terminada la charla, besando con lentitud sus labios, calmándolo, tranquilizándolo y borrando todas sus dudas. No quería empujarlo a hacer aquello, lo haría con calma. Llevo sus manos nuevamente a la tela del bóxer del pelinegro, libreando su erección. La acaricio sintiendo como se encontraba de dura, y callo con suavidad los gemidos que desataba el pecoso bajo suyo.

Las manos de Ace llegaron  a su cabello, acariciándolo y haciendo presión en él. Sin más, comenzó a masturbarle de arriba hacia abajo, sintiendo como el pecoso se estremecía. Bajo sus labios a su mandíbula, mordiendo con finura y manteniendo sus ojos sobre los de él. Aquello se sentía exquisito en el muy interior de su ser, quería sentirlo, todo de él. Murió al ver como el pecoso llevaba sus manos ahora a  su pecho y lo acariciaba con perseverancia, dejándolas caer a su pantalón y bajándolo de golpe junto con su ropa interior. Gimió, su erección estaba palpitando y las manos de Ace lo recorrían de la misma manera en la que él lo estaba haciendo con el suyo.

Ambos se masturbaban y dejaban fluir sus gemidos con cada toque. Marco beso el pecho del pecoso, mimando sus botones y mordiéndolos con gracia; Ace vibraba y apretaba su erección cada vez que lo hacía con un poco de rudeza. Sin más Marco agarro la mano de Ace y la aparto de su miembro, escuchando como él protestaba se apegó a su cuerpo y le sonrío lascivamente. A lo que el pecoso se sonrojo y paso sus brazos tras su nuca.

Por lo visto, le había entendido. Agarro sus ambos miembros con su mano y comenzó a subir y bajar su mano con lentitud, haciendo que ambas erecciones chocaran y sintiendo como el ritmo de su mano aumentaba, conforme a los gemidos del pecoso.

-Ahm… Mmmmmhhh… -Aquello fue música para sus oídos, Ace lo estaba disfrutando. Marco poso su rostro en el cuello de él, aspirando su fragancia y dejando escapar un sonoro suspiro al aire.

El pecoso se estaba sintiendo tan bien. No lograba controlarse, la mano del rubio subía y bajaba y rozaba su cabeza, su punta, apretándola llevándolo a arquearse.

-Marco…Marco…Ahm -El rubio sintió un escalofrió recorrer toda su espina dorsal. En aquella situación y el tono de voz que había usado había sido deliciosamente sexual.

-Te adoro –Gruño mordiendo su cuello y dejando una pequeña marca. Escuchando como el pelinegro soltaba un grito brutal lleno de satisfacción. Marco sonrío satisfecho meneando su cadera, como si estuviese penetrándolo, rozando sus falos, llevándose por el placer. El rubio paso su pulgar en circulas por el glande del miembro de Ace, jugando con el frenillo.

Sin vacilación, aumento la velocidad de su mano y sus caderas, sintiendo como el pecoso, lo apretaba y aruñaba un poco su espalda. Convirtiendo sus gemidos y vociferaciones, aquello lo había tomado con la guardia baja, el cambio de ritmo  y tacto lo estaba enloqueciendo.

-Mmmh… No… No pares… ¡Marco! –Grito en desespero Ace. Jadeaban y gemían mientras se aferraban al cuerpo del otro, la fuerza con la que el rubio les masturbaba lo estaba matando. Quería llegar, que llegaran juntos. Estaba dicho, Marco sabía qué lugar tocar, acariciar y presionar; le estaba proporcionado lo mejor del mundo –Ya… no puedo... me voy… Marco –Escondió su rostro en el pecho del mayor, sintiendo como estaba a punto de soltar todo de su ser.

-…Mmmh… Ace –Atrajo su rostro y planto un rudo beso sobre sus labios, llevándolos al borde. Hasta sentir como ambos se dejaban llevar. Ace no se apartó, dejo que el rubio lo masajeara con su lengua. Se corrieron, y ambos cuerpos se estremecieron, dejando que sus esencias se mesclaran y el cuerpo del mayor callera con cuidado sobre el del pelinegro. Respiraron pesadamente, mientras que Marco acariciaba los cabellos negros de su amado, que estaban sudados. Levanto su mirada. Besando una vez más a su pecoso.

-Te quiero –Le susurro, siendo atraído por los brazos de él, sorprendiéndolo.

-No…te muevas… -Escucho los latidos rezumbadores de su corazón unido con los de él –Y yo… a ti.

Notas finales:

¡Espero os haya gustado!, como siempre, espero ver sus comentarios y a ver como les ha parecido. Sin más, les dire que he vuelto a clase, ya que la semana en la que publique muchos capítulos en ambas historias, era por que era una semaba libre que dan a los estudiantes. Sin más, agradezco infinitamente que sigan ambas historia sy aprovecho para comentarles el que he creado un pequeño fic MarAce, el cual por ahora tiene un capítulo, pronto podre subir el segundo.

Y como siempre, a su disposición y dipuesta  a leer sus peticiones, preguntas y uno que otro pedido e idea.

Besos y bye bye.


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