Capítulo 6.
-Tal vez le amputen el brazo –Susurro para sí mismo observando al paciente de sesenta y ocho años que descansaba en la camilla; por lo visto dormiría durante tres horas hasta que pasase la anestesia.
Escribió con letra perfecta y punible sobre unos archivos que llevaba con gusto en sus manos. Luego miro de nuevo al anciano, era seguro que moriría o viviría después de la operación, solo tenía que esperar.
Camino hasta una de las sillas que se encontraba en aquella sala y tomo su mochila, colocándola sobre uno de sus hombros. Salió de allí y comenzó a vagar por los pasillos de ese hospital, vio un reloj de pared que marcaba las doce en punto; como era típico de su persona acababa pronto y era uno de los primeros en poder retirarse.
-¿Estará en casa? –Se preguntó pero luego denegó; almorzaría en algún restaurante o solo se compraría unas chucherías para alimentarse. Aún no deseaba volver a casa y estar completamente solo, de nuevo.
-¿Joven Trafalgar? –Se giró ante la voz que lo llamaba; era su maestra, la doctora Kureha.
-Doctora –Le saludo este en un tono serio. Ella solo río y luego le extendió la mano.
-¿Has terminado no es así? –Law asintió y le tendió los archivos que hace un momento tenía. Ella miro atentamente las notas sorprendiéndose y esbozando una gran sonrisa que causaba un poco de terror –Como siempre; impresionante, no me esperaba menos de mi estudiante preferido número dos.
-¿Dos? –Law alzo una ceja, ¿Alguien mejor que él?
-Sí –Susurro la doctora Kureha –Mi nieto, tiene quince años y desea que en los ratos libres le enseñe sobre medicina –Comento orgullosa –Lo reprendo más que a todos ustedes.
-Entonces puede que sea el mejor doctor –Dijo Law sin una pizca de sorpresa.
-Algo así, pero no debe de saber que para mí es el número uno –La doctora guardo agraciadamente los archivos en una carpeta que llevaba consigo –Sí lo sabe; dejaría de dar lo mejor de sí –Susurro lo último para luego dar la vuelta dándola la espalda a su alumno –Puedes irte Trafalgar –Se despidió sin más y el joven miro de nuevo el reloj.
-Que aburrido –Susurro para sí. Camino distraídamente en donde se encontraba la salida, pero callo de bruces al ver como una camilla entraba a toda máquina empujando a todo aquel que estuviera en su camino; Law se levantó rápidamente y pudo observar un paciente que por lo visto estaba sumamente lastimado, la sangre estaba esparcida en todo su cuerpo.
-Cirugía –Dijo observando como la camilla y varios ayudantes de enfermería atravesaban una puerta y una luz roja se encendía –Interesante –Comento. Recogió su mochila que aún se encontraba en el suelo pero al levantar su mirada se encontró con la de su amigo; este también lo estaba observando y reía.
Law suspiro y sonrió; se encamino en donde se encontraba su amigo y se percató de que era la sala de espera.
-¡Yo, Trafalgar! –Le saludo.
-Kidd –Lo saludo pero de una manera más sería; bueno, él era el mayor de todos sus amigos y Kidd solo era unos años menor, pero aun así seguía comportándose como un crio.
-¿Cómo te sentó el que te hicieran caer de culo? –Pregunto burlón el pelirrojo haciendo que Law se molestara.
-Es un hospital, es normal que pasen estas cosas –Dijo seriamente.
-Disculpa, pero si tuviera a un padre como el tuyo, les diría con quien se están metiendo –De nuevo se burlaba de él.
-No es mi padre –Susurro y se fijó en la maquina dispensadora.
-Bueno, pero aun así te llama hijo –Kidd no para de mostrar aquella sonrisa.
-Te alegra burlarte de mí –Miro a su amigo –Pero por lo menos tendré una herencia de cojones y eso que no me han privatizado de la mitad –Se levantó para dirigirse a la máquina dejando a un Kidd devastado.
Law metió una de las monedas en aquella máquina y oprimió los botones; espero un rato y agarro un paquete de papitas con sabor a chile. Regreso e nuevo al lado de su amigo quien aún continuaba deprimido. Abrió el paquete y se llevó la primera papita a su boca, no sabía para nada mal.
-No te burles de mi tristeza –Susurro el pelirrojo llamando su atención.
-Oh cierto –Susurro Law dándole a probar las papitas –Ahora que lo pienso, ¿Qué coño haces aquí? –Kidd miro el paquete y luego miro a Law. El pelinegro observo como su amigo desviaba su mirada -¿Es algo vergonzoso? –El pelirrojo asintió – ¿Que ha ocurrido? –Sin más, Kidd suspiro y saco una de sus manos que estaban dentro de su gabardina.
-Me he clavado una aguja en la mano –Murmuro se la tendió a Law; el pelinegro agarro la mano de su amigo con delicadeza y comenzó a inspeccionarla; tenía un punto completamente rojo y sobre todo porque un hilo sobre salía de esta.
-¿Cómo diablos…?
-Estaba cociendo –Dijo rápidamente Kidd –Quería, coser unos trapos para poder amarrar un tubo del auto.
-¿Qué…?
-Solo olvídalo –Callo rápidamente, sin duda Law se reiría de él, pero más fue la sorpresa al verlo como se levantaba y no decía nada.
-Acompáñame –Le dijo el pelinegro.
-¿Qué?
-Solo sígueme –Comenzó a caminar de nuevo por la puerta por la que había salido –te revisare –Anuncio y Kidd se levantó por inercia siguiendo los pasos del moreno.
Trafalgar abrió con cuidado la puerta esperando que nadie los viera; le hizo señas a Kidd para que fuera el primero en infiltrarse y este le hizo caso, luego entro este tras de él. Le hizo un movimiento con la mano diciéndole que le continuara siguiendo, el pelirrojo asintió nuevamente y comenzaron a caminar en silencio hasta una sala la cual estaba vacía. Law le hizo pasar y cerró la puerta con cuidado y puso el seguro.
-¿De qué va todo esto? –Pregunto finalmente Kidd quien solo había estado haciendo caso.
-Verás –Law comenzó a arremangarse su camiseta negra hasta los codos –Sí tú dices que te has clavado una aguja en tu mano –Abrió dos cajones hasta encontrar una caja de guantes nuevos –De seguro, la aguja pudo haberse quedado allí mismo donde está el hilo –Se acercó hasta el pelirrojo y lo hizo sentarse en una camilla; le pidió su mano y este la puso sobre la de él.
-De seguro está ahí…
-No podemos asegurarlo –Law miro a los ojos a Kidd. Por un momento se habían quedado de esa manera súbitos, hasta que Law volvía a mirar la mano de su compañero. Kidd arrugo el entrecejo, le había molestado el que hubiera apartado su mirada de la suya –Tengo que abrirla un poco… -Kidd se tensó súbitamente al oír aquellas palabras.
-E-Espera –Tartamudeo al ver al pelinegro buscar de nuevo en los cajones -¿No crees que sea mejor esperar? Un doctor puede revisarme –Calló rápidamente al ver la mirada de su amigo, se veía enojado.
-Yo soy un médico –Dijo cortante.
-¡Aun no te has graduado!
-Eso es solo un papel que no sirve de nada, el que sepas como hacer las cosas –Sonrió feliz al encontrar aquel implemento afilado –Cuenta más –Kidd no sabía que era más aterrador: Escuchar las palabras que profería el pelinegro o su rostro ensombrecido sosteniendo en su mano lo que le parecía una navaja.
-Law… No creo…
-Cállate –Le corto nuevamente Trafalgar –En estos momentos serás mi primer paciente no muerto –Vale, a Kidd le aterraba mucho más la sonrisa sádica de su amigo.