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Donde caben cinco por golddie

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Notas del capitulo:

por favor leer la nota del final, gracias<3

 

6

 

“Así que”, dijo Youngjae en un tono casual, “¿qué tuvo que hacer Himchannie-hyung para que lo perdonaras?”, preguntó.

Yongguk miró a penas un poco al menor a su lado, intentando no darle mucha importancia al asunto para no comenzar a ponerse nervioso y decir cosas que no iban al caso.

“Nunca estuvimos peleados”, explicó en un tono neutral, sin despegar los ojos de la pantalla del televisor, pero notando a la perfección la mirada del menor, la cual esperaba que hiciera tan solo un gesto delator para poder descubrir lo que él sabía que Youngjae quería saber.

Amaba a Youngjae, pero a veces su inteligencia y habilidad para deducir cosas le daba miedo.

“¿Entonces por qué no venías a casa?” continuó el menor, afirmando su cabeza contra el brazo del muchacho a su lado, gesto que fue devuelto con un abrazo por los hombros.

El aludido se removió inquieto por un momento, y aclaró su garganta, recordando a la perfección las palabras de Himchan (no es mentirles, solo evitaremos dar información adicional. Evita decir algo con respecto a esto), casi podía escuchar su voz baja contra su oído, sacándole una sonrisa.

“Estaba muy ocupado, ya te lo dije”, repitió, mirando al chico a su lado, quien le miraba atentamente, “siento no haberte avisado, Younggie-ah, las cosas solo se complicaron de un minuto a otro”, terminó con una ligera sonrisa.

Youngjae le creía. Desvió la mirada asintiendo levemente.

Pero aun así.

Algo estaba sospechoso. Y tenía que saber qué había ocurrido exactamente, sino, no descansaría tranquilo. Bueno, no tan así, pero la curiosidad lo carcomía.

Bueno, no tan así tampoco.

Era obvio que no podía preguntarle a ninguno de los dos mayores: ambos se rehusaban a dar algún indicio de lo que fuera y claramente no podía solo preguntar directamente; algo así haría que los mayores se pusieran aun más a la defensiva.

Sabía que lo mejor era esperar a que se descuidaran: algo tenía que pasar.

Pero él nunca fue una persona muy paciente.

“De acuerdo”, dijo Youngjae luego de un rato, y observó de reojo como el mayor asentía.

Luego de un rato (terminó el partido que estaban observando, Youngjae tomó una soda, y Yongguk fue al baño dos veces), la puerta de la habitación de fondo se abrió y escucharon pisadas hasta uno de los sillones al rededor del sofá más grande que ocupaban.

A ese punto, Youngjae estaba afirmado contra Yongguk y este contra uno de los brazos del sillón. El menor sintió al muchacho a su lado removerse un poco ante la presencia del segundo mayor en la sala.

Himchan se sentó con un suspiro y movió el cuello, que de seguro estaba resentido por el tiempo que estuvo observando los libros.

“No puedo esperar a que me den mis vacaciones”, soltó Himchan, cerrando los ojos en abatimiento.

Youngjae observó de reojo a Yongguk, esperando alguna señal.

“¿Cuando sales?” preguntó. Sonando casual. Quizás demasiado casual, pensó Youngjae.

Himchan le observó y sonrió ligeramente. Luego miró a Youngjae y sonrió aún más.

“La próxima semana”, respondió, sentándose de tal forma que sus codos quedaron contra sus muslos, y ambas manos en su barbilla, “es injusto no estar libre mientras ustedes ya están sueltos”, comentó luego.

El mayor de todos rió levemente.

“Es solo una semana de diferencia, no te quejes”, le replicó y volvió la mirada al televisor.

Youngjae frunció el ceño ante la falta de señales.

Sería más difícil de lo que pensaba. Tenía que hacer algo drástico, algo que los desconcertara.

La puerta principal se abrió dejando entrar a Daehyun y Junhong, ambos cargando bolsas del mercado. Himchan los vio entrar y sonrió complacido, indicándoles que dejasen todo en la cocina sin olvidar agradecerles por haberle hecho ese favor.

Sin embargo, no se perdió de la mirada que Junhong y Yongguk cruzaron, ante el gesto del menor y su caminata rápida a la cocina; obviamente escapando de él.

Daehyun, por el contrario, llevó las bolsas y sacó un par de cosas para dejarlas sobre la mesa mientras Youngjae de pronto estaba a su lado revisando otras bolsas. Discretamente, Daehyun le miró y le preguntó:

“¿Ya averiguaste algo?”

Youngjae negó con la cabeza, guardando un par de frascos en la despensa.

“Nada los hace hablar”, comentó, “creo que debo hacer algo drástico”.

El otro sonrió levemente: “Que intenten ocultar algo sin que lo puedas descubrir, me hace pensar que realmente no pasó nada, Youngjae”, dijo, haciendo que el aludido frunciera sus labios.

“Ni hablar”, soltó, seriedad en su voz, “llámalo intuición, pero yo sé que algo sucedió”.

Daehyun suspiró con una sonrisa, la verdad era que le gustaba esa seguridad de Youngjae. Cuando el otro terminó de guardar las cosas se quedó a su lado, observando a los otros dos por la ventanilla de la cocina. Daehyun pasó una mano por la espalda del otro y dio un corto beso en el cuello del muchacho.

“Entonces, ¿cuál es el plan?”, inquirió con una sonrisa.

Youngjae, aun serio, sonrió de repente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Tú sabes que tienes que hablar con él”, le dijo Himchan, con su cabeza recostada en el brazo del sillón pequeño, mirando intensamente el rostro de meditación del mayor en el sofá. El mismo que suspiró y asintió con la cabeza. Una mano pasó por su frente, masajeando rápidamente.

“Lo sé, lo sé”, murmuró, luego, para devolver la mirada al muchacho a su lado, “pero no parece que quiera hablar, voy a darle tiempo”.

Himchan hizo un sonido con la garganta de entendimiento, y pestañeó un par de veces para volver a acomodarse en el sillón.

“Creo que ya le diste suficiente tiempo”, le dijo, alternando su mirada entre el piso y el rostro del otro.

Yongguk gruñó levemente.

“¿Te parece?”, preguntó, necesitando de verdad una segunda opinión.

El menor asintió con la cabeza, sabiendo que si Yongguk continuaba retrasado la conversación Junhong, el menor terminaría odiándolo.

Ya había hablado con Jongup al respecto, y su hermano le había dicho que no podía darle muchos detalles porque no estaba cómodo hablando de eso, pero que Yongguk necesitaba demostrarle más afecto a su hermano, necesitaba saber que estaba ahí para él y que él pensaba que si eso pasaba seguro Junhong lo perdonaría.

Himchan sabía que su problema no fue de un día para otro, Junhong llevaba soportando eso por mucho tiempo; era natural que algo así sucediera.

Y, así mismo, es como sabía que Yongguk debía enfrentar el problema, ojalá más temprano que tarde. O sería, como ya bien estuvo dicho, muy tarde.

“Bien, hablaré con él mañana”, contestó ya más relajado, “necesito pensar en qué decirle”, soltó luego con una risita.

El otro sonrió un poco, pero no dijo nada, solo se quedó mirando al mayor. Este le devolvió la mirada y sonrió.

“¿Qué?”, preguntó curioso.

La pregunta soltó una sonrisa más fuerte y negó con la cabeza.

“No veas ahora, pero Youngjae y Daehyun no nos quitan la mirada de encima desde la cocina”, contó y Yongguk no hizo caso al mirar atrás suyo.

Tan rápido como hizo eso, los dos chicos miraron hacia otra parte como si nada.

“¿Por qué nos miran?”, inquirió, frunciendo el ceño, “oh, no me digas que sospechan”.

Himchan asintió.

“No soy el mejor actor, sabes”, confesó Himchan sintiendo como sus mejillas se coloreaban levemente ante el recuerdo. “Creo que les terminaré diciendo, digo, no es como si me fueran a condenar por un beso”, le comentó luego, restándole importancia.

“No fue solo uno”, respondió el mayor y el aludido de inmediato le mandó una mirada, “¿qué?, es cierto”.

El otro negó con la cabeza.

“A demás, eres tú el que no quiso decirles, por mí...”, continuó Yongguk, mirando al otro muchacho intensamente, “por mí, estaría bien que supieran: no es nada malo”.

“Bien, detente, no es como que nos fuéramos a casar, ¿está bien?”, dijo levantando ambas manos como un símbolo pare, y sus ojos en alerta, “fue solo algo que pasó y es todo, ya lo acordamos”.

Yongguk no le dejó de mirar, y el menor notó como una sonrisita se comenzaba a formar en sus labios.

“¿Qué?”, inquirió luego.

“A puesto a que te mueres porque pase de nuevo”, soltó en tono de burla, pero a la vez yendo muy en serio. Himchan no dijo nada, solo frunció el ceño.

“Himchannie-hyung”, escuchó que lo llamaban, y ambos mayores se voltearon en curiosidad.

Allí Youngjae y Daehyun estaban cerca del sillón, tomados de la mano.

“Vamos a estar en la habitación, avísame si necesitas algo”, comentó el menor de los dos y luego se volteó para que los brazos de Daehyun se cerrasen en su cintura.

Yongguk abrió la boca en asombro al ver a los dos chicos besándose como si nada en frente de él. Bien, definitivamente ya lo había visto todo. Ahora solo faltaba que Jongup estuviera besando a su hermano, y definitivamente podría culparse por haberse ausentado.

La pareja pronto desapareció con una risita y el mayor de inmediato miró a Himchan, quien ni se inmutó ante la escena.

Notó cómo Yongguk le miraba, pidiendo explicaciones de lo que recién habían presenciado, ante lo cual el menor solo sonrió, poniéndose de pie.

“Es lo que pasa cuando te desapareces, Bbang”, le susurró, yendo a la cocina.

El otro se quedó ahí un momento procesando para luego levantarse y seguir a Himchan. Necesitaba saber detalles para luego no decir nada inapropiado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Sabes que tienes que hablar con él”, le dijo Jongup a Junhong.

El menor negó con la cabeza.

“No tengo nada que decirle”, respondió.

Jongup suspiró. Desde su cama observaba al menor sobre el escritorio que estaba a sus pies, mientras el mismo estaba en su computadora. Jongup estaba escuchando música desde su celular sin audífonos para que ambos escuchasen.

“Pero Junhonggie”, alegó después, “¿piensas quedarte por siempre con nosotros?”, inquirió luego.

Notó cómo el menor se volteaba para verle a la cara poniendo una expresión de tristeza. Bueno, quizás seleccionó mal sus palabras.

“¿Quieres que me vaya?”, le preguntó al mayor, ante lo que el mismo se removió en su cama, quedando de espaldas, pero su cabeza más cerca de los pies de la cama y, por ende, del escritorio donde estaba el otro muchacho.

“No es eso, lo sabes”, aseguró mirando hacia el techo. Notó que habían ciertas manchas que no había notado antes, “es solo que tienes todas tus cosas allá, y mi ropa no te queda muy bien”, soltó con una pequeña risita.

Junhong era increíblemente alto y Jongup, pues, no era comparación. Los pantalones más largos de Jongup al otro le llevaban hasta más arriba de los tobillos. Estaba bien para cuando estaban en la casa, pero para salir, el menor había tenido que usar el mismo pantalón con el que llegó ese día repentino.

El chico sentado al escritorio rió un poco, pero después la habitación volvió a quedar en silencio.

Jongup miraba alternadamente el techo y la imagen al revés del menor, esperando a que el mismo dijera algo: era usual que Junhong le cambiara de tema cuando intentaba hablarle al respecto, pero no por eso le permitía hacerlo. Era usual, también, que Junhong le prometiera algo solo para dejarlo tranquilo, pero no lo llegaba a hacer.

“Junhong”, le llamó.

El nombrado suspiró sonoramente.

“Hyung, ya”, musitó, demostrando su enfado, mas al otro no le importó.

“Junhong, ¿sabes que me importas verdad?”, le preguntó, volteándose para quedar boca abajo y así poder mirar mejor al otro. El menor no le miró, pero asintió un poco su cabeza, no pareciendo seguro. Jongup se movió hasta quedar sentado al final de su cama, estando de frente con el perfil del otro. “Junhong”, le volvió a llamar, esta vez con una voz más suave.

Jongup recibió una mirada triste, algo avergonzada. El menor se movió hasta quedar de frente al otro, pero no sostuvo su mirada por mucho tiempo.

“Tienes que hablar con él”, volvió a decir el mayor, “tienes que hacerlo”, insistió.

Junhong negó con la cabeza suavemente.

“Tengo miedo, hyung”, respondió en un hilo de voz, que si el otro muchacho no hubiera estado lo suficientemente cerca como lo estaba en ese momento, no lo hubiera oído.

Jongup se acercó un poco, bajando su rostro para poder mirar a los ojos del menor.

“¿Miedo de qué?”, le preguntó al mismo tiempo que una de sus manos tomaba la ajena en un gesto de apoyo.

El aludido relamió sus labios, nervioso por continuar la conversación, pero aun así respondió:

“Tengo miedo de que me termine odiando.”

Su amigo le abrazó suavemente después de esas palabras. Los brazos de Jongup eran cómodos y le daban tranquilidad, Junhong a veces pensaba en qué haría si nunca hubiera conocido a ese chico.

Qué hubiera sido de él, porque la fortaleza que encontraba a momentos solo la encontraba por las palabras y el cariño de Jongup. Solo podía vencer sus demonios de esa forma.

“Él jamás podría odiarte, Junhong”, musitó el mayor sobre el cabello del muchacho, acariciándole la espalda en un ritmo ascendente y descendente, “es tu hermano, jamás podría odiarte”, aseguró.

Junhong quería creerle, pero algo en su interior no se lo permitía. Yongguk lo había pasado a llevar muchas veces, ya no sabía en qué creer.

“Estoy enfermo, hyung”, respondió el menor, ante lo que Jongup se separó en seco y le miró con una expresión algo enfadada.

“No lo estas”, replicó con voz suave a pesar de que estuviera enfadado. No quería sonar agresivo y asustar al menor, “solo eres más sensible a las cosas que los demás”, contestó, llevando una mano a las mejillas del muchacho y ofreciéndole una suave sonrisa.

Junhong lo observó pero él sabía que Jongup mentía. Junhong sabía que estaba enfermo y necesitaba de medicinas, porque no era tonto y sabía que sus reiterados pensamientos de hacerse daño no eran normales. La sonrisa de Jongup era tan sincera que él no podía ir en contra de lo que él decía, pero podía detener su mente.

Jongup era tan sincero, era tan perfecto.

“Hyung”, musitó, ante lo que el mismo pareció entender.

“¿Quieres besarme?”, inquirió. Junhong asintió suavemente: sabía que demostrar afecto era bueno para disipar sus voces internas y Jongup hacía que su corazón se acelerara.

Las dos manos del mayor sostuvieron sus mejillas y Junhong cerró los ojos cuando sus labios se unieron.

Era la mejor sensación del mundo. Jongup hacía que de pronto todo estuviera bien y que sus heridas no dolieran.

Cuando Jongup estaba con él, nada malo podía pasarle, porque él le cuidaba. Y de pronto su cerebro dejaba de decirle que no valía nada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Himchan y Yongguk estaban viendo televisión. Ambos estaban absorbidos por lo que veían. Era una especie de competencia culinaria, lo cual tenía a ambos con la atención al máximo. Los participantes tenían los últimos minutos para entregar un platillo y a uno de ellos, se le había quemado el arroz de base. La tensión del momento era increíble.

Por eso, cuando el timbre del departamento sonó, ambos de pronto volvieron a la realidad y se miraron.

“Me asustó”, musitó Himchan, poniéndose de pie para ir a ver quién estaba a la puerta.

Yongguk observó cómo se alejaba, volviendo a mirar la televisión, ahora con menos concentración que antes.

Himchan abrió la puerta con una ligera sonrisa. Un hombre de apariencia amable le hizo una pequeña reverencia cuando hicieron contacto visual y Himchan hizo lo mismo.

“Buenas noches, siento molestar”, dijo el hombre con una posición tímida, “soy Jung Woohyun y estoy buscando a alguien”, explicó.

Himchan frunció un poco el ceño, sin entender bien.

“¿Buscando a alguien?”, inquirió.

El hombre asintió suavemente.

“A mi hijo, Jung Daehyun”, aclaró.

Himchan vio como los ojos del hombre de pronto adoptaban un brillo y su posición cambiaba a ser un poco más derecha.

“Sé que está aquí, ¿podría verlo?”, preguntó, pero contrario a sus palabras, una mano comenzó a empujar la puerta, aprovechando la poca resistencia del otro en ese momento.

“Lo siento, creo que está equivocado”, respondió Himchan con una sonrisa, reaccionando al leve forcejeo para sostener bien la puerta, “dirección equivocada”, agregó luego.

El hombre le sonrió, pareciendo que se había dado por vencido, sin embargo, con fuerza desmedida y sin previo aviso, empujó la puerta hasta abrirla por completo, Himchan reaccionando a echarse hacia atrás para no salir herido por la violencia acción.

Woohyun entró a su casa y Himchan enfureció por lo que hacía el desconocido.

“¡Daehyun!”, gritó el hombre, caminando por el pasillo del recibidor por una casa que no conocía, “¡Daehyun he venido por ti!”, volvió a llamarlo, llegando hasta el salón de estar. Ahí Yongguk notó a la figura desconocida y se puso de pie.

“¿Quién es usted?”, soltó Yongguk y el hombre al verse amenazado por alguien que parecía más fornido que él, se volteó para ver que Himchan estaba justo detrás de él. Con una rapidez propia de un malhechor que tiene reflejos de un gato, se alzó hacia Himchan y le aprisionó un brazo tras su espalda, con el otro brazo sujetando el cuello del mayor.

“No te acerques”, advirtió el hombre, ante lo que Yongguk levantó ambas manos en signo de paz, pero el miedo le corrió por las venas al ver que tal loco sostenía a su amigo de esa forma sin que él pudiera hacer nada, “solo tráeme a Daehyun y nadie saldrá herido”, agregó luego.

Yongguk miró al rostro de Himchan que parecía estar negando con la cabeza, sin importar que su tráquea estuviese siendo presionada de esa forma.

“¡Apresúrate!”, exclamó el hombre, ahogando aún más al otro.

A pesar de lo que su amigo intentaba decirle, Yongguk no era tonto. Tampoco iba a permitir que alguien volviera a aprisionar a Himchan de esa forma.

“Está bien”, musitó Yongguk, ante la mirada aterrada de Himchan, “está bien, pero suéltalo.”

El hombre recién llegado soltó una risa al aire.

“Tráemelo primero”, pidió de mala gana, sin soltar a penas un poco a Himchan.

Yongguk caminó hasta una habitación.

“¡Yongguk!”, gritó Himchan porque estaba asustado de perder a Daehyun, “¡Yongguk si lo haces jamás te perdonaré!”, volvió a gritar pero su voz salía forzada y poco amenazadora por la falta de aire que llegaba a sus pulmones.

Estaba comenzando a marearse, la verdad.

Yongguk abrió la puerta de la habitación de Youngjae y Daehyun, escuchando perfectamente los gritos de Himchan hacia su persona. Dentro de la habitación, no fue una gran sorpresa ver a Daehyun hecho una bolita abrazado del cuerpo de Youngjae, quien le abrazaba de vuelta fuertemente y que al ver al mayor, sus ojos se volvieron tristes.

“No, hyung”, pidió.

Yongguk fue perfectamente consciente del temblor que recorrió el cuerpo de Daehyun, observándolo con horror.

“Escóndelo”, le dijo a Youngjae, “y tú ven conmigo”, le susurró al mismo muchacho.

Youngjae no tuvo tiempo de cuestionar al mayor y, con dificultad, movió a Daehyun hasta el armario que había al final de su habitación y le dijo que se escondiera ahí, sin dejar de jurarle que nada malo pasaría. Daehyun no respondió, sin embargo, permaneció quieto y abrazando sus piernas. Youngjae le dio un beso en la frente antes de cubrirlo con ropas y algunas cajas para que se viera natural.

Salió de la habitación con Yongguk sujetándolo de un brazo, como si fuera contra su voluntad.

Himchan se sorprendió al ver que era Youngjae y no Daehyun al que Yongguk quería entregar. Ahora entendía lo que Yongguk quería hacer.

“¡Yongguk no!”, gritó Himchan, retorciéndose para poder liberarse de las manos del hombre tras él. “No, por favor”, pidió al borde de las lágrimas.

Woohyun frunció el ceño al ver a un muchacho rubio en frente de él.

“Este es Daehyun”, musitó Yongguk seriamente indicando a Youngjae, “ahora suéltalo”, le ordenó al otro.

El hombre soltó una risa sin humor.

“No bromeen conmigo”, dijo, y soltó a Himchan hacia al suelo con demasiada fuerza.

Pasó por al lado de Youngjae, dirigiéndose a la habitación donde Yongguk había entrado antes.

Encontrándose con que la habitación estaba completamente vacía.

Woohyun gruñó en ira, entrando y buscando algún indicio de que su hijo estuviera ahí, quizás escondido, o que al menos hubiera estado ahí en algún momento, pero no había nada. Nada.

Yongguk apareció por la puerta y empujó al hombre, haciendolo caer al suelo por la sorpresa de la acción.

“Sal de aquí ahora o llamaré a la policía”, le dijo, poniéndolo de pie solo con fuerza bruta y comenzar a empujarlo hacia la salida.

“Yo debería ser el que llame a la policía por tener a un chico alejado de sus padres”, alegó el hombre. Yongguk lo tomó del cabello con fuerza, llevándolo hasta la puerta, abrirla y lanzarlo ahí.

“Si te veo cerca de esta casa de nuevo, no tendrás la misma suerte”, le amenazó, cerrando la puerta y poniendo el pestillo.

Yongguk se quedó cerca de la puerta esperando a ver si el hombre volvía por un buen rato.

Youngjae y Himchan sacaron a Daehyun de su escondite, asegurándole que su padre ya se había ido. Lo sentaron en la cama y Youngjae se sentó a su lado, Himchan en frente de él, de rodillas, intentando calmarlo.

Daehyun no decía nada, lo que tenía a ambos preocupados.

“Necesita relajarse”, musitó Himchan, poniéndose de pie, “le voy a preparar un té”, comentó antes de irse a la cocina.

Youngjae afirmó su cabeza en el hombro de Daehyun, mientras tomaba su mano en su regazo. Esperó un largo rato a que el mayor se tranquilizara, y progresivamente comenzara a relajarse bajo su cercanía.

“Fui un cobarde”, musitó Daehyun. El otro negó con la cabeza, “debí haberme levantado y echarlo con mis propias manos, pero yo…”, dijo con voz débil.

Youngjae apretó su mano un poco.

“Creo que fuiste muy valiente”, opinó el menor. Pronto sintiendo cómo un brazo del otro muchacho reposaba en su cintura, acercándolo al otro cuerpo, “fuiste muy valiente, Daehyunnie”, volvió a afirmar.

El aludido sonrió suavemente por las dulces palabras del chico a su lado.

“Youngjae, entré en pánico”, le respondió, “no pude ni moverme por mi cuenta.”

Youngjae volvió a negar con la cabeza y se separó un poco para ver a los ojos del mayor.

“Si yo hubiese sido tú, hubiera salido corriendo”, confesó con una sonrisa.

Daehyun respondió a la sonrisa con dificultad

Quería creer en las palabras de Youngjae, pero no podía. Sabía que había sido un cobarde. Por su culpa su familia había sufrido.

No podía permitir que eso sucediera de nuevo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Yongguk cerró la puerta de la habitación de Jongup. Había pasado más o menos una hora desde que aquel hombrese había ido y pronto Yongguk había recordado que probablemente los menores también habían escuchado el griterío, por lo que había ido a ver como se encontraban.

Jongup le preguntó todo, pues Junhong parecía no querer hablar, pero ante lo que Yongguk podía decir, el menor no parecía asustado por la situación. Jongup, por su contrario, se alteró un poco, preguntando si Daehyun estaba bien. Yongguk le aseguró que era mejor dejarlo dormir por hoy y luego preocuparse por lo que haría.

Yongguk caminó ahora hasta la habitación de Himchan, tocando la puerta antes de entrar.

Su amigo estaba sentado bajo las sábanas, mirando a la nada, pero al verlo llegar, le sonrió suavemente.

“Ya me voy”, musitó Yongguk, acercándose hasta sentarse a un costado de la cama, a la misma altura que estaba el otro muchacho, “ya es más de media noche, no creo que él vuelva”, comentó luego.

Himchan asintió, pero Yongguk se dio cuenta de que el chico estaba notoriamente afectado por lo que había pasado.

“¿Himchan?”, inquirió.

El aludido suspiró suavemente.

“Tengo miedo”, confesó, sin querer mirar a los ojos del otro, “fui totalmente inútil, no pude hacer nada”, soltó con voz callada.

Yongguk se fijó en los ojos del otro, los que no le devolvían la mirada.

De pronto, no sentía ganas de irse.

“Si quieres puedo quedarme”, le dijo Yongguk con tono suave, y al terminar a penas de decir tales palabras, Himchan le miró con los ojos brillosos, pero esta vez no por lagrimas contenidas, sino, por alegría.

“Si, por favor”, musitó.

Ver a Himchan así no era algo que a Yongguk le gustase, sin embargo, el hecho de que el menor depositase su seguridad en sus manos le hacía sentirse contento.

“De acuerdo”, respondió Yongguk con una sonrisa tranquilizadora, “buenas noches”, le dijo antes de ponerse de pie.

Solo para ser detenido nuevamente.

“¿A dónde vas?”, le preguntó Himchan.

Yongguk se volteó a verlo.

“¿Al… sofá?”, respondió con duda.

El otro muchacho negó con la cabeza, moviéndose hacia un lado en su cama.

“Estás loco, es casi invierno, no voy a dejar que duermas en el salon de estar”, explicó, “mi cama es lo suficientemente grande para los dos”, soltó después con una sonrisa.

Yongguk sonrió suavemente al entender. Se dio la media vuelta y caminó hasta el otro lado de la cama. Himchan apagó la luz de su buró y se arropó más mientras Yongguk entraba a la cama solo en boxers.

“Buenas noches”, deseó Himchan cerrando los ojos. Agradecía que la habitación estuviera lo suficientemente oscura para que nadie (Yongguk) pudiera ver la enorme sonrisa de su rostro cuando se acomodó cerca del otro cuerpo.

Tenía una imagen que proteger.

 

 

Notas finales:

 

 

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una breve nota: desde ahora las actualizaciones de este fic van a ir más lentas (más de lo que ya eran) porque llegué al punto donde había dejado con anterioridad y me gusta escribir varios capitulos después del que publico, y como este fic tiene capitulos muy largos, se entiende que me demoraré más.

y, ahm, espero que no abandonen mi historia por eso ;; trato de avanzar un poquito todos los días para que no sea tan larga la espera, pero hay días en los que no sale nada(?). eso, nos leemos al siguiente<3


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