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Donde caben cinco por golddie

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Daehyun se encontraba a sí mismo pensando al respecto más de lo normal. Se despertaba y lo recordaba, se duchaba y pensaba en eso, cada momento donde se quedaba observando a la nada, lo pensaba. No podía decir que estuviera preocupado, no en todo el sentido de la palabra, porque la palabra correcta era que estaba neurótico.

A penas podía seguir fingiendo que estaba bien. A penas podía mirar a las personas con las que vivía sin pensar en querer acabar con todo, no por él, sino por ellos.

Daehyun sabía de lo que su padre era capaz, y si llegó a saber dónde vivía, no dudaba que pronto iba a tener más noticias de él. Estaba seguro de que volvería por él, fuese en el propio piso de departamento, fuese en la calle o en sus pensamientos.

Daehyun se rehusaba a quedarse solo: ya no podía ni dormir sin estar abrazado de Youngjae para cerciorarse de que estuviera ahí con él. El muchacho le hacía sentir seguro, pero no podía decirle nada al respecto porque no quería que sintiese pena por él o darle problemas. Y era todo un tema, sobre todo con Himchan, quien constantemente intentaba preguntarle si estaba bien de la manera más dulce que pudiera. Daehyun no quería decirle que su mente estaba completamente rota por lo que sucedió, por lo que solo intentaba decir que estaba bien, tal vez acompañado con una sonrisa igual de falsa e intentar cambiar de tema.

Y era difícil. Mentir, eso es. Mentir sobre que estas bien cuando tus miedos invaden tu pensar a cada momento, donde ya no puedes salir por miedo, donde te sientes observado y que no puedes respirar porque estás seguro de que sería mejor si no lo hicieras.

(Y…)

Un día Daehyun lo vio. Vio que Junhong había intentado lo que él pensaba.

Ese día, Jongup estaba acompañando a Daehyun en su habitación porque Youngjae estaba en sus últimas clases y Daehyun no quería estar con Himchan por temor a que le fuera a hablar de lo que él no quería conversar. Junhong había entrado a la habitación después de un rato, después de que Jongup le enseñó un par de canciones y Daehyun había hasta llegado a pensar que era hermosas. El menor parecía estar recién despertando de una siesta y lo primero que hizo al entrar, aún mareado por el sueño que le quedaba, fue tirarse en la cama que Jongup estaba usando (la que era de Youngjae) y recargar su cabeza sobre las piernas del otro. Daehyun observó cómo Jongup llevaba su mano a los cabellos rubios de su regazo como si fuera lo más natural del mundo. Sonrió internamente por eso, sin embargo, tal sonrisa abstracta desapareció cuando Junhong llevó sus piernas a su pecho. Como el menor no había querido ir a buscar sus ropas, usaba las de Himchan o de Youngjae, que aun así no le quedaban perfectamente por lo que con ese movimiento, la playera que había usado para dormir se movió hacia arriba, revelando sus caderas rayadas con cicatrices: así como si hubiera tenido una pelea con un gato muy pero muy enojado.

Daehyun se impresionó, pero el momento no duró mucho, porque Jongup rápidamente le cubrió su piel expuesta con la manta que descansaba a los pies de la cama. Jongup no lo miró para darle una señal de que había notado que Daehyun se hubiera fijado, así que, en teoría, el mayor no sabía si el otro muchacho lo había hecho a propósito o no. Pero eso no importaba.

Daehyun lo había visto.

Había visto las pruebas físicas de que Junhong estaba más triste de lo que demostraba bajo sus mejillas sonrojadas y su sonrisa brillante.

Y Jongup sabía.

No se lo podía decir a Youngjae: tenía miedo de saber qué opinaría. Tampoco a Himchan, porque no quería preocuparle.

Él no sabía nada de los problemas que el menor podía estar teniendo, pero se encontró a sí mismo con curiosidad. Quería saber cómo había empezado, cómo había tomado la decisión de hacerse daño y si eso le hacía sentir mejor.

Y Jongup sabía de sus problemas, y ni le había dicho a nadie. Daehyun pensó que probablemente ni Yongguk supiera de esas marcas.

Entonces, pensó que Junhong era una buena inspiración a seguir ocultándolo. Él nunca había entendido de por qué las personas lo hacían, pero, ahora mismo, frente a frente en el espejo del baño (el único lugar al que parecía no temer ir solo), se lo preguntaba.

¿Le haría sentir mejor?

No quería hacerlo. Youngjae lo notaría, todo el mundo lo notaría.

Pero, ¿y si lo hacía en un lugar donde nadie fuera a notarlo?

Daehyun miró sus muslos y pestañeó un par de veces. No.

No era capaz.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Daehyun levantó la vista hacia la puerta cuando se abrió suavemente. Había estado intentando leer un libro que encontró entre la pequeña colección que Youngjae mantenía en su escritorio, uno que no tratara sobre matemáticas ni ciencias, pero no había podido avanzar mucho a pesar de que intentara concentrarse en las hojas llenas de letras.

Youngjae le sonrió cuando lo vio sentado en su cama, con su espalda contra la pared como siempre. Daehyun le respondió la sonrisa sinceramente.

El chico cerró la puerta y fue hasta la cama ocupada por el mayor, llegando hasta su lado.

“¿Qué haces?”, le preguntó a Daehyun solo por intentar conversar con él.

“Leo”, respondió, pero notó la mirada ajena sobre la hoja abierta: la primera hoja donde comenzaba la historia, por lo que clarificó: “o eso intento”, luego.

Youngjae suspiró.

“Tal vez la historia no te gusta”, comentó con voz suave.

Daehyun pestañeó, sin despegar sus ojos del libro abierto frente a él pero sin leer nada, así como había estado hace cerca de media hora.

“Tal vez”, concedió.

Hubo un pequeño momento de silencio hasta que Youngjae tomó el libro de las manos de Daehyun, provocando que este le mirara en duda.

“Debes estar cansado”, soltó el menor con una ligera sonrisa, “leeré para ti”.

Daehyun rió un poco.

“¿No tienes nada mejor que hacer?”, le preguntó, al mismo tiempo que Youngjae se movía hasta reposar su espalda contra la almohada, pero aun así quedando de una forma en que estaba medio sentado y medio recostado.

“La verdad es que no”, respondió, pero Daehyun sabía que lo decía para no hacerlo sentir mal. Observó, luego, como Youngjae separaba sus piernas y con una mano palpaba su estómago. “Ven aquí”, le llamó con una sonrisa.

Ni aunque Daehyun hubiera querido negarse a tal invitación lo hubiera hecho. Se movió hasta que su espalda quedara contra el pecho de Youngjae y sus costados rodeados por los muslos del mismo: Se sentía tan calmado así. El calor de otra persona, y sobre todo el de ese muchacho, le hacía sentir como si no hubiera mal en el mundo, como si en realidad todo lo vivido había sucedido hace muchos años y ahora podían reírse de ello.

Pero no era así.

Sintió a Youngjae darle un corto beso en la parte de atrás de su oreja. Tal acción hizo a Daehyun sonrojarse.

“Cierra los ojos e intenta imaginar lo que leo”, ordenó más que pidió el muchacho.

Daehyun suspiró y cerró los ojos, dándose cuenta que así podía sentir aún más la paz interior que estaba ahí.

A veces era increíble.

Youngjae comenzó a leer, sosteniendo el libro frente al rostro de Daehyun mientras ponía su mentón en el hombro del mayor, y este escuchaba las palabras directamente. El aliento del menor chocando de vez en cuando con la piel sensible. Pero Daehyun no quería sentir. Su mente estaba ocupada imaginando la historia que le era contada, y poniendo especial atención a la voz que la relataba.

Era simplemente adorable como Youngjae cambiaba su tono de voz para los diálogos de distintos personajes, y como a veces se equivocaba y leía la línea de nuevo de forma paciente.

Daehyun se encontraba disfrutando escuchar el latir de su corazón acelerado. Era como si se quisiera salir.

Entonces se preguntó en qué pensaría Youngjae de lo que estuvo a punto de hacer en el baño horas antes.

Abrió los ojos, dejando de poner atención a lo que decía el muchacho tras él. Daehyun movió su cabeza hacia el hombro donde Youngjae recargaba su rostro, interrumpiendo la lectura.

“¿Pasa algo?”, inquirió el menor con una sonrisa dulce.

Daehyun le besó lo mejor que pudo desde esa posición, separándose cuando Youngjae dejó el libro sobre la cama. Le miró durante un rato, hasta que se dio la vuelta, quedando sobre el menor y volver a besarlo. Las manos de Youngjae rápidamente llegaron hasta su cabello y le acarició. Daehyun le besaba los labios y no se atrevió a pasar a más hasta que el otro fue quien se separó un poco para abrir su boca y así poder besarlo más profundamente.

Al igual que muchas otras veces, cuando Youngjae soltaba sonidos desde la garganta y sus piernas se flectaban, Daehyun encontraba su momento de alejarse.

Cuando se separaron, sus ojos se encontraron por un largo rato. Daehyun soportaba su peso con sus cosos a los lados de la cabeza del otro y sus piernas entre las del mismo, Youngjae le sostenía cerca con un brazo alrededor de su cuello y el otro por su torso: Como si sus cuerpos hablaran por sí solos.

“Eres demasiado bueno para mí”, dijo Daehyun después de un rato.

Youngjae frunció el ceño ante lo dicho, puesto que el mayor no dio indicio alguno de estar bromeando; todo lo contrario, le miraba con ojos llenos de amor y un semblante amable.

“¿Cómo puedes decir eso?”, preguntó suavemente, en un susurro, puesto que no quería hacer sentir al otro que le estaba cuestionando brutalmente, aunque era precisamente lo que quería hacer.

Daehyun le miró mucho tiempo a los ojos antes de contestar:

“Porque no sabes lo que pasa por mi cabeza cada vez que no estas cerca.”

Esperó a que Youngjae se enfadara o que le preguntara a qué se refería, pero contrario a eso, le atrajo hacia sí y le dio un corto beso en los labios, para después sonreírle.

“Entonces tendré que estar siempre cerca”, contestó divertido.

Eso le gustó a Daehyun tanto como le molestó. Por una parte, no podía pensar en algo más hermoso que el menor no se alejara de su lado, pero por la otra parte, no había otra mayor prueba de lo débil que era.

No podía estar solo, y el hecho de querer a Youngjae cerca como si fuera un inhibidor de sus malos pensamientos le corroboraba que era un cobarde. Que necesitaba al otro para no caer a ese punto que le aterraba.

Estaba furioso consigo mismo, y por un segundo miró a Youngjae y se sintió furioso con él.

Pero se contuvo. Él no tenía la culpa de nada.

Daehyun se alejó. Youngjae vio cómo se escapó de sus brazos y quedó sentado al borde de la cama. Pensó en qué hacer, preguntándose en qué había dicho mal.

“Daehyun”, le llamó.

El aludido no le miró, por lo que decidió acercarse un poco, solo quedando tras él y hablarle cerca de su hombro.

“¿Te hice enojar?”, preguntó con voz neutra.

Vio al otro negar con la cabeza antes de girarse y verlo a los ojos de nuevo.

“Siento que tengas que lidiar conmigo, Youngjae”, respondió solemne, “si pudiera hacer algo al respecto, yo…”, musitó sin intenciones reales de terminar la frase.

Youngjae sonrió.

“Pero me gusta lidiar contigo”, dijo.

Y Daehyun sonrió, también.

Porque estaba en lo correcto.

Youngjae disfrutaba de lidiar con cierta parte de él, la parte vulnerable, callada, herida y con miedo, mientras que el lado enojado, con ganas de hacer daño, ganas de gritar y romper todo estaba aún sublimado.

Pero Daehyun sentía ese lado crecer, queriendo tomar control de la racionalidad que quedaba en su mente y le preocupaba infinitamente, porque saldría a la luz si no hacía algo al respecto para callar a esas voces en su cabeza y no quería que fuera en presencia de nadie.

Menos en frente de Youngjae.

Daehyun cerró los ojos y tomó el libro que el menor le había estado leyendo hace un rato.

“¿Quieres seguir leyéndome?”, le preguntó sin fingir una sonrisa. Ya no hacía eso en frente del menor.

Y por supuesto que Youngjae aceptó, porque Youngjae era demasiado bueno para él.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Varios días habían pasado ya desde la desagradable visita de aquel día, y muchos más desde que hubo si quiera un rastro del hombre mayor, sin embargo, Daehyun aún se rehusaba a salir o quedarse solo por mucho tiempo.

Ese día Youngjae había sido enviado la tienda por sí solo, puesto que Himchan estaba en clases y Jongup se había quedado acompañando a Daehyun y Junhong, quien tampoco encontraba gracia en salir.

En la tienda no pasó nada fuera de lo común: tomó lo que había ido a comprar y pagó el precio correspondiente, ofreciéndole una dulce sonrisa a la mujer que le atendía. Fue cuando salió de ahí, con bolsas en la mano cuando sintió algo extraño.

Como si le estuvieran siguiendo. Lo cual era, en un principio, ridículo, puesto que la cantidad de gente en la calle era mucha y cualquiera que estuviera observándolo o caminando tras de él era considerado como normal.

Así que Youngjae aceleró su paso, queriendo llegar pronto al piso del departamento para poder despojarse de aquel sentimiento. Iba caminando hasta que ya cerca del parque se puso a correr, con miedo, hasta la recepción.

Tomó aire porque se había cansado un poco. Luego se sintió idiota por haberlo hecho: nadie le estaba siguiendo.

Se fijó en que el guardia de la recepción estaba dormido y sonrió ante eso. Buscó en una de sus bolsas una pequeña golosina y la dejó en su mostrador con cuidado de no despertarle.

Youngjae caminó hasta el ascensor y cuando se cerró la puerta, presionó el botón de su piso, notoriamente más tranquilo que antes.

No fue más que una sorpresa cuando el elevador se detuvo en el segundo piso y un hombre entró.

Youngjae le reconoció de inmediato: era el padre de Daehyun. Después de semanas seguía cerca.

Su mente se disparó, queriendo escapar, pero el hombre presionó el botón para cerrar las puertas rápidamente.

“No te haré daño”, le juró el hombre, dándose distancia al joven y levantando ambas manos donde él pudiera verlas, “solo quiero hablar”, soltó luego.

Youngjae seguía con miedo, no podía hablar por la presencia del adulto.

Cuando la puerta se abrió en el piso donde Youngjae debería bajarse, el hombre trabó la puerta con su pie, no permitiendo que el elevador se moviera.

“¿Cómo está Daehyun?”, preguntó el adulto.

Youngjae pareció volver a sí al mencionar al muchacho.

“¿Qué Daehyun?”, devolvió, fingiendo que no lo conocía.

El hombre en frente de él pareció divertido.

“Aún siguen con eso”, musitó, negando con la cabeza, “dile a Daehyun que sé dónde está su hermano e iré por él ahora mismo si no viene conmigo.”

Youngjae frunció el ceño.

“Lo siento, no sé de lo que me habla”, respondió suavemente.

La risa del otro fue lo que escuchó como respuesta.

“De acuerdo, luego no digas que no lo advertí”, contestó, haciéndose a un lado para que Youngjae pudiera salir, lo que hizo con rapidez, aún con miedo de que pudiera hacerle algo.

Había visto al hombre actuar violentamente y no quería que le pasara nada, después de todo.

Estuvo frente a la puerta del departamento más rápido de lo que pensó.

No sabía qué hacer: si decirle a Daehyun lo que pasó o no.

Recordaba cómo había reaccionado la primera vez que les fue a visitar y no quería que se pusiera así nuevamente. A penas estaba comenzando a superarlo y decirle que había tenido un encuentro cara a cara con él, no le daba la seguridad de que fuera a reaccionar bien.

Aún tenía las bolsas en sus manos, sería muy fácil solo fingir que nada había sucedido.

Pero algo le molestaba.

¿A qué hermano se estaba refiriendo aquel hombre?

Youngjae no tenía idea que Daehyun tuviera un hermano y le extrañaba.

Se suponía que se decían todo, ¿no?...

Abrió la puerta, poniendo su mejor rostro neutral. En la sala de estar estaban los tres muchachos, Daehyun siendo el único que se puso de pie para ir a saludarlo.

“¿Cómo te fue?”, le preguntó.

Los ojos de Daehyun usualmente le demostraban sinceridad. Ahora, los veía, y no sabía qué pensar.

Youngjae forzó la mejor sonrisa que pudo.

“Bien”, respondió a la par que el otro chico tomaba las bolsas y las llevaba hasta la cocina.

Youngjae se sentó cerca de los otros dos menores, que estaban juntos en el sofá más grande y ambos le sonrieron un poco.

“Youngjae-hyung, tenemos hambre”, se quejó Junhong.

“¿Qué, no han comido?”, les preguntó a los dos, quienes negaron con la cabeza.

“Daehyun-hyung nos dio cereal”, informó Jongup con la mejor de las intenciones.

Cuando el nombrado volvió a aparecer por la sala de estar, suspiró.

“No sé cómo terminar una comida completa”, confesó, ante lo que Youngjae no pudo evitar reír un poco.

Se puso de pie y caminó hacia Daehyun, tomando su mano para guiarlo a la cocina de vuelta.

“Es tiempo de que aprendas, entonces”, le dijo con una sonrisa.

Y no hubo caso en que Daehyun se negara.

 

Notas finales:

 

 

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ANGUSTIOSO FIC ES ANGUSTIOSO(?). miles de perdones por no haber actualizado antes, pero a quienes me fueron a preguntar les expliqué que no estaba sintiendo la pasión de la llama literaria en mis venas esos días (bueno, algo parecido pero con palabras diferentes). siento que pasan poquitas cosas en este capitulo pero me tardé una eternidad porque no sabía como transmitir todo lo que quería poner ;; espero haya quedado bien. nos leemos<333 


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