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Cachorros y amos por wickedkitsune

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Notas del fanfic:

 

Contenido homoerótico, pet play, violencia, abuso de menores de edad, referencia al uso de drogas, no es apta para personas menores de 18 años.  No es apta para personas sensibles. Esta es una novela ficticia, tiene base en la realidad. Basta que abran el diario del día o le den una mirada al noticiero y verán que la realidad no es color de rosa. Si no te gusta el tema hazte un favor y no leas.

Quiero advertir que no pretendo sensualizar el abuso de ningún tipo. En ningún momento pretendo tocar los temas de violencia bajo luz positiva. Tampoco estoy de acuerdo con la práctica del BDSM si no es consensuado por ambas partes, de no ser de ese modo es abuso, así de simple. No comparto la idea de que el abuso sexual, psicológico o físico sean positivos bajo ninguna circunstancia. Quiero dejarlo en claro en caso que alguien pretenda acusarme de lo contrario.


Esta obra está registrada 
Safe Creative code:#1408031201943

Notas del capitulo:

Estoy reeditando los capítulos  y partiendolos en dos para hacerlos más digeribles. De todo corazón, disculpen las molestias y confusiones que les pueda causar. 

Gracias.

 

 

El ambiente festivo también se dejaba sentir en las calles marginales, no, no era exclusividad de las clases pudientes. En las esquinas y bodegas, escaseaban las decoraciones, pero, a esas horas de la noche figuras mixtas de tacones y escotes hacían lo propio, recorrían la calle de arriba para abajo, acechando y dejándose acechar por autos que circulaban como tiburones en contracorriente. Uno de esos autos se detuvo a su lado, en mitad de la calle, y tanta fue su sorpresa que tardó en reaccionar. Repuesto de la impresión y tras un intercambio de palabras, se subió sin más trámite, bañado en silbidos y palabrotas de los demás habitantes de la noche.

Las calles se fueron transformando conforme cambiaban de escenario, pronto los cuerpos estacionados en las veredas ofreciéndose a quien pasara quedaron atrás. El ambiente mutó de marginal y desolado a ajeno y céntrico, arboles bien cuidados y aceras bien iluminadas, decoraciones de colores colgando de postes de luz, letreros luminosos en los escaparates deseando felices fiestas a quienes pasaran por enfrente, edificios modernos y gente pululando como insectos de luz.

La noche aún joven y la ciudad insomne.

Conocía el área, más de una vez terminó rodando por esos lares como perro vagabundo, y más de una vez tuvo que regresar con el rabo entre las patas. La experiencia le decía que tuviera cuidado, no era normal que alguien así de atractivo se detuviera a su lado cuando recorría la acera y que lo dejara subir a su auto. Al sugerirle un par de rincones cercanos, obtuvo una respuesta negativa.

«Mi departamento —mencionó—, quiero cambiar de aires».

Ya dentro del auto se acomodó lo mejor que pudo con los ojos en la ventana. La radio encendida, música para aliviar el silencio, el auto olía a nuevo. Subía a uno diferente cada noche, pero los demás olían a humo, a sexo, este auto tenía una fragancia ajena al mundo que solía abrirse para dejarlo sentarse dentro.

Estuvo escuchando la radio pero pronto se perdió dentro de los sonidos electrónicos derramándose por los parlantes y dejó de prestar atención al camino. Perdió la noción del tiempo y, cuando se dio cuenta, ya se habían detenido. El muchacho se hundió dentro de la chaqueta que traía puesta con todas las razones posibles para alarmarse. No era lo usual, no era rutina. Atravesaron la ciudad hasta llegar a un vecindario que no se atrevía a pisar si no era por trabajo. A un par de cuadras, había un hotel modesto y desapercibido donde se encontraba con sus clientes habituales.

De haber sabido que iba a ir a parar por esos lares, se hubiera vestido menos evidente. Una vez más, la experiencia le golpeó en la cara, recordándole su condición en el mundo. Se volvió a acurrucar dentro de la casaca de cuero que lo envolvía. Debajo de ésta la ropa que traía era escasa. Por fin, con el auto estacionado y su cliente de turno impacientándose, le preguntó que si estaba esperando una invitación o algo. Por un momento pensó que todo iba a terminar en ese mismo estacionamiento pero incluso alguien como él se daba cuenta que ese auto estaba demasiado nuevo como para ensuciarlo con tales menesteres.

Desde ese momento dejó que su cliente lo condujera en el silencio que le era familiar en ese tipo de encuentros. Primero hacia el elevador, luego al pasillo y, finalmente, a su departamento tal y como había prometido. Iba mirando al suelo, como sus zapatos gastados desafinaban con el corredor alfombrado. Apretó las mangas de la chaqueta y casi tropieza con la espalda amplia de su cliente. Este volteó a mirarlo, pero se topó con su cabeza baja mirando los pies de ambos, los zapatos lustrosos del cliente y los suyos opacos.

Ingresaron por fin y abandonó al muchacho en medio de la sala. Sabía que lo estaba siguiendo con esos ojos azules asustados. Fue lo primero que notó al verlo de cerca, esa mirada de animal de la calle aterrado del contacto humano. Sí pues, le dio curiosidad, de esas que no te dejan dormir hasta que por fin la encaras, la tienes delante y te sacias de ella. Dejó su propia chaqueta en el perchero junto a la ventana y pudo ver como los ojos del chico se iluminaban.

El ventanal le despertó la curiosidad, tanta que dejó a un lado su escandalosa timidez y avanzó dos pasos hacia ella para luego darse cuenta de lo que hizo y quedarse petrificado en su lugar con cara de animal maltratado. Tuvo que contener su risa porque le pareció muy cómica la reacción de alguien que vende su cuerpo para vivir.

—¿Tienes un nombre?

—Noel.

—Yo soy Luka.

El muchacho se lo quedó mirando con una expresión de confusión que encontró sumamente divertida. Por un momento no supo si iba a tenderle la mano o hacerle una reverencia o algo. Luka se le acercó con un cigarro en la mano y un sobre en la otra. Noel intentó retroceder casi instintivamente pero no lo hizo, se quedó en su sitio con los ojos en el sobre que acababa de colocar sobre la mesa de centro. Entendió bien el mensaje y dejó en paz las mangas para tomar el dinero de sobre la mesa. No se atrevió a abrirlo ni a contarlo, lo desapareció dentro de la horrenda casaca de cuero varias tallas más de las que le correspondía.

—¿Dónde me quieres?

Luka dejó escapar una columna de humo rumbo al techo saboreando las palabras que acababa de pronunciar. El tono de su voz era tan monótono que parecía que hablaba con una contestadora. Manos a la obra sin esperar una respuesta, deslizó sus dedos largos y nudosos dentro de su chaqueta, se la fue quitando despacio como si su cuerpo fuera una fruta y estuviera pelando su propia cascara. Noel se llamaba y bajo la chaqueta quedó al descubierto poca carne y muchos huesos. La ropa que traía puesta era de la talla incorrecta, tan ajustada y escasa que parecía incomodo incluso para respirar. Cierto, estaba esperando una respuesta, donde lo quería.

—En el sillón.

Respondió y la reacción automática del chico lo sorprendió un poco. Las manos pálidas se posaron en el botón del pantalón escurrido sobre sus caderas angulosas y la tela se deslizó piernas abajo. No tenía puesta ropa interior, Luka ocultó una sonrisa tras el cigarrillo. Piernas largas y flacas completamente lampiñas, camiseta sin mangas que apenas si hacía el esfuerzo de cubrirle hasta arriba del ombligo y los zapatos los perdió en el camino.

—Y yo pensando que me ibas a hacer un strip tease o algo...

Otra bocanada de humo y una risa socarrona.

—Dijiste que me querías sobre el sofa...

Noel no iba a perder tiempo en preámbulos y coqueteos de enamorados, derechito al negocio y asunto terminado. Ya estaba bastante incomodo con lo alejado de la rutina que estaba resultando todo. Lo usual era ir de frente a la acción, otro de sus clientes lo tendría de rodillas en el suelo para ese momento. Le dio una mirada al rubio que fumaba entretenido y tomó de dentro de su casaca descartada un puñado de preservativos. Los recorrió con los ojos uno por uno hasta que por fin se decidió por el de la envoltura verde. Era uno de los mejores que tenía y de cierto modo ameritaba la ocasión.

—Cierto, esas fueron mis palabras.

Respondió sin dejar a un lado el cigarro, pegado a sus labios como si fuera una extensión de su lengua seguía destilando humo como un buque a vapor. El muchacho lo miraba sorprendido y le podía leer la mente como si tuviera los pensamientos escritos en toda la frente. Estaba confundido y hasta asustado por sus nulos avances, por el dinero en el sobre que quizá no era lo suficiente pero no se atrevía a contarlo por cierto pudor extraño. El mocoso era un libro abierto y estaba por ponerse a leerlo entre líneas. Dejó el cigarro sobre el cenicero y le dio una torcida certera para cegarlo, se levantó con ceremonia acercándose despacio. La anticipación se dibujó en la cara de Noel, entreabrió los labios al verlo acercarse, el preservativo aun envuelto entre sus dedos y cayó de rodillas frente a su cliente.

—Tienes que usar esto, yo te lo pongo...

—Luka, mi nombre es Luka —añadió cortante. Noel resistió la urgencia de encogerse de hombros y continuó con la tarea de deshacer el botón del pantalón de mezclilla. —Mira mocoso, no tengo ningún interés en cogerme alguien como tú así que deja eso de una vez. Soy fotógrafo profesional, si te traje hasta aquí es porque me interesa tu cuerpo pero de otra manera.

Lo dijo con tanta indiferencia que le fue difícil mantener esa actitud al ver la reacción perpleja del muchacho. Las manos se le congelaron y lo vio tensar los hombros. Ahora sí que lo hizo saltar dentro de su propia carne. Acababa de aterrorizarlo con unas cuantas palabras específicamente seleccionadas con ese fin. Lo vio temblar con tanta violencia que pareció que se le desarmaba. Noel se puso en guardia retrocediendo de inmediato tratando de ponerse a buen recaudo.

—No me mires así que no es lo que tú piensas.

No, según su propia experiencia podía ser mucho peor. Tenía el dinero ahora lo único que necesitaba era correr a la puerta y desaparecer.

—¿Qué es lo que quieres entonces?

La salida estaba tan cerca, la chaqueta primero y salir corriendo medio desnudo hacia la calle, iba a tener que dejar los zapatos atrás.

—Ya te dije que no te traje para coger si no algo distinto. ¿Tienes hambre? ¿Algo de tomar?

No dejaba de disfrutar su sorpresa, la saboreaba como si fuera una fruta exótica cuyo sabor es tan peculiar que se vuelve adictivo.

—Si no vamos a coger me voy de una vez.

Luka lanzó una risa profunda mostrando todos los dientes.

—Te estoy pagando así que te quedas.

Con su cuerpo le bloqueó el camino, Noel sabía que tenía las de perder si pretendía atacar frontalmente, iba a tener que obrar de otro modo.

—Entonces déjame hacer mi trabajo para eso me estas pagando. ¿No?

—De acuerdo, de acuerdo.

Así que el mocoso se sabía poner insolente, le pareció divertido y de la mesa tomó una cámara de fotos que tenía preparada.

—Sobre el sofá.—Luka apuntó con la lente enfocando por un momento al mocoso puto que acababa de recoger de la calle tumbado sobre el sillón en la pose más casta que se le pudo haber ocurrido. Tuvo ganas de reírse de nuevo como de encender otro cigarro. —Ahora pon la cara de puta que tenías hace un rato.

Esta vez no se contuvo mientras ajustaba los lentes de su cámara. El muchacho le regaló otra de esas miradas peculiares, entre sorpresa y espanto, hasta se ruborizó el mocoso, pero es que era terriblemente tímido. Empezaba a ponerlo de mal humor, apreciaba la concentración en sus modelos y deseaba que algunas de ellas mantuvieran la boca cerrada mientras trabajaba. Noel era diferente, casi parecía que tuviese miedo de emitir sonidos.

Tumbado en el sillón y con la gracia de un cojín estiró las piernas de araña.

—Eso, ahora pon cara de puta.

Lo escuchó mascullar una grosería que prefirió ignorar. Disparó un par de veces y el mocoso echó la mirada al suelo para evadir la lente apuntando. Luka empezó a oscilar en la habitación como un péndulo nervioso, buscándole el ángulo a un círculo. El chico se veía incómodo hasta le pareció verlo temblar, desnudo como un animal silvestre agazapándose para ocultarse del cazador.
Empezaba a escurrírsele la paciencia por torrentes, bufó fastidiado y alto para hacer saltar a su presa. No estaba contento con lo que estaba viendo, Noel lo supo e intentó vencer su propia timidez girando el cuerpo para dirigir los ojos al cliente. Era parte de la faena, cerró los ojos por un momento para hacerse la idea de que no estaba vacacionando sobre ese sofá si no en plena hora de trabajo. Abrió los ojos y su expresión cambió completamente, mirando a la cámara de frente, labios separados.

Luka sintió que la cámara se le iba a caer de las manos. Fue tan solo un instante el que le tomó al chiquillo cambiar del animal asustado que era a esa criatura depredadora. Si no lo hubiera visto con sus propios ojos no lo hubiese creído. Dejó la cámara a un lado y lo tomó de la barbilla con fuerza. Se miraron por un momento en el más absoluto silencio, Noel regresó a su estado anterior al contacto con su piel. Luka estudiaba sus facciones, el miedo escrito sobre toda su cara, el temblor en sus labios, recorrió cada uno de los pensamientos. La cámara, la tomó a toda prisa y sin quitarle la vista de encima al mocoso, disparó la primera toma y la expresión en los ojos de Noel era todo lo que buscaba, confusión, miedo y ese algo que no supo nombrar.

No, no estaba satisfecho, acababa de perderlo de nuevo, el animal asustado acababa de salir a flote.

Noel pudo descifrar el descontento de su cliente, la experiencia le enseñó a anticiparse a las reacciones. No quería coger, eso dijo, lo que quería era ver una puta, eso iba a tener. Buscó la pretina del pantalón color acero y le dio un tirón para zafar el botón. Sus manos expertas se hundieron dentro de la tela buscando la carne a medio erguirse.

—Te dije que no te traje aquí para que me la mames.

De un empujón Luka detuvo sus avances. ¿Acaso era sordo? No, si lo que quería era cogérselo no se hubiera tomado tantas molestias, además no le apetecía alguien tan joven.

—Dijiste que querías una puta...

—Yo sé lo que dije...—gruñó tomándolo del brazo para que se levante del suelo —No tienes que repetírmelo.

En algo tenía razón, acababa de contratar un puto, le acababa de pagar y lo esperado es que recibiera el servicio. Siempre complicándolo todo, Luka tú no aprendes. Sin soltarlo aun lo condujo hacia las entrañas de su departamento.

Noel se dejó arrastrar, por fin algo que le resultaba familiar. Mejor hubieran ido a un cuarto de hotel de medio pelo con una cama en el centro y un baño de preferencia limpio a pocas cuadras de la estación. Se dejó llevar por el rostro tan placentero del rubio que se asomó por la ventana del auto nuevo, todo en este cliente gritaba dinero, de repente iba a terminar más magullado que lo usual pero con plata en el bolsillo. Necesitaba terminar con el asunto y regresar a la calle que conocía bien. El dinero que le dio era más de lo que usualmente cobraba, lanzó la cantidad no para espantarlo si no porque no pudo desaprovechar la oportunidad. Tuvo suerte, era su primer cliente y la noche estaba floja.

Luka lo condujo a otra habitación igual de amplia pero no tan iluminada. Solo una mesa y una butaca, tan solo con una mirada supo que se iba a joder la espalda trepándose encima. Sobre la mesa, en el sillón, donde le diera la gana, Luka era atractivo, era la primera vez que estaba con alguien físicamente agradable. Fotos en las paredes, sobre la mesa, sí era un fotógrafo. Noel se detuvo un segundo antes de encaramarse en la mesa. El retrato en tonos de blanco y negro de un muchacho de ojos claros quien lo miraba a través del papel brilloso con una expresión triste. ¿Cuándo le tomó esas fotos que no se dio cuenta? Era su rostro sobre toda la mesa, en varios ángulos, con el viento revolviéndole el cabello, con sus manos sobre sus labios tratando de calentarlas, recostado contra una pared en una de las esquinas donde solía andar, con los ojos al cielo en una expresión angelical que él mismo no reconoció.

—Esta es mi favorita —exclamó Luka tomando la foto entre sus dedos. — Cuando lo vi por primera vez me dieron deseos de acercarme y hundirme en lo profundo de sus ojos. ¿Lo conoces?

Retrocedió un par de pasos en vez de responder con palabras, un torrente de ideas elevando el nivel de alarma dentro de su mente. Sabía que había gato encerrado, quería fotografiarlo, sí seguramente. No podía bajar la guardia, estuvo observándolo desde hacía tiempo, tenía varias fotos de él y nunca se dio cuenta cuando las tomó.

—¿Qué es lo que quieres de mi? —susurró externamente intimidado.

—Esto es lo que quiero —respondió con la foto en la mano —quiero que este, él que está en esta foto, a este quiero ahora mismo. ¿ Lo puedes traer a mi?

Imposible, Noel no entendía a que se refería. Negó con la cabeza intentando ganar tiempo y ordenar sus pensamientos, intentó retroceder un poco más pero los labios de Luka lo alcanzaron en plena huida. Lo rodeó con los brazos y sus manos se deslizaron por los huesos de su espalda, ahora no iba a poder escapar.

Como buena puta dejó que lo besara hasta que quedaron ambos sin aliento y terminaron jadeando. Luka saboreó el interior de su boca y su lengua experta, el cuerpo escuálido frotándose sobre el suyo y los pantalones le empezaron a ajustar. A tientas encontró la cámara sobre la mesa, no tuvo tiempo de cambiarle la lente, disparó casi sin enfocar a esa criatura de ojos encendidos.

Noel lo supo por instinto, se arrodilló frente al fotógrafo y acarició la tela abultada con sus labios. Luka lanzó un gruñido animal cuando el pantalón cedió y se resbaló hasta anclar en sus tobillos, lo siguiente en caer fue su ropa interior. Su propio cuerpo protestó cuando le dio un empujón para sacárselo de encima. No, no iba a cogerse a un mocoso flacuchento en medio de su estudio, no y no.
El chiquillo no protestó si no que intentó volver a la carga listo para recibirlo dentro de su boca. Disparó con la cámara un par de veces porque la expresión que tenían esos ojos brillantes era más irresistible que el cuerpo juvenil que se le estaba ofreciendo a gritos. No iba a poder contenerse, se agachó y el mocoso se dejó levantar en peso, enroscó sus piernas largas alrededor de su cintura y hundió sus labios en el cuello de Luka.

No supo bien como así llegaron ambos a su habitación. Tanta era la urgencia de lanzarlo sobre la cama y devorarlo a pedazos que perdió por un momento la noción del tiempo y espacio.

Noel empezó a sentirse más cómodo mientras regresaban a la vieja normalidad. Llegaron a la habitación y de pronto lo dejó caer sobre el colchón. Sin perder el tiempo se acomodó sobre las sábanas negras tan suaves que si no tenía cuidado se iba a resbalar al suelo.

Luka tenía la cámara entre las manos, disparando sobre el cuerpo desnudo sobre su propia cama. La piel blanca del muchacho en perfecta armonía con las sabanas, como una pluma flotando sobre un océano oscuro. Separó las piernas y las estiró resbalándolas sobre la cama, los labios entreabiertos invitándolo a acercarse. Circundaba la cama buscando diferentes ángulos que explotar, no encontraba lo que quería, no era lo que buscaba. El mocoso y su piel blanca, sus pezones rosados, su cuerpo lampiño y sus labios en permanente puchero.

Noel se incorporó recordando que dejó los condones en la sala. Luka disparó un par de veces más y luego dejó caer la cámara a un lado de su cuerpo. No se veía satisfecho y no se molestaba en ocultarlo, por experiencia sabía que un cliente insatisfecho no es un buen cliente. De inmediato se deslizó sobre la suavidad imposible de las sabanas y se acercó a Luka, sus labios rodearon su miembro en un movimiento certero y profundo.

Una bofetada lo lanzó sobre el colchón, Luka aun tenía la mano levantada.

—¿Acaso no entiendes? ¡No me interesa tener sexo contigo!

Noel levantó los ojos, entendía perfectamente. Luka estaba furioso, no era la primera vez que uno de sus clientes decidía agarrarlo a golpes, tampoco sería la última.

—¿Qué quieres que haga entonces? —casi fue una suplica, no iba a quedarse para recibir una paliza y que diera la sesión por terminada. Si no quería que se la chupara entonces iba a hacer lo que sea que quisiera para irse de una vez.

—Que te quedes quieto ahí, ni respires.— Luka sintió que se le escapaba un suspiro, estaba consiguiendo lo que quería, esa expresión dentro de sus ojos, esa aura extraña que emanaba y lo hacía tan interesante.—Mira, olvida lo que dije. No debí golpearte y eso.

Los ojos del chiquillo se llenaron de tristeza, asintió apenas y se acomodó sobre la cama. Las manos del fotógrafo lo buscaron y Noel aun pasmado por sus palabras no tuvo como retroceder. Dejó que le acaricie el rostro y hasta le bese la frente en un acto de contrición improvisado. Le recorrió el labio inferior con el pulgar y sus ojos verdes se hundieron dentro de los azules del muchacho. Ahora que lo tenía cerca y bajo la luz tenue de su habitación se le estaba haciendo irresistible. La expresión de tristeza reflejada en las orbes azules bajo las pestañas pesadas, los labios abiertos, la mejilla colorada.

De pronto tenía a un muchacho desnudo entre sus brazos, lo estaba besando, se estaba dejando acariciar, quieto y a su merced. No iba a engañar a nadie, su miembro como una flecha, su piel caliente, su corazón desbocado. Noel lo miraba curioso, la tristeza parecía parte de su cara. Solo por una noche, no era lo que esperaba pero su cuerpo ya no podía resistirlo, su mente decidió cederle terreno a las sensaciones. No tenía planeado acostarse con un puto que recogió de la calle, tampoco estuvo en sus planes encontrarlo tan interesante.

Hizo que se esparciera sobre la cama para recorrerlo con sus manos. La mejilla oscura por el golpe, la garganta, el pecho donde al inflarse las costillas saltaban bajo la piel, el vientre plano casi hundido pegado a los huesos, las caderas afiladas, el ombligo minúsculo, un esbozo de vello y las piernas largas. Le fue encontrando cicatrices en su expedición, algunas completamente olvidadas y otras más frescas, moretones aun con vida y algunos que quedaron como recuerdo de encuentros previos. La sola idea de que alguien más temprano estuvo recorriéndole la piel mermó un poco su interés, tomó la cámara sin embargo y tras la lente pudo recuperarlo.

Hizo que se volteara boca abajo, recorrió su espalda bajo la luz de la lente de la cámara, los huesos del espinazo saltaron todos juntos. Las marcas sobre la piel se multiplicaron como caminitos de hormiga cruzando en todas direcciones. Las tomó entre sus dedos y Noel se estremeció al contacto.

—¿Y esto?

Encontró una cicatriz gruesa escondida bajo el cabello castaño sobre su nuca. Separó el cabello a los lados para apreciar la forma y el modo caprichoso como la piel se cerró.

—¿Herida de guerra? —quiso bromear porque no tenía ganas de escuchar la historia de como se la hizo. No le interesaba de todos modos.

Noel asintió sintiendo el nulo interés en la herida vieja. Para no tener intenciones de follar lo estaba tocando bastante. De nuevo la cámara en sus manos retratando la cicatriz que tanto interés le despertaba. Entonces se preguntó cuando estaría satisfecho, cuantas fotos tenía que tomar para hartarse de él. Quieto para retrasar ese momento porque tenía que aceptar que no estaba pasándola tan mal.

Estaba tumbado sobre el colchón más suave que sus pobres huesos habían tenido la suerte de experimentar, la habitación estaba cálida y su cliente no había intentado hacerle mucho daño. Era lo mejor que le había pasado hasta entonces. El cansancio empezó a ganar, las pestañas le pesaban y los dedos acariciándole las cicatrices de la espalda no hacían más que adormilarlo más. Se encontró a si mismo disfrutando por primera vez las caricias como si se tratara de un amante, manos suaves, piel perfumada y su nombre era Luka.

Dejó la cámara a un lado, el mocoso acababa de cerrar los ojos y estaba profundamente dormido. Suspiró profundamente sintiendo que su entrepierna estaba viva y demandaba atención urgente. Cumplió con su palabra a pesar de que estuvo cerca de pisotearla.

Cierto, logró calentarlo lo suficiente para querer tomarlo sobre su propia cama y olvidarse de que era demasiado joven para él.
Le acarició la cara repasando el lugar donde dejó la bofetada. Profundamente dormido, debía estar muy cansado si de eso trabajaba toda la noche. Antes de empezar a sentir algo de lástima se levantó del colchón, cierto, su miembro demandaba que tomara acción sobre el cuerpo pálido tumbado a su lado. No, no lo iba a hacer, de nuevo su voluntad conquistando los deseos de su cuerpo. Se envolvió en una bata tan sedosa como las sábanas donde reposaba Noel. Lanzó una risita al aire, meneando la cabeza tomó la cámara y abandonó la habitación.
***
Estaba soñando y lo perturbador era que aun despierto el sueño continuaba. Su cuerpo descansaba sobre una superficie suave y no tenía frío. Cuanto detestaba despertar de lleno a la realidad cuando deseaba con todas sus fuerzas dormir para siempre. Noel entreabrió los ojos aun saboreando las sensaciones del sueño que se desvanecía, la tibieza sobre su cuerpo, la suavidad donde se encontraba reposando... Le tomó un momento reconocer esa habitación iluminada a medias, la cama de sabanas negras y sedosas. Su cliente no estaba por ningún lado, lo dejó solo, se quedó dormido, le estaba acariciando la espalda y...

Abandonó la recámara con cautela y al final del pasillo vio una luz encendida. Luka estaba sentado sobre el sillón fumando mientras observaba algo en una pantalla. Noel intentó pasar desapercibido pero de pronto giró el rostro y lo sorprendió mirándolo. Usaba gafas y de un modo u otro ahora se veía más atractivo, el muchacho sintió que las mejillas se le encendían y echó los ojos al suelo.

—Por fin despiertas, ya me iba a tener que acostar en el sillón.

—Lo siento.

Susurró mientras se dirigía hacia su ropa regada en el suelo y se vistió demasiado rápido por la carencia de prendas principalmente. Luka no le prestó demasiada atención por estar mirando a la pantalla que tenía en las manos. Afuera la ciudad seguía encendida pero ya adormilada y él tenía que ver el modo de regresar a su esquina en la periferia.

—Olvídalo —los ojos fijos en la pantalla —¿Planeas irte a esta hora? ¿Sabes qué tan tarde es?

Negó con la cabeza porque tenía miedo de escuchar la respuesta.

—Son las tres de la mañana, dormiste como piedra por lo menos una hora y media. De verdad, te pude haber sacado los órganos y tú ni hubieras sentido.

Noel no supo que le parecía tan gracioso, estaba en problemas porque no iba a tener como volver siendo ya tan tarde. De todos modos no podía quedarse más tiempo aunque fuera todo lo que quería.

—Te puedes quedar en el sillón, yo me voy a dormir que es tarde.

Tenía que estar bromeando. No le respondió, tan solo bajó la cabeza y esperó que desapareciera en el corredor rumbo a su recámara. Escuchó a Luka moverse en la habitación y fue lo último, atravesó la puerta pensando en que si tenía algo de suerte lo volvería a ver. De repente le podía dar el modo como contactarlo, no era que llevara un teléfono consigo, lo único que traía encima eran los condones y el dinero que le dio. Nada más que eso y sus huesos exhaustos. Una vez en el corredor de aquel magnifico edificio en el corazón de la ciudad se dio cuenta que no sabía hacia donde quedaba la salida. De un modo u otro la iba a tener que encontrarla.

Siempre lo hacía.

***

La estación de tren a esas horas de la madrugada albergaba un puñado de viajeros trasnochados. Demasiada gente para sentirse cómodo deambulando entre ellos mientras esperaba que el primer tren partiera en un par de horas. Cayó en la cuenta que no llevaba la chaqueta puesta cuando los noctámbulos desperdigados en los alrededores le dirigían miradas de reconocimiento inquisitivas. La camiseta gris sin mangas que apenas le llegaba encima del ombligo y los pantalones que apenas le rodeaban las caderas gritaban fuerte y por todo lo alto la palabra puta.

En seguida se cubrió con la chaqueta que casi era una túnica encima de su cuerpo. Las mangas largas le cubrían hasta la mitad de los dedos. Le dio un par de vueltas a la galería amplia con los ojos fijos en el piso brillante como un espejo. La maquinita de los boletos empotrada en una pared parecía llamarlo. No, no tenía dinero para pagarse el boleto de tren así que iba a tener que ver el modo de escabullirse dentro. No iba a ser nada sencillo con tan poca gente y todos los ojos encima suyo. Encontró un rincón al lado de una columna y se tumbó en el suelo. Dentro de la estación apenas acompañado por completos extraños mirándolo de reojo estaba más seguro que en la calle. Podía salir un rato y deambular haciendo tiempo para tomar el tren pero era algo arriesgado, no era su zona. Tomó el sobre del bolsillo secreto que le hizo al forro de la chaqueta y lo contó con cuidado dos veces. Era más de lo que dijo que cobraba por el servicio completo y la cantidad probablemente era la suficiente para mantenerlo fuera de problemas por lo menos esa noche.

Intentaría dormir un rato, estaba exhausto y nunca dormía lo suficiente. Envuelto en su chaqueta recogió las piernas para esconder su cabeza y consiguió algo de calidez aunque el suelo estaba helado. Iba a cerrar los ojos por un momento para dejar de pensar en todos los problemas que ya tenía encima o tal vez no. El sonido de pasos severos lo sacó de su intento de reposo. Levantó la cabeza apenas para ver como una vara de madera llega a picarlo en los brazos.

—De pie—el guardia de seguridad volvió a picarlo incluso al verlo despierto —rápido.

Noel levantó la cabeza e iba a protestar pero la vara de madera era amenaza suficiente para obedecer sin chistar.

—Este es un lugar decente —insistió el guardia elevando la voz dos tonos para dejarse escuchar por el resto de curiosos —tienes que retirarte.

Le dijo tomándolo del brazo para asegurarse que no se le escape.

—Vengo a tomar el tren como todo el resto.

—A ver muéstrame tu boleto.

—No lo he comprado aun —susurró Noel porque tenía las de perder.

De pie y andando con el guardia de seguridad casi arrastrándolo hacia la salida. Quedaba aun menos gente deambulando por las amplias galerías de la estación central.

—No hiciste dinero ni para pagarte el boleto. —Jones, decía la placa de identificación en su pecho.— ¿Qué no tuviste clientes o qué?

No estaba de humor para contestar, Jones era un guardia de seguridad no un policía, no tenía porque responder a sus preguntas. Intentó apurar el paso para sacárselo de encima pero lo tenía bien sujeto del brazo. Lo escuchó reír entre dientes mientras lo jalaba hacia un corredor. Hacia allá no es la salida, pensó Noel poniéndose alerta. Jones lo notó y lo sujetó más fuerte. Al final del corredor llegaron a los baños, entraron en silencio y el guardia cerró la puerta tras ambos. De nuevo la vieja normalidad, a lo que ya estaba más que acostumbrado. Giró sobre sus talones y cayó de rodillas frente a Jones quien ya se estaba bajando los pantalones. Tenía un par de horas para esperar el tren y por lo menos de pagar el boleto ya no tenía porque preocuparse.

 

 

Notas finales:

Por favor no te olvides de dejarme un comentario u opinión si gustas. Toda crítica siempre es bienvenida. 

Nuevamente, disculpen las molestias. Me criticaron la longitud de mis capítulos así que los estoy cortando en dos partes para que sean menos pesados de leer. 


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