Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

No Regrets, Just Love. por ipen shidemiru

[Reviews - 18]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Un beso me despierta.

No abro los ojos porque sé que es Akira.  Él suele hacer esto por la mañana cuando quiere sexo. Si al despertarme no quiero hacerlo simplemente lo alejo, aunque no siempre funciona ya que insiste y por lo general lo consigue. Las ocasiones en las que no me niego le sigo la corriente de inmediato. Lo atrapo entre mis brazos, me deshago de las sabanas y hacemos el amor. Si no estoy mal, una vez no abrí los ojos hasta terminar.

Pero hoy lo quiero entre mis brazos lo más rápido posible. Lo extraño y quiero sentir su aroma mientras me hace feliz.

Me libero de la pereza y halo su cuerpo hacia mí. Cae con bastante cuidado y se sitúa a cada lado de mi cadera. Le susurro todo lo que quiero hacerle mientras me besa en cuello.

Lo manipulo para tomar sus labios otra vez. Su lengua es deliciosa, se mueve como una descarga que presiona puntos delicados. No lo puedo explicar, simplemente mi cuerpo lo desea.

Retrocede y abro los ojos. Quiero verlo liberarse de la ropa y zambullirse a mí lado.

Pero frente a mí no está Akira, sino Matsumoto. Del susto lo golpeo. Cae al suelo.

Grita.

— ¡Kai! ¿Qué haces?

Esta no es la voz de Matsumoto. Es la de Akira.

Me apuro a ver por el borde de la cama y lo veo, es mi esposo. Bajo con tal velocidad que acabo resbalando y chocando contra él.

— ¿Estás bien? — pregunta preocupado.

— Si, lo estoy — ignoro el pequeño dolor en el tobillo.

— Qué bueno.

Nos abrazamos.

— Akira, te extrañé.

Recuerdo que hace un tiempo no lo he visto. He sentido que me falta algo desde entonces...

— Yo también...

— ¿Dónde estamos? — miro a mi alrededor.

Es una habitación muy coqueta, de colores blanco, naranja, bambú y oro en menor medida.

— Quiero estar así contigo un poco más. ¿Por qué no me dices qué has hecho?

— La pregunta es qué has hecho tú. He estado buscándote todo este tiempo.

Akira aprieta con fuerza y esconde su rostro a un lado del mío. Quiere sentir mi olor y mi calor después de tanto tiempo. Eso quiero creer.

— Perdón. No puedo decirlo — susurra.

— ¿Por qué?

— Porque no sé si me creas.

— ¿Por qué no te creería?

— Yo...

Pega su frente a la mía. Está ansioso.

— Si no hubieras llegado aquel día no nos conoceríamos. Pretendía saltar. Aun si lo pienso ahora me pregunto si vale la pena seguir aquí. Te quiero, lo he dicho muchísimas veces. Y tuve que repetirlas más para creerlo yo. Te dije que te amaba y en cada ocasión me rompí el corazón en miles de pedazos. Te herí, te até a mí lado cuando desconocía tus deseos. Pero podría estar contigo y no desaparecías. Eso era todo lo que quería, un compañero... alguien que estuviera para mí y yo pudiera estar para él. Y apareciste tú. ¿Quién lo hubiera dicho?

Deja de hablar. Vuelve a esconder su rostro. Lo abrazo con más fuerza que antes.

— De cierta manera pienso que siempre lo supe — confieso —. El sexo siempre fue genial.

 Un pequeño espasmo me sorprende. Creo que ha lanzado una risa dentro aunque no es lo suficientemente fuerte para calmarlo.

— Recuerdo una época en la que tenías demasiadas pesadillas, con mucha más frecuencia que en otras ocasiones. Un grito tuyo me despertó, dijiste muchas veces un nombre y lloraste. Intenté sin éxito despertarte pero los gritos continuaron. No parecías querer salir de ahí aunque te causara dolor. Dijiste aquel nombre otra vez, llevaste los brazos a tu pecho y en tono neutral susurraste “no quiero estar aquí, llevame contigo. Dame el castigo por dañar a quien más he querido en mi vida”. Nunca quise investigar lo que pasaba, siempre has sido libre de decidir lo que quieres decirme y lo que no.

— ¿Recuerdas el nombre?

— El nombre es lo último que me interesa. Yo estoy aquí para ti, si quieres decir algo, en el momento que lo desees… Akira…

— Kai… yo…

— Sabes que odio estas cosas… pero Akira, no me importaría que me hicieras ciertas cosas, si eres tú no me importa.

— No es tan simple.

— Puedo ser la víctima. Si eso es lo que deseas, puedes disponer de mí en cualquier momento.

— No, Tanabe, no. Tú eres...  — murmura cada vez más débil — no sé lo que eres. Ni siquiera sé lo que soy yo — se acomoda cerca de mi cuello —. Cuando me vaya alguien más vendrá ¿Recuerdas quién te sacó de la casa? Bueno, él vendrá y cuidará de ti. No estoy seguro si pueda volver así que no intentes que me vaya ahora.

Acaricio su cabello. Estoy inseguro sobre lo que debo hacer en este momento. Digo, soy un hombre, un hombre que espera a un hijo, que abraza al amor de su vida al quien no vio durante un tiempo... hace más de siete meses que espero a este bebe cuya figura es incierta...

Tengo miedo.

No quiero estar solo.

— A veces pienso que no mentí, eres una persona muy agradable, de la que casi cualquier persona podría enamorarse sin darse cuenta alguna...

— Pero tú no — interrumpo.

— ¿Sabes lo difícil que es estar sin ti? Me acostumbré tanto a tu presencia que al final creo que sí caí enamorado.

— Eres un mentiroso. Deja de hacerte el protagonista. Si fuera tu historia me dejarías saberla, pero es mía porque decidiste no hablar.

— Extraño el sexo.

— Enfermo.

Reímos. Sí, dentro de esta macabra obra logramos reunir el suficiente coraje para burlarnos de un hecho estúpido. Es asombroso.

— ¿No quieres subir a la cama? Aquí hace frio.

Digo después de notar que mis dedos sobresalen de la manta con la que tropecé y tocan el suelo.

Akira no dice ni hace nada. Espera a que yo suba a la cama para que él se ponga de pie. Esa es la desventaja de estar debajo de alguien. Hay que aguardar a que te libere del peso extra que deposita sobre ti para luego intentar moverte.

Akira viste unos jeans rectos y una camiseta sin mangas color blanco. Yo tengo un pijama de pantalón azul a cuadros y camiseta de manga larga del mismo azul pero lisa.

Sube.

— ¿Estás mejor?

— Claro. Pero reciento el frio.

Mira de un lago a otro. No sé qué está buscando.

Regresa al suelo y mete la cabeza bajo la cama.

Cuando sale de ahí avienta sobre mí un edredón verde oliva bastante grueso.

— Con eso debería ser suficiente.

— Gracias.

Estoy agradecido. Sí. Tan sólo no era eso lo que pretendía.

— ¿Qué tal si te acuestas a mi lado un rato?

— Creí que tendría que pedirlo yo.

Dice y se queda en bóxer y camiseta.

— ¿Sexo? ¿Ni siquiera sabes qué eres y quieres sexo conmigo?

— No sería el primer desadaptado que persiga el sexo con extraños. Además, los jeans son incómodos bajo las sabanas.

Lo sé.

Él no quiere sexo.

O quizá sí.

¿Yo quiero sexo?

Claro, ¿cuándo no lo he ansiado?

Se sienta junto a mí y entre los dos acomodamos el edredón sobre la sabana en nuestras piernas. Luego nos recostamos el uno frente al otro.

— ¿Puedo abrazarte?

— ¿Tienes quince años? Akira, eres mi esposo, no tiene por qué preguntar eso.

Oh, lo he confundido y también logré que riera un poco.

Me abraza recostando su cabeza en mi estómago.

— ¿Sigue ahí?

— ¿Mi hígado? Claro, aun no tienen necesidad de sacarlo.

Extrañaba mi sarcasmo. Akira es uno de los pocos que lo puede entender y no hace rabietas por contestarle de esta forma.

— El bebé.

— Sí.

— ¿Estás alimentándote correctamente?

— Oye, Akira, ¿Vas a dejarme solo?

— Me pregunto si lo podré oír.

— Akira...

Levanta mi ropa y pega su oreja a mi piel. Me quedo callado. Yo también apetezco oírlo.

— Bum-bum — Dice. Yo no puedo escuchar nada.

— Ahí está. No lo parece, estás demasiado flaco. ¿En verdad te alimentas?

— ¿Quién te estás creyendo?

— No tengo que creerme nada para preguntar cómo está el bebé.

— El bebé está bien. ¿Por qué no te preocupas un poco más en estar aquí y no en cómo cuido a mi hijo?

— Estoy aquí porque me preocupo por ti.

— ¿Dónde estuviste todo este tiempo?

— Te dije que no puedo responderte.

— Si es así, mejor no te tomes la molestia.

— Tanabe, por dios, ¿qué quieres de mí? — se sienta de un golpe.

— Prometiste estar conmigo hasta la muerte, y no veo que lo cumplas muy bien que digamos.

Akira se ríe. Una de esas risas que pueden causar miedo. No es exactamente una risa macabra pero tiene un estruendo que oculta algo. Akira siempre ha sido de esta manera. No me sorprende si oculta algo, me asombra la forma en la que muestra que lo oculta.

— No es una promesa estúpida. Pero como dije antes; la hice sin pensarlo mucho. No quiero decir que sea por completo mentira, sólo que en mi posición actual es difícil. Así que tendrás que disculparme la falta que cometo porque no puedo evitarlo.

— ¿Podrías decirme de una buena vez qué es lo que está sucediendo? — hago lo mismo que él y pronto estamos uno frente al otro.

— No lo sé — bosteza —. Creo que dormiré.

— ¡Akira! — Lo tomo del brazo antes de que se acueste — ¡Merezco respuestas!

— Te las daría pero no las tengo.

— Entonces, ¿qué haces aquí?

— Abrí la puerta y te encontré.

— ¿Dónde estabas antes?

— Del otro lado de la puerta.

— ¿Qué hay allí?

— Una cocina, un fregadero, un servicio, otra habitación...

— ¿Y por qué estoy aquí?

— Creo que te cuidarán mientras no estoy.

— ¿Creo?

— Te cuidarán.

— ¿Quiénes?

— Tanabe, déjame dormir — dice y de un jalón me tira a la cama.

Notas finales:

si alguien quiere la vista de alguna de esas cosas puede decirme y se la hago llegar. También por las dudas que quieran disipar, no se queden con ellas, yo conozco muchas más cosas de los personajes y de la historia porque yo la escribo pero si puedo resolverles algunas dudas me sentiré feliz.

Bueno, cuidense~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).