Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

No Regrets, Just Love. por ipen shidemiru

[Reviews - 18]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

ohhh... esta semana había planeado subir hasta el proximo lunes o martes, pero estaré muy ocupada con cosas de la escuela así que no podré.

Hablaré un poco sobre este capitulo... lo escribí en octubre... iba en una ban esperando llegar a un pueblito para hacer una especie de servicio social pero con sueldo, el recorrido de donde vivo hasta ese lugar es de más de 15 minutos pero menos de 20. Recuerdo que cerré lo ojos y eso apareció en mi cabeza .___. hice ese recorrido por cinco días y acabé como si me hubiecen puesto a acarrear pierdras... el trabajo consistía en explicarle experientos a estudientes de primaria, secundaria y preparatoria, y cada grupo era de 20 personas TnT fue horrible...

 

Estoy sentado en la banca de un parque.

Estoy solo porque es más fácil observar sin alguien que llame la atención cerca.

Además, Akira me dejó un carta.

A unos doce metros de mí hay un gato muerto. Apesta, debe llevar unos tres o cuatro días ahí porque se nota rígido y no tiene ojos. Lo extraño es  que aun nadie viene por él. Ni humanos ni animales. Es triste, el pobre animal se descompone en un rincón del mundo frente a la cara del resto de la humanidad y nadie se apiada de su cuerpo podrido. Es una buena lección. Todos oleremos así algún día (si no elegimos ser incinerados). Deberíamos mostrar compasión lo que resultaría en esperanzas de que Akira regrese... una idea extravagante, lo sé, pero si alguien que no sea yo ayuda a ese gato muerto significa que alguien puede ayudarme a mí.

Sí, acabo de decir que soy igual que un gato muerto ¿Por qué? Estoy en la banca de un parque a diez minutos de la casa en la que vivo que casualmente está a seis  horas de viaje de Tokio. Mudarme fue bueno. Aunque mi madre se enfadó un poco ya que le llamé una vez me instalé. “Esa no es la manera adecuada de cuidar a un bebe. Si tienes dudas puedes contar conmigo y esta casa”. Esas fueron sus palabras al despedirse. Pero no pienso regresar por un tiempo, al final quizá no lo haga y me quede aquí. El dinero es lo de menos en este momento. Sí, bueno, me han dejado. Qué debería hacer. ¿Llorar? ¿De qué me serviría? Mejor busco a un amante rico que me mantenga por el resto de mi vida, así mi hijo y yo seremos felices.

Este pequeño episodio ha sacado una parte retorcida de mí.

Estoy completamente de acuerdo respecto que todos tenemos un punto bueno como un punto malo. También creo que tenemos ese punto psicópata y despiadado al que no le importa nada y que podemos llegar a perder ese instinto de supervivencia por el que se supone que llegamos tan lejos como humanidad. Aun no me topo con el detonante de esa última, tan sólo estoy deprimido. Deprimido de ser tratado como un gato muerto en la orilla de un parque por donde todos pasan y al final lo ignoran.

Siendo un poco más certero me delegan, de la misma forma que la responsabilidad de quitar al gato muerto.

La carta que Akira dejó no decía mucho. Sólo que sabía que yo hacía cosas y podría solventar los gastos sin problema además de que puedo hacer de mi vida lo que venga en gana. Agregó que me regresaba mi apellido y que no se fue por amar a alguien más, cito “No es que quiera dejarte por un amor fugaz, no, eso nunca. Adiós, Tanabe, espero que mis mentiras no te sigan dañando después de esto”. Tengo muchos años para pensar en eso y existe la posibilidad de que no tenga que hacer nada referente a decirle a mi bebé sobre él, si en los próximos segundos aparece un personaje dispuesto a soportarme y al bebé, bienvenido sea a ser su padre.

¿Es una casualidad que nadie aparezca? Yo diría que no. Al salir de casa avisé dónde iría por lo que nadie aparecerá sin motivo.

Esto es aburrido.

Son aproximadamente las cinco de la tarde.

Esto es un pueblo de menos de diez mil personas. En mi cabeza los lugares con diez mil personas cuentan con cines, supermercados y plazas comerciales, pero al parecer no son cantidad suficiente para sustentar lo que significa todo eso. La tasa de empleo disminuiría dramáticamente por culpa de las grandes cadenas comerciales con sus precios de fábrica... así que en éste lugar existe un teatro comunitario, un par de mini súper y pequeñas tiendas de bisuterías, abarrotes, plásticos, ropa... incluso ayer vagando un poco encontré una tienda de música, no había nada que me interesara pero el encargado dijo que puede conseguir lo que quiera si le facilito el nombre del artista y el álbum.

La conectividad no es mala pero tampoco me recuerda a la cuidad. El internet es bastante lento y no hay 4G. Hay varios lugares donde ir pasar el tiempo frente a consolas de vídeo, esos son los que tienen mejor calidad de conexión pero sólo la usan para eso.

Hay una única y pequeña biblioteca y ninguna librería así que leeré todo lo que hay en casa y pediré cosas a mi mamá la próxima vez que llame.

Es un lugar muy tranquilo. Ni siquiera hay playa o bahía o lagos o ríos cerca. Pero si te descuidas entraras al bosque que hay alrededor. Aquí puedo oír a los pájaros sin necesidad de tenerlos en una jaula. En este momento estoy escuchando unos que se alborotan y vuelan por doquier. Deben estar en su época de adolescencia, lo humanos hacemos  muchas tonterías en esos años.

— Yutaka-san, traje manzanas.

La voz de mi roommate me regresa a mi mísera vida como gato muerto y abandonado en la esquina de un parque transitado.

— Gracias, Matsumoto.

— No es bueno que pases mucho tiempo sin comer. Lo ideal sería que siempre tengas un poco de comida contigo, alguna fruta o fritura. De preferencia algo natural que no afecte tu estado. Ahora es cuando más cuidado debemos tener, tu bebé nacerá pronto.

— Te comportas como mi esposo...

— Creo que parezco más tu hermano, el chico de la tienda cerca de la casa me preguntó si era tu hijo. Le dije que no, eres muy joven para eso. ¿O me habrá visto con cara de estudiante de secundaria?

— No eres muy alto que digamos...

— No soy tan bajo que digamos. Oye, Takashima llamó, pidió una disculpa por no venir con nosotros y dijo que antes de que acabe la semana estará aquí.

— Él es libre y puede hacer lo que quiera.

— No tienes porque ser tan malo. Él quiere estar aquí para llevarte al hospital y quedarse contigo.

— Si quiere llevarme a algún lugar que sea a la morgue, no tienen que esperar mí salida.

— Lo pensaré.

— Lleven un poco de comida para que no me aburra. Sé que en esos lugares no hay qué comer.

— ¿Pescado o carne?

— Un poco de ambos y verduras.

— Takashima los hará personalmente.

— ¿Puedes callarte y dejar de hablar de él?

— Perdón por hacerte recordar la soledad que está siendo cubierta por Takashima.

— Matsumoto, ¿Por qué estás aquí? Si viniste a darme una manzana ya puedes irte.

— Vine para hablar un poco.

— ¿De qué? Si es que me dejas saber el tema que abordamos.

— ¿Cómo era Yutaka-san?

— ¿Yo? Igual que ahora, quizá un poco menos propenso a tratar con descortesía a la gente.

— Sí, sí, pero no me refiero a ti. Hablo de tu pareja.

— Estas equivocado, soy yo quien llevó su apellido no él el mío.

Le cuento mi absurda historia, absurda como toda mi vida en general. No veo porque tanto interés a algo tan insignificante como lo es ceder ante un nombre. Un simple comentario que llegó a otro y acabó en una declinación estúpida. Pudimos casarnos sin ceder ante el otro y, de hecho, eso planeamos. Fue culpa de mi hermana mayor que yo acabará tomando el apellido de Akira en lugar de que él tomara el mío. Pasó que ella insistió en que no estaríamos formalmente casados si conservábamos nuestros nombres de solteros (que ironía, estar casado pero tener nombre de soltero... mejor denme un pañuelo que diga “estoy casado” para que la use a diario sobre la frente). Su propuesta fue que hiciéramos una competencia de algo extraño que en este momento no me acuerdo y acabé deseando que usáramos el nombre de mi familia. La decisión se tomó rumbo al registro civil en un juego de piedra, papel o tijera, que claro, Akira ganó.

Matsumoto estuvo atento a lo que decía. Tal vez quiera escribir un libro pero en realidad no creo que lo que digo sea relevante.

Matsumoto está aquí porque Takashima no pudo venir. No es alguien que quiera estar atrapado con un embarazado y mucho menos en un pueblo donde no existe librería alguna, lo he notado en más de una ocasión. Yo a él no le importo más que como una encomienda, y sabemos por la historia que las encomiendas acababan siendo esclavos de los que se aprovecharon. Esa es una razón por las que él no me agrada. Podemos convivir civilizadamente haciendo uso de toda nuestra hipocresía, cosa que debería ser catalogada como un don. Más que tratarme mal, se propone ignorarme un poco. Pero creo que estos últimos días le ha fallado su método de evasión porque está aquí sentado a mí lado oyéndome hablar de una fracción de mi vida.

— Ahora bien, si estabas casado, eras feliz pero al final se esfumó por qué o cómo acabaste recurriendo a Takashima. Según lo que he visto eres suficientemente capaz de sobrevivir solo.

— Tengo mis razones.

A decir verdad no tengo más razones que las que hay en el papel de mi bolsillo.

— Regresemos a la casa, el viento se vuelve frío.

— Ve tú primero. Yo voy luego.

— No puedo dejarte aquí.

— No moriré congelado si eso te preocupa.

— En invierno oscurece pronto, no te dejaré a la deriva.

— Estoy sano.

— Yutaka-san, es momento de regresar.

— Insisto, puedes ir...

—La comida se está enfriando mientras hablamos. Preparé pasta y verduras pero la salsa está en otro recipiente.

— Ya...

Pienso que lo sigo porque la pasta que hace es realmente buena... y aunque lo niegue tengo hambre. Sí, me acabo de percatar o acaba de salir de la nada.

 

Abro los ojos lo más rápido que puedo. Estoy empapado en sudor y tiemblo. Creo que tuve una pesadilla. Continúo con ese sabor de boca y unos horribles latidos clásicos de ese estado.

Todo alrededor es oscuro. Claro, antes de dormir suelo apagar la luz para descansar mejor. Un peso en la cama medita su función... Grito y retrocedo antes de siquiera pesarlo. Mi mano se topa con el fin de la cama y en consecuencia caigo al colchón.

No tengo la menor idea de lo que está pasando. Quiero irme a casa...

Comienzo a llorar.

— ¿Estás bien?

Es la voz de Takashima la que aparece del otro lado de la cama.

— No quise asustarte.

Escucho su voz pero no puedo verlo. Maldita oscuridad. Seco mis lágrimas e intento incorporarme.

— ¿Dónde estás?

— Aquí, vamos dame la mano — veo el destello de un teléfono móvil que me guía a él —. Recuéstate, encenderé la luz un momento.

La lámpara de mesa se ilumina.

En efecto, es Takashima quien se encuentra a mí lado. Lleva un pijama marrón.

No sé por qué está aquí.

Él no duerme en esta habitación.

Debería estar solo. Solo para poder llorar mis pesadillas en  paz.

— ¿Llorabas? — dice. No siento consuelo. No parece querer brindarlo.

— Creo... — me tallo los ojos y seco lo que luce como rastro del agua salada que lavó mis ojos.

— ¿Quieres hablar de algo?

— ¿Qué haces en mi habitación?

— ¿Eso? — Sonríe — No podía dormir así que decidí dar una vuelta por la casa.

— ¿Y casualmente llegaste aquí?

— Esta es mi casa, puedo ir por donde quiera.

— Por favor, déjame dormir.

— No parecías con ganas de seguir durmiendo. Justo cuando entré susurrabas “suficiente... detente...”, por eso me acerqué.

— No es algo que tenga que ver contigo.

— Disculpa, pero si vives conmigo eso tiene que ver conmigo. Anda, sólo hablemos un rato. Luego podremos dormir y ya.

— No tengo ganas de sexo.

— Deja de pensar en sexo, concéntrate en que no quiero estar ahí afuera con Takanori. Tú me agradas más que él.

— ¿Si no te agrada por qué le pediste venir?

— ¿Qué te parece si hablamos mal de Takanori? Yo sé que no te agrada mucho. A él no le importa si lo queremos o no.

— No estoy aquí para hablar mal de la gente.

— Entonces hablemos de cualquier otra cosa que tú quieras.

— Quiero que me digas con quién dormías cuando yo no estaba.

No son celos. ¿Acaso yo podría sentir celos por este hombre? No lo creo. Es una simple curiosidad, algo que no se ha ido de mi cabeza desde que regresé a casa hace un tiempo. No sería extraño que tuviera más de un amante a la vez, él es una persona con la capacidad de tratar tan aparte estas cosas que dudo que alguien se diese cuenta. Exacto, de la misma forma en la que yo estoy –o estuve- con él mientras Akira fungía como mi esposo. Takashima y yo no nos reuníamos todos los días, lo más frecuente que llegamos a vernos fue dos veces en una semana, por lo general quedábamos una vez cada diez o quince días.

Al parecer ya olvidé por completo lo que soñé.

Eso es bueno, es mejor si eso sucede.

— ¡Vamos, eso no es un tema placentero! Ni para ti, ni para mí.

— Pues no pareces del tipo que duerma solo.

— Me gustan las camas grandes pero eso no quiere decir que deba llenarla.

— No pensaba que una persona como tú sólo tuviera un amante.

— Quién soy yo para contradecirte.

— ¿Conozco a alguno de los afortunados? — insinúo con la poca luz que me llega.

— Pero puedo asegurarte que entre todas las personas que he conocido tú, Tanabe, eres el mejor. Para conversar, para tener sexo... yo realmente odio a aquellos niños lindos que lo único que hacen es quejarse y gritar. Son buenos para una o dos veces pero se acostumbran muy rápido al trato y deja de ser divertido.

— Takashima, si no vas a responder mejor no digas nada.

— Eres muy divertido, Tanabe.

— ¿Vas a contestarme?

— No. Hoy voy a dormir contigo y por la mañana tendremos sexo salvaje, Takanori entrará al oír gritos, te verá moviéndote sobre mí, y sabes, por un momento querrá hacer un trio pero se irá antes de ser corrompido por sus pensamientos. Así que tú y yo disfrutaremos.

— Perdona la mala noticia, pero mañana ingreso al hospital.

— Lo sé, por eso vine a hacerte compañía la noche previa.

— Apreciaría que me dejaras dormir.

— ¿De qué te sirve mandarme fuera? Qué tal que a Takanori se le ocurre venir después de que me vaya.

— Lo echaría de una patada.

— Tanabe, ¿Por qué ya no eres amable como antes?

— No tengo ganas de ser amable, simple y sencillamente por eso. ¿Qué hora es?

Takashima mira su teléfono. Su fondo de pantalla es una animación de un campo de yerbas por la noche con luciérnagas paseando.

— Tres con treinta.

— ¿Y Takanori sigue ahí afuera?

— Tenía cosas por hacer. Estaba en la sala cuando salía de mi habitación.

— ¿Qué clase de cosas puede tener pendientes en un lugar como este?

— Muchas, recuerda que en unos días tendremos a un nuevo miembro en la familia.

Notas finales:

Este capitulo y el sguiente fueron consevidos de la misma forma (en la ban mientras espera un suplicio).

Estoy teniendo un poco de tiempo libre, pero es engañaso ya que enn dos semanas comienzan los examenes finales y debo presentar una obra de teatro en un idioma que apenas comprendo .-.

Bueno, eso ha sido todo lo que se me ocurrió... 

¡ah! ¿los engaños por ambar partes son extraños? me quedé pensandolo...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).