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El principe de Bielefeld por RedGlassesGirl

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Notas del capitulo:

Luego de un largo hiatus, me senté a terminar con esto. El problema es que suelo escribir cosas de a cuerdo a como me siento en el momento, y siendo esta historia vieja hay cosas a las cuales ya no encuentro sentido. Principalmente porque me puse a escribir sobre el cumpleaños de Wolfram cuando los mazokus no están para nada interesados en eso.

Intenté seguir lo mejor que pude sin que ese importantisimo detalle (que le quita sentido a todo el fic) me importara, después de todo mis historias son exploraciones y cosas que hago para entretenerme así que no quise hacerme mucho lio con esto. Pero al final no quede realmente conforme con esta historia, siento que quise contar algo y al final no conté nada. Aun así, si cuando la leen la disfrutan, me alegro mucho. Y a quienes estaban esperando un final desde hace tiempo, perdón por la demora.

 

El príncipe de Bielefeld – Capítulo 6

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A la segunda mañana, los movimientos extraños no pasaron desapercibidos para el lord de la casa. Solo una vez que Waltorana se encontró parado frente a la tienducha sus pensamientos desenfrenados se calmaron. Hasta ese momento había recorrido todo el camino cuesta abajo en su caballo algo enojado, pensando que clase de indiscreto secreto podrían compartir el hijo mestizo de Cecilie y Su Majestad.

Tantas charlas sobre amor podían hacerle mal a alguien que no estaba acostumbrado al tema. Incluso siendo un hombre grande, Waltorana aun tenía un lado inexperto que recuerda un poco a la combinación entre hosco e inocente de Lord von Voltaire.

Pero aquí no había nada como un secreto indiscreto. Nada que le llevara a cometer alguna locura en pos de defender a su querido sobrino. Habiendo venido preparado para eso, incluso ya con las mejillas algo enrojecidas en anticipación, el ambiente soso de una mañana cualquiera lo enfrió por completo. Todo era de lo mas normal estando apenas a media semana, uno que otro mercader preparaba un puesto y algunos limpia vidrios terminaban de pasar trapos a las ventanas de las tiendas mas respetables.

De no ser que notó el conocido labrado de un par de sillas de cuero, habría desmerecido este lugar por completo. Estando algo confundido, el nombre del conocido artesano escapaba su mente, pero sabia quien era.

La pregunta era, ¿qué asuntos tenía el Maou en un lugar como este?

Incluso si era fácil sumar dos mas dos y deducir que podría tratarse de un regalo de cumpleaños, ¿por que habría de venir el mismo? ¿Es acaso esta otra de sus excentricidades?

No pudo continuar deduciendo, su cerebro perdió toda capacidad al ver al jovencito salir del lugar claramente haciendo alguna clase de recado. Su cabello ya no poseía el profundo y llamativo negro azabache.

Hubo una respuesta real a la silenciosa pregunta que rondaba su mente.

—Está trabajando.

A pesar de la sorpresa, volteó recobrando rápidamente la compostura para enfrentar a Lord Weller. Lo había perdido por un momento, pero era plenamente consciente de que se mantuvo siempre cerca de Su Majestad. Las dos mujeres paradas detrás de él no le llamaron la atención hasta el segundo vistazo. ¿No eran esos los dos soldados que tenían pendiente una investigación?

Otra vez Conrart leyó su mente. —Ellos también —aclaró con respecto a los dos hombres travestidos.

Escoltas, eso eran. No iba a preguntar el porque de esas ropas. En vez de eso decidió ir directo al grano.

—¿Cual sería la razón de Su Majestad el Maou para hacer algo como eso?

En principio, la hostilidad se vio reflejada en el rostro del joven soldado, pero luego de observar hacia la tienda y el lugar hacia donde el Maou había desaparecido, pareció suspirar suavemente por la nariz y ablandar un poco sus facciones. El indicio de una sonrisa parecía forzado, pero era una expresión mas sincera que las típicas que usaba por cortesía.

—Incluso para mi es difícil comprender su linea de pensamiento, pero creo que lo hace porque es necesario poner esfuerzo.

—¿En qué exactamente?

La sonrisa contenida pareció volverse burlona, pero Lord von Bielefeld no quiso hacerse cargo de la burla. Incluso así, frunció el ceño.

—En un regalo por supuesto.

Waltorana se quedó pensando, al parecer Lord Weller no iba a continuar con ninguna clase de explicación y él no tenia realmente intenciones de preguntar mas nada. Pero dio su brazo a torcer cuando su cerebro llegó a una encrucijada tratando de comprender la vaga información.

Poniendo sus suposiciones en palabras extendió la conversación lentamente.

—Asumo que el regalo tiene que ver con Wolfram —afirmó con dudas hasta verse avalado por un asentimiento de cabeza—. Pero...sigo sin entender las razones, ¿por que Su Majestad...? No es necesario para alguien de su estatus.

Conrart lo observó sin respuestas, o sin ganas de explicar, y luego de un momento se encogió de hombros.

—Incluso si me lo pregunta, como he dicho antes, también suelo tener dificultades para comprenderlo. Luego de ofrecer mi consejo cortésmente, no me queda mas que atenerme a lo que sea que Su Majestad desee.

—Y lo que Su Majestad Yuuri desea es...

—Trabajar en una sucia tienda para comprar un regalo de cumpleaños —completó la frase Conrart, intentando adivinar la naturaleza cruda de los pensamientos que Waltorana no pensaba decir en voz alta.

El lord se llevo los dedos a la frente y cerro los ojos un momento. La idea general era clara, ¿pero qué clase de persona era el nuevo rey?

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—Es un esfuerzo completamente innecesario.

—Ahh, ¡sabia que dirías eso! —se quejó Yuuri dejando caer la cabeza.

La bola de lana que tenía posada en sus piernas cayó ante el brusco movimiento e intentó alcanzarla sin caso. El cordón rosado se extendió por el piso varios metros, no podía moverse mucho sosteniendo algunos hilos entre los dedos de ambas manos. A través de ellos se conectaba el otro extremo de la madeja con las agujas de Gwendal.

—Si no lo quiere escuchar, ¿entonces para qué pregunta?

Eso se sintió como si le hubiera clavado una de esas cosas plateadas directo en el corazón.

—Tan directo como siempre... —murmuró por lo bajo—. ¿Quieres mas té?

De igual modo iba a levantarse a recoger lo que había tirado.

—Por favor.

La mesilla con ruedas se encontraba cerca, sirvió dos tazas en silencio y apoyó la que correspondía a su regente frente a él. Gwendal asintió casi imperceptiblemente con la cabeza, y aunque no quitaba sus ojos celestes de su tejido Yuuri sabia que estaba abierto al dialogo.

—He estado pensando en lo que dijiste, y creo que sobre lo de recién también tienes razón. He decidido comprar una caja de pinturas entera. De esa de las grandes que traen de todo, sin escatimar mucho en gastos.

—¿No tiene Wolfram algo parecido?

—Si, pero he visto la que guarda en la habitación y muchos pomos ya están casi vacíos. Aunque, no se si tendrá otro estudio aquí o algo. ¿D-dices que seria un regalo demasiado trillado? Tal vez no es algo que necesita...

Estaba comenzando a deprimirse ante la idea de tener en la mira un mal regalo. ¿Por que podría cambiarlo a esta altura? Ciertamente no era brillante para esta clase de cosas.

—Solo era una suposición, no se que es lo que tiene o lo que no en su habitación.

Es decir, la de ambos. Solo Yuuri podría realmente saberlo.

—Así es como vi la caja vacía la ultima vez que estuve en casa.

—Entonces estaba equivocado, debe de ser algo que necesita.

El joven agradeció conocer a este hombre desde hace algún tiempo, de no ser así no podría notar que esta era su manera de levantarle el animo.

—Si, claro, seguro —se convenció a si mismo de nuevo—. Entonces, lo que decía es que voy a comprar toda la caja. Si resulta que tengo todo el dinero a mi disponibilidad no creo que sea malo gastar un poquito de mas en un regalo.

Gwendal torció una sonrisa sin despegar la vista de los hilos, era irónico que hiciera aspaviento por un gasto tan banal como este cuando otros reyes habían sacado inmensas cantidades de dinero de las arcas del reino para conseguir un jarrón irrisoriamente costoso y darle el capricho a una amante de un día.

—Pero sabes... —comenzó a hablar de nuevo mientras tomaba asiento en su lugar y sostenía los hilos para él—. Lo estuve pensando y en realidad no vale la pena dejar lo que ya he empezado. Es decir, seria un desperdicio, haría que nada tuviera sentido. Y luego de lo que paso con el regalo original, pues, me siento un poco vacío.

—Su té se está enfriando —dijo Gwendal con calma mientras pausaba su trabajo para disfrutar del suyo.

—Ah, si, cierto.

Yuuri se quedó sosteniendo la taza entre ambas manos tras tomar unos cuantos sorbos.

—Creo que disfruté poner esfuerzo en conseguir algo, y ahora que ya no puedo entregarle lo que conseguí tras trabajar durante mucho tiempo, no esto satisfecho con una salida fácil.

—Eso nada tiene que ver con Wolfram o el regalo.

—Lo se —admitió Yuuri—. soy solo yo siendo egoísta y testarudo. Pero, incluso si no tiene sentido, ni tampoco voy a lograr nada con ello, continuar unos días mas e invertir el poco dinero que consiga en comprar algo se siente un poco como lo que tuve que hacer en la Tierra. Y de algún modo eso me deja tranquilo.

Gwendal bajó la taza apoyándola en sus rodillas y cerró los ojos recostándose contra el respaldo. Los tranquilos días que pasaba en este lugar le sentaban de maravilla.

Volteo hacia el inexperto rey que se encontraba a su lado. Su típica inocencia seguía presente en sus ojos, pero lucia mas grande, tal vez no mas maduro, pero era desconcertante no haber notado el cambio. Wolfram también lucia diferente estos días.

Tal vez era solo su imaginación debido el cambio de aire.

—Siendo Wolfram el involucrado, no puede reprochar nada sobre una pequeña muestra de egoísmo.

Yuuri esperaba su respuesta, y la que obtuvo le hizo reír.

—El Principito Caprichoso no puede quejarse. Después de todo, gracias a esto solo seguiría acumulando regalos.

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El joven Maou continuó con su tonto plan por más que no tuviera sentido. Entre ir y venir al hacer los recados se sentía contento, el ejercicio le levantaba el animo. Pese a tener la mano esguinzada, no había manera de mantenerlo quieto.

El resto de los trabajos que realizaba no suponían un problema, ya que nada tenían que ver con fuerza, sino con maña a la hora de arreglar maquinitas.

No necesitaba mas justificaciones porque era una persona de mente simple. Si estaba contento con su actividad, y no suponía un problema para nadie, su capricho no tenia porque preocuparle.

Fue durante la tarde del tercer día que se vio involucrado en una situación inesperada.

Yuuri se encontraba parado junto a Wolfram haciendo tiempo mientras él charlaba con un par de sirvientes acerca de unos caballos. Había curioseado la conversación al principio, pero no sentía pasión por el tema, así que comenzó a divagar de inmediato. No se sentía incomodo de personificar un poste durante un rato, no tenia nada mejor que hacer después de todo.

Desde que volvió del pueblo había visto a Conrart una sola vez, y luego desapareció con Günter en algún lado. Anissina y Cherie se hacían compañía mutuamente a lo lejos. Greta... otra vez andaba con Ricchie escabuyendose al lago. No quería pensar mucho en eso, así que se había enfocado en Wolfram. Pero incluso si él siempre le hacía compañía cuando se aburría, esta vez ni siquiera su prometido le prestaba atención.

Por una vez no estaba tan mal intercambiar roles, ¿verdad?

Bostezó cansado. Levantarse tan temprano todos los días no era algo raro para este atlético estudiante japonés, pero siendo que venia trabajando a media jornada desde hace unos meses incluso en la Tierra, había roto su rutina. La idea de tomar una siesta comenzaba a a ser cada vez mas tentadora.

Para cuando la voz severa del hombre atravesó sus oídos, era demasiado tarde, ya había volteado alarmado y miró a Elgar directo a los ojos.

Se quedó rígido observándole, con los labios apretados en una sola linea. De un momento a otro iba a comenzar a sudar. No estaba seguro de como iba a reaccionar el viejo.

Bajando las escalinatas de la entrada de la mansión llegaron Waltorana y Gwendal. Sea lo que sea que discutía Wolfram, lamentaba habérselo perdido, ahora no tenia idea de que iba toda esta reunión de gente.

Apenas Wolfram volteó a observarlo intrigado, el sonrió con su mejor cara de tonto y ladeó la cabeza como un pajarito. Estaba funcionando. Intensifico la táctica de los ojos simpáticos entornandolos. Es super efectivo. Wolf estaba confundido y apartó la vista rápidamente volviendo a sus asuntos.

¿Es eso rubor en sus orejas? Ah, que mas da, no hay tiempo para pensar en eso.

Su vista volvió a lo importante. El artesano no le prestaba atención, pero Yuuri estaba mas que seguro de que se había dado cuenta quien era. Más allá del color del pelo y la ropa, seguramente era mas claro que el agua conociendo su rostro de cerca.

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Era tan evidente.

Incluso si debería resultar gracioso, a Waltorana no se le movió un pelo el ver al joven Maou forzarse por actuar naturalmente.

No tenia idea que le pasaba por la cabeza a este chico. A esta altura, intentar comprender parecía una batalla perdida. Estaba mucho mas interesado en la compra que había hecho, hacia ya bastante que había encargado la nueva silla.

Al cruzar la vista con Lord von Voltaire fue evidente que el noble también notaba algo especial en la situación. Waltorana quiso suspirar resignado. Todos sabían. Excepto por su sobrino.

Se alegró tontamente de que aun fuera tan inocente.

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Wolfram siempre era quien le acompañaba a todos lados, así que cambiar un poco de hábitos no le parecía malo. Sabia que él disfrutaba ser acompañado.

—¿Qué pasa? —preguntó Wolfram de repente.

—¿Qué quieres decir? —respondió con una pregunta mientras lo seguía por el pasillo por inercia.

—Has estado callado durante un rato.

Resopló y sonrió levemente antes de responder. —A veces puedo estar callado.

—No me refiero a eso. Puedo notar cuando pasa algo.

Después de la repentina aparición de su próximamente ex jefe estaba algo nervioso. Mañana era el día en que inevitablemente tenia que renunciar, pero ahora se habían sumado algunas explicaciones extras que tendría que dar y su estomago estaba un poco revuelto.

—Me duele la panza.

Técnicamente, no estaba mintiendo.

—¿Tienes hambre?

—No, no realidad es todo lo contrario. Siento el estomago un poco revuelto.

Los dedos suaves que de repente acariciaron su mejilla y rozaron sin querer parte de su boca le sobresaltaron. Se quedo quieto mientras Wolfram apretaba la palma de su mano contra su piel y luego el toque invasivo avanzaba hacia su cuello y detrás de su oreja.

Sabia que su intención era tomarle la fiebre, ya había hecho algo parecido antes, pero el rubor era difícil de controlar.

Casi no habían personas que se atrevieran a tocarlo de un modo tan directo. Una era Wolf, la otra probablemente Conrart. Hoy estaba especialmente susceptible al toque del primero.

Habiéndose detenido en el pasillo, el ambiente también se sentía estático. Como si el tiempo levemente se hubiera detenido. No iba a aguantar mucho mas el contacto tranquilo.

—¿Quieres recostarte un rato?

—Mmh... —asintió porque si, su mente estaba prácticamente en banco.

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No compartía la habitación con Yuuri aquí, pero la visitaba todo el tiempo.

La presencia del rey en la mansión aun se sentía rara, los recuerdos del pasado se mezclaban con los del presente al tenerlo rondando el lugar.

El cuarto era extraño para ambos, no se sentía como su vieja habitación aquí, ni tampoco como a la que se habían acostumbrado a compartir en Pacto de Sangre. Era como estar de vacaciones, o de visita en otro lado. Solo que durante las noches extrañaba la presencia de Yuuri con el cual solamente compartió su propia cama el primer día. Hoy se sentía similar a esa vez, era la misma hora y la situación en general parecida.

Yuuri estaba sentado en el borde del colchón. Si tenia fiebre era muy poca, pero su piel se sintió caliente cuando lo había tocado, y se lo veía agitado. Su frente estaba más brillante que de costumbre por el leve sudor. ¿Debería llamar al medico?

Dudando y a sabiendas que este testarudo iba a negarse, le alcanzó una taza de té recién hecha. Sus manos se aferraron a las suyas mas de lo necesario, era el mismo magnetismo que había sentido antes.

O no. Ahora era mas intenso. Una necesidad de contacto físico latente que se hacia difícil de rechazar.

Durante los últimos días había comenzado a pasarle muy seguido. Siendo consciente y con varias dudas en su mente, decidió que debía ser culpa de haber estado separados durante un tiempo, y que ahora que se habían reunido no compartían la rutina de siempre.

¿Tan acostumbrado estaba a compartir las noches? ¿Era esa la causa de extrañar a alguien aunque lo tuvieras al lado?

Colarse en esta habitación hoy a la noche era impensable, aunque muy tentador. Su tío no seria tan fácil de enfrentar como Günter o Gwendal.

Pero nada le impedía tomar una siesta, ¿verdad? Con una mano aun sobre el codo de Yuuri tanteo el terreno.

—Puedes dormir una o dos horas luego de tomar esto. Es una mezcla de hierbas para el estómago, pero también sirve como relajante.

—Gracias. Creo que después de todo el estrés al llegar aquí si me ha afectado —suspiró Yuuri algo cabizbajo.

—Lamento que no haya sido una buena estadía.

—Oh, no, no, no quise insinuar eso —negó rápidamente, haciendo danzar el té revoltosamente dentro de la taza—. Tu casa es genial, digo, todo está bien. No hay absolutamente nada de que quejarse. De verdad.

Wolfram suspiro e hizo una mueca. —Calma, Yuuri. Entiendo eso, pero aun así hay cosas que no han salido como esperábamos.

—Nnh... puede que tengas razón —gruño a regañadientes.

Claramente nervioso, Yuuri terminó el té de dos o tres sorbos. A este ritmo en vez de relajarse iba a ponerse peor.

Su mano libre aprovechó la posición para moverse directo a su espalda y acariciarle un poco. Rápidamente el suave toque se volvió mas firme, y se permitió guiar por su capricho acercándose más. Con su muslo pegado completamente al suyo, la posición se convirtió en una especie de abrazo.

Estando juntos de este modo comenzaba a sentir ganas de poner en evidencia sus intenciones. Había pasado tiempo desde la ultima vez que lo había intentado.

Los dedos libres de Yuuri, que ya habían dejado la taza sobre la mesilla, se entrelazaban nerviosos. Wolfram aun no había echo nada, ni tampoco es que fuera a hacer algo malo, y él ya actuaba tan inocentemente. Era sumamente lindo.

—¿Qué pasa? —preguntó Yuuri con la vos un poco rasposa.

—Nada.

Era esa clase de nada que en realidad era muchas cosas y que para todos se volvía evidente. Llegados a este punto, entre nada y todo, que mas daba.

Wolfram apoyó la barbilla en su hombro y a los pocos segundos se decidió completamente, se reacomodó aun mas cerca y pegó la mejilla contra la suya. Yuuri se quedó quieto como una tabla, pero en realidad no se le sentía demasiado tenso, a excepción de su respiración relentizada.

Ya que no hubo quejas, sino unicamente silencio, aprovechó para relajarse con el correr de los minutos. Tras un largo rato notó como él también se aflojaba, liberando la tensión de sus hombros.

Ciertamente era incomodo estar girado de este modo, pero no había forma de que fuera a retirarse. Incluso si Yuuri no volteó para permitirle abrazarlo decentemente, seguía estando demasiado cómodo y contento como para no regocijarse con su avance.

Redobló la apuesta a riesgo de perder todo, no sin antes haber aprovechado plenamente todo lo que pudo de este maravilloso momento. Wolfram movió el rostro suavemente contra su piel. Su nariz rozó con suavidad la mejilla de Yuuri mientras sus brazos se cerraban en un abrazo mas concreto sobre el resto de su cuerpo.

Él no se alejó, y si no lo imaginó mientras soñaba despierto, puede que se hubiera reclinado un poco mas contra su cuerpo. Sea como fuere, era obvio que no intentaba alejarse. Lo único malo era que tampoco estaba haciendo nada, pero siendo Yuuri, consideró normal que fuera así de tímido.

Wolfram sonrió mientras Yuuri se dejaba abrazar como un oso de peluche. Una de las manos del rey, ya no tan tensa, rozó suavemente la tela de su brazo que pasaba por en frente. Aunque no lo estaba viendo, llegó a captar el indicio de una tenue sonrisa acompañada de la voz suave que provenía de cerca de su oído.

—...Estás muy cariñoso hoy.

Wolfram se sintió contento de ser notado. Era un buen cambio.

No es que no fueran muy cercanos. Pero aunque compartían cierta cercanía física, e incluso sentimental, nunca había sido como esto. No había lugar a dudas sobre lo que pasaba entre ambos en este momento. O al menos eso es lo que el creyó.

—Me gusta tenerte aquí —le dijo sin responder a su comentario anterior sobre su forma de actuar. Se alejó un poco al hablar, pero aun está lo suficientemente cerca para haber quedado a centímetros de su rostro.

Yuuri reaccionó mas calmado que de costumbre, pero igual de tímido que siempre.

—La estoy pasando bien aquí. Siempre tuve curiosidad por conocer tu casa.

Fue una respuesta demasiado genérica para lo que el mazoku estaba esperando. Evaluó sus ojos, intentando descubrir si estaba evadiendo la situación, o si tal vez solo estaba cansado y algo ausente. Pero no parecía ser ninguna de las dos cosas.

Quien podría no notar que aquí pasaba algo mas especial que de costumbre. O si lo hacia, negarlo actuando con normalidad.

Incluso si fuera solo un poquito evidente, con la mas mínima pizca de complicidad, quería sentir que Yuuri comprendió lo que él estaba sintiendo. Y tal vez incluso compartirlo.

Apoyó su mano en el colchón que se hundió suavemente tras la espalda del joven japonés y reclinó su peso de nuevo contra su cuerpo. La mano que atraviesa por delante de su pecho se metió por tras brazo y apretó el agarre sobre su cintura. Cuando acomodó su rostro contra el hueco de su cuello, apoyando la mejilla sobre su hombro, Yuuri cedió un poco y también se acomodó contra su hombro.

Wolfram calvó la vista en todo el esplendor de la cama y entornó los ojos. Yuuri era cálido y firme, apretó una mano por reflejo y pensó si seria mucho empujarlo con más fuerza para recostarse. Aunque su mente divagó por lugares agitados durante unos segundos, sus fantasías se volvieron menos obscenas enseguida.

Seria genial recostarse así de juntos solo a matar tiempo.

—Me alegra que te guste mi casa, pero no me refería a eso —aclaró, e inquieto cambio de posición de nuevo para poder tocar su cabello.

Si, seria genial recostarse y continuar acariciándolo de este modo. Se preguntó si seria posible, Yuuri estaba tan cómodo con él de este modo que no estaba seguro hasta que punto lo soportaría.

Usualmente, él era el encargado de calentar sus pies y sus manos en invierno antes de dormir. A veces arroparlo mientras dormitaba a su lado y él leía un libro. O incluso dejarlo acurrucarse contra su espalda durante esas noches que este chico se dejaba ver mas necesitado de contacto.

La situación del día de hoy era mas parecida al ultimo ejemplo, pero Wolfram estaba siendo mas activo y presionó por el contacto. En esas otras raras ocasiones donde Yuuri era quien tomaba la iniciativa, él solía disfrutar de forma pasiva y sobreviviendo las tentaciones.

Venia intentando hacer a un lado esos pensamientos desde hace un rato, pero se volvía un poco difícil. No era momento ni lugar para ponerse caliente.

—Me refiero a que me gusta tenerse así —dijo a su vez que empujó su cabeza más contra su hombro. Lo tenia atrapado. —Me gustas tu.

Escucho una rasilla un poco mas nerviosa y hubo un silencio bastante mas largo. Su voz se oyó baja y amortiguada. —Tu también me caes bien...

Un sonrisa divertida se formó en la boca de Wolfram inevitablemente, y se alejó un poco más logrando ver solo un par de ojos negros. Estaba tan contento que no pudo rodar los ojos ante esa respuesta. Estaba demasiado enamorado para importarle que su prometido sea lento. Incluso ante una confesión como esa.

Tenia toda la ventaja que pudiera querer, Yuuri estaba enterrado en sus brazos, su rostro lo suficientemente cerca.

Extrañamente, aunque lo estaba mirando directamente a la cara no se sentía incomodado, ni tampoco tenia vergüenza. De donde provino esa rebosante sensación de seguridad, no lo sabia, pero venia bien en este momento. Probablemente era porque Wolfram se sintió aceptado.

Arrimó mas la nariz hacia su rostro y Yuuri volteó medio escondiéndose, solo un ojo color azabache lo miraba de soslayo. Entrecerró los suyos y aprovechó lo que tenia delante, dándole un suave beso sobre la mejilla. Si se movía de su escondite, iba a besarlo en la boca, o en donde pudiera. Pero Yuuri se escondió aun mas contra su cuerpo. La parte buena es que ahora lo estaba abrazando con mas fuerza.

Su corazón latió con tanta fuerza que estuvo seguro de que el otro chico pudo sentirlo. Resonaba en sus orejas y repercutía en su pecho. Sentía la cara caliente y las manos sudorosas. Sabia que esto podía no durar mucho mas y tenia que aprovecharlo del mejor modo posible.

Si iba a confesarse, al menos quería que se enterara por completo.

El beso había dicho mas que mil palabras, y ya había hecho que la tortuguita Yuuri se encerrara en su típico caparazón, cohibido. Pero volvió a insistir con otro beso sobre la poca piel de su mejilla que aun estaba a la vista. Con los labios aun apoyados sobre él habló cerca de su oído.

Tal vez habían mil cosas mejores que decir, pero el enérgico adolescente se vio traicionado por sus palabras. —Quiero hacer el amor contigo.

Yuuri dio un respingo visible, Wolfram abrió los ojos y apretó los labios por vergüenza.

No era exactamente eso lo que había querido admitir. Pero era verdad que desde hace un rato la situación, la cama, estar solos... Todo en la ecuación tenia el mismo resultado en su mente.

Lo único bueno del susto es que el escalofrió había enfriado sus ganas de repente. ¿Y que pasa con la forma en que había armado esa oración? El contenido no era equivocado, pero sus palabras fueron demasiado floreadas para su gusto.

Para cuando Wolfram comenzó a preguntarse si se iban a quedar así para siempre, ya que no tenia idea de como verlo a la cara de nuevo, Yuuri se separó de repente, con la cara roja y la vista clavada en algún lugar de la habitación. Pronto él también sintió la necesidad de mirar a otro lado, para volver a posar la vista en él un par de veces, hasta que de repente coincidieron.

Sintió su propio rubor se acentuándose. Ambos se sorprendieron un poco y Yuuri intentó mover los labios, pero su boca solo hizo unas muecas. Consciente de su fallo al articular, y con cara de tampoco saber que decir, el rey se llevo el brazo a la cara y apretó el dorso de su mano con fuerza incluso aplastando su nariz.

Wolfram no se sentía muy diferente, y apoyando los nudillos contra sus labios los mastico durante un momento. Era esa clase de cosas que ahora ya no puedes retirar, así que tenia que vivir con ello.

No se arrepentía de que Yuuri supiera nada de eso, pero estaba avergonzado. Aunque, menos que Yuuri de seguro.

—Am... —el sonido de la voz del chico lo espabiló un poco, pero al mirarlo él solo se quedo mudo.

Debía haber una catarata de información en su cabeza, sus ojos lo reflejaban. Se sentía curioso de como iba a reaccionar.

Y lo que sucedió realmente terminó por sorprenderlo. Yuuri se levantó de repente y de manera muy enérgica cerró los puños y separó los brazos de su cuerpo inclinado hacia adelante aun hecho un tomate, se movió con brusquedad balanceándose, su boca estaba abierta como para decir algo muy importante. Pero no se escuchó nada, aunque tuviera la necesidad de decir de todo, al parecer no podía. Él mismo preció sorprendido, pensó un segundo e hizo otra mueca como para decir algo distinto. Pero aun estaba en silencio.

Se lo quedó mirando entre sorprendido y expectante, ladeó un poco la cabeza como invitándolo a continuar, estaba prestando toda su atención. Pero aunque Yuuri lo entendió, parecía aun no saber que decir. Wolfram sonrió inevitablemente, una risa contenida se atragantó en su garganta y el rey solo terminó mas abochornado. No fue su intención reírse de él, se estaba riendo de todo. Pero es verdad que así se veía muy lindo.

Sintiéndose contento y con el pecho tirante, se mordió los labios e hizo fuerza para aguantar. Si su prometido terminaba haciendo algo ridículo como siempre iba a explotar.

Pero tuvo suerte. Yuuri se quedó quieto, con una mueca graciosa desde luego, pero era soportable.

—Bueno —cortó él mismo con el silencio—, al menos ahora sabes cuales son mis intenciones.

A juzgar por su cara, Yuuri estaba pensando que no era justo que dijera algo como eso tan fácilmente. Pero luego de haber dicho lo otro, no había nada que pudiera ser mas avergonzante. Tenía ventaja en este momento.

Se sintió extrañamente tranquilo. Haberse sacado un peso de encima fue bueno.

Yuuri se rindió de un momento a otro. —No se que decir... —murmuró tan bajo que apenas pudo oírlo.

Hizo como si no lo hubiera escuchado y miró hacia otro lado como para ponerlo menos en evidencia, seguía rojo aunque a él ya se le había pasado.

Tal vez lo de antes fue demasiado directo para alguien como Yuuri. Le iba a explotar la cabeza si seguían así. Decidió que era momento de emprender una retirada estratégica.

Pero para su sorpresa, antes de que intentara levantarse, Yuuri giró sobre sus talones y dio un par de pasos. Frenó y de manera inquieta dio otro par de vueltas para un lado y para el otro sin saber para donde ir realmente. Justo como un dragón zomosagori encerrado en una jaula, pero mucho menos intimidante. Fue claro que buscaba huir hacia algún lado.

—Yoo... —titubeó—, mm, c-creo que necesito... Tengo que...

Esperó paciente con los codos sobre las rodillas. Wolfram habia perdido un poco la fuerza y luchó porque sus hombros no temblaran. Seguía siendo muy divertido verlo actuar así de tierno. Ya ni siquiera intentaba esconder su sonrisa. Pero a pesar de todo, aun estaba impresionado y expectante sobre lo que iba a pasar ahora.

—Tengo que irme —dijo Yuuri cortante de una vez, no había forma de endulzarlo.

Con bastante decisión dio la vuelta y empezó a caminar hacia la puerta, pero Wolfram prefirió esperar. Había algo mas. Y así como avanzó volvió a girar sobre los talones y apresuradamente acorto la distancia hasta pararse en frente suyo de nuevo, esta vez mucho mas cerca que antes. Observándolo desde abajo, Wolfram volvió a inclinar la cabeza esperando ver que tenia para decir ahora.

Yuuri tomó aire y largó las palabras de una vez. —No pasa nada malo —aseguró firme, su cara tan seria era incluso aun mas linda con ese sonrojo—. No me voy por... es solo que... solo tengo que irme.

Luego de un silencio, cuando vio que no continuaría, Wolfram habló escuetamente.

—Esta bien.

Yuuri no pareció convencido.

—¿..No he herido tus sentimientos verdad? No era mi intención ser maleducado.

No se esperaba eso, ¿como iba a hacer ahora para no reírse? Solo negó con la cabeza y los labios apretados. Al principio Yuuri no pareció convencido, peor en un intercambio visual quedó claro que no había nada malo con despedirse por ahora.

—Bueno, me tengo que ir.

Al voltear, esta vez sus piernas rígidas lo traicionaron. Ahora que lo miraba bien, sus manos echas puño a los lados también estaban tiesas, como las de un soldado de juguete. Se alegro mas de no ser el único que no tenia idea de como actuar ante situaciones sentimentales.

Solo había un pequeño detalle.

—Yuuri —le llamó y él volteo para apenas mirarlo por sobre el hombro—, esta es tu habitación.

Hubo una pequeña pausa. Wolfram tenia un punto. En ese momento no pudo aguantar mucho más y cerró los ojos sonriendo ampliamente. Se levantó de una vez y con bastante energía lo alcanzo en la puerta.

—No estoy enojado, y no heriste mis sentimientos. Tampoco me siento mal contigo. De hecho, también me gusta que actúes así. Es lindo.

Las confesiones se estaban apilando y era demasiado para este pobre rey novato. Decidió ser piadoso y terminar rápido.

—Quería hablar contigo hoy para dejar las cosas claras —admitió pasándose el pulgar por la mejilla y sin realmente mirarlo.

El tipo de charla que tuvo en mente antes de que esto sucediera era bastante diferente a lo que terminó siendo. No estaba seguro sobre qué había planeado hablar, solo sabia que necesitaba desahogar las dudas que se habían estancado en su mente los últimos días. Y si no era con Yuuri, no tenia nadie con quien discutirlo. Un momento similar este era inevitable.

Pero no podían seguir actuando como tontos, ya había sido suficiente. Volvió a vista a sus ojos y continuó.

—Me iré a mi habitación ahora. No hay nada programado hasta la cena. Toma tu medicina, descansa, incluso puedes dormir un poco si quieres. Y no pienses demasiado sobre esto, se que eres de preocuparte de mas por todo.

Yuuri apartó los ojos, con eso ultimo había dado en el clavo.

—¿Nos vemos durante la cena? —preguntó para no decir adiós, sino hasta luego.

—Claro.

Su dulce sonrisa pudo haberlo hecho suspirar, pero se contuvo.

Sin nada mas que decir, y habiendo sobrevivido sin ninguna herida de guerra el incomodo momento, Wolfram salió de la habitación de una vez.

Luego de solo haber avanzado unos metros por el pasillo, sintió las piernas flojas de repente y su corazón se acelero de nuevo. Se tambaleo un poco sin pasar vergüenza frente a nadie en el pasillo vació. Era esa sensación de perderse en su propio mundo que desde hace un tiempo se venia repitiendo.

Como no podía gritar que estaba terriblemente feliz, decidió correr a pique para descargar energía. Hasta que se cruzó un par de sirvientes con las manos llenas de cosas y trastabillo al esquivarlos. Sintiéndose en ridículo, logró recomponerse entre titubeos y hacer como si no allí no pasó nada. Su fachada seria no era muy creíble.

No había forma que nadie entendiese lo contento que se estaba sintiendo.

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Yuuri se desinfló en la cama y rodó tapándose la cara.

Habia fuego en sus mejillas, en toda su cabeza. Se tapó los ojos con las palmas y pataleó un poco, rodó otro poco mas y luego se arrastró boca abajo desarmando las sabanas hasta alcanzar una de las grandes almohadas de la cabecera.

Tener algo a lo que abrazarse lo calmó un poco. Le recordaba la primera vez que llegó a este mundo, la noche luego de que Wolfram lo retó a un duelo y se comió la cabeza pensando en que hacer. En ese momento había sido Conrart el que vino a buscarlo para encontrarlo en al misma posición haciendo aspaviento.

Pero ahora estaba solo, y se alegraba por ello. Esta vez no era una situación de vida o muerte, era una situación avergonzante.

No por lo que Wolfram había dicho o hecho, sino por como él había actuado. Pensando en todo, se sintió humillado. Como podía haber sido tan idiota. Rodó un poco mas y enroscó las piernas y los brazos en la almohada, apretándola con fuerza.

—¡Aggggh...! —rezongó dejando salir sus tontas frustraciones, finalmente en la soledad de su habitación. —¿Por que soy tan...?

Tenia muchos adjetivos y sinónimos para describirse, pero no le alcanzaban. Pensó mil cosas a la vez, que pudo haber dicho o hecho. Pecando como siempre de haber tenido las mejores ideas demasiado tarde. Continuó así acurrucado un rato.

Ya no tenia nada de sueño, no estaba seguro que pudiera dormir esa siesta que tanto quería al sentirse tan espabilado. Pero el cansancio aun estaba presente.

Nunca nadie se le había confesado.

¿Qué hubiera pasado si hubiera hecho la pregunta que quería cuando tuvo la oportunidad de hacerlo? Perdió el tiempo a causa de su cobardía, pero no era tan tonto, desde que Wolfram se había puesto meloso era evidente que algo pasaba.

Esperaba que dijera algo mas rápido, pero la tensión había aumentado hasta limites insospechados mientras estaban abrazados. Tanto como para que alguien tímido como él estuviera a punto de dar el pie.

¿Tienes algo que decirme? ¿Quieres confesarte? ¿Te... gusto?

Pero no fue necesario. E incluso se le dijo algo que no esperó escuchar. Algo indiscreto y demasiado salvaje como para que un chico japones de dieciséis lo pudiera manejar.

Tal vez si, ya estaba grande como para hacerse el puritano o escandalizarse por estas cosas. ¡Pero había sido muy de repente! ¡Sin aviso previo!

No es como si esperaba un comunicado con quince días de anticipación, pero ayer todo era mas o menos normal entre ellos, y hoy de repente Wolfram se puso cachondo. Ni siquiera sentimental, se había saltado un par de niveles el muy tramposo.

¿Qué se supone que tienes que hacer cuando tu novio saca el tema tan de repente por primera vez?

Ah, corrección, prometido.

Y una segunda corrección, no era la primera vez que sacaba el tema.

De hecho, solo a unos meses de conocerse, Wolf se le tiró encima de una manera bastante directa. Y hubieron otras tantas situaciones, como sus malinterpretaciones a la hora de invitarle al baño con él al principio.

Era raro haber olvidado todo eso. ¿Tanto tiempo había pasado?

En realidad no, pero estaba tan acostumbrado a la balanceada relación que tenían que todas esas cosas desaparecieron de su mente. La manera en que veía a Wolfram ahora distaba mucho de la forma en que lo veía en ese tiempo. Ya no era un chico que apenas conocía y no terminaba de entender, había algo mas profundo que los unía desde hace un largo tiempo.

Incluso así. Incluso si había algo especial. En realidad nunca habían hablado de ello, ¿verdad? No hasta ahora. No de forma directa.

Algunos momentos especiales le habían acelerado el corazón antes. Y no tenia dudas sobre Wolf considerando esta relación algo de lo mas serio. Pero había estado faltando este momento.

Tal vez ya era hora de dejar que los engranajes del destino se pusieran en marcha del todo.

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Continuará...

 


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