Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El principe de Bielefeld por RedGlassesGirl

[Reviews - 27]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

El príncipe de Bielefeld – Capítulo 3

.

.

.

.

.

En el lobby del baño Wolfram estaba a punto de desnudarse cuando llegaron Conrart, Günter y también Waltorana, que se sentía curioso de que hacían todos allí.

—¡Ah! —Exclamó Günter con indignación y apuntó hacia Wolfram con un dedo, él tenía la camisa desabrochada y el pecho al aire—. ¡¿N-no me digas que estabas pensando entrar en el baño con… con su majestad?!

—Por supuesto que voy a entrar.

—¡¿C-cómo?! Eso es totalmente inaceptable, ¿qué es ese comportamiento indecoroso?, Lord mocoso.

“¿Lord mocoso?” pensó Waltorana asombrado por este cambio de actitud en este hombre que consideraba tan calmado. “Bueno, tal vez tiene razón”.

—Tsk, ¡que anticuado! Ya deja de pensar de forma tan cerrada, esto ya no es el centenio pasado. Aunque tengas como 150 ya deberías acostumbrarte.

Waltorana se sintió bastante tocado también por el comentario de su sobrino.

—Además, no es la primera ni la última vez que nos bañamos juntos. Por si no sabías, Yuuri siempre me pide que lo acompañe al baño antes de dormir porque es tan tonto que le da miedo andar de noche solo por el castillo.

—¿No pasa eso solo cada vez que le cuentas historias de miedo? —dijo Conrart sonriente.

Wolfram se ruborizó y giró el rostro para no hacerse cargo del comentario.

—Günter, tienes que recordar que el baño es una tradición muy importante para los japoneses. Es normal compartir el espacio personal para fortalecer los lazos entre hombres —explicó Conrart colocando sus botas a un lado de las de Wolfram con normalidad, dejando claro que él también iba a entrar.

—¡Wolf, ¿qué haces que tardas tanto?! ¡¿Ya llego Conrad?! ¡No me dejen solo! —se escuchó la voz de Yuuri desde adentro.

Mientras Wolfram se quitaba los pantalones más rápido, Conrart sonrió ante el comentario de su sobrino y se acercó a la puerta para pedirle a una sirvienta ropas limpias para todos.

—¿Vas a entrar o no? —le preguntó Wolfram a Günter antes de voltear e ir para el baño. Conrart lo siguió con naturalidad tomando de la mesa un equipo de baño completo, patito de goma incluido.

Waltorana se asombró por completo ante la normalidad de la escena. La idea de bañarse juntos era completamente extraña siendo un adulto, la única vez que recordaba haber hecho algo como eso Wolfram era aún un bebé. Al mirar a un lado, Lord von Christ se sostenía con fuerza la nariz y se veía agitado. Su rostro no se parecía en nada al hombre con el que había compartido los últimos días.

Limpiándose con delicadeza los rastros de sangre de la nariz Günter recobro su compostura. Miró seriamente a Waltorana por un momento y esté dudó.

—Si usted entra, yo también —dijo con voz profunda.

—¡¿Yo?! ¡¿P-porque tengo que ir yo también?! —se alarmó Waltorana abochornándose de una manera que recordaba mucho a Wolfram.

Günter se abalanzo sobre él y lo tomó por los hombros antes de que pensara en irse a asearse en otro lado, cosa que Waltorana realmente necesitaba en ese momento con urgencia.

—Como adulto, me sentiría mal de ser el único entre los jóvenes, pero si usted entra no sería tan inadecuado.

—E-es un punto —dudó Lord von Bielefeld intimidado por la cercanía y la fiereza de la mirada de este hombre de cabello violeta—. Pero para un noble andar desnudo frente a otros es impensable. Es indecente.

—¿Por qué habríamos de sentir vergüenza de nuestros cuerpos? ¿No es justamente la desnudez la expresión más sincera de lo que somos? ¡¿No es la mayor muestra de dignidad sentir orgullo por el cuerpo noble que poseemos?! ¡¿No le parece correcto Lord von Bielefeld?!

Waltorana aun creía que era algo vergonzoso, pero casi se conmueve con sus palabras, hasta que se escucharon unas risas del interior del baño y los fragmentos de una conversación divertida entre chapoteos. Günter miró hacia allí con ojos infantiles de deseo.

“Él realmente quiere ir” pensó Waltorana perdiendo la fé en cualquier discurso que hubiera escuchado. Arrastrado por la curiosidad aflojó la tensión de sus hombros.

.

.

.

Conrart, Wolfram y Yuuri estaban en el agua. El rey tenía el juguete amarillo entre las manos que flotaba de aquí para allá entre las pequeñas ondas del agua, y por fin podía relajarse a gusto luego de todos los problemas por los que pasó. Todos se asombraron de ver que no solo Günter había entrado al baño, sino que detrás de él Waltorana lo seguía con una toalla alrededor de la cintura.

“Ciertamente, aquí no está pasado nada indecente” pensó el lord al acercarse a la tina y comenzar a asearse primero antes de entrar. Aunque la escena destilaba inocencia por todos lados, Günter tenía problemas para mantenerse calmado, medio sudando y medio temblando logró completar el ritual de lavar su cabello con sumo cuidado mientras su compañero adulto lo observaba cada tanto. La impresión de Waltorana sobré él estaba comenzando a dar un giro de ciento ochenta grados. Este era su segundo desencantamiento del día, sin contar al Maou, del cual no esperaba mucho desde el principio en realidad.

En el momento en que Conrart vio que el tío de su hermano menor entraría en la tina, hizo un pequeño comentario inocente y algo mordaz que pasó desapercibido por los dos menores.

—Mostrar piel en familia no ha de afectar el orgullo.

—No veo porque deba sentirme avergonzado de mi cuerpo —retrucó el hombre alzando la barbilla y sentándose en el agua apoyando la espalda contra la loza.

“Wow, realmente suena como Wolf” pensó Yuuri. “¿Él se vería así cuando sea grande? No, Waltorana es su tío, así que no tienen por qué ser tan similares físicamente. Me pegunto como seria su padre, este es su hermano menor después de todo”. Mientras Wolfram se ponía a conversar con su no-padre, Yuuri nadó hacia lo más cercano a una figura paterna que tenía en ese mundo.

—¿Pasa algo Yuuri? —preguntó Conrart mientras recibía con una sonrisa su tesoro de goma que venía navegando directo hacia él.

—Bueno —meditó Yuuri observando hacia el hombre que parecía sentirse abandonado en la sección de aseo, se acercó un poco más al segundo hijo y le dijo discretamente al oído—. Creo que GünGün está más emocionado que nunca. Es como si hubiera recibido un mejor regalo que Wolf, que es quien realmente cumple años.

Conrart rio mientras Yuuri recordaba que tenía un problema serio con ese regalo.

—Conrad, ¿qué hiciste con mi mochila?

—¿Su equipaje? Lo guardé en mi habitación por el momento, ¿no fue una decisión correcta?

—No, no, está perfecto —negó con la cabeza con énfasis y sus cabellos mojados se pegaron a sus mejillas—. De hecho, tengo que pedirte ayuda con algo luego.

Conrart se asombró de su repentina tristeza, pero Yuuri se la sacudió de encima al instante.

—Pero no pensemos en eso por ahora. Te diré luego. Creo que sería hora de ir saliendo —dijo apoyando la mano incorrecta sobre el borde—. Ouch. Me olvido que no tengo que usar esta mano. Al menos no es la derecha.

—Sino no podría jugar al béisbol, ¿verdad?

—¡Así es!

La mano que antes se encontraba bastante bien había empezado a tomar un color violáceo notorio, y era obvio que su movimiento estaba cada vez más limitado.

—He llamado al médico para su majestad, él debe estar esperándolo en la sala de atención principal en este momento —dijo Waltorana.

Wolfram se deslizó más cerca de Yuuri y se arrodilló dentro del agua colocando las manos en sus caderas. —Más te vale que vayas a verlo apenas salgas —le dijo demandante y volteó la vista hacia su medio hermano—. Weller, acompáñalo.

—Pensé que querrías acompañarlo tú mismo.

—Tengo cosas que hacer, así que dejaré que te encargues tú esta vez.

Diciendo ese último comentario cargado de una ligera soberbia Wolfram se levantó y salió de la enorme bañera sosteniendo su toalla. Para cuando Conrart y Yuuri desaparecieron en el cambiador detrás de él, solo dos hombres adultos quedaron en el agua mirándose el uno al otro sin saber muy bien que hacer.

.

.

.

Luego de que Wolfram prometiera encontrarse con ellos luego de ver al médico, Yuuri entró acompañado de su padrino a la pequeña salita. Había un olor extraño de algo que supuso seria antiséptico y todo era demasiado blanco. “Parece la enfermería del colegio, pero con un aire a medioevo”.

El hombre que le atendió era un mazoku de cabello corto rubio ceniza, bien peinado y vestido prolijamente con ropas simples que estaban lejos de ser un uniforme militar. Gritaba por todos lados la palabra médico, y eso lo hacía sentir un poquito nervioso. Luego de que le revisara las magulladuras generales del cuerpo volteó hacia una caja de madera que contenía varios instrumentos.

—Abra la boca por favor.

El objeto frio de vidrio era un termómetro, aunque la forma estaba lejos de ser a la que estaba acostumbrado de los digitales de la Tierra. Al entregarle la mano él la sostuvo un momento y la giro para observar su muñeca desde todos los ángulos.

—Duele un poc… ¡¡MUCHO!! —gritó Yuuri cuando le clavó un dedo con demasiada fuerza. Sus tendones tiraron haciéndole sentir tanto dolor como si le hubieran clavado una espada dentro del brazo. Se agarró el hombro con fuerza y ladeo la cabeza. Tensarse hacia que le doliera todo.

—Si en una visita al traumatólogo no siente dolor, entonces no es una visita al traumatólogo.

“¡Pero no era necesario tanto dolor!” gritó Yuuri en su mente, sus ojos lagrimeaban un poco.

—Es un esguince común de muñeca. Pero me gustaría ver bien ese brazo completo. —Su diagnóstico fue más para el mayor que acompañaba al chico que para el rey mismo.

Los ojos color claro del médico se clavaron en su hombro y Yuuri temió que algo volvería a doler mucho. Pero el médico fue diestro y luego de una serie de movimientos que no estuvieron tan mal le permitió volver a vestirse mientras se enfrascaba en una conversación privada con Conrart. Le entregó un frasco de antiinflamatorios y una poción verde brillante, y le puso una venda bastante ajustada en la mano,  las indicaciones eran no realizar un movimientos por al menos una semana y tomarse el ejercicio con calma. Eso mataba el estilo de vida de Yuuri, pero con el cuerpo lleno de magulladuras no pudo más que aceptar que era justamente lo que necesitaba. Comenzó a sentirse más cansado cuando salió del lugar con Conrart. Wolfram no estaba allí para esperarlos como había prometido.

—Yuuri —le llamó Conrart captando su atención que parecía algo dispersa—, me gustaría tener una pequeña charla acerca de esto.

—¿Sobre qué?

Conrart sonrió, suavizándose un poco ante la expresión inocente del chico.

—Acerca de disciplinar a los soldados. —Fue directo al punto, lo conocía demasiado bien como para saber que los rodeos no funcionaban.

—¿Qué? ¿Tú también quieres castigar a los soldados? ¿No van a  despedirlos verdad?

Ciertamente, si esto fuera otra persona, otra época… No, otra época no, o tendría que pensar en algo peor que eso. Medito un momento las palabras correctas.

—Se cómo te sientes —comenzó cálido, sabía que Yuuri no lo dudaba—, pero tiene que entender como funciona la milicia, así como también su posición. Sé que no le gusta que se lo repitan Yuuri, pero sigue siendo el Maou, nuestro rey. Déjeme explicarme mejor. Como soldado yo también tuve mi época rebelde…

—¿En serio? —preguntó el joven rey con cierta curiosidad brillando en sus ojos negros. “¿Habrá hecho algo malo? ¿Golpeaste a tu superior Conrad, es eso? Ah no, eso es algo que yo he hecho” divagó deseando conocer sus secretos.

—Todos tenemos  nuestros momentos difíciles aunque no lo parezca. Pero justamente ese es el punto, lo que estoy intentando decir es que no está bien ser indulgente con esas actitudes. Y con eso me refiero tanto a por parte de la autoridad de turno, como de uno mismo.

—¿De uno mismo?

—Exacto. —Yuuri no parecía comprender del todo, pero Conrart ya tenía toda su atención—. Necesitamos darnos cuenta de que hemos hecho algo mal y asumir el castigo por ello. Es parte del aprendizaje de cada persona. ¿Acaso sus padres no lo reprendían y castigaban si hacia algo muy malo?

—Si —admitió Yuuri con algo de vergüenza al pensar en eso.

—¿Y no le parece que era necesario?

—Sí, es necesario castigar a los niños. No se les puede dejar ir por ahí haciendo lo que quieren o solo se volverán caprichosos y egoístas. Aunque sea duro para los padres tener que castigarlos, hay que hacerlo. Aunque… me cuesta ser un buen padre para Greta, a veces es difícil no darle todo lo que quiere. Soy bastante débil con eso…

Conrart sonrió dulcemente y enderezo un poco su postura, por un momento comprendió perfectamente ese sentimiento de frustración de no poder darle eso que tanto quiere a un niño esperanzado.

—Entonces creo que ya entiende mi punto. —Yuuri asintió suavemente mientras recapacitaba—. Es necesario disciplinar a los soldados. Y si me permite el atrevimiento, me gustaría encargarme personalmente de ello.

—¿Me estas pidiendo permiso para ser tú el que decida el castigo? —Meditó el rey—. Bueno, creo que si alguien tiene que hacerlo, prefiero que seas tú.

Yuuri sonrió, y dando el tema por zanjado recordó que también tenía una charla pendiente con su padrino.

—Um, Conrad…

—¿Qué pasa?

—Creo que Wolf se va a tardar un rato, así que, ¿podemos ir a tu habitación un momento antes de ir a buscarlo? Necesito mostrarte algo.

Ante la seriedad y la actitud decaída del chico, Conrad no se pudo negar y lo guió hacia la habitación que ocupaba como huésped. Para el soldado que estaba acostumbrado a una vida más de plebeyo que de noble, el lugar era el más ostentoso en el cual se había hospedado, incluso más que lo que estuvo acostumbrado a disfrutar en sus mejores épocas como príncipe. Yuuri le pidió su mochila y la colocó sobre la mesa sacando del interior varios objetos y ropa hasta que una gran caja no opuso resistencia.

El empaque estaba extrañamente inmaculado, la caja negra todavía tenía el moño dorado atado perfectamente aunque había un gran hundimiento en el medio del cartón.

—Ay, no quiero mirar, ¡no quiero mirar! —lloriqueó Yuuri.

—¿Es esto el regalo de Wolfram? ¿Qué le ha pasado?

—Wolfram se paró encima.

—Oh. —Fue la única exclamación que pudo hacer el segundo hijo con tristeza. “El regalo de Yuuri aplastado por el mismo. Eso verdaderamente es doloroso, si fuera yo, no lloraría pero…”. Luego se preguntó qué haría Wolfram si se enterara, pero no supo la respuesta.

—Oh, dios, sabía que no tenía que mirar.

Solo fue un pequeño vistazo apenas levantando la tapa, algo viscoso estaba pegado por todas las paredes de la caja.

—Que rico olor. ¿Chocolate? Aun lo recuerdo, es realmente delicioso.

—Sí, pensé que como a Wolf le gustan las cosas dulces tendría que probarlo.

“Y no es una barra de chocolate. Por el empaque, diría que ha sido algo bastante caro”. Conrart intentó no sonreír demasiado contento, ya que no podía alegrarse por esto cuando probablemente su hermano menor nunca se enteraría de la existencia de este regalo.

—¿Qué voy a hacer Conrad? —dijo en un tono lamentoso—. ¡No tengo regalo de emergencia! Es más, ya no tengo dinero, me gasté la mesada y todo el sueldo del trabajo de medio tiempo.

“Oh dios” se lamentó Conrart interiormente, “definitivamente quiero saber qué clase de expresión pondría si se enterara cuantas ganas y esfuerzo ha invertido en esto por su cuenta él solo”.

—Creo que hablar con Gwendal sería lo mejor. No debe preocuparse por que sea el regalo, ya que mientras venga de Yuuri Wolfram seguramente estará muy contento de recibirlo. Incluso si frunce el ceño y se enoja un poco.

—Eso suena mucho como Wolfram. ¿Por qué debería hablar con Gwendal?

—Bueno, él es quien está encargado del dinero después de todo. Aunque también podría hablar con Günter.

—¡Pero no puedo pedir dinero prestado para esto! Incluso no quiero pedirte a ti, y eres mi persona más cercana.

Conrart se sintió cálido ante esa forma de describirlo y sonrió divertido al ver que Yuuri no entendía.

—No es necesario pedir prestado, es el dinero que como Maou le corresponde por derecho.

—Por derecho… —meditó Yuuri—. No, eso sería deducirlo de los impuestos, ¡no puedo usar el dinero de los impuestos para algo personal! No sería para nada justo.

Conrart estaba a punto de explicar que esa deducción de impuestos era un sueldo justo que el rey ganaba cumpliendo con sus obligaciones. Además, con el amor que tenía la gente de ese reino por esta pareja de jovencitos adorables, no habría ciudadano o soldado que no tiraría su sueldo a sus pies con tal de verlo contento. Pero Yuuri comenzó a divagar y tuvo que guardar silencio.

—Creo que debería conseguir un trabajo. ¿Cuántos días me quedan? —Pensó contando con los dedos e intentando recordar en qué fecha había caído a este mundo—. Creo que tres días es suficiente para algo pequeño. ¿No dicen que lo que más cuenta es la intención? Wolf se va a enojar conmigo de nuevo, pero no puedo evitar ser pobre. Oh Wolf, ¿por qué elegiste un hombre pobre? ¿Acaso terminaras viviendo en una casa pequeña teniendo que dejar de lado los lujos a los que estabas acostumbrado?

Yuuri pasó de una mirada de determinación total a lagrimear levemente mientras imaginaba el escenario más triste posible en un drama histórico de las dos dela tarde, de esos que tanto le gustaban.

“No puedo seguir su línea de pensamientos. ¡Realmente quiero ver que está imaginando en este preciso momento!”. Conrart suspiro suavemente, tendría que esperar con paciencia y seguir el rastro de su sobrino de cerca para saciar su curiosidad de hasta donde podría llegar con esto.

.

.

.

Yuuri salió solo de la habitación de su padrino pensando en encontrar a Wolfram. El cansancio y la decepción se mezclaron con las energías renovadas que sentía luego de decidir qué haría con lo del regalo. De pronto sintió el olor de algo delicioso y su estómago hizo un sonido de gorgoteo demandando comida. Se moría de hambre, no había conseguido nada más que esos pasteles de carne en el pueblo, y una ración como esa no alcanzaba para un joven atleta en crecimiento.

Siguió el olor hasta lo que parecía una pequeña cocinilla a la vuelta del pasillo, la puerta estaba abierta y como no vio a nadie entró. No entendía para nada el aparataje de metal de color oscuro que usaban como cocina, era demasiado antiguo para él, pero el enorme caldero parecía invitarlo con su burbujeo. Trago la saliva que se le había acumulado en la boca y se acercó un poco curioso.

Lo que había dentro realmente no se veía apetitoso, los grumos de algo que parecían fideos demasiado cocidos se mezclaban con trozos de verduras muy blandas y carne que era más hueso que nada. Pero olía terriblemente delicioso. Decidió probar el caldo con la cuchara de madera que encontró en la mesada a un lado de la cocina.

—¡Qué bueno! —exclamó cuando el sabor fuerte y salado de la carne estofada se esparció por sus papilas gustativas, no importa cómo se viera esa comida, no había duda que era tan deliciosa como olía.

Mas excitado por la idea de un plato caliente fue hacia las puertas de madera que habían al otro lado de la pequeña habitación, al abrirlas encontró lo que buscaba, tomó un cuenco pequeño y una cuchara de metal. Al revisar un bulto envuelto en tela encontró pan y tomó también una hogaza completa. Se sirvió y se sentó en una pequeña mesilla destartalada en un rincón.

La mitad del cueco se fue en tan solo tres trozos de la hogaza, un bocado gigante tras otro. El hueso de la carne era incomodo, así que lo esquivo hasta que se decidió a tomarlo con la mano directamente, en su interior la médula era grande y sabia a manjar de dioses. Justo cuando estaba chupeteando la pieza con menos decoro que un indigente, una mujer regordeta y baja entró al lugar. Usaba un delantal viejo machado y el vestido arremangado por los codos, y tenía la mirada sorprenda de alguien que ha encontrado un criminal infraganti. Yuuri pensó que gritaría y se metería en un lio, así que se apresuró a explicarse con las manos aun en la masa.

—Se lo que parece esto —empezó y se dio cuenta de que una frase como esa no era tan adecuada para una situación como esta—. Oh, bueno, si es lo que parece. Pero… ¿es esta la comida de alguien? ¡Lo siento, de verdad que lo siento! ¿Pero no sería posible perdonarme un plato? ¿Para un chico muy hambriento?

Antes de que la mujer pudiera reaccionar, una segunda persona entró a la cocina.

—¿Y-Yuuri? —Dudó asombrado de verlo en ese lugar, y luego se recompuso— ¿Qué demonios estás haciendo?

“Oh mierda” pensó el rey al encontrarse con la mirada directa de esos ojos verdes acusadores.

—Realmente, realmente me estaba muriendo de hambre. ¿Me… me comí la comida de los sirvientes?

—No.

—Oh, qué alivio. Pensé que le había arruinado el almuerzo a alguien. Aunque hay muchísimo en esa olla, no sé qué haría si alguien se queda sin su plato.

—Te comiste la comida de los perros.

—Su majestad… —La cocinera reacciono a destiempo, sintiendo una terrible ilusión que solo rivalizaba con su asombro por el impacto de tener al rey en su pequeña cocina sin entender realmente que era lo que estaba pasando.

—¡¿La comida de los perros?! ¡¿Esto es para los perros?!

—Para quien más sino. ¿De verdad crees que los sirvientes comerían ese guiso recalentado? Son sobras.

—Oh —dijo y pensó lentamente en silencio—, entonces… ¿Cómo cuanto comen los perros? ¿Toda la olla?

—A veces, lo que sobra va a la basura.

—Oh —volvió a decir y se hizo un silencio—. Me voy a servir otro plato entonces.

Se levantó y fue directo a poner dos cucharones más dentro del cuenco mientras elegía el mejor hueso, pensando que los perros seguramente no se molestarían en compartirlo.

—¡¿Vas a seguir comiendo eso?! —exclamó Wolfram.

—¡Es que está muy bueno! Incluso comería más para la cena, no tengo problema con ello.

Yuuri terminó el plato y la hogaza de pan completa en tan solo unos minutos, y solo no le paso la lengua al plato porque tenía ojos encima. Encontró la mirada de la cocinera que parecía no saber bien que decir.

—Por favor mantenga el secreto —le dijo con una sonrisa—, así Wolfram no me regañará tanto por esto.

—Por supuesto, su majestad —respondió la mujer suavemente luego de la sorpresa. El hermoso jovencito de ojos y cabellos oscuros como la noche no solo le parecía encantador a la vista.

Wolfram se acercó y tras observar sus dedos sucios y enojarse más de lo que ya estaba le dio un leve tirón en la oreja por varias razones.

—No coquetees. Ya es suficiente con todo lo otro.

—¿Coqueteando, quien está coqueteando? ¡Es una señora! Soy muy joven para siquiera pensar en una oportunidad. Además, debe ser una señora casada.

Yuuri simplemente era demasiado lindo e inocente, así que su comentario solo saco una risa de la cocinera y un comentario de alguien avergonzado que lo ha tomado como un halago. Wolfram se disgustó más y sus labios formaron una curva hacia abajo.

—Ni siquiera te hemos presentado con todos los sirvientes y ya estás dando impresiones estúpidas. ¿Cuándo vas a comportarte como un rey digno?

—No me regañes.

—¿Ya viste al médico?

—¿Qué? —dudó Yuuri ante el abrupto cambio de tema.

—Que si ya viste al médico —repitió Wolfram, ya un poco menos enojado, pero cruzando los brazos y zapateando con un pie el piso.

—Sí.

—¿Y?

—¿Y qué?

—¡Y que tan grave es, Yuuri! ¿Qué te dijo? ¿Te dio algo para el dolor? ¿No esta fracturada verdad?

—¡Ah! —Exclamó comprendiendo por fin su preocupación y su cerebro comenzó a funcionar lentamente de nuevo—. Es un esguince de muñeca, y no me luxe el hombro pero casi. Me dio pastillas para el dolor, bastante feas por cierto.

—Te las vas a tomar igual. Voy a hablar con Conrart para que me diga los horarios de la dosis, no vas a saltarte ninguna.

—Hey, ¿qué es lo que tenías que ir a hacer antes? —preguntó Yuuri curioso, y un tanto evasivo sobre el tema de las pastillas amargas que no le gustaba tomar.

Wolfram bufó por la nariz y corrió la cara un momento. —Fui a pedir que preparan tu almuerzo, pero me parece que ya no es necesario.

—Oh. Lo siento. Aun puedo comer un poco, ya que lo has preparado para mí…

Wolfram lo miró con el ceño fruncido y se suavizó un poquito.

—No importa, y no es como si lo hubiera preparado yo mismo, ¿hay cocineros sabes?

—Cierto —rio Yuuri un poco menos arrepentido de arruinar sus planes—. Pero igualmente gracias por haberlo pedido para mí, lamento haberlo arruinado.

La sonrisa del rey y esas palabras terminaron por ablandar del todo al mazoku, no podía pelear contra sus sentimientos.

—De nada.

Hubo un pequeño silencio y Yuuri se sintió completamente agotado de repente. Con el estómago lleno y las cosas aclaradas lo único que deseaba era un buen descanso.

—Oye Wolf, ¿podemos dejar las presentaciones con los sirvientes para la noche? Realmente me gustaría dormir un rato, no es que haya podido dormir mucho anoche. ¿Hay algún lugar donde pueda tomar una siesta? ¿Podrías prestarme tu cama solo por un par de horas?

—Porque querrías mi cama, tengo una habitación preparada para ti.

—¿Enserio? Pero he llegado de improvisto, no esperaba que tuvieran todo listo. Gracias Wolf.

Wolfram bufó de nuevo, pero ese enojo significaba que estaba contento. Yuuri pensó en algo durante un momento

—Pero sabes, creo que me gustaría ver tu habitación igualmente.

—¿Mi habitación? ¿Quieres ir a ver mi habitación ahora?

—Sí, realmente siento curiosidad. ¿No es esta tu casa de siempre? Nunca he visto tu habitación antes porque en el castillo vives en la mía. Y no estoy tan cansado, así que podemos pasar por ahí primero.

Wolfram nunca había tenido una habitación propia en Pacto de Sangre, desde el primer momento se instaló en la recamara del Maou y el otro lugar suyo por derecho era solo para invitados.

—Bueno, si tanto quieres verla —aceptó Wolfram claramente halagado por el interés.

.

.

.

La habitación era tan amplia como la sub sala de la suite real que usaban en el castillo. “Hay espacio como para que un equipo de béisbol completo se sienta cómodo aquí dentro” pensó Yuuri mientras inspeccionaba el lugar con la mirada.

Era ostentoso, como todo en esa mansión, pero con un aire un poco más simple y sin decoraciones anticuadas como había visto en los pasillos. Wolfram no tenía demasiados adornos, pero se notaba que le interesaba el arte porque los pocos que saltaban a la vista eran cuadros o esculturas. Yuuri posó la vista en un caballo dorado sobre la mesa, era muy bonito y debía de ser caro.

La cama grande de doble plaza no tenía dosel y estaba acompañada de dos mesillas y un banco de su mismo ancho a los pies. Sobre la pared cercana estaba el ropero, una mesa con espejo y un biombo algo abandonado que parecía más de adorno que de utilidad. Además de eso, había un escritorio de madera oscura repleto de cuadernos apilados y una biblioteca llena tanto de libros como de más cuadernos mejor ordenados.

—Eeeh, es bastante normal. Para lo que es este mundo, digo.

—¿Qué era lo que esperabas?

—No lo sé —rio Yuuri contento de estar ahí. Caminó hasta la cama y se sentó en el borde, una pelotita peluda se movió imperceptiblemente—. Yo tengo muchas cosas sobre deporte en casa, incluso una máquina de ejercicios bajo la cama y un poster gigante de Takanori en la pared sobre ella, pero tú tienes cosas muy diferentes. ¿Qué es eso? [1]

Yuuri apuntó hacia la biblioteca.

—Oh, ¿eso? Son todos los libros de croquis de cuando fui a la escuela de arte.

“Quiero verlos, pero estoy cansado. Si son viejos seguro tiene pinturas de las bonitas y no las cosas raras que hace ahora. Volveré luego, Wolf no puede quejarse porque él se adueñó de mi habitación, así que puedo adueñarme de la suya”. Al descansar su peso hacia atrás apoyándose con las manos sobre el colchón algo lo tocó. Yuuri volteo y había una pequeña patita blanca y peluda sobre su muñeca lastimada.

—¿Y esto?

—Mima, así que aquí estaba —dijo Wolfram cariñosamente al acercarse y sonrió.

—¿Mima? —Cuestionó Yuuri, “Es un nombre demasiado tierno” pensó e intentó contener una risa—. ¿Tienes un gato? Tengo dos perros, jamás he tenido gatos así que no sé cómo tratarlos, ¿lo puedo tocar?

—Es hembra, se llamaba Mimosa, pero a la larga terminó solo en Mima. Me la dio Gwendal hace unos cinco años.

—Gwendal. Él realmente ama los animales, ¿mh?

Cuando Yuuri acercó la mano tentativamente para dejarse oler como haría con un perro, la gata le dio un topecito con la coronilla de la cabeza y se levantó para fregarse contra su mano. Yuuri se echó hacia atrás para alcanzarla mejor y Wolfram se sentó a su lado en la cama. Mientras el rey se acostumbraba a un nuevo tipo de mascota siguieron conversando.

—No pensé que fueras tipo gato, siendo tan leal y eso.

—¿Qué tiene que ver la lealtad con una mascota? —preguntó Wolfram apoyándose sobre su codo y acariciando con la yema de los dedos el pelaje del animal distraído con el desconocido. Yuuri estaba usando la mano vendada que no debería.

—En Japón catalogamos a la gente como tipo gato o tipo perro, es solo algo para divertirse, pero son dos personalidades completamente diferentes y a veces pega bastante. Murata dice que soy un tipo perro definitivamente, y que él sería tipo gato aunque sea alérgico y no pueda tener uno en su departamento. Pero siempre que viene a casa le gusta pasar tiempo con mis perros. La gente tipo perro es mas familiera, dependiente y busca llamar la atención todo el tiempo; en tanto los tipo gato son más independiente y fríos, además de que disfrutan estar solos más frecuentemente.

—Claramente puedo ver porque encajas en esa descripción, a veces eres muy efusivo y buscas atención todo el tiempo. Y obviamente no puedes estar solo —le dijo mofándose de él en un tono divertido—. Aquí también tenemos perros, los que te comiste su comida hace un rato.

—¿Dónde están? No vi ningún perro todavía.

—En las perreras del lado trasero de la residencia. Si quieres verlos podemos ir, pero pensé que estabas cansado.

—Si quiero verlos, pero mejor luego —dijo en un gran bostezo. La gata estaba panza arriba y el pelaje de su estómago era largo y más esponjoso que el resto de su cuerpo. Todo parecía ir bien hasta que reaccionó rápidamente y le mordía tres veces con fuerza—. ¡Auch! ¡Me mordió, me mordió! ¿Por qué? ¿Que hice mal?

Wolfram la tomó con las dos manos y la acercó más a su cuerpo quitándosela. —Todos los gatos hacen eso, solo se cansó de que la acariciaras. Y si no quieres que te muerda, no le toques la barriga.

—Tsk, histérica, antes le estaba gustando —se quejó Yuuri y se echó boca abajo—. Ahora que me acosté me doy cuenta de que me duele todo. Tengo el brazo y el hombro entumecido, ¿la venda no estará muy ajustada?

—¿Te duele el hombro? ¿Por qué no me dijiste? No me contaste todo lo que pasó.

—Cuando llegue me atraparon en el patio de noche, y lucia tan sospechoso como siempre así que sabía que podía pasar eso, pero como me sacaron la mochila no me quede quieto y pensaron que oponía resistencia o algo. Cuando me echaron al piso me torcí el brazo, el medico dice que no llego a dislocarse pero está bastante resentido. Lo de la muñeca fue un golpe con algún objeto, no llegue a ver que era.

—¿Por qué te resististe, eres idiota? ¿Qué hubiera pasado si en vez de golpearte con el mango o la funda de la espada te hubieran cortado? —Wolfram estiró la mano y la apoyó entre su mejilla y parte de su cuello—. Esta caliente, ¿tienes fiebre?

—Sí, un poco —respondió adormilado con la cara hundida en el cubre camas.

—¿Por qué no me dijiste? —volvió a repetir por enésima vez remarcando más las palabras.

—No es para tanto, no me siento tan mal y creo que solo me he resfriado por tomar frío anoche. El clima de aquí es raro, ayer me congelaba pero hoy al medio día comenzó a hacer mucho calor. El médico me dijo que los analgésicos eran suficientes, y que me volvería a ver en unos días antes de irme para revisar que no tenga un absceso interno por el golpe. Y me dio un jarabe horrible de color verde para la fiebre si eso te deja tranquilo, mamá.

Wolfram se calmó un poco al ver que a fuerza de insistencia se estaba cuidando. Apoyó su mano sobre la parte dolorida de la espalda del joven japonés y esparció el calor de la magia por su cuerpo mientras le acariciaba. Yuuri cerró los ojos y relajó su expresión notablemente.

—Deberías ir a tu habitación a descansar cuando el dolor se alivie un poco.

—¿Puedo quedarme? ¿No quieres dormir un rato conmigo? —Con pocas fuerzas se quitó las zapatillas con los talones y tiró del cubrecama un poco.

Sin poder negarse a su pedido se levantó y abrió bien las sabanas para dejar que entrara a su cama, Yuuri se acomodó en el medio y tras quitarse las botas Wolfram entró también. Mima se quejó con un maullido casi imperceptible y apenas vio la oportunidad se metió entre ambos estirándose por completo.

—Solo una o dos horas —advirtió Wolfram—, ya es tarde y no falta tanto para que se sirva la cena. La puntualidad es importante.

“Es raro tenerlo aquí, peor me alegro que haya llegado” pensó Wolfram con una sonrisa y comenzándose a sentirse cansado. Rio suavemente por la nariz, “se ve muy lindo cuando duerme”.

Yuuri había reposado la mano vendada con la palma hacia arriba entre él y Wolfram acunando a la gata contra su cuello. Los dedos del mazoku sostuvieron los suyos con delicadeza y volvió a repetir la misma magia para aliviar el dolor antes de quedarse dormido.

.

.

.

.

.

Continuará…

 

 

Notas finales:

[1] Takanori: es un cátcher del equipo de béisbol favorito de Yuuri, los Seibu Lions. Recuerden que su posición favorita es la de cátcher.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).