-No empieces. Todavía tengo cuatro meses en Jeonju antes de marcharme para volver a casa.- Lee TaeMin inclinó la cabeza a un peatón mientras paseaba por el Festival del Bibimbap.
Su padre continuó parloteando en su oído sobre su falta de responsabilidad. TaeMin vio una multitud reunida en torno a una cosechadora.-
-Mira, el unirme a tu empresa fue idea tuya, no mía. Yo sólo quiero un poco de tiempo para mí mismo. Todavía hay un montón de Jeonju de que no he vivido y estaré en casa tan pronto como lo haga. Adiós, papá.
TaeMin puso fin a la llamada y se metió el teléfono en el bolsillo. Todavía no entendía la necesidad evidente de su padre de tener un hijo en su firma de arquitectos.
Gran cosa, ahora era un arquitectoy llegaría a ser tan aburrido como su papá. Esa no era la vida que había imaginado para sí mismo. TaeMin se detuvo y pasó sus dedos por su cabello. Diablos.
Él había sabido desde su segundo año en la universidad, que ser arquitecto no era lo que quería. ¿Tal vez sólo era perezoso? Su padre pasaba largas horas, siete días a la semana, en el trabajo.
¿Seguramente había una firma donde el trabajo no tomara completamente el control de su vida?
Colocando su mochila sobre su hombro, TaeMin decidió divertirse mientras podía.
Tenía mucho tiempo para decidir sobre el futuro. Ahora tenía una exposición de granja para disfrutar.
Siguió a la multitud y, al igual que el resto de la gente, adoró la base de la cosechadora verde brillante. Se dio cuenta de que su mandíbula colgaba abierta y la cerró.
El hombre mayor a su lado le dio un codazo en las costillas.
-Bonita, ¿no?
-Ciertamente lo es.- dijo TaeMin, mirando por encima del pequeño y medio calvo agricultor.- ¿Es de por aquí?
El hombre asintió con la cabeza, sin apartar los ojos de la pieza de equipo agrícola.
-De toda mi vida. Me di cuenta por tu acento, sin embargo, que eres un citadino.
-Sí señor, soy de Seúl. He estado aquí vagando por su hermosa provincia durante los últimos dos meses.- Decidiendo que no tenía mucho que perder, TaeMin continuó.- Tenía la esperanza de encontrar un poco de trabajo. ¿Sabe usted de alguien de por aquí que contrate mano de obra agrícola barata?- preguntó TaeMin con una sonrisa.
Sacudiendo la cabeza, el hombre finalmente miró a TaeMin.
-No te pareces mucho a un cockie.
TaeMin no sabía qué decir a eso. Debió mostrarlo en su rostro, porque el hombre comenzó a reírse.
-hablo de un agricultor novato, chico.
-Oh. Bien. Sí, sé que no me veo como un cockie, pero crecí pasando los veranos en una granja. Siempre me ha gustado el trabajo.- es lo que había querido hacer desde que era un niño.
Nada en el mundo se sentía tan bien como sembrar pequeñas semillas en la tierra fértil y luego verlas crecer. Por un tiempo, TaeMin pensó que realmente tenía una oportunidad en la vida de ser un agricultor, pero su padre rápidamente puso fin a ese sueño.
-Sólo alguien de por aquí sería capaz de hacer una contratación, y es Choi MinHo. Siempre necesita ayuda, pero es demasiado testarudo para contratar a alguien. Podrías irle bien, sin embargo.
MinHo. Qué nombre tan interesante. TaeMin dio las gracias al hombre mayor con un apretón de manos. Tenía un trabajo de conseguir.
Mirando hacia el cielo, MinHo se quitó su sombrero y se secó la frente con el trapo siempre presente de su bolsillo. Miró hacia el perro samoyedo blanco a sus pies.
-Hoy va a ser otro día abrasador, compañero.
El perro saltó a la parte posterior de la UTE mientras MinHo subía. Tomó un par de intentos lograr que la camioneta de cuatro puertas arrancara.
Se dirigió hacia el extremo del paddock con la esperanza de que podría empezar a cosechar en el próximo par de días. Sin ayuda estaría trabajando de sol a sol, como era hasta ahora.
MinHo maldijo al pensar en una cosecha más solo.
Había estado por su propia cuenta por seis años. Pensar en su padre lo tenía maldiciendo de nuevo.
-Maldita sea.- "Para de sentir lastima de ti mismo" se dijo. Mientras conducía por la carretera de grava, miró de lado a lado. Por lo que veían sus ojos, los altos girasoles levantaban la cabeza hacia el sol castigador. Tengo una maldita buena cosecha este año. No es mi culpa que no pueda encontrar a alguien con quien quiera trabajar.
Había oído de todo el mundo a su alrededor que se había convertido en un hijo de puta egoísta, y estaba empezando a creerlo. ¿Cómo lo había dejado llegar a este punto? Se sentía solo.
¿Y qué? Un montón de gente en el mundo se sentía sola. No significaba que tenía que hacerle ver su estado de ánimo a todo el mundo a su alrededor.
Mientras manejaba, el aire sofocante en el interior del vehículo lo llevó a sacarse su camisa, dejándose sólo una camiseta azul marino.
Se limpió la cara y el pecho con la camisa en la mano antes de tirarla sobre su espalda. MinHo se estiró sobre su hombro para frotar la cabeza de Sangchoo.
-Tú eres como yo, ¿verdad, Sangchoo?- el perro fiel le lamió la oreja, en respuesta.
Dando vuelta en una esquina, vio a un hombre parado en medio de la carretera.
-¿Qué es…?
MinHo frenó y se detuvo a varios metros del extranjero. La mochila grande a los pies del hombre le dijo que el tipo era un turista.
-¿Buscas trabajo?, me gustaría contratarte- dijo en voz baja mientras apagaba el motor. El desconocido miró hacia él y le sonrió. El aliento de MinHo se le enganchó en el pecho.
-Maldito infierno.
Nunca había visto un espécimen más hermoso que el que estaba delante de su maltratada UTE. El tipo era joven, con el pelo negro lo suficientemente largo para curvarse en rizos brillantes alrededor de su rostro. Tenía la cara de un dios.
Largas pestañas negras con penetrantes ojos avellana. Cuando la mirada de MinHo vagó por el cuerpo del hombre, tuvo que poner una mano sobre su propio miembro lleno.
Él siempre había preferido un cuerpo delgado y musculoso, como el suyo. Fue sacado de su bruma lujuriosa cuando el tipo saludó y habló.
-Hola. Lo siento, estaba de pie en medio de la carretera. Me figuro que no pasa una gran cantidad de tráfico por aquí.- El desconocido caminó hacia la puerta del conductor. Pasó la mano por la ventana abierta hacia MinHo.
-Mi nombre es Lee TaeMin. Alguien me dijo que podría encontrar un poco de trabajo en la granja del camino.
De cerca, el hombre era aún más impresionante. MinHo inhaló y alcanzó la mano del extranjero.
-Buen día. Choi MinHo. Si has venido a buscar trabajo, yo podría hablarte de uno.- MinHo estaba contento de estar sentado. El bulto en su pantalón era inconfundible. Hizo un gesto hacia el campo de girasoles.
-¿Alguna vez has cosechado antes?- vacilante, soltó la mano de TaeMin.
TaeMin puso sus brazos en el marco de la ventana abierta y miró por encima del hombro hacia la cosecha.
-No girasoles. He pasado mucho tiempo en la granja de mi abuelo en el oeste de Jeju, sin embargo. He ayudado con otros cultivos.
La última vez que el abuelo plantó girasoles, estaba en la universidad y no podía ir durante el verano. Se plantaron más para el acondicionamiento del suelo, sin embargo.
TaeMin sonrió y MinHo se dio cuenta de los hoyuelos gemelos en sus mejillas. El cielo lo ayude, pero este hombre era un sueño húmedo.
MinHo no estaba seguro de si debía asustar al niño fuera por su propio bien o tomarlo y mantenerlo para siempre.
-¿Cuánto tiempo planeas quedarte en Jeonju? - Allí, los hoyuelos brillaron de nuevo.
-Le prometí a mi padre que estaría en casa en cuatro meses. Él dice que es tiempo de que crezca y consiga un trabajo respetable.- TaeMin se encogió de hombros.
MinHo no pudo dejar de notar los músculos claramente definidos bajo su camiseta apretada.- Papá tiene su corazón puesto en que me le una su firma de arquitectos.
Estrechando su mirada, MinHo miró a TaeMin a los ojos.
-¿Eres un arquitecto? Realmente no se tiene un uso para ellos aquí.- Muy mal.
Riendo, TaeMin sacudió la cabeza.
-Realmente yo mismo no encuentro mucho uso para ellos, que es por lo que no estoy de vuelta en Seúl en estos momentos.- TaeMin miró atrás por encima del hombro hacia el campo de girasoles.- Los momentos más felices de mi vida los pasé en la finca de mi abuelo. El hecho de saber al final del día que realmente había logrado algo.- TaeMin extendió las manos delante de MinHo.- Sólo el trabajar con mis manos sabiendo que no haré daño a nadie en el proceso. Ése es el tipo de vida que me gustaría vivir.
Mirando las manos blancas de largos dedos delante de él, MinHo casi gimió. La piel suave pronto se llenaría de ampollas si lo contrataba.
Pero MinHo sabía exactamente lo que el chico estaba diciendo. Se había diplomado como ingeniero antes de dejar su trabajo en Seúl para asumir la propiedad de la familia después de la muerte de su padre.
-¿Sabes cómo manejar una cosechadora?- miró de las manos de TaeMin a su cara. Le complació ver otra sonrisa.
-Sí, señor.
-No pagaré mucho. Alojamiento y comida. Sobrará un poco para ir a la ciudad la noche del sábado. Menos los domingos.
TaeMin empezó a saltar.
-Suena bien, señor.
-Mi nombre es MinHo, pero puedes llamarme jefe o MinHo.- Se acercó y abrió la puerta del pasajero.- Trae tu mochila y te daremos un birl.
TaeMin le miró graciosamente y pasó a través para conseguir su mochila. Una vez que la mochila fue arrojada en la parte posterior de la UTE, subió en el asiento de pasajeros. TaeMin mordisqueó sus labios y miró a MinHo.
-¿Qué es un birl?
MinHo rió por primera vez en lo que parecían siglos. Se estiró y agitó los suaves y ligeros casi imperceptibles rizos negros de TaeMin.
-Esto significa que lo vamos a intentar, chico.
Sonriendo, TaeMin asintió.
-No soy un niño, sin embargo. Cumpliré veinticuatro en mi próximo cumpleaños.- miró a través de sus pestañas a MinHo.- ¿Y tú?
-treinta y uno. Así que tú eres todavía un niño para mí.- suavizó el comentario con una sonrisa. Mientras conducía hacia su casa, MinHo se preguntó si había cometido un error.
Era como Adán y Eva, invitando a la serpiente a casa para la cena.