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Distrito rojo. por -oOYUKI-NII-Oo

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∞ Titulo: "Distrito rojo"

∞ Autor:YUKI-NII.

∞ Género: Friendship

RantingNC17

∞ Pareja: SasuNaru

∞ N/ANaruto no me pertenece. Todo es de su gran autor, Kishimoto-Sensei

∞ Resumen: Sasuke va ahí, entre esas casas escondidas y personas recluidas. Sasuke va ahí, para encontrarse con un rayo de sol, para que le besen las heridas y le cuiden el corazón. Sasuke va ahí, porque es Naruto quien le espera, tras biombos casi trasparentes y kimonos resbalándole por la piel.

 

 

Perdido hasta que te encuentren 
Nadar hasta que te ahogues 

Ve sabiendo que todos caen 
Ama hasta odiar 
Salta hasta caer 
Ve sabiendo que todos caen 

All fall down- OneRepublic

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Estación. 8

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Es más que el canto de las cigarras, es el sonido de las olas del mar y el olor fuerte de las hierbas hirviendo para ser el té vespertino lo que le despierta de su siesta mucho antes de que las voces del jardín central coloreen el horizonte y el día acabe de manera oficial. Lee sacude su cabeza y palmea sus mejillas para espantar a los rastros de sueño sobre sus ojos y para activar las moléculas de su cuerpo que se niegan a abandonar la calidez del lecho. Ha caído dormido durante su descanso de media tarde, en donde se recluyo en su habitación a petición de Neji, que mando a la mayoría de los trabajadores a disfrutar de sus horas libres para volver durante la noche y recoger todo el desastre que la fiesta de cumpleaños de Kenshi dejaría en la mansión. Dejando solo al personal de cocina y comedor para atender a los invitados.

El alto hombre de cabellos negros tiene una rutina muy marcada, la cual hace tres veces al día. Él es amante de la disciplina y tiende a coquetear con los ejercicios que presagien desgaste físico y mucho sudor. Porque tiene  demasiada energía y esa es la mejor forma en la que Neji, un día encontró para canalizarla sin tener que estar oyendo sus gritos sobre el explotar las flores de la juventud y sus retos sin sentido que incluían correr de muelle a muelle por las playas de Nagasaki.

Lee, se estira y da pequeños saltos sobre su lugar, para calentar los músculos y prepararlos para la sesión de esa tarde; se deja caer sobre el suelo de madera de forma suave y hasta un poco estética. Sus palmas se plantan, dando el equilibrio que las puntas de sus pies por sí solo no crea. Y las flexiones empiezan, vertebras estiradas, piernas firmes, hombros encuadrados. El largo cabello cae como una cascada por los lados del rostro, nunca ha encontrado la manera mas factible para mantenerlo recogido y que no le obstruya la visión. Así que lo deja ser, hebras libres y húmedas que se le pegan a la piel traspirada.

Hace muchos años atrás, cuando era solo un niño y su padre aún continuaba con vida solía llevar un peinado recto, en forma de hongo que Gai cortaba especialmente, solo para él, Lee nunca sabrá que ese era el único corte que su padre sabia hacer pero que le parecía tan genial que la chispa de llegar a ser un día tan grande y fuerte como ese hombre que cultivaba las tierras al pie de la montaña en una jornada de 12 horas, se veía más cercano cuando el parecido entre ambos era algo innegable.

Lee aún puede reír de recordar lo fácil que su padre se mareaba cuando abordaban el barco pesquero para regresar a esa pequeña península hacia el sur que separaba su hogar de Nagasaki. Fue por eso que Gai jamás pudo laborar en las alturas del océano. Pero eso nunca desanimo al más pequeño, que veía en ese hombre a su héroe personal, así que tomó todas las debilidades de su padre y las hizo su fortaleza, se convirtió en las habilidades que Gai por cuestiones mas allá de su cuerpo no podía realizar.

Entonces, cuando llego a sus 15 y fue lo suficientemente grande para que su padre le permitiera probar suerte, se enlisto como ayudante de barco, para limpiar la cubierta y llevar las cargas pesadas de pescados y demás mariscos hasta tierra firme. Fue así como conoció a Kisame, apodado como “el tiburón de alta mar”, quien le dio su primer trabajo y le mostro las zonas adecuadas donde los bancos de peces solían concentrarse, le enseño a leer el cielo, a saber cuándo una tormenta se acercaba o cuando el Sol seria especialmente un ente abrasador.

Kisame le entreno con todo el potencial que reguardaba en su interior y que Gai no podía explotar. Cuando Lee cumplió los 18 era conocido como la “bestia verde” debido a que era un cazador innato de mariscos, un rastreador brillante que solía encontrar sus mayores presas en ese linaje donde el mar suele verse de un color turquesa desde la distancia.

Y estuvo a punto de convertirse en una leyenda, tan cerca que su desaparición del océano fue una historia de conmoción, llena de mitos, supuestos y chismes. Lee abandono el barco de Kisame durante la temporada de camarón. Cuando por un accidente una hoz cerceno la pierna de su padre dejándolo incapacitado para continuar en los cultivos de té y encargarse de sí mismo.

Y Lee lo cuido, con toda la paciencia, con la esperanza y amor que en su interior se gestaba por su padre. La herida se infecto, jamás cerro. La gangrena hizo acto de presencia.

Lee tiene un sabor amargo en la boca, cuando sus ojos se cierran y su mente viaja hasta los últimos días. Gai mantuvo siempre su sonrisa. Murió sobre su cama de paja y sabanas viejas cuando la tarde de 1898 era transformada por la luna y las estrellas.

Su padre estiro su mano hacia él, tomándole de la mejilla para acercarle, su voz era un eco débil.

r13;Prométeme que vivirás con la flor de tu juventud al máximo Lee r13;. Murmuro Gai, reprimiendo un ataque de tos y concentrando todas sus fuerzas para que sus palabras llegaran a un compungido Lee.

Con un nudo en la garganta y las lagrimas resbalándole del mentón. Él lo prometió, tan firme como pudo y sellándola con un beso sobre la frente de su padre. Cuando se retiro para mirarle el rostro, el corazón de Gai había perdido la batalla final.

El cabello de Lee entonces creció, junto  a su convicción de encontrar el lugar en donde fuera necesitado, un lugar en ese mundo donde su padre le había dejado solo.

Y conoció a Neji en la pescadería, con su gesto de concentración contra un salmón que aún saltaba en el tanque y al que parecía tenerle cierta aversión. Lee sonrió y se acercó. El castaño le evaluó con una rápida mirada y pregunto si es que él sabía cuales pescados tenían propiedades para fortalecer cuerpos débiles. Lee le guio a través de los puestos mientras le explicaba entusiasmado todo su conocimiento adquirido.

Dos semanas después fue contratado en la misión Uchiha como encargado de los alimentos y de la dieta de Hinata. Dos años después de su llegada a la enorme residencia seria testigo en primera fila  del nacimiento de Kenshi. Junto al amor prohibido que parecía flamear entre Neji y Hinata.

Lee, siempre a  guardado silencio para muchas de esa cosas, más por respeto que por deseo, no es fácil ver a su amigo castaño con una sonrisa de resignación cada vez que se encuentran a la familia Uchiha paseando por el jardín, como una imagen perfecta donde nadie más tienen cavidad, en ocasiones como esa, solo pone su mano sobre el hombro del castaño y le lleva a otra parte con una excusa mal planificada y que se escucha ridícula, Neji finge que es verdad y se deja guiar fuera del alcance de un futuro que nunca tendrá.

La habitación se siente caliente, el aliento es un vaho que se solidifica frente a su rostro. La voz del de cabellos negros musita 150, el piso está lleno de manchas de sudor, Lee exhala ruidosamente y se deja caer, brazos temblorosos y rodillas flexionadas. Su mejilla acalorada colisiona con el frio del tatami y siente un ramalazo de bienestar. Sopla algunos cabellos que le caen sobre los ojos y sonríe, auto felicitándose por cumplir con su regla de retos. Hoy ha hecho 50 más de lo normal.

Cierra los ojos, sintiendo su corazón, bombear a un ritmo acelerado, el palpitar le resuena en los tímpanos. Los recuerdos de su infancia casi siempre le dejan una sensación de vacío difícil de inhibir, pero muy dentro de él, hay una pequeña flama, con la voz y sonrisa de su padre. Está vivo, está ahí, buscando su propia felicidad. Gai estaría orgulloso de verle.

El sonido de pasos acercándose le hace girar el rostro, poniendo ahora el mentón sobre el suelo. Es extraño que alguien esté cerca de esa ala de la mansión, piensa que puede tratarse de Neji que viene a pedirle algún favor, su amigo ha estado nerviosos durante toda esa semana, aunque trató inútilmente de ocultarlo, esa fecha es especial para el castaño. Lee está seguro que no existe a parte de Hinata una persona que sea más importante para el Hyuga que Kenshi. La puerta de su habitación se recorre. Hay una pequeña figura dibujándose en el marco de la puerta, parece irritado con una taza de té frio y los labios compungidnos. Lee siente el pánico congelarle en el tiempo cuando observa como las piernas de esa persona se flexionan para inclinarse y tenerle más cerca.

r13;Se que no puedes entenderme mucho, pero necesito que me lleves con Naruto.

Lee pestañea, incorporándose despacio para terminar sentado, con la cabeza hacia un lado y con las líneas de sudor empapándole la camiseta que usa para su trabajo. Gaara, que tiene la mirada hacia abajo, se muerde el labio inferior casi con desesperación. Lee lo adjudica ante la poca ayuda que él puede brindarle al extranjero. De todo lo que ha dicho lo único que ha entendido ha sido el nombre del intérprete.

r13; ¿Quieres ir con Naruto?

El de cabellos negros señala hacia afuera, mientras dice el nombre del de ojos azules. Gaara capta el mensaje, o al menos eso cree, porque asiente despacio. Lee entonces se pone de pie, llevando una mano hasta sus hebras enredadas para hacerlas hacia atrás.

Gaara siente que puede ahogarse con el solo hecho de tragar la saliva que se le ha ido acumulando en la boca. Así que carraspea lo mas dignamente que puede, brazos cruzados sobre su pecho y mirada verde desviada hacia el techo. Ese hombre le pone ansioso.

r13;Naruto ya debe de haber regresado con Itachi-Sama r13;Murmura Lee para sí mismo. Gaara solo le sigue cuando salen por el corredor.

La fiesta de cumpleaños de Kenshi está en su máximo esplendor. Con invitados de los clanes más importantes del pueblo y con niños que también serán los futuros herederos de sus casas. Pasan por las cocinas y el estudio antes de que Lee sienta una mano sobre su antebrazo que le detiene.

r13;Tu cabello, me molesta.

Lee de verdad quiere preguntarle qué es lo que significa lo que dijo pero unas manos enredándose en sus hebras le hacen permanecer en silencio y con los nervios aflorándole en la piel, los vientos del oeste le hacen sentir escalofríos por la humedad de sus ropas y el sudor secándosele. Gaara que está concentrado en peinar los cabellos, ignora la mirada de brillos apaciguados y temblores adyacentes en el alto hombre. Sus dedos se deslizan con suavidad, como una caricia sublime y todo comienza a tomar forma. Las rebeldes hebras se entrelazan una  a una.

Gaara le esta trenzado el cabello a un casi desfalleciente Lee, quita una horganza de listón que le bordea el saco color crema para atar la terminación del peinado improvisado. Suelta el cabello y mira su obra unos segundos antes de caminar y hacerle una indicación a un sonrojado Lee para que sigan, el japonés ha olvidado que se suponía que tenía que hacer.

 

La mira desde lejos, con los labios pintados de carmín y el Kimono acariciando el pasto, está sentada en un mullido cojín y ríe, cuando Kenshi se acerca a ella para dejarle un húmedo beso en la mejilla, dejando el tatuaje de sus labios debido al Natto. Hinata no parece molestarse en ningún momento por aquello, Sasuke se inclina con un pañuelo pero el niño lo detiene,  estirando sus brazos para que le tome.

Se cuela tras su madre y da un saltito para facilitarle la tarea al mayor. Kenshi apoya sus manitas en los hombros de su padre, para dejar caer su frente sobre la de él y rozar su diminuta nariz con la de Sasuke, quien se levanta para caminar por el jardín. Ningún invitado interfiere en su camino, su voz es un murmullo arrullador que ha comenzado a adormilar a su hijo mientras pasean por debajo de los abedules y atraviesan el puente. Kenshi se ha acomodado contra su pecho y de vez en cuando dice una frase que se oye arrastrada.

Sasuke se detiene al llegar al punto más alto del puente rojo, donde se puede ver más de la mitad de los terrenos que conforman la mansión al igual que dos de las cuatro entradas principales que esta tiene. Es por eso que puede alcanzar a ver la cabellera rubia dirigiéndose hacia la salida.

Naruto camina extraño, agarrándose el costado, su rostro tienen una sombra circunfecta debido al cabello que le cae más largo sobre la frente. El Uchiha mira hacia abajo a su hijo cuando este se mueve, con sus manitas echas puños restregándose los ojos y bosteza resistiéndose a caer rendido. Lo estrecha entre sus brazos y deja caer el peso de sus sentimientos sobre Kenshi, mientras que el nombre del rubio se le escapa como un mantra mal elaborado.

Neji, que continua recargado a las afuera del pórtico de madera se obliga a quitar la vista de Hinata y sus hinchados parpados que trato de cubrir con maquillaje blanco,  las palabras de Naruto se ha instalado en su mente, sus golpes, su olor, su presencia, todo lo que le conforma, todo lo que es, ha dejado el fantasma de su presencia. Porque no sabe que es lo que hará, no sabe si puede confiar en él, si mantendrá sus silencio tal como lo prometió, si de verdad quiere ayudarle en una situación que no tiene en realidad otra solución que no sea el continuar viviendo de esa manera, siendo el enamorado eterno de la mujer que alguna vez fue su pequeña prima.

El castaño, duda entonces ante la tristeza que se trata de ocultar en las formas educadas con las que Hinata se maneja, con su actuación de buena madre y feliz esposa que sabe inexistentes en el corazón de la chica. Si tan solo ella hubieses tomado esa oportunidad años atrás para escapar juntos, si tan solo él no fuera tan egoísta, si tan solo no le amara.

La mirada de Hinata, dulce y adorada, vuelve apagarse cuando Kenshi se ha ido de su lado llevado por Sasuke. El castaño entonces sigue los pasos que el líder del clan ha dejado, caminando hacia el puente, buscando a su protegido por inercia, el Uchiha parece estarle cantando una nana de cuna para dormirle, cuando calla de forma abrupta y se queda estático en dirección de la salida sur.

Hay un escalofrió recorriendo la espina dorsal de Neji cuando lo nota. Como los labios de Sasuke se abren susurrando el nombre del rubio que da pasos lentos, con la cabeza gacha y sangre seca manchándole el yukata.

El castaño respira hondo, sintiendo como las palabras de Naruto toman vida propia, dibujándose sobre sus memorias y gruñéndole al oído aquello en lo que en su momento, descomunalmente rábico contra el otro, dejo escapar.

“r13;Entiendo cómo se siente ver a alguien desde lejos, con su vida ya hecha. Pero también sé que puedes cambiarlo todo, si eso es lo que ambos quieren, deberían poder ser felices, ¿Qué no es acaso eso una regla de vida tebayo? Poder ser feliz…”

Neji parpadea sintiendo de pronto que lo que pasó dentro del pórtico tiene sentido, no solo de la buena voluntad que no quiso creer por parte del rubio, sino por todas sus palabras. Naruto estaba hablando por experiencia. Por eso parecía tan dolido, tan desesperado, tan desamparado.

Sasuke da un paso vacilante hacia el rubio, Neji por primera vez en su vida, quiere gritarle al Uchiha que se mueva de una maldita vez, que esta es su única oportunidad, pero no lo hace. El castaño reprime todo lo que bulle en su interior como siempre ha sido, y siempre será, sin embargo…

Sasuke acomoda a su hijo, dando un paso hacia el frente, Naruto se va a ir, Naruto se está yendo, le está dejando, con los papeles invertidos y sin haber podido hablar ninguna vez. Pero ¿de qué iban hablar? ¿Qué iba él decirle al rubio que fuera lo suficientemente bueno para ser tomado como un consuelo? ¿Qué podía darle a Naruto, a cambio de todo ese tiempo, de todo ese amor desperdiciado, de ese futuro inexistente? ¿Qué?

El Uchiha sacude su cabeza, porque es ahora o nunca.

Da un par de pasos, cuando la voz de Neji se escucha fuerte, Sasuke gira el rostro mirándole correr hacia la salida, con el ceño fruncido y la respiración agitada. Alza su brazo y jala la parte trasera del yukata de Naruto. El rubio respinga sorprendido, sintiendo como su muñeca es envuelta por el castaño y como este comienza arrastrarle hacia el interior de nuevo.

Naruto se resiste, protesta y se jala hacia atrás, y entonces Neji se gira, deteniendo su caminar y le dice algo. Y todo es confuso cuando el de ojos azules se comprime sobre sí mismo y las lágrimas le resbalan de la mejilla. Sus manos bronceadas aprietan la tela a la altura del pecho del castaño, Neji pone una mano sobre la rubia cabeza.

Y Sasuke deja de pensar, se da la media vuelta y se va. No quiere ver más.

 

 


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