Un nuevo día comenzaba en la ciudad londinense. La noticia del gran festejo se había corrido muy rápido por todo el reino y los habitantes estaban muy emocionados. A pesar de que no podían asistir a tal evento, cualquier tipo de celebración suponía la continuación de una época pacífica y en continua prosperidad. En el Palacio de Buckingham se ultimaban los preparativos para la fiesta. Los mayordomos y sirvientas iban deprisa de un lado a otro, colocando adornos, reparando las luces y engalanando las salas con preciosos jarrones de flores. Tal y como había sido decidido por la reina Victoria, la temática de la fiesta iba a ser las máscaras, a imagen y semejanza de los carnavales venecianos que tanto le gustaban a su majestad. Las modistas estaban confeccionando el traje de la reina, con un tejido de seda de gran calidad y esa misma mañana tenían la última prueba de vestuario antes de la festividad. Sin embargo la reina Victoria no se encontraba en palacio en esos momentos.
Unos kilómetros más arriba de Londres, en la región de Escocia, un carruaje bien custodiado se aproximaba a la ciudad de Glasgow. Ya en la ciudad, la reina Victoria bajo justo en la Plaza de George donde estaba situado el conocido Palacio de las Cámaras de Glasgow, residencia del conde de Glasgow. Las sirvientas de aquel lugar la acogieron con mucha cordialidad y respecto. Cuando la reina ya estaba en el interior del palacio, el mayordomo Marco atendió a su majestad.
-Mi excelentísima majestad, es un honor recibir de nuevo su visita en nuestro palacio-dijo Marco con cierto tono de adulación y cordialidad forzada. Siento comunicarle que si desea hablar con el conde en estos momentos no se encuentra a palacio, y tardará unos días en regresar.
-No se preocupe, he venido a visitar al marqués. Quería hablar de un asunto importante en persona- contesta la reina Victoria hacia el mayordomo. Por favor, ¿puede llevarme hasta su presencia?
-Como usted mande- responde servicial el señor de rubios cabellos. Pero debe saber que no ha salido de su habitación desde aquel terrible accidente. Solo permite la visita de su padre, el conde.
Sin embargo, ambos se encaminaron hacia el piso superior donde se encontraban los aposentos del marqués. La reina tenía la esperanza de que la recibiera y pudieran hablar sobre el tema que la ha hecho recoger esa gran distancia. Tras llegar a la puerta de la habitación, el mayordomo se retiro para dejar intimidad a la reina.
-Ace, soy yo, Vivi, por favor podrías abrirme la puerta, necesito hablar de un tema contigo- dice la reina con un tono muy dulce después de tocar la puerta.
No obstante no recibe respuesta. Sabía que tenía que tratar de hablar con él sin sobresaltarse, pero le estaba poniendo de los nervios al ver que no respondía. La reina, que era conocida por un mal temperamento, se hartó y decidió entrar. Una vez dentro observo hacia ambos lados, pero no encontró a nadie. Esta extrañada, ya que el mayordomo le había dicho que el marqués no salía de la habitación. De repente, se escucha la puerta abrirse de lo que parecía ser el aseo personal. Un joven bien tonificado salía completamente desnudo tras darse una ducha. Pero pronto se sorprendió.
-¡Vivi!, ¿que haces aquí?- gritó muy avergonzado el marqués al ver a la reina en su estancia, y saber que le había visto en esa situación. Pronto corrió a por una toalla para cubrirse al menos, sus partes íntimas.
-Ace, he venido ha visitarte- contesta la reina casi sin poder articular ninguna palabra de la sorpresa que se había llevado.
-Siento mucho haberla recibido así, su majestad- contesta el marqués cambiando el tono a uno más cordial.
-No te preocupes, no necesito tantas formalidades con un amigo de mi infancia- responde la reina quien había disfrutado demasiado con la escena.
-¿De qué venías ha conversar?- pregunta el marqués cuando había vuelto del baño con al menos un pantalón puesto, aunque dejando su torso mojado y bien formado.
-Nada importante- contesta la reina aturdida por tal figura. Bueno en verdad, quería invitarte a una celebración que vamos a celebrar en palacio para festejar tu aniversario. Me harías muy feliz si asistieras.
-Vivi, creo que no es un buen momento para celebrar nada. Aun no tengo ni ganas de salir de mi habitación como para ir a una fiesta- dice el marqués Ace algo dolido por recordar a su antiguo amor.
-Eso ya lo se. Pero ¿no crees que ya has llorado su pérdida el tiempo suficiente?- responde la reina un tanto brusca a su amigo. Mi deber como amiga es intentar animarte y hacer que se olviden tus penas.
-Ya pero aún así...-continua Ace sin estar muy dispuesto a aceptar la idea.
-Por favor Ace, confía en mí. Necesitas salir y despejarte de ese dolor. La vida continua y a ti te queda mucho que vivir. No me hagas ser reina y obligarte a venir- dice Vivi intentando convencer por todos los medios a su amigo.
-No creo que este a gusto. No me gusta poner una falsa cara- sigue sin convencerse Ace.
-Lo que digan los demás da igual. Es tu celebración y lo vas a disfrutar. Y si en algún momento te sientes mal puedes abandonar la fiesta. Por favor, te lo pido por última vez, ¿podrías venir?
-Esta bien. Pero me prometes que no vas a montar un gran acto colosal ni nada por el estilo. Algo sencillo y con pocos invitados- termina convencido Ace.
-Algo así como un baile de máscaras, en el gran salón de nuestro palacio, con unos quinientos invitados- dice Vivi muy contenta por la respuesta de su amigo.
-¡Vivi, eso es mucha gente!- responde sorprendido el marqués. Ahora si que me niego a ir.
Lo siento, una vez aceptada la invitación no te puedes negar- responde con un tono de maldad la reina.
-Entiendo perfectamente que seas la reina. Todos tus súbditos hacen lo que quieren- contesta Ace sacando una pequeña sonrisa. Iré pero espero que no prepares nada extraño.
Ambos amigos continuaron hablando, y poco a poco el marqués iba teniendo un mejor humor. La conversación duró un gran rato, hasta que ambos tuvieron que volver a sus respectivas obligaciones. Parecía extraño que esas dos personas ostentaran cargos tan importantes.
Finalmente, llegó el día del gran baile y todo estaba preparado.