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Recuérdame (Concluído) por Dashi Schwarzung

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Notas del capitulo:

 

Ok, debo decir que ahora sí me he encontrado muy bien y la bota de la inspiración de mi musa me ha estado dando unas pataditas XD prueba de ello es éste capítulo, personalmente me gustó mucho escribirlo, no sé... siento que es casi la culminación del fanfic, así que no se desesperen, que ya no tengo muchas ideas para éste fic, así que seguramente terminará en un par de capítulos más.

Y sin más que decir, los dejo leer :D

 

 

 

Aomine caminaba rumbo a casa, debía empezar una nueva vida, no le resultaría tan fácil hacerlo, pues había estado junto a Kagami casi 8 años, claro que debía resultarle muy difícil olvidar 8 años de su vida. Suspiró resignado al pensar en ello. Caminaba lentamente, cuando a lo lejos vio una silueta que reconocería incluso en el fin del mundo. Miró cómo Kagami hablaba con una chica trigueña, no pudo evitar fruncir la boca y sentir celos.

-¡Demonios!- Se dijo a sí mismo  mirando cómo la chica no dejaba de sonreírle al pelirrojo mientras él traba de desaparecer esos tontos sentimientos. Si iba a llevar a cabo su plan, debía de empezar por tratar de desaparecer esos celos. Y se quedó allí parado, mirando desde lejos aquella escena de Kagami y la chica desconocida, sus pies no pudieron moverse, no entendieron la orden del cerebro de Aomine de irse de allí.

 

 

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Kagami se encontraba frente a la chica trigueña, con un rostro sorprendido, intentando recordar a aquella chica, pero no lo logró.

 

-¡Dígame! ¿Cómo está su esposo? – Ella ignoró totalmente la vaga pregunta del pelirrojo, mostrándose feliz de verlo.

-¿Mi esposo? – Dijo con una voz audible para la chica

-Sí… su esposo… veamos… - ponía un dedo en su mentón intentando recordar el nombre- ¡Ah sí! ¡Aomine Daiki! Espero que él esté muy bien. – la chica no podía ocultar su alegría.

-Aomine… Daiki… ¿Es mi esposo? – Sus manos temblaban ante aquellas palabras de la chica, quien sólo lo miró confundida, le pareció de repente que el pelirrojo estaba jugando con ella. La chica trigueña sacudió la cabeza para aclarar su mente.

-He estado intentando llamarlo a su casa por algunas semanas- ella dijo mirando al más alto – Pero temo que se han cambiado de casa, pues nadie contesta.- La trigueña no pudo evitar enarcar una ceja ante la mirada de sorpresa de Kagami, así que decidió seguir hablando. –¿¡Adivine qué!? ¡He conseguido lo que tanto me pidió! ¡Ya tengo sus boletos para ir a Francia! – Ella decía con suma alegría, pues sabía que su cliente pelirrojo estaría feliz de escuchar eso.

-¿Yo tengo planeado ir a Francia? – Kagami no podía evitar preguntar ante cada comentario de la chica, quería averiguar un poco más sobre sus propios planes, aquellos planes que no recordaba.

-Sí… - Ella lo miró con un poco de extrañeza- ¿Lo recuerda? Usted trató de mover mar y tierra por éstos boletos… yo le quise ayudar al ver sus intenciones. Dijo que quería pasar unas vacaciones al lado de su esposo. Recuerdo, incluso, que usted dijo que sería un buen regalo, puesto que usted y su esposo trabajaban bastante.- Por fin dejó saber los planes que tenía el pelirrojo antes del accidente. Kagami no pudo decir nada, su cerebro estaba procesando toda la información que, como balde de agua fría, la chica dejó caer sobre él. Su vista recayó en su mano izquierda, el anillo que no había querido quitarse… “Acaso éste anillo es…” Sus pensamientos de vieron interrumpidos.

-Dígame ¿Quiere que le reserve algún hotel en Francia? Algún restaurante, incluso podría ayudarle reservando algún servicio de transporte.- La chica no podía ocultar su felicidad al saber que ella era la causa de que sus dos clientes tuvieran un buen viaje- Usted sólo dígame en qué otra cosa puedo ayudarle para que su viaje sea inolvidable.- Sonrió abiertamente al pelirrojo.

Kagami tenía la vista perdida en algún punto de la calle, pasaron algunos segundos, que más bien, se sintieron como minutos, antes de que pudiera formular alguna palabra.

-Lo… pensaré.-  Dijo un desconcertado Kagami, mientras caminaba algunos pasos hacia su destino, cuando la voz femenina nuevamente lo llamó.

-¡Aomine-san! – Kagami volteó a mirarla – Por favor, no espere mucho tiempo, si sigue esperando más tiempo, la fecha llegará, y todos sus planes se arruinarán- el pelirrojo la miró interrogante – Después de todo… Seguro que será el mejor regalo de aniversario de bodas para su esposo.-

Kagami no pudo mover un solo dedo… vagamente miró como la chica se despedía de él, y entraba a su lugar de trabajo, “Así que eso era”, pensó, recordando todo lo que habían pasado en estas semanas, el por qué había cosas que sus amigos no mencionaban en su presencia, o el por qué Aomine se portaba tan extraño, incluso el porqué de aquella foto que había tomado de la casa de Aomine.  Sus pasos se hicieron torpes, debía ir a su departamento y tratar de ordenas aquellas ideas y toda la información que había obtenido de aquella chica. En ese momento ni siquiera recordó el asunto de Akashi.

 

 

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Aomine había seguido su camino, trató de no pensar en Kagami, pero no tuvo mucho éxito. Faltaba sólo una cuadra para que llegara a su casa, y notó a alguien conocido frente a su hogar, aquel chico estaba sentado en la acera, parecía estar esperando algo… o a alguien. Se acercó lo suficiente como para encarar a aquél chico.

 

-¿Qué rayos haces aquí? Seguro que ya debes saber que Taiga está rentando un departamento, así que ya puedes largarte, maldito emo. – Aomine se situaba frente al chico pelinegro.

-Eso lo sé, en realidad no lo estoy buscando a él- Himuro se levantaba –Y aunque quisiera hablar con Taiga… él no me recuerda, así que no es que tenga muchas opciones-

Aomine jamás se había llevado bien con Himuro, el pelinegro, hasta hace un par de años, no aceptaba la relación del pelirrojo con el moreno  Y aunque Himuro no era hermano de sangre del pelirrojo, éste último siempre le había hecho caso. El pelinegro  alguna vez causó muchos problemas en aquella relación, tratando de alejar a Aomine de Kagami, sin éxito, finalmente.

-¿Entonces qué carajos quieres?- Aomine pronunciaba en un tono no muy cortés.

-Entiendo por lo que estás pasando… Taiga tampoco me recuerda, y en tu caso, debe ser una situación difícil.-

-No quiero tu compasión, si eso es lo que viniste a darme-

-Sólo vine a disculparme por todo lo que pasó cuando Taiga y tú eran novios-

Aomine enarcó una ceja, ¿Qué demonios le estaba pasando a Himuro? ¿Por qué de repente llegaba y se disculpaba por algo que había pasado hace mucho tiempo?

-A estas alturas ya no importa- el peliazul metía la mano en el bolsillo de su pantalón y sacaba sus llaves.

-No te rindas-  Dijo instintivamente, pues había escuchado aquellas palabras del peliazul, y pudo saber que a Aomine ya no le importaba nada del asunto, no podía dejar de pensar cómo era tan tonto en dejar así las cosas. Miró cómo Aomine detenía  su avance hacia casa  y volvía  a encararlo.

-Hey, chico emo… - hablaba en tono sarcástico –Será mejor que te metas en tus asuntos, o de verdad te golpearé- El moreno recordó que había sido Himuro quien le habló a su ‘suegro’ contándole todo lo que había pasado, por su culpa Kagami estaba decidido irse, pero para él ya no tenía caso siquiera golpear a su ‘cuñado’.

-¿Te rendirás tan fácil? – Himuro pudo adivinar los pensamientos del otro -¿Te rendirás sólo porque las cosas están un poco mal?-

Aomine apretó los dientes y se abalanzó hacia el pelinegro, tomándolo de la ropa y arrinconándolo contra la pared.

-¡Tú no sabes absolutamente nada!  ¡Cállate o yo callaré tu estúpida boca!-

-Claro, si te hace sentir más feliz… golpéame, eso no cambiará el hecho de que eres un cobarde- Himuro pudo sentir la rabia de Aomine, la impotencia, incluso puso notar cómo las manos que lo tomaban agresivamente de su ropa temblaban a cada palabra que decía. En definitiva, había sido una muy mala idea haberlo ido a ver, pues en realidad no se esperaba que el moreno se hubiera rendido a su antigua vida.

Aomine empujó fuertemente al otro, y luego entró decidido a su casa, estaba seguro de que el destino le estaba jugando una muy mala broma, ese destino lo estaba torturando lenta y dolorosamente.

Himuro permaneció unos minutos allí parado, frente a la casa de Aomine, había visto todo su dolor en sus ojos, era simplemente un dolor que por nada se comparaba al de él mismo, quiso hacer algo por el peliazul, sin embargo, no podía.

 

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Kagami decidió pasar el tiempo sentado en el sillón de la estancia, simplemente asimilando todo lo que la chica le había dicho, debía aclarar las cosas, necesitaba que alguien lo mirara y le confirmara todo lo que aquella trigueña había dejado escapar de su boca. Como por arte de magia se topó con aquella foto que había dejado aventada, y entendió el motivo de la foto, entendió las sonrisas de sus amigos en aquella foto y la felicidad en el rostro de Aomine.

Perdió las horas, sentado en ese sillón, hasta que por fin, decidió levantarse de ese asiento y armarse de valor para escuchar la verdad.
Se dirigió hacia la casa de Kuroko, sentía que sus pasos se hacían cada vez más pesados cuando se acercaba a la casa de su amigo peliceleste, no sabía cómo iban a tomar sus amigos aquella situación, sólo sabía que tenía que hablar con ellos, que tenía que dar a entender cómo se sentía.

Cuando Kagami llegó, giró la perilla de la puerta encontrándose a Midorima y Takao, que habían llegado de visita, y claro que también se encontraba Kise. Era el momento perfecto para escuchar de sus propios amigos la verdad.

 

-Hola, Kagami-kun-  Kuroko fue el primero en hablar al ver al pelirrojo, sin embargo, éste último no dijo nada, sólo miró a los tres chicos que se encontraban en la sala.

-Kagamicchi ¿Por qué te fuiste así? Eso pudo ser muy peligroso – Kise sonaba preocupado, pero notaba diferente a Kagami, no sabía si eso podía ser bueno o malo, así que sólo permaneció en silencio. Midorima permanecía tranquilo, también había notado un poco de descontento en el rostro del pelirrojo.

-¿Qué sucede, Kagami?- Takao  preguntó finalmente tras haber observado perfectamente a Kagami.

-¿Por qué? – sus manos comenzaron a  temblar, los cuatro chicos miraron interrogantes al otro. Kuroko mostró un rostro consternado, rara vez mostraba un rostro así, pues aquel tono en el que el otro había hablado, hizo que sintiera una mala corazonada.

-¿Por qué… qué?- Preguntó Kuroko tomando la mano de Kise entre la suya.

-¿Por qué me ocultaron la verdad? ¿¿!!POR QUÉ NO ME DIJERON QUE AOMINE ES MI ESPOSO!!??– Gritó sin poder contener todos sus sentimientos, lo único que quería eran respuestas y las necesitaba ya.

-¿Quién… te dijo eso? – Kise apretó la mano de su novio, miró como Kagami estaba cada vez más exaltado.

-¡No importa quién me lo haya dicho! ¡Se supone que ustedes son mis amigos! !¿¿Por qué me ocultaron algo tan importante como eso!?-

El silencio reinó por unos momentos en el lugar, ninguno de los cuatro amigos de Kagami podía decir nada, ahora que el pelirrojo había descubierto la verdad, lo más sano era confirmarlo.

-Tu no recordabas a Daiki, no tenías ningún recuerdo de haber estado casado con él- Midorima fue el más tranquilo ante la situación – Además, el doctor que te trató, pensó que sería buena idea el tener ocultado algo como eso. Fue por tu bien.- Finalizó Midorima, mirando fijamente al más alto, sabía que su respuesta no iba a ser suficiente para el pelirrojo, pero había que confirmarlo de esa forma y no sabía cómo el otro iba a reaccionar.

-¿¿!!POR QUE DEMONIOS SIGUEN METIÉNDOSE EN MI VIDA DE ESA FORMA!!?? ¿¡Qué sabían ustedes acerca de mis sentimientos!? ¿Cómo podrían saber si yo estaba mal con esos recuerdos?– Trató de mitigar ese coraje dentro de él – ¿¿Cómo pudieron ocultar el hecho de que ese estúpido as de Touou se casó conmigo??-

 

Sin éxito de poder mitigar su rabia, Kagami salió de la casa, sin evitar azotar la puerta a su salida. Las peticiones de sus amigos, intentando que el pelirrojo no se fuera de esa forma fueron en vano. El ambiente se tornó pesado entre ellos cuatro. No habrían podido predecir que todo eso pasaría, hacía mucho tiempo que Kagami no mostraba ese mal temperamento, y para que el pelirrojo lo mostrara de esa forma, era porque de verdad estaba enfurecido.

 

-Todo fue nuestra culpa- Kise llevaba sus manos a su rostro, a punto de llorar.

-No, no lo fue. Sólo necesita calmarse, nosotros hicimos nuestro trabajo como amigos.~nanodayo~-

 

Takao, Kuroko y Kise miraron al peliverde, era cierto lo que había dicho, entendieron que Kagami no estaba pasando por un mal momento. Su vida en ese último mes había dado un giro inesperado, y que no había sido tan fácil todo por lo que había pasado.

 

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-Dai-chan, así que simplemente lo dejarás ir- Decía la pelirrosa amiga de la infancia del moreno, acomodándose en el sillón de la sala.

Aomine había pedido a Momoi que fuera a su casa, tenía muchas cosas que platicar y necesitaba consejos, pero él sentía que era atacado por su amiga, y ahora, más que sentirse aconsejado, se sentía atacado.

-Eso ya te lo expliqué- Rascaba su cabeza  -Me doy por vencido. – dejaba escapar un suspiro de su boca, mientras ponía ambas manos detrás de su cabeza y se recargaba en el sillón.

La chica entristeció al ver a su amigo tan derrotado, era la primera vez que lo veía sufrir se ese modo – ¿Por qué no le dices a Kagamin que estás casado con él? –

Aomine mudó a la pregunta de la chica, lo había pensado tantas veces, pero aún no sabía cuánto daño emocional podría causar en Kagami, por mucho tiempo había descartado esa opción – A éstas alturas… ¿Qué caso tiene? - Contestó con otra pregunta.

 Momoi se levantó se su asiento y caminó un par de pasos hasta llegar a un pequeño mueble junto a la pared, encontró unas fotos  que yacían sobre éste mueble, no pudo evitar tomarlas entre sus manos y mirar cada una de esas fotos que se encontraban ahora sin marco, pues hace un mes el moreno los había roto. Miró las fotos por unos segundos, y su mirada se detuvo en una foto en la cual se dejaba mostrar a Aomine y Kagami en uno de pocos  viajes que habían hecho al extranjero, ambos se veían felices, y la pelirrosa no pudo evitar sonreír.

-Sé que todo estará bien.- Dijo ella dirigiendo su mirada hacia el moreno, con una sonrisa sincera que hizo que Aomine se sintiera reconfortado. El peliazul finalmente asintió a las palabras de su amiga de la infancia, sabía que Momoi no entendía sus razones, así que simplemente dejó que ella hablara.

 

 

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Comenzó a caminar sin rumbo, teniendo a Aomine en la cabeza, preguntándose por tantas cosas que pasaron después de la preparatoria y que él no recordaba. Al cerrar por unos segundos los ojos  se sintió solo en un extraño mundo que no conocía, un mundo en el que se sentía como un completo extraño, era como si todas las personas alrededor lo vieran de una manera rara. Seguía caminando por la acera cuando escuchó el ruido de un auto detenerse, y ésta vez, pudo reconocer aquella voz que lo llamó.

 

-¡Taiga! ¿Me recuerdas? Me dirigía hacia a tu departamento, a conversar contigo – Himuro bajaba de un taxi, y lo saludaba con la mano, teniendo en cuenta que su hermano pelirrojo no lo reconocería.

-Tatsuya… -  Su coraje disminuyó al ver a su hermano, quien abrió los ojos, sorprendido, al notar que el pelirrojo lo reconoció inmediatamente.

-¿Tú me recuerdas? – No pudo evitar mostrar una sincera sonrisa de felicidad, Kagami asintió y Himuro se sintió completamente feliz, pues si lo recordaba a él, posiblemente recordaba a Aomine.

-Necesito tu ayuda…- Kagami dijo en dolor, Himuro borró aquella sonrisa y lo miró expectante.

-Sígueme- Himuro pensó que hablar en medio de la calle no era muy buena idea, así que caminaron unos pasos y llegaron a un pequeño parque, donde había una fuente y los niños jugaban y corrían por todas partes. Ambos se sentaron en una de las bancas, mientras Himuro miraba a su hermano, el cual no dejó pasar más tiempo y comenzó a hablar.

 

-Aomine Daiki… es mi esposo…- Pronunció, esquivando la mirada del pelinegro.

-¿Recuerdas tu matrimonio con él? – El pelinegro posó una mano sobre el hombro del otro, mirando cómo Kagami negaba la pregunta con la cabeza. –Entonces… ¿Cómo lo supiste?-

-Eso no importa…- hizo una pausa, enfocando su vista en aquellos niños que jugaban – Mi padre me habló. Quiere que regrese a E. U.- Confesó el pelirrojo, a lo que Himuro giró el rostro y evitó el contacto con el otro, sabía que había sido culpa suya el que el padre de Kagami lo haya buscado. Empezaba a convertirse en una plática un tanto incómoda para él –Tu siempre has estado en mi vida, Tatsuya… quiero me hables sobre la relación que tenía con Aomine.

 

Himuro lo miró con sorpresa, el que el pelirrojo le haya pedido algo así, debía ser porque quería tratar de recordar aquellas cosas que, por culpa del accidente, había olvidado totalmente.

El pelinegro mostró una sonrisa, cabía mencionar que él sabía todo en la vida de Aomine y Kagami, pues siempre estuvo al pendiente del pelirrojo, y aunque debía admitir que el esposo de Kagami no era muy de su agrado, él estaba al tanto de lo que sucedía en la vida de ambos chicos: comenzó diciéndole cómo Kagami se enamoró del moreno, cómo Aomine fue el primero en declararse, cómo empezaron a salir juntos, las peleas que a veces tenían, cuando decidieron casarse, cuando compraron su casa, incluso le dijo cuánto el moreno lo consentía, comprando y consiguiendo todo lo que el pelirrojo quería. Aomine era como el buen esposo que todas las chicas quisieran tener.

Las horas pasaron, ellos permanecían en esa banca sentados, mirando el pasar de la gente, Himuro trataba de hacerle recordar a Kagami todo lo que vivió con Aomine después de la preparatoria, sin embargo, éste no podía recordar nada, pero, de alguna manera, todo lo que Himuro le había contado sobre Aomine, hizo que su corazón latiera fuerte. Y por fin, supo lo que tenía que hacer.

 

-¿Aún quieres ir a América? – Himuro sonreía, mirando al pelirrojo.

-Tengo una mejor idea.- Su rostro estaba tranquilo, y en cierta forma, también feliz consigo mismo.

-Me encargaré de tu padre… después de todo, fui yo quien lo llamó en un principio.- el pelinegro suspiró, levantándose de su asiento, y el pelirrojo lo imitó. -Haz lo que tengas que hacer, Taiga.- Kagami asintió, para luego darle las gracias, y seguir su camino, pero ahora, sabía a dónde debía ir.

 

 

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La noche había caído rápidamente, Aomine y Momoi se encontraban sentados en el sofá, mirando televisión, habían ordenado pizza, pues ninguno de los dos era bueno en cuestión de cocinar. Hacía mucho tiempo que no pasaban tiempo juntos, y esos momentos, eran reconfortantes para el moreno, al menos le hacían olvidar un poco sus problemas.

Pocos minutos después se escucharon  fuertes golpes en la puerta, Aomine chasqueó la lengua en molestia, aquellos golpes eran muy fuertes, y eso lo hacía poner de un mal modo.

-¡Dai-chan, ve a abrir! – Dijo la chica, dándole una mordida a su rebanada de pizza.

-¡Ya voy, demonios! – el moreno se levantaba de su asiento y se dirigía hacia la puerta, girando la perilla, encontrándose con aquellos ojos rojos que lo miraban de forma diferente.

 

– Taiga.- Sintió cómo su corazón latía con sólo ver al pelirrojo parado frente a él. ¿Cómo se suponía que iba a llevar a cabo su plan con el pelirrojo removiendo todos sus sentimientos?  Momoi miraba todo desde la sala, y rápidamente apagaba la televisión para escuchar mejor a ese par de chicos.

Kagami mantuvo un rostro serio, movió un poco su mano y sacó de entre sus ropas una foto, esa misma foto que Aomine no encontró en su cuarto el día que tuvo un arranque de frustración, esa misma foto que días después había encontrado y se preguntaba el por qué todos estaban felices en ella y se la dio al moreno, quien sólo la recibió torpemente entre sus manos

-Tú… eres mi esposo- Los labios de Kagami pronunciaron, haciendo que Aomine abriera los ojos en sorpresa y lo mirara detenidamente, por un momento pensó en que el pelirrojo había recuperado su memoria –Aún no recuerdo aquella etapa de mi vida- Kagami confirmó al notar la mirada de sorpresa del moreno -  Aún no recuerdo haberme casado contigo.-

Aomine fijó sus ojos en aquella foto que el otro le había dado, se preguntaba si Kuroko o Kise le habían dicho a Kagami sobre su matrimonio, cuando sintió que ambas manos de Kagami se posaban en sus hombros, en un toque suave.

 

-No puedo evitarlo, Aomine…. Déjame  amarte de nuevo.- Kagami le dijo a un Aomine que  quedó inmóvil, pero que en su pecho  rondaban todas aquellas emociones que el pelirrojo le hacía sentir.

 

 

 

 

Notas finales:

 

KYAAA XD ok no puedo evitar fangirlear... ahora que tengo la inspiración, trataré de escribir el siguiente capítulo (antes de que esa inspiración se vaya DD: )

Gracias a todos por sus comentarios! Son muy valiosos para mí!


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