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Recuérdame (Concluído) por Dashi Schwarzung

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Notas del capitulo:

Antes que nada debo disculparme por la demora... confieso que nuevamente mi vida rutinaria ha cambiado, lo cual, lamentablemente, me deja con aún menos tiempo libre del que tenía ;n; 

Diré también que... estoy por terminar este fanfic, tal vez queden como mucho dos capítulos, espero no decepcionarlos con este capi, aunque... Dios... debo decir que... No sé que demonios estoy haciendo con éste capítulo!!!! XDDD jajajaja creo que esto se convirtió en un melodrama tipo telenovela de las cinco de la tarde... pero ya estoy por terminarlo así que ya no me quemaré más el coco DD:

 

 

-Déjame amarte de nuevo-

Esas simples palabras que Kagami dijo, hicieron que el mundo de Aomine regresara a como antes del accidente.  El moreno miró como el rostro de su esposo cambiaba y de sus ojos comenzaban a emanar lágrimas

-Perdóname… Aomine… - Kagami se acercó al pecho del otro y lo abrazó, sin poder contener sus lágrimas, el moreno le devolvió el abrazo –Perdóname por no poderte recordar… por haber olvidado nuestro matrimonio…  por todo lo que te he hecho pasar…- Kagami no podía dejar de llorar, de alguna forma, aquellas lágrimas eran todos esos sentimientos que estaba guardando, todo lo que le había pasado en esas semanas lo reflejaba mediante las lágrimas que caían sobre la ropa del moreno.

Aomine abrazó fuertemente a su esposo, hundiendo su rostro en aquel cabello rojo, luego posó su mano en el mentón de Kagami, obligándolo a mirarlo, para luego posar sus labios sobre los del otro, en un beso tierno y suave, que hizo que por todo el cuerpo de pelirrojo corriera una sensación electrizante, justo como aquella vez que había dormido con Aomine.

 

Momoi sonrió ampliamente al ver a ambos chicos, casi soltó una lágrima al recordar todas las cosas que había pasado su mejor amigo a causa de ese maldito accidente, simplemente se levantó del sillón,  tomó sus cosas y se dirigió a la puerta, donde Aomine y Kagami estorbaban su paso.

–Parece que ustedes tienen muchas cosas de qué hablar – Dijo guiñando un ojo, al momento que los otros dos deshacían el beso y la miraban. La chica les dedicó su más sincera sonrisa, limpiando aquella lágrima que estaba aguantando desde hace algunos minutos, no quiso interrumpir más y sin decir nada, se retiró de allí, mirando una y otra vez de reojo a ambos chicos que por fin habían dado un paso significativo en toda esa situación.

Aomine le mostró a su esposo una sonrisa tierna para luego posar sus manos en sus mejillas y volver a apoderarse de sus labios, Kagami cooperó a cada movimiento de sus labios, se enfocó en la dulce lengua que recorría su boca, esa lengua que se enredaba con la suya, que le dejaba saber cuánto lo amaba. Kagami se sentía completamente vivo, se sentía tan feliz que no podía expresar su felicidad con sólo ese beso.

 

-¿Se cancela el viaje a América?- no pudo evitar preguntar el peliazul, deshaciendo el beso, mirando tiernamente a su esposo, limpiando con uno de sus dedos los labios recién besados de Kagami.

-No iré a ningún lado… quiero estar contigo – posó sus manos en la cintura del moreno y  notó un destello en sus ojos, en sus recuerdos no había nadie que lo mirara de la misma forma en que Aomine lo estaba mirando en ese momento. El peliazul no quiso esperar más, quería demostrarle a su esposo, mediante sus besos, cuánta falta le había hecho durante todo ese tiempo, y  nuevamente lo besó con vehemencia, pero algunos pequeños reclamos del pelirrojo no se hicieron esperar –Espera… - trataba de decir entre los besos que recibía de Aomine – debo traer mis cosas…  del departamento – por fin pudo apartarse del moreno. –Además quiero pasar a casa de Kuroko… me porté muy mal con él y con los demás- Bajaba el rostro.

-¿Qué pasó?-

-Es sólo que… Takao, Midorima y Kise estaban en casa de Kuroko… y… yo me enteré de lo nuestro y no pude evitar gritarles… yo… me siento mal por eso-

Aomine notó cómo el rostro del pelirrojo cambiaba, sin pensarlo rodeó a su esposo con sus brazos, Kagami correspondió a ese abrazo sin dudarlo.

Cuando ambos deshicieron el abrazo el más alto miró su reloj, eran las 10 de la noche, dudó un poco salir a esa hora, sin embargo sabía que Kagami no estaría del todo contento con sus pertenencias en un departamento que permanecería solo, y más aún, después de haberles alzado la voz a sus amigos, además de que pensó que también sería una buena oportunidad para agradecerle a Kuroko y Kise por las atenciones que tuvieron con su esposo.

-De acuerdo…Podemos pasar a hablar con ellos antes de ir a tu departamento… -

 

Ambos seguían parados en la puerta cuando sintieron que el ambiente se hacía cada vez más frío, y de pronto notaron que algunas gotas de lluvia comenzaban a caer de las nubes, se extrañaron un poco por el clima tan extraño.

–Taiga, será mejor que te pongas una chamarra- El moreno le mostró al pelirrojo un ademán, pidiéndole que entrara a la casa, mientras él entraba al cuarto a buscar alguna prenda caliente que Kagami pudiera usar. Cuando Kagami entró, nuevamente fijó su mirada en aquella cocina, sonrió al saber que aquella cocina era como sacada de un sueño y repentinamente recordó las palabras de Himuro “Aomine te ha consentido bastante, te ha comprado todo lo que has querido, prueba de ello es tu casa”. No pudo evitar sonreír al recordar esas palabras.

-¿Qué es tan gracioso? – Aomine salía de la recámara con una chamarra para el pelirrojo, para luego acercarse a él y ponérsela sobre los hombros

-Es sólo que… - sintió el contacto de la mano del moreno sobre la suya –Me encanta esa cocina.-Aomine movió su mano libre a su cabeza

 – Eso es bueno… después de todo, esa cocina fue hecha para ti – Sintió un ligero rubor en sus mejillas, que no pasó desapercibido por el pelirrojo, quien se acercó a él y dejó un beso fugaz en sus labios.

Kagami tomó su celular y marcó el teléfono de Kuroko, realmente no sabía cómo empezar a disculparse, después de todo, se había portado como un verdadero tonto en frente de sus cuatro amigos, quienes sólo trataban de ayudarlo en esa dura etapa. Escuchó cómo Kuroko contestaba a la llamada.

 

-Kagami-kun ¿Estás bien? – El peliceleste hablaba aún preocupado.

-Sí… yo… estoy con Aomine- No sabía qué palabras usar para disculparse.

-Entiendo, me alegra saberlo- decía el otro, y Kagami pudo notar en su voz el alivio que había sentido.

-Kuroko… yo… quiero decirte que lo si-

-No te preocupes, Kagami-kun, no hay necesidad de disculparse.-

-¿Pero qué dices, tonto? Claro que debo hacerlo, después de cómo me porté.-  el pelirrojo bajaba la cabeza, siendo observado por su esposo. –Aomine y yo estábamos pensando en irte a ver, tengo que hablar contigo y con Kise-

-En mi casa siempre serán bienvenidos Aomine-kun y tú, aquí los esperaremos.-

Kagami terminó la llamada después de saberse bienvenido en la casa de su amigo, después del alboroto que había causado en su casa. El peliazul tomó de la mano a su esposo y le dedicó una sonrisa, luego ambos salieron de la casa, con rumbo al departamento del pelirrojo, no sin antes tomar una sombrilla, pues cada vez llovía un poco más.

 

Aquella caminata fue muy tranquila, la lluvia era escasa, al igual que la gente que podían encontrar en esa calle. Aomine seguía tomando la mano de su esposo entre la suya, se sentía reconfortado al saber que, después de tantos pesares, había podido enamorar de nuevo a su esposo, y aunque éste no recordara su vida a su lado, podía volver a empezar; podrían hacer nuevos recuerdos, que estaba seguro que ésta vez, Kagami no podría olvidar. La casa de Kuroko no estaba tan cerca de la suya, y Aomine no había querido ir hacia allá con la moto, después de todo, el clima no estaba cooperando y no quería que sucediera otro accidente. Ninguno de los dos hacía comentarios, hasta que Kagami fue el primero en hablar

 

–Recuerdo toda mi vida en preparatoria – Dijo mirando hacia enfrente del camino; Kagami sabía de antemano que Aomine tenía noción de todo lo que él recordaba y también de las cosas que no. Estaba completamente seguro de que Kuroko era el informante oficial de Aomine, y aunque él no quisiera, su peliceleste amigo no era un chico que se quedara callado, pues ya varias veces se lo había demostrado. –Tengo aquellos recuerdos sobre ti, siendo un gran egoísta – no pudo evitar soltar una pequeña risa.Como respuesta, Aomine chasqueó la lengua – Y también esa estúpida frase ‘el único que puede vencerme soy yo’ – Rió un poco más, al ver lo frustrado que Aomine se ponía a cada una de sus palabras

-Bueno aún con mi egoísmo, o con esa tonta frase como lema… me amas, Bakagami. – El peliazul dijo con triunfo y superioridad

-Eres un idiota – el más bajo de altura miró a su esposo, vaya que sabía cómo contestar en situaciones como esa.

 

Era noche y gracias a la poca lluvia, no había gente en las calles, sin saber por qué, Aomine se arrepintió de salir de casa a esa hora y con ese clima, podría haber convencido a Kagami de esperar hasta la mañana siguiente, pero no lo hizo. En ese momento no pensaba con la cabeza, sus emociones lo dejaron tomar el control, como tantas veces había pasado, pero ya no importaba lo que pensara, de todas formas, ya estaba allí, caminando a la casa de su amigo.

 

Por la calle pasaba uno que otro auto con las luces bajas, la iluminación de las calles no era muy buena y cada vez llovía más

–Debemos apurarnos – Aomine apretó un poco más la mano de su esposo, mientras miraba cómo éste asentía a sus palabras. Sin embargo, no pudieron dar más pasos, puesto que un par de tipos se situó detrás de ellos, y el moreno pudo sentir en su espalda un objeto que era presionado contra su cuerpo, miró de reojo a ambos tipos y podía claramente ver que aquellos tenían una altura similar a él y a su esposo.

-No hagan ningún movimiento – se escuchaba la voz de uno de los dos chicos –Caminen hacia ese callejón- Decía el otro tipo presionando un arma contra el cuerpo de Kagami, quien no pudo ocultar su molestia ante esa acción. Aomine apretó aún más la mano del otro, intentando calmarlo.

-Debes estar bromeando… no iremos a ningún lugar.- Kagami no estaba asustado, y sin hacer un movimiento habló fuerte y seguro.

Ante las palabras de Kagami, los dos tipos, agresivamente, los empujaron ellos mismos hacia un callejón que estaba a pocos pasos, haciendo que el pelirrojo y el peliazul inevitablemente cayeran al piso.

-Denme todo lo que traigan de valor- Decía uno de ellos, apuntándoles con el arma, mientras el otro vigilaba que nadie se acercara a ese lugar.

-Ya te lo dije… debes estar de broma si crees que te daremos nuestras pertenencias- Kagami hablaba retadoramente, ante la mirada de horror de su esposo.

-Taiga… dales todo… -Dijo finalmente un Aomine que más que horrorizado por los tipos, estaba asustado de que algo le pasara a su pelirrojo esposo.

-Quieres un disparo en la cabeza  ¿verdad?- Pronunció el tipo, acercándose peligrosamente al pelirrojo. Kagami miró a Aomine, suspiró resignado y empezó a sacar sus cosas de los bolsillos, su esposo simplemente lo imitó. Sacaron carteras, celulares, Aomine se quitó el reloj y se los dieron al tipo, que era apurado por su compañero, pues habían pasado algunos minutos y alguien podía encontrarlos. La lluvia cada vez caía más fuerte, haciendo que esa escena fuera más invisible ante los ojos de otras personas.

-Dame el anillo – El tipo pudo distinguir, gracias a un relejo de luz,  el anillo de matrimonio de oro blanco que Kagami llevaba en la mano izquierda y sin miramientos ordenó que se lo diera.

-No… no te lo daré- El pelirrojo sonaba molesto, mientras escondía su mano izquierda detrás de él.

-¡¡QUE ME LO DES, CARAJO!!- El tipo gritó fuertemente al momento que pateaba una de las piernas del pelirrojo, para apresurarlo.

-Dáselo, Taiga- Fueron las suaves palabras que Aomine pronunció con mucha preocupación ante la obstinación de su esposo de no dar el anillo.

-¡NO! Este anillo es la prueba de mi matrimonio contigo…-

 

Aomine miró consternado a su esposo, no sabía que hacer o qué decir para que Kagami le diera el anillo sin sufrir daños.

-Tú lo pediste-
Fue lo último que el tipo dijo antes de caminar unos cortos pasos hacia Kagami, apuntándole con la pistola, Aomine, aún yacía en el piso, pero supo lo que tenía que hacer, y tenía que actuar rápido, pues no por nada era jefe del cuartel de policía, obviamente que tenía que entrar en acción, y, con un movimiento rápido se levantó y sin importarle lo que le pasara a su integridad física se acercó al tipo, y dio una fuerte patada a la mano de éste, quien inevitablemente dejó caer el arma ante el fuerte golpe que había recibido.

Kagami miró las acciones de su esposo, y notó cómo el tipo sacaba una navaja de entre sus ropas, optando por una postura de ataque ante el peliazul.

 

-¡Cabrón! –Decía el maleante, escuchando cómo su compañero le gritaba cosas, pues ese no era el momento de pelar, sólo debía tomar las cosas que le había robado a ambos esposos y salir de allí lo más rápido posible antes de que alguien notara la escena.

-Taiga… no te muevas-

Aomine musitó, con ambos brazos a los costados, mirando fugazmente a su esposo, mientras esperaba el siguiente movimiento del ladrón. Kagami no dijo nada, simplemente miró a Aomine, y sin saber por qué… aquella visión de él era tan conocida, como un deja vú, y su mente poco a poco empezó a abrir recuerdos al ver de esa forma a su esposo, sintiendo cómo la lluvia empezaba a caer cada vez con más fuerza.

 

El ladrón enfrente de Aomine, lo miró furiosamente, mientras se abalanzaba a éste, con la navaja en mano, intentando herir al peliazul. Aomine miró los movimientos del tipo, pudo esquivar dos veces el intento de herirlo, y fue al tercer intento en el que hábilmente el moreno tomó del brazo al tipo, lo atrajo hacia él y con fuerza lo hizo caer en el piso.

El tipo cayó sobre el piso, su rostro rozaba el suelo mojado del lugar, mientras Aomine se encontraba sobre su espalda, encima de él, sujetando fuertemente su brazo, escuchando cómo el maleante pronunciaba algunas palabras intentando que el peliazul no lo lastimara.

 

-Deberías saber a quién rayos estás amenazando.-

Aomine dijo, sin soltar el brazo del ladrón, mientras lo inmovilizaba con su cuerpo sobre de él, agarrando cada vez más fuerte su brazo, escuchando los gemidos de dolor del otro tipo, pidiéndole que lo soltara, pero Aomine no hizo caso, hasta que nuevamente jaló su brazo, sin fracturarlo, pero sí dejándolo lo suficientemente dañado como para que el tipo no se moviera más.

 

Kagami vio toda la escena frente a sus ojos, su mente estaba hecha un lío de recuerdos en cada segundo que pasaba, parecía que poco a poco recuperaba los recuerdos que hace más de un mes había perdido.

Aomine suspiró tras ver al ladrón en el piso, sólo para voltear el rostro y notar que el segundo tipo tenía un arma en sus dos manos y apuntaba al peliazul y a su pelirrojo esposo, mientras se acercaba a ellos lentamente.

 

-Es una pérdida de tiempo encontrarnos con tipos como ustedes –El ladrón decía, sin dejar de apuntar ambas armas a Aomine y Kagami, para acercarse lo suficiente a su compañero caído, tomando las cosas que había robado y poniéndolas en su propio saco. –Este idiota… sólo por ese estúpido anillo-

Ni Aomine y Kagami se movieron, simplemente se miraban de reojo, intentando pensar cómo deshacerse de ese tipo que parecía más peligroso que el primero.

Pero Aomine se asustó con demasía cuando notó que el tipo se posicionaba a un lado de Kagami y con sólo un arma le apuntaba a la cabeza.

 

-¿Por qué no jugamos un poco?- Decía el ladrón, tras haber alcanzado al pelirrojo

-No lo hagas- A Aomine le empezaron a temblar las manos ante las acciones del tipo, luego se quitó el anillo de matrimonio que él tenía en su dedo anular –Esto es lo que quieres ¿Cierto? – Aventaba el anillo que llegaba justo a los pies del tipo – Ya lo tienes… ahora deja ir al pelirrojo-

Kagami miró con asombro a su esposo, no quiso moverse, simplemente sintió en su sien el arma que el ladrón tenía en las manos.

-Eso no me importa… me pregunto cuánto estarías dispuesto a pagar por tener  a tu chico de vuelta…-

 

Aomine sintió todo su cuerpo temblar de miedo ante las últimas palabras de aquél hombre, pero Kagami no estaba sintiendo el mismo miedo, o al menos no es lo que demostraba en su rostro.

 

-Tch- Kagami chasqueó la lengua para luego arrebatar el arma del tipo, y en un movimiento, jaló el brazo del tipo, justo como Aomine lo había hecho con el otro tipo y lo tiró al piso, para quitarle de la otra mano la segunda arma que portaba. Aomine permaneció estático en su lugar, pudo ver cada uno de los movimientos de su esposo, y también pudo saber que esos movimientos de defensa personal él mismo se los había enseñado a Kagami, y por ese momento, pensó en que su esposo había recobrado la memoria.

 

Pero el gusto de Kagami no duró mucho, pues el tipo no era nada débil, y en un segundo había burlado al pelirrojo y se había levantado, tomó al pelirrojo de su camiseta, ante un Aomine que rápidamente se dirigió hacia ellos, pero nada pudo hacer, puesto que aquél tipo había golpeado a Kagami en el rostro, dejándolo tirado, casi inconsciente, mientras el peliazul se le acercaba y lo tomaba entre sus brazos, mirando cómo el ladrón corría alejándose del callejón, dejando a su compañero allí, desmayado en el piso.

 

Aomine miró a su esposo entre sus brazos, Kagami tenía los ojos abiertos, sin embargo, no hacía ningún movimiento ni algún signo de estar bien, su mirada parecía en el vacío, sin siquiera hacer caso a las palabras de Aomine, quien hablaba en voz alta, tratando de que Kagami respondiera a alguna de sus preguntas, mirando cómo la lluvia recorría su rostro, sin tener éxito de sacarlo de aquél extraño trance en el que había entrado.

 

Fue hasta cuando Kagami sintió los labios de su esposo sobre los suyos cuando por fin sus ojos parpadearon, dándose cuenta de la situación en la que estaba.

 

-Daiki… - Kagami pronunció después de alejar a Aomine de sus labios, sintiendo por fin su cuerpo frío por la lluvia constante, y el moreno pudo escuchar aquella suave voz, incluso con esa lluvia. El peliazul  miró a su esposo con total preocupación, preguntándole con esa mirada si el otro se encontraba bien, pero Kagami no mostró ninguna emoción en su rostro, y Aomine aprovechó para abrazarlo fuerte, chocando con la ropa totalmente empapada de Kagami, tratando de aguantar sus propios sollozos ante todo lo que había pasado en esos pocos minutos que parecieron una eternidad para él.

Kagami parecía estar bien. Sin embargo, el pelirrojo no correspondió al abrazo del otro, permaneció en el piso mojado por  esos minutos en los que el peliazul lo abrazó.

 

 –Lo recuerdo…- Musitó el pelirrojo sobre el oído del peliazul, lo que hizo que éste último deshiciera el abrazo y lo mirara interrogante, tomando las manos de su esposo entre las suyas –Lo recuerdo… – Repitió Kagami formando una sonrisa en sus labios, ante la mirada cuestionante de Aomine.

 

 

Notas finales:

lalalalalallalalalalalala

No sé que rayos hice, oh bueno lo que sea... el chiste es que no se me ocurrió algo mejor para éste capítulo que un Aomine-super-esposo-bad ass...
Perdónenme TnT
Acepto todas sus críticas (no ofensivas, por supuesto) 

Gracias por leer!!!!!!!!!!! <3 <3


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