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Recuérdame (Concluído) por Dashi Schwarzung

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Notas del capitulo:

ADVERTENCIAS: Éste capítulo es totalmente KagaAo, además de que contiene lemmon hard y explícito... y tal vez también vocabulario 'vulgar' en el aspecto del lemmon, así que si les molesta ese hecho, podrían pasar por alto el lemmon y seguir con lo demás...

Deben saber que quiero terminar este fic antes de que termine el año, así que ésta actualización no demoró, y el siguiente capítulo tampoco lo hará... y por cierto, el siguiente capítulo será el final, porque ya no tengo ideas para seguir alargando el fic, y porque, como lo dije, quiero terminarlo antes de que termine el año.

Espero que el capi sea de su agrado

 

 

–Lo recuerdo… – Repitió Kagami formando una sonrisa en sus labios, ante la mirada cuestionante de Aomine.–Recuerdo aquel día, en el que me vestí de traje  blanco, y entré a esa iglesia… recuerdo que me temblaban las manos… - Aomine mostró su rostro de sorpresa, sin interrumpir a su esposo, notando cómo Kagami estiraba la mano y levantaba el anillo que minutos antes Aomine había dejado caer – Recuerdo cada palabra de los votos que yo mismo preparé para ti ese día…- El moreno no pudo evitar derramar un par de lágrimas al recordar todo lo que había pasado en éste último mes. –Recuerdo haber vendido mi departamento para empezar una nueva vida a tu lado, recuerdo que compraste esa casa… para mí… y la decoraste con todo lo que siempre quise… mi amor por ti ha acrecentado desde ese día, Aomine Daiki.-

 

Aomine miró cómo la mano de su esposo le entregaba aquel anillo de oro blanco que desde el día de su boda había tenido en el dedo, y con gusto lo recibió, luego dejó salir una pequeña risa, que luego se convirtieron en carcajadas al escuchar las palabras de su esposo, pero pronto sus risas fueron interrumpidas por aquellos sollozos que había contenido en algunos minutos y no pudo contener sus lágrimas  –Eres un idiota, Taiga… - Pronunció difícilmente, abalanzándose nuevamente hacia su esposo, hundiendo su rostro en el suave cuello del pelirrojo y esta vez, su abrazo fue correspondido tiernamente.

Ninguno de los dos supo exactamente cuánto tiempo permanecieron allí, bajo la lluvia, abrazándose como si no hubiera un mañana, hasta que por fin, un auto pasó rápidamente, iluminando aquél lugar con las luces altas, sacándolos de sus pensamientos

.

-Vayamos a casa… -el pelirrojo besó a Aomine, para luego mirar cómo este último se colocaba el anillo nuevamente, luego tomaba su mano, sintiéndose correspondido por su esposo junto con una amplia sonrisa, y así caminaron de regreso a la casa, sintiendo su ropa pesada por el agua, ambos caminando tranquilamente, dándole ninguna importancia a la lluvia, que poco a poco iba disminuyendo.

 

Ambos llegaron a casa, y Kagami fue el primero en entrar, permaneciendo algunos segundos parado en medio de la sala, por enésima vez observando todo a su alrededor. Pero ésta vez era diferente, ahora recordaba todo a la perfección y cerró los ojos al sentirse culpable por todo lo que Aomine había pasado en éste mes, aspiró el ambiente de la casa, era un aroma que recordaba totalmente, y que lo embriagaba de paz. Sintió unos brazos rodeando su cuerpo; su moreno esposo se había posado detrás de él y lo abrazaba suavemente, poniendo su rostro sobre el hombro de Kagami, para luego, lentamente deshacerse de la chamarra que tiempo atrás le había dado, luego desabotonar la camisa del pelirrojo, sintiendo su fría piel expuesta a las manos hábiles del moreno. Aomine recorrió sus manos por el pecho del pelirrojo, sintiendo aquél abdomen marcado que lo volvía loco. Kagami puso sus manos sobre las del moreno, simplemente guiando su camino por su cuerpo, percatándose cómo su esposo desabrochaba la hebilla que adornaba su cinturón, sintiendo la suave piel de su abdomen bajo.

 

-Taiga… hazme el amor… - Decía Aomine, mordiendo levemente la oreja de su esposo. Kagami no pudo evitar sonrojarse ante la petición de su esposo, no era la primera vez que Kagami tomaba el rol del activo, pero la forma en que el peliazul pronunció aquellas palabras cerca de su oído, le hacía sentir un choque eléctrico por todo su cuerpo.

 

El pelirrojo no contestó a aquella petición, no recordaba la última vez en que deseó a Aomine tanto como lo estaba haciendo en ese momento, sólo sabía que tenía esa necesidad de ser uno con él, de sentirse completo en todos los sentidos.

Aún con el peliazul detrás de él, sintió esos labios que se encargaban de su cuello, lamiendo y mordiendo suavemente la piel de Kagami, luego sintió algunos besos sobre sus hombros. El pelirrojo suspiraba a las acciones de su esposo, cerraba los ojos a todas esas sensaciones, y de repente sintió aquella erección de Aomine rozando su trasero. Kagami dio media vuelta y besó al otro con pasión, enredando su lengua contra la otra, examinando ferozmente la cavidad de Aomine, sus manos se encargaban de deshacerse de las prendas del otro, hasta que sus cuerpos totalmente desnudos chocaban, confirmando que ambos cuerpos habían sucumbido al deseo y el frío que habían sentido ante la lluvia se había ido por completo, entre caricias que quemaban, besos apasionados y tiernas mordidas.

En un rápido movimiento, Kagami cargó a su esposo, sintiendo sus piernas rodear su cadera, Aomine dejó escapar un gemido casi inaudible al sentir cómo su erección rozaba con la de su esposo y así llegaron hasta la recámara donde Kagami se situó a un lado de la cama y recostó a su esposo, para luego posar sus ojos sobre él, más que mirándolo… admirándolo, de pies a cabeza.

 

-Estúpido… será mejor que no me mires de esa forma… - Habló Aomine, sintiendo un rubor en sus mejillas. Sabía de ante mano que cuando Kagami tomaba el rol del activo, se convertía en una fiera en la cama y no había rastros de aquél chico tímido que se sonrojaba por todo.

-No puedo evitarlo…- El pelirrojo no apartaba la vista de él – Es sólo que… te ves tan excitante- Se relamió los labios, mostrándole al otro una mirada tan seductora, que por sus recientes palabras y aquella mirada de lujuria, denotar en Aomine un rostro completamente sonrojado.

 

Kagami se acercó a Aomine, posando sus labios sobre las pantorrillas morenas de éste, luego subía lentamente hacia sus piernas, besando tiernamente, lamiendo con vehemencia y mordiendo a su paso. Colocó sus labios en la entrepierna de su esposo, escuchando un jadeo de lujuria, sin embargo, hizo caso omiso a la erección del moreno y siguió su camino hacia arriba, besando las abdominales de Aomine, por último pasó a su pecho, deteniéndose en sus pezones, jugueteando con cada uno de ellos, hasta que logró que se pusieran duros de excitación.

Kagami subió un poco más y besó a Aomine, ahora sus manos se encargaban del miembro del moreno, quien dejaba escapar de su boca algunos jadeos casi inaudibles ante el toque de su esposo en esa zona. El pelirrojo, por último mordió el labio inferior del otro para luego usar su boca en algo que haría que Aomine dijera el nombre de su esposo entre gemidos. Kagami detuvo los movimientos de su mano y lamió el glande del miembro que tenía entre las manos, luego pasó su lengua por todo el contorno del miembro de su esposo. Aomine no podía hacer más que morder su labio en señal de placer que el pelirrojo le estaba ofreciendo y cuando Kagami engulló su miembro en su boca, dejó escapar un par de gemidos sonoros, mientras arqueaba la espalda al sentir la hábil lengua del otro.

 

Kagami empezó una serie de movimientos al sacar y meter el miembro de Aomine en su boca, la recámara se inundaba de aquellos sonidos que en su boca se producían y ante tal ruido, no pudo evitar poner su mano sobre su propio miembro, masturbándose a sí mismo para luego chocar con los zafiros de su esposo, que sin palabras, decía que aquello le estaba gustando bastante.

 

El pelirrojo sacó el miembro de su esposo de su boca, dejando a su paso un hilo de saliva, para luego pedirle al moreno que se girara un poco en su posición, a lo que éste sonrió tontamente mientras hacía caso a la petición, colocándose sobre sus rodillas y codos sobre la cama, dejándole claro al pelirrojo que podía hacer con él lo que quisiera.

 

-Esto te va a gustar – Kagami guiñó un ojo y detonó una sonrisa seductora

-¡Hey! Si piensas que me vas a penetrar sin siquiera preparación… debes estar muy to..-

 

Pero las palabras murieron en los labios de Aomine, quien gimió al sentir la lengua de su esposo sobre su ano, el moreno apretó las sábanas de la cama, mientras cerraba fuertemente los ojos ante las fuertes sensaciones que la lengua de Kagami le hacía sentir.

-Taiga… no… - Trataba de hablar el moreno, sin mucho éxito. El pelirrojo por su parte, movía su lengua dentro de la cavidad de su esposo, mirando cómo la piel de éste se le erizaba ante aquellos movimientos, luego llevó una mano nuevamente al miembro de Aomine, masturbándolo, a lo que el otro respondió con varios gemidos a las sensaciones que su esposo le proveía.

 

Apartó su lengua, para luego lamer uno de sus dedos, e introducirlo lentamente en Aomine, haciendo una serie de movimientos dentro de él que el moreno disfrutaba con demasía, luego retiró su dedo, sólo para alcanzar el lubricante que yacía dentro de una gaveta, para, después, colocarse un poco de ese lubricante sobre dos de sus dedos, para introducirlos lentamente en su esposo y tratar de buscar ese punto que hacía que Aomine gimiera fuerte. No pasó mucho tiempo para que Kagami encontrara ese lugar, y Aomine lo sabía; su esposo se estaba acercando a aquél punto que lo hacía perder totalmente la cabeza.

El moreno dejó escapar un gemido realmente sonoro al sentir los dedos de Kagami chocar contra su próstata, lo que hizo que cerrara sus ojos y viera estrellas por doquier, esa sensación era simplemente indescriptible y placentera, sintió un par de golpeteos más en aquella zona, cuando ya no pudo soportarlo.

-Taiga… demonios… - decía con la voz entrecortada – sólo… ¡cógeme ya!

 

Kagami dejó escapar de sus labios una pequeña risa, para colocarse sobre sus rodillas detrás de Aomine, quien gustoso, giraba un poco el rostro y miraba las acciones de su esposo. El pelirrojo bañó su propio miembro en lubricante, y luego tomó al otro de las caderas, mientras poco a poco empezaba a empujar su miembro dentro de Aomine, éste último dejó escapar de sus labios un quejido al sentir a su esposo totalmente dentro de él. Kagami detuvo sus movimientos por unos segundos, intentando hacer que su moreno esposo se acostumbrara a la sensación de su miembro dentro de él.

-Hazlo… - Fue lo único que Aomine pudo pronunciar, para hacer que Kagami se moviera dentro de él, en un vaivén de estocadas lentas que hacían que de su boca no dejaran de emanar gemidos tenues entre su respiración entrecortada. Kagami pronto cambió el ritmo de sus embestidas, haciéndolas más fuertes y rápidas, provocando que el moreno pronunciara su nombre un par de veces.

-Taiga…nnggh…

 

Los gemidos de Aomine inundaban la habitación, ambos sintieron cómo sus cuerpos se perlaban en sudor, se perdían en un mundo de éxtasis y placer. Kagami notó que los brazos de Aomine temblaban, pensó que tal vez era mejor cambiar de posición, pues aunque esa posición era placentera, también era cansada. El pelirrojo se separó, para luego recostar apropiadamente a Aomine sobre la cama.

-Amo que seas tan salvaje… - Musitó Aomine, después de tomar una bocanada de aire, abriendo las piernas, mientras Kagami se colocaba en medio de ellas.

-Amo que seas tan sumiso.- el pelirrojo contestó a aquel comentario, recargando sus codos a los lados de la cabeza de su esposo, para apoderarse de sus labios en un ferviente beso, que le hacía saber al moreno que lo mejor estaba por llegar.

Kagami volvió a adentrarse en Aomine, ante los jadeos de placer de éste, que miraba desde abajo a Kagami, el simple hecho de verlo sobre de él, con esos labios rojos, con esa mirada seductora, y aquel cuerpo tan perfectamente esculpido, hacían que quisiera terminar en un orgasmo inigualable, sin embargo, aún quería permanecer así, aún quería probar el sabor de Kagami y disfrutar de sus cuerpos juntos.

 

Kagami se movía con embestidas suaves, que poco a poco cambiaban a un ritmo más rápido para luego agacharse un poco y hundir su cabeza entre el cuello del moreno, sus embestidas eran ahora salvajes, fuertes y rápidas, y Aomine sintió que su esposo tocaba nuevamente aquella zona que lo estaba haciendo gritar, gemir y pedir por más, se perdió a sí mismo, mirando estrellas y sintiendo el sudor en todo su cuerpo.

 

-Ahh… no pares…  más fuerte…así… - el moreno se aferraba a la espalda de su esposo, abrazándolo fuertemente, hundiendo sus uñas en esa suave piel, dejando marcas en toda su espalda, mientras el pelirrojo mordía levemente el cuello del otro, moviendo su cadera rápido, adentrándose totalmente en Aomine. La cama se movía frenéticamente, chocando con la pared, produciendo un chirrido sonoro que a ambos les encantaba oír. Si las paredes fueran delgadas, los vecinos podrían escuchar cada movimiento de la cama y los gritos de Aomine;  por suerte, aquellos sonidos se quedaban dentro de casa, y ambos lo sabían, era por esa razón que el moreno no contenía su voz.

-Taiga… así… oh cielos… Taiga…- El cuarto se llenaba de aquellos gritos de Aomine y los gemidos de Kagami.

El pelirrojo detuvo en seco todos su movimientos, al sentir que estaba en su límite, pero no iba a terminar…. No ahora que tenía totalmente sumiso a su esposo y en el éxtasis total, se recostó junto a Aomine, tomando el cuerpo de éste y situándolo sobre de él.

 

-Móntame… - Dijo un Kagami totalmente ahogado en placer, mirando cómo, con locura, su esposo tomaba su miembro entre una mano y lo situaba en su entrada,  sentándose de golpe, adentrando el cuerpo de Kagami en él, provocando un gemido sonoro de parte del pelirrojo, que se aferró a las caderas del moreno, indicándole que continuara, a lo que Aomine hizo caso y comenzó a moverse sobre su esposo, a su gusto y deleite. Kagami notó cómo el moreno se arqueaba de placer ante sus propios movimientos, era una visión tan placentera para él, sentirse dentro de su esposo era  su pasatiempo favorito, antes del basquetbol.

No tenían noción de cuánto tiempo habían pasado haciendo el amor, el tiempo, para ellos, se detuvo entre besos, caricias, embestidas y sudor.

-Se siente…. Tan bien… Taiga… ahhhh… - Aomine no podía dejar de decir todo lo que por su mente pasaba, el hecho de que Kagami le estuviera haciendo ver estrellas significaba que no era responsable por lo que en esos momentos su boca dejaba pronunciar, lo cual, para el pelirrojo, era música.

 

Kagami dirigió una mano hacia el miembro expuesto de su esposo, acariciando su glande con un dedo, para luego masturbarlo debidamente, causando que el moreno se moviera más rápido sobre de él.

-Ya no… puedo… Taiga… estoy en mi límite… - Dijo en palabras casi ahogadas en gemidos, sintiendo en su abdomen un espasmo, en señal de que pronto terminaría; y así lo hizo… Aomine alcanzó su orgasmo al estallar entre la mano de su esposo, sus movimientos se hacían lentos y sus contracciones hacían que el miembro de Kagami palpitara de placer. El pelirrojo tomó fuertemente de las caderas al otro y sintiendo su clímax llegar, empezó a moverse debajo del moreno  en un ritmo rápido, mientras apretaba los dientes y soltaba su esencia dentro de Aomine, quien colocaba su frente  sobre el pecho de su esposo, sintiendo las últimas estocadas que éste le daba, dejándole escuchar sus últimos gemidos de satisfacción.

Ambos trataban de normalizar su respiración y fue Aomine quien se levantó un poco, sólo para besar a su esposo tiernamente, haciéndole saber con ese beso que la noche era aún muy joven, para volverse a recostar en su pecho sonriendo ampliamente al ver al pelirrojo feliz.

 

-No te acomodes mucho, Taiga…- Aomine lo miraba con vehemencia, mostrando una ligera sonrisa en su rostro.

-Déjame adivinar… no me dejarás dormir en toda la noche ¿cierto?-

-No necesitas ser adivino para saberlo…-

 

Y así pasaron la noche, haciendo el amor como si no hubiera un mañana, ambos llenándose de la esencia de cada uno, demostrándose por fin lo mucho que se amaban mediante aquellas acciones. La noche pasaba rápidamente, sin que ellos se dieran cuenta, incluso la casa ya olía a ellos; hasta que terminaron casi muertos sobre la cama, durmiendo sólo unas cuantas horas antes del amanecer, olvidándose por completo de Kuroko y Kise, quienes los habrían estado esperando desde hace horas.

 

 

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La mañana había pasado tranquila: Kagami había preparado el desayuno y disfrutaron de un buen momento desayunando juntos, luego pasaron a darse una ducha los dos juntos, estaban tan satisfechos de la noche anterior que aquella ducha pasó como algo tierno, más que como algo sexual, a lo que estaban acostumbrados.  Cada uno se había vestido con la ropa que le gustaba al otro, solían hacer ese juego de conjuntos de ropa muy a menudo, incluso se prestaban ropa, había que admitir que el hecho de que sólo tuvieran dos centímetros de diferencia en altura, hacía más fácil el hecho de intercambiar la ropa.

 

-Bien, vayamos por tus cosas al departamento que rentaste.- decía Aomine tomando sus llaves y el pelirrojo asentía a sus palabras, alcanzando su mano para tomarla entre la suya. Salieron de la casa y se pararon frente a la puerta, mientras Kagami miraba cómo Aomine cerraba con llave y  luego el pelirrojo se apoderó de los labios de su esposo, besándolo con movimientos lentos,  sin embargo su beso fue interrumpido al escuchar un fuerte sonido. Ese sonido era el rechinido de unas llantas y sin pensarlo, voltearon a mirar de dónde provenía ese ruido, y lo que vieron los dejó casi congelados.

Akashi había estacionado su auto frente a la casa de Aomine y Kagami, y bajaba muy furioso para encarar a ambos chicos.

 

-Taiga… él… la orden de restricción- Aomine pudo decir en un sonido muy bajo que Kagami podía escuchar, podía decir que la forma en que Akashi se acercaba a ellos le daba un escalofrío.

-No…  no saqué aquella orden-

La respuesta de Kagami había dejado muy asustado al moreno, no sabía de lo que realmente Akashi era capaz de hacer  y temió por la seguridad de su esposo. Akashi se situó frente a ambos esposos; había visto todo desde su auto: había visto cómo Kagami tomaba la mano del moreno y cómo lo besaba.

 

-Taiga, te escuché decir que no ibas a elegir a ninguno de nosotros dos- El tono en que Akashi hablaba era de rabia pura.

-Sí, es cierto… eso fue antes de que yo recuperara la memoria.- Kagami hablaba con total seguridad, ésta vez no se iba a dejar amedrentar por el chico con heterocromía, la vez pasada había sido captado en su mayor debilidad por Akashi –Ésta vez no dejaré que te aproveches de mí, Akashi.-

-Ya lo oíste, Akashi… ahora vete- Aomine hablaba, al momento en que miraba muy precavido al más bajo de altura, ésta vez su esposo no estaba solo

 

Akashi detonó una sonrisa y no pudo evitar reír a carcajadas ante la petición del moreno

-Daiki… ¿Recuerdas lo que te dije aquél día que fuiste a mi oficina?- Akashi metía su mano en su saco, mirando el momento en que Aomine recordaba aquello que le había dicho. Y parecía que, después de todo,  lo había recordado, pues el moreno en ese momento se movió un poco y se paró frente de Kagami, protegiéndolo de cualquier cosa que Akashi intentara hacer en ese momento.

 

-Daiki… puedo defenderme…- el esposo del moreno no pasó la oportunidad de quejarse un poco por las acciones del otro. Sin embargo, Aomine posó una mano en el pecho del pelirrojo, pidiéndole que permaneciera en su lugar, a lo que Kagami hizo caso de aquella petición sin palabras.

 

-Taiga… dime que me amas- Akashi mencionaba con su mano aún dentro de su saco. Kagami frunció el ceño ante las palabras del más bajo de altura, no sabía lo que estaba tramando, pero aquella mirada de psicópata del otro pelirrojo lo hizo dudar bastante.

El pelirrojo más alto no contestó, y pudo notar algo extraño en el chico más bajo de altura, era como si tuviera una lucha interna consigo mismo, y a su mente llegaron aquellos recuerdos de Akashi antes de que Seirin tuviera aquel partido contra Rakuzan en la Winter Cup. Akashi en aquella ocasión lo había atacado con unas tijeras, y se estaba comportando justo como en ese entonces… pensó que el ‘otro Akashi’ había regresado.

Akashi miró fugazmente a Kagami y luego volvió su mirada hacia el moreno, sonrió de forma escalofriante para sacar el objeto que tenía escondido en el saco de su traje.

Kagami dejó salir un sonido de sorpresa combinado con horror al ver el arma que Akashi portaba en las manos y Aomine tomó una posición totalmente defensiva ante su esposo, no iba a dejar que Akashi lastimara al pelirrojo.

 

-Taiga, debes saber que le dije a Daiki que me las pagaría quitándole aquello que él más ama- Akashi dirigía el arma en contra de ambos chicos.

Lo último que Kagami pudo escuchar fue un sonido realmente fuerte, antes de cerrar fuertemente los ojos ante todo lo que pasaba.

 

  

 

Notas finales:

 

Espero haber compensado el mal capítulo anterior con éste XD de verdad que no sabía qué demonios estaba haciendo con el capi anterior. 

Espero que éste capítulo cumpla con sus expectativas. Tengo que agregar que... jamás me había dignado a escribir un lemmon de éste calibre... tan explícito que... me dio cosa XDDD maldigo a mi mente pervertida por hacerme escribir todo eso DD:

Gracias por sus reviews y lecturas! De verdad que son importantes para mi!!


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