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Recuérdame (Concluído) por Dashi Schwarzung

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Notas del capitulo:

Hola a tod@s!! Bueno... estaba pensando actualizar el día de mañana, pero hoy terminé el capítulo y me hice de un poco de tiempo para subirlo, así que aquí dejo el capítulo 5. 

Es cierto... tengo que hacer 2 advertencias antes de que empiecen a leer:
La primera: Es que éste capítulo contiene LEMON, si tú no estás familiarizad@ con el lemon o no quieres leer sobre penes XDDD será mejor que saltes esa parte, pero por el contrario si no tienes ningún problema puedes leer con confianza :3
Y la segunda: Es que, como anteriormente lo había comentado, este fic es el primero que he escrito después de casi 9 años, más o menos, de no haber escrito ni pío.... a lo que voy es que hice lo que consideré mejor en cuestión del lemon, sé que puedo hacerlo mejor que ésto... pero por lo mientras lo dejaré así. Así que de antemano me disculpo si el lemon no es lo que tú esperabas -.-

Ahora sí... pueden leer :D <3 <3

 

Gimió al sentir aquella hábil lengua sobre su miembro, no podía apartar la vista de Kagami y aquella sensual mirada que chocaba contra la suya, no podía entender lo que estaba pasando… y su cerebro tampoco quería reaccionar preguntándose cosas innecesarias.

 

-¿Te… gusta? – Habló Kagami, ahora masturbándolo con su mano, mientras su boca se dedicaba a besar el abdomen del peliazul

-Esta noche de copas… te sentó muy mal… - dijo evitando aquella pregunta, pues obviamente que le encanta lo que su esposo hacía.

-No. Es Sólo que.. . – Seguía besando la piel morena – Quería darte a entender que te deseo…- Kagami nuevamente engulló el miembro de Aomine en su boca, succionando y lamiéndolo como si de una paleta se tratara.

 

Aomine no podía ahogar todos sus gemidos, y uno que otro de ellos se dejaban escuchar, prendiendo aún más al pelirrojo que ahora subía con besos desde su abdomen hasta llegar a su cuello, mordió y chupó esa parte de su cuerpo, dejando marcas visibles, para luego detenerse junto al oído del moreno, lamiéndolo y mordiéndolo sutilmente. Aomine simplemente se dejó hacer, estaba seguro que su esposo no estaba del todo ebrio, aunque no sabía si era obra del alcohol el que el pelirrojo hiciera eso, y tampoco quería saberlo, después de todo, su esposo lo deseaba, y eso era un canto para sus oídos.

Kagami se apoderó de los labios de su esposo, en un beso apasionado, que le dejaba entender al peliazul que lo deseaba tanto. Sus lenguas se enredaban en un baile de pasión, Aomine aprovechaba para deshacerse de la ropa que cubría el torso del pelirrojo, a lo que éste cooperaba ante cada acción del moreno, suspiró al sentir aquella delicada piel, esa piel que por tres semanas había dejado de sentir repentinamente. Kagami se separaba de él para hacer lo mismo que el otro había hecho con él, arrojó la camisa que cubría el cuerpo de Aomine en algún lugar del cuarto, para luego apropiarse de uno de sus pezones, masajeándolo y succionándolo con la lengua. El moreno, en cambio, tenía una mano en el rojo cabello del otro, animándolo a seguir. Kagami detuvo sus acciones y en un movimiento hábil, despojó de sus pantalones y ropa interior a Aomine, mirando aquella erección que le rogaba por atención, luego él mismo se deshizo de sus molestos pantalones y bóxers, para darle al miembro de Aomine la atención que tanto pedía.

 

Aomine se arqueaba en placer, le prendían aquellos sonidos obscenos que salían de la boca de Kagami, mientras éste jugueteaba con el objeto de su deseo. El moreno no podía pensar en otra cosa, el placer simplemente hacía que se olvidara de todo, él quería invertir posiciones, también quería divertirse con el cuerpo de su esposo, sin embargo, Kagami no lo dejó moverse de su posición, dedicándole una mirada furtiva.

El pelirrojo se posó a horcajadas sobre el otro, preparándolo para lo que seguiría, éste último tomó de las caderas a su esposo, indicándole que siguiera, pero el otro aún no perdía del todo su razón.

 

-Aomine…-  su voz estaba llena de deseo – Detenme… detenme ahora mismo… o ambos lo lamentaremos después…

No entendía las palabras de Kagami, estaba confundido… pero su cuerpo ya estaba actuando, no podría detenerlo… no ahora. Debía admitir que el hecho de que el peliazul causara sensaciones de ese tipo en  Kagami, le hacía saber que recordaba su esencia, su cuerpo,  recordaba su forma de hacer el amor

-Te amo… Taiga… -Fueron las únicas palabras que el moreno pronunció antes de que el pelirrojo se apropiara nuevamente de los labios ajenos, haciendo gala de lo bien que besaba. Con ese beso le transmitió un sinfín de emociones al peliazul, todas esas emociones que no podían decirse con palabras. Sin ser penetrado, comenzó a moverse sobre Aomine, quien se mordía el labio y se deleitaba mirando el cuerpo de su esposo a la luz de la luna que entraba por la ventana.

 

Se levantó un poco, sólo para prepararse para dejar entrar a Aomine a su cuerpo… pero la mano de éste lo detuvo.

 –Hay lubricante en ese cajón-  el peliazul señaló el lugar, sin embargo, Kagami no lo necesitaría.

-No lo necesito – miró cautivadoramente al otro –Me preparé yo mismo antes de que despertaras-

Aomine sintió que dejó respirar por unos segundos ante tal confesión, el sólo imaginar a Kagami preparándose él mismo le hacía querer tomar salvajemente a su esposo, y permanecer así toda la noche. Kagami tomó el miembro del otro entre su mano, y lo puso en su entrada, poco a poco dejándolo entrar, hasta que el moreno dejó escapar un gemido. El pelirrojo  se empezó a mover sobre él, con movimientos lentos, que lo hacían gemir a él también; Aomine colocó sus dos manos en los glúteos del pelirrojo, indicándole que siguiera, esas sensaciones eran tan placenteras, que ni siquiera podía articular palabras, sólo podía jadear, dejándole saber a su esposo que estaba disfrutando de ese momento.

 

En un movimiento rápido, invirtieron posiciones, ésta vez, Aomine quedando arriba del otro, mientras continuaba el vaivén de estocadas a Kagami, quien dejaba escapar unos gemidos que eran música para los oídos del otro.

-Aomine… nnggh- el pelirrojo se sostenía de las sábanas, al sentir cómo el otro le dejaba saber en su forma más placentera que lo amaba, que su cuerpo había hecho sólo para él, y para nadie más.

 

El peliazul se movió un poco, tomando a su esposo de la cadera y acomodándolo, para penetrarlo de nuevo, ésta vez, arrancando gemidos fuertes de la boca del pelirrojo, sonrió al saber que había encontrado el punto exacto… ese punto que hacía que Kagami rogara por más. Siguió con sus estocadas, en el mismo lugar, mientras los gemidos y jadeos del pelirrojo se hacían cada vez más sonoros. Kagami estaba viendo estrellas, no quería que ese momento terminara.

– Sigue… ahhh… Aomine… así… no pares… más rápido… -  justo como lo había planeado, el pelirrojo estaba pidiendo por más, estaba sumido en aquellas sensaciones de placer y lujuria que Aomine le brindaba, lo único que el pelirrojo pudo hacer fue aferrarse a la espalda del otro, dejando a su rastro rasguños que le dolían al peliazul, pero que eran un dolor placentero. Aomine no dejaba de gemir cerca del  oído de su esposo, le encantaba verlo así, escucharlo pedir más.

 

El sudor estaba perlando ambos cuerpos, y los gemidos no dejaban de sonar con cada movimiento de la cadera de Aomine, ambos sentían esa necesidad de seguir así por otros minutos más, pero cuando la mano del moreno se situó sobre el miembro de Kagami… éste supo que no iba a soportar más.

-Aomine… estoy… en mi límite… – decía entre jadeos el pelirrojo, quien no quería terminar aún, pero todas las sensaciones no lo dejaban llegar a más… - Ah… Daiki… - pronunció finalmente. El moreno no pudo contenerse a esa voz diciendo su nombre tan sensualmente, que fue el detonante para que llenara a Kagami con su esencia, y luego le siguió el pelirrojo, salpicando su propio abdomen y la mano de su esposo. Aún con la respiración entrecortada Aomine se recostó a un lado de Kagami, quien no pudo levantarse de la cama, en lugar de eso, cubrió su rostro con una almohada que encontró cerca de su cabeza.

 

-Taiga… -Pronunció finalmente el moreno, al ver la acción infantil de su esposo. Pero no obtuvo respuesta, el pelirrojo simplemente tomó las sábanas y se tapó con ellas. El peliazul no entendió las acciones de su esposo, y cuando quiso quitarle a Kagami esas sábanas que había agarrado, notó que éste ya estaba durmiendo, dejando a un desconcertado pero muy feliz Aomine, quien nuevamente se acurrucó junto a él, dispuesto a dormir

 

 

 

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Los rayos de luz del sol que entraban por la ventana hicieron que cerrara fuertemente los ojos, para luego intentar abrirlos, mientras con su mano trataba de encontrar a su esposo, quien había dormido con él y al no sentirlo cerca, abrió los ojos de un golpe y trató de confirmar sus sospechas.  Kagami se había levantado temprano, y sin despertar a Aomine, se había ido de ese lugar. Aomine se dejó caer en la cama, suspirando y preguntándose si había hecho mal en  tener sexo con Kagami, lo pudo haber detenido cuando éste le pidió que lo hiciera, pero no lo hizo… se reprochó por haber sido tan débil en esa situación. Pesadamente se volvió a levantar de la cama para tomar su teléfono celular y marcar a Kuroko, para confirmar si Kagami había ido a su casa.

 

-Hola, Aomine-kun-  Respondió con esa típica voz inexpresiva

-Tetsu… ¿Taiga, está contigo? – Preguntó mientras se sentaba en la cama

-¡!Aominecchi tonto!! ¿! Dónde está Kagamicchi!? ¿¡Por qué no nos llamaron para confirmar que Kagamicchi pasaría la noche contigo!? – El rubio había tomado el teléfono de su novio, y no pudo hablar gritándole al otro, pues ambos estaban preocupados al no saber del pelirrojo.

-Estaba conmigo ¿cuál es el maldito problema?-  Contesto en la misma forma en que Kise le había hablado.

-Aomine-kun… Kagami-kun no está aquí ¿Qué pasó?-  Kuroko le quitaba el teléfono celular a su novio para nuevamente hablar.

Sin más palabras, el peliazul colgó el teléfono, se vistió y salió a buscar al pelirrojo, aunque realmente no sabía dónde empezar a buscar, hasta que una idea llegó fugazmente a su mente.

 

Corrió como no lo hacía en mucho tiempo, su respiración se volvió agitada y un dolor en el pecho planeaba detenerlo, sin embargo, no fue suficiente para que dejara de correr hacia su objetivo. Llegó a la cancha de basquetbol callejera, por fin deteniendo sus pasos y tomando un poco de aire, y allí encontró a su esposo. Kagami permanecía parado, a un par de metros de la canasta, simplemente mirándola, como si los recuerdos estuvieran llegando de par en par.

 

-Taiga… ¿Estás bien? –

El pelirrojo reconoció aquella voz que lo llamaba, sin embargo no volteó a encarar al peliazul, simplemente permaneció allí. Aomine se acercó a él y lo tomó suavemente de la muñeca, a lo que el pelirrojo reaccionó bruscamente, soltándose del agarre.

-No me toques… - No levantó la voz, sin embargo su voz sonaba molesta

-¿Que no te toque? Después de lo que hici…-  el moreno calló sus propias palabras, sabía que no había sido un buen comentario, después de todo, ya se esperaba que todo esto se tornara de esta forma.

-Eso fue… sólo un desliz del momento. – El pelirrojo evitó la mirada del otro. Esas simples palabras hicieron que Aomine hirviera de coraje, ésta vez se abalanzó hacia el otro y lo tomó de la camiseta, obligándolo a mirarlo.

-Dijiste que me deseabas… te escuché gemir locamente, me rogaste que no parara… ¿Y ahora me dices que fue un desliz del momento?? – Estaba realmente molesto – ¿Cuántos deslices del momento has tenido en éstas últimas 3 semanas como para saber que sólo eso fue?

Kagami escuchó cada palabra del otro, un escalofrío recorrió todo su cuerpo al escuchar el tono de voz en el que Aomine le hablaba

 –Yo… estaba borracho… no sabía lo que hacía… - Dijo finalmente, sin más excusas en su cabeza que pudieran sacarlo de ese problema.

 

El moreno no dijo nada más, soltó a su esposo y bajó la mirada. Suspiró resignado ante las últimas palabras del otro, sabía totalmente que Kagami no estaba tan ebrio como para haber hecho aquello sin alguna razón, aunque también sabía que tenía que haberlo parado en el momento en el que Kagami se lo había pedido; se reprochó mil veces por no haber sido lo suficientemente fuerte como para impedir que su esposo siguiera.

 – Lo seguiré intentando-  se escuchó del peliazul, que más bien fue un comentario para sí mismo, sin embargo, Kagami pudo escucharlo perfectamente, sin entender sus palabras. Aomine miró por algunos segundos al otro, para luego dar media vuelta y lentamente se fue de ese lugar, dejando al pelirrojo  ahí parado, mirando cómo se desaparecía de su vista, sintiendo  un dolor en el pecho.

 

 

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Kagami llegó a la casa de Kuroko, y notó que ni el peliceleste, ni su mamá, y menos el rubio se encontraban en la casa. Se sintió mal por no haberles notificado que no llegaría a casa anoche, de alguna forma, sintió que estaba siendo un estorbo, ahora que su brazo estaba bien, tenía que regresar al trabajo, y debía conseguir un departamento dónde instalarse sin molestar a nadie.

De pronto su celular comenzó a sonar, miró el número y se sorprendió por la llamada; contestó sin rodeos.

 

-Hola, Taiga-

Sin entender por qué… sonrió a la voz que escuchaba por el auricular

-Akashi…- Fue lo único que dijo el pelirrojo, esperando que las palabras del otro chico no se hicieran esperar.

-Taiga, me preguntaba si tienes planes para hoy en la noche- Su voz sonaba suave, un tono de voz que a Kagami le gustó escuchar en ese momento.

-No lo sé… -Kagami se sentó en un sofá y miró el reloj de su celular. Ya había planeado regresar a su vida normal, ahora que su brazo había sanado por completo –Mañana me presentaré a trabajar en el restaurante.- Le dejó saber sus planes a Akashi, quien dejó escuchar un sonido de aceptación.

-Entiendo que quieras regresar a tu vida cotidiana… Pensé que antes de eso, pudieras acompañarme a un lugar, te gustará, lo prometo.-

Kagami dudó unos segundos en responder, sin embargo, pensaba que de alguna manera, se lo debía a Akashi, pues fue él quien estuvo a su lado por esas tres semanas en las que él se había sentido solo. De alguna forma, el chico de los ojos de color diferente había estado a su lado de una forma diferente a la de Kise y Kuroko. En algún momento en el pasado Akashi se le había declarado, sin embargo él lo había rechazado, suspiró resignado al no recordar la razón de por qué lo había rechazado, sin embargo, esta vez era diferente,  quería devolverle el favor a Akashi, así que pensó que tal vez no sería mala idea dedicarle un poco de tiempo a lo que él tenía planeado.

-Está bien… puedo acompañarte-

-Perfecto.- Akashi sonaba entusiasmado – Pasaré por ti a las 4 de la tarde, no deberás preocuparte por nada.

-De acuerdo, hasta entonces.-

Después de la respuesta de despedida de Akashi, Kagami colgó a la llamada, sonrió nuevamente, guardando su teléfono celular en su pantalón, tenía muchas cosas que hacer durante el día: tenía que ir a hablar con su jefe y hacerle saber que estaría de regreso en el trabajo, tenía que empezar a buscar un departamento, pues ya no quería seguir dando molestias a Kuroko, y por último… tenía que alistarse para la cita con Akashi… “Espera… ¿una cita?”. Su mente se preguntó de repente, no lo había pensado de esa manera, y ahora que lo analizaba, eso era… una cita con Akashi Seijuuro, no sabía lo que el otro chico estaba tramando, pero ya había aceptado, y no había vuelta a atrás.

 

 

 

 

Notas finales:

Bueno... ahora que ya saben cuál es la intención de Akashi tal vez pueda cambiar el resumen del fanfic, para presentar a la persona que le estará dando batalla al lindo de Aomine :v

Gracias por leer el capi!!!  Espero que el lemon no haya sido tan malo XD déjenmelo saber con un review, agradeceré todos y cada uno de sus comentarios!!! ;)
<3 <3


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